Templario Vs. Knight

[Arya Macnair]

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Era un bosque, si, pero poco conocido, no era tan famoso ni místico como El Bosque Prohibido, pero para la pelirroja emanaba magia, podía respirarla en su dulce brisa y palparla en cada uno de sus seres vivos, desde frondosos árboles hasta algunos con casi ninguna hoja, un esqueleto de marera con sus ramificaciones intentando tocar el cielo sin poder alcanzarlo. ¿Vida?, pequeños animales, conejos, ciervos, lobos, zorros, todos aquellos pequeños y adorables mamíferos se escondían con cada paso que la bruja daba para llegar a destino, en el celeste manto sobre su cabeza, aves de todos los tamaños rondaban en círculos, algunos migraban, otros regresaban a casa felizmente.

 

En silencio, disfrutando de la melodía que el paisaje tocaba para ella, llegó hasta un enorme lago, dejó los zapatos en la orilla y sumergió sus pies en el agua helada, un escalofrío recorrió todo su cuerpo erizando su nívea piel, a pesar de la cálida temperatura que predominaba aquel día, el Lago estaba extremadamente frío; se quejó, tan solo un poco, y luego sonrió llevando ambas manos hasta sus hombros deslizando de aquella forma un vestido color azul marino que cubría por completo su anatomía hasta las rodillas. Éste cayó lentamente, dándole el tiempo justo para que pudiera tomarlo y dejarlo junto a sus zapatos para que no se mojara.

 

Solía hacer aquello como un ritual cada tanto tiempo, se sentía libre y fresca, caminando orilla adentro lentamente, sumergiendo su cuerpo hasta que el agua pasó su obligo, tiritó por un instante y se hundió por completo empapando su cabellera rojiza, al volver a la superficie, el aire frío dio de lleno en su rostro y sonrojó sus mejillas tras una violenta caricia, abrazó su cuerpo caminando hasta un punto clave donde el agua le llegaba a las caderas, ahora si temblando con fuerza. Pero algo llamó su atención, agudizó sus sentidos y terció la mirada, lo que acababa de oír no era un simple sonido de algún animal curioso, más parecía el sonido de un par de hojas crujiendo bajo el peso de un cuerpo humano.

 

—¿Quién anda ahí?— Preguntó saliendo de golpe hasta donde estaba su ropa y tomando a Sombra con presura. Oyó un nuevo crujido, un par de ramas rompiéndose al ser pisadas, por acto reflejo retrocedió y volvió a pisar el lago hasta que el agua le llegó a las rodillas, esperando vislumbrar a lo que se enfrentaría.

 

Entonces lo vio, ¿Era un Mago, una bruja, un .. Algo?, aun estaba algo camuflado, pero sabía que era una persona y que efectivamente portaba una varita también, "Vaya momento para venir a molestar" pensó frunciendo el ceño y empuñando su arma con rapidez apuntando hacia donde debía y pronunciando claramente:

 

—Limitate

 

Casi al instante el hechizo surtió efecto en la varita de su contrincante quién por un lapso determinado de tiempo se vería imposibilitado para realizar determinados encantamientos, como por ejemplo, rayos e invocaciones.