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That is not my name
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Aquel sería un día muy diferente en la Universidad, lugar donde se combinaban la Academia de Magia y Hechicería y el Ateneo, mi prioridad, sobre todo porque al fin había logrado conseguir el permiso por parte de las directoras que regían dicho sitio para poder mantener una serie de conversaciones personales con todos los profesores que impartían las clases de pos grado, aquellos que avalaban la obtención de uno de los conocimientos mágicos especiales dentro de nuestra sociedad; sobre todo me complacía el hecho de que, después de tantos años, estaría invitado a compartir el tiempo y las experiencias de una forma un tanto diferente, con grandes magos y brujas expertos en su área determinada.

 

El lugar elegido sería el pub que se abrió con la remodelación de la infraestructura, algo más específico dentro de las necesidades de la parte del Ateneo, ocupando un área al azar, la verdad es que no trataríamos temas prohibidos ni tampoco algo secreto; sería una convivencia, una serie de charlas a modo de tertulias y, si surgía algún imprevisto, siempre podríamos contar con el flujo de la bebida más común dentro de ese tipo de establecimientos: la cerveza.

 

Llegué unos quince minutos antes de la hora citada de mis compañeros, dieciocho para ser más específico, y pedí una mesa con posibilidades de ampliarnos conforme fuesen llegando, es decir, no quería interrumpir el buen ambiente que ahí se vivía y verme un tanto ostentoso con un montón de sillas vacías, debía de ser prudente. Ordené de inmediato una cerveza de barril tipo Ale, por supuesto, porque no quería perder mis modales como solía sucederme después de unas cuantas Stouts. No, eso quedaba sólo para las peripecias con la familia y los amigos.

 

Me encontraba cerca de la barra y mi mirada quedó perdida en el asombroso mueble de madera, repleto de grifos con diferente decorado haciendo alusión al líquido que se podría extraer de ella; al fondo, donde reposaban los licores y en medio de varios espejos, la hermosa bandera de Gran Bretaña hacia su aparición aunque, siendo honestos, no había un sólo rincón donde se pudiera apreciar: en las paredes, en los pilares, en la barra, en los baños, en las ventanas, por todos lados figuraba. Así mismo resaltaban las banderas de Inglaterra, Gales, Escocia y, sí, también la de Irlanda por las excelentes relaciones que se tenían entre todos los países.

 

La mesera llegó con mi tarro y agradecí rápidamente con una sonrisa, tomé la bebida, levanté mi brazo y, de un profundo trago, pude probar la delicia de su contenido, en el punto exacto de temperatura, un frío perfecto que recorría todo el interior del cuerpo hasta hacerte sentir escalofríos y ponerte la piel en extremo sensible. ¡Eso era lo bueno del lugar, por ello su elección para aquella forma de convivir! Sólo me restaba esperar a quienes se animaran a aparecer.

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-- ¡Ayvá la leche! ¿Aquí permiten beber alcohol?

 

Sí, bueno, tal vez sea una pregunta inadecuada para decirla en la puerta del pub donde nos había citado Ishaya. Pero es que era la primera vez que veía un lugar así libremente en la Universidad. Pasé al interior aunque, con cierto recelo. Aún no me creía del todo eso de que se pudiera beber cerveza en el lugar docente. Seguro que era una trampa, yo no me fiaba de las Directoras. No me había leído las normas pero seguro que en alguno de los libracos ponía que no se podía beber alcohol dentro de la Uni.

 

Me acerqué a Ishaya, sentado en una mesa. Había perdido una cerveza.

 

-- Hola, mano... ¿Qué es eso de una tertulia profesoral? ¿Es que quieren despedir a alguien y tenemos que pasar algún cuestionario o algo parecido?-- Miré a los lados para descubrir si las directoras estaban cerca, tal vez escondidas tras la barra. -- Porque yo creo que las Directoras son excelentes y están haciendo un papel insuperable.

 

Me senté enfrente de él, para no perderme ni un gesto de su cara. Le conocía y estaba segura que podría interpretar cualquier gesto no verbal de su cara y cuerpo.

 

-- Una c... zumo de naranja, señorita. -- Y vocalicé, para que sólo ella leyera mis labios: -- Con un chorrito de vodka.

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Apenas dejaba el tarro en la mesa cuando escuché la inigualable voz de mi hermana que llegaba al lugar, tomó asiento y comenzó a realizar una serie de conjeturas acerca del motivo por lo cual había citado a mis compañeros del Ateneo; no pude hacer otra cosa más que sonreír y esperar a que terminara de hablar para que, desafortunadamente para ella, le contradijera de lo que estaba pensando.

 

- En primera, me alegra verte con bien, - comencé a decir sin apartar la vista de aquella mesera a la cual la pelivioleta le ordenaba algo - en segunda, te agradezco que te hayas dado la oportunidad de aparecerte en esta reunión con tan poca anticipación y, también, con tan poca información de lo que se trataría aquí... no, no te preocupes, no es nada malo y tengo el permiso de las directoras.

 

Prefería aclararle ese punto a Sagitas, ya la conocía demasiado bien como para dejar los cabos sueltos, ella sabría como tomarlos y amarrarlos de una extraña forma.

 

- Y, en tercera, esto lo hago para poder convivir con todos los profesores que actualmente formamos la plantilla para intercambiar puntos de vista, opiniones y consejos, por qué no, para mejorar nuestros propios cursos. Dígamos que mi lado social se combinó con el extremadamente amigable.

 

Las clases continuaban su curso normal, nunca me atrevería a interrumpirlas, lo que pretendía era justamente encontrar el espacio para que entre todos los grandes magos y brujas que estábamos en ese sitio tuviéramos una retroalimentación de nuestro trabajo en boca de aquellos que experimentaban lo mismo que nosotros, hasta cierto punto. Todo por mi necedad de estar siempre en un continuo camino de aprendizaje, no podía salirme de esa línea.

 

- Esperemos al resto de los profesores, si es que llegan a tiempo, - proseguí con mi breve plática entre tragos que le daba a la cerveza - porque quiero poder empaparnos lo más que podamos del tema que he elegido para nuestra charla de hoy "¿por qué he de escoger un conocimiento en específico", cómo bien te avisé con anterioridad.

Editado por Ishaya

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¿Nada malo y con permiso de las Directoras?

 

-- ¿Dónde está la trampa? -- le dije, mientras la mesera llegaba con mi zumo de naranja y me guiñaba un ojo. Olisqué y medio sonreí. Excelente persona, aquella camarera. -- ¿Permiso para qué? ¿Eres nuestro Inquisidor personal? Porque yo no tengo culpa de que a nadie le interese el mundo muggle y sea una asignatura despreciada. ¡No me despidas, Ishaya, qué tengo muchos hijos que mantener?

 

Un momento, si yo nunca había cobrado de la Academia, aka Universidad, por lo menos desde hacía dos años o tal vez más...

 

-- No me despidas, que en el curriculum queda chachi decir que eres profa de la Universidad aunque me pase los días con un libro en la cara para disimular los ronquidos y los pies encima de la mesa...

 

Además, que si me despedía, me chivaba a su mujer y Cye seguro que le daba con una sartén en la cabeza por no cuidar de los suyos. Pero, a pesar de mis palabras, algo me decía que Ishaya era bueno, que la intención de aquella reunión no era la que yo me estaba liando dentro de la cabezota y que su trasfondo iba encaminado hacia otros derroteros.

 

-- ¿Convivir con los profesores? ¿En plan cama redonda o algo así? Ay, no, mano... Lo siento, a mí me da cierto asquito eso, yo con tu cuñado Jack, que no estoy para experiencias nuevas...

 

Negaba con la cabeza mientras hablaba, no, a mí no me metían en cosas raras, por muy profesores universitarios que hubiera en la plantilla. Tomé un sorbo de mi vodk... naranjada y tragué de golpe, estaba helada. Miré a los lados.

 

-- ¿Quieres decir que vendrán más profesores? ¿Y alumnos? Tal vez los alumnos podrían venir a dar sus opiniones sobre las clases impartidas...

 

Sonreí... Como yo no tenia alumnos, seguro que no podían decir nada malo de mí. Con la sonrisa aún en la boca, pensé en el tema que mi hermano proponía. ¿Por que escoger un conocimiento específico?

 

-- Jo, mano, la pregunta concreta es por qué nos obligan a tener conocimientos cuando ya los teníamos más que superados esta etapa. Se rumorea que el Ministerio perdió todas las calificaciones anteriores y que, por eso, nos obliga a volver a matricularnos en la Academia, bueno, ahora universidad, para poder justificar con un papelito lo que ya sabemos por viejos y re-viejos. -- Suspiré. -- Hasta ahora, las dos asignaturas que tenía las he cogido porque eran conocimientos que ya tenía pero no tengo manera de demostrarlo ya que se han perdido los registros de las academias antiguas, y no quiero perderlos. Este último pues... Me engañaron y tuve que coger Adivinación en vez de la otra que quería. Aunque... no es eso lo que preguntas, ¿verdad? A veces me enrollo demasiado y no contesto a nada.

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Mistify empujó la puerta y la recibió el aire fresco del interior de la Taberna, al contraste del caluroso sol egipcio que brillaba afuera y que a veces hacía que añorara la eterna llovizna inglesa. Era un lugar agradable, de inconfundible estilo británico que la hizo sentirse como en su propia casa. Aquello la hizo sonreir. Tenía tiempo sin visitar la Mansión Malfoy y ahora se le había antojado de repente.

 

Retiró hacia la espalda la trenza rubia que colgaba por delante de su pecho mientras buscaba con la mirada a quién le había citado en aquel lugar. Lo reconoció sentado en torno a una mesa, junto a una de las profesoras que mas de una vez había cruzado en los pasillos de la Universidad y otras tantas en el Ministerio de Magia, aunque de aquello hacía ya demasiado tiempo. Tanto que parecía una vida pasada.... o algo similar.

 

- Buenas tardes - estiró la mano hacia el mago e inclinó su cuerpo haciendo una leve reverencia a la bruja - Veo que no te tomas las cosas a la ligera y que cuando tienes algo en mente lo llevas a cabo sin perder tiempo ¿no? - Se sentó entre los dos hechiceros acomodando la túnica, blanca, como siempre. - Para mi, una cerveza de mantequilla, no debo beber cuando estoy en servicio - le dijo a la dependiente en cuanto se acercó. ¿Y bien? Soy toda tuya hasta dentro de dos horas ¿Será tiempo suficiente?

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Primero, parpadeo.

 

Después, parpadeo múltiple.

 

Al final, me rasqué la cabeza mirando de uno a otro de forma bien, mejor dicho, maleducada. Mi madre siempre me había dicho que no hay que mirar fijamente a nadie a la cara. Pero me era imposible. Había reconocido a quien entraba, aunque no se hubiera presentado, como la directora de la Universidad. No hacía falta, todo el elenco del Centro Docente sabíamos quién era Mistify Malfoy. Lo que había provocado mi estupefacción era la frase tan directa con la que se había dirigido a mi hermano.

 

-- Pero si estás casado -- le susurré. -- ¿Cómo es que es toda tuya? ¿Quieres que me vaya y os deje a solas?

 

Soy una bruja algo lineal y tuve que dedicar un buen rato a reflexionar en la frase (y unos cuantos tragos a mi... naranjada) para entrever que no significaba lo que inicialmente había entendido, sino más bien que el significado estaba ligado al tiempo libre que tenía de sus quehaceres diarios y podía quedarse allá con Ishaya porque era quien nos había citado a los profesores. ¡Demonios parlantes, claro! Era profesora además de Directora, ¡por Merlín, Sagitas, qué corta eres!, me recriminé.

 

Creo que me puse roja, aunque lo disimulé tomando otro trago, este más largo que el anterior, y manteniendo mi sonrisa.

 

-- ¡Señorita Malfoy! Encantada de verla de nuevo. ¿Qué asignatura imparte usted? Espero que tengo mejor suerte que la mía. Creo que el conocimiento de los muggles y el curioso mundo que le rodea no es atractivo a la población de Ottery.

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Solté una carcajada cuando escuché la respuesta de mi hermana y es que no me sorprendía para nada que estuviera un tanto perdida en lo que haríamos en ese sitio, en parte era mi culpa por no haberle especificado lo que hablaríamos en concreto en aquellas reuniones, porque apenas ésta sería la primera; y por otro lado, mi payasa consentida siempre se había destacado por ese modo de comportamiento tan peculiar, acompañado por sus pensamientos de los Potter Black.

 

- No tengo la facultad de despedirte, hermosa, - sonreí al responderle - además de que no tendría porque hacerlo. Lo que quiero con los profesores es poder charlar sin problemas acerca del cómo impartimos las clases de conocimientos especiales, verás, - aclaré un poco mi garganta con otro trago de mi bebida - eso que me estás diciendo, acerca de las complicaciones de tus estudios, podría resultar demasiado interesante en un debato con todos los puntos de vista que ofrece el claustro, verás...

 

Detuve mi explicación al ver que llegaba la directora de la Universidad y profesora del conocimiento de maldiciones, Mistify Malfoy, con una elegancia que era tan característico de ella. Estreché su mano con firmeza mientras me levanta de mi lugar hasta que ella pudiera tomar asiento, por respeto y educación, sobre todo porque llevábamos ya bastante tiempo de conocernos e, inclusive, habíamos compartido juntos varios cargos a través de los años.

 

A pesar de que nunca había llevado una amistad con la bruja, conocía la trayectoría de la misma y mi admiración no la ponía en un pedestal, al contrario, entendía el lado más humano que tenía aunque no lo quisiera demostrar. Tal vez, en otros tiempos, los Tonks y los Malfoy no hubieran sido casi enemigos naturales.

 

- Por mi esas dos horas son más que suficientes, - respondí mientras levantaba mi mano e indicarle con un gesto a la mesera que me mantuviera mi tarro lleno - espero que cuando pase ese tiempo no se tenga que arrepentir de haberse ido por lo que vamos a tratar.

 

Solté una risa muy tranquila, muy diferente a la carcajada de hace unos momentos con mi hermana, tenía que demostrar un poco de control ahora que iniciábamos oficialmente con nuestra tertulia al ser ya tres personas y poder pasar de un diálogo en dilema a las opiniones variadas de los presentes. Agradecí, en silencio, el que no haya juntado más mesas porque con una bastaba para comenzar con aquellas dos mujeres.

 

- Aprovecho que Sagitas haya mencionado sobre los Estudios Muggles, nos podrá servir como apertura para nuestra charla. - Me acomodé en mi asiento y proseguí. - Mi intención es mantener una constante con éstas reuniones a modo de tertulia para que podamos nutrirnos de los puntos de vista de nuestros compañeros y, por supuesto, de las directoras. Cada una de las reuniones mensuales trataremos una temática diferente para sacar conclusiones personales que nos ayuden en nuestro modo de impartir los cursos y, por qué no, también como crecimiento personal y profesional.

 

La mesera llegó justo en ese momento para dejar nuestro pedido y aproveché la pausa para mantener el diálogo con una fluidez natural, como cualquier tertulia.

 

- Sabemos perfectamente que hay ciertos conocimientos que la comunidad prefiere sobre otros, como bien expuso mi hermana, los estudios muggles y la historia de la magia, la que yo imparto, son de las menos solicitadas dentro de las inscripciones en el Ateneo y desde las anteriores reformas ministeriales en comparación, por ejemplo, con el conocimiento de maldiciones de la señora Malfoy. ¿Por qué un alumno de pos grado elige un conocimiento en específico? Indaguemos más allá de la respuesta obvia y a simple vista, por los empleos que se pueden conseguir, para profundizar en el cómo se ven cada una de nuestras materias. Hagámoslo como ejercicio de reflexión, ¿les parece?

 

Era un verdadera pena que mi directora no pudiera tomar un poco de la cerveza que ahí ofrecían, sobre todo la mía, ya que con cada trago que le daba sentía un alivio delicioso aunque, claro, no abusaría de su consumo porque no estábamos de fiesta sino de convivencia seria, con asuntos de trabajo a pesar de lo informal de la situación.

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Ambos magos intercambiaron unas palabras mientras ella se dedicó a recibir el saludo de un alumno que casualmente visitaba el lugar.

 

- Señorita Potter Black – claro que conocía a la bruja de cabello violeta. La había visto pasearse por los pasillos de la Universidad y viejos recuerdos de su estancia como Líder Mortífaga vinieron a su memoria. Aquella mujer le había causado más de un dolor de cabeza a la Tríada de aquel momento. – Actualmente estoy impartiendo Conocimiento de Maldiciones. Es una clase bastante solicitada debo decir. – a pesar de que respondió con una sonrisa, por su cabeza pasó una respuesta totalmente diferente. ¿A quién iba interesarle saber para qué servían los artefactos muggles o si necesitan tener el brazo endurecido por semanas si un hueso se le hacía añicos? Odiaba a los muggles. No entendía el porqué algunos magos preferían la vestimenta de esa clase en lugar de las tradicionales y modernas túnicas y no aprobaba en lo absoluto la mezcla de sangre mágica, con la no-mágica. Pero allí no podía permitirse expresarlo.

 

Por suerte Ishaya desvió la conversación.

 

- Jamás me he arrepentido de nada en toda mi vida. Lo que se hace, hecho está. – bebió un sorbo de la bebida que la mesera le dejó y se arrepintió al instante de haberla pedido. Algo más helado le hubiese venido mejor, teniendo en cuenta que el mago seguía con el mismo tema. ¿Qué iba a decirle? ¿Qué tener un conocimiento digno de Artes Oscuras podía traer mejores beneficios que saber qué mago antiguo había realizado qué proeza? Suspiró y dejó el vaso sobre la mesa.

 

- Supongo que todo se debe a la inseguridad que actualmente vive la sociedad mágica londinense. – se apresuró a decir. – Los hechos de vandalismo por parte de estos grupos que todos conocemos son cada vez más frecuentes. Quizás los magos y brujas prefieren saber cómo defenderse con eficiencia a conocer los hechos históricos que nos preceden. Porque, sin ofender, Señorita Potter Black, pero no creo que esos escudos redondos de hojalata que utilizan los muggles sirvan para detener una maldición imperdonable ¿no creen?

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Sí, debía asistir.

 

Sabía que aquella reunión era importante de una u otra manera, pero no sabía bien como actuaría el dentro de todo aquello. La verdad era que no tenía respuesta del todo concreta para la pregunta que aquella tarde se plantearía. ¿Por que elegir un conocimiento es especifico? No lo sabía, quizá y sólo quizá la respuesta fuera tan simple y no fuera más allá de un pequeño: Por que lo necesito para mi trabajo.

 

Entró rápidamente a la taberna y divisó en ella a sólo tres personas, al parecer sería un lugar exclusivo o algo por el estilo. Aunque conociendo a dos de las tres personas que estaban por ahí, estaba seguro que sí alguna se lo proponía convertirían aquel lugar en un hervidero de gente. Algo bueno, sí, pero molesto en ciertas ocasiones cuando alguno de los presentes no lograba entrar de todo en el tema.

 

— Buenas... —Saludó al encontrarse a una distancia corta de la mesa, para así llamar la atención de aquel singular trío—. ¿Llego tarde? Estoy seguro que no han podido esperar a que llegaran todos y ya han comenzado con el tema —bromeó, aunque seguro estaba en lo cierto, quizá—. ¿Puedo sentarme?

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Reunión de profesores ¡bah! Cómo si a mí me importase eso... Pero lo curioso es que sería en una especie de bar inglés. Quizá eso fue lo que más me atrajo de la invitación enviada por Ishaya esa misma mañana. Maldita gracia me hacía tener que ir a ese tipo de reuniones. Yo lo que quería era salir de la Universidad a casa y de casa al trabajo. Aunque quizá, pensándolo bien despejarse un poco la mente, con tanto ajetreo no vendría nada mal.

 

Guardé la invitación en el cajón de la mesa de mi despacho. Pero antes, tendría que cambiarme. Y ya tenía pensado qué ropas usar. Sí, podía hacerlo muggle, pero estábamos en una Universidad mágica así que, mi prioridad de momento era cambiar lo que llevaba puesto. Recordando un viejo encantamiento aprendido hace años, cuando había asistido por primera vez a una de mis clases, con un movimiento de mi varita y pensando en el atuendo que quería llevar...

 

Al cabo de cinco minutos llevaba una túnica de color verde esmeralda, en el final de las mangas llevaba un bordado plateado y el cuello en forma redondeada. Sí, me sentía bastante agusto. Tomé la capa y la cambié de color, a uno púrpura. Por supuesto, tenía claras mis intenciones a la hora de poner esos colores. Aunque en el calzado por supuesto, mis botas inseparables de piel de dragón. Puse en mi cabeza un gorro de color negro en combinación con mi calzado. Guardé mis pertenencias en el bolsillo de la túnica y me dirigí hasta el pub.

 

No tardé mucho tiempo en localizar el sitio, al menos, no estaba tan alejado de las nuevas instalaciones. Abrí la puerta y accedí al interior. Dentro ya estaban varias personas conocidas. Me dirigí hasta la barra..

 

- El mejor whisky de fuego que tengas, con tres piedras de hielo y muy frío - asentí con la cabeza y con el rostro serio (algo habitual en mí) me dirigí hasta el grupo de personas que ya estaban allí sentadas. Mi tía Sagitas, Ishaya, Cillian y la directora Mistify Malfoy.

 

- Muy buenas - saludé al pequeño grupo. No dudaría en que llegasen los demás profesores...

 

- Lamento llegar tarde - me encogí de hombros, tomé una silla y me puse al lado de tía Sagitas.

 

- Es un honor que el área directiva se encuentre entre nosotros. Aunque tengo entendido que usted, señora Malfoy imparte clases - sonreí a la mujer. No la había visto dentro de la Marca, pero su nombre estaba reflejado en la zona de honor de la misma.

 

- Y bien ¿qué temas estamos tratanto? - No había conseguido oír nada por supuesto, me había limitado a pedir algo y a sentarme. Ahora esperaba que no fuese una tertulia aburrida.

 

En cuánto mi copa estuvo servida, le di un buen sorbo, dejando que el sabor llegase a todos los rincones de mi boca. Me daba lo mismo si se podía fumar o no, así que, extraje del bolsillo mi pitillera de plata y de su interior un cigarrillo. Lo encendí con la varita y puse la petaca encima de la mesa:

 

- Por si gustáis... Son cigarros cubanos, los mejores y me cuestan una fortuna. Espero que los que fuméis los disfrutéis, no se lo ofrezco a todo el mundo -y sonreí, ahora sólo esperaba que alguien me diese verdadera razón de esa invitación a la tertulia.

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