Jump to content

Agencia de Viajes El Fénix Aventurero (MM B: 78435)


Sagitas E. Potter Blue
 Compartir

Publicaciones recomendadas

En Siwa:

Aunque había abandonado el lecho de Matt a regañadientes, asegurando que no tenía nada de hambre, el sabor de la comida sencilla con la que me regalaron en la tienda de Bayek me recordó que llevaba un par de días sin probar bocado. Literalmente, la boca se me hizo agua en cuanto tragué una cucharada de aquella sopa (o algo parecido, los nombres egipcios que le daban a la comida se me escapaban; me limitaba a decir que sí con la cabeza y dar las gracias, esperando que lo que fuera que me ofrecieran estuviera comestible). Sé que le debíamos mucho a aquella gente y aún me sorprendía que todo hubiera acabado tan bien. 

Pero eran demasiado sucesos juntos: la explosión del avión, que parecía que hubiera ocurrido hacía un año (o casi, o si casi, jajaja), las heridas de dragón de mi hijo, la burla a la Muerte (si se puede expresar de esa manera la cabezonería con la que impedí a los dioses Osiris y al otro, que se querían quedar con el alma de Matt, la batalla en el poblado... De verdad que quería volver cuanto antes al civilizado Londres y las insulsas batallas entre mortios y odefos, comparado con lo que habíamos vivido estos últimos días.

Acabé enseguida. No me gustaba dejar a Matt, esperando que volviera a despertarse. A pesar que el sacerdote decía que mi hijo mejoraba cada día, yo quería estar presente por si había algún cambio. Me asomé a la tienda y me volví a meter dentro tan rápidamente que la hija de Bayek chocó contra mí.

-- ¿Sigue ahí fuera? -- pregunté en voz baja.

Me refería a aquel Uzza. Ni idea de quién era y porqué me seguía como si fuera un corderito, diciendo continuamente que tenía una deuda de sangre conmigo. -- ¡Leches! Si eso fuera cierto, medio Ottery me debería cosas. Si sólo hice algo normal y corriente...

Vale, sí, me habían explicado las costumbres rígidas de los Uzza y algo conocía de los que había visto durante el aprendizaje del libro, pero es que era un pesado...

-- Pero eso de la deuda se le olvidará, ¿no? No puedo presentarme en mi casa delante de mi marido con ese torso desnudo y musculoso y decirle que me lo he traído a Londres de souvenir. ¿Pero cómo le digo que tiene una deuda de sangre? Me hará mil preguntas que no sabré responder. ¿Os lo puedo dejar aquí?

La risa de la muchacha era sincera, pero a ella querría verle delante de mi marido fantasmagórico, pidiéndole explicaciones de porqué un hombre de gimnasio y esteroides vigilaba la puerta de mi cuarto. Menos mal que la voz de mi hijo se notó en medio del silencio del poblado.

-- ¡Ay, Matt, Maaatt! ¿Estás bien?

Y salí de una tienda y me metí en la de mi hijo, sin pedir permiso a los grandes que estaban manteniendo una reunión de Jefes, ni contar con la forma que debían de cumplir las mujeres, etc... Bah, costumbres sociales a mí, que sólo quería abrazar a mi hijo.

kNTUx8c.gifsf6Sw.gifHdDMuO2.pngXXBPo79.gifKRLtVZp.gif

D69M3Vr.jpg

  tOWLU4S.gif  KhGckEc.gif.6e9b2b71e2797bafac6806b66df1d1b0.gif     Icr0JPz.gif

0jsC0dL.pngWliKSjc.pngckkcxVm.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Debí haber calculado la reacción de Sagitas. Ya la conocía, y sabía como se ponía cuando estaba preocupada. Pero no tenía la cabeza para pensar demasiado. Me daba la sensación de que llevaba toda una vida en una suerte de sueño sin descanso. Sagitas salió corriendo, gritando por mitad del pueblo para pasar de la tienda donde estaba a la mía. Algunos ancianos murmuraron con desaprobación, mientras los niños miraban y reían, porque nosotros éramos toda una novedad para ellos. 

 

Apenas frenó cuando llegó hasta mi, abrazándome nada más llegar. Solté el aire casi de golpe. Apenas tenía fuerzas para estar de pie, y menos para intentar frenarla. Aun asi sonreí de medio lado, aliviado, abrazándola.

- No me sueltes o acabaré en el suelo. - susurré utilizando un tono de broma, solo para ocultar que, en realidad, si me soltaba realmente acabaría por el suelo.

 

Abrí los ojos al escuchar que pasos entraban en la tienda. Un desconocido que parecía vivir en el gimnasio, Bayek, más mayor que la última vez, y Aya.

- Creo que esta vez no he sido de ayuda, sino el problema. - dije, mirándolos a todos. Notaba la boca seca, y cada  palabra me costaba un mundo, como si mi cabeza siguiera embotada y no pudiera pensar con claridad. No pude evitar dejar escapar un ligero gruñido. Aun notaba la parte izquierda del cuerpo adormilada, pero el dolor ganaba en intensidad poco a poco. - Os atacaron para hacerme salir de Ottery.

 

Volví a mirar al desconocido. Parecía Egipcio, pero no de aquel pueblo. Fruncí el ceño, no dejaba de mirar a Sagitas, aunque casi con más adoración que otra cosa.

- Y él quién es? - pregunté, desconfiado. Pero las fuerzas me fallaron y tuve qeu apoyarme en Sagitas. Noté que alguien más me sujetaba, y al mirar, era Aya.

- Deberíamos darle algo, y revisar qeu esté bien. - hablaba a Sagitas, como si yo no estuviera. - No tendría que haberse levantado.

M4xQXhr.jpg

XaIHB03.gif.8d9da3f22cdcf76478ba8b5e63d5666a.gif KhGckEc.gif.6e9b2b71e2797bafac6806b66df1d1b0.gifXXBPo79.gif

 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

En Siwa:

Cuando yo daba clases de Estudios Muggles en la Universidad Mágica, siempre les decía a mis alumnos la famosa frase de "allá donde fueres, haz lo que vieres", con la que explicaba que era muy importante respetar las tradiciones locales y sus creencias, para evitar confrontamientos (sobre todo si nosotros teníamos magia con la que defendernos y los otros no). También solía decir otra famosa frase con la que librarse cuando teníamos problemas, alegando desconocimiento o ignorancia, la "mi no hablar tu idiomo". 

Cuando entré en la tienda, en pos de mi hijo Matt, no hice caso de ninguna de las dos, pasando por encima de los viejos (o más sabios) del poblado para agarrarme a mi hijo, aunque después dudé de si no sería él quien se agarraba a mí.

La verdad sea dicha: me importaba un pimiento caer bien o mal a aquella gente, a pesar de que nos habían ayudado desde que caímos del avión. Supongo que una madre deja para luego toda preocupación social y en su mente sólo queda hueco para su lobezno herido. Le abracé con fuerza, por el miedo que había pasado al casi perderlo física y psíquicamente ( o tal vez era mejor decir aurísticamente, aunque prefería no mencionar en aquel lugar que era una Nigromante y una Suma Sacerdotisa Oscura con dominio del control de las almas, para evitar más conflictos). Después le sujeté con una mano y con la otra palpé su frente primero para comprobar si tenia fiebre y el estómago después, para controlar el estado de sus heridas.

-- ¿Estás mareado? -- le pregunté, preocupada, cuando dijo que le agarrara o se caería. Por supuesto, le agarré de nuevo con las dos manos para evitarlo. Matt era como yo; a veces usábamos la broma para ocultar las verdades que nos afligían y otras veces decíamos muy en serio bromas que a veces podían ser pesadas. Era muy difícil entendernos con la forma tan contradictoria de expresar nuestros sentimientos. -- ¿Te sientes bien?

Fruncí el ceño. ¿Así que él creía que habían atacado el pueblo para sacarlo de la seguridad de la mansión de Ottery? ¿Pero qué había hecho este muchacho en ese pasado desconocido para mí y que iba averiguando a cuenta gotas? Mi marido Jack nunca había querido hablarme más que lo justo de su niñez y a partir de su muerte, todo por lo que había pasado Matt era un misterio. Suspiré.

-- ¿Cómo sabían que este lugar era tan importante para ti que vendrías sin pensarlo en su ayuda? -- le susurré.

Pero no pudo contestarme pues justo me preguntó él por el negrazo que había entrado tras de mí a la tienda. No sabía bien qué decir. Me salvó Aya, la hija del sacerdote, riñéndole por haberse levantado.

-- Te acuestas y te bebes la medicina y me prometes comer algo y yo te cuento la historia, al menos desde lo que no recuerdes. ¿Trato hecho?

Miré por encima de mi hombro. ¿Cómo explicar que tenía un Uzza pegado a mi espaldas? Empezaría con Matt y practicaría, que cuando volviera a Londres tendría que decírselo a mi marido y no estaba muy segura de cómo se tomaría su presencia.

kNTUx8c.gifsf6Sw.gifHdDMuO2.pngXXBPo79.gifKRLtVZp.gif

D69M3Vr.jpg

  tOWLU4S.gif  KhGckEc.gif.6e9b2b71e2797bafac6806b66df1d1b0.gif     Icr0JPz.gif

0jsC0dL.pngWliKSjc.pngckkcxVm.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Siwa

Escuché pasos que salían, pero apenas me fijé en ellos. Tenía los sentidos embotados y la cabeza me daba vueltas. Me costaba centrarme en algo concreto, asi que intenté seguir la voz de Sagitas, mientras de fondo la voz de Bayek parecía disculparnos con los ancianos que salían. De inconscientemente sonreí al sentir el abrazo de Sagitas, la había asustado, lo sabía. 

 

Sagitas actuó como madre, preguntando si estaba mareado, aunque esa no era la definición más acertada de qué me pasaba. Su mano en mi frente me hizo notar que su piel, de que ella, estaba mucho más fría que yo. El siguiente movimiento fue cambiar la frente por mi estómago, y sin querer, me aferré con fuerza a su ropa, temblando, convirtiendo el grito de dolor en un gruñido ahogado, notando qeu se me nublaba la vista.

- Todo lo bien....que puedo sentirme....después de que un dragón int...intente partirme por la mitad. - contesté, intentando sonreir, probablemente sin éxito.

 

Aya pidió algo a su padre en egipcio y luego, ayudó a Sagitas a llevarme a la cama de nuevo. Apenas pude protestar, pero no podía seguir de pie. Desvié la mirada hacia la joven, qeu recordaba más joven. Ella me miraba, preocupada, seria.

- Hey. - murmuré.

- No deberías de haberte...

- No debería hacer muchas cosas.

La pregunta de Sagitas me hizo mirarla, sin saber bien qué contestarle. Cuantos querían matarme? Muchos. Enemigos? Bastantes. Míos, de Jack, de otros parientes de los que no había oido hablar. Me dejaron sobre la cama y de nuevo, intenté ahogar un quejido. Por inercia llevé la mano a la zona herida, pero Sagitas me sujetó. Aya se separó, ayudando a Bayek a traer lo que había pedido: plantas, ungüentos y agua limpia, lo que necesitaran para tratarme.

- No lo se. Tal vez porque ya vine una vez. Tal vez porque aquí no me trataron como a un monstruo, y no podían llegar hasta los elfos.

 

Miré a Aya, que dejaba las cosas junto a Sagitas. Asentí, cediendo a lo que quería Sagitas.

- Sayidat Zahra. - dijo la joven, dirigiéndose a Sagitas. Ladeé la cabeza, alzando la ceja. - Si me necesita estaré en la entrada. - y tras dirigirme una última mirada, salió fuera.

- Te han dado un nombre. - dije, sonriendo. 

Editado por Matt Blackner

M4xQXhr.jpg

XaIHB03.gif.8d9da3f22cdcf76478ba8b5e63d5666a.gif KhGckEc.gif.6e9b2b71e2797bafac6806b66df1d1b0.gifXXBPo79.gif

 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

  • 2 meses más tarde...

En Siwa:

Seguía preocupada por cómo explicar la presencia del Uzza a mi hijo que no entendí bien lo que quería decirme en su última frase.

-- ¿Qué me han dado qué? ¿Un hombre? No, no, no, en serio. Es un Uzza que... bueno... -- Me rasqué un lateral de la cabeza con el dedo índice, indecisa [jajaja] ante la forma de explicar su presencia. -- ¡Ah, un nombre! ¿Cómo me ha llamado?

Como intento de retrasar cualquier conversación incómoda, eso servía, aunque me hubiera gustado también preguntar cuál era el significado, no fuera a ser algo bochornoso. Así que me miré las manos, quedando horrorizada al ver que tenía varias uñas rotas y machadas de sangre. Tan meticulosa que era con la higiene en Londres y allá, con las manos sucias. Vi una jofaina con agua, pero dudé, no fuera que estuviera destinada a otro fin y yo la estuviera profanando con las manos. Así que me las pasé varias veces por la ropa local que llevaba puesta.

-- ¿Y por qué te iban a tratar como un monstruo? ¡Ay, hijo, que no me cuentas nada! 

Aunque ahora, lo que más me interesaba saber era otra cosa. Así que bajé la voz y me acerqué a él, con la excusa de toquetear su herida para ver qué tal estaba (que se aguante si le duelo, yo necesitaba preguntarle algo y no me interesaba que lo oyera medio poblado):

-- ¿Crees que podría ir al templo de los Ave Fénix? Mero interés académico y sanador. Con una par de lágrimas o tres te curarías seguro, @ Matt Blackner .

Sonreí. Desde que era líder de La Marca, como que no conseguía camuflarle que no era tan santa como pretendía.

kNTUx8c.gifsf6Sw.gifHdDMuO2.pngXXBPo79.gifKRLtVZp.gif

D69M3Vr.jpg

  tOWLU4S.gif  KhGckEc.gif.6e9b2b71e2797bafac6806b66df1d1b0.gif     Icr0JPz.gif

0jsC0dL.pngWliKSjc.pngckkcxVm.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Siwa:

En otro momento habría aprovechado para reirme y burlarme de las dudas de Sagitas, de verla tan azorada por la mera presencia de aquel hombre extraño que pretendía seguirla a todas partes. Tendría que preguntarle por esa historia. Pero sentía la mitad del cuerpo como adormecida, y me costaba procesar los pensamientos con la rapidez habitual.

- Sayidat Zahra. - repetí - significa....Dama de las Flores. El mío es Aldhiyb Al'Abyad...Lobo Blanco

 

Aparté la mirada, frunciendo el ceño. No solía hablar de mi vida antes de llegar a Ottery, al menos no detalladamente. Omitía los detalles, evitaba mencionarlo, porque...no quería que ellos también me viesen de esa forma. Cómo me habría recibido Sagitas de saber qué cosas había hecho antes de llegar a la PB? qué pensaría si se lo dijera ahora?

 

Noté que se acercaba y volví a mirarla. Tuve que hacer un verdadero esfuerzo por no decir nada, por contener el dolor mientras Sagitas hacía y revisaba.

- Tend...Tendrías... - intenté recuperar el aliento, dejar de temblar. - Tendrías que pedirle permiso a Bayek. Ellos no cuidan a los fénix como nosotros. No los obligan a nada. Tendremos que ir juntos. 

 

Intenté levantarme, pero no pude. Sagitas no me dejaba. 

- Bayek tendrá que permitirnos el paso y llevarnos hasta allí.

M4xQXhr.jpg

XaIHB03.gif.8d9da3f22cdcf76478ba8b5e63d5666a.gif KhGckEc.gif.6e9b2b71e2797bafac6806b66df1d1b0.gifXXBPo79.gif

 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

En Siwa:

-- ¿Dama de las Flores? 

Por un momento me frustró tener un nombre tan... tan... delicado. Con esa nominación, pocos creerían que había llegado a liderar el bando más peligroso de Inglaterra. Y si se enteraban en La Marca de ese apelativo, seguro que perdía el respeto que merecía por mi cargo. Después, sin embargo, suavicé el gesto y reconocí que, como nombre, era precioso. Hubo un tiempo en que hubiera sido maravilloso tener ese mote, en los que era una liosa jovenzuela que correteaba por los campos, huyendo del orfanato, o cuando conocí a Jack, el padre de @ Matt Blackner , en aquel seguramente desaparecido prado de Girona, junto a un dragoncillo llamado peloncete. O cuando conseguí ser la Suma Sacerdotisa de Avalon, con el gran poder de agilizar el crecimiento de las plantas. O aunque sólo fuera por tener la única floristería del pueblo, "Las tres hermanas"...

Así que sonreí y agradecí aquel nombre a la mujer que no me veía, porque estaba fuera de la tienda, seguramente junto al uzza que estaba allá permanentemente de guardia a mi alrededor.

-- Es bonito. -- Pero cambié de tema al instante, muy bruscamente. -- Pues le pido permiso a Bayek. No creo que se oponga si tú se lo pides conmigo. No sé porqué te adora tanto. Oye...

Le bufé, seguro que él reconocía el gesto tan mío cuando me enfurruñaba.

-- ¿Qué quieres decir con qué no les cuidan como nosotros? Esa es una mera reserva como la que tenemos en el Parque, ¿no? Bueno, tal vez más grande y tal vez más natural, pero... ¿Qué has intentado decir? ¿Qué yo no me preocupo por mis fénix? No creo que Bannú tenga quejas de cómo vive en la Potter Black.

Todo de corrido, como solía ser cuando me ofuscaba. Desde el exterior, un gruñido de alerta me avisó que el Uzza también había sentido que hablaba demasiado fuerte y se ponía alerta. Antes de que entrara, bajé la voz.

-- ¿Cómo que tú vienes? Ni lo pienses, no estás en condiciones. Tú a descansar mientras mami consigue los fénix. Hem..., quiero decir..., las lágrimas de los fénix para tu curación.

¿Eso se consideraría prohibido? Porque no pensaba volver sin ellas para curar a mi hijo, aunque tuviera que enfrentarme a la población entera amiga de Matt.

kNTUx8c.gifsf6Sw.gifHdDMuO2.pngXXBPo79.gifKRLtVZp.gif

D69M3Vr.jpg

  tOWLU4S.gif  KhGckEc.gif.6e9b2b71e2797bafac6806b66df1d1b0.gif     Icr0JPz.gif

0jsC0dL.pngWliKSjc.pngckkcxVm.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Siwa:

En otro momento, no me habría pasado por alto la mirada de disgusto de Sagitas, incluso me habría metido con ella, me habría burlado un poco por eso. Pero no me encontraba en mi mejor momento, sino que tenía la sensación de llevar años dormido y me sentía agotado. Pero estaba casi seguro que en cuanto llegara a Ottery se lo contaría a Jack para que le llamara asi por las noches. El fantasma y ella tenían formas muy curiosas de llamarse.

- Si te han llamado asi es que algo vieron en ti. Seguro que no te cuesta adivinar por qué me llaman Lobo Blanco... - alcé las cejas - no le dan un nombre a cualquiera.

 

Desvié de nuevo la mirada ante la mención de la adoración, o respeto (como yo prefería verlo) de Bayek y su gente conmigo. Sagitas enseguida pensó en utilizar mi relación con ellos para que no se opusieran. Su silencio repentino me llevó a mirarla, y en seguida reconocí su gesto, mezcla de preocupación con mal humor, representado por sus bufidos. Le había molestado que dijera que no los cuidaban como nosotros. 

- Es...no es solo una reserva. Es un santuario, es su hogar. Siwa se fundó para los protectores de su santuario. No digo que no te preocupes por Bennu o que sea infeliz...- tomé aire un momento. - Los fénix aquí viven en libertad. Respetan a sus protectores, pero no están amaestrados. Por qué crees que no obligo a Bennu a hacer nada? Ellos...conviven en armonía.

 

Sagitas estaba ofuscada. Desde el exterior de la tienda, la voz del uzza nos hizo entender que se dispondría a entrar si seguía levantando la voz, pero al hombre se unió la voz de Aya, a la que sentía tan molesta como preocupada. Intenté levantarme para hablar con ella, pero apenas alcancé a enderezarme un poco en la cama. Con un gruñido, me llevé la mano al costado herido y logré sentarme en la cama, dejando escapar un pesado suspiro.

- No lo entiendes. Los fénix no te seguirán, y si los obligas te matarán. No actuarán si no es su voluntad. - susurré, mirándola a los ojos - Si no estoy en condiciones, tendré que aguantar. La única forma que tendremos de conseguir las lágrimas es que quieran llorar directamente sobre la herida.

 

- Mi padre no os impedirá ver el santuario. - la voz de Aya me hizo desviar la vista por encima del hombro de Sagitas. La sentí preocupada, la vi claramente preocupada. - Te llamó porque nuestros fénix necesitan ayuda. 

M4xQXhr.jpg

XaIHB03.gif.8d9da3f22cdcf76478ba8b5e63d5666a.gif KhGckEc.gif.6e9b2b71e2797bafac6806b66df1d1b0.gifXXBPo79.gif

 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Rumbo al Santuario de los Fénix:

-- ¡Es normal! Yo no soy cualquiera -- comenté-protesté con un tono risueño. La idea de poder ir en busca de ave fénix que vivían al natural, era un sueño para cualquier magizoóloga. A pesar de ser una de las mejores de mi gremio, por no decir la mejor (humilde yo), muy pocos podríamos decir que habíamos visitado el habitat natural de unos fénix salvajes, algo que me atraía muchísimo. -- Yo soy la madre del Lobo Blanco, exprimera ministra de Inglaterra, La Grande Madame Clow de Ottery y muchas más cosas que no vienen al caso. Es muy normal que me dieran un nombre tan lindo.

Cerré un poco un ojo mientras abría el otro en un gesto de incredulidad ante sus palabras. ¿Se creía que no tenía el suficiente poder para subyugar a unos animaluchos como los fénix? ¡Ay, que no me soltara el genio mortífago en el que no conocíamos una negativa! Si pensaba que a pesar de todos mis hechizos y cachivaches uzzas con los que podría controlarlos, además de mis habilidades y conocimientos, los fénix no me obedecerían, es que no conocía bien a su madre. Sin embargo, aquel espíritu de amor a los animales fue lo suficientemente fuerte como para callarme y no soltar que a mala leche, esos bichejos no me iban a ganar puesto que, en el fondo, sabía que la naturaleza de estas criaturas sería difícil de doblegar a la fuerza.

-- Pero llevarte a ti... Si no puedes ni incorporarte, cariño -- le dije, suavemente, ayudándole en el esfuerzo se sentarse en la cama, que le arrancó algún gesto silencioso de dolor y alguna gota de sudor. -- No seas orgulloso y no escondas que te duele, @ Matt Blackner . Espera, si no recuerdo mal, mami tiene su anillo de curación por algún sitio. Sé que no será permanente, pero mejorarás durante un tiempo.

Por supuesto, era algo momentáneo. Fuera quienes fueren los que cabalgaban sobre aquellos dragones que habían hecho estallar el avión, casi habían conseguido que ni Matt ni yo llegáramos a nuestro destino. El anillo de Curación, que encontré junto al resto de amuletos y anillos, funcionaría un tiempo, no sé si mucho o poco, pero a la larga, la herida volvería a abrirse. Y ya lo había sacado una vez del mundo egipcio de los Muertos; no me apetecía volver a enfrentarme a Los Que No Deben Ser Molestados Por Infieles, oseasé, los Dioses egipcios del Ultramundo.

La hija del Sacerdote del Poblado entró en ese momento; supe al instante que nuestras voces se habían oído por todas partes. A veces olvidaba que aquello no era Londres, ni mi casa, y que las palabras se podían expandir por el aire como impulsadas por el viento que removía la arena del poblado. Moví la nariz en un gesto que a Jack le encantaba pero que demostraba nerviosismo y algo de malestar por saberme espiada sin poder evitarlo.

-- ¿Qué los Fénix necesitan ayuda?

Contemplé su cara y vi preocupación en su rostro. Sentí que Matt hacía esfuerzos por levantarse y moví la cabeza con vehemencia.

-- Pues aunque necesiten ayuda, él no va. Matt no puede moverse. Está... Está malherido, ¿no lo ves? Necesita reposo o la herida volverá a sangrar. -- Aquí mi corazón de madre se agitó puesto que no podía impedir que sufriera por el dolor de mi hijo y de la posibilidad de que no saliera de ésta. No estaba aún fuera de peligro. -- No puedo dejar que vaya hasta allá.

Como si yo supiera dónde era aquel allá.

Una voz masculina, grave, fuerte, poderosa, la del Uzza que me acosaba en su protección hacia mi persona, sonó en el recinto de la tienda. Si la mía se había oído en el poblado, la suya seguro que se habría oído hasta en Europa:

-- ¡Yo lo llevaré! ¡Yo cargaré con su destino sobre mis espalda hasta llegar a donde sus pies no pueden!

Vale, me quedé sin palabras.

kNTUx8c.gifsf6Sw.gifHdDMuO2.pngXXBPo79.gifKRLtVZp.gif

D69M3Vr.jpg

  tOWLU4S.gif  KhGckEc.gif.6e9b2b71e2797bafac6806b66df1d1b0.gif     Icr0JPz.gif

0jsC0dL.pngWliKSjc.pngckkcxVm.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Siwa

Gruñí frustrado. Sagitas tenía razón, apenas alcanzaba a sentarme solo en la cama sin que me ayudara, y aun asi pude notar un sudor frío en la frente y la espalda, muestra de que aquel gesto tan simple era, ahora mismo, una tarea casi titánica. La miré, manteniendo la mandíbula apretada, incapaz de, como ella pedía, demostrar que verdaderamente dolía horrores. Había aprendido que para sobrevivir nadie puede conocer tus debilidades, y dejar ver el dolor o la debilidad eran, probablemente, algunas muy peligrosas que demostrar.

 

Sagitas recordó de golpe su anillo de curación. Casi me echo a reir, yo también poseía aquel anillo, pero sin los conocimientos de sanación, me suponía demasiado esfuerzo utilizarlo, y mis resultados siempre fueron pobres comparados con los suyos. Al menos, en sus manos, aquel anillo me daría algo de tiempo, con suerte, suficiente como para alcanzar el santuario. Temía preguntar a Sagitas si aquel sueño tan extraño era real, o si mi presencia en la cámara de Osiris frente a la balanza había sido solo un sueño.

 

Aya nos interrumpió. No necesitaba sentirla para ver que estaba preocupada. Creí notar cierto nerviosismo en Sagitas, tal vez se sentía incómoda con la presencia de la chica. Al oir que los fénix necesitaban ayuda intenté levantarme de nuevo, dejar la cama, pero tuve que desistir al notar que cualquier rastro de energía que mi cuerpo tuviese desaparecía, dando paso solo a un intenso dolor. 

 

Sagitas volvió a negar que les acompañara en el viaje hasta el santuario, para protegerme, para evitar que la herida se reabriera. Aya pareció sonreir al ver la escena, pero la irrupción del Uzza evitó cualquier otra respuesta. Esta vez fui yo quien soltó una risotada.

- Con un poco de suerte, grandullón, no tendrás que cargarme en tu espalda. Aya, llama a tu padre. Necesitamos su permiso y saber qué ocurre con los fénix. - la joven se quedó mirando, sin saber bien qeu hacer. - Hazlo Wasia... - por favor, pensé, mirándola. Tras dudar un momento más, salió airada, seguida por el grandullón.

 

En cuanto nos vimos a solas me dejé caer sobre la almohada, con un quejido ahogado.

- No os dará tiempo a ir y volver hasta... hasta el santuario si los fénix están enfermos. No tengo tanto tiempo. - admití en voz baja. - Usa el anillo. Inténtalo. - pedí a Sagitas. Yo tampoco quería regresar con los muertos.

M4xQXhr.jpg

XaIHB03.gif.8d9da3f22cdcf76478ba8b5e63d5666a.gif KhGckEc.gif.6e9b2b71e2797bafac6806b66df1d1b0.gifXXBPo79.gif

 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Unirse a la conversación

Puedes publicar ahora y registrarte más tarde. Si tienes una cuenta, conecta ahora para publicar con tu cuenta.

Guest
Responder a esta discusión...

×   Pegar como texto enriquecido.   Pegar como texto sin formato

  Sólo se permiten 75 emoji.

×   Tu enlace se ha incrustado automáticamente..   Mostrar como un enlace en su lugar

×   Se ha restaurado el contenido anterior.   Limpiar editor

×   No se pueden pegar imágenes directamente. Carga o inserta imágenes desde la URL.

Cargando...
 Compartir

Sobre nosotros:

Harrylatino.org es una comunidad de fans del mundo mágico creado por JK Rowling, amantes de la fantasía y del rol. Nuestros inicios se remontan al año 2001 y nuestros más de 40.000 usuarios pertenecen a todos los países de habla hispana.

Nos gustan los mundos de fantasía y somos apasionados del rol, por lo que, si alguna vez quisiste vivir y sentirte como un mago, éste es tu lugar.

¡Vive la Magia!

×
×
  • Crear nuevo...

Información importante

We have placed cookies on your device to help make this website better. You can adjust your cookie settings, otherwise we'll assume you're okay to continue. Al continuar navegando aceptas nuestros Términos de uso, Normas y Política de privacidad.