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Legilimancia


Rosália Pereira
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~ Tu padre seguramente fue como cualquier hombre. Muchas personas pueden usar la habilidad. Pero se creen semidioses y no es asi ~

Rosália se había puesto a pensar que no ganaba nada con poner aquella actitud de rechazo. Si una persona había puesto en interés por aprender, entonces debía mostrar tal vez un poco más de compasión. Aunque continuaba habiendo algo en aquel hombre que a Rosália no le gustaba. ¿Su postura? ¿Su actitud de sabelotodo? El monólogo que hizo el joven Gryffindor fue en parte verdad, pero había una parte que no era tan asi y la Arcana debía cambiarlo por la imagen que correspondía a la Legilimancia.

~ Ser digno, es una característica casi obligatoria. La Legilimancia no se trata de emociones. Tampoco se trata de algo que imitar. Es muy bueno que el ejemplo de tu padre te haya servido a tí para querer convertirte en eso y más. ¿Pero que crees que pasa cuando empiezas a ver los pensamientos de las personas? ¿No crees que algo va cambiando en tí? ~

Mientras que Rosália iba comentando todo aquello, se fue alejando un par de metros de Thomas, de hecho se colocó al sitio donde éste había llegado, mientras él se ponía sobre la baranda. En otro momento y en otro lugar, tal vez hubiera hecho desaparecer aquel pilar para que el joven cayera al agua. Rosália pensaba cómo proseguir. No sabía si empezar por el principio o ir directamente a la acción. El joven se había presentado y le había dicho porqué estaba allí. Ahora tenía que demostrarle qué era lo que sabía.

~ La legilimancia, es la herramienta que te permite entrar a la mente de las personas. Es como leer un libro, pero que te permite no sólo leerlo, sino cambiarlo, borrarlo, agregarle cosas. Incluso añadirle una hoja. La mente no es un juego. Es algo sumamente importante, Thomas. No es como si espiáramos por el agujero de una cerradura. Sino que conectamos nuestras mentes con las víctimas y las vinculamos ~

Rosália sacó su Vara de Cristal. El brillo del sol impactó de lleno en ella, produciendo que ésta despidiera algunos destellos dorados y plateados. Siempre que la Arcana hacía aquello, las plantas y flores del lugar parecían responderle. Las flores se abrían más y la copa de los árboles se movían, ansiosos, como esperando una respuesta de su dueña. Formaban una parte de su ser. El anillo de la bruja híbrida brillo también. E hizo un movimiento con su varita. Necesitaba mover algunas cosas para entrar en clima.

El camino que llevaba a aquella terraza, empezó a cerrarse por las ramas de los árboles. Las enredaderas, los arbustos y césped formaban una especie de pared impenetrable. Cualquiera que quisiera ingresar, lo empujaría hacia fuera. Cualquiera que quisiera derribarlo lograría que ésta volviera a formarse. La naturaleza no era tan manipulable para magos y brujas comunes como los que vivían en aquel pueblo. Estaba segura Rosália, que cualquier otro aspirante que llegaría, vería la terraza tal cuál la había visto Thomas.

En el centro de aquel piso, donde estaba conformada por piedras, lineas y dibujos, emergió un pilar no más alto que nuestra cintura. Tenia algunos agujeros que empezaron a despedir agua y ésta, caía en las líneas y se perdía entre ellas. Era una fuente extraña, pero hermosa. El ruido invadió la terraza y Rosália respiró aire puro. El camino a la Legilimancia empezaba y esperaba que Thomas no la decepcionara. Se cruzó de brazos luego de haber guardado su varita.

~ Para que ésa vinculación sea exitosa, tenemos que estar seguros que nuestra mente no sea vulnerable. No hablo de la Oclumancia. Eso es otro arte diferente. Sino que debemos ser fuertes. No debemos perdernos en la mente de los que elegimos navegar. ¿Qué sucedería si te encuentras con algo allí dentro que deseabas? ¿Qué sucede si quieres intentar cambiar algo que no se puede, por más malo que sea? Hay que ser digno. Hay que pensar en nosotros y en la otra persona, aunque sea nuestro enemigo. Si fallamos dentro de la mente de alguien, puede que nos quedemos parados en una especie de limbo, por la eternidad. Asi que el primer paso es poner la mente en blanco. Hay que ejercitar eso todo el tiempo. Tener la habilidad de no pensar en nada para luego enfocarnos en nuestro objetivo. ¿Estás listo? ~

 

Rosália le pidió a Thomas que cerrara los ojos. Que de a poco empezara a sacar todos sus pensamientos. Que se concentrara en el ruido de la fuente y de la naturaleza, para ayudarse. Claramente que lo prepararía para lo que seguía, pero tenía que dejar totalmente inofensivo a su pupilo.

 

~ Si, puedes llamarme Maestra ~

 

Le comentó aunque no mostró la sonrisa que debería haber realizado.

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-Se equivoca… mi padre es un gran hombre- respondió con arrebato el joven mago, pues la frase que su maestra le había expresado le dañó en parte; debido a que Elros tenía una bella imagen de Elvis y sabía que él no se engrandecía, en lo absoluto, al tener conocimientos sobre el arte de la Legilimancia. -Y sí… maestra. Concuerdo con usted… Los pensamientos de las personas nos van moldeando de una forma diferente. A veces pienso que las actitudes premeditadas de la gente… cosas negativas esencialmente… pueden llegar a sacar aspectos igualmente malos en nosotros; nos decepcionan y nos hacen ver que la vida no siempre es tal cual la pintan los demás… Hay un dicho muy sabio que dice: “Caras vemos, corazones no sabemos”… y tiene mucho de cierto. La ironía, la envidia, la avaricia y muchas otras demostraciones más… a veces son encubiertas por falsedades de la muchedumbre; por el simple hecho de beneficiarse de aquello… o hacer daño a alguien- comentó con seriedad en su hablar; relacionando todo lo expuesto a los actos inhumanos de los mortífagos.

 

Mientras el ojiverde estaba apoyado sobre la baranda de la terraza, contemplando las aguas del lago que bañaba los jardines de la Universidad; Rosália se alejó unos metros de él sin dejar de explicar el real significado de la Legilimancia. Su concentración estaba centrada en cada palabra que la arcana emitía, tanto así que la definición y las características principales de la habilidad, quedaron grabadas en su mente, como si la mujer hubiese sacado un cincel para tallar en sus lóbulos cerebrales cada detalle de la privilegiada información que le daba a su nuevo aprendiz. -Disculpe… maestra. Me gustaría pedirle algo… en particular. Como ahora soy un libro abierto… esperando aprender de usted… deseo que me llame por mi verdadero nombre… Elros- solicitó el inefable del Departamento de Misterios; siendo muy sincero con la docente, pese a que daba por sabido que la hechicera conocía su historia y no se extrañaría, incuestionablemente, de la petición que su alumno abnegado le estaba haciendo con humildad mirándole fijamente a los orbes.

 

Lo que sucedió a continuación fue grandioso. Rosália sacó su Vara de Cristal y junto con el poder de su anillo empezó a dar ambiente a lo que sería el lugar de entrenamiento. El astro sol brillaba majestuosamente, las flores y los árboles parecían responder a un llamado que la bruja explayaba con su sapiencia, y todo se amoldaba a lo predispuesto por la Pereira de tal manera que el Poulain solamente se dedicaba a observar tranquilamente los cambios que se suscitaron en cosa de segundos en lo que antes era una simple terraza. <<Poner la mente en blanco… poner la mente en blanco>> cavilaba una y otra vez, posterior a oír todo con respecto a la vinculación de su mente con la de su víctima. Pero las preguntas de su maestra no le dejaban en paz… ¿Qué sucedería si lograba entrar en la mente de Sofía Granger y descubrir que efectivamente ella había tenido que ver en la futura muerte de sus padres? ¿Qué pasaría si trataba de alejar de aquella francesa todas las ideologías ligadas a las Artes Oscuras? No lo sabía… eran respuestas que no podía dilucidar sin la orientación que la arcana brasileña debía brindarle una vez que estuviera preparado para el reto definitivo.

 

Cerró sus ojos tras sentarse en posición india frente a la mujer… El sonido del agua al recorrer la fuente invadió su ser poco a poco. El piar de las aves, el croar de las ranas del lago, el soplido del viento al rozar los pastizales y el cantar de las hadas… pasaron a ser parte de lo que percibían sus cinco sentidos. Estaba logrando entrar en descanso sus ideas, sus emociones, sus pesares… Todo se hacía cada vez más blanco… más inofensivo… más etéreo. Fue así que su mente se conectó con su ser más interior, con su cuerpo… su respirar. Ya no molestaba nada más en sus alrededores… no habían preocupaciones ni deberes, no existían los miedos ni los disturbios… ahora estaba solo consigo mismo.

 

-Estoy listo- confesó.

Editado por Thomas E. Gryffindor
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Rosália miraba atentamente al joven aprendiz porque no se detenía ni un segundo, estaba hablando todo el tiempo. Reformulaba todas las palabras que la Arcana le comentaba y añadía un montón de información innecesaria. Rosália sabía que los hombres podían volverse incómodos por su presencia. Incluso estaba segura que aunque les dijera su edad verdadera, a casi nadie le importaría. ¿Cómo podía darse por aludida cuando podía cambiar los pensamientos a su gusto? La única que podía negarse a ella era Aailyah pero después de pensarlo, no podía contra ninguno de sus camaradas.

 

~Elros. Eso era lo extraño en tí. Demasiado secretos que ocultar~

 

Rosália le dirigió una sonrisa un poco maquiavélica. Le encantaban los secretos porque eso le permitía saber más sobre las personas. No porque le interesaba, para nada, sino porque tendría mucha más información que manipular. No causaría daño pero su clase hacia su aspirante, se volvería mucho más interesante. ¿Y si su aprendiz se volvía realmente fuerte? Esperaba que asi fuera. Elros empezó a concentrarse. Rosália podía observarlo, estaba tranquilo, se empezaba a calmar, pero su cabeza no paraba un segundo. ¿Acaso le parecía fácil?

 

~No, claro que no lo estás. Si no dejas de pensar en Sofia. Si no dejas de pensar en su relación con las Artes Oscuras. Si no dejas de pensar en la muerte de tus padres, entonces jamás estarás listo para poner la mente en blanco, Elros~

 

La Arcana tal vez se estaba sobrepasando, pero en el momento que Elros firmaba la inscripción a su clase, estaba autorizando a que ella lo manejara como mejor quisiera o como mejor creería que funcionaría. Cada persona era diferente, cada alumno aportaría su poder al anillo que ella misma portaba, asi que debía exprimirlos como si fuera lo último que conseguiría. Su anillo brilló a la luz del sol. Las ramas que parecían una pared, apenas se movían con la brisa. Rosália suspiró. Debían bajar las aguas.

 

~Debes respirar. Debes realmente olvidarte de todo. No es fácil, Elros. Necesitas más concentración. Cierra los ojos y déjate llevar. Tal vez si piensas en tu lugar favorito, sea mucho más facil olvidarte de tus problemas~

 

La Arcana de la Legilimancia se escuchaba rara. Estaba dándole consejos de una manera como cualquier maestra tenía que hacerlo. Pero algo la estaba guiando hacia ello. Algo le decía que si el joven continuaba así, llegaría a lo que ella necesitaba. La bruja híbrida le comentó que ella le diría cuando él estuviera listo. Por eso que cuando cerró los ojos, volvió a sacar la Vara de Cristal sin que su aprendiz la viera. No tendría manera de saber que ella lo estaba encantando en ése momento. Un simple movimiento de su varita especial y la mente de Elros se abría como nunca. Estaba ayudando a que su poder aumente. Por eso, que cuando el joven imaginara ése lugar que Rosália le comentaran, viajarían a él. Sería tan real, que parecería que estarían allí.

 

~Abre los ojos~

 

Le comentó la pelirroja, invitándolo a que se diera cuenta de dónde se encontraban. ¿Qué sitio era aquel? ¿Realmente habían viajado hasta allí?

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¿Demasiados secretos que ocultar? ¿Parezco ser un tipo extraño? Eran las preguntas que no dejaban de brotar, mágicamente, por la mente del Gryffindor cuando oyó lo que la Arcana le decía; sobretodo aquello que tenía relación con sus mayores temores y motivos por los cuales él había decidido viajar al pasado con un Giratiempos fuera de serie que fabricó en compañía de su tía Arabella en un futuro próximo. Su respirar se agitó, sus músculos se tensaron, su mandíbula se apretó con resentimiento y rencor… todo aquello producto de haber escuchado el nombre de Sofía proveniente de los labios de la Pereira… ¿Tanto podía llegar a no pecar de ignorancia esa rara mujer? ¿Me está leyendo como un libro abierto listo para ser devorado por un sagaz lector? Se cuestionaba, una y otra vez, sintiéndose absoluta y completamente desnudo ante los ojos inquisidores de quien ahora era su maestra. -Está bien- se limitó a responder; volviendo a bajar los párpados para concentrarse aún más que la oportunidad anterior. Ahora debía poder lograr su objetivo, no podía defraudar a Rosália ni a sí mismo; tendría que demostrar que era digno de aquel saber ancestral heredado de Elvis.

 

Fue así que guardó silencio y se sumergió en la paz de su propia conciencia, inspirando y espirando al ritmo que su diafragma se lo permitía, orientando sus cinco sentidos hacia el mismísimo infinito con tal de nublar sus pensamientos de un vacío inminente… la nada. Todo debía quedar en blanco; alejar sus temores, sus aspiraciones, sus limitantes y todo lo mundano que lo rodeaba día a día… tenía que demostrar su fortaleza. Poco a poco se fue relacionando con aquel lugar favorito que la Arcana le sugirió; espacio que se dibujaba de forma diseminada en cada rincón de su cognición, hasta que finalmente se materializó en un cien por ciento. El ambiente estaba lleno de objetos muggles de alto valor comercial, pero todos ligados a un área específica que fascinaba al pelirrojo… la mecánica junto a la tecnología. Se observaban baldes con aceite, piezas de repuesto de escobas esparcidas por todos lados, tarros de pintura, herramientas metálicas… ¿Era su Vulcanización? No, no lo era; debido a que en una esquina de la estancia se hallaba una cama bien estirada con un bello peluche con forma de tejón sobre la cabecera de la misma. Cuadros con fotografías, que se movían alegremente, adornaban las azuladas paredes que bordeaban el perímetro de la habitación... "su habitación".

 

Cuando Rosália le pidió abrir sus orbes esmeraldas, Elros no pudo contener la sensación de añoranza de todo lo que sus ojos captaron en cosa de segundos. -No… no puede ser- dijo tras tragar una bocanada de saliva que discurrió por su garganta, percatándose de que ahora ya no estaba en la terraza cercana al lago de la Universidad, sino en su alcoba… pero no se trataba de su cuarto actual. -¿Qué es todo esto maestra?- inquirió con intriga, mirando de frente a la mujer.

Editado por Thomas E. Gryffindor
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Rosália negó con la cabeza mientras leía la mente de Elros al hacerse todas aquellas preguntas dentro de su mente. La Arcana no entendía como alguien podía concentrarse con todos esos pensamientos que pasaban tan rápidos como una Snitch. Para la Maestra parecía como si el joven estuviera diciendo todo eso en voz alta. Pero de a poco, o eso debía admitir, su alumno estaba tranquilizándose, buscaba la paz y al parecer, los magos se conformaban con tener un problema y buscar una manera de vivir mejor. Eso Rosália no era de su agrado pero tendría que ignorarlo.

 

~Éste sitio es al que tendrás que concurrir cada vez que quieras dejar pensamientos que te afecten demasiado. ¿Cómo enfrentarás la vida sino? ¿Cómo podrás leer la mente tranquilo si tu cabeza no se detiene un segundo?~

 

Rosália se había estado aguantando para no decir muchas cosas pero si habíamos llegado a aquella habitación, entonces era cierto que no necesitaban dejar la mente en blanco, al parecer. La Arcana caminó unos pasos mientras Thomas intentaba descubrir donde era que nos encontrábamos. Tal vez no era lo mejor aclararle que todo era real, o que podía ser un sueño. Debía aprovechar la predisposición del alumno para seguir avanzando o jamás estaría preparado. Por eso Rosália tenía que estar segura de lo que tenía que responder.

 

~¿Estás seguro que quieres aprender el uso de la Legilimancia para al finalizar, poder entrar a hacer la prueba? Es algo complicado pero no imposible~

 

La bruja híbrida se junto el pelo que caía en cascada sobre su espalda, y lo llevó todo por encima del hombro izquierdo. En el otro la ropa parecía brillar cada vez más por los rayos del sol. Incluso algunas flores crecían y se movían cada vez que Rosália las rozaba con sus dedos. Parecía que todo eso tuviera vida. Estaba segura que nadie conocía los secretos que un Arcano podría llegar a tener. ¿O por alguna razón es que había pasado las Siete Puertas? Por eso debía estar segura que Elros Thomas Gryffindor, quería y podía enfrentarse a una de ellas.

 

~Si tu respuesta es si, entonces me gustaría que empecemos con alguna tarea. ¿Te parece? Primero debo enviarte solo, para ver cómo es que te desenvuelves y como te puedes llegar a equivocar. Quiero que recorras fuera de éste sitio y me traigas el recuerdo de tres personas. Los que quieras. ¡Pero recuerda! la Legeremancia es un arte silencioso. Y de mucho cuidado. Así que nos encontramos aquí en una hora. Yo estaré por allí vigilándote~

 

No estaba segura si su alumno había entendido, pero Rosália había sido clara. Ella quería que Thomas recorriera el exterior de ésa habitación. Sea la mansión, las calles o algún negocio y que recurriera a la Legilimancia contra alguna persona. La Arcana podría ver esos recuerdos robados porque ella misma se los sacaría a su pupilo. Era como una cadena. Así que era cuestión de recorrer, de analizar mentes y de hacerse los recuerdos como si fueran propios.

 

Cuando su alumno entendió lo que tenía que hacer, ella asintió y se esfumó. Estalló en miles de flores tan rojas como la sangre y se desintegraron con el viento.

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-De acuerdo; usted sabe- respondió el mago a las primeras palabras de Rosália, las cuales decían relación con el hecho de que cada vez que quisiera dejar atrás los pensamientos que le afectaran de alguna u otra manera; recurriese al mismo lugar en donde ahora sus pies pisaban con mayor firmeza y seguridad. Elros sonrió al ver que la Arcana caminaba por la alcoba, percatándose que cada cosa estaba en su lugar, tal y como lo recordaba desde aquel último momento en que su mirada esmeralda se fijó sobre cada detalle de la habitación que minutos más tarde se volvió ceniza por el ataque de los mortífagos. -¡Sí! Estoy seguro… y quiero estar totalmente preparado para hacer esa prueba y no defraudarle… a usted ni a mí. Soy digno del conocimiento y del arte de la Legilimancia, maestra- exteriorizó el pelirrojo con convicción absoluta y determinación, al mismo tiempo que fijaba sus orbes en la bruja.

 

-¿Una tarea dices? Vaya, me parece una perfecta oportunidad- contestó el Gryffindor con tranquilidad en su actuar, observando minuciosamente cada signo de vida vegetal que se podía contemplar por los alrededores de ambos magos; llamándole la atención cómo las plantas y las flores se manifestaban ante los estímulos táctiles de la Pereira, como si ésta les comunicara algo o lograra traspasar sus emociones y energías hacia éstas. -Nos vemos en una hora, maestra. Le traeré lo que me pide, se lo prometo- finalizó el inefable antes de que Rosália asintiera con un gesto de su cabeza y luego desapareciera del sitio en el que estaban a orillas del lago, estallando en un conglomerado de pétalos carmesíes que se desintegraron con el viento en cuestión de segundos. <<Voy y vuelvo…>> pensó antes de envolverse en aquella desagradable sensación de succión que lo alejó de la Universidad en un instante.

 

El joven alquimista del futuro no tenía muy claro lo que debía hacer dentro del transcurso de una hora antes de su encuentro con Rosália, pero sí sabía que tendría que demostrar de qué estaba hecho y las destrezas que poseía para conseguir ser un “digno heredero” de la habilidad de la Legilimancia. Fue así que su primer destino pasó a ser su lugar de trabajo en el Departamento de Misterios. Allí probó su conexión mental con Jessie Stabolito (Link), de quien extrajo un lúgubre recuerdo que le provocó una evidente tristeza al darse cuenta del real motivo que orientaba tan mal carácter de la bruja frente a las relaciones interpersonales. Luego usó el arte de la lectura de mentes sobre Athena Rouvás (Link) en las dependencias de su local comercial en el callejón Diagón, la Vulcanización Mágica; tomando una memoria de la fenixiana que tenía relación con sus padres y el significado de éstos en su vida actual. Y finalmente acudió a la mansión Granger; allí hizo lo mismo con Sofía Elizabeth Granger (Link), cogiendo una evocación psíquica nostálgica y lujuriosa basada en la figura de su antiguo amor y padre de sus pequeños gemelos, Oscurus y Mithdraug; avergonzándose por aquello.

 

Cuando su reloj de bolsillo le indicaba que restaban diez minutos para cumplirse el plazo establecido por su docente; Elros se disculpó con Sofía y sus invitadas para salir hacia los jardines delanteros de la residencia de los Granger, lugar en donde desapareció con tal de volverse tangible, en breves instantes, en la terraza de piedra de la Universidad Mágica. Tras introducirse nuevamente en el túnel de matorrales y flores, y visualizar la fuente de piedra conformada por la Arcana gracias a su Vara de Cristal; se animó a desenvainar su varita de pirul con el propósito de alzar la voz sutilmente en un “Expecto Patronum” que hizo brotar una serie de hilos plateados desde el extremo distal del arma del mago ojiverde.

 

<<Maestra… maestra Rosália… he llegado de la misión. La tarea encomendada fue concluida. La espero frente a la pileta de piedra dentro del túnel de arbustos florecidos que usted misma elaboró. Nos vemos…>> Fue el mensaje transmitido al ágil mono araña resplandeciente que se materializó y salió revoloteando por las proximidades en búsqueda de la brasileña erudita en Legilimancia. A lo lejos, cerca del Guardián del Lago, se podían vislumbrar una serie de espirales de humo que cubrían el cielo de una opacidad grisácea que en cosa de minutos ocultarían los escasos rayos de sol que brillaban tenues a esa hora del día primaveral de Abril.

Editado por Thomas E. Gryffindor
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Rosália movio su mano y las aguas dejaron de mostrar el reflejo de ella misma, para mostrar como se estaba desenvolviendo Elros Thomas. Su mente estaba enfocada en tratar de conseguir aquellos recuerdos, asi que la Arcana había decidido por unos segundos, no invadir su cabeza. Luego tendría tiempo para eso. Miraba fijamente como realizaba su trabajo, aunque Rosália sabía que aún le faltaba mucho para aprender. ¿Como iba a enfrentar la prueba si su pupilo aún no sabía disfrutar aquellos recuerdos?

 

La Arcana de la Legilimancia dejó de observar a Thomas para desaparecer aquel encantamiento que le permitía ver con sus propios ojos lo que hacía. Se dió la media vuelta y desapareció nuevamente. Por momentos, jugaba como si fuera el viento. Se movía tan rápida como una gacela pero invisible, como un fantasma en pleno día. Podía moverse entre los árboles como un espíritu de la naturaleza. Era fácil y ningún mago o bruja se podía dar cuenta. Incluso llego por detrás de Thomas, mientras que éste invocaba un Patronus.

 

~Ése recuerdo al que recurres para invocar el encantamiento patronus. ¿Es siempre el mismo? ¿Funciona diferente con diferentes pensamientos?~

 

Rosália no pudo llamar mejor la atención que aquella, a escasos dos metros por detrás, mientras el animal tan plateado como la luna escapaba en búsqueda de ella misma. Estaba segura que el mono regresaría, aunque su alumno ni se daría cuenta. Las lecciones continuaban pero antes debía hacerle al menos alguna observación sobre lo que había hecho. Pudo ver a las tres personas. Pudo aferrarse a aquellos recuerdos pero para Rosália eran inútiles. Sabia que Thomas podría cada vez mejorar y hacerse con mejores cosas.

 

~ Podemos decir que fue un buen comienzo. Pero necesito que te concentres más. Que te esfuerces más. Que no dejes de practicar ni un segundo. Vamos a volver a concentrarnos en nosotros. ¿Te parece? Presiento que algo te molesta, algo te incomoda en tu vida y no puedes permitirte poner la mente en blanco.~

 

Rosália le hizo una seña para que éste volviera cerca de la fuente. La Arcana volvió a sacar su Vara de Cristal y la apuntó hacia la cabeza de Thomas. Hasta que no viera lo que ella quería, no podían avanzar.

 

~Leer las mentes es algo complejo, pero no imposible. Asi que ahora quiero que nos centremos en tu peor recuerdo. El que no te deja dormir por las noches, el que te acecha todo el tiempo. Vamos a entrar en él y voy a enseñarte a cómo se puede manipular los recuerdos de la persona. Pero primero debemos ubicarnos en él~

 

Comentó la híbrida, poniéndose nuevamente del otro lado de la fuente. Thomas solamente tenía que hacer su parte, Rosália para todo ésto, ya se había sumergido en la mente del joven. La Maestra sabía que nadie podía leer su mente, salvo Sauda. Pero ella sabía técnicas para ocultar la mayor parte de sus recuerdos. Ésta vez la pelirroja se mostró apenas más social, por lo que decidió sentarse en el suelo. Los rayos del sol pegaban sobre Rosália de una manera única. Sus ojos cerrados mostraban su figura como si se tratara de una especie de estatua de mármol.

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Tan pronto como Elros hubo convocado el hechizo patronus, su mente percibió sagazmente los pensamientos de su maestra Rosália, quien había hecho fiel su promesa de vigilarle de cerca mientras el pelirrojo recaudaba las memorias de las tres brujas que tenía ahora en su cerebro. Debido a eso no le sorprendió que la Arcana se apareciese justo detrás de él a unos dos metros de distancia de su vasta espalda y del sitio que lo cobijaba dentro de aquel túnel de enredaderas y flores que ella misma había conformado con su Vara de Cristal. -No siempre recurro al mismo, maestra. Desde que fui estudiante en Hogwarts… he aprendido a utilizar diferentes recuerdos felices y plenos que me ayuden a realizar un patronus corpóreo que sea eficaz y eficiente para la tarea que yo le encomiende… ya sea para repeler a uno de los dementores, a un grupo de estas mismas criaturas… o para enviar un mensaje como el que acabo de darle a mi mono araña… cuya destinataria era usted misma- dijo el ojiverde, mientras sus pasos se acercaban sigilosos hacia donde estaba la brasileña.

 

Fue en eso que el Gryffindor decidió mirarle fijamente a los ojos y, luego de efectuar un rápido gesto llevando su dedo índice derecho hacia su sien ipsilateral, dio paso a una serie de memorias que aparecerían en la mente de la Pereira como pequeños flash-backs de una antigua cinta de película. Dentro de ellos se encontraban: Elros siendo seleccionado por el cáliz de fuego como campeón de Hogwarts para el torneo de los tres magos, el momento en que ingresó al Clan de los paladines de la Orden de la Mano de Plata y logró vincularse con su fiel corcel “Dalziel”, su gran éxito en Quidditch como guardián imbatible en el equipo de Hufflepuff, el primer beso con su novia Millie Diggory… pero por sobretodo y el más feliz indudablemente era la imagen de sus padres, Elvis y Annick… “vivos”. Sí, esa misma escena que se consolidó cuando arribó del futuro y pudo ver a ambos magos con vida, pasó a ser el instante más emotivo y feliz en la vida del joven aspirante a legilimago; tanto así que cuando esta memoria floreció en su conciencia, no logró evitar que una lágrima rebelde se asomase por su orbe derecho y recorriese su mejilla tranquilamente hasta perderse en la base de su mentón. Aquella memoria… aquel segundo, era innegablemente el más fuerte de todos los guardados en su espiritualidad.

 

-Me parece, maestra. Tal vez tenga razón… es lo más probable- respondió el inefable a las palabras de la Arcana mientras le seguía los pasos de cerca nuevamente rumbo a la fuente que la carioca había manufacturado con su sapiencia. Tragó una bocanada de saliva cuando la bruja le apuntó a la cabeza con su Vara de Cristal, sintiendo una sutil amenaza en sí por lo invasivo que resultaba ser el hecho de que alguien te intimidase a tal grado con un arma que solía ser letal en manos de los hechiceros. -Muy bien… iremos ahí entonces- susurró el muchacho británico con mayor templanza, manteniendo sus verdes ojos cerrados para lograr concentrarse en lo que iba a mostrarle a su guía. No sabía si era correcto enseñarle todo aquel dolor y miedo que estaba fundido en la base de su corazón, aquella fuente de pena que no le dejaba dormir por las noches y que le remordía la conciencia al cuestionarse a sí mismo que quizás debió actuar de una forma diferente para haber evitado tal tragedia que partió su alma en dos cuando sus piernas y brazos aflojaron y sus fuerzas se apagaron.

 

Cuando su respirar se armonizó con el ambiente y sus cinco sentidos se agudizaron, abrió sus ojos de par en par con firmeza, y posteriormente desvió su contemplación a los orbes de la legilimago que estaba sentada en el suelo próximo al majestuoso pilar de piedra del que discurrían pequeños hilos de agua cristalina. Ella se mantenía concentrada, ensimismada tal como una hermosa mujer silvestre inmortalizada en una estatua de mármol; pero Elros no tenía duda alguna que sus memorias desconsoladas se traspasarían efectivamente al pensar de la enigmática docente de la Universidad. Fue así que su fornido cuerpo se trasladó al año 2035, período en que los rumores de que el Ministerio de Magia había sido corrompido por la Marca Tenebrosa se acrecentaron. Asaltos, redadas, secuestros y asesinatos múltiples eran pan de cada día, sembrando el caos en la población mágica de todo el mundo. Tras recibir el aviso de su elfo Quinn acerca del incendio en la mansión Diggory, se enloqueció a tal punto de desobedecer la indicación de sus padres de resguardarse junto a la familia y salió hecho una bala por el vestíbulo para salir de la residencia fenixiana con tal de verificar la información dada por su leal sirviente doméstico. Pero... en pleno trayecto a su destino, fue interceptado por su madrina Arabella; quien lo condujo hacia uno de los ventanales de la morada y abrió lentamente sus cortinas. Sus orbes se abrieron como platos al visualizar al menos a veinte mortífagos junto a los dos cadáveres maltratados y calcinados de sus padres, tratados como dos marionetas esclavas del fuego en aquella lúgubre noche que manchó de sangre y tragedia a la familia de Elros. En el santiamén que aquellas memorias aparecían en su mente… que dichos funestos rostros de Elvis y Annick se plasmaban en su conciencia, sus manos empezaron a tiritar y un frío sudor recorrió varias zonas de su cuerpo. Su cabello estaba empapado, su rostro transpirado mojaba la base superior de su polera… Todo lo que había brotado en él era desasosiego, melancolía y venganza… la misma que usó sin querer en contra de la única figura que estaba cercana a su silueta.

 

Luego de plasmar en su conciencia lo solicitado por su maestra; Elros, sumergido en un cruel sentimiento de rencor y represalia aflorado por tal devastadora muerte de sus padres, no dejó de mirar a Rosália ni por un segundo. Tanto así que la ilustrada brasileña no pudo evitar hacer contacto visual directo con su alumno… y fue ese punto el que desencadenó una serie de sucesos psíquicos que el pelirrojo hubiese preferido no ver jamás. Egoísmo, interés y desamor fueron los vértices de aquel triángulo afectivo que se materializó en su mente en cosa de segundos. Ahí estaba la hermosa Pereira… tan humana, tan perfecta, tan ilusionada e inocente… junto a un hombre despiadado, ebrio y sin control que arremetió en su contra de todas las maneras existentes con tal de denigrar la virtud de una mujer. Un profundo odio, sed de destrucción y desgracia nublaron la mente de la humana que jamás había tenido que defenderse de alguien; hiriéndola en lo más íntimo de su alma… -¿Qué? ¿Qué fue todo eso?- preguntó el Gryffindor cuando pudo recobrar el aliento y su ser se volvió a situar dentro de aquel túnel florecido junto a la fuente de piedra en compañía de la Arcana de la Legilimancia. Todo era confuso, pero de alguna manera sintió que por breves milésimas de segundos su mente se conectó de tal forma con la Pereira que logró escarbar en los recuerdos más esenciales y punzantes de quien ahora le miraba extrañada en el suelo.

Editado por Thomas E. Gryffindor
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Rosália se había limitado solamente a observar al joven Thomas. Era tan manipulable que no podía creer lo fácil que había sido conseguir que se concentrara en esos pensamientos. Para la Arcana de Legilimancia no era necesario pedir las cosas, ya había analizado centímetro a centímetro cada parte de su mente, sus mejores recuerdos, sus peores pesadillas, sus miedos, sus secretos ocultos. Toda persona que se cruzara con Rosália terminaba siendo un cachorrito recién nacido. Pero lo que ella tenía que hacer, era corroborar que la persona resistiera a todo eso. Muchos podían leer la mente, pero la prueba se encontraba después de ése momento.

 

~No necesito que hagas eso, Thomas. Pude ver esos recuerdos antes que volvieras a ésta plataforma~

 

Se había ablandado lo suficiente para aguantar la presencia de un humano. Pero no iba a soportar que la trataran como alguien inferior. Si ella quería, hasta podía reemplazar todos los recuerdos de Elros y olvidarse hasta de cómo se llamaba. Pero lo básico ya el pupilo lo lograba manejar. Sabia como concentrarse. Sabía como buscar en la mente de las personas pero aún le faltaba un poco más. Por eso tenía que seguir el protocolo. Le había preguntando una vez, antes de llegar a ésa isla donde se encontraba la pirámide, debía volver a preguntar. Incluso faltaba una vez. Rosália ya sabía la respuesta.

 

~Hemos logrado atravesar por algunas situaciones donde demostraste que reconoces lo básico de la habilidad. Pero lo importante no es eso, sino usar lo que vimos acá para enfrentarte a la prueba. ¿Estás seguro que vas a poder enfrentar tus miedos allí dentro? ¿Estás seguro que abrir tu mente a otros va a ser una buena opción? ¿Estás preparado para realizar la prueba dentro de la Pirámide en el Ateneo? No hay marcha atrás y si abandonas o sucede algo malo, nunca más vas a poder aprender Legeremancia~

 

La voz de Rosália era neutra. Se había logrado volver a poner de pie y miraba atentamente a su pupilo. Estaba segura que podría haber sido mejor, pero al ser el primero podía admitir que lo habían hecho bien. A Thomas le faltaba siempre algo para satisfacer a la híbrida, pero estaba segura que bajo presión, podría actuar de una mejor manera. Tenía que esperar a Thomas, pero no se quedaría allí a tomar sol, no. Continuó con algunos pasos.

 

Lo primero que hizo fue mover su Vara de Cristal una vez. La pared de enredaderas, arbustos y flores se fue desenredando para dejar el paso libre por donde había llegado. Se podía volver a ver el camino que iba directamente a la Universidad. Con un segundo movimiento, la pequeña fuente se hundió en el cemento y dejó de escupir agua. La paz volvía a invadir el lugar. Y por último, Rosália movió su arma mágica, y apareció entre ellos una especie de portal. Era tan verde como los árboles que los rodeaba. Y lanzaba brillos dorados como diminutas luciérnagas que esperaban ansiosas revoloteando alrededor de aquella prueba.

 

~Ésto te llevará directamente a la Isla donde se encuentra la pirámide. Cuando estés listo, debes atravesarlo. Allí te encontrarás con algunos obstáculos antes de poder entrar donde se encuentran las Siete Puertas. La prueba comienza en éste momento. Si tu respuesta es afirmativa a que estás listo, nos vemos allí en tres horas~

 

Rosália asintió con la cabeza. Estaba segura que lo vería dentro del Ateneo, aquel sitio donde se encontraba rodeado por diferentes cosas. La Arcana debía ir a preparar el sitio mientras Thomas se preparaba mentalmente. Necesitaría de toda su fuerza si quería obtener el Aro de la Habilidad. Volvió a desaparecer en un estallido de pequeñas hojas verdes y diminutas flores rojas.

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Elros solamente optó por entregarle una sonrisa valiente a Rosália cuando ésta le preguntó una vez más si estaba preparado para enfrentar la prueba, pues en su percepción mental se hallaba la respuesta que la Arcana de la Legilimancia deseaba escuchar desde los labios de su actual pupilo. El Gryffindor estaba seguro de querer dar aquel paso tan importante para su vida, se sentía preparado para enfrentar sus miedos y abrir sus pensamientos a otros que tal vez quisieran hacerle daño e incluso manipularle. Era fuerte, persistente y osado; había dado todo de sí para demostrar a su mentora y a sí mismo que era digno de la habilidad que le fue heredada desde su padre, a quien quería honrar tras conseguir el Aro dentro de todos los retos que se le pusieran por delante al interior de las Siete Puertas. -Estoy consciente de todo eso, maestra. No voy a fallar… se lo prometo- expresó con seriedad, sabiendo que ya no habría marcha atrás frente a la trascendental decisión que acababa de tomar. -Estoy muy seguro y preparado. He aprendido lo suficiente de usted… ahora me queda ser capaz de dar todo lo que de mí dependa para conseguir mi objetivo- agregó, observando que la Pereira se incorporaba una vez más dentro de aquel túnel botánico que los cobijaba desde la mañana.

 

Su mirada esmeralda analizó tranquilamente todo lo que aconteció a continuación; pues la Arcana desenvainó una vez más su Vara de Cristal y empezó a desmontar todo el escenario que había utilizado con su alumno. Rápidamente las enredaderas y los arbustos se alejaron, las flores volvieron a ser pequeños botones sin prosperar que se ocultaron entre las hojas de los matorrales, la fuente de piedra se hundió bajo el cemento al dejar de fluir aquellos ríos de agua que le dieron una magia diferente y extraordinaria al pilar de reflexión que Thomas no olvidaría jamás en su vida. Todo estaba sereno, una vez más, en la terraza frente al lago universitario; ni siquiera las aves cantaban cuando apareció un portal tridimensional frente a ellos y producto de la sapiencia de la brasileña con el uso de su cayado. Fue así que una tonalidad verde resplandeciente invadió todo el ambiente penetrando los ojos del pelirrojo, los cuales irradiaban tesón ante el brillar de las chispas doradas que revoloteaban como un hechizo patronus en búsqueda de su destinatario. -Descuide… ahí estaré- respondió con bastante convicción antes de que Rosália desapareciera en un estallido floral carmesí que era característico de ella. <<Vamos… a cumplir mi destino>> se envalentonó a sí mismo mentalmente mientras respiró profundamente con los ojos cerrados por tres oportunidades; para posteriormente abrirlos con suma determinación al instante de cruzar el umbral del portal que lo trasladaría a la isla en donde se alzaba majestuosa la pirámide del Ateneo.

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