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Hablantes de Parsel


Lawan Nguyen Thanh
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Era evidente que el arcano conocía cada parte de su arte pero Catherine intuía que nada sabía acerca de políticas y usanzas británicas. No tardó en confirmarlo, especialmente teniendo en cuenta de que sugería que cualquiera de los directores estaría siempre a su disposición para ayudar. Ella por su parte, no era escocesa por gusto. Sabía bien cómo funcionaba todo eso, aunque no lo aprobara en lo más mínimo. Por eso se limitó a observar a Nguyen en silencio, con expresión neutra, sin intervenir. Era inútil llevarle la contraria y probablemente no entendería la apretada agenda de ese tipo de personas aunque se lo explicara; de seguro, empezaría a darle un discurso sobre la paciencia, la disposición del tiempo y la importancia capital de ciertas cosas. No necesitaba más discursos sobre eso.

 

Tomó el frasco y forcejeó con él todo el rato de forma distraída, mientras el arcano hablaba, observándolo con ojos fijos y muy abiertos. Una vez sacó la tapa y el arcano le hubo ofrecido la sopa, fue que se permitió apartar la vista. Se sentía extraña pero no era capaz de explicar el motivo. La amabilidad del arcano la había desconcertado por un instante pero el desconcierto provenía de un sensación que iba más allá de eso. Había entendido todo el tema de la paciencia aunque no tuviera demasiada y había agradecido que la soltara, frotando ligeramente sus extremidades con desparpajo pero aquello era distinto. Mas, una vez más, decidió callar en lugar de replicar y empezó a comerse la sopa, abstraída en sus pensamientos.

 

Justamente pensaba en la primera vez que había podido comunicarse con una serpiente, cuando notó que el arcano le preguntaba acerca de eso. Dejando los palillos a un lado, luego de haber tomado un sorbo del cuenco, lo dejó una vez más sobre la mesa y empezó.

 

-No, no entendí -mintió serenamente con la vista perdida-. Respecto a lo otro... fue cuando tenía seis años -aún lo recordaba, aunque había sido hacía tanto-. Yo vivía... podría decirse que vivía en un lugar en donde era fácil encontrarlas. Así que en los bosques en donde crecí, no era raro que escuchara voces de vez en cuando -frunció el ceño intentando recordar más allá-. Algunas veces eran sugerencias buenas, otras malas y en algunas ocasiones simplemente parecían tener ganas de tomarme el pelo.

 

>>Mi madre solía decirme que eran espíritus y que por eso, podía haberlos de todo tipo: buenos, malos, indiferentes o traidores, justo como los humanos. Ella tenía la habilidad, pero le temía... o quizá es que le restaba importancia y por tanto languidecía sin que ella hiciera nada por impedirlo. Éramos una familia numerosa -recordó, antes de continuar con la historia que le atañía, al notar que se había desviado un poco del asunto-. De cualquier forma, yo estaba bañándome en el río, cuando tuve... bueno una... me desmayé<<.

 

Había estado a punto de decir "visión" pero no quería sonar presuntuosa. Ya tenía suficiente con lo del allanamiento de morada y no quería que volviera a reñirla.

 

-En mi sueño, yo tenía un lazo, con el que jugaba pasándolo entre mis manos -se miró las suyas como si aún lo recordara-. Era de color verde y me ofrecía contarme el futuro -sabía que volvía a sonar utópico pero no tenía otra forma de contarlo, así que se contentó con seguir-. Pude haberme ahogado, pero no lo hice -dejó de verse las manos y alzó la vista-. Era una serpiente en el agua y me ofrecía ciertamente un futuro. Sacarme de allí, en lugar de verme morir. Al despertar la vi pasearse entre mis manos como el lazo del sueño.

 

>>Porque verás, corría un gran peligro. Aún ahora no tengo idea de qué pudo haber sido pero podía sentir los cabellos de mi nuca erizándose y el ambiente caer en un silencio antinatural -su voz no estaba teñida de miedo, si no que más bien parecía aún curiosa, como alguien que intenta explicarse por enésima vez de forma lógica algo que a simple vista parece no tenerla-. Nunca supe que fue ni me interesa saberlo ahora; simplemente la seguí fuera del agua y ella me mantuvo ocupada. Eran tiempos de escasez y ella necesitaba comida por lo que podría decirse que nos necesitábamos mutuamente. Siempre tuve la sensación de que me eligió a mí porque pude entender su advertencia y ser lo suficientemente est****a como para confiar por entero en ella sin cuestionar. No lo sé<<.

 

Se encogió de hombros, observando fugazmente a la boa ¿había dicho que se llamaba Wootang? Sabía que era descortés mirarla de ese modo pero no podía evitarlo. Lo intentaba, y estaba al momento siguiente viéndola por el rabillo del ojo. Por lo pronto y dado que había contestado nuevamente a las preguntas se dedicó a la sopa. Había descubierto que estaba hambrienta y era amable de parte del arcano habérsela servido, aunque había sido también su culpa, claro.

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El arcano bajo la mirada hacia su té verde, mientras escuchaba en silencio los recuerdos de la mujer. – Las serpientes son criaturas listas, muchas veces uno mismo se convierte en sus mascotas y no al revés como los humanos llegamos a pensar. – Mirando a Wootang por un segundo, para volver a su bebida. - Tu madre tenía la habilidad, eso es lógico. – Dando un ruidoso sorbo a su cuenco. – Esta lengua no se aprende por una forma común y coloquial, se necesita estar vinculado a la habilidad desde el nacimiento, las estrellas eligen a los herederos y les regalan este obsequio, pese a la creencia occidental.

 

- En Vietnam los hablantes de Pársel han estado ligados a los emperadores por siglos, lo mismo paso en el imperio de la indochina y las Coreas. Pero.- Dando un nuevo sorbo ahora un poco menos ruidoso.- la diferencia se encuentra en la región geográfica, en Asia los hablantes de Pársel, son considerados afortunados por poder entender a tan majestuosas criaturas. –

 

Poniendo las manos sobre la mesa suspiro un poco para buscar los ojos de su pupila. – Pero en América y en Europa, esta habilidad está mal vista, los prejuicios asocian a las serpientes a la magia prohibida, dañina e incluso oscura. Muchos magos y brujas poderosos tienen miedo a mostrar la habilidad por temor a ser juzgados y lo reprochan como un pecado. Quizá tu madre perteneció a este grupo de personas.

 

-Termina la sopa, y sobretodo bebe la salsa de pescado, te da energía y las especies son buenas para tu cuerpo, en especial la pimienta de Sichuan, tiene un efecto relajante que es lo que necesitas, relajarte y no pensar, estas aquí por qué quieres mejorar tu habilidad. – Volviéndose a levantar de la mesa, para ir por un poco más de líquido y colocarlo en el tazón de mujer. – Si no tienes un cuerpo fuerte, no puedes tener nada. –

 

- Wootang.- Dijo el arcano volteándose a la serpiente para sisearle algo, a lo que la serpiente respondió con algunos silbidos y se retiró.

 

- Te voy a contar una pequeña historia. – Sentándose nuevamente en el suelo. - El emperador Thành Thái, fue conocido por ser un gran emperador dentro de la última dinastía de mi país, la dinastía Nguyen, el emperador un hablante de Pársel tomo posesión del imperio a la edad de 10 años y fue considerado un niño inteligente capaz de hablar Pársel e incluso francés. –

 

- El protectorado francés de esa época le brindo la confianza al joven emperador, pero sus reales consejeras, era un grupo de serpientes que lo ayudaron a buscar la forma de derrocar a los franceses. – Tomando la varita de cristal, Lawan se levantó e hizo un par de florituras extrañas, su bungaló desapareció lentamente, y en su lugar una elegante sala llena de flores y decoración francesa se hizo presente.

 

Detrás del anciano se encontraba un joven moreno con un gorro negro, usaba un gran traje rojo decorado por los símbolos de la dinastía Nguyen y su baja estatura lo delataba, no tenía más de 14 años. – Te presentó a mi… no sé como lo llamen aquí, pero él fue el bisabuelo de mi abuela. – Llevándose la mano sobre su barbilla, para suspirar y apuntar al joven hombre.

 

– Emperador.- Haciendo una reverencia, incitando a que la mujer se levantara y lo imitara. – Esta mujer, es una hablante tal como usted lo fue. – La áspera voz del Anciano retumbo dentro de la ilusión que había creado. – Catherine, si el no tuvo miedo de tomar el imperio, demostrar su fuerza y su habilidad ¿Que te detiene a ti? – Los amarillos y penetrantes ojos del emperador se clavaron en los de la Stark.

 

- ¿Qué te preocupa? Te da miedo la habilidad, te avergüenza, crees que las personas que te conocen y aprecien pensaran mal de ti ¿Porque tienes una habilidad que ellos no comprenden? Tú no eres como mis demás estudiantes pareces ser una mujer que hace lo correcto pese a todo, tienes un código de honor. – Los ojos del emperador seguían mirando directamente a los de la mujer. – Explícanos Catherine, ¿Cuál es tu motivo por aprender a controlar este poder, por que deseas ser una hablante?

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Una dinastía; aquello sonaba hermoso y solitario. Sí, ella también se sentía afortunada, aunque su habilidad no estuviese ligada a la nobleza; aunque fuese una corriente bastarda y degenerada... eso no importaba. La realidad era que no deseaba perder su habilidad, si no perfeccionarla. No le tenía miedo, pero sí tenía miedo de perderla ¿por qué era entonces que cuanto más miedo respecto a ello sentía más parecía desvanecerse su poder? Quizá el arcano tuviese razón. Quizá, inconscientemente, hubiese absorbido la primitiva concepción de su madre sobre el pársel y al practicarlo era la culpabilidad, la sensación de haber rebasado el borde aceptable frente al terreno de lo prohibido, lo que hacía languidecer su poder.

 

Pensaba sobre ello mientras terminaba de comer, sintiéndose más restablecida. Era irónico que, siendo que siempre había tenido buena constitución, en ese momento su cuerpo aún no estuviese recuperado al cien por ciento de la maldición que había caído hacía no mucho sobre ella. Quizá nunca se recuperara del todo pero sin duda no era débil; sólo su rostro y las arrugas que marcaban la comisura de la boca y sus ojos delataban todo lo que había atravesado.

 

Se adentró en la historia del arcano con mayor soltura de la esperada y se encaró ante el empeador-adolescente con expresión seria luego de hacer una profunda reverencia.

 

-No me avergüenza -señaló Catherine por fin, decidida a soltar cuanto cruzaba por su cabeza, mirándolo directamente a los ojos.

 

A pesar de sus evaluaciones previas, a pesar de lo mucho que había analizado las palabras del arcano, no podía aceptar algunas de las cosas que había dicho pero se culpaba a sí misma por ello. No era raro que malinterpretase a una persona deliberadamente abstrusa. Aunque fuera contra su usual proceder, tenía que dejar de portarse de forma hermética. Así que prosiguió.

 

-Nada me detiene, salvo quizá el miedo de perder la habilidad que poseo -frunció el ceño-. De pequeña echaba la culpa a mi madre y a su superstición de ello pero es evidente que no es ese el motivo. Siento decepcionarlo, pero no poseo una historia trágica, ni me interesa el concepto que puedan formarse de mí. Tampoco busco en ello utilidad alguna, ni tengo un motivo concreto, aunque la habilidad en sí misma me haya resultado útil en diversas ocasiones ¿Qué utilidad le encuentra usted a la manta en la que lo envolvieron al nacer? ¿O a la roca sobre la que suele sentarse al observar su estanque? Ninguna, probablemente. Usted podría sentarse en otra roca y hace mucho que la manta se la ha perdido o la tiene guardada porque ya no le cubre lo suficiente.

 

>>Pero si tiene tales objetos por preciados quizá pueda entenderme, porque eso forma parte de usted mismo, su historia. Al menos, es lo que sucede conmigo. Hablar con ellas, obtener de ellas consejos útiles, un comentario irónico, una adivinanza, proveerles comida. Son recuerdos que forman parte de mí misma; es en realidad lo más simple: no me imagino mi propia existencia sin ello. Así, podría decirse quizá que mis motivos son puramente hedonistas, vanos. No deseo sacar provecho de ello ni tampoco deseo empeñarme en lograr la perfección. Me basta con superarme a mí misma, avanzar a mi propio ritmo. No tengo prisa, pues deseo sobrellevarlo siempre<<.

 

Se sentía mareada, como si hubiese dicho demasiado. De pronto, no pudo evitar notar en sí misma un atisbo de vulnerabilidad, una vulnerabilidad que provenía del hecho de haber expuesto ante aquel anciano y su joven antepasado, un hecho que para ella era tan claro y verdadero. Sí, había hablado demasiado y sobre cosas que le atañían a un nivel demasiado profundo pero como no encontraba otra forma de que entendiesen lo que intentaba exponer, continuó.

 

-Entonces -concluyó- lo único que me impediría desarrollarlo soy yo misma. Mi incapacidad, quizás, o mi escasa habilidad para entender las cosas que probablemente se encuentren ante mis ojos, pero que no veo por su exagerada proximidad. Como cuando intentamos solucionar un problema simple y no podemos pero tardamos menos de un minuto en solucionar uno similar, cuando vemos a otras personas pasar por lo mismo. Incluso para aconsejar. O simplemente porque no las comprendo de la forma en que ustedes lo harían -alzó la vista-. No tuve el legado de una tradición a mis espaldas, siempre estuve yo sola, buscando las respuestas a la información contradictoria que conseguía de distintas fuentes, entre libros, otros magos y las propias hermosas y engañosas serpientes. Así que acudo buscando su ayuda y consejo en los conocimientos que no poseo, para entender este arte al que me encuentro... irremediablemente atada.

 

>>Deseo ser una hablante porque no veo que pueda ser de otra manera<<.

Editado por Catherine Stark

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- Lawan laoshi, tenemos a una oradora con nosotros. – Dijo en tono burlesco el joven emperador acercándose hacia la mujer, sus ojos color ámbar observaban con detenimiento a Catherine y su sonrisa continuaba torcida, el emperador se estaba riendo en la cara de Catherine por sus comentarios. – Mantas, piedras, ¿De qué demonios estás hablando mujer? ¿Solo hablas con sandeces para impresionar al laoshi?-

 

Replicaba el hombre, levantándose un poco para colocar su rostro enfrente del de ella. – Existen pocos caminos para los cobardes.- Las palabras del joven emperador cada vez eran más alargadas. – Simplemente huye, como todos los cobardes, o muere-

 

Lawan en cambio tenía esa expresión seria en su rostro, bajando la mirada para escuchar las palabras de su pupila, y dio un largo suspiró. – Solo necesitas aprender a florecer.- Colocando ambas manos sobre su varita de cristal y usándola como un callado, para sonreír complacido, la clase había empezado oficialmente.

 

- Laoshi, no diga tonterías, no busca poder, no busca conocimiento, solo quiere ser hablante por que debe de serlo, que tipo de estupideces son esas.- Reclamó el emperador al anciano, para mirarlo por un segundo y volver a poner su rostro enfrente de ella. – Eres acaso una mujer sin metas, me repug...-

 

- Ya basta. – Golpeando el suelo con la varita e interrumpiendo al emperador Lawan levantó la voz, la ilusión desapareció tan rápido como apareció, la sala del imperio en Hanói ya no estaba; Catherine y el viejo profesor se encontraban de nuevo en el bungaló, enfrente de ella estaba Wootang una de las serpientes más grandes que habitaban con el arcano se encontraba cara a cara con la Stark.

 

- Retírate Wootang, ya fue suficiente. – Los ojos amarillos de la boa lanzaron una mirada furiosa al Arcano, después hacia Catherine, aun con su expresión burlona, bajando el cuerpo y arrastrándose sobre el suelo para salir al jardín. Se había resignado a acatar la orden del viejo, pero por su expresión la boa no se encontraba nada satisfecha.

 

- Wootang, puede ser un poco…- Suspiro resignado, tomando asiento nuevamente en el suelo alrededor de la mesa. – Te pido una disculpa, es algo... ¿rudo? – Sonriendo apenadamente, el anciano espero a que Catherine se sentara de nuevo.

 

- Muchos alumnos vienen aquí buscando poder, aprender esta habilidad para ser más fuertes. – Vacilo un poco. – Son escasos los alumnos que realmente quieren entender esta lengua no solo aprenderla, las serpientes no son criaturas sencillas, son como los hombres, amables, arrogantes, odiosos, las serpientes también son así. Supongo que has notado que Wootang es una serpiente traicionera que busca poder… Creo que por eso es uno de mis mejores amigos. – Suspiro de nueva cuenta el hombre, para continuar. – No hagas caso a sus palabras, tus razones son válidas, y tal como lo dije, muchas flores nunca aprender a florecer y mueren en la oscuridad, pero existen algunas como la flor de udumbara, que logra florecer en los lugares más inhóspitos.

 

- El objetivo de la ilusión no era que conocieras a un emperador, si no que mantuvieras una conversación con una serpiente, muchas veces los hablantes tienen miedo y les cuesta entender a las serpientes, me dijiste que pensabas que eran fantasmas, fue una pena que Wootang sea tan grosero, pero quiero pensar que entendiste cada una de las palabras que fueron dichas por él y por mí, dado que desde que levante la ilusión solamente hemos estado hablando Pársel.- Se habia dado cuenta ya Catherine de ese detalle

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Sentía tantas ganas de ofender al emperador... endemoniadas ganas que le hicieron poner una mirada perversa. Lo hubiera hecho, probablemente, de no haber pensado que ella misma se lo había buscado. Así que calló, pensando con ironía en que al paso que iba lo mismo iba a dar que le cortaran la lengua porque pocas ganas le quedaban de decir nada. No era que se sintiera especialmente atacada o siquiera un poco deprimida; era el tedio, aquel maldito enemigo que siempre terminaba apartándola de hasta las personas más interesantes. Sólo que en aquella oportunidad tenía dos sentimientos contrapuestos. Aquel emperador-adolescente ¿cómo era posible que pudiese tratarla de forma tan grosera y aún así, mientras lo miraba fijamente dispuesta a no ceder, resultarle interesante? No lo entendía, pero había algo en sus ojos que parecía calar en su interior. Derrotada, apartó la mirada primero, hacia el suelo, luego de entrecerrar los ojos con enojo.

 

El arcano la salvó, claro. Cuando la ilusión se rompió, Catherine no pudo evitar soltar un bajo suspiro. Sabía que había hablado demasiado pero había aprendido la lección. No era la primera vez y probablemente tampoco sería la última, que alguien arremetía de aquella manera contra ella por el hecho de que su actitud le resultaba exasperante. Le había pasado demasiadas veces ya para que se sintiera especialmente afectada. De hecho, hasta sentía que debía sentirse afectada pero cuando buscaba en su interior un ápice de ira no conseguía encontrarla; había sido apenas un fugaz chispazo que había dejado escapar sin pena. Alzó entonces la vista una vez más. Los ojos de la serpiente se burlaban de ella y a pesar de todo... no pudo evitar devolverle la sonrisa, mientras el arcano la miraba a ella y no a Catherine. Una sonrisa cruel pero sonrisa al fin, sabiendo que no tenía para ella la más mínima consideración ¿es que había perdido el orgullo?

 

-Es obvio que busco conocimiento -bufó Catherine luego de esperar que el arcano terminara con ella. Había deseado tener una sopa en la cual concentrarse para justificar su silencio pero tuvo que contentarte con aquella respuesta pobre y parca. Su lenguaje corporal volvía a mostrarse hosco-, de la lengua, quiero decir. Que no busque darle utilidad una vez lo obtenga es cosa distinta.

 

No miraba a los ojos del arcano, si no que había vuelto a apartar la vista con expresión de fingido aburrimiento. Odiaba haber cedido ante la debilidad de mostrarse de manera tan transparente ante el anciano y "Wootang". No había entendido con cuál de las flores la comparaba en aquella sencilla metáfora y de momento prefería seguir con la duda. Su primigenio pensamiento de los fantasmas había sido cuando era demasiado pequeña siquiera para reflexionar sobre ello pero eso no había durado demasiado y le incomodaba que lo mencionara. A pesar de todo, acababa de decirle algo que creía haber sabido siempre, sobre las serpientes que poseían distintas naturalezas al igual que los humanos. Era el motivo por el cual había utilizado la metáfora de los fantasmas en primer lugar y aún así se lo agradecía.

 

Definitivamente, tratar con ancianos no era su fuerte. La hacía sentirse incómoda y absolutamente ignorante.

 

-De cualquier forma... -prosiguió- si lo noté -se refería claramente a que habían estado hablando en pársel. Había caído en cuenta de ello cuando el emperador había tomado la palabra, demasiado tarde quizá pero lo había hecho-, es sólo que no entiendo la naturaleza de este miedo en particular.

 

A cada momento la incomodidad aumentaba e instintivamente colocó su mano derecha sobre su frente, mortificada. Mas sabía que no podía estar así todo el tiempo, odiaba aquel sentimiento de vulnerabilidad. Por ello, respiró profundamente para calmarse y pensar en claridad de forma lógica sobre lo sucedido. Si el arcano decía la verdad, entonces era la conversación más larga que había sostenido en pársel desde hacía mucho tiempo y las palabras empezaban a brotar de forma natural y fluida ¿Era acaso algo como eso lo que había necesito? ¿Estar próxima a alguien que dominase el asunto y a una serpiente violenta?

 

No pudo evitar poner los ojos en blanco por lo est****o de la conclusión a la que la habían llevado sus pensamientos ¿tanta reflexión sólo para entender lo obvio?

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El anciano sonrió complacido, Catherine podría llegar a ser la alumna más difícil que el arcano hubiese tratado, falta de confianza, miedo, había muchas cosas que turbaban la mente de la mujer, pero en fin el trabajo del arcano era esclarecer todo eso, una lástima que nunca hubiese conseguido un libro de pedagogía, quizá debería encargar unos cuantos para su próximo viaje al callejón Diagón.

 

- Anda, acompáñame a la cocina. – Levantándose lentamente hacia la estufa que se encontraba detrás de ellos. – Muchos miedos son patológicos y algunos están arraigados a nosotros con raíces tan fuertes y poderosas, pero no hay raíz que se resista a una buena hoz y a un campesino decidido a recoger la cosecha. – El anciano volvió a sonreír. - Espero poder ser esa hoz que te ayude a encontrar eso que buscas. -

 

- Cuando yo era un niño, hace muchísimos años. – Haciendo un gesto algo pueril, para que la mujer observara su cara llena de arrugas. – Mi madre me llevaba a los campos de arroz para conocer serpientes, mi madre y toda la línea de mi familia tienen esta habilidad, por lo que nunca fue algo extraño en mi hogar, pese a que mi padre fue muggle, pero lamentablemente eso no pasa con todas las personas que tienen este poder. -

 

- Para muchos, escuchar a las serpientes puede parecer asombroso, pero a otros les aterra. – Poniendo a calentar un poco de agua sobre un traste. – Recuerdo a un joven en Singapur, víctima de ofidiofobia. – Lawan sonrió divertido, recordar sus antiguas memorias era algo que atesoraba. – Uno de los secretos, es hablarles a las serpientes en tu lengua, pensando que te podrán entender, muchos magos piensan sus palabras y simplemente las dicen en Pársel, es casi automático, todo está en la mente.-

 

- Regresando al tema, tú no eres como él, por la fuerza de tus palabras y actos deduzco que eres una mujer fuerte, segura de ti misma, que le teme a pocas cosas, quizá por eso te sientes así… podrías pasarme las hojas de Bai Ji Guan, que se encuentran debajo del cajón. –

 

Apuntando cerca del suelo. – Una de las primeras cosas que los hablantes deben de aprender, es en confiar en las serpientes, si confías en ellas, será mucho más fácil que las entiendas y que te entiendan, mi abuela me enseño a hacer bezoares tradicionales chinos, y es algo que me gustaría enseñarte, eso te ayudara a sentirte más relajada con las serpientes; por cierto si no encuentras las hojas, pregúntale a Zoë, ella vive en mi cajón de hierbas.

 

Los brillantes colores de la serpiente se hicieron notar cuando salto al ver las manos de Catherine, lista para atacar y mostrar los colmillos. – Dile que necesitamos las hojas de bai ji guan. – Alejándose de la cocina para entrar a su pequeña biblioteca, el vietnamita había dejado a Catherine con la coral la cual no era muy grande, pero sus colmillos parecían bastante afilados. La Stark sería capaz de convencer a la serpiente de que le permitiera meter la mano a su guarida y que la ayudará a encontrar las hojas

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Intentó recordar alguna oportunidad en la que se hubiera sentido de aquella manera. Evocó entonces el sonido del agua y la superficie formando círculos concéntricos alrededor de donde posaba las manos. La cinta, o más bien la serpiente, deslizándose con delicadeza. Luego, solamente el sonido de la voz siseante y encantadora y su repentino impulso de seguirla. Entendió entonces que había sido en ese momento en el que había sido seducida y una parte de sí misma se entregó al sentimiento de abandono de aquel entonces.

 

Las cosas que le habían sucedido habían tornado su carácter en aquella protección hermética con reservas que empezaban a apilarse unas encima de otras. También la experiencia de su contacto directo con la profunda oscuridad y desapego de lo que era y había sido Káiser. Hacía mucho que se había esfumado, que se había retirado cerca de sus dominios allá lejos, en la torre de la nigromancia que incluso los propios magos tenebrosos de aquellas épocas no recordaban ya. Aquel espíritu asfixiante y antiguo pronto se perdería en las brumas de dicha oscuridad hasta que algún incauto volviera a sacarlo de allí pero Catherine confiaba en que no fuese en dicha época y que ella no tuviese que volver a ver jamás el rostro de ese niño Malfoy, de ojos vacíos y perversos, que le había regalado una última sonrisa de dientes blancos en un rostro que lucía antinatural, antes de dejar que se tirara al vacío.

 

Sabía que tenía que hacer caso de las instrucciones de Nguyen, de forma que se acercó hacia el cajón, notando que se movía con cierta rigidez. No le temía a la serpiente y tampoco le temía a su habilidad. A medida que realizaba el ejercicio de descarte un impulso irresponsable se apoderó de ella. Quería saber si lo que decía el arcano sobre ella era cierto, si tenía razón y ella no. Así que se aproximó en silencio y observó a la criatura, moverse y amenazar mientras alargaba la mano despacio, con los dedos temblando ligeramente.

 

Se limitó a soltar un gruñido bajo y contenido, con los dientes apretados, cuando la criatura atacó, clavándole los colmillos en la mano. La criatura se retorcía y empezaba a enrollarse en tono a su brazo a medida que Catherine aguantaba la presión y alargaba todavía su mano, para tomar las hojas de Bai Ji Guan. Las tomó de igual manera, aguantándose las ganas de gritar mientras el dolor corría por su brazo y luego siseó con tono quedo.

 

-Necesitamos las hojas de Bai Ji Guan, Zoë.

 

La serpiente alzó entonces la cabeza, sus ojillos curiosos y se encontró con los de Catherine, en una observación larga y curiosa, que terminó con la serpiente sacando los colmillos de su mano y enroscándose en torno a su brazo sin ánimo de presionar si no simplemente encaramarse. Catherine sonrió para sí y se preguntó si el arcano tendría paciencia con su imprudencia y repentina impulsividad y le cedería uno de los bezoares de los que había hablado o la obligaría a retorcerse y morir, buscando una salida a su "error". Se volvió hacia éste con expresión neutra y alargó las hojas, pasándolas de la mano en cuyo brazo estaba enroscada la serpiente hacia la otra, que tenía libre y no hinchada a causa de la mordida y el veneno. Alargó entonces esa última con las hojas que él le había solicitado.

 

-Aquí tiene.

 

Su rostro delataba parte de la tranquilidad que sentía. Se había probado, de la forma más brutal posible quizá, que no era precisamente miedo a las serpientes lo que la detenía de desarrollar de todo su habilidad. No, no les temía, así que debía tratarse de otra cosa; otro miedo, tomando las palabras del arcano. A pesar de que detestaba la idea de otra reprimenda de parte de éste, mientras la serpiente se deslizaba por su brazo, se sentía aliviada de haber comprobado la situación que de haber sido verdad no hubiera dejado de atormentarla. Así que sonrió, a pesar de que sabía que era lo último que debía hacer, aunque dicha sonrisa se esfumó nada más aparecer. Había habido en dicha sonrisa también cierto abandono, que la tornaba aún más nostálgica pero luego volvió a la máscara de indiferencia habitual, que se había prometido no abandonar por el bien de la continuidad de su clase.

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- El veneno de Zoë, es de carácter neurotóxico, no te preocupes si no puedes respirar con tranquilidad. – Menciono el arcano al regresar, Catherine era algo extremista, algo que hizo sonreír al arcano, una mujer segura de sí misma y sus acciones lo demostraban, era una guerrera innata.

 

- Este tipo de hojas crecen en terrenos rocosos, las plantas que sobreviven en este tipo de terrenos suelen ser las más efectivas. – Continúo el hombre, el cual cargaba con un saco de tierra, en las manos. – También recuerda que la tierra más rocosa, suele tener más concentración de minerales, los cuales sirven para absorber las toxinas, en especial el plomo, en grandes concentraciones puede ser peligroso, pero con algo de tierra el plomo ayudara como catalizador. –Dejando el pequeño saco enfrente de Catherine, la cual empezaba a jadear un poco. – Yo suelo usar lino, para que se absorba mejor en el cuerpo humano y funcione como un cálculo, pero cualquier tela natural te servirá, en caso de urgencia busca algo de follaje para crear la bolsa, para poder tragarlo.

 

Lawan tomo la tierra, la envolvió con las hojas y después uso la tela de lino, para formar una especie de bolsa pequeña. – Actualmente existen amuletos mágicos que actúan de forma similar, imitando las propiedades naturales y salvaguardando al portador de este tipo de problemas. – Sacando de la bolsa de su pantalón, un anillo plateado. – Los creadores de este artefacto son los guerreros Uzza, no se mucho de ellos, pero conozco algunos de sus secretos y habilidades, y este anillo es particularmente útil para un hablante de Pársel. – Empezando a amasar la bolsa de lino, la cual estaba llena de tierra y hojas. – Pero algunas ocasiones no tendrás acceso a este tipo de magia, o a transformar algo en un bezoar, en China existen increíbles magos y brujas con conocimientos ancestrales de magia natural, herbologia y pociones, ellos usan el poder del conocimiento, que es mucho más útil que la magia. – Terminando de hacer un bezoar muy rustico. – Finalmente usamos agua caliente, para sumergirlo; esto será una imitación del estómago de las cabras, que es donde los bezoares nacen naturalmente. –

 

- El veneno de Zoë aún no es poderoso porque es muy joven aun. ¿Verdad? - Pregunto el anciano directamente a la serpiente la cual parecía haberse acomodado en el brazo de Catherine, habían pasado varios minutos y ella continuaba allí, escuchando todo. – Nací en septiembre, en la época de monzones. – Respondió la coral. – La especie de ella, tiene colmillos poderosos que usan para destrozar a sus víctimas, necesitaras algo para que la herida no sea más peligrosa. – usando las hojas que le sobraron sobre la piel de la mujer.

 

- En Inglaterra muchos transmutan objetos en bezoares, es muy útil cuándo se está apurado, pero recuerda que ese tipo de hechizos no soportan mucho tiempo y algunos venenos son tan potentes que se necesitara repetir varias veces el proceso. – Sacando el saco del agua, el le ofreció el resultado a Catherine, era evidente que el veneno avanzaba por su sangre, lo cual no era realmente un problema, Lawan conocía las propiedades del veneno de esa especie de coral, Permitía aguzar los sentidos aunque, lo que ayudaría a Catherine a concentrarse y entender cada una de las palabras del mago, ya que había estado hablando en Pársel desde que regreso con la tierra.

 

Sabría que la serpiente le inyectaría las toxinas, quizá fuera una jugada peligrosa, pero ningún alumno había muerto y Lawan no quería que el fuera el primer arcano con estudiantes fallecidos y mucho menos por un paro cardiaco por la excitación en aumento de los sentidos.

 

 

Lawan miro a Catherine tomar el bezoar y tragarlo sin duda, estaba aceptando la habilidad como parte de ella, no le cabía ninguna duda Catherine cada vez era más fuerte, se estaba sintiendo más cómoda con las serpientes. El arcano volvió a sonreírle a la serpiente, la cual seguía curiosa sobre el brazo de su alumna.

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Siente su cabeza dando vueltas por la falta de oxígeno y la dificultad que le produce respirar, pero que se muera el arcano si llega a admitirlo en voz alta. A medida que la preparación avanza y ella se esfuerza por escuchar, recuerda su experiencia en uno de los siete valles malditos, en donde el veneno también le había jugado una mala pasada, cercana a la muerte. Parece algo demasiado lejano y aún así debido a la situación lo rememora con claridad.

 

A pesar de su autocontrol, no puede evitar jadear al respirar y pensar en el sinnúmero de formas que tiene de librarse de ello antes que el arcano termine de preparar el bezoar. El dolor parece avanzar hacia su corazón a través de la red de su circulación y Catherine escucha a Nguyen hablar justamente de las cosas que podría hacer para quitarse de encima el dolor cuanto antes. No había tenido, en realidad, reales intenciones de morir aunque el piquete había resultado a pesar de todo un divertido experimento.

 

Al tragar el bezoar, siente una sensación repentina de paz y relaja la postura con las piernas dobladas bajo su cuerpo, sentada con las manos sobre el regazo. La serpiente aún rodea su brazo como un brazalete y Catherine no puede evitar mirar hacia ella con curiosidad. Es cierto que aún no ha alcanzado la edad suficiente pero también recuerda haber visto serpientes así antes. Lastimosamente, había sido en museos y zoológicos y no en su hábitat natural ¿sería entonces los aposentos del arcano un lugar habilitado para ello o la magia había obrado de forma milagrosa?

 

Extrajo entonces de su bolsillo un vial con una pócima clara de donde vertió algunas gotas en el piquete para luego guardarlo y en su lugar tomar su varita, cuyo extremo sobresalía del bolsillo de su túnica. Con ella, realizó un par de "episkey" de forma que la herida, además de haber bajado la hinchazón gracias al líquido, terminó por cerrarse al fin. El bezoar había hecho lo demás.

 

Listo ─anunció entonces satisfecha, mirando en dirección a Nguyen.

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Demisit lacrimas dulcique adfatus amore est 

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La mirada cansada del hombre se enfocó en Catherine y en la serpiente, por lo que hizo un ademan para que ambas lo siguieran mientras sonrió para sí mismo. – Vamos a sentarnos un poco. – Recalco un poco el anciano, ya no era tan joven como hacía 50 años y había tenido un día relativamente pesado con sus demás aprendices, con la ayuda de su varita de cristal como si se tratase de un bastón, se sentó en el piso de nuevo, para continuar observando a la joven.

 

- Necesito que tengas un compañero, todas las serpientes de mi vivienda viven aquí por gusto, no es que sean mis mascotas, son mis amigos y han venido a estar conmigo.

 

- Aunque no lo parezca, Lawan laoshi suele ser muy amable. – Interrumpió la coral que remontaba por el brazo de Catherine para susúrrale cerca del oído, la pequeña serpiente parecía cómoda al lado de su pupila.

 

- ¿Sabes quien fue Herpo el loco? – Acomodándose sobre el suelo, el anciano atrajo un libro de la repisa, a la mesa con un simple movimiento de su varita. – Se sabe que él fue uno de los primeros magos tenebrosos, un reconocido mago griego creador de maldiciones, y un hablante obviamente. – Abriendo el grueso libro, donde venía una imagen del famoso mago mencionado. – La historia puede ser confusa, no se sabe a ciencia cierta todo lo que realmente paso, la historia suele ser un camino de aventuras en el campo de la ambigüedad, pero si algo se sabe, es que él fue uno de los primeros magos en demostrar el don de los hablantes en Europa. – Colocando un separador en el libro para cerrarlo.

 

- Por ahora, hemos terminado la clase. – Ofreciendo el libro a la mujer. – Quiero que descanses, te veo muy cansada, que comas bien y que leas un poco sobre “El Loco” saldremos de viaje en dos días. –

 

- Zoe, hazme un favor y ve con ella, necesito que tenga alguien para conversar, te lo pido humildemente. – El anciano se inclinó hacia la serpiente después de sisear, ella solo miraba la escena y acento con la cabeza.

 

- Catherine, cuida a Zoe, es solo una cría, te veré en dos días en mi bungaló, haciendo aparecer un pequeño saco de lino. – Esta es una mezcla de hierbas, bañadas en licor de serpiente. - Abriendo la bolsa para que la mujer observara el contenido, y un peculiar y tenue aroma de petricor emano de la misma.

 

- El té puede ser un poco amargo, pero ten por seguro que te relajara lo necesario y te ayudara a la concentración, de todas formas ella es una experta en hierbas. – Apuntando a la serpiente la cual había descendido desde el brazo de Catherine a la mesa y metido la cabeza en el saco, el aroma atrajo directamente al reptil. – Anda a descansar, te veré en dos días, y por favor esta vez utiliza la puerta.- El anciano sonrió, sus dientes amarillos, su expresión fácil, Lawan no era lo que muchos consideraban un profesor, pero confiaba en que Catherine solo necesitaba algo de practica y con ayuda de Zoe, ella estaría lista para los siguientes retos, al menos parecía que ya no se le dificultaba entender cuando hablaban en Pársel, lo que era una gran mejora, ya que habian estado hablando entre ellos en Pársel y parecia ser cada vez más natural para la joven mujer.

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