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Les antiquités de Cathecir~ (MM B: 106590)


Circe Atkins C.
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Eso era lo que detestaba de esa regordeta y diminuta mujer. Tan... extrema. Parecía como si hubiese planificado todo eso desde un inicio pero Richard en el fondo tenía la certeza de que no se trataba de eso. Era tan sólo que se apresuraba sobre la marcha y en ocasiones eso le resultaba útil, como ahora. Richard sin embargo, no se quedaba atrás y no sería a él a quien acusaría.

 

Había esperado detenerla antes de que alcanzase la trastienda pero como aquella mujercita tramposa había utilizado la magia Uzza para ganarle por puesta de mano decidió encargarse del problema con aquella otra cosa que siempre le sobraba: descaro.

 

—¿Y por qué asumes que tengo que saberlo? —su rostro denotaba ira pero en realidad no la sentía. Rara vez sentía algo más que una leve sorpresa y eso, en contadas ocasiones. Evans todavía no había conseguido arrastrarlo a ese punto de momento— Dirijo este local pero no estoy al tanto de todo lo que llega a sus anaqueles. No soy el único que pasa por aquí.

 

Era cierto que Mel en ocasiones le traía cosas interesantes y que Ellie a veces le llevaba artículos para ser reparados y luego devueltos al Tesoros Olvidados. Ese no era el caso pero Bel Evans no podía probar que él se lo había llevado de su casa así que Richard se colgaría de eso hasta el final.

 

—Te dije que no lo tenía porque no sabía que estuviese allí —añadió y su voz denotaba aburrimiento—. Así que si ya tienes lo que buscabas, te invito a dirigirte a la puerta.

 

Le dio otro mordisco a la galleta glaseada y un sorbo al té, por si la cosa no le había quedado clara.

 

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La tarde comenzaba a caer fría sobre las calles de Diagon pero aquello no era impedimento para que la vida de aquel concurrido rincón del mundo mágico siguiera abarrotado de gente, recostada a una pared observaba a los transeúntes mientras su diestra jugaba distraída con un antiguo relicario escondido en el pequeño bolsillo de su capa.

 

Los olores se mezclaban unos con otros creando un aroma curioso que inundaba el olfato de la demonio, Frutas, postres, y aquel olor característico de los explosivos juegos de las tiendas de bromas que circundaban la calle; el olor a madera de la tienda de varitas también se hacía presente para ella, que curvo sus labios en una fina línea sonriendo: era grato volver a casa.

 

A lo lejos pudo divisar la silueta de su amiga y es que la Macnair tenía una manera muy peculiar de andar, su sonrisa se ensancho aún más cuando el par de brujas estuvo frente a frente - Jullie- dijo dando un abrazo y un beso en cada mejilla de la joven - Es bueno volver a verte, muchísimas gracias por venir-

 

Era grato tener una salida de amigas sin ningún plan terrible acosándolas, era bueno solo ser dos chicas que iban de compras y a ponerse al día de todo el tiempo que habían estado lejos. Abrió despacio la puerta del local, impresionándose por la belleza de los objetos que en años pasados habían sido el último grito de la moda.

 

 

 

@@Juliette Macnair

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  • 4 semanas más tarde...

Se sorprendió gratamente cuando recibió la invitación de su querida amiga Emilia, se escribían quizá no continuamente y mucho menos se veían con regularidad, pero si algo tenían en común, era esa especial conexión que las unió alguna vez en el lúgubre bosque inglés; se puso un vestido de verano color negro, bajo este llevaba un chaleco color nieve y sus piernas se veían más largas con las altas botas azabache que traía puestas. Demasiado muggle, demasiado patriarca Macnair.

 

Como era de esperarse, llegó algunos minutos antes de lo pactado por lo que aprovechó el tiempo en investigar las tiendas que habían a su alrededor, posando su verdosa mirada en una en especial. Habían muchísimos trajes de diseñador, con capas de diversos colores y material. Juliette adoraba verse bien, era tanto así que hasta para su trabajo sus batas blanco aburrido tenían algún toque.

 

De golpe, fue sorprendida por una voz familiar y sin dudarlo, giró sobre sus talones y se abalanzó a sus brazos con todo el cariño; recibió ambos besos y los devolvió al mismo tiempo. Su sonrisa se hizo más grande y casi logró recuperar ese destello en el fondo de su mirada que delataba ese corazón aniñado que alguna vez tanto le identificó.

 

¿Me lo agradeces? Siempre será un placer encontrarnos querida.

 

Asintió.

 

Dime, ¿que tal has estado? Esta vez, la luna nos dejó fuera de tiempo por un periodo extenso.

 

 

@@Emilia Malraux

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  • 2 meses más tarde...

--Uhm, eso no durará --masculló Mel de vuelta, sabiendo que el anillo Uzza protegía sus palabras y la trifulca evitaba que ellos pudiesen prestarles toda la atención a ellas.

 

Ya estaban muy cerca del lugar pero Mel temía que las alcanzaran primero así que dio un brusco viraje y se adentró en una tienda. No había sido cosa del azar: conocía el lugar, a qué estaba destinado y las ventajas que tenía.

 

--¿Stroud...?

 

Richard, que se había encontrado tras el mostrador alzó la mirada de su periódico. Llevaba unos lentes decorativos que solían servirle para embaucar ancianas con sus encantos y venderles muy caras ciertas obras restauradas, por lo que Mel supuso que esperaba clientela. Lanzó un breve "chsst" y se lanzó escaleras arriba luego de pasar a la parte posterior del mostrador, todavía llevando a Kutsy de la mano consigo.

 

--Nos siguen --informó al pelirrojo al pasar.

 

Richard no necesitó que se lo dijeran dos veces. Asintió con cierto aire de curiosidad y siguió revisando su periódico, aunque Mel ya empezaba a conocerlo lo suficiente como para saber que solo prestaba atención a las noticias a medias y que en su lugar vigilaba también la fachada del local. Mel por otro lado, pasó de largo de la habitación del segundo piso, corrió las cortinas de la ventana que daba al callejón y se asomó sólo de refilón por el lado de una de ellas, indicándole a Kutsy que podía hacer otro tanto desde el otro extremo.

 

Al alzar la vista, supuso que ella sólo podría ver un ojo suyo, idea que por alguna razón le hizo gracia. Sonrió, quizá también llevada por los nervios.

 

--Mira eso.

 

La reacción de Mel había sido precisa. Ambos sujetos, uno de ellos todavía con la capucha echada, miraban hacia todos lados alrededor, sin duda buscándolas sin éxito. Luego, se paraban en seco y empezaban a cuchichear entre ellos.

 

Gracias a su anillo Uzza, Mel pudo oír con claridad, como si estuviesen justo al lado:

 

--Te digo que las vi caminar por aquí ¡MALDICIÓN!

 

El hombre de las cicatrices parecía fuera de sí. El de la capucha por otro lado, era de otra opinión.

 

--No pueden haber ido muy lejos. Sin duda se metieron a alguno de estos lastimosos lugares --sus palabras al observar las fachadas estaban cargadas de desprecio--. Quédate aquí.

 

Y sin más, se metió al negocio que se encontraba en frente, un café.

 

Mel miró a Kutsy sin estar segura de qué decir o hacer a continuación ¿Había alcanzado a calarse un anillo de escucha también? Igual no era difícil adivinar de qué había ido la conversación. Mel decidió decírselo de todas formas para estar segura de que compartían la misma información (es decir si habían oído lo mismo) y luego añadió.

 

--Ahora ¿qué?

 

@@Kutsy Stroud Lenteric

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¿ Por qué me sentia de aquel modo? Me lo cuestione mientras dejaba que mi compañera de departamento me remolcara a su lado, no fue hasta que menciono lo de los anillos que cai en cuenta de que definitivamente a mi me habrian venido bien un par, quiza mas de una de mis intimidades maritales habría quedado resguardada. Pero no habia tiempo para pensar en situaciones sin sentido.

 

Inspire un par de veces para reconocer los aromas y efluidos a mi alrededor, una sonrisa se dibujo en mi rostro al recordar la mirada que el pelirrojo le habia dedicado a Mel, por lo que calcule que no era una concidencia que justo entraramos en esa tienda. Asi que mis nervios disminuyron lo suficiente para hacer lo propio del lado opuesto a Mel, -sabes que pronto nos detectaran -dije al observar a aquel hombre que miraba furtivamente a cuanto bruja o mago se les acercaba.

 

No habia mucho tiempo para pensar, relami y mordi mi labio inferior mientras continuaba mirando de refilon - creo que ... - guarde silencio cuando el hombre de la capucha parecia interesado en una joven pareja, me que tramaba - debemos hayar una distracción o enfrentarlos -dije con firmeza - tietienes ideidea de cuanto nos falta para llegar al sitio de la nota ?-

 

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—En realidad, todavía no sabemos donde o cómo funciona dicho corredor —replicó Mel, esperando que Kutsy no se indignara con ella debido a ello—. Lo que buscamos es en realidad una tienda de antigüedades, así como esta, y una muchacha que podrá ayudarnos con ello.

 

A pesar de lo ya dicho, Mel supo enseguida que Kutsy tenía razón. Tenían que, de una u otra forma, actuar cuanto antes si querían obtener resultados. Mel se detuvo a considerar la posibilidad de pedirle ayuda a Richard pero decidió desechar la idea. De seguro él aceptaría y sin duda sería muy útil pero Mel no podía dejar de pensar en el muchacho de la nota. W.B., quien quiera que fuese, había arriesgado su vida para entregarla y ella no iba a traicionar su confianza y valentía con una persona que, si bien resolvería el misterio, sin duda no tendría reparos en desestimar su vida por encima de información relevante para el caso.

 

—Allí, mira.

 

El hombre salió del negocio de enfrente. Su compañero, que hasta ese momento había esperado sobre el empedrado parecía estar más y más impaciente. Cuando lo vio, preguntó enseguida sobre ello pero el que acababa de alcanzarlo negó con la cabeza y le pegó en la base de la nuca con el dorso de la mano.

 

—¿Te crees que si las hubiese encontrado allí dentro hubiese salido con las manos vacías? —parecía ofuscado de no haberlas encontrado todavía, pensó Mel con satisfacción— No, esa mujer no ha ido lejos, lo siento, puedo olerlo...

 

La piel del antebrazo de Mel se erizó. Aquel hombre no hablaba sólo por ella. Si podía percibirla a través del olor, estaban perdidas. Intentó serenarse y pensar: si tenían que sarlir, sería mejor que lo hicieran cuanto antes. Así se lo dijo a Kutsy, antes de añadir:

 

—¿Enfrentamiento será entonces o simplemente dejamos caer algo y corremos en la dirección opuesta?

 

@@Kutsy Stroud Lenteric

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Escuche con suma atención las palabras de mi compañera, mordí mi labio inferior con suavidad sin perder de vista lo que ocurría fuera del negocio donde nos escondíamos. De los dos hombre que nos perseguía estaba segura que uno de ellos nos encontraría, era sólo cuestión de tiempo para que detectara entre el centenar de efluidos el de Mel, chasque la lengua y medité cada una de nuestras posibilidades.

 

Recordaba cada letra y punto en la nota que tan celosamente ella guardaba, había mencionado que necesitábamos encontrar una tienda de antigüedades y a una joven, casi me sentí como si buscará una aguja en un pajar ya que aquel callejón, al menos, había como siete tiendas en existencia.

 

No podemos enfrentarlos… –declaré al percatarme que el otro sujeto, al que no veía su rostro, era un demonio –tenemos serios problemas Mel, por lo que supongo ya notaste se trata de un licántropo y un demonio, de bajo rango –nadie lo sabía pero debido a un mal ajuste de cuentas con mi padre era un tanto vulnerable ante los golpes o heridas hechas por un ser de bajo astral.

 

Mis manos se cerraron en dos puños debido a la impotencia, inspiré y la miré –¿tienes ropa limpia aquí? –le dije con premura al observar que uno de ellos entraba a un nuevo establecimiento –necesitamos una distracción, se me ha ocurrido que podemos hacer que sigan tu rastro –sabía que era una locura porque sería poner en riesgo su vida –¿qué dices?

 

 

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Mel se quedó sorprendida por un instante, con los ojos abiertos. No era que la propuesta la ofendiera si no más bien al contrario. De pronto, se sintió halagada, pues entendió que Kutsy confiaba en su capacidad. Era est****o alegrarse por algo tan simple pero bueno, Mel no era un individuo complicado. Por ese mismo motivo, también aceptó la información brindada por Kutsy sin cuestionarse su veracidad ni un segundo.

 

—Bien —sonrió a pesar de sí y de que la situación ameritaba justo lo contrario— y aquí hay recambios de sobra.

 

Se dio la vuelta y empezó a sacarse las prendas para tomar un sencillo vestido de algodón y unas zapatillas. La ropa que llevaba era una de sus favoritas, así que la extrañaría pero sería por una buena causa.

 

—En ese caso ¿cuál es tu plan?

 

Al volver a la ventana, Mel se dio cuenta que aquel tipo había vuelto a salir y en aquella oportunidad su compañero ni siquiera se dignó a preguntar. Era como si, acostumbrándose a su entorno, fuesen afinando sus sentidos y fuesen capaces de desechar opciones mucho más rápido. Fueron a un tercer negocio y salió apenas diez segundos después negando con la cabeza. Entonces, uno de ellos volvió la vista hacia el local. Mel sabía que en cuento entrasen, estaban perdidas por lo que le pasó a Kutsy las prendas que acababa de quitarse, esperando que ella tuviese ya una idea fija y pudiese actuar rápido.

 

A su vez, de forma inconsciente se agachó y sus ojos tomaron una consistencia líquida. Como un animal más que un humano, listo para lanzarse en una rápida carrera, ya fuese para salvar la vida o para saltar a la yugular de su presa.

 

@@Kutsy Stroud Lenteric

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  • 1 año más tarde...

8p.m horario normal en qué la bruja desidia ser parte de las sombras.Merodeando en búsqueda de la tienda que le había Sido sugerida,paseaba tranquila sin levantar,ni anticipar su presencia;La Black había desaparecido años luego de cometer tan perversos actos con familias muggles, volver podría poner en riesgo su reputación,aunque no había pruebas en su contra solo un investigador tenía parte de la verdad de su culpa.

 

Las sombras se ponían cada vez más densas,al igual que el silencio,una tarde fría que anticipaba el otoño por llegar.Los pasos de la bruja al compás demostraban la clase pero su perfume que de mezclaba con la brisa asia evidencia de su sensualidad.

 

Finalmente frente a ella se encontraba la tienda que necesitaba,sin dudarlo se hace paso al local y estando adentró se encarga de girar el cartel a cerrado, no deseaba ser interrumpida menos de curiosos mirando sobre sus hombros.Ella necesitaba exclusividad como lo demandaban sus apellidos.

 

-Buenas Noches Querida , tengo un pedido bastante especial- sus palabras eran directas a la joven que se encontraba detrás del mostrador.La Black hacía sus movimientos en segundos para no dar tiempo a las quejas , especialmente por el atrevimiento que se había tomado.

 

- Ah y disculpa mi atrevimiento pero optó más por la exclusividad, me imagino que entiendes el cliente siempre tiene la razon- palabras en una forma altanera ,buscaban marcar como era ella ,como podía dominar las cosas a su antojo.

 

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Richard Moody

 

El brujo había tenido un día no muy movido en el negocio. Había estado catalogando las antigüedades y llevando otras nuevas que se encontraban en la trastienda todavía por catalogar y clasificar, de acuerdo a su valía. Estaba sentado en un taburete detrás del mostrador, con postura relajada y las manos sobre una revista sobre reparaciones de artefactos mágicos. No era como si no supiera del tema, si no que a veces encontraba cosas de lo más curiosas, que le eran de utilidad cada tanto.

 

En eso estaba cuando la mujer ingresó al local. Ya era bastante tarde y de hecho había estado pensando ya en cerrar pero se había empecinado en terminar un extenso artículo antes de hacerlo. La mujer fue directo al grano y le dijo que estaba allí y que él "debía" saber por qué. Richard no lo entendió enseguida pero una cosa de las que dijo era cierta: el cliente siempre tiene la razón. Dejó la revista a un lado y la observó fijamente, esperando que alguna claridad llegara y como no lo hizo, tan solo susurró:

 

—Bienvenida —su expresión no cambió un ápice pero se retiró los bucles aureorojizos de la frente— ¿Qué es lo que necesita? Tenemos muchos productos exclusivos de distinta índole...

 

La mirada que le dirigió y el movimiento que hizo con la mano, casi imperceptible eran una señal clara para un tipo especial de compradores: aquellos que sabían qué buscaban y que pagaban cantidades ingentes de oro por ello. Sí, aquellos que buscaban quizá algo que al Concilio de Mercaderes no le gustaba mucho admitir que iba circulando por allí.

 

@@Rose Black Lestrange

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