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Detective Mágico Consultor (B: 106711)


Hessenordwood Crouch
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Este lugar me gusta-, en medio de toda esa oscuridad, sus pasos sonaron a lo largo y ancho de una abandonada avenida, estaba seguro de que no habría nada ni nadie que notase su presencia a varios metros a la redonda, en primera, por que equipaba de la magia guerrera la joyería adecuada para pasar desapercibidos, en segunda, porque literalmente aquel sitio parece haber quedado olvidado por los dueños de estos negocios. Incluyéndose el de su obstinado cliente. —De verdad, creo que es el mejor sitio al que me ha traído hasta ahora-, habla tranquilamente, pero se le puede escuchar un tono alegre, como si se burlara amablemente de su compañía. —Y no crea que me estoy quejando, pero un lugar con una terraza no estaría mal para la próxima cita-, finalmente le sonrió, con esa sonrisa que, en estos tiempos, genera desconfianza de tan genuina que parece ser. Nadie podría sonreír así ahora, no en este lugar.

Su edificio es el mas alto entre los locales en la avenida, él no recordaba que fuera de esa manera, tampoco que la fachada estuviera echa pedazos, tan vandalizada, aunque siendo justos, a lo largo del callejón Baker todo tiene la apariencia de haber sido afectado por una batalla violenta. No se sorprendería realmente si lo fuera, tampoco si encontrara el piso del 221B en terribles condiciones o saqueado. Así que es al menos un alivio cuando la puerta principal aun requiere de llave (y un par de hechizos mágicos) para poder acceder al primer piso del consultorio del detective.

Debe ser una secuela, pero sus pálidos ojos, de colores diferentes cada uno, y que observan detenidamente su alrededor, ven todo justo como la última vez que estuvo ahí, pero por el gesto descuidado y breve de Crouch, atina a pensar que tal vez, en realidad, debe estar atrapado en una alucinación, de esas que su mente le juega mas a menudo a pesar de su rehabilitación.

No obstante, esta es, si es que puede recordarlo bien, la primera vez en semanas que sale de casa, y no esta dispuesto a dejar que el demonio se lo quite.

Está algo descuidado-, sintió una extraña punzada de terror cuando Hess se giró rápidamente para verle, casi con incredulidad. Quizá "algo descuidado" no era suficiente para describir la realidad. Hasta que nuevamente Hess le sonreía. Tomaría eso como una señal y con un gesto Garry le indicó al mas grande que lo siguiera escaleras arriba. Por un instante el mago dudó, pudo notar, incluso en alguien tan cuidadoso como lo es Hessenord con sus gestos, pero aun así encontró ideas contradecirse en su mente. Finalmente accedió, y las escaleras rechinaron bajo el peso del hombre grande que camina como un espectro detrás de el desde los últimos meses.

El consultorio está, y es reconfortante a pesar de los destrozos y el desorden que hay de orilla a orilla, los libros están saqueados de los estantes en los muros y desperdigados por todo el piso, los escritorios parecen haber sufrido quemaduras, la chimenea esta polvorienta y llena de telarañas y el piso…si no se tiene cuidado la caída sería larga y peligrosa hasta el piso de abajo. Hessen lo notó, pues detrás de él se movió con demasiado cuidado, despejandole el camino hasta la chimenea, donde intactas (de entre todas las cosas) aun permanecen las dos butacas. Sin decirlo, Garry agradeció tremendamente el gesto de Hess de limpiar y preparar (con magia) la chimenea y encender rápidamente un fuego que comenzó a calentar la habitación. Fue casi reconfortante.

Creí que no querías llamar la atención-, habló pausadamente luego de que consigue acomodarse en su viejo sillón.

Parece que no se dio cuenta, señor, pero allá afuera no hay nada…ni nadie que pueda si quiera imaginar que estamos aquí-, exageró sus gestos para enfatizar lo alarmante de la situación. —Con algo de suerte, pensarán que ha comenzado alguna otra batalla por aquí, y se alejarán-, continuó merodeando por el lugar, como si esperara encontrar algo mas interesante que solo escombros de viejos pergaminos.

Garry en cambio permaneció en silencio por un largo rato, al otro no le importa mucho, de entre todas sus características, la calma que desborda el Ollivander bajo casi cualquier circunstancia, es una de sus favoritas. Aunque eso no terminaba de explicar la tremenda fidelidad que Hess pareció despertar por él. Pero era de saberse que existían cosas extrañas entre la demasiado reciente relación que había en ellos dos.

¿Esta usted…-, hizo una pausa  esperando una reacción de parte del delgado hombre recostado en la butaca. Por supuesto no la obtuvo. —¿Esta seguro de esto, Grelliam?-, finalmente preguntó, no acostumbra a cuestionar las decisiones de Grelliam, no delante de el por supuesto, pero esto era diferente a todo lo que había hecho por él hasta ahora, de algún modo era mucho mas personal. Al menos así parecía ser cuando se lo pidió.

Si no quieres hacerlo…

No dije eso, es solo que es tan…-, observó a su alrededor nuevamente, no ha estado en ese lugar antes, pero la magia se acumula ahí tanto casi o mas como en algunos rincones de la casa, esto era algo especial. —…Vulgar-, bromeó, al final siente que no puede decir lo que realmente piensa. Lo bueno es que al menos el gesto que suelta junto a sus palabras parecen divertir a Garry, aunque sea un poco. —Muy bien entonces, comencemos con esto.

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  • 2 semanas más tarde...

Benjamin Whisper

No es un comportamiento habitual en él, pero la crispación en los nervios una vez adentrado en la edificación le genera mucha inquietud. El espacio es desordenado, el primer piso es una ruina y es un verdadero milagro que esas escaleras se mantengan en pie tras su ataque, pero comprobar luego que en realidad nada en ellas ha sido dañado, solo significa que poderosas protecciones están impidiendo que algo le suceda a ese lugar.

No recuerda dónde es que ha experimentado antes esa clase de sensación, pero el impulso de atrapar al espía lo empuja a subir al segundo nivel, pues está casi seguro que el hombre se encuentra allí y con los encantamientos que ha colocado, huír le será imposible. Sin embargo, al subir no hay rastro de él, y aunque el fuego de la chimenea se enciende automáticamente en cuanto pone un pie en la estancia, ese crepitar es el único ruido en la silenciosa habitación.

Creí que serías un poco más cauto Whisper— Ben se sobresalta cuando aquella voz se deja oír tras unos segundos de incertidumbre, e intenta rápidamente identificar de dónde es que proviene esa voz, pero todo el mobiliario de ese lugar e incluso el piso tienen la misma capa gruesa de polvo que evidencia la falta de uso— ¿estás nervioso? ¿Te fastidia que no puedas controlar esta situación?

Antes que nuevas palabras salgan, el instinto previene al mago de que un ataque está en camino. No uno físico, sino más bien mental, y frente a ello,  con la solvencia de lo aprendido con Sauda, el rubio cierra su mente, a la invasión que en ese momento, desde donde sea que esté, el espía está intentando realizar. El vacío dentro de su cabeza tiene la forma de un intrincado laberinto, con fosas y trampas, y el intruso termina por ceder al hecho de que su primer ataque ha fallado, pero eso no impide que tras una risa breve, vuelva a dirigirse a él en un tono más seductor.

— Si te quitas la idea de atraparme Whisper, puedo mostrarte algo muy interesante. Magia única para intervenir...el tiempo.

Incluso desde donde se encuentra, puede apreciar la vivacidad de esas llamas. Benjamin intuye que tras esa invitación hay una trampa, pero no puede negar el hecho de que ninguna condecoración del ministerio podrá compararse a esa clase de poder, si es que el hombre no le está mintiendo. El tiempo siempre ha sido el límite para los poderes de los magos, con muy pocos siendo capaces de arrancar algo de él, y cientos sucumbiendo a sus trampas o sus intentos vanos de alterarlo. Es una oferta tentadora, pero de garantías mínimas ¿Cómo proceder?

Todavía con la varita en ristre, da unos pocos pasos. La chimenea está frente a él y cuando el espía lo invita a acercarse a ella, es que cae en cuenta que la voz está proviniendo del interior de ella.  Comunicarse a través del fuego, no es inusual y Benjamin se maldice por no haber considerado aquello, pero entonces, sus cejas se alzan ante la evidencia de que no es  la cabeza del mago la que se dibuja en las llamas, ahora que las tiene a centímetros de él. Es más bien una escena en esa misma habitación, como si estuviera ante un espejo que sin embargo no está devolviéndole su reflejo, sino que muestra a otras personas, a las que consigue reconocer aunque no alcance a escuchar lo que están diciendo. 

Sí. La oportunidad es valiosa, pero Ben no es ningún ingenuo. 

— Cualquier trato requiere de unos términos ¿cuáles van a ser los tuyos?

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  • 8 meses más tarde...

Jamás le dio tanta importancia al silencio antes, hasta cierto punto, si se le preguntase y él se asinserara a confesar, hubiera dicho que incluso el silencio lo intranquiliza.  En primer lugar porque esta no era una virtud que lo acompañase o que, en todo caso, pudiera describirlo mejor, no a él que por mucho tiempo su mejor oficio, el mejor de sus engaños y su disfraz perfecto, siempre fue encontrarse a sí mismo detrás de una buena conversación que consiguiera lo que necesitara, algo que iba más allá de solo saber usar trucos mágicos sobre las personas para convencerlas, atraerlas, limitarlos o evitarles. No era un don tampoco, como todo lo que es ahora habría tenido que trabajarlo y con el tiempo perfeccionarlo. En segundo lugar estaba el hecho de que el ruido de afuera había servido siempre, antes de la oclumancia, para mantener a raya otro tipo de pensamientos que agobian y que salen a la superficie cuando el silencio del exterior se extiende a su alrededor.

No obstante, el silencio aquí, en esta caótica Inglaterra y particularmente el silencio de los Ollivander, le sabe diferente, no podría asegurar todavía si es mejor o si le gusta más o menos, pero al menos puede decir que no es un silencio ordinario. Está cargado de cosas: ideas inconclusas, magia experimental, sensaciones ilegibles y emociones herméticas que no cualquiera pudiera desentrañar, y Hessenord tampoco sabe si existe alguien capaz de hacerlo. Fue sencillo, sin embargo, hundirse en él.

Hoy está acompañado de algo cómo eso, en el piso más alto del doscientos veintiuno del callejón Baker espera sentado al borde de una pieza de sofá viejo, abandonado cómo el resto del edificio, frente a la chimenea que ha encendido solo para hacer más agradable la estancia para la compañía que espera que no demore más en llegar, intentar calentarse con ese fuego vibrante, o la tasa de café que tiene en sus manos mientras hojea las páginas primeras del periodico del día, es en vano de todas formas, su cuerpo siempre es frío, de una forma incómoda y mustia al mismo tiempo. Por otro lado, el silencio que se extiende desde esta butaca en el consultorio a través de casi todo Baker como si de una maldición se tratase no lo hace sentirse vacío o solitario, sino que más bien él percibe (o quizá se trata de un poder demoníaco) otro plano extenso de un lugar sobre otro de forma que no cualquiera pueda penetrar en él, muy similar a la magia de las auras, pero esta parecía capaz de construir espacios como contenedores de verdaderas ideas. Esta era la magia que, inconsciente o no, maldecido o no, Grelliam dejaba a su paso, como una fragancia de su propia esencia. 

Romper ese silencio a pesar de lo espeso que se siente es muy fácil, es solo por eso, cree él, que no puede llegar a penetrar ese otro plano completamente, el entorno no ayuda y Hess no es una persona silenciosa; inconscientemente su pie trastabilla sobre la madera vieja del lugar y tararea su lectura como una canción monótona. Y aun así, de todas formas, la puerta del piso inferior abriéndole paso a alguien nuevo al interior del viejo local se escucha y se siente como si el edificio entero estuviera apunto de venirse abajo, ¿era esta la percepción que Garry tenía del mundo exterior todos los días? Eso podría explicar entonces porque el muchacho era, en gran medida, demasiado callado todo el tiempo.

De buena gana, y haciendo la taza de café aun lado, cierra las páginas extendidas del ejemplar sobre la mesa de centro y lo guarda cuidadosamente en el maletín que hay a los pies del sillón, el vistazo al reloj de muñeca, esta vez uno analógico, es casi un reflejo involuntario, o una acción obsesiva por controlar su tiempo lo mejor que le sea posible, y se levanta de su lugar solo apenas para poner la tetera en el fuego mientras los pasos sobre las estrechas escaleras, que son calmados aunque no sin falta de convicción, se escuchan cada vez más cerca. Para cuando la persona está ahí, abriendo la puerta casi de par en par y entrando al lugar de un solo intento, él le espera nuevamente sentado sobre el sitio que en más de un sentido se siente de Grelliam, si se pone de pie para recibirla es solo porque está programado para estas cosas, no porque pueda notar en ella, quizá, el desazón que le provoca verlo a él, entre todas las personas, ocupando el lugar del Ollivander. 

Y nuevamente, ahora en compañía de ella, no puede solo tolerar este silencio.

¿Té, señora Evans?-, ofreció.

@ Rory Despard
 

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  • 4 meses más tarde...

Tienes que entender, niña, que no se trata de límites. Se trata de magia, quienes pueden someterla y quienes terminan sometidos a ella ― exhibió un gesto burlón y alzó el rostro para mirar por encima del hombro a la mujer― ¿te has preguntado de qué clase eres tú? O mejor todavía ¿ de qué clase es él?"
(Odette Saint Marin)

Bel Evans Ollivander (una vez hace mucho tiempo)

Desde fuera, alcé la vista, y aprecié el edificio que evidenciaba su abandono con tan solo observar la fachada. En cualquier tiempo, aquel lugar tampoco había rezumado perfección, pues a menudo Garry agujereaba o quemaba el papel tapiz con algún experimento, y en no pocas ocasiones, los cristales de las ventanas habían explotado por un inesperado desenlace duelístico de los casos que solíamos llevar allí. Entonces, de uno u otro modo un soplo de vida alentaba a ver esa casa, idéntica a las de la cuadra, como algo especial.

Cualquiera fuese su encanto, ahora era triste notar que ese hálito se había perdido en su totalidad.

El silencio también hacía parte de la edificación, y encontré agradable comprobar que su quietud se conservaba intacta, aun si el polvo acumulado en las escalinatas hacia la puerta y el chirrido espantoso de los goznes al abrirla, mostraran la falta de uso que el recinto tenía. Aunque forzaba a mi mente, a medida que iba ascendiendo a la segunda planta, era incapaz de recordar la última vez que había estado en ese lugar junto a Garry, mas irónicamente, aquella época compartida se había mantenido fresca en mis memorias y también en mis sueños.

Diciembre había llegado con su frío característico, las primeras nevadas del año acumulaban nieve sucia en las esquinas, y en todas partes, el espíritu de la navidad se colaba animando o llenando de nostalgia los corazones de la gente. Yo no había dejado de escribir, y los pergaminos ocupaban ahora la mitad del cajón de mi mesita de noche, pero el ejercicio había dejado de traerme paz.

Solo entonces, ciertamente contrariada, me había resignado a  aceptar que no podía posponer más el poner en marcha el resultado de mis investigaciones de los últimos meses. Y aunque idealmente, había querido que fuera Garry el que me acompañase, con cada uno de nuestros encuentros aquella idea se había ido tornando más imposible. 

Al principio había sido el desconcierto. El suponer que en ese año, de la misma forma que yo había cambiado, también él lo había hecho y entonces únicamente se trataba de reencontrarnos y ponernos al día de las vidas y que aquella rara cualidad de encajar sin explicaciones obrara su "magia"; pero no había resultado y no pasó mucho tiempo, antes que con la visita al herbolario comprendiese que había más en juego que las voluntades. 

Fue entonces que el miedo se apoderó de mí. Agazapado en los oscuros rincones de mi memoria, poco a poco fue envalentonándose con cada duda, cada mirada de indiferencia o la simple contemplación de lo roto que se encontraba quien una vez me había parecido tan bello. Y había sentido rabia, y luego celos infinitos, de que de repente el administrador de la Heredad pareciese tan cercano, tan solícito y tan comprensivo sobre quién era y que necesitaba Grelliam Ollivander para mantenerse, y que entre todas las personas y cosas, yo fuese la que menos necesitaba tener cerca.

Y ahora ¿En qué punto estaba ahora? Me había sentido tonta un tiempo extremadamente largo, tonta por desearle, y luego porque en realidad, no era un deseo de él lo que tanto apetecía, sino algo más profundo, retorcido e inexplicable, que ni siquiera yo era capaz de admitir para mí misma, mi torcido concepto que rotulado de "amor" empezaba a sentirse hasta cínico.

Había tenido que vivir la extraña fiesta en los Ollivander para notarlo, después la experiencia inusual en Francia, y jugar con la tentación de lanzarme desde lo más alto de los riscos en Córcega, para al fin llegar al fondo de mi misma, tan insondable como los pensamientos de Garry, y dimensionar allí finalmente la magnitud de mi obsesión y la soledad que se sentía terriblemente dolorosa, cuando no era una soledad compartida con él.

Sentado en un sillón impoluto que contrastaba con el abandono del resto de la pieza, Hessenordwood Crouch estaba ya en el lugar, correctísimo en llegar a la hora señalada a aquel encuentro. No era él un hombre de gestos que revelasen sus pensamientos, y quizá eso hacía más tentador el querer sumergirme en ellos, pero no era por esas razones que estaba él allí y lo sabía perfectamente. Lo que faltaba era que él supiera por qué lo había citado con tanta antelación a vernos el día de Luna nueva.

—Mi padre decía que mi madre iba a mi cuarto cada noche para evitar que llorase, antes de cumplir los cinco años. Él había creído que lloraba por causa de la oscuridad y que eso no me dejaba dormir, pero ella le había explicado, que simplemente, eran los sueños los que me atormentaban.

Mientras iba contando esa anécdota que a nadie más había revelado en todo ese tiempo, del maletín que colgaba de mi brazo, iba extrayendo una serie de viales de poción de variados colores entre rojizos y marrones, y de consistencia espesa.

Cuando crecí perdí aquella capacidad de soñar cada noche, y solo pocas veces, en momentos de mucho estrés y presión, tenía un sueño repetido, dónde alguien me llevaba a ver el mar y con el sonido de las olas rompiendo en las orillas me susurraba un nombre. Ese alguien se convirtió en mi prometido tiempo después, y aunque tengo todavía el sonido de su voz, y el orden de sus palabras, extravié el nombre, mi nombre.
 
Me detuve un instante y volví la vista hacia Crouch, calculando que tanto estaba oyendo o no mis palabras y si acaso encontraba algún sentido en lo que decía, con lo que le había escrito en la carta que debía haber llegado a su despacho en la Heredad el día anterior.

Soy consciente que este experimento puede resultar peligroso. Es por eso que no puedo recurrir a Hann, o al buen predicador Despard para que me acompañen. Se preocuparían demasiado de mí, en buena manera y porque su cariño busca protegerme siempre y en toda circunstancia, pero...-sonreí- cometen el error de asumir que yo necesito ser cuidada.

Retiré con calma del estuche la jeringa y la cargué con el líquido del primero de los viales. La sustancia a pesar de su tono rojizo tenía un extraño brillo irisdiscente, como si pequeñas partículas de cristal estuvieran entreveradas a todo lo demás. No la observé mucho más, pues  la parte menos agradable del proceso venía, y aspiré con fuerza para disipar la tensión, abriendo y cerrando el puño incontables veces hasta que di con el punto exacto para clavar la aguja e inocular todo aquel brebaje, que sin sospechas, P-ko había estado preparando para mí creyendo que era una receta de cocina del grimorio de Hufflepuff. 

Necesito de alguien que me empuje a correr los riesgos, todos los que sean necesarios, con tal de alcanzar mi objetivo. No era consiente en ese entonces, pero fue todo lo que viví con Garry en este lugar lo que me impulsó a descubrir la satisfacción de un misterio resuelto. Tristemente, esos tiempos han pasado, usted me arrebató a mi compañero Señor Crouch así que por esta vez, tomará su lugar ¿Un trato justo, no le parece?.

@ Hessenordwood Crouch

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