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Castillo Ivashkov (MM B: 106154)


Leah Snegovik
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Eilon Rice

 

¿Qué estaba haciendo? Pensó dando el último paso que le dejó a centímetros de una verga desvencijada y golpeada por los años, Quillan le había contado todo acerca de su familia y la ramificación del árbol Atkins, parte de éste le llevó allí; el muchacho se había sincerado con ella, abierto completamente porque estaba enamorado al igual que Eilon -no, ella no lo estaba. Ella no amaba a nadie- negó fuertemente tratando de aferrarse a dicha idea. El amor podía volverte débil, era un arma de doble filo. Por amor podías ser la persona más poderosa del mundo pero en quienes despiertan tales sentimientos encontrarán tu talón de Aquiles.

 

 

Rozó con la tema de los dedos, algo reticente, el frío hierro forjado que en cuestión de segundos la transportó hacia otra ubicación geográfica. Ante si ya no chirreaba el esqueleto de una cabaña maltrecha, sino que se alzaba el imponente Castillo Ivashkov. Sus huesos estremecieron al recordar lo que Quillan dijo sobre una de las Matriarcas, no quería verse en problemas con un demonio pero hasta el momento su sentido intuitivo no le indicaba que por allí hubiese alguien de dicha raza.

 

 

Entonces echó a andar, hacia frío por lo que arrebujó su anatomía de bailarina en un grueso cardigan azul neutro e hizo resonar el tacón de sus botinetas cortas y acordonadas al subir dando breves saltos los escalones del umbral. Ni siquiera reparó en las estatuas y fuentes del jardín, estaba allí con un propósito y no se detendría hasta tenerlo en frente.

 

 

Buscaba a Leah, el único pariente relativamente vivo, que pudo ubicar, de su padre. Llamó a la puerta con gracia, fijando aquel par de profundos ojos azules en ésta para no perderse ningún detalle. Su presencia resultaba escalofriante, era la viva imagen de Ámbar salvo por el cabello, tan rubio como el de su tía lejana y la ausencia de pecas.

 

 

Cuando la cerradura crugió y la puerta se movió sintió que se llevaba consigo su aliento. No podría hablar, apretó entre las manos el morral de tela y palpó el contorno de su varita así como algunas otras baratijas ¿estaba metiéndose en problemas? Poco y nada sabía sobre magia, llevaba años alejada de aquel mundo y de su... un escalofríos le recorrió la nuca, allí había otro vampiro además de ella.

 

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Baleiro

 

 

—Voy —anuncié al trote, deteniendo al Squib que corría hacia la puerta igual que yo.

 

El chico no paró de disculparse hasta que le indiqué con un gesto que no pasaba nada. Me sonrió tímidamente y yo le sonreí por completo, para que se fuera tranquilo. Todos los Squib actuaban de la misma manera cuando se trataba de algún error. Mi madre solía reprenderlos, yo por mi parte disfrutaba de sus errores. Si no llegaban a tiempo a la puerta, podía abrir yo. Y eso significaba hacer algo distinto, al menos mientras Marie y el resto de mis primos no estaban en casa.

 

Abrí la puerta aún sonriendo y cuando la vi, enrojecí hasta las orejas que, por mala suerte, estaban descubiertas. Había un parecido muy grande con... Arya. Pestañeé varias veces, intentando comprender si era ella o no, pero había muchas cosas distintas en su rostro para que lo fuera. Me rasqué la nuca, nervioso, y noté que aún sostenía la puerta, impidiendo el paso. Me aparté para invitarla a entrar.

 

—Hola —mi voz había bajado muchas octavas en los últimos meses, no me acostumbraba a ella—. Soy Baleiro. ¿Buscas a alguien?

 

La ventisca helada sacudió mi ropa, tan blanca como la nieve que rodeaba al castillo. Pero ni ella ni yo reaccionamos al frío. Pude oler su raza, un vampiro como todos tras las puertas del castillo. ¿Sería un familiar? Le sonreí una vez más y le indiqué que entrara, estirando los brazos en gesto de bienvenida.

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Eilon Rice

 

 

Los goznes resonaron al abrirse la puerta, esperaba ser recibida por algún criado pues si mal no recordaba allí acostumbraban tener servidumbre o por la propia Matriarca teniendo, quizás, la suerte de que justo pasaba por ahí. Pero no fue ni una ni la otra. Eilon parpadeó, fue capaz de sentir un escalofríos mucho antes de que la brisa hiciera ondear su cabello dorado, casi blanco, jamás supo cómo reaccionar ante su propia especie, había sido criada como un humano, reduciendo sus impulsos al mínimo; les temía, se temía a si misma.

 

 

Le temblaban un poco las piernas cuando ingresó al castillo, podría haberse excusado por el repentino frío pero en los ojos de Baleiro descubrió que él ya le había descubierto, el olor de otro vampiro resultaba difícil de ocultar. Sin embargo sonrió un tanto ruborizada por la manera curiosa que el joven, de unos veinti tantos diría, le miraba. Parecía como si la conociera de algún sitio particular más ella, teniendo muy buena memoria, lo dudaba.

 

 

-S-si...

 

 

Extendió una mano por cortesía, una parte de sí temia que el muchacho le saltara encima y diera fin a su vida y la otra sentía una extraña necesidad de conocerlo un poco más.

 

 

-Disculpa, si- aclaró su garganta para retomar el hilo de la frase -Estoy buscando a Leah Atkins ¿Ella se encuentra?

 

Giró sobre sus propios talones para tener un panorama completo del recibidor, estaba maravillada por la exquisitez y buen gusto de los Ivashkov, podría ser joven pero sabía apreciar el arte y la elegancia cuando la tenía en frente. No comprendía como rodeada por tanto lujo se rumoreaba que su padre era un ermitaño.

 

 

-Vengo de parte de un familiar lejano- Mintió quitándose el abrigo para deslumbrar a Snegovik con un vestido blanco perla, casi tan blanco como su piel. Quien la viese quedaría deslumbrado, parecía una estela en medio de los muebles.

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Baleiro

 

 

—Ivashkov —corregí, negando—, no está.

 

La vi quitarse el abrigo, sin embargo, no tuvo el efecto deseado. Tal vez porque me había rodeado de mujeres deslumbrantes toda mi vida, tal vez porque estaba más ocupado en ponerlo en la percha por ella. Le indiqué dónde estaba el salón y emprendí el camino, mirándola de reojo. No se parecía en nada a Arya, la verdad. Le faltaban las pecas, le sobraba blanco en la piel. Y ese pelo... Mi madre era una mujer poco familiar, así que si se trataba de alguien lejano, probablemente no la conocía. La única razón por la que el castillo existía y nosotros con él, era su amor por mis padres.

 

Mi expresión se endureció un poco. Extrañaba tanto a Oniria que me dolían las entrañas al pensar en ella. Y la ausencia de los flashes en la sala de fotografía me hacía dudar de la existencia de mi padre. Porque ambos habían demasiado perfectos para mí, demasiado necesarios. Efímeros. Desvié mis pensamientos hacia uno de los bares que se multiplicaban por la casa como piedras negras. Extendí mi mano hacia ella. No le hice la pregunta verbalmente, alcé las cejas, señalando las botellas.

 

—Es mi madre —atiné a decir, mientras me acercaba a la pequeña reserva de alcohol de la susodicha.

 

Todavía no mejoraba mi habilidad para hablar, así que hice un esfuerzo tremendo para formular la pregunta siguiente, que salió de mis labios con una lentitud que la hacía parecer casi una prosa.

 

—¿Quieres esperarla aquí? —serví un trago de whisky y se lo tendí, mis dedos rozaron los suyos y sentí una extraña sensación de calor. Me limité a mirarla por un instante más y agregué, despacio—. Puedo acompañarte.

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Eilon Rice

 

Siguió con la mirada el rumbo del cardigan mientas su atención se perdía entre el amoblado, el papel tapiz de las paredes y la iluminación, todo allí era perfecto. Aun así negó enérgica cuando Baleiro ofreció guardar su bolso, se aferraba a éste como si dentro albergase un alma que le había sido arrebatada hacía años. Pasaron a la sala caminando lentamente, quizás ninguno confiaba en el otro o bien eran las experiencias vividas de la blonda las que le rogaban marcar distancia.

 

—¿Ivashkov?— Preguntó, asintiendo más tarde, aceptando una bebida a elección del vampiro.

 

A diferencia de muchos de su raza, tenía una nula tolerancia hacia el alcohol, aunque todo se trataba de un arduo trabajo psicológico para lograr parecer más humana; gracias a la cualidad regenerativa de los vampiros, les era imposible embriagarse al punto tal de un coma etílico. Odiaba eso, odiaba despertar luego de una sobredosis de barbitúricos o de rasgarse las muñecas.

 

¿Pero por qué recurrían a ella tales pensamientos suicidas? verlo a los ojos le provocaba nostalgia, melancolía. Sentía toda su soledad con tan solo 17 años. Baleiro volvió sobre sus pasos con dos vasos en las manos, el color ámbar se meneaba en el interior, lo miraba, sigilosa, lo estudiaba.

 

—Tenía entendido que Leah er...— Sus labios se movieron pero la voz le falló —...jamás sentí la calidez de un vampiro

 

Las palabras salieron por sí solas. Se ruborizó rápidamente comprendiendo lo que acababa de decir, nada tenía que ver con el objetivo principal de su visita. Apartó la mano, como si hubiese sentido electricidad, y con la otra capturó el vaso, había desviado la mirada hacia un aparador. No estaba demasiado segura de querer permanecer allí pero tenía demasiada información que le quemaba las neuronas, quería saber sobre su padre, quería saber dónde estaba, en qué parte del mundo se escondía o si era que aun vivía ¿su madre? esa mujer no le interesaba demasiado.

 

—¿Eres su hijo dijiste?— Quiso cambiar de tema bruscamente, como si no fuese a notarse la intención —¿Qué sabes sobre la familia Atkins?

 

Agregó, bebió un sorbo e intentó mirarlo a los ojos. La cicatriz que le cruzaba el rostro desde la parte superior izquierda hasta casi la mejilla, atravesando uno de sus ojos azul cielo enrojeció, estaba avergonzada. Pensaba entonces que el único hombre que hasta el momento había despertado alguna sensación en ella había sido Quillan, pero eran primos, jamás podría ser. La decepción sería inmensa cuando acabara de atar cabos y llegase hasta Baleiro.

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  • 2 años más tarde...

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Oficina de Registro de Familias

 

Se cierra la familia por inactividad, según la Normativa y Ayuda sobre Familias:


INACTIVIDAD DE LAS FAMILIAS:

Transcurridos 6 meses desde la última respuesta en el topic de Ottery St. Catchpole, moderación podrá considerar que la familia está inactiva y proceder a su cierre. Los patriarcas/matriarcas, podrán, no obstante, solicitar la reapertura en el caso de que tengan intención clara de reactivar la familia.

Transcurrido un año desde la fecha de la última respuesta en el topic de Ottery St. Catchpole, moderación procederá al cierre definitivo la familia, sin que sea necesario realizar preaviso alguno a los patriarcas/matriarcas.

El cierre implicará la cancelación del topic de registro correspondiente, además del topic de la familia.

Los usuarios podrán utilizar los apellidos y nombres de aquellas familias que hayan sido clausuradas.

 

 

Atentamente:
Nate Weasley

Moderador de HarryLatino.org

 

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