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Legilimancia


Rosália Pereira
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«No esperaba más de ti para ser la primera vez». Aquella frase cayó como un mazazo en la mortífaga, que se quedó petrificada mirando a la arcana. Pero, por supuesto, no le respondió. Sentía el suficiente respeto por ella como para comprender que su comentario era constructivo, sin un ápice de maldad. O eso quería pensar. Su reflexión pareció confirmarse cuando la híbrida le dedicó una sonrisa, y Anne consiguió responder con una similar a la vez que asentía con la cabeza, indicándole que compartía su opinión y que se esforzaría mucho más a partir de aquel momento.

 

Luego escuchó lo que le explicaba sobre el hechizo que ella había leído, y comprendió que llevaba mucha razón en lo que decía. Si quería observar los pensamientos o recuerdos de alguien, no sería muy recomendable avisar de ello pronunciando un hechizo, claro estaba. Guardó aquellos detalles en su mente y luego siguió escuchando a Rosália, que ahora le recomendaba estirar las piernas. Sí, estarse quieta en el mismo sitio no siempre le venía bien. Se puso en pie agradeciendo con otra suave sonrisa la ayuda de la arcana y se sacudió la ropa despreocupadamente, aunque enseguida se dio cuenta de que no estaba manchada.

 

¿Iremos hacia allí? Está bien, veamos —dijo, mirando de soslayo a Nathan. Al parecer, él continuaría su lección allí. En buena parte se alegraba, porque no le apetecía tener que volver a practicar con él... el recelo ante el hecho de que pudiera leer algo en su mente sobre sus afiliaciones y lealtades seguía teniéndola alerta. Incluso la arcana podría haber visto algo ya...

 

Procuró alejar esos pensamientos de su cabeza, sabiendo que podría influir en sus problemas de concentración para realizar las actividades que Rosália le iba diciendo. ¿Por qué le costaba tanto centrarse en lo que debía hacer en lugar de en sentir temor por lo que pudieran ver en su cabeza? Debía aprender a controlar su mente, comenzaba a ser demasiado necesario si quería obtener buenos resultados en aquella clase. Casi sin darse cuenta, había avanzado varios metros en dirección al campus universitario, el lugar que había señalado la arcana un poco antes. Ella seguía a su lado, aunque no le quedaba muy claro porqué la acompañaba a ella y no permanecía con Nathan. ¿Tendría más dudas de ella que de él?

 

Frunció el ceño y se detuvo, observando una melena rubia a no mucha distancia. La conocía, era una alumna que visitaba el centro de vez en cuando para cursar distintas clases pero no recordaba cuál era su nombre. Anne se concentró, observándola desde la espalda. ¿Serviría igual aunque no tuviera contacto visual con ella? Estaba a punto de comprobarlo. Respiró hondo, aunque seguía sintiendo que el aire entraba y salía de su cuerpo a una velocidad algo alta, como si estuviera fatigada. Soltó todo el aire y volvió a tomar un poco, esta vez más suavemente. Su pecho comenzó a moverse con más lentitud, y seguía teniendo la mirada clavada en aquella chica, que ahora se había sentado en un trozo de césped y echaba un vistazo a un montón de papeles. Y entonces supo que lo había conseguido cuando comenzó a ver imágenes extrañas desde el punto de vista de otra persona, pues ella no había vivido aquellas cosas. «Por Morgana, ¿quién echa raíces de asfódelo cortadas de esa forma? Menudo error de principante», pensó, viendo cómo el caldero de la joven había explotado mientras cursaba pociones en el Ateneo. También pudo ver el rostro del profesor a cargo cuando ella había acudido a la clase, que la miraba con el ceño fruncido y le dirigía varias palabras mientras un dedo acusador se movía en su dirección. Estuvo a punto de echarse a reír.

 

— Wao... interesante —susurró, esta vez en voz alta. No era más que un pensamiento expresado a viva voz, pero se sentía bastante orgullosa de haber captado qué era lo que rondaba en la cabeza de la joven. Quizás ahora iba a volver a cursar pociones después de haber reprobado en aquella ocasión anterior, o quizás simplemente se deleitaba leyendo recetas que no sería capaz de elaborar nunca, dadas sus escasas facultades para el arte de la elaboración de pociones. Tragó saliva y cambió sus ojos de dirección: la arcana le había pedido tres recuerdos, así que aún debía intentar entrar en la mente de un par de personas más.

 

Vislumbró un cabello rosado muy familiar para ella. Estuvo a punto de soltar una carcajada cuando se dio cuenta de que pertenecía a su hija Mery, que iba caminando a grandes zancadas por el campus, en dirección al edificio. Volvió a concentrarse, y esta vez sintió que le costaba mucho menos que unos instantes antes, con la chica rubia. La vio leyendo una carta en el castillo Gaunt, y cómo luego hablaba con su abuelo, Shiro, quien le recomendaba buscarla. «Y pasará un buen rato dando vueltas buscándome», pensó, divertida.

 

Perdió la concentración y se vio súbitamente fuera de los pensamientos de Mery cuando, a no muchos metros de donde se encontraba, un grupo de muchachos reían cobijados bajo la sombra de un enorme árbol. Parecían disfrutar de un descanso entre clases. ¿O quizás habían hecho novillos? Anne endureció el gesto cuando vio que en el centro del grupo había otro chico de rodillas, y por su expresión parecía encontrarse bastante a disgusto con su situación. ¿Acaso los jóvenes que lo rodeaban le retenían en contra de su voluntad? Su primera impresión fue dirigirse hacia allí para poner orden, pero luego decidió que debía actuar con cautela. En su labor como directora, debería intervenir. ¿Pero qué pasaba con sus deberes como alumna? Egoistamente, Anne no quería alejarse de la arcana y, por tanto, de su aprendizaje. Así que decidió que intentaría averiguar qué estaba pasando desde allí.

 

Volvió a concentrarse, esta vez mucho más que antes. Pero se dio cuenta de que no conseguía entrar en la mente de aquel muchacho, el que estaba en el centro del grupo, cada vez más agobiado tal y como podía comprobar a la distancia. Frunció el ceño, ¿qué ocurría ahora? ¿Por qué no podía entrar en su mente? La voz de Rosália resonó en su mente: «Sólo necesitas un poco más de concentración...». Y dejó su mente en blanco, salvo por el hecho de que se convencía a sí misma de que podía realizar aquella actividad. Y lo hizo. Vio al más alto de los del grupo empujando al que ocupaba el lugar del centro por las escaleras mientras los otros reían burlonamente. Había conseguido mejores calificaciones que todos los demás, y no parecían muy entusiasmados por el hecho de que aquel joven les hubiera superado. Éste había acudido a un profesor, pero no había servido de mucho puesto que los otros le habían interceptado por el camino para evitar que pudiera quejarse. Y lo peor era que no era la primera vez que lo molestaban.

 

Cortó la conexión de repente, cuando sintió que iba a hacer algo que no debía. El chico parecía ser bastante sumiso, ¿no sería extraño que alguien le indicara en su cabeza que debía defenderse? No estaba segura de si habría afectado en algo al muchacho, pero tampoco sabía si debía hacerlo o si Rosália la reñiría en tal caso. Por si acaso, decidió no sacar el tema.

 

Um... maestra arcana, maestra —la llamó, aunque imaginaba que le estaba prestando atención sin necesidad de llamarla—. ¿Ve a la joven del cabello rubio? Es, como mínimo, la segunda vez que va a cursar Pociones, o eso creo. En cualquier caso, hizo que su caldero explotara en una lección hace tiempo —comentó, a la vez que se rascaba la barbilla—. Y mi hija... o sea, la chica del pelo rosa que iba por allí, muy gordita porque está embarazada, iba en dirección al edificio del Ateneo a buscarme tras haber recibido una carta esta mañana. Pero no sé qué pondría en ella, he perdido la concentración al ver lo que hacía aquel grupo, ese del árbol. Están abusando del chico del centro, que es mucho mejor estudiante que los demás. Por un momento... yo... bueno, no he conseguido mucho más —paró en seco, justo cuando iba a comentar que había intentado convencer al chico de que se defeniera. Guardó silencio unos instantes, y luego se atrevió a mirar a la arcana de nuevo—. ¿Es normal perder la concentración con tanta facilidad o es cosa mía, por no saber centrarme?

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Rosália sonrió de felicidad. Le era mucho más fácil ahora admitir que estaba orgullosa de sus alumnos. Había tenido dos alumnos en dos situaciones diferentes. Y ahora, dos a la vez habían llegado pero eran muy diferentes entre ellos. La Arcana no entendía demasiado aún aquella comunidad, siempre enfrentada de a dos. Hasta ella sospechaba que pudieran pertenecer a esos famosos grupos clandestinos por su manera de pensar. Pero eso no le interesaba en lo más mínimo, no iba a ser parte de ésa guerra porque no era suya. Al menos que se metieran los Guerrero Uzza.

~Nathan, no siempre tenemos que modificar recuerdos tristes para estar bien. Recuerda siempre, que ellos forman parte de nosotros, y que a veces es mejor aprender a superarlos para obtener una armadura más fuerte. A mi eso me ayudó mucho, recuérdalo.~

Rosália jamás de los jamases hablaba de su pasado. Muchas personas incluso podrían llegar a creer que tenia la edad que aparentaba pero estaban equivocados, llegaba al siglo y se encontraba hermosa como siempre. La magia que la conformaba, ésa parte híbrida, estiraba sus años como un hermoso roble joven que aún no había llegado a madurar. Pero la Arcana de la Legilimancia sabia que su mente era su motor. La habilidad que manejaba mejor que nadie, era la vitalidad que necesitaba. Por eso que reflejaba ésa imagen para que no la subestimaran. Y tenía que enseñarles eso mismo a sus pupilos.

~Es algo que vas a tener que aprender a controlar, Anne. Tal vez que sea el factor que te lleve a la prueba. ¿Qué me dices? Si nos encontramos con un obstácul.o tenemos que aprender a superarlo. Estoy contenta de lo que has hecho, pero estoy segura que es es lo que vas a necesitar tras cruzar el umbral~

Ambos magos se encontraban en diferentes sitios. Nathan por un lado y Anne por el otro. Pero ambos la tenían al lado como si fuera única. La mente le jugaba una mala pasada a los chicos y claramente para Rosália era divertido, ya que no se encontraba realmente donde estaban ellos. Estaba manipulando sus mentes pero no necesitaba más que eso. Luego de escucharlos, de aconsejarles y de observarlos, Rosália tuvo que preguntar. Había llegado el momento más esperado para la Arcana y por alguna razón sabía que los dos estarían preparados para ello.

~¿Estás lista, Anne, para cruzar el portal, para enfrentarte a la prueba?~
~¿Estás listo, Nathan, para cruzar el portal, para enfrentarte a la prueba?~


Cada pregunta llegó a su respectivo destinatario. Las hojas del cuerpo de Rosália se erizaron. Ella esperó ansiosamente la respuesta, sabiendo que los chicos querrían llegar al Ateneo. Por eso que la Arcana, movió su Vara de Cristal para agilizar todo eso. Un portal apareció al lado de ellos. Claramente que si estaban listos, debían afirmar la respuesta y entrar en el portal. No iria directamente al Ateneo pero si alrededor. Tal vez no lo sabían, pero al dirigirse al portal se encontraban con barreras. obstácul0s que les servía a los Arcanos para saber cuánto estaban preparados y dispuestos a entrar a la prueba.

~Si decides realizar la prueba, pasa, adelante. No tardaremos en llegar~

@ @

Editado por Rosália Pereira
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La respuesta de la arcana se hizo de esperar unos instantes, aunque a Anne no le extrañaba. También Amara mostraba la tendencia a tomarse un tiempo a la hora de responder, y ella lo achacaba al hecho de que fueran personas tan poderosas. La naturaleza de los arcanos seguía siendo un misterio de lo más atrayente para Anne, que miraba a Rosália con admiración. Era realmente hermosa, muy distinta a como la había imaginado en un primer momento. Más bien había esperado que todos fueran como la entrañable Amara, aunque si lo pensaba friamente... no podía estar segura de cómo era ella realmente, puesto que era la arcana de metamorfomagia.

 

Desplazó esos pensamientos de su mente en cuanto la híbrida comenzó a hablar, respondiendo así a su pregunta. Anne asintió con la cabeza un par de veces, comprendiendo lo que le decía.Tenía problemas de concentración a veces, y debía aprender a enfrentarlos. Más aún si quería llevar en su mano el anillo de Legilimancia. ¿Qué mago que dominara aquella disciplina tenía problemas de concentración? Suspiró con resignación, le quedaba mucho trabajo por delante, estaba segura. Pero entonces, Rosália la sorprendió con la pregunta que más esperaban todos los alumnos de aquellas complicadas cátedras y que Anne menos había esperado en aquel momento. Parpadeó varias veces, observando a la mujer con sorpresa.

 

¿En... en serio? Yo... yo... ¡claro que sí! O sea sé que me queda mucho que aprender, pero también sé que con sus indicaciones podré enfrentarme al Portal sin problemas. Sé que puedo hacerlo. Gracias por la confianza, maestra arcana —añadió, haciendo una reverencia suave pero sentida hacia la híbrida. Luego vio cómo movía la vara de Cristal y creaba un portal, el cual debía atravesar si estaba dispuesta a afrontar la prueba, tal y como le indicó. Anne observó aquel paso mágico y sus ojos brillaron de emoción por un momento—. Arcana, tengo una duda. No es algo de vital importancia, pero siento curiosidad... los que dominan la Oclumancia se llaman oclumantes, ¿no? Entonces, ¿cómo se llaman ustedes, los que dominan la Legilimancia?

 

Su respuesta quedó en el aire, a la espera de respuesta. Pero no sabía si se la daría allí mismo o cuando cruzaran el portal para dirigirse al mismo luego que ya había visitado unos meses atrás, cuando había realizado la prueba de metamorfomagia. Sin pensárselo dos veces y sin atisbo de duda, cruzó el portal creado por Rosália y desapareció del lugar.

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Meditó la respuesta de la arcana por varios segundos, dado que lo había tomado demasiado por sorpresa como para poder responder a ellas de inmediato. A pesar de estar seguro de que la mujer sabría lo hondo que habían hincado sus palabras, no estaba seguro de si podría sentir lo mucho que significaba para él que alguien le diese un consejo de tales características en la etapa de su vida que estaba transitando. Aún más lo sorprendió el hecho de que vinieron desde una docente y no de un amigo, lo cual constituía un fiel reflejo de la sabiduría de la mujer que se escondía detrás de aquel semblante joven.

 

Sin embargo, lo que mas lo descolocó fue la oferta de acceder a la prueba de la habilidad, dado que en un principio había creído que no sería hasta varios intentos más que se le daría la oportunidad de cruzar el portal. No obstante, confiaba en el criterio de la arcana mucho más de lo que habían pensado en un primer momento, por lo cual apenas se le dio la propuesta se puso de pie decidido, tratando de enfrascar en su mente la idea de que una vez más iba a sumergirse en una aventura de magnitudes desproporcionadas.

 

- Sí, Arcana. Me gustaría hacer la prueba. - dijo el Weasley, tornando la mirada hacia el portal lumínico que se había abierto a su derecha en el medio del aire. Nathan miró por última vez a la mujer y le agradeció profundamente con la mirada y a través de sus pensamientos, a sabiendas de que ese constituía un medio de comunicación tan bueno como el verbal, para finalmente encarar el portal y atravesarlo decididamente, listo para enfrentar la prueba.

 

Allá vamos >> pensó, en el momento antes de que la luz absorbiese toda su esencia.

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~Somos Legilimánticos o Legeremánticos, como te sea más fácil decirlo, Anne. Aunque ten cuidado con la curiosidad, jovencita. A veces nos puede llevar por caminos que no deben~

 

Exclamó Rosália, explicándole la respuesta seriamente porque era una duda que se la habían preguntado más de una vez, pero luego aflojó sus facciones para dedicarle una sonrisa con la ultima parte de la oración. Ambos estaban preparados, de a poco se estaban enfocando en lo que respectaba en la prueba, así que Rosália sintió de golpe una presión en el pecho, no era enojo ni enfado, como solía ocurrir seguido, sino de adrenalina, emoción y un poco de alegría.

 

La joven no tan joven de la Arcana esperó a que Anne o Nathan se fueran rumbo a la isla. Ésta vez Rosália no habia preparado todo por el ingenio, sino por las habilidades y los trucos que cada persona tenía. Ya tenían demasiado con enfrentarse a las pruebas del portal, asi que solamente necesitaba corroborar algunas cosas para permitirles que pasen a la prueba. Desapareciendo y Rosália acomodó todo, al irse, la terraza volvió a la normalidad, los pensamientos ajenos le decían que pronto recibiría a más personas.

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  • 4 semanas más tarde...
«La legilimancia es entrar y saber hasta el más mínimo detalle del pensamiento de otras personas, no un simple leer la mente» Deja a un lado el libro en cuanto lee aquella frase y cierra los ojos para meditar un poco al respecto. Ha estado en esa posición durante unos cinco minutos y a su mente solo llegan preguntas sin respuestas: ¿Acaso no era eso invasivo? ¿Acaso no era una forma de violar la privacidad de los demás?

Oh, pero lo cree. Cree que la respuesta es sí a cada duda que llega. Y aún así, a Emily le interesa sobremanera todo lo relacionado con el bello arte de la legilimancia. Se pregunta cuántas personas con las que alguna vez ha interactuado puede manejar aquella habilidad. Ella nunca lo hubiera notado, podían hacerlo solo mirando a los ojos ¿Puede un no oclumántico notar que están usando la legeremancia?

Se da cuenta que aquella discusión consigo misma no la está llevando a nada y el libro que dejó a un lado tampoco tiene mucha información que la satisfaga por completo. Emily es por naturaleza curiosa, por lo que casi de inmediato busca la única fuente de información fiable al respecto: los arcanos. Había tenido muchas dudas sobre qué habilidad certificar, por supuesto, había algunas que se daban de nacimiento y otras, las más difíciles, eran las que se aprendían.

Cuando sale del castillo Dumbledore, el nerviosismo que no se había presentado en todo ese tiempo la ataca, haciéndola sentir las manos heladas, a pesar de lo cálido del ambiente. Siente que en algún momento va a arrepentirse de no contarle a nadie respecto al curso, a pesar de que cree firmemente que es algo que debe hacer ella sola, por su cuenta. Un verdadero reto personal, contrario a las clases impartidas por los uzzas.

Llegar hasta el punto de encuentro tampoco la ayuda demasiado a disipar el nerviosismo propio de enfrentarse a lo desconocido, a pesar de que el golpear del agua de la fuente forma un ritmo tranquilizador. Fija su vista a la distancia, a la pirámide, y se siente más pequeña de lo que en realidad es, por lo que vuelve a preguntarse si su ropa, un pantalón y una blusa sencillos, es demasiado informal para la ocasión.

Toma una gran bocanada de aire y trata de vaciar la mente, sabe que un torbellino de preocupaciones lo único que harán será retrasarla. Da media vuelta decidida a buscar a la arcana, pero es la arcana quien la encuentra a ella. Es, sin duda, una persona sabia y hermosa, de facciones que no había visto nunca, pues duda mucho que sea humana. Por alguna razón le recuerda a la naturaleza misma.

-Arcana

Dijo simplemente, con mucho respeto, intentando no bajar la vista ante su imponente presencia. Estaba segura de que las presentaciones no serían importantes si se trataba de Rosália Pereira, considerando que era alguien que podía saber sus pensamientos con mucha facilidad.

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Lo primero que notó Rosália, es que Emily tenía el cabello tambien rojo, pero éste era de otro tono, mucho más rojizo, asi que la Arcana ni se preocupó. Si existía algo que la incomodaba eran las bellas mujeres, las consideraba a todas una competencia aunque no sabía porqué, pero a su vez, rescataba algo importante, estaba frente a otro ejemplo que las mujeres eran las más inteligentes y fuertes en la habilidad de la Legilimancia. Los hombres podían mostrar su fortaleza pero las brujas tenían más astucia.

 

~Bienvenida, Emily~

 

La Arcana de la Legilimancia se detuvo a media docena de pasos frente a la joven. La tomó por sorpresa al aparecer justo detrás, asi que tuvo tiempo para que las diminutas hojas verdes y flores rojas se disiparan como la niebla en la mañana. Rosália acomodó su cabello por encima de su hombro izquierdo mientras parte de su vestimenta se erizaba como el cesped y la copa de los árboles ni bien salía el sol. Rosália le dirigió una reverencia con la cabeza.

 

Ambas se habían encontrado en aquella terraza que daba al lago. O mejor dicho, ella había encontrado a Emily en ése sitio. Sabía que una alumna pronto iba a requerir de su conocimiento asi que Rosália solamente se había tenido que mantener concentrada. Y pudo notar que la bruja contenía demasiadas preguntas dentro de su cabeza. Y para empezar como se merecía la habilidad, tenía que ayudarla a aliviar esas cuestiones, sino serían como una molestia en medio del aprendizaje.

 

~La legeremancia no es un juego, muchachita. Asi que aquí lo que haremos, será prepararnos para empezar. Jamás subestimes ésta habilidad, ya que no es para cualquiera. ¿De acuerdo? Hay que ser cautelosos. A veces podemos encontrarnos con cosas que no deseábamos hacerlo. O podemos incluso cambiar el curso de una vida o la mente de cualquier persona. Hasta incluso sin que se de cuenta. Asi que para poder hacer todo eso, debemos empezar por el principio. Por tranquilizarnos. Por aprender a respirar. Por poder poner nuestra mente en blanco. ¿Tienes dudas o deseas empezar? Puedes ponerte cómoda por allí, ése sitio es ideal~

 

Rosália Pereira había empezado a hablarle de una manera tranquila. No quería aburrir a Emily con toda esa información pero le había respondido las preguntas que se había hecho sin que la alumna se lo pidiera. No quería que sintiera que ya estaba ocupando su cabeza. Tal vez la chica no se diera cuenta, pero la híbrida ya sabia hasta el secreto más escondido de la joven, aunque claramente no se lo diría. Era un defecto, tal vez, de que la Maestra tenía que conocer a su alumno de cabo a rabo.

 

Rosália le señaló el suelo de la terraza, completamente de piedra, donde en su centro salía una especie de columna de un metro de alto, que tenía forma de fuente, y de ella expulsaba un poco de agua, produciendo un sonido agradable. Incluso se sumaba con las ondas del lago, el humo que salía de las fosas del Guardián del Lago y la copa de los árboles que se mecían de un lado para el otro.

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Devuelve la reverencia aún algo exaltada por la aparición de la arcana y la forma en que su presencia la intimida de cierta forma, pues se siente desnuda, no de forma física, sino mental. Está consciente de que tarde o temprano la arcana la evaluará y descubrirá todo lo que está en su cabeza, su pasado, su presente y quizás hasta su futuro, si es que no lo había hecho ya, sin decirle nada.

 

Por supuesto, sabe que es un sacrificio que debe hacer para poder manejar una habilidad tan difícil y delicada como la legilimancia. Por eso no se sorprende cuando Rosália responde con tranquilidad varias de las preguntas que la habían estado atormentando desde antes de llegar a la terraza y en parte la tranquiliza, seguramente los nervios que presentaba en ese instante no le serían útiles.

 

‹‹Podemos incluso cambiar el curso de una vida o la mente de cualquier persona››. Emily se siente especialmente tocada por aquellas palabras, hace poco tiempo atrás su propia vida había cambiado gracias a un legilimántico de tierras lejanas. Se percata recién que quizás su interés por aquel arte se deriva de ese suceso y no de la lectura de un libro que encontró sin querer en la biblioteca.

 

Estoy lista.

 

Responde escuetamente asintiendo con seguridad, porque en verdad se siente preparada para empezar, interna y externamente se encuentra más animada, menos temerosa. Lo único que había quedado en el aire responder era si se sentía algo al momento de ser ‹‹leido›› por un legilimantico, pero Rosália había usado su habilidad de forma imperceptible y Emily no había sentido absolutamente nada.

 

Mira a la arcana como pidiendo permiso para desperezarse y quitar toda la tensión de sus músculos; no sabe si aquello tiene algo que ver, pero si su cuerpo no se siente a gusto ¿como va a estarlo su mente? Da un vistazo rápido a su alrededor, buscando el punto más adecuado para sentarse sin distraerse demasiado y decide que el suelo es el mejor, teniendo como respaldo para su espalda banco de piedra.

 

Demora unos segundos en acomodarse con las piernas cruzadas en posición de loto, con la espalda recta en una posición cómoda. Concuerda con su maestra en que aquel sitio es ideal. No logra recordar en ese momento un lugar que irradiara tanta paz como aquel. Agradece no tener compañeros que pudieran hacerla sentir incómoda. Mira por una última vez a Rosália esperando más indicaciones antes de cerrar los ojos.

 

Se concentra en eso, en la terraza en la que se encuentra en ese instante, en escuchar el sonido del agua de la fuente y el lago y su rítmico movimiento, en la suave brisa que pega en su rostro. Siente todo y nada a la vez. Respira profunda y conscientemente, hasta que lo hace sin pensar.

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~Muy bien, jovencita. Eso, olvídate de todo. Éste será un gran comienzo~

 

Rosália Pereira estaba orgullosa. No sabía porqué, pero a la Arcana le producía ternura tener una alumna como Emily. Había tenido pocos hasta aquel momento, pero con cada uno había sentido algo diferente. Eso era una de las razones que la mantenían dentro del Ateneo, tal vez Rosália podía saber hasta sus secretos más oscuros, pero le quedaba la experiencia de cada uno para ella, y eso nadie se lo podría sacar. Tuvo que decírselo a la chica que estaba totalmente concentrada.

 

~No debes temer, Emily. El miedo nos juega en contra, es un enemigo de la Legilimancia. No voy a hacerte daño, aunque mi cabeza me jugó una mala pasada y sé todo de tí. Pero no temas, es nuestro secreto~

 

No quería desconcentrarla pero estaba segura que al tranquilizarse, podría llegar al estado que Rosália deseaba. Tal vez era aburrido para los alumnos pero lo que ellos no sabían, es que una vez que lograran realizar lo que la Arcana les pedía, podrían hacer muchas cosas más. Rosália empezó a caminar alrededor de Emily mientras ésta mantenía cerrado sus ojos. Se movía como una sombra y hablaba lentamente, para no interrumpir.

 

~Debes dejar tu mente en blanco. Si tu mente no está bien ¿Cómo puedes penetrar en otras? Sino así sentirán que algo extraño sucede. Debes ser sigilosa y tranquila, y podrás hacer prácticamente lo que quieras. Encontrarás muchas cosas. momentos buenos y lindos. Verdades que eran mentiras y mentiras que pueden ser verdad. Por eso es que no deben tener miedo, muchacha. No debes tener miedo de lo que pueden encontrarte por la Legilimancia~

 

Rosália movió su Vara de Cristal. Ésta había estado guardada en el cinto que llevaba justamente en su cintura, y que se extendió unos centímetros de más. Tenía una piedra verdosa en la punta, donde brilló en dirección de Emily. Solamente había causado que su mente se abriera un poco más. Una mente despejada era lo que necesitaba la chica para sentir la magia, para probar la Legilimancia. ¿Acaso Emily había usado la Legeremancia alguna vez? La Arcana lo había visto y sabía que no.

 

~Vayamos a otro lugar. Mentalmente claro. Quiero que nos teletransportemos a tu lugar favorito. A ése que te produce paz, que puedes llegar a amar con todo tu corazón. Quiero que si no tienes uno, al menos lo inventes, porque deberás recurrir a él cada vez que tu cabeza esté llena de malestares, cada vez que tu cabeza esté invadida. Así podrás calmarla, podrás recurrir a la Legilimancia~

 

Claro que el camino allí no terminaba. Pero primero tenían que ir a ése sitio para saber dónde continuar.

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Lo sabe, se dice en su cabeza, lo sabe. Pero no le preocupa que así sea, su secreto no es algo aberrante que no la deje dormir por las noches, sino solo algo que no quiere admitir. Sus palabras ciertamente la tranquilizan, pues una de sus dudas nuevamente se despeja, al confirmar que realmente no sintió nada cuando Rosália leyó su mente. Eso la hace tener menos cosas “pendientes” en su cabeza, pues poner la mente en blanco es más complicado de lo que parece.

 

Continua con los ojos cerrados, aunque pendiente de las cosas que diga Rosália, intentando seguir el ritmo de su voz y que sus palabras resuenen en su mente, sin pensar en nada más. Emily sabe que si la arcana se comunica con ella, es para ayudarla. Esboza una pequeña sonrisa para hacerle saber que está bien cuando la siente caminando a su alrededor. Confía en ella, los arcanos eran distintos a los uzzas.

 

El mantenerse con un sentido menos hace que los otros se agilicen, es como si estuviera más consciente de lo que sucede a su alrededor y, a la vez, más consciente de sí misma ¿o acaso Rosália la había ayudado de alguna forma? Era una bruja poderosa, expandir la mente de sus alumnos no debía suponer ningún problema… Concéntrate, se dice. No debe distraerse, sabe que no puede hacerlo, no si quiere conseguir a habilidad.

 

Vuelve a respirar profundo y pausado, una vez y otra, callando a su propia voz en su mente, demorando menos que la primera vez. Piensa en la siguiente instrucción: transportarse a su lugar favorito.Aquello no es difícil. Emily no suele hacer conexiones con un determinado lugar, pero aquel sitio le había encantado: los encantadores jardínes de Exbury., un lugar escondido de la misma Inglaterra.

 

Había ido allí recientemente, aprovechando la búsqueda que realizó alrededor de Inglaterra para encontrar a su padre. Cuando llegó, tuvo la impresión de que habían combinado todos los jardines en un solo lugar, dejando solo las partes más bellas de cada uno. Había una gigantesca colección de varios tipos de flores, árboles y arbustos, una magnífica cascada y un lago. Todo en armonía.

 

Esos jardines le recordaban su infancia feliz, jugando con sus primos y las mascotas de la familia; le recordaba su adolescencia y las tardes que había invertido haciendo crecer algunas rosas, su pasado como sacerdotisa y la conexión innata que tenía con la naturaleza. Pero, sobre todo, le recordaba que incluso un lugar hecho por muggles podía ser verdaderamente mágico.

 

Su mente la llevó hasta allí, concretamente su lugar favorito era el puente japonés que cruza sobre el estanque superior en los jardines, que le daba una vista preciosa de casi todo el lugar, bajo la sombra de los árboles. Solo imaginarlo hace que se relaje, incluso la expresión de su rostro; la llena de paz.

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