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Hablantes de Parsel


Lawan Nguyen Thanh
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Seguía escuchando la voz de @ Lawan Nguyen Thanh , aun sin verle. Por un instante creí que su voz venía del basilisco, pero luego comprendí qeu debía ser el viento, a juzgar por como, poco a poco, se alejaba. Entendía su confianza en las serpientes...al fin y al cabo, yo confiaba de una forma muy parecida en Fenrir, mi lobo. Gruñí ligeramente antes de que el mismo afirmara que sanarme no sería tan sencillo. La poción ya debería haber hecho efecto, pero la herida allí seguía.

 

Sentí el movimiento del basilisco y no me moví, pero bajé ligeramente la mirada, procurando evitar que nuestros ojos se cruzaran. No quería que Sagitas recibiera la noticia de que ahora era una estatua. O peor, que tendría un nuevo fantasma en casa. 

 

Mi primera tarea sería encontrar una cesta en alguna parte de aquel lugar, para utilizar los cebos que contenía para pescar y alimentar a las amigas del instructor. Tal vez asi me ganara la sanación, y mejor, eliminar el veneno de mi organismo. Miré a la pequeña coralina, la causante de mi situación, y luego, dirigí la mirada a su amiga, antes de mirar al basilisco (o bueno, su abdomen, no pensaba mirar más arriba)

- Bien, supongo que tendremos qeu dar un paseo - dije, antes de comenzar a caminar. Las miré de reojo, notando qeu me seguían. Frente a mi, parecía dibujarse un principio de sendero, estrecho, entre la hierba. 

 

Decidí hablar con las serpientes.

- No sabía que comiérais pescado. - comenté. - aunque...tampoco se que le da de comer a sus basiliscos mi madre. - esta vez aquel pensamiento era más bien para mi.

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Lawan Nguyen Thanh con @ Matt Blackner

— Nos alimentamos de ratones, peces, ranas, insectos y varias cosas más—respondía la coralillo. El maestro Lawan las cuidaba como su familia, ellas eran lo único que le quedaba en el mundo. Toda su descendencia fue exterminada por un ataque a su aldea, años después de perder a sus padres y abuelos, dolorosos pasajes iban y venían en su cabeza. Su verdadera motivación al enseñar era transmitir que sucesos trágicos, no debían ser un obstáculo para aprender nuevos conocimientos o crecer como personas dentro de la comunidad mágica.

— Viven de lo que pesco en el estanque, ellas comparten todo lo que me rodea. No necesitan de lujos o ostentosidades, excesos que suelen nublar el buen juicio de los que los poseen—soltaba sus palabras como si se tratará de un anzuelo. Cual hábil pescador, atraparía a su presa sin demasiado esfuerzo— Escuche sus demandas, no solo buscan que las alimente con comida, sino que aprenda a confiar en ellas realmente—el Arcano entablaba una conversación mucho más estrecha con Matt.

Los lazos que existían entre el y sus ofidios, lograron trascender más allá de lo que el entendimiento humano o mágico era capaz de percibir. A simple vista era un vampiro rodeado por serpientes, reptiles y un basilisco. Pero si se veía más allá de lo evidente, poco a poco podría dilucidarse la esencia real de sus intenciones, nunca daba un paso sin antes analizar los pros y los contras— Soltar las amarras, desprenderse de la piel muerta que debe traer cargando en su cuerpo—indicó haciendo referencia a sus serpientes. 

Ellas cambiaban de piel cada cierto tiempo, abandonando parte de su vida al dejar la piel muerta  sobre la tierra— Tienen un objetivo en la vida, nacer, crecer, desarrollarse y morir—explicaba recordando cuantas de sus viejas amigas, ya no habitaban dentro de su hogar. Ceremoniosamente les daba un entierro más que digno y plagado de admiración y respeto, gracias a esos seres era el hombre que impartía clases dentro de Mahoutokoro. 

Inculcar lo que aprendió de su maestro, no era una labor sencilla, pero todo lo que representará un reto era bienvenido por parte del vampiro— Lo mismo sucede con los humanos, suele conocérsele como el ciclo de la vida—rascando su barbilla ocultaba su rostro debajo del sombrero que portaba. Se presentaría delante de su alumno, cuando este supiera como curarse la ponzoña inyectada por su ofidio en su sistema— Es solo una prueba, no lo tome a mal—finalizó esperando que cumpliera con la encomienda. 

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  • 2 semanas más tarde...

Ladeé la cabeza hacia la coralillo. No podía culparle por haberme mordido, supongo que lo hacía para proteger el hogar del profesor @ Lawan Nguyen Thanh  o siguiendo algún tipo de directriz que le habían dado. Comprendí que mi idea inicial, qeu debían de alimentarse de roedores y pequeños mamíferos únicamente era un poco simple.

 

No tardó en seguir la voz del maestro a la del colorido ofidio. SU relación era muy estrecha, convivían, se ayudaban y se tenían cierto cariño. Aquello me recordó a Fenrir, a los días largos y las frías noches que habíamos pasado juntos desde que tenía memoria. Su relación, o lo que describía, me llevó a pensar en mi lobo, y comprendí un poco más la relación que parecía unirles. 

 

- Claro, no me lo tomo a mal. A los ocho años aprendí que nadie vive eternamente...ni es invencible. Todo el mundo muere. - dije, quitando de mi mente el recuerdo de Jack en la nieve, instantes antes de que lo mataran.

 

Al sonido del agua fluyendo me distrajo. Al fin, el camino entre árboles se abría en un claro, atravesado por un río. No me costó detectar la cesta y la caña de pesar. 

- Vale, veamos...que preferís? - pregunté, mirándolas a las tres (aunque al basilisco solo hacia la cola, para evitar su mirada) - gusanos, un clásico. También hay camarones, escarabajos, saltamontes, babosas...y esta cosa - comenté, tocando con el dedo una especie de pasta de color verde anaranjado. Su tacto era viscoso, aunque ligeramente arenoso, con trozos de algo duro, como si fueran pequeños pedacitos de carne o verdura mezclados en aquella masa. - A Fenrir, mi lobo, le gusta el pescado...aunqeu prefería la carne, a veces se tiraba de cabeza al río más cercano y aparecía con algún pobre pez atrapado entre los dientes. - comenté, sonriendo al recordar el pelo blanco del lobo soltando agua sobre el suelo de la tienda de campaña.

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— Sólo pedimos que nos alimentes como creas que es conveniente, está es tu primera prueba, para demostrar que eres capaz de dar una mano a quien lo necesite—la voz de Lawan llegaba a los oídos de Matt a través de su preciado ofidio. Dentro del mundo humano y animal, existían toda clase de nexos entre esas especies. Muchas de ellas dejaban perplejo a más de uno, pero era comprensible que los instintos animales prevalecieran por encima del hambre.

El mismo Arcano se vio al borde de la muerte, desprovisto de cualquier clase de alimento. Solamente estaba rodeado por las serpientes, pero por muy voraz que fuera su ansia de comer, respeto a los reptiles que le salvaron de morir perdido en medio de la nada. El par de serpientes miraban al hombre, ansiosas por degustar el pescado que eligiera para ellas— La carnada depende de la clase de pez que deseas que pique en el anzuelo y lo saques del estanque antes de que se pudra—aconsejaba que tuviera cuidado con ese pequeño detalle.

El cuerpo de agua estaba hechizado, algunos ansiaban beber sus aguas para calmar su sed y el resto para silenciar a sus quejosas tripas. El basilisco se mantenía cerca cerca del aprendiz, resguardando a las serpientes al ser su madre, dependía de ella mantenerlas a salvo en todo momento— Parece que ha perdido a muchas personas, yo puedo decir lo mismo—aquel susurró poco a poco se perdió entre el chapoteo de los peces. Danzaban de manera sincronizada, dando un espectáculo digno de los ofidios que se relamían los colmillos.

— Al final podrá llevarse solo a una de mis dos pequeñas, no creo que elija a la que le ha picado—comentaba en tono jocoso. Extrañamente el Encantador de Hanói se relajo al saber que Matt también tenía un animal por el cual sentía un afecto peculiar y entrañable. Comenzaba a pensar que la ríspida relación entre sus ofidios y el hombre, poco a poco tomaría un tinte mucho más ameno y afable. 

@ Matt Blackner

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  • 1 mes más tarde...

Quintel Guillam

Sigue demasiado aturdido por las últimas palabras de su tata fallesido como para poder centrarse en la mujer que lloriquea a su lado y luego lo zangolotea exigiendo respuestas que ponen a prueba las palabras del recién difunto. Quintel, entonces todavía Ecatel, no puede dejar de sentirse abrumado por la información que su abuelo le ha entregado, muchas cosas a su alrededor comienzan a tener sentido y al mismo tiempo otras hacen ruido entre sus recuerdos, quizá es que había pasado demasiado tiempo atrapado en aquel bucle temporal en el que los dioses habían sometido a su pueblo, sin embargo, ¿cómo es que había olvidado a alguien tan importante? ¿con qué razón ha perdido todos estos recuerdos? A pesar de su palabra, a pesar de su verdadero deseo de servir a estos seres y los dioses verdaderos, el simplemente habría quedado reducido a absolutamente nada luego de la muerte de Scared.

¿Qué significaba ahora toda esta verdad?

Ahora que la serpiente coralillo susurra cerca de él puede recordar entonces el sueño, uno que se sentía demasiado real, tanto que podría llegar a pensar que el verdadero sueño era esta realidad. ¿Miedo? ¿por qué ella habla de miedo? él no les teme a la serpientes, quizá ese ha sido su mayor error, por que Ehécatl por el contrario las ve como sus semejantes, como si no hubiese distinción salvo por el hecho de la interespecie de estos reptiles, pero eso quiza habia hecho que la mujer pensara equivocadamente en la relación entre estos seres que su pueblo consagraba y la visión neutral de Quintel, semejante a la unión de un todo como un único ser. No, Ehécatl, no les teme y al igual que a sus semejantes, él les sabe responder del modo en el que es correspondido. 

Era esa su naturaleza rebelde, sin embargo, hoy el brujo sabio que ha fallecido le ha heredado una tarea más grande de lo que él puede creer que es la verdad o no de las cosas, que va más allá de sí mismo y que a largo plazo parece ser su destino controlado por los Dioses.

El creía que soy capaz ver más allá de las montañas…-, responde finalmente, observando al coralillo que lo amenaza con sus colmillos, tratando de conectar de algún modo más allá con ellas, les conoce desconfiados, pero ¿de qué modo puede ayudar o demostrarles que puede llevar el mensaje si no le permiten comunicarse con ellas? Los oídos sordos no escuchan razones. —Y lo hago, quiero decir, lo haré, trascenderé en el tiempo luego del entierro y sobre mis hombros recaerá la responsabilidad de salir de aquí en busca de lo necesario para sacar al pueblo y a los Dioses de los escombros que las colonias futuras supieran cimbrar sobre nosotros-, respiró un semblante sereno, muy similar al del anciano ahora caido. —Volveremos a gobernar la tierra que nos pertenece-, aseguró, pero antes de que pueda esperar alguna respuesta del coralillo la presencia de una entidad más grande se manifiesta a su alrededor.

Lo ha tomado por sorpresa, pero sus siseos insistentes son bien recibidos por el brujo aprendiz, Quintel obedeció sin chistar y caminó a ciegas en la dirección hacia donde el basilisco le empujaba, apenas alcanzando a inclinar la cabeza ante su presencia. Por extraño que parezca la intimidante criatura tiene un comportamiento más alentador, se muerde las mejillas tratando de omitir las ganas que tiene de caminar a su lado, de escuchar todo lo que pueda transmitirle también como una herencia en vida.

¿Qué es?-, pregunta en un silbido bajo, no está seguro de si el basilisco lo ha escuchado, pero igualmente continua. —Mi señor, ¿que es eso que ustedes los Dioses desean de nosotros?-, cuestiona finalmente al basilisco, mientras avanza por un único sendero que tiene por delante, no tiene la certeza de si este ser es una representación de los Dioses o al igual que él solo es un medio entre unos y otros para mantener el orden armonioso de los pueblos, no obstante, es muy poco probable que volverá a tener algun dia la respuesta a esta pregunta, pero es que ¿cómo pueden ellos serles de utilidad si no conocen más de cerca sus verdaderos deseos?
 

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— Significa que naciste de la tierra y volverás a ella dentro de un momento—el siseó de la serpiente era constante. Lawan estaba comunicándose con su alumno, aquel aprendiz que por momentos olvido las raíces que lo mantenían con los pies sujetos al suelo. Arrancado del seno maternal y lanzado al abismo de la humanidad que no valoraba todo lo que les rodeaba, mancillando a la madre naturaleza con actos que dejaban los elementos que la conformaban pendiendo de un fino hilo. Quintel era el dueño de un poder inmenso, aquel que le ayudaría a renovar lo perdido terminar por enterrar todo lo que una vez llamó hogar.

— Ellas saben todo lo que perdiste, no solo fueron recuerdos sino vivencias que detallan como fue tu desarrollo dentro de la cultura que tanto venerabas—el viento soplaba con fuerza elevando torbellinos de tierra y pequeñas rocas. Estaba ciego ante lo evidente, no daba con la aguja que guiará la brújula que le condujera por la senda correcta— El anciano confiaba demasiado en ti, quizás no eras quien el esperaba—la serpiente le lanzó una mordida en el tobillo. Otro dardo daba en el blanco, inyectándole la ponzoña que poco a poco le enviaría a un nuevo pasaje. 

Ahora su aprendiz levitaba entre la vida y la muerte, debía elegir sabiamente el lado correcto de la balanza. Los ojos del Encantador de Hanói, repasaban una a una las andanzas del hombre, lamentándose por el tiempo que paso alejado de todo aquello que lo reclamaba como su legitimo regente—Cái chết không phải là một hình phạt, mà là bước tiếp theo trong quá trình học tập của bạn—le susurraba el basilisco cerca de su oído. La madre de todas las serpientes, prestaba especial atención en la agonía experimentada por el muchacho—Nỗi đau của bạn sẽ được đền đáp xứng đáng—se alejaba dejándole con un suspiro ahogado en su garganta.

La mujer que estaba con el dentro de los campos, desapareció al verse abatida por los que llegaron para matar a su gente. Los conquistadores que le arrancaron a su pueblo la libertad, sentenciándolos a purgar una condena de falsa adoración hacia entidades creadas por ellos mismos y que nada tenían que ver con la verdadera adoración de la creación misma. Las serpientes eran las que dominaban todo a su paso, legando una basta geberación de conocimiento que sería restaurada por Quintel.

@ Hessenordwood Crouch

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  • 1 mes más tarde...

- Dioses... - maldije por lo bajo. Todo más que nada para volver a iniciar lo que había dejado a medias. Y siendo sinceros, los ofidios no eran mis animales preferidos. Aunque la relación de Slytherin, Voldemort y la Marca Tenebrosa lo dejaba bastante claro, y aunque mi casa de Hogwarts había sido otra completamente diferente, no me quedaba más remedio que volver a tomar esa habilidad. Pero siendo honestos también podía ser útil para transmitir mensajes aunque actuasen de un modo independiente serviría para tener más dominación sobre ellas... Bufaba y rebufaba mientras me estaba cambiando. 

En la mansión Potter Black (que sería provisional, o eso esperaba) me había puesto una camiseta blanca, cazadora de cuero tejanos azules y las zapatillas de deporte del mismo color. Anudé el pelo en una cola de caballo alta, guardé muchas de mis pertenencias en mi morral de cuero y tomé la varita que descansaba encima de la mesita de noche. Salí a los jardines dando un salto a través de la terraza que tenía el cuarto y tras girar sobre mis talones, me aparecí cerca de los límites de la facultad en dónde los arcanos tenían la mayoría, sus residencias y daban clases.

Enseguida me acordé del sitio en el que había estado desde la última vez y allá me dirigí. Parecía que tenía gente por los aromas que me llegaban, hasta incluso podía decir que, mi ex-marido también debía de estar aprendiendo esa habilidad. No lo pensé más pero a mitad de camino fui recibida por una serpiente cascabel. Ésta agitaba su cola y hacía sonar el extremo de la misma avisando del peligro que corría...

- shh shh, eh, que soy amiga, buena gente - le comentaba yo, mientras me apartaba con cuidado para que no me hincara uno de sus colmillos, que fuese vampira, no quitaba que también padeciera del mortal veneno- vengo ver a Lawan - susurré yo. El animal pareció entenderme porque paró al instante y se desplazó por las arenas de ese improvisado oasis y la seguí hasta llegar al bungaló, desaparecio de mi vista, y mientras tanto esperaba apoyada en una palmera cerca de la entrada de la casa del hombre...

- Mi señor, espero no importurnar con mi visita si está con más gente, aquí estaré esperando para cuando me diga -dije en voz alta, esperando no descentrar demasiado las clases del vampiro si éste se encontraba con más alumnos.

off: digo lo mismo que en legeremancia: Cuando podáis, ¿vale? entiendo que Diciembre es una época complicada por las fiestas y sí o sí llegaré a la prueba, o eso espero xD o.ô

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Rắn era el guía de Lawan en sus momentos de soledad, aquel maestro que le enseño todo lo que sabía y era capaz de trasmitir a sus alumnos. Algo le alertó dentro de su hogar, sintiendo como una de sus serpientes era tratada con desdén por una recién llegada a sus dominios— Parece que no conoce el respeto, pero lo aprenderá por las malas—la voz del Encantador de Hanói llegaba hasta ella gracias a una cobra real. Eran sus mejores amigos, aquellos ofidios eran la única familia que le acompañaba dentro de Mahoutokoro. Detestaba como a nada que se les pasará por encima, siendo ellos los únicos vampiros autorizados para dar acceso o negarlo a los visitantes.

— No la considero amiga de mis serpientes, no tras dirigirse de ese modo a la que amablemente buscaba darle la bienvenida—la severidad en sus palabras era palpable, prefería ser menos compasivo al menos por el momento— Espero que pueda encontrar la forma más creativa y sincera, para extenderle una disculpa. Ha pasado mucho tiempo desde que estuvo en mis terrenos, vagamente recuerdo su esencia—desatándose una ventisca gélida que agitaba con fuerza las ramas de los árboles. El se mantenía todo momento alejado de la mirada de los aspirantes a la Habilidad de Parsel. Pocos conocían el verdadero rostro del vampiro y lo manejaría de ese modo durante el tiempo que le tocará lidiar con esos jóvenes.

— Es grato tener visitas, pero cuando ellas son cordiales. Aprender a respetar a los que habitan dentro de un entorno diferente al nuestro, puede ser la primera lección que le toque aprender—expresó cerrando sus ojos recargándose contra el tronco de aquel árbol que era uno de sus predilectos. Las serpientes que estaban dentro del estanque sisearon con fuerza, dándole a entender que la presencia de esa joven, si que le daría demasiado trabajo al Arcano. Volviendo a sus años con Rắn, repasaba todas las enseñanzas que le dejará como herencia su finado maestro. Gracias a el pudo entender el mundo luego de perder todo lo que conocía en el pasado, enterrando de forma irremediable a su esposa, hijos y nietos. 

— Desprenderse del pasado, no es sencillo. Pero deberá hacerlo, además de tomar en cuenta de que dejar la piel muerta en cada paso que de dentro de la senda que está por empezar andar—sonaba ligeramente reflexivo. El siempre se despojaba de piel muerta, memorias que eran como un cobijo que ya no necesitaba para las noches frías, cediendo espacio a nuevas aventuras que iniciaba con cada prueba que preparaba con anticipación para sus aprendices. 

@ Helike R V PB

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Esperé durante unos momentos. Parecía que el arcano sí que quizás debiese de tener gente. Pero tampoco quería parecer maleducada y adentrarme en su casa sin previa autorización suya. Pero la voz del hombre me había inquietado...

- Mi señor me disculpará. Pero en mi tierra que una serpiente cascabel te reciba de ese modo, es una advertencia de que puede ser atacado. Sus serpientes serán sus amigas, no lo dudo - asentí con la cabeza- yo sólo me he apartado para no hacerle daño. ¿Qué mal le he hecho yo? - le pregunté, alzando una ceja entre curiosa y furiosa al mismo tiempo. 

- He respetado su tiempo y su casa. No me he adentrado en su interior sin su consentimiento... Tengo la impresión de que se ha equivocado completamente conmigo - intententaba no alzar la voz porque tampoco quería crear discordia al primer momento. Era cierto que la diplomacia no era mi fuerte, pero lo último que quería era que me pusieran las cosas demasiado complicadas- no quiero problemas - aclaré- y menos todavía por un mal entendido y descuide, tendré en cuenta sus palabras pero ya le digo que estoy bastante acostumbrada a respetar entornos que no son favorables a los míos y más cuando se trata de magia antigua y poderosa. Eso no me sorprende...

<< y si quería que aguardase fuera de sus predios tan sólo tenia que hacérmelo llegar sin problemas. En la otra ocasión a pesar de recordar vagamente mis energías como usted dice, no me ha puesto tantos problemas -bufé por lo bajo. Casi me estaban dando ganas de largarme otra vez y volver en otra ocasión, pero ciertamente no me iba a replegar a las primeras de cambio. 

No pretendía dármelas de nada ni mucho menos, pero cansada de estar de pie me senté en las raíces de ese árbol. Pero el arcano hablaba y me callé, no pude evitar espetarle, era como un acto de defensa cuando ciertas palabras me traían ecos del pasado.

- ¿Usted lo hace señor? Es decir, desprenderse de cosas añejas que pululen por su inconsciencia... a veces resulta útil para crear defensas. No, nunca es sencillo, están guardados en nuestra memoria esperando a ser revividos en un mal momento o de debilidad. Aunque creo que sería mucho más efectivo eso que me cuenta cuando se trata de poder mental, legeremancia o oclumancia en éste caso... Pero la verdad, no entiendo a qué viene eso, con habar o no pársel. 

@ Lawan Nguyen Thanh

 

 

 

Editado por Helike R V PB
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  • 4 semanas más tarde...

Las palabras de la mujer no apaciguaron en lo más mínimo el humor del Encantador de Hanói, tras ver como intentaba excusar su accionar para con una de sus más leales amigas. Si era cierto que no se adentró a sus dominios sin su consentimiento, pero eso no quitaba la forma en que despidió a la amiga que debía acompañarle dentro de su estancia en el hogar del vampiro. Prestando atención a su interrogante, el aprendió a dejar la piel muerta que sus recuerdos tomentosos abrían como viejas heridas— Le aseguró que he cambiado muchas veces de piel, aprendí ese mecanismo de defensa de mis pequeños ofidios—intentaba no sonar demasiado complaciente. Porque aún no se le pasaba del todo el trago amargo, recorriendo con la mirada las copas de los árboles escuchaba el siseó constante de sus fieles amigas.

Cada una de ellas elegía a que mago o bruja acompañar, escaneando con sus escamas la piel del ser que acompañarían una vez concluida su enseñanza— Los modales nos abren un mundo de posibilidades, no crea que me empecinó en ellos por mero capricho—la voz del Vietnamita retumbaba en todo su hogar. Su basilisco esperaba afuera de la entrada de su morada, asegurándose que las intenciones de Helike no estuvieran camuflajeadas debajo de una falsa careta— ¿Cuál es su nombre?, ¿Qué la trae de nuevo ante mi?—ambas preguntas eran directas y sin segundas intenciones. Le gustaba saber si estaba pisando terreno minado o podía andar a sus anchas a la hora de enseñar la lengua que aprendió de su maestro. 

— Cuenteme de su vida, porque es sano conocer a la persona que pasará algunos días bajo mi tutela—acariciando a su cobra real. Aún no de dejaría ver, permaneciendo oculto detrás del misterio que le otorgaba la copa de aquel árbol— Si desea beber agua de ese cuerpo de agua, le aconsejo que sepa pescar. Porque antes de permitir que sus labios sean mojados con una sola gola, deberá alimentar a las serpientes que reptan alrededor de donde suelo pasar momentos gratos—la advertencia estaba hecha. Nada que habitaba dentro de esas aguas le atacaría, no si sabía como sortear cada uno de los obstácu.los que se le fueran presentando en el camino.

— Aprender a soltar, dicen que engrandece el alma y aligera la carga que nos toca llevar por nuestro paso en este mundo. Yo no puedo decir eso, ya que viviré eternamente y créalo o no, soy más viejo de lo que puedo aparentar—se enorgullecía de los años que llevaba a cuestas. Múltiples vivencias propias y ajenas, le acompañarían dentro de esas tierras. Apartado del resto de los Arcanos, ya que pocas veces se les veía departir entre ellos o intercambiar experiencias sobre las clases que habían impartido en el pasado.

@ Helike R V PB

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