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Transformaciones II


Cillian Haughton
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— Esto a cambiado demasiado.

 

Cillian mantenía un paso rápido entre los pasillos de la Universidad. Aquel lugar era mucho más grande que la Academia y cualquiera podría perderse al dar la vuelta en el lugar equivocado, pero por suerte para él su clase no sería llevada dentro si no en un viejo anfiteatro a las orillas del lago. Salió por la primera puerta al exterior que encontró y observó a su alrededor por un par de segundos; aquel lugar era agradable, sin duda.

 

El anfiteatro estaba a sólo un par de metros de donde se encontraba en aquel momento, no era demasiado grande pero aún así era el lugar perfecto para la clase. El mismo había sido construido en un desnivel que desembocaba al lago, así que era una estructura completamente natural, sólo un poco de madera aquí y allá para delimitar las gradas y el escenario.

 

Los materiales de la clase estaban resguardados en una pequeña cabaña justo a un lado del escenario así que no sería necesario trasladarse a otro lugar para cualquier práctica que quisieran llevar a cabo. Todo aquello, que ahora tenía un nuevo hogar, Cillian lo había tomado de la oficina de la antigua profesora esperando que no le molestara.

 

Un minuto más tarde había llegado hasta el escenario, tenía que arreglar un par de cosas antes de que sus estudiantes llegaran. Se acercó hasta la cabaña y rebuscó dentro de ella un par de viejos cuadernos, apuntes de viejos estudiantes; él odiaba escribir así que no iba a torturar a nadie con aquella tarea. Y con ayuda de Leah, su varita, arrastró un pesado escritorio hasta el centro del escenario.

 

Todo estaba listo de momento, sólo faltaban aquellas dos personas que Elodia le había comentado asistirían a su primera clase. Todo un reto, reconocía los dos nombres y sentía un poco de temor. ¿Cómo sería la Vice-Ministro? Nunca había tenido el placer de conocerla. Por otro lado estaba una de las personas que más odiaba y admiraba en el mundo, Taurogirl. Aquello sería interesante.

 

Tomó asiento detrás del escritorio y comenzó a jugar con un pedazo de hoja casi completamente arrancado de un cuaderno de apuntes, un momento después un par de pasos le informaron que alguien había llegado, genial.

 

— Buenos días, mi nombre es Cillian Ryddleturn... Pero eso quizá ya lo sepas —comentó sin levantar la vista del cuaderno—. No es necesario que te presentes, seas cual seas de las dos sé quien eres. Será un honor para mí tenerte en esta clase, ¿quieres contarme qué es lo que sabes ya de Transformaciones? Seguro un poco más que yo —bromeó.

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¿sabe quien soy?¡eso no podía ser posible!¿oh,si?había visto muchas habilidades en los magos y brujas de la comunidad. Nesconociendo a ciencia cierta lo que podían o no podían hacer, la duda le hizo quedarse inmóvil.

 

Vaya, no sabia que pudiera ser posible...pero...hay tantas cosas que no sé. Todavía pensaba en si aquel profesor había solo dicho aquello a la ligera, cuando su oído le alerto y capto el resto de su afirmación "cual seas de las dos, se quien eres"

 

---¡oiga!--- Su semblante había cambiado ante aquella alusión, pero entonces observo que el profesor Cillian tenia la vista en el cuaderno que tenia enfrente. Si, no era él profesor el que se había equivocado sino él. Aquella universidad era tan inmensa que pensó pedir orientación, después de todo, Cillian era un profesor y por lo menos podría indicarle donde se encontraba el despacho de la profesora Mayfol.

 

Deseaba llegar a tiempo y sin pensarlo mucho se había acercado viéndolo tan a la mano para consultarlo. Así que suavizó su gesto de enfado y bajo apenado la vista.

 

---Disculpeme profesor, solo quise pedir indicaciones, este resinto es muy grande y nuevo..y pensé que seria mas apropiado solicitar ayuda que deambular a lo tonto. ¿ahora impartirá la asignatura de transformación? Por que es algo interesante.

Transformación la entiendo como alterar y modificar la materia. Y seguramente que también cabe en el tema la conjuración, el poder transfigurar el objeto deseado de la nada. Yo he visto a unos magos con máscaras en sus rostros conjurar aves. Pero lo que es un alivio es que no se puede conjurar dinero, seria un descontrol total. Y lástima que no se puede conjurar comida de la nada, lo que si se puede es multiplicarla, codimentarla, cambiarla de lugar pero bueno pocas veces he visto eso. Lo que me impresiona aun ahora que ya tengo ocho meses en Ottery, es la vitalización he incluso en duelos lo hemos utilizado.

 

Se deteniene en aquella parte, a su memoria viene nuevamente lo que necesita.

 

--- Perdón profesor, disculpe, solo vine para solicitar ayuda, indiqueme como llegar al despacho de la profesora Malfoy y me iré para no importunar más su tiempo y quisiera decirle, que es usted un gran maestro y será un honor que en el futuro pueda estar en alguna de sus clases. Hasta pronto y muchas gracias.

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¿La voz de un chico? ¿Qué hacía un chico en su clase? Bueno, tampoco era que no pudiera colarse alguno, estaban al aire libre. Todo podía pasar y más en aquel lugar, bien lo había aprendido en sus antiguas andanzas por la Academia. Levantó la vista de su libro y se encontró con un joven bastante conocido para él, al parecer el mismo estaba en todos pero al final del día era agradable encontrarlo.

 

— Transformaciones, sí —respondió con una media sonrisa—. Los directores han confiado de nuevo en mí para impartir una nueva clase, sólo estoy esperando a que lleguen quienes se han inscrito al curso... Es por eso que había pensado que sabía quien eras, digo sé quien eres, pero no eres a quien esperaba. Aunque tu respuesta ha estado bastante bien, sí.

 

Guardó un segundo de silencio después de aquello para recuperar el aliento y Antoni se le adelantó. Al parecer estaba buscando a alguna profesora Malfoy, ¿sería acaso que buscaría a Juve? No estaba del todo seguro y aparte, según podía recordar el joven mago estaba matriculado para otro conocimiento muy diferente al que impartía la Malfoy.

 

— Dime, ¿por qué buscas a la profesora, Malfoy? ¿No deberías estar buscando al profesor Tonks? Digo, según sé te has matriculado para cursar Historia de la Magia este mes.... ¿O es que me equivoco? —No sabía donde estaba la oficina de Juve así que no podía ayudarlo. A decir verdad no sabía donde estaban ninguna de las otras oficinas, también era su primer día desde la reforma—. Ehm, gracias, tú también fuiste un buen alumno —otra vez el chico estaba recalcando algo que le había dicho en el pasado.

 

Cillian sonrió.

 

— Tú también eres un buen alumno —el chico parecía impaciente—. Y lo siento, pero no puedo ayudarte a orientarte, yo también estoy algo perdido. Con batalla y encontré mi lugar.

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Un alivio fue para él, cuando el profesor levanto la vista y le miro, su gesto era amable y tuvo la gentileza de explicarle.

---Pues en mi humilde opinión profesor, han hecho bien, recuerdo que hizo en nuestra clase, y usted no solo se limito a transformar un objeto común, sino transformo el ambiente, la realidad...espero después coincidan nuestros tiempos de hablar ello. Si, tiene usted razón su clase ya tiene designadas dos alumnas, lo vi en las notificaciones...Eh, pues me da gusto que lo considere así, me gusta leer y aún más si es sobre como utilizar nuestro poder mágico. --- Sonríe al escuchar que el profesor aprueba su respuesta.

Sino fuera porque era necesario irse a su propia clase, mucho le agradaría seguir conversando con el mago, era una genial idea, hasta se alegró de su repentina decisión, ¡Ah, el tiempo!¡si tuviese tiempo! De tenerlo le gustaría profundizar sobre la conmutación, el libro que leyó sobre ello era demasiado ambiguo sobre el tema. La pregunta de Cillian lo hizo reaccionar.

---¡Ah eso! Pues es que la profesora Mistify Malfoy es quien me impartirá clase.--- Sonríe al contestar. ---Es lo que yo quiero, saber sobre el mundo de la magia, quiero entender, tengo 8 meses en este mundo y aún siento ser como un intruso, por eso me inscribí en historia de la magia pero como no hubo más alumnos me notificaron que cambiará de clase y es por eso que voy a otra asignatura. ¿sabe?de cualquier forma me seguiré anotando para historia de la magia, quien sabe que pase el próximo cursohttp://cdncache1-a.akamaihd.net/items/it/img/arrow-10x10.png, pero tarde o temprano tendrá que llegar a formarse el grupo y pues puedo consultar libros pero será aún más interesante asistir a clase.

Tampoco era como para decir que no conocía nada, le parecía un suspiro el tiempo en aquel nuevo mundo...y bueno, su incursión al mundo mágico, aunque reciente, era bastante abundante en detalles,¿no había ido a un lugar medieval y bailado con traje típico y todo?¿no había ido a Egipto y estuvo preso en aquella pirámide y Cillian y otros magos le ayudaron a escapar?¿ no estuvo en las cataratas del Nigara y hasta en una isla del sur?¡Ah, el mundo era fascinante! Se alegraba tanto de conocer al mismo con la ayuda de la magia.

 

Sonrio y sinceramente contesto al mago después de que él le realizará su solicitud.

 

--- Gracias profesor, seguiré esforzandome para continuar siendoló.... ya veo, entonces debo apresurarme para llegar a tiempo a la cita, me agrada ser puntual y no se preocupe, veré la manera de llegar, con su permiso, ¡ah! ¡éxito!

 

Le dedicó una inclinación respetuosa y dando media vuelta se retiro de aquel lugar.

Editado por Antoni Tonks

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Hacía mucho que venía aplazando la tediosa tarea de tener que cursar nuevamente los conocimientos que una vez había adquirido y todo gracias a las dichosas reformas. Eran muchas las hipótesis que tenía con respecto a este cambio, quizás alguien había cometido algún tipo de equivocación al hacer un conjuro o preparar una simple poción que curase la gripe, si este era el caso muy seguramente no sería ninguno de mis estudiantes de pociones, eso si que no, pues yo me había encargado de enseñarles perfectamente lo que para mí era considerado arte y con respecto a esto no podía ser humilde.

Desde el principio supe que mi profesora sería Giovanna, una Mortifaga que según los rumores de integrantes del bando y profesorado, hacía muy bien su trabajo, y yo no lo ponía en duda. Días previos al inicio de la clase, las Directoras de la Universidad me enviaron una carta donde se me notificaba la cancelación de la misma debido a una inesperada renuncia de la profesora, lo cual era una verdadera lástima, pero ese mismo día en horas de la noche una nueva carta con el sello propio de la Universidad, anunciaba que la clase daría comienzo el día acordado y no iba a ser necesario regresar el pago por la adquisición del conocimiento. Lo único que se olvidaron de mencionar fue el nombre de la persona que sustituiría a Giovanna.

<< Adoro las sorpresas >> Pensé para mis adentros con sarcasmo.

Llegado el día de la clase me vestí lo más cómoda posible, con unos jeans negros, una linda blusa blanca bastante femenina y zapatillas del mismo color del pantalón; también llevaba una túnica, pero solo por si acaso. Mis días de vestir formal para el Ministerio y Academia habían quedado atrás, dejándome con la tarea de fingir paz y tranquilidad.

Me apresuré para llegar a tiempo a la clase -odiaba ser impuntual- y pude dar con rápidamente con el lugar que sería algo así como el salón de clases gracias a un chico que salía apresurado del anfiteatro. En realidad no estaba muy segura de que allí fuera la clase, pero no perdía nada con preguntar. Me acerqué pasando por el lado del chico y sin tocar, ingresé.

Nada, absolutamente nada me habría preparado para aquel momento. Frente a mí estaba, quizás, una de las personas que menos me alegraba de ver, aunque fuese por accidente. No era capaz de formar una sonrisa forzada aunque quisiera, sentía como todos esos años de práctica y de imitar las emociones de las personas no habían servido para nada. Inspiré hondo, deseando que él no fuese el profesor encargado y tras tragarme mi orgullo me dispuse a llamar su atención, pero no hubo necesidad.

—Su mismo nombre lo dice. Básicamente es la habilidad de transformar una cosa en otra —recité, acompañando cada una de mis palabras con un dulce y peligroso sonido —Profesor —añadí una vez nuestras miradas se cruzaron.

 

Hasta donde tenía conocimiento alguien más nos acompañaría, pero de no ser así me vería obligada a compartir un espacio cerrado con él, con Cillian, y aunque me costara reconocerlo, no estaba muy segura de lo que podría llegar a pasar. Por un breve instante sonreí al imaginar que todo se salía de control, que ahora sin un bando de por medio que nos uniera no tendría que explicar a nadie su muerte, pero así como vino la idea se fue y es que no, tampoco quería verlo muerto.

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— ¿Eso es todo lo que sabes? Pensé que siendo quien eres sabrías un poco más.

 

Antoni se había ido y en su lugar estaba ahora Taurogirl, aquella mujer a la que tanto odiaba. Se levantó de su asiento y camino hasta el borde del escenario. ¿Estaría ahí para quitarles sus recuerdos o simplemente no estaba ni siquiera enterada que era el quien impartía aquella clase? Sonrió, una sonrisa rencorosa.

 

— Creo que tu compañera se a retrasado un poco, esperemos que llegue... —murmuró y bajó del escenario para estar un poco más cerca de la peliazul—. Y que lea la nota. ¿Sabes? Me gusta este lugar, pero creo que sería un poco aburrido tomar la clase aquí, ¿no crees?

 

Se había olvidado de los cuadernos de apuntes, ya se los entregaría, quizá al final de la clase. Comenzó a subir las escaleras que le sacaban del anfiteatro y al pasar al lado de la Crouchs le indicó que lo siguiera. Era su primera clase, no sabía que iba a hacer pero algo se le ocurriría en el camino.

 

— ¿Qué dices de ser una chica buena por una vez un tu vida? —Sí es que aquello era posible—. Creo que sería algo imposible, sí. No, no, mejor vamos a divertirnos, tal y como si fuéramos los mejores amigos del mundo. Vamos, molestaremos a un par de alumnos y profesores de por aquí. Espero que tengas tu varita lista.

 

Sabía que aquello irritaría a Tauro, pero no importaba. Salió corriendo, esperando que ella fuera detrás de él... Entró de lleno en el edificio de la universidad y apuntó a un extraño chico que pasaba por ahí, agitó y apuntó otra vez, susurró una palabra y el chico terminó convertido en rata.

 

— Esperemos que encuentre un buen amigo que lo devuelva a la normalidad —comentó a su acompañante—. Es tu turno.

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Su comentario poco me molestó, no estaba allí para demostrar que era mejor que él, sino para saber si había algo nuevo que pudiera aprender, algo que con los años se me hubiese olvidado. Ni me incomodé ni hice ningún comentario al respecto, no por esta vez, ya que al parecer estaba más ocupada tratando de pensar en algún modo de poder llegar al final de la clase sin haber intentado matarlo al menos dos veces. La idea me atraía demasiado, pero también era una persona prudente que sabía todo lo que podía perder por un simple capricho.

—No he hecho otra cosa sino ser buena. ¿O es que nunca te quedó claro? —esta vez no me pude resistir a escupir el veneno. No me preocupaba en lo más mínimo que Cillian decidiera contarle algún día al mundo entero que yo era Mortífaga, o peor, que yo era la líder del bando, pues su juramento era algo que lo mantendría callado a menos que quisiera morir y en ese caso... —Y entre los profesores que vamos a molestar, estás incluido tú? —pregunté peligrosamente.

 

Nada de aquella clase parecía hacerme cambiar de opinión. Si bien me entusiasmaba salir, no tenía ganas de dármelas de exploradora, pero por otro lado sentía curiosidad por lo siguiente que se le ocurriría al ex-mortifago. Lo seguí en silencio, a mi propio ritmo y con la varita apuntando de vez en cuando en su nuca o en alguna otra parte crítica de su cuerpo. << Su cuerpo >> dijo una voz en mi mente. << ¿Qué estás pensando? << Preguntó la misma voz. Sacudí la cabeza tratando de apartar todos aquellos pensamientos y apresuré el paso.

 

—Me gustaría más poder practicar contigo —dije al tiempo que otro estudiante, una chica, se quedaba atónita ante lo que acababa de hacer el profesor con el alumno. Le sonreí sintiéndome feliz de no tener que cuidar ninguna posición dentro de la Universidad y le apunté con mi varita. Tras dos florituras la chica huyó despavorida y en donde antes había estado, apareció una serpiente. Lo único que había hecho en realidad era un Serpensortia, así el chico rata tendría con qué entretenerse mientras tanto.

 

—¿Lo dejará así? —pregunté tratando de parecer respetuosa. No era tonta y lo que menos quería era tener a la hija del Ministro iniciando investigaciones sobre mi persona ni escudriñando mi pasado para entonces descubrir las irregularidades que se llevaron a cabo mientras fui la Directora del Departamento de Criaturas.

 

—Y bien... Cillian, ¿qué intentas enseñarme?

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— Sería divertido —murmuró mientras observaba como la serpiente comenzaba a perseguir al chico rata—, pero lo has vuelto peligroso y esto puede costarme mi puesto dentro de la Universidad ¿no crees? —apuntó al pequeño punto negro que se alejaba y después de un pequeño movimiento de varita, este volvió a ser el chico de hacia apenas un momento.

 

¿Qué intentaba enseñarle? No lo sabía, era su primera clase en aquella posición y las reformas habían cambiado tantas las cosas que aún no lograba encontrar el punto necesario para que aquella clase funcionara. Desvió la mirada hasta una de las ventanas y pensó en silencio durante un par de segundos, sabiendo aquello quizá irritaría a la líder de su antiguo bando.

 

— ¿Qué es lo que quieres aprender, Tauro? —No era una respuesta, más bien una evasión del todo.

 

El tampoco esperaba una respuesta, sabía que tenía que encontrar el punto de aquella clase y aunque le costara, intentaría lograrlo. Pero, ¿cómo podrían las transformaciones aplicarse a la vida más allá de las cosas simples? Negó, quizá sería mejor si obtener esa respuesta.

 

— Voy a confesarte algo, Tauro, por la enemistad que nos une —quería hacer una broma, pero no fue nada buena al final—. No sé como llevar esta clase, estoy estancado. ¿Perseguir alumnos y profesores para hacer bromas? ¿En qué tontería estaba pensando?

 

Se alejó un poco hacia atrás, sería mejor que se retirara antes de que obtuviera un grupo más grande. No... No, tenía que intentarlo. Por lo menos eso.

 

— Verás, definitivamente no voy a enseñarte ningún tipo de teoría sobre esto, es aburrida y quizá ya lo sepas todo y poco más. Lo que estoy intentando aquí es encontrar situaciones verdaderamente útiles para las transformaciones... Sí, son de mucha ayuda en algunas situaciones, pero la mayoría de los magos y brujas lo siguen tomando como una simple atracción o algo así.

 

Suspiró.

 

— Sin duda has elegido el peor mes para anotarte a este conocimiento —aceptó—, pero bueno ¿quieres hacer algo más?

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Me sentía ¿decepcionada? Sí, pero no por lo motivos que quizás estén pensando. No dudaba que Cillian tuviese la habilidad suficiente para impartir aquella clase, desafortunadamente no podía reprocharle aquello, pero esperaba un poco más de esa química extraña que hacía que nos odiásemos con el alma, pero que al mismo tiempo disfrutáramos el estar cerca del otro. Si tan solo May no se hubiese casado con él, quizás no lo odiaría tanto, o quién sabe.

Suspiré.

—¿Al menos podrías hacerme un tour, no? No pagué mil galeones para quedarme aquí mirando hacia el horizonte.

No me interesaba mucho que Cillian me enseñara toda esa teoría barata que ya me sabía de memoria, quería algo más práctico, una actividad que me ayudara a desoxidar mi varita y a usarla para algo más que matar Fenixianos.

—Enséñame qué es lo que sabes hacer. Sorpréndeme. Al menos un regalo —no sabía muy bien por qué lo hacía, porque esa preocupación de querer subirle el ánimo y de repente recordé cuando fui Directora de la Academia. Nada me importaba más que tanto profesores y alumnos se sintieran conformes y a gusto dentro de aquellas instalaciones, que la Academia se convirtiera en una casa, tal como lo fue para mí.

—¡Cillian! ¡Te estoy hablando! —exclamé usando ese tono que solía emplear cuando hacía de líder de la Marca Tenebrosa.

—No me iré de aquí hasta que mínimo me des un recorrido por el lugar y hablo en serio —dije severamente. Di unos cuantos pasos delante de él esperando a que me alcanzara y guiara. Me agaché, tomé una piedra y tras susurrar -Morphos- esta se transformó en un pequeño escarabajo, al cual le ordené meterse por entre los pantalones de Cillian.

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— ¿Pero qué es lo que haces? —Inquirió un momento después, apartando al escarabajo que buscaba algún lugar por donde meterse a sus pantalones.

 

Sonrió, tontamente, sabía que Taurogirl tenía razón. No había pagado mil galeones para obtener una clase aburrida, pero al final quizá aquella razón fuera lo de menos. Suspiró y arrojó lejos el escarabajo, el cual seguía removiéndose hacia él.

 

— ¿Un recorrido? ¿Estás loca? Conocía la Academia, pero este lugar es un mundo total... —Apenas y sabía donde estaba el anfiteatro donde debía impartir sus clases—. Pero bueno, siempre podemos ir todo recto, ¿no? Creo que por aquí esta el comedor o algo así —apuntó a la pared frente a él y murmuró un imperceptible Evanesco logrando que la misma desapareciera, por lo menos en teoría.

 

Se adelantó y pidió a la recién renovada Tauro que lo siguiera. Sí quería un recorrido por el lugar, lo tendría y a su paso irían practicando un par de transformaciones. Bien, bien... A ver a dónde terminaba llevándoles todo aquello. Para comenzar, se había equivocado, detrás de la pared no había un comedor si no un aula vacía.

 

— ¿Controlas alguna habilidad relacionada a las Transformaciones? —Inquirió en el momento en que ambos estaban dentro del aula, la pared había sido repuesta y se disponía a desaparecer la siguiente.

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