Adivinación

[Amya An]

Señorita? pero por dónde?

*Je Je Je*

 

La bruja se quedó bellamente mostrando el derriere, agarrada a la mesa con ambas manos como si esperara una ¿azotaina? en las pompis.

 

Pero nooooo!!! no la zurren ... no, aún nó!

 

Estaba media mareada por la sacada de aire. Adolorida por el trastazo en la panza ... y también algo soñolienta por la mala noche (!)

 

Y es que nadie la iba a gentilmente a levantar de donde se hallaba despanzurrada???

 

- Ok, ok ... yo solita me recojo de la mesada ... solo denme un ratito porque creo que hasta se me acalambraron las piernas (?)

 

Aseguró ... quien sabe a quién pues, la profa aún no se había dignado (quizás no la llegó a oír por el tremendo choque) y creo que los demás estarían en shock ... todos excepto la peli-violeta y su hija, xDDD.

 

Ellas seguro que ni se inmutaban (menos si comían galletas de Harpo) porque ya hasta le habían visto media morida, y tenía la certeza de que adleriana, como la hierba mala, nunca muere (¡?)

 

Se puso en pie y tuvo que sostenerse las tripas

(no, no las tenía salidas pero tenía tan sensible la zona que según ella, las sentía) ... y así,

como viejecita doblada hacia adelante, caminó lerda hasta un asiento disponible.

 

- Ey! ni siquiera le ofrecerá la silla a una Accidentada?

 

Se quejó de la poca caballerosidad que se demostraba hoy por hoy (?)

[Sagitas E. Potter Blue]

-- ¿Ves? No soy buena en Adivinación, no era ese el motivo que supuse por tu noche movida. Pero doy gracias a los dioses que hayan sido pacientes y no... otro tipo de... ejem...

 

Sí, mejor callar ciertas cosas que los oídos no son sordos y podrían pensar que consideraba a mi hija una perdida cuando en realidad era la mejor de todos mis descendientes (menos Ithlion, pero es un niño demasiado pequeño aún para darme ese tipo de dolor de cabeza) y aún no pretendía asustarme con novios (nótese que su hija aún no le había dado la noticia de su futura boda), lechuginos a los que tenía que quitar de en medio usando, tal vez, maneras turbulentas.

 

-- Sigue sin aparecerse. Y sabe, lo sé, sólo que le da miedo al final y prefiere la carrerilla a usar la Aparición. Allá ella...

 

Metí la mano en la lata de galletas, aún mirando a mi hermana, quien protestaba por la poca galantería de los presentes para ofrecerle asiento, cuando toqué el aire. Me giré rauda y noté que mi hija se maravillaba con las galletas del elfo de la propiedad. Bufé, a las dos, no sólo a mi hija.

 

-- Adivino que esas galletas te van a sentar mal, por el sopapo que te soltaré como no me las devuelvas -- gruñido de advertencia; con las galletitas de Harpo no se juega. -- Si tuviéramos que ofrecer sillas a las Accidentosas, estaríamos todos sentados en la tercer planta.

 

Nótese que Sagitas no entendió que por Accidentada se refería a que había tenido un accidente sino que era una funcionaria accidentosa.

 

-- Espero que empecemos pronto la clase o predigo que van a llover zapes como mares en esta aula -- susurré, enfadada, viendo como mis galletas habían volado.

[Galery Grindelwald Malfoy]

- Gracias - tomo una y susurró mientras sus orbes, tan verdes como uvas de damasco, se prendían vivamente, a la mujer de enigmática cabellera color magenta, lentamente llevo la olorosa galleta a sus labios, constatando las afirmaciones de las otras mujeres, que sin lugar a dudas eran familia, mientras la delicada pasta se disolvía en su paladar, hicieron entrada las demás muchachas, y sin saber como ocurrió, una amplia sonrisa adorno su rostro, seguramente la singular entrada de la ultima joven, en combinación con la exquisita experiencia gustativa.

Sin embargo la significativa mirada de la primera joven le había despertado curiosidad, desde su llegada a Ottery, había notado con desencanto que ya nadie recordaba a su fallecido padre, su estirpe había sido olvidada y el paso de los años, había empolvado sus hechos y restado importancia a sus logros. Por eso estaba ella ahí, los Grindelwald serian respetados nuevamente; muy a su pesar recordó las ultimas eventualidades, su prometido estaba en Ottery y debía darle muerte, jamas aceptaría ese matrimonio, pero asta es momento no había escuchado de otro Grindelwald.

Tal vez ese sueño tan confuso tenia algo que ver, en este se veía a si misma asesinando al hombre que su padre había designado para ella, antes de morir a manos de Voldemort, pero al girar su cuerpo para ver su rostro, todo se transformaba en una mancha de sangre, y un dolor indescriptible se apoderaba de su ser, la sensación mas abrumadora de soledad y perdida, sus piernas se doblaban y su frente golpeaba el piso terroso, y ese grito tan aterrador en medio de la noche, mientras la luna llena brilla en medio del cielo, y lo que no podía interpretar, ese deseo de regresar el tiempo atrás.

Al ser una muchacha educada a hacer su voluntad, bajo las únicas normas de *hacerlo bien la primera vez, y siempre* entrenamientos exhaustivos en duelos, magia oscura, pociones y maldiciones, la palabra *arrepentimiento* y la sensación, le eran desconocidas lo que hizo jamas fue cuestionado o criticado, sin conciencia sobre el bien y el mal, actuaba a criterio, sin embargo y a pesar de ello, aún poseía una aura clara y nada de malicia o vicios, en cuestiones carnales o mundanas, carente de contacto con jóvenes de su edad, se había perdido sin embargo del aprendizaje cognitivo, de experiencias y cánones de conducta juvenil, lo que parecía detonar ese semblante de timidez, que estaba lejos de sentir.

- ¿Falta alguien mas? - su nítida voz se dejo escuchar sonriente, haciendo gala del atractivo candor que heredo de su padre

[Reena Vladimir]

Me había quedado al lado de la puerta, aquella clase se me antojaba demasiado extraña. No sabía bien, si porque el ambiente en la estancia estaba limpio, si porque había demasiada energía concentrada o si porque preveía un accidente catastrófico... No estaba segura...

 

-Menudas son. Profe, yo que usted les quitaba las galletas o todavía se comete un asesinato en nuestra presencia.

 

Negué con la cabeza y al final fui a buscar una silla para mi, ya que parecía que la clase no terminaba de arrancar. Era mejor esperar sentada desde luego. Al menos de esa forma se me quitarían las ganas de romperle la silla en la cabeza a Sagitas, la próxima vez que dijera "que adivinaba"

 

-Bueno ¿Empezamos? ¿Qué será hoy? ¿Posos de té? ¿Bola de cristal? ¿Figuras de nubes? ¿Lluvia sobre barro?

 

Se me ocurrían tantas cosas sobre las que ver el futuro que estaba por hacerme un fuego con los restos de la silla que haría callar a las escandalosas de mis tías, a ver si con el hipnotismo que me producen las llamas, tenía alguna visión para sorprender a la profesora...

[Galery Grindelwald Malfoy]

La escena era sumamente divertida, la Grindelwald había caído en una delirante situacion familiar, al parecer las compañeras de clase eran familia, y una familia muy particular, Galery no daba crédito a lo que pasaba, acostumbrada al austero trato de la servidumbre, al aucente amor de su madre, y a las historias de terror que hablaban de su padre, al que sin embargo amaba por sobre todas las cosas, no solo eso, lo admiraba y por ese motivo, abrazar su destino, jamas le parecio una carga sobre los hombros, ellas sin embargo reían entre si, jugaban y hacían bromas; una punzada en el pecho descargo sobre su corazón, un enorme vacío. ¿Que se sentiría ser abrazada por un ser amado? ¿Como es el cálido regazo de una madre? Jamas lo sabría.

Fueron las mudas preguntas que inconscientemente se hizo, tampoco preguntaría, no necesitaba compasión o conmiseración, sin embargo la cálida imagen frente a ella la reconforto, y agradeció estar ahí. La profesora parecía un tanto ausente, estaría de alguna forma evaluando las características psíquicas de cada una? Tal vez, así que respiro, alineo la columna y respiro tranquila, armonizando su energía, siempre fue buena con las bolas de cristal y las cartas, era Húngara, seria una vergüenza no hacerlo, sin embargo sabia que siempre se podía ser mejor, y por so estaba ahí, para ser mejor, y elevar sus expectativas en el M.M. y porque no, llegar a ser profesora.

Por un segundo regreso su atención a la mujer de hermoso cabello, algo en ella le despertaba cierta inquietud, solo el tiempo le daría una respuesta a la hija de Gellert y Monica Malfoy; concentro su atención en la carpeta que había traído consigo, ni siquiera había leído el contenido, intento abrirle pero se contuvo, esperaría a las indicaciones de la profesora, que hasta ese momento, parecía estar presa de una visión, sonrió al escuchar a la joven, era verdad lo que decía, su nana era capaz de leer las hojas que caen de los arboles, los lunares, las caracolas, una adivinadora, podia leer cualquier idioma del destino.

- también me gustaría empezar, creo que estamos completas, o esperamos a alguien mas? - musito levantando los ojos de la carpeta, hacia la profesora.

[Sagitas E. Potter Blue]

Sí, estaba enfadada, pero no se me escapó el candor del tono de voz de la chiquita rubia ni tampoco el color de sus ojos. Tragué saliva casi sin darme cuenta y, para cuando lo hice, intenté disimular. No era normal en mí turbarme de aquella manera y, sobre todo, mi familia era muy lista, o muy tonta pero me conocían y sabría reconocer que me ocurría algo, así que estornudé, para disimular.

 

-- Demonios, Amya, ya te has puesto el perfume que te regaló Babila, seguro. Le tengo alergia a la fragancia de ortigas.

 

Vale, como excusa era mala, pero eso impediría que nadie se fijara. De repente, sentí miedo. Si la profesora era buena y en verdad era Adivina podría... ¡No, nadie podría saber lo ocurrido haces tantos años! ¡Nadie! Fruncí el ceño y los labios, mirando hacia la docente que nos miraba sin decir nada, tal vez esperando a que llegaran nuevos alumnos, si es que faltaba alguien.

 

-- No sé si falta alguien. Eso lo ha de decir la profa -- repliqué con cierto tono abrupto. Me estiré en la silla, poniéndome cómoda y con los brazos cruzados, sumida en mis propios pensamientos prohibidos. Después eché un vistazo a Reena, para saber si iba en verdad o en serio, con eso de quitarnos las galletas. Por si acaso, gruñí: -- Adivino que Sagitas matará a alguien como se atreva. No, no lo adivino, juego con trampas. Esto lo sé seguro.

 

Mi amenaza era clara. Podrían quitarme los negocios, limitarme las ganancias de mis bóvedas o robarme en mi mansión. Pero quien robara las galletas de Harpo era hombre muerto (o mujer, yo no distingo en géneros). Me encerré en mis pensamientos sobre aquel Grindewald cuando una de las preguntas de Reena me llamó la atención e hizo que descruzara los brazos y me sentara bien en la silla.

 

-- ¿Barro? ¿Podemos hacer peleas de barro? -- Guau, eso hacía muy interesante la asignatura; hasta podía llamar a Sean para que organizara las apuestas (clandestinas, por supuesto). -- ¡Empecemos, profa, empecemos! Prometo no matar a nadie (de momento) -- dije, recuperando la caja y cerrándola. Los dos gatitos de la lata protestaron, ronronearon un poquito y se durmieron, enroscados el uno contra el otro. Hasta que no abriera la tapa, no despertarían para maullar por robar las galletas. Era una alarma que había puesto mi elfo Harpo para cuando bajaba a picotear por la noche pero que a mí me hacía gracia más que asustarme.

[Jessie Black Lestrange]

Me cruce de brazos cuando me quitara las galletas mi madre. No era posible que me hiciera algo tan cruel, Harpo hacía las galletas mas deliciosas que había probado en mi vida y no me agradaba la idea que mi madre me las quitara así como así.

 

-Mami ¿porque me quitas las galletas? Y ademas no me harán daño, Harpo es un excelente cocinero.

 

Veía a mi madre un tanto turbada y yo no podía hacer nada más que observarla, si le preguntaba en estos momentos de seguro saldría con una evasiva como... si, exactamente como lo que acababa de hacer con mi tía Amya. Suspire y me recargue en el respaldo de la silla, cruzando las piernas al frente y cerrando los ojos de forma tranquila.

 

-Mami nadie te cree que eso fuera un estornudo... ¿o solo yo me di cuenta?

 

Susurre y sonreí divertida aun con los ojos cerrados sin quitarme de mi cómoda silla y de la posición de relajación que había tomado hacía poco.

 

-Profesora si nos quedaremos sin hacer nada en toda la sesión no me molesta... yo tengo mucho sueño ¿alguien trae una poción de dormir sin sueño? ¿Mami? Tu siempre traes todo en tu bolsa. Hasta comienzo a creer que tiene un hechizo de extensión indetectable.

[Sagitas E. Potter Blue]

-- ¿Pero serás bruja? ¿Quieres dejar de decir mis... intimidades? -- Pero no me sonrojé sino que, por lo contrario, medio sonreí ante la idea que mi hija sabía que traía la capa que le había comprado a Cye en una de sus tiendas durante los Mundiales de Quidditch y que sus bolsillos internos eran de moke. Suspiré. -- Bueno, deja ver que tengo por aquí.

 

Tomé la capa y metí la mano en el bolsillo y empecé a sacar cosas.

 

-- Mi rapid pluma, el colgante de los "Ojo Loco", guantes de piel de dragón... Oh, plumas de azúcar, demonios, no me acordaba de ellas.

 

Me metí una en la boca y seguí sacando objetos de la túnica:

 

-- Caramelos, un bezoar... Demonios, la alfombra mágica, tenía que haberla dejado en la Tintorería para lavarla -- me excusé, ante la nube de polvo que salió con ella. -- Es que la última vez que la usé fue en el desierto, durante el viaje de bodas ...

 

Me sonrojé, así que seguí sacando objetos.

 

-- Una bufanda de Ithilion, su mandrágora que chilla cuando la aprietas, el rastreador de lechuzas, oh, mi nariz de payaso.

 

Me la puse, era un gran objeto mágico que dejaba ver la magia que usaba las personas y que no me afectaran, como los hechizos desilusionadores o pociones de edad para cruzar ilegalmente líneas de edad, muy útiles en las taquillas del Circo para no hacerse pasar por jovenzuelos y pagar media entrada. Seguí con la nariz puesta.

 

-- Traigo también para las quemaduras, algo de poción multiju.... ejem..., no sé para qué sirves esto -- disimulé. -- Mira, polvo peruano, a veces es útil si te quieres escapar sin que te vean... Pero no, no tengo nada para dormir, cielo. Si quieres que te haga un Desmaius y ya te despertaré cuando empiece la clase...

 

¿Alguien se habría dado cuenta que, expresamente, me había negado a contestar la pregunta directa de mi hija sobre mi comportamiento extraño junto a Galery Grindelwald? Que lo adivinaran, que de eso iba la clase.

[Jessie Black Lestrange]

Reí por las ocurrencias de su madre, pero es que ella era capaz de sacar incluso una tienda de campaña de... esta bien, comenzaba a sacar cosas más interesantes. No podía dejar de sorprenderme por las cosas que mi madre sacaba de sus bolsillos, era tanta la cosa que traía ahí que me sorprendía que pudiera caminar sin tambalearse.

 

Tosí cuando salió de su capa una alfombra magica, rodee los ojos cuando menciono su luna de miel con mi padre; me hice con el juguete de mi hermano y comencé a apretarlo, al menos me serviría para despertarme, pero solo me hizo extrañar a mi pequeño hermanito.

 

Cuando voltee a ver a mi madre ya traía mil cosas puestas, me lleve las manos a la boca para no soltar la carcajada. Le iba a preguntar que si saliendo de clase se iría a el circo y que si podía ir con ella, la cosa es que no sabía porque se las ponía en este momento. Sacaba y sacaba cosas, cada vez más interesantes, ahora sacaba cosas que yo necesitaría en el hospital y negué divertida al ver como fingía no saber sobre la poción multijugos.

 

-Eso sería una excelente idea mami- murmure dejándome caer en la paleta de mi silla cerrando los ojos- desmayame- susurre con dramatismo entre mis brazos.

[Sagitas E. Potter Blue]

Abrí los brazos, enternecida, con una enfermedad llamada mamitis que me hizo sentirme suave, enternecida y, además, super protectora.

 

-- ¡Ay, mi niña, no te preocupes! Mientras la profa no empieza, arrima tu cabeza aquí, en mi pecho, y duerme un poquito. Ven cielo, ea, como si fueras mi Ithilion...

 

Vale, es grande y es ya muy independiente, pero es mi niña querida y necesito sentirla cerca. Es muy duro para las mamis ver que sus hijos ya no les necesitan porque vuelan solitos.

 

-- Hale, tú recuéstate sobre mi y yo te tapo con la capa. Ahora que no tiene tanto peso encima, verás lo calentita que es.

 

La acurruqué y la acaricié. Es mi niña, a pesar de que muchas veces no nos acercamos la una a la otra y seguíamos caminos diferentes, con la familia siempre se puede contar y ahora, en este momento, los dioses nos habían juntado en un momento extraño, así que lo aproveché. Acaricié su cabeza de nuevo y la besé en la frente.

 

-- Si tuvieras algún problema me lo dirías, ¿verdad, cariño? No quiero tener que Adivinarlo en una taza de posos de té...

 

Era un momento demasiado intimo para compartirlo con los compañeros de la clase; tal vez a Jessie le diera vergüenza, pero a mí no, me gustaba esos leves y perecederos instantes en los que estábamos juntas. Pero también era un buen momento para romper el hielo con la chica rubia, la que me estaba turbando.

 

-- Por cierto, señorita Grindewald... Supongo que vivirá en la mansión Malfoy, ¿no? Porque, que yo recuerde... -- tono algo más frío -- ... ya no quedan Grindewald en Ottery.

 

Esperaba no haber sido muy brusca. Para disimular, toqué el peluche de la mandrágora de mi hijo Ithilion, que sujetaba su hermana con fuerza.