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The Winking Skeever (MM B: 106201)


Vladimir Karkarov
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Había cruzado y descruzado las piernas varias veces, cambiando cuál pierna cruzaba por encima de cuál. Removía inquieta la aceituna de mi Martini, preguntándome por qué aún no llegaba. En las extensas cartas que habíamos intercambiado, yo en Grecia y él en alguna otra parte del mundo, se lo notaba efusivo, emocionado por volvernos a ver. Nada había sido indicio de que aquella noche el mago no llegara.

 

Tan ensimismada en esos pensamientos estaba que no oí la puerta abrirse. La tenía a mis espaldas, y de todos modos no iba a girarme. Seguramente no era él. Tampoco escuché los pasos apresurados que cada vez se hacían más intensos en mi dirección; por lo que cuando una mano se posó sobre mi hombro no pude no dar un respingo. Miré por encima de mi hombro y allí estaba el castaño, tal y como lo recordaba. No había sido mucho el tiempo, pero parecía haberse detenido en la última vez que lo vi.

 

El lugar donde su mano me tocaba generaba una corriente eléctrica que se esparcía por todo mi cuerpo, haciéndome erizar. Seguía mirándolo, embelesada, cuando se agachó hacia mí y me dio un beso en la comisura de los labios. Cerré los ojos ante el gesto y llevé una mano a su cabello, enredando mis dedos en él. El contacto fue breve, pero pareció detener el mundo entero.

 

Lo invité a sentarse frente a mí. Ahora era el momento de charlar y, como adultos, no podíamos posponerlo. Le sonreí; aún no podía creer tenerlo frente a mí.

 

-Estoy muy bien, gracias. ¿Qué hay de ti? - pregunté también sonriendo. Comenzó a excusarse sobre su llegada, pero me incliné sobre la mesa y coloqué mi dedo índice sobre sus labios para hacerlo callar. -No es necesario. No ahora. – le dije y regresé a mi silla. Di un trago a mi Martini. - ¿Quieres algo de beber? O quizás tienes hambre… - le pregunté. De ser así, podía llamar nuevamente a la elfina y pedir algo para él.

 

Sus palabras, sin embargo, hicieron que mi estómago se hundiera. Sentí el calor subir por mi cuello. ¿Era real todo aquello? Aquel mago castaño a quien conocía desde hacía tiempo, con quien había pasado el último fin de semana antes de regresarme a Grecia y a quien aún llevaba tatuado a fuego en la piel estaba ahí, frente a mí, diciendo que aún me amaba como si el tiempo no hubiese pasado. Me quedé en silencio; no sabía qué decir. No porque no tuviese claros mis sentimientos, sino porque estaba sin palabras.

 

-Yo… No sé qué decir. – balbuceé, pero en seguida intenté armar una oración con algo más de sentido. –Disculpa, si sé qué decir… Sólo necesito ordenarlo en una frase. – me excusé, esperando ganar algo de tiempo mientras mi cerebro procesaba la información y me daba una respuesta válida. Bebí otro trago de Martini y llamé a la elfina. –Hola nuevamente. ¿Podrían ser dos Martinis esta vez? – pedí y la vi alejarse con prisa entre la gente. Regresé mi vista a mi acompañante y pude ver cómo nuestras miradas se conectaban.

 

Extendí mi mano encima de la mesa y toqué su antebrazo por encima del saco. –No tienes que disculparte por irte, porque yo también me fui. Estuve en Grecia, con mis padres, ya sabes… - tragué saliva. Nuestros Martinis llegaron por lo que me aferré a mi copa, más para jugar con ella que otra cosa. –Y que me escribieras fue grandioso. No estaba segura de si seguirías interesado en mí luego de aquel fin de semana que pasamos juntos; quizás había sido algo pasajero, no lo sé. – me reí nerviosa ante mis propios pensamientos y agaché la cabeza. Suspiré. –Lo que quiero decir es… Yo también aún te amo. Y no sabes lo feliz que estoy de volver a verte. – lo miré nuevamente a los ojos, esperando su respuesta.

 

Ahí estaba, lo había dicho. Sentía que el pecho me dolía menos y que un gran peso había sido quitado de mis hombros. Me relajé un poco en mi asiento; no había notado el momento en el que me había tensado pero mis músculos comenzaban a doler de contraerlos tanto.

 

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La elfina estaba atenta al sonido de las diferentes campanas que resonaban en el local. Le gustaba ser atenta y servicial así los magos que llegaran tuvieran desprecio por los de su especie. Al cabo de unos instantes de que la rubia recién llegada entrase, la campana que Pinta le había dejado en la mesa, resonó, indincando que estaba lista para pedir alguna bebida o comida. Pinta con un chasquido de sus dedos apareció a la par de la bruja, con una leve sonrisa y esperando tomar la orden.

Un martini, será entonces, en seguida se lo traigo—, termió diciendo mientras se llevaba consigo la carta de nuevo, regresando al bar donde uno de los empleados mestizos preparaba los tragos más novedosos del mundo muggle. La elfina ordenando el trago, lo colocó en una bandeja reluciente, para luego aparecer de nuevo en la mesa de la bruja. —Aquí tiene señorita, un martini como usted lo pidió, agitado, no revuelto.— Realizó una leve reverencia al ver que no se le ofrecía nada más por el momento y regresó a su taburete.

Al cabo de un rato, la elfina aún seguía en su taburete, cuando repentinamente sintió el llamado otra vez de la rubia. Al llegar a su asiento notó que ya no estaba sola, sino acompañada de un apuesto caballero el cual no habia visto entrar, bastante sigiloso a decir verdad. —Buenas noches, caballero, lamento si no le di la bienvenida... no lo vi cuando entró. Aqui tiene su menú—de inmediato regresó a la barra para pedir dos martinis más, los cuales entregó apenas estuvieron listos. —¿Desean algo más?— preguntó.

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En alguna parte de mi mente muy al fondo de mi conciencia una pequeña voz me decía <<¿Porque se lo dijiste? Debiste esperar un momento...hey te estoy hablando...>> Y la verdad es que ni yo lo sabia. Tan repentino brotó de mi boca como si lo estuviera pensando pero no previ su reacción. Tal vez esperaba un rechazo o algo mucho peor, pero no al contrario, las palabras que me dirigió fueron como una llama que se encendió en mi pecho directo en mi corazón. Ella me amaba.

 

 

No pude dejar de sonreirle ni reflexionar en lo que antes me había dicho sobre su viaje a Grecia con sus padres... sus padres. Aún parecía que tratábamos de mantener lejos ese tema con los padres de ella y no era para nada un tema menor. Le mire por un segundo fijamente a los ojos, preguntándome porque el destino jugaba así con nosotros. Ella era tan similar y tan diferente a su madre en todos los aspectos a la vez. Además su toque en mi antebrazo mandaba chispas por todo mi cuerpo. Deseaba que jamás quitará su toque de mi cuerpo.

 

-- Yo también he viajado un poco por el mundo... Visite Bangladesh, Moldavia, Perú, Transilvania y Kuwait... Si no te pude decir exactamente donde estaba era por motivos de seguridad y por eso lo lamento y si debo disculparme. Le comenté mientras en nuestra mesa se acercaba una elfina y dejaba una copa de Martíni, el cual comenze a beber tras un par de sorbos. Ella se disculpó a lo cual le hice una decencia de agradecimiento mientras dejaba un menú en un lado. Me acerqué un poco a la elfina y pedí que tocarán una pieza de música.

 

 

---Espero que lo hayas pasado bien en Grecia mi am... Mia-- Momentos antes le había dicho te amo y ahora parecía petrificado por la idea La música era muy relajada con acordes de piano, violínes y una batería con toque sutiles amenisando todo el ambiente. Sutil tomé su mano y aunque sabía que no llevábamos mucho tiempo sentados me puse de pie a su lado sin soltar su mano.

 

--¿Quieres bailar un momento conmigo? Le dije al sabernos alejados de muchos y que perfectamente tendríamos espacio para ello, además las luces eran muy tenues perfecta para mantenernos fuera del alcance de miradas indiscretas.

 

La música sono tal como lo esperaba y la letra en español sólo algunos la entenderían como yo lo hacía. Tras un momento ya tenía mi mano derecha con la suya entrelazada y mi mano izquierda en su cadera que ardía como fuego. Con una sonrisa le mire a los ojos mientras disfrutaba esa pequeña estatura más baja que la mi a por muy poco. Esos ojos que me devolvían la mirada y su rostro tan hermoso con el mío. Comenzamos a bailar muy lentamente al compás de la música mientras la letra era perfecta <<...siempre llevarás... sabor a mí...>>

 

No imaginas cuanto te extrañe... cuantas noches pensé en ti... Le dije mientras muy sutil girabamos bailando con la música. Sin pensarlo lleve mis labios con los suyos y le bese sin remordimiento. Saboreando su labio superior he inferior así como la calidez de estos. El tiempo y todo lo demás no me importó en lo absoluto.

 

<<Pasarán más de mil años...corazon...>>

 

--Podemos superar todo Mía todos y todo si quieres estar conmigo... Le dije muy cerca uno del otro.

 

 

Editado por Kritzai

 

 

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El castaño no paraba de sonreír, y yo sentía que me ruborizaba más y más bajo su mirada. Agaché un poco la cabeza y sonreí también. Vi por el rabillo del ojo a la elfina que nos traía nuestros Martinis, por lo que tomé una de las copas y le di las gracias. Vi al mago inclinarse levemente y decirle algo a la elfina por lo bajo, pero no pregunté qué era. Probablemente estuviese pidiendo algo. La pequeña criatura desapareció y retomamos la conversación.

 

-Eso es genial. Son lugares hermosos. – asentí, y di otro trago a mi bebida. –No te preocupes. Disculpas aceptadas, cie… Krtizai. – me sonrojé. Su comentario sobre mi viaje a Grecia me regresó a la realidad. ¿Debía o no decirle que mis padres lo sabían y que estaban ansiosos de conocerlo? No sabía cómo se lo tomaría; aquella familia muggle que me había criado y que aún me acogía en su casa un tiempo cuando iba de visita eran definitivamente una parte importante de mi vida, y había encontrado necesario comentarles la situación. Decidí guardarme ese pequeño gesto para mí. –Gracias. Por suerte sí, la pasé genial. Mi hermano, el mayor, se graduó de la Universidad. Fue una ceremonia hermosa, más que emotiva. Me dio mucho gusto poder estar ahí para verlo recibir su diploma. – comenté. Mi hermano mayor había decidido ser Arquitecto, y el que le seguía (aún mayor que yo) estaba estudiando para Médico. Mis padres, sin embargo, siempre habían estado orgullosos de los tres, y yo los mantenía al tanto de mi vida y mis estudios mediante cartas que les enviaba con suma frecuencia.

 

De repente, la música cambió. No en estilo, pues este seguía siendo lento y melódico, pero ahora la canción tenía letra. En español. Identifiqué sin problemas el acento propio de este idioma, y aunque no era el que se me daba mejor, sin dudas que podía entenderlo en su mayoría. La mano del castaño tomó la mía, y en una incertidumbre total vi cómo se levantaba de su asiento. Temí que ya se fuera, ¡teníamos tanto de qué hablar aún! Pero lo siguiente que dijo me tomó completamente con la guardia baja. –Claro que quiero bailar. – sonreí y me puse de pie.

 

Al segundo siguiente, una de mis manos reposaba sobre su hombro, mientras la otra estaba firmemente entrelazada a su mano derecha. Sentía el calor que desprendía su zurda en mi cadera, pero no me incomodaba. Comenzamos a movernos lentamente al ritmo de aquella melodía que sonaba tan bien, tan relajante… Tan para nosotros. Era un poco más alto que yo, por lo que tenía que inclinar levemente la cabeza hacia atrás para observar su rostro. –Créeme que lo sé. Las noches y los días fueron eternos sin ti a mi lado… - susurré por lo bajo, girando al mismo tiempo que el ritmo de la música así lo requería. Estábamos tan cerca uno del otro… ¿En qué momento nos habíamos acercado tanto?

 

De golpe, nuestros labios se encontraron. No sabía cómo había ocurrido, en qué momento la cercanía había sido tal, pero podía sentir nuestros cuerpos moverse al compás de la música mientras nos besábamos. Me di cuenta de que extrañaba la calidez de sus besos, y de que jamás había notado que la forma de sus labios parecía complementar a la de los míos. El beso fue breve, pero no pudimos alejarnos demasiado el uno del otro. Solté su mano y eché ambos brazos por encima de sus hombros, recostándome a él por debajo de su barbilla. Suspiré. Sus palabras eran tan reconfortantes…

 

@Kritzai

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Aquel beso era lo mejor que me había pasado en mucho tiempo, y era verdad tras las terribles cosas que me habían pasado y que ella no debía saber de momento. Le mire cuando nuestros labios se separaron dejando un gran vació en mi corazón. Su cabello tocaba mi barbilla que me provocaba tenerla en mis brazos toda la vida. Recorrí con mis manos sus brazos y espalda mientras seguíamos en el baile lento de la música, el tiempo no significaba nada mientras tuviera aquella rubia solo para mi. La música paro de pronto y lentamente des abrace a Mía, le mire con una sonrisa para volverla a besar por segunda vez, en un beso muy delicado pero con mucho amor. Tome su mano y ambos volvimos a sentarnos.

Estando de nuevo en la mesa frente a ella apesar de que la amaba mucho debíamos aclarar ciertas cosas. Lemire un poco mas srio sin saber como explicárselo. No lo podía ocultar mas. Bebi del martini el cual en este momento no me sabia a nada.

--Mia tengo algo que decirte...Me alegra mucho lo de tu familia en verdad pero algo en lo que creo,,,---Era muy difícil si quiera poder decircelo ---Me impide disfrutar...en verdad que difícil es esto pero debo decírtelo ...yo sere en un futuro algo que aborreces...--- Sin titubear mas le mostré mi antebrazo dejando ver por unos segundos la marca tenebrosa en mi piel. lucia sin color pero allí estaba. Aun no era parte de ello pero en un futuro lo estaria.

Esperaba su reacción con temor a lo peor, no me importaba mucho que pasara conmigo si no que pensara ella de mi. Le amaba muchísimo pero había elegido un camino oscuro. -- Te amo demasiado quiero estar contigo y eso que pasara no quiero que interfiera en nuestro amor... Es por eso que,.,no solo te cite para hablar si no para hacer algo que deseo contigo..., -- Me acerque a ella lentamente mientras ponía una rodilla en el suelo. No había nadie cerca que interrumpiera este momento y frente a sus ojos deje mi alma con la suya, le entregaria mi corazón sin importarme nada -- Mia ¿Quieres ser mi esposa?-- Le dije mientras sacaba una cajita color negra de entre mi saco, abrí esta para mostrarle un anillo . Era el símbolo para mostrarle lo mucho que la amaba y cuanto quería estar con ella. No habría nada que me impidiera estar con ella y por ello pasaría por cualquiera encima por ella.

 

 

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Suspiré, aún recostada en su pecho. El tiempo se había detenido, el ruido de la taberna ya no se oía. Éramos sólo él y yo, y lo único que podía oír era cómo su corazón latía con fuerza en su pecho. ¿Podía quedarme ahí para siempre? Era lo que en aquél momento más quería; sin embargo el castaño se separó lentamente del abrazo, plantó un nuevo beso en mis labios y me invitó a sentarme nuevamente, tomándome de la mano. Lo seguí; nuestros martinis seguían allí a medio beber, por lo que no lo dudé mucho y le di un sorbo al mío. Vi que el mago me imitaba.

 

De repente, su rostro cambió. Su expresión se volvió seria y algo nerviosa; podía notar que no estaba cómodo en aquella situación, y que parecía estar buscando la manera de decir algo. Me preocupé, al punto de sentir cómo se formaba el nudo en mi garganta. ¿Era lo que yo creía? ¿Iba a dejarme? Iba a hacerlo. No podía ser otra cosa; mi mente no contemplaba otra posibilidad. Cuando comenzó a hablar, por unos segundos, me costó regresar de mis pensamientos a lo que decía. Pero lo hice, y con cada palabra que salía de su boca yo acababa más y más aterrada. Cuando se llevó la mano a la manga de la camisa tragué saliva, pero nada me preparó para ver la Marca Tenebrosa en su antebrazo.

 

Contuve la respiración un segundo que pareció eterno. Era apenas nítida, pero ahí estaba. Instintivamente me toqué el antebrazo, deslizando mi mano por él. En mis muñecas no había nada, ni en mis antebrazos. Y así se iba a quedar pues mis ideales no cambiarían. Pero no podía apartar la vista de la marca en la piel del castaño. Tragué saliva nuevamente; mis ojos alternándose entre la marca en su antebrazo y su rostro, inexpresivo, serio, cargado de un nerviosismo muy mal disimulado, que parecía esperar por mi reacción o por algún tipo de respuesta motora que indicara que no me había dado un ataque. -Yo... Kritzai... es que no sé qué decirte.- comencé a decirle cuando pude encontrar mi voz. Continué. -No me malinterpretes, es sólo que me tomó totalmente con la guardia baja.- y me incliné sobre la mesa hacia él. -Sí sabes que esto puede causarnos problemas, ¿verdad? No es que me importe, pero de seguro seremos el eterno cotilleo de Ottery...- susurré por lo bajo, intentando no llamar demasiado la atención.

 

Ese pequeño acercamiento había sacado de mi vista aquella Marca que dibujaba una clara línea entre ambos. Pertenecíamos a bandos distintos, pero no podíamos negar que estábamos perdidamente enamorados el uno del otro. Y eso no había bando que pudiese romperlo. ¿Era peligroso? Sí, mucho. En una época de extrema sensibilidad a nivel de la población, y con ideologías tan distintas y tan contradictorias, temía que tuviésemos que enfrentarnos en algún momento (porque eso iba a ocurrir), o simplemente que nos hiciesen elegir. No quería elegir; lo quería a él y quería a mi bando. O mejor dicho, a mi futuro bando.

 

-No quiero que pienses que te amo menos por esto. Sólo... tengo miedo. Y por tu expresión, sé que tú también lo tienes. Te conozco demasiado bien y puedo intuir que tanto tú como yo tenemos en este momento los mismos sentimientos respecto a esto que nos divide.- le espeté, sin saber de dónde había sacado las palabras para mencionarlo. El castaño había vuelto a bajar su manga, por lo que por un momento intenté convencerme de que no había visto nada. Di otro trago al martini, uno más largo esta vez.

 

Cuando escuché lo que decía a continuación, palidecí. Sentí que el alma se me había ido del cuerpo sin yo poder hacer nada, y agradecí el estar sentada. Distintos escenarios cruzaban por mi mente; lo que acababa de pasar me había descolocado considerablemente y ahora lo que decía el castaño resonaba en mi cabeza como un eco constante. No vi venir lo que estaba ocurriendo en ninguno de esos escenarios. Cuando regresé en mí fue en el momento justo en que el mago se levantaba de su silla y, colocando una rodilla en el suelo frente a mí, me pedía casarme con él. ¿Casarme? Tuve que hacer un esfuerzo por no gritar, y me cubrí la boca con ambas manos mientras lo miraba sacar una cajita negra y exhibir frente a mí el anillo que contenía. Lo vi brillar, radiante, hermoso. Alternaba la mirada entre el mago y el anillo y lo único que se movía en mi cuerpo era mi corazón, acelerado, que parecía quererse salir de mi pecho.

 

Flashbacks de muchas cosas cruzaban mi mente a gran velocidad. Flashbacks del Casino donde había conocido al mago, flashbacks del fin de semana antes del viaje, flashbacks de mi familia, flashbacks de mi madre... Flashbacks, imágenes, ideas, pensamientos, todo se arremolinaba en mi mente y no me permitía reaccionar. Flashbacks de lo que había ocurrido en la mesa sólo un par de minutos antes. Pensaba además en el futuro, que ahora se veía más amplio de lo que lo hubiese imaginado. Había dedicado mi vida a perfeccionarme como bruja, y ahora... Ahora estaba evaluando la posibilidad de casarme. Sonaba raro hasta para mí.

 

¿Debía seguir a mi corazón? ¿Ignorar a todo el mundo y sus opiniones, y pensar de una vez por todas en mí? ¿Debía, acaso, hacerle caso a mi razón que era quien siempre me había hecho de guía? No me gustaba lo que ésta me decía, no quería que una tonta batalla entre ideologías diferentes arruinara aquello por lo que llevaba tiempo luchando. ¿Había pasado mucho tiempo? Quizás sí, quizás no. Salí del lío que había en mi cabeza y me encontré nuevamente con la mirada del mago, que no parecía haberse movido un milímetro. Sentía ¿lágrimas? correr por mis mejillas, pero no estaba triste... Al contrario.

 

-Claro que sí. Acepto.- las palabras salieron de mi boca y me lancé a abrazarlo con fuerza, escondiendo la cara en su hombro. No podía creer lo que estaba pasando, pero tampoco era que íbamos a casarnos a la mañana siguiente. Yo necesitaba tiempo para procesarlo, de seguro él también. Además tenía asuntos que solucionar, y las bodas no se organizan de la noche a la mañana. Iba a llevar tiempo todo aquello, pero ese anillo en ese momento representaba más de lo que a simple vista parecía. Representaba que íbamos a permanecer juntos a pesar de tomar caminos distintos. íbamos a permanecer juntos contra viento y marea.

 

Y yo, simplemente, no podía esperar.

 

@Kritzai

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Había omitido Siberia en mi lista de viajes que le había comentado a Mía. Aunque ella no supiera nada se ese páramo frío y desolado le ponía en cierta en un peligro extremo. Aún recordaba como Arcenus me había dificultado la vida en mi visita. No había sido sencillo llegar a los aposentos de mi antigua y olvidada familia rusa. Una vez logrado sólo los problemas recién comenzaban. En aquella habitación de ese castillo tan antiguo encontré lo que buscaba... El anillo de Cetra. Heredado de generación en generación para desposar a una hermosa dama por parte de un miembro de la familia era ahora mi turno y por ello había hecho tanto sacrificios. Ahora lo veía en la esa cajita negra listo para ponérselo en su dedo a Mía.

 

Su reacción me hacía tener la respiración entrecortada de la emoción. Nuestras vidas cambiarían de mil maneras. Al igual que estaría ella pensaba en las consecuencias graves de este acto. La comunidad mágica en general de Londres no lo vería con buenos ojos. Simplemente no cabría en la mente de muchos que un mortifago desposara alguien alejada de la Marca tenebrosa. Le mire a los ojos dejando mi alma al descubierto con ella. Sus lágrimas allanaban mi corazón y al verle sonreír y decirme aquellas simples pero tan importantes palabras que cambiarían mi vida para siempre, ella aceptó.

 

Se abalanzó sobre mi y me abrazo el cual yo también la abrace con fuerza. Estábamos ambos de rodillas en el suelo abrazandonos fuertemente. Aún en aquel lugar parecía que la demas gente no se habían percatado de nada y eso era mejor para los dos. Sentía su cabeza en mi hombro mientras yo acariciaba su espalda y besaba su nuca con cariño. Segundos después que parecieron una vida nos separamos lentamente y le mire con una sonrisa. -- Tengo que ponerte el anillo mi amor... -- Sonrei mientras despacio le ayudaba a levantarse frente a mi mientras sacaba el anillo.

 

 

Aún permanecía de rodillas y con una sonrisa le coloqué el anillo en su dedo para dejarlo allí por mucho tiempo. Se veía tan hermosa con el puesto y no podía creer lo afortunado que era yo al tenerla a mi lado. Me levanté tomando de ambas manos y bese sus labios con mucha pasión, Sintiendo su calidez Y ligera humedad con la mia. Sus contornos que tanto extrañaba y conocía pero que jamás me cansaba de ello. Todo lo había planeado tan rápido que no repare en que debía pedirle permiso a su familia y a la mia.

 

 

--Hay que sentarnos amor... Le dije mientras volvíamos aquellas sillas con mucha euforia del momento. Bebí de mi Martíni mientras ordenaba más a la elfina del lugar ya que me la había terminado de un trago.

 

 

-- Se que ambos tenemos deberes con ciertos ideales y si seremos el objetivo más deseable para algunos y así que de momento esto lo mantendremos en secreto ya será el momento para decirlo.-- Le dije tomando sus manos con las mías.

 

 

-- Ahora si más tranquilos... con respecto a la boda quisiera saber cuando podemos visitar a tu familia y luego con la mia-- Deseaba saber la reacción que tendría mi madre al saber que me casaría. Aún me preguntaba porque salí tan diferente a ella. Siempre respondía exclusivamente a todo y hablar con ella seria una guerra mortal, aunque claro sabía que aceptaría sin más remedio.

 

 

--Quiero que viajes conmigo a Siberia, donde radica la familia se mi padre... Los Wulfrick... quiero que conozcas su castillo y alrededores ¿Qué te parece? Podríamos ir en estos dias Le pregunté mientras pensaba en pedir algo de comida y un buen vino para celebrar nuestro compromiso.

 

 

 

 

 

@@Mia Zoeh

 

 

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Si el tiempo mientras bailábamos parecía haberse detenido, en aquel instante estaba segura que de verdad lo había hecho. Mantenía mi cabeza en su hombro mientras sentía su mano subir y bajar por mi espalda. Había caído sobre mis rodillas sin importarme absolutamente nada; había sido una reacción totalmente espontánea, pero nadie más parecía haberlo notado. Aquel momento era sólo nuestro y estábamos aprovechándolo al máximo. Me aparté para mirarlo, con los ojos aún húmedos y le sonreí. No podía creer nada de todo aquello.

 

Me ayudó a ponerme de pie, yo aún temblando sobre aquellos tacones. Le extendí la mano donde con un movimiento tembloroso el mago colocó el anillo dorado y labrado. La tenue luz del lugar apenas le sacaba destellos, pero era aún más hermoso de lo que se veía en la cajita. El metal estaba algo frío, pero rápidamente dejó de sentirse incómodo. No estaba acostumbrada a usar anillos, pero por lo que representaba aquel tenía muchas ganas de llevarlo puesto.

 

Nos volvimos a sentar. Había cosas que charlar, aunque yo no podía pensar con claridad en nada. No podía dejar de observar la argolla en mi dedo anular, brillante, del tamaño perfecto. Era demasiado hermoso... No podía creer que me lo hubiese dado a mí. Tomé sus manos mientras la elfina desaparecía a buscarnos otra bebida. Era necesario concentrarnos y charlar; teníamos mucho que organizar.

 

-Tendría que preguntar. Pero quizás en un momento en el que estemos todos. Sabes que mi familia es muy importante para mí y me gustaría poder anunciarlo a todos. – le dije al castaño. Proseguí. -Con respecto a visitar a tu familia, organiza las cosas con ellos y yo voy. – sonreí, aunque los nervios me carcomían. No conocía a la familia del castaño, pero no compartíamos ideales y no estaba segura de que le gustara yo para esposa de un miembro de la familia. No quería que él notara lo nerviosa que estaba de sólo pensar en cómo íbamos a anunciar el compromiso a nuestras familias, pues sabía que a ninguna de las dos partes les haría demasiada gracia.

 

Respecto a la propuesta de Siberia, asentí sin pensarlo. Quizás alejarnos de Ottery unos días me ayudaría a aclarar la mente y a caer en que todo aquello era real. Quien más me preocupaba era Alessandra, mi madre, aunque el resto de la familia tampoco sabía si lo aceptarían. Pero conocer a la familia de mi ahora prometido me emocionaba, y me daba bastante miedo a la vez. -Cielo, ¿pedimos algo de comer? Esto hay que celebrarlo. – le dije, sonriendo, mientras acariciaba el dorso de su mano con mi dedo pulgar.

 

@Kritzai

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Yo estaba de nuevo en la silla y limpiaba con resentimiento las lágrimas que rodaban por mis mejillas. Me sentia indignada pero conmigo misma por lo que la presencia de Vladimir podía crear todavia en mi. Tenia tanto coraje...

 

Él volvió a hablar y observé sus ojos que observaban los míos con una sinceridad que yo podia notar. Miré entonces la cicatriz en su cara y no podia imaginar cómo lo habia podido conseguir. Simplemente no sabía y no tenía idea de lo que le habia pasado durante todos estos años lejos de mi. Pero él tampoco tiene ni la mas remota idea de lo que habia pasado conmigo. No me dió tiempo para pensar más, sus grandes brazos ya estaban apretandome y despues sus labios con los míos...Merlín, ¿qué quieres hacer de mi? No tuve el valor necesario para apartarlo de mi, sólo me entregué a mis impulsos a sabiendas de que esa sería mi ruina pero no, la carne es demandante y mi mente estaba demasiado débil para hacer valer su palabra. Lo besé con hambre, casi desesperada, me apreté un poco más a él porque no sentía suficiente ese acercamiento, mi cuerpo pedía más y después de esos escasos segundos de caida libre fué que choqué contra el concreto.

 

Vladimir se alejó y yo apreté mis manos en dos puños, por frustración al principio pero después de unos segundos, cuando todo estaba más claro se lo agradecí en mi interior.

 

Lo dejé hablar de nuevo pero porque yo me habia quedado sin palabras, una mezcla muy intensa de sentimientos totalmente opuestos me tenía un poco aturdida, me limité a escucharlo y respirar profundo.

 

-Vlad... -susurré al fin después de unos minutos del incómodo silencio- no tengo idea de todo lo que te ha pasado en mi ausencia, lejos de mi, pero tu tampoco tienes idea de lo que pasó conmigo, creo que en eso estamos iguales, sin embargo, como bien dijiste, eso no es excusa, pudimos volver una y mil veces, pudiste avisarme por lechuza, por patronus, como sea pudiste haber aunque sea insinuado que me extrañabas pero no lo hiciste y tengo muy claro el porqué- suspiré-y no tiene caso hablar de eso, la verdad- bebí un poco del vodka- Como te dije antes, hay cosas que no se pueden olvidar y lo siento pero no puedo volver contigo aunque mi corazón diga lo contrario, y te agradecería que tambien olvides el beso que nos acabamos de dar. Por lo pronto, Vladimir... -me puse de pie- puedes llamarme si necesitas ayuda. Gracias por la plática.

 

Tomé mi botella y me dirigí adentro del local y posteriormente me fuí del lugar.

 

@@Vladimir Karkarov

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Había trabajado todo el día en el ministerio. Estaba cansada pero no tenía ganas de pasar una noche sola en su departamento encima del atelier. ¿Que podía hacer allí? pintar, leer, acariciar a Lisbeth. Ni una maldita televisión había en el mundo mágico. Y entonces se decidió. iría a algún lugar nuevo, algún lugar desconocido en donde , en lo posible no se encontrara con nadie. Se puso una minifalda de jean y una de sus clásicas camisetas blanca de breteles. apenas maquillada y con el pelo suelto salió a caminar.

La tarde anterior habia visto un barcito con fachada de piedra, y un aire romántico medieval que le había llamado la atención.

Entró y se dirigió a la barra, se sentó en uno de los asientos y pidió una copa de hidromiel. Esta vez iba a dejar el vodka de lado.

Tomó un sorbito del elixir de los dioses, y por un momento cerró los ojos dejándose llevar por las notas del arpa que sonaba suavemente.

 

@@gabriel demon rowie

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