Biblioteca de Alejandría

[Anthony R. Dracony M.]

Casi parecía que perdía hasta la memoria de como escribir, no podía acabar de calmarme, era malo que no sintiera esa seguridad de otras veces, entonces por su comentario, supe que nuevamente era "transparente"...podía ver a travez de mi, nada podía ocultar, aunque lo intentaría.

 

-Vaya-me dijo mi amiga Eirie- de verdad de te incomoda que las mujeres te tiren los galgos- le mire un poco extrañado- te coqueteen, relajate, disfruta de eso, además-en un susurro- no parece mala chica-.

¡Bendita consolación!no quería saber de ser asediado, halagado o que coquetearan...¿ahora que?

En fin- me dijo- yo ya termine mi formulario y es momento de la foto, tranquilo-siguiendo con la broma- no necesitas sacarte la camisa aunque eso decepcionara a la bibliotecaria.

-- ay...vaya, espera que yo también ya lo tengo listo. Y no pienso quitarme nada ni posar para nadie...por mi que se quede decepcionada.

Camine junto a Eirian, seguía sintiendo me extrañada mente nervioso, sobre todo al notar que la chica castaña me observaba tan fijamente.

Llegamos a donde estaba para entregar los formularios, sería bueno terminar cuanto antes, la bibliotecaria había dicho que era cosa rápida, y necesitábamos los libros por lo que le extendí el formulario.

[Shena Cindy de Ryvak M.]

Tardaron un poco, al parecer el chico peliverde era tan joven como lucia, eso me alegro. Supe de magos que aunque lucian como adolescentes en verdad no lo eran, pero en su actuar se descubria su verdadera edad. Eso me emociono aún más, lo más seguro que yo lo aventajaba como con un año biológico y como tres años mentales, sonreí, era tan simpático, pero no iba a dejar escapar mi oportunidad, que podía tener muchas otras, sobre todo por aquello de esa cancioncilla, no la recordaba toda, pero era de esa versión muggle del rey Arturo niño y el mago Merlin, en el momento que estaban convertidos en ardillas...Ahh! Tan lindo el amor!

 

Definitivamente, me prepare, este mundo era de los valientes que se arriesgan y yo no era ninguna cobarde, además que siempre lucho por lo que me importa.

 

Ahora llegaban, traian su formulario, el chico expresaba su parecer, le escuche perfectamente y hasta me agrado su respuesta, no era un chico vanidoso ni de esos que van presumiendo de ser "carita", era inresistiblemente sencillo.

 

No dijo nada en particular, hasta parecía querer ignorarme, acerco su brazo con el formulario en su mano para ofrecermelo, se notaba querer escapar cuanto antes...

 

Su actitud me derritió, era tan lindo y tierno!, sonreí con la certeza del triunfo.

 

Con mi mano izquierda sujete su muñeca sin preocuparme por tomar el formulario que me entregaba, mi mano derecha le sujeto de su cabello en la nuca y lo atraje hacia mi, el factor sorpresa me ayudo, cuando al mismo tiempo me acerque a sus labios y los mios se posaban con dulzura en los suyos, al probar el candor del chico, adivine que nunca antes había besado a alguien, sus delgados labios sabian a inocencia y se alarmo de mi cercania. Yo estallaba de alegría, Era nuestro primer beso de amor!! Ya me sentía tan especial, solo quería poder trasmitirle lo mucho que me gustaba y lo mucho que me importaba.

[Alexandra Eirian]

Por fin terminamos de llenar los formularios, mi pobre amigo no veia la hora de irse de ahì porque estaba incomodo con las pretensiones de la bibliotecaria asi que estiro su brazo para estar lo màs lejos posible de ella, al principio lo tome como a risa pero luego de la charla decidi calmarme porque parecia muy serio al respecto.

 

Entonces sucedio algo increible y sorprendentemente rapid, al momento en que Antoni le alcanzo el formulario la joven le tome del brazo y de la nuca y le planto un beso sorpresivamente, Antoni estaba rojo, tenso y nervioso ante esta situaciòn.

Yo quede en shock que no puede ni hablar ni pensar incluso pense en pellizcarme para ver si no era un sueño, por alguna razòn eso me molesto no era porque me gustaba Antoni ni nada sino porque me parecia inapropiado y muy invasivo de una persona.

 

Ejem- dijo aclarando la voz- creo que es momento de terminar el tràmite y llevarnos los libros estamos en medio de algo my importante- un poco fria y malhumorada-.

[Anthony R. Dracony M.]

@ off rol- ¡¿como es que te tomas atribuciones con mi personaje sin preguntarme antes? no te extrañe que te agarre mala fe.

 

Sin esperarme lo, todo ocurrió como el asunto en la reserva mágica, cuando sabía que rondaba el peligro, lo había percibido y de igual forma me ocurrió precipitosamente, me tomo del brazo y de la nuca y sin mi asentimiento se tomo la atribución de besarme.

 

Al instante me puse tenso y lo acontecido me dejo sin habla, ¡Que desfachates! ¿que rayos paso por la cabeza de esta chica? Tenía ganas de tantas cosas!! ...mi mirada miel se trasformo lentamente a rojo intenso, mientras mi amiga Eirie le decía en tono serio:

Ejem- dijo aclarando la voz- creo que es momento de terminar el trámite y llevarnos los libros estamos en medio de algo muy importante.

Ya estaba furioso, pero me puse a maquinar como desquitarme de la bibliotecaria...

[Mei Black Delacour]

Henry Delacour

En algún tiempo allá en el futuro (?

 

 

Una vez más, se dirigía hacia la Biblioteca de Alejandría, dispuesto a continuar con su auto impuesta labor de entrenarse a él mismo respecto a viejos hechizos y magias que podrían servirle a la hora del combate. Al hallarse en la Universidad de Londres, aquel lugar contaba con un millar de libros sobre el tema, teniendo en cuenta que allí se hallaban los Guerreros Uzza aún impartiendo sus clases, aunque aún no había tenido la suerte de tomar alguna.

 

Caminó lentamente, dirigiéndose hacia el segundo piso, dispuesto a encontrar aquel bendito libro que no había tenido disponible la vez anterior que había ido a la biblioteca. Tenía entendido que aquel día debía de devolverse, por lo que se daría una vuelta aprovechando que no tenía nada que hacer particularmente aquella tarde.

 

El sol se filtraba por los ventanales, dando una excelente iluminación y cierto calor que calentaba los cuerpos fríos por el crudo invierno que aún atravesaban, y aún pensando en que además podría aprovechar aquella tarde para entrenar un poco en los terrenos de la Orden del Fénix, se dirigió hacia la estantería donde debía hallarse el libro. Pero el hueco donde correspondía el lugar del mismo, seguía vacío.

 

Puso mala cara, ¿acaso le habían ganado de mano? Soltó un largo suspiro y se dirigió hacia la mesa más próxima para sentarse y esperar un rato, tal vez había llegado demasiado temprano. Y mientras la voz de su hermana resonaba en su mente diciéndole “ratoncito de biblioteca”, notó que una muchacha se hallaba justo delante de él con un libro en sus manos.

 

–Disculpa, – dijo repentinamente al leer el título del ejemplar – veo que tienes ese libro, justo el que estaba buscando, ¿podrías prestármelo?

[Mey Potter Black]

Alma

En algún tiempo allá en el futuro junto a Mei (?

 

 

Hacía ya dos eternas horas que se encontraba atrapada en aquel maldito laberinto de estanterías. Su querido padre la había abandonado allí a merced de un castigo poco convencional, que consistía en realizar un trabajo sobre un hechizo, que había intentado probar sobre el viejo elfo doméstico de la familia Peverell. Lejos de lo que cualquiera podría llegar a pensar, Instinto no se había enojado por su intento de controlar la mente de la criatura, si no ante el hecho de que Alma no tuviera la menor idea de lo que estaba haciendo. Entre frustrado y furioso, el hombre había intentado sonsacarle más información al respecto…

 

 

 

—¡Oh, vamos Instinto! —Alma nunca lo llamaba padre, al menos en su presencia —. Asistí al Instituto de brujería de Salem ¿qué esperabas?

 

—No sé cómo te excusa eso para no conocer esa clase de maleficios.

 

—Digamos que… la educación allí no de lo más práctica. Creo que lo más emocionante que vivimos fue la vez en creímos que Coraline había sido envenenada —su padre no parecía entenderla —. En realidad se había indigestado con la cena de la noche anterior. Como sea, nunca tuvimos clases de defensa o duelos, ni nada parecido. Las niñas buenas no deben duelear, ni utilizar otro maleficio que no sea el de seducción.

 

—Tu madre es profesora de duelo en la Universidad Mágica de Nueva York —lívido de furia, el hombre parecía a punto de vomitar.

 

—Ajam, irónico ¿verdad? —entre sus deditos bailoteaba su varita peligrosamente —. ¿Ahora entiendes por qué no quiero estudiar en Norteamérica bajo el yugo de Mey?

 

 

 

Por supuesto, Instinto jamás le daría la razón abiertamente, y si bien lo hacía ver como un castigo, el hecho de que se hubieran acercado a la Universidad constituía un pequeño triunfo por parte Alma. Con algo de suerte, su padre se armaría de valor y enfrentaría a Mey. Después de todo, había pasado 16 años en Estados Unidos junto a su madre, era tiempo de pasar un tiempo con su padre ¿verdad? ¿Y qué mejor lugar para continuar su educación que el viejo continente europeo, con toda su historia mágica y sus estatuas de… ¿oro?

—Disculpe ¿me podría decir dónde encontrar este libro?

 

Le señaló perpleja el pergamino que tenía en la mano. Pese a ser de un tamaño normal, la efigie (de lo que parecía ser un prehistórico hechicero) tuvo que agacharse un poco para leer el garabato escrito en él. Pero si lo que Alma esperaba era una respuesta, grande fue su desilusión –y maldición – al recibir solo una enigmática sonrisa.

 

Entre refunfuños apartó una rama de su camino, mientras otra se le enganchaba en su cabellera azabache que llevaba desprolijamente revuelta aquella mañana. No tardó mucho en encontrar aquel libro, el cual resultó ser mucho más interesante de lo parecía ante la perspectiva del supuesto castigo. No tardó mucho adentrarse en su lectura; debajo del escritorio, su mano hacía girar de vez en cuando la varita mientras gesticulaba con los labios conjuros nunca antes conocidos.

 

Alma ya se estaba preguntando si podría llevarse el libro a casa de Instinto (aún cuando no estuviera inscripta en la Universidad), cuando una tranquila voz masculina la sonsacó de sus cavilaciones. La verdad era que ni siquiera era estudiante allí, pero probablemente aquel individuo no lo sabía aún. Algo molesta, giró la página del libro y, sin molestarse en alzar la vista contestó:

—Y crees que lo necesitas más que yo, porque...

 

 

[Mei Black Delacour]

Henry Delacour

 

 

Ante la particular respuesta de la muchacha, sus mejillas se ruborizaron inmediatamente. No porque se sintiera avergonzado de habérselo pedido, sino más bien por el hecho de que su respuesta no era lo que esperaba de una chica. Y no sólo eso, ella ni siquiera se había molestado en levantar la vista del libro, lo cual en parte lo hizo sentir ofendido.

 

Aspiró aire, de haberse tratado de cualquier mujer de su familia probablemente no habría tenido problema en responder algo apropiado a la situación, pero no era el caso, no solía ser maleducado con muchachas que no conocía. Su rostro iba adquiriendo cada vez más color a medida que pasaban los segundos, ¡no sabía qué responderle!

 

Y a fin de cuentas no le respondió nada, sino que se limitó a cruzarse de brazos y piernas y mirarla fijamente hasta que se dignara aunque sea a verle.

 

–Bien, supongamos que lo necesitas más que yo. En ese caso esperaré a que termines de usarlo, así luego podré terminar de leerlo.

 

No es que estuviese conforme con la respuesta que él mismo había dado, pero era lo mejor que se le había ocurrido por el momento. Al parecer, la respuesta había captado de cierta forma la atención de la chica -ya fuera por ser tan buena, como tan mala, lo más probable aquello último- e hizo que levantara la vista al fin.

 

Por un momento tuvo un recuerdo fugaz, una foto sacada de un periódico colgada con un marco en el viejo local The Hunters. Aquella muchacha le recordaba mucho a ella, a esa mujer de la cual su madre siempre que podía recordaba, pero no era ella, evidentemente, era imposible que hubiese rejuvenecido tantos años. Era muy similar, ¿o tal vez sólo era su imaginación?

 

–Si quieres puedo ayudarte, – dijo sin pensarlo, aún meditando sobre su recuerdo y para cuando había notado que la muchacha movía la varita debajo de la mesa, pero en cuanto se percató de lo dicho, agregó de inmediato – así terminas más rápido y todos felices.

[Alexandra Eirian]

Apenas la bibliotecaria termino de soltar a Antoni, observe al muchacho y vi que estaba furioso, y no era para menos, yo disfrutaba de las bromas como cualquiera pero esto era salirse de la linea.

 

-Lamento lo sucedido- le dije a Antoni- creo que se paso de la rayo, estoy dee acuerdo que una chica coquette y viceversa pero esto...-dandole entender que lo apoyaba- pero calmàte, espero que no planees vengarte rompiendole el corazòn porque en eso no te apoyare, ademàs no creo que lo haya hecho con mala intenciòn, de verdad està interesada en tì y de buena manera-.

 

En eso observo que dos personas màs estaban en la biblioteca al parecer ambas totalmente desconocidas, pero como estaban en la misma secciòn que nosotros supuse que le interesaban hechizos antiguos.

 

-Oiga señorita bibliotecario podria apurar con el tràmite, que de verdad necesitamos irnos-.

[Anthony R. Dracony M.]

Se podría notar que no deseaba ocultar que "trinaba" de enfado...si no fuese porque necesitaban concluir el tramite, ahí mismo usaría su don oculto, aunque significara también acortar la vida de esa chica.

 

Solo entonces entendió a Andrew..."la venganza es un plato que se sirve frío"...era precisamente lo que ahora ocupaba su ingeniosa mente.

 

Su amiga Eirian comentó con él:

 

-- Lamento lo sucedido, creo que se paso de la raya, estoy de acuerdo que una chica coqueteé y viceversa pero esto... pero cálmate, espero que no planees vengarte rompiendo le el corazón porque en eso no te apoyare, además no creo que lo haya hecho con mala intención, de verdad está interesada en ti y de buena manera.

 

-- Ah, entonces para ti no debo "exagerar" ¿no? supongo que si hubiese sido el asunto al revés, estaría bien, o si a ti te hubiese ocurrido, solo ...que? dirías: "bueno, actúo de buena intención" o vaya, pues perdona, pero no me había ocurrido algo así y ni tengo "alegría" de que ocurriera.

 

El chico seguía enfadado, hasta hora, no tenía en mente entablar una relación con alguna chica. Veía a sus madrinas estar llevando su amor y veía normal sus muestras de amor con sus parejas, pero nunca había siquiera soñado en realizar él algo semejante. No le cayó bien ese atrevimiento y ya estaba pensando en usar algún hechizo o pócima.

 

Lo que no sabía, era a que se refería Eirian con romperle el corazón, pero como ella enfatizó que en eso no le ayudaría, no podía pedirle que le explicara.

 

Tendría que buscar a alguien que se lo explicará y quería tener un pretexto para que se lo revelaran. Por ahora se calmaría.

[Alexandra Eirian]

Antoni estaba que hechaba humo, y no era para tanto yo ya habia pasado por eso y el pobre chico no termino muy bien, por mi reacciòn pasè una semana en la policia.

 

-A ver, mi consejo te lo di porque hablo con justa causa-le dije- una vez un chico me beso a la fuerza y para hacertela corta me enfade tanto que el termino en el hospital y yo en la comisaria, en mi defensa puedo decir que sus intenciones no eran buena, tu tal vez seas màs sutil pero debes entender las mujeres somos distintas y pensamos distintos, cuando nos enamoramos reaccionamos distintos a los hombres somos impulsivas pero el doble de fragiles- le explique- si vas a llamarle la atenciòn o cortarle el rostro, te pido que lo hagas con tacto y lo màs amable posible y por favor que tu venganza no implique jugar sus sentimientos porque eso duele màs que un golpe- recordando como jugaron con una antigua amiga y termino muerta- no quiero otra chica saltando de un puente delante de mis ojos-otra vez contandole mi vida pasada a Antoni, si yo podia leerlo, el podia hacerme decirle parte de mi vida sin esfuerzo-vaya ahora veo porque el destino nos junto, te he dicho a tì cosas que nunca le dije a nadie-.

 

El me miro un poco atònito de nuevo y yo me rei un poco, al parecer era la primera vez que alguien le hablaba de esa forma con confianza y sin miedo, pero yo tambièn me sorprendia pese a que habia adivinado parte de su vida y pensamientos el parecia confiar en mi y no se tiraba atràs.

 

-Sabes creo que en epocas pasadas, tu y yo eramos familias como hermanos mira tal vez hubieramos sido hermanos, hijos de un antiguo Faraon de Egipto y nuestro destino sea encontrar la tumba de nuestros antepasados- empecè a reirme si leo muchas novelas de aventuras y tengo una gran imaginaciòn y estoy un poco loca ademàs-.