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Legilimancia


Rosália Pereira
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—Algunas heridas jamás terminan de sanar—

Aquellas palabras escaparon de sus labios mecánicamente, Allen estaba en lo cierto. Era como revivir parte de su pasado, arañando la nula cordura que le dejará asesinar a su madre tras descubrir el secreto que tan celosamente guardó durante tantos años. Ella no deseaba que sus mellizos nacieran, condenandolos por el simple hecho de tener la habilidad de la metamorfomagia dentro de su ADN— Es mejor que esas lesiones permanezcan intactas, ¿no lo crees?—le miraba analizando con calma sus facciones. Esos ojos eran los mismos que le causaban un sobrado malestar, simplemente por ser el hijo de su hermana Mía. 

Era como competir contra ella misma, salvo que el sexo opuesto solía ponerse demasiado quisquilloso a veces— Recuerdo los pocos duelos que tuvimos en los jardines de la mansión, no se pueden borrar las cicatrices que suelen dejar algunos hechizos o palabras. Recuerdo cuando nos echamos en cara los cambios que sufríamos de forma inesperada, tu corriendo hacia donde estaba tu madre y yo cambiando la tonalidad de mis peculiares ojos—proyectándose esa miraba bicolor que poseía. Para ella la heterocromia que afectaba sus ojos, no causaba ninguna clase de malestar, pero para el resto era como mirar a un pozo profundo desde dos perspectivas muy diferentes.

— Te gane varias veces, espero que hayas mejorado con el paso de los años—acariciando su oscura varita la sintió en la pretina de su pantalón de vestir. Era experta en duelos, ahora además contaba con el conocimiento que le brindaron los libros de hechizos que curso para volverse mucho más poderosa e invencible en cierto sentido. La sangre que le corría por las venas era pura y competitiva, jamás dejaba de lado la oportunidad para probar de lo que era capaz— Vamos Allen por los viejos tiempos, no me digas que aún le tienes miedo a tu querida tía—soltando una carcajada desviaba su vista hacia las flores. 

No existía seguridad alguna de que todo lo acontecido, no fuera una treta fraguada por la Arcana. La desconfianza era una aliada de la Nigromante, aquella cualidad siempre salía a flote en momentos como esos, porque nunca le acababa de cuadrar que todo saliera a pedir de boca, no sin tener alguna clase de obstáculo en su camino. El destino solía ser demasiado obstinado a veces, lanzando puntas que calaban profundo en los seres que no se apegaban a lo que este dictaba—Somos parte de una estirpe dominante, no veo negativa posible ante mi reto o ¿si?—saboreó esa sensación de superioridad que poco a poco se apoderaba de su cuerpo.

El hombre delante de ella escondía demasiados secretos y la neozelandesa, no era la excepción a la regla. Tras abandonar por casi un mes entero Londres, emprendiendo un viaje con rumbo desconocido—¿Aceptas o darás un paso al costado?, ¿Acaso no eres un verdadero Black Lestrange?—arremetía contra este como lo hace una serpiente tras lanzar un ataque contra la presa que desea devorar. Los músculos de su cuerpo se tensaron, apretando con fuerza su puño izquierdo apareciendo su varita en su surda—No planeo matarte, ya que no deseo que la Arcana tome represalias en mi contra, solo deseo animar un poco el ambiente—intentando imprimir un todo de broma, no obtuvo el resultado deseado. 

@ Eobard Thawne

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Revivir viejos recuerdos del pasado resultaba como un balde de agua fría para el castaño. Sus primeras experiencias con la metamorfomagia no habían sido precisamente agradables; cambiaba ante situaciones de estrés, y ciertamente los enfrentamientos en contra de su tía entraban en la categoría de dichos eventos. La relación entre Juv y él era más bien una ¿rivalidad? Durante el tiempo que fue mortífago, se habían aliado en más de una ocasión, pero sin perder de vista el bien mayor. 

Reconocer la desventaja táctica también es parte de la estrategia. Muchas de esas veces en las que nos enfrentamos, era joven y brutalmente inepto. Ahora sólo soy un inepto integral.

Encogió los hombros con ese dejó de ironía, mientras la rubia intentaba convencerlo de que enfrentarse dentro de los dominios de una Arcana era buena idea. No negaba que le emocionaba la perspectiva de una batalla, mas aún, la memoria de la última clase que compartieron antes de perder el contacto. 

Jugadas y contrajugadas. Por un lado, si bien erradicar a un insignificante insecto como yo es una oferta tentadora, no imagino el papeleo que habrá de levantar esta escuela por el infortunio ―colocó su puño sobre la frente, simulando lamentar una tragedia. Acto seguido, se despegó de la mesa ante la vista de su tía empuñando la varita ―. Un movimiento astuto. 

Pensaba ahora en el misterio que suponía Juv. Aunque si pensara en todos los familiares de los que no conocía más que el nombre, y eso por azares, la lista era larga. Le causa cierta intriga, y reto a la vez, pues no seria fácil indagar la información que él deseaba obtener. Ya no digamos, que la nigromante bebiera Veritaserum por equivocación. 

Te podría ofrecer algo mejor a cambio, algo que hasta yo ansiaría, y que te ayudaría a entenderme mejor. Si estás dispuesta a cambiarlo por tu equilibrio mental, desde luego. 

Tocó su sien con el índice derecho un par de veces, haciendo referencia a lo que le ofrecía a su compañera de clase. Pero no todo sería tan fácil; de la mano que no señalaba el premio mayor, dejó caer un par de cachivaches que a cualquiera le habrían parecido basura. Técnicamente, se podrían considerar como tal. 

Y en cuanto el par de detonadores trampa alcanzó el suelo, se desvanecieron en una bocanada de humo de colores, que sumada a la reacción exotérmica causada por la detonación y el ambiente sofocante, dificultarían la visión. O enfurecerían a la demonio. 

Seguramente lo segundo, pensó el Black Lestrange, modificando su posición ante la supuesta distracción. Hecha su jugada, quedaba ver el desenlace de tan audaz, o inútil, idea que creía ideal para avivar el conflicto. 

Me disculpo por mis dedos de mantequilla, una mala costumbre. 

@ Juv Macnair Hasani

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Sabía reconocer un buen negocio cuando lo tenía delante de ella, para la mala suerte de Allen. La nigromante no era la clase de personas que iban soltando información valiosa sobre su persona así como así, tendría que ofrecerle algo mucho más sustancioso y que le hiciera falta al legárselo a la rubia. Era como poner los pros y los contras sobre una balanza, dejando que el destino o quizás la mala suerte inclinará alguno de los platos hacia el lado menos ventajoso del que ofertaba alguna prenda u objeto en cuestión.

— Lamento tener que declinar tu oferta, pero no me parece del todo tentadora—respondió realizando un movimiento rápido quedando detrás de su sobrino— Parece que no aprendiste nada de tu madre, pero no me sorprende en realidad—tomándole por el hombro le dedicaba un gesto cargado de arrogancia. Teniendo de momento el surten por el mango, sopesaba el atacarlo por la espalda o darle la oportunidad de intentar defenderse del embate que estaba a poco de lanzar sobre su persona. Sus ojos adquirieron una tonalidad diferente, el derecho era verde y el izquierdo azul oscuro, casi como una noche tormentosa que ansiaba soltar todo su enojo contra el mundo. 

— Recuerdo la primera vez que saliste corriendo en busca de tu madre, porque tu rostro no era el mismo que al llegar a Londres. Mala pasada te ha jugado tan peculiar habilidad, pero vamos no es para tomarlo como algo malo, considerarlo una loza que cargarás por el resto de tu vida en tu espalda—se mofaba discretamente de su sobrino. Aquella rivalidad entre ambos, parece que no se quedo morando dentro de los jardines de los Black Lestrange. Para ella era un pasatiempo bastante animado lanzar una que otra punta de cuando en cuando, porque esa era su verdadera naturaleza ser una mujer mala desde la punta de su dorada cabellera hasta los pies. 

Esa esencia que desde siempre le corrió por las venas y le indicó el camino que debía andar— Nunca dejamos de ser rivales a pesar de que estuvimos del mismo lado alguna vez, pero todo cambia o ¿no?—recostándose sobre su pierna izquierda no le sacaba los ojos de encima, manteniéndose todo el tiempo a la defensiva— Dedos de mantequilla, yo diría que este ataque ha sido del todo intencional, no me queda la menor duda de ello—saboreaba esa adrenalina que poco a poco se iba activando en su interior. Semejándose a correr por una pista de atletismo con el aire golpeando sus angelicales facciones, simplemente delirante el saber que el latido de su corazón volvía sentirse en su pecho y tenía vida de nueva cuenta. 

— Espero una oferta un poco más de tu estilo, no me decepciones con tan poco—arremetía contra el caballero. En sus tiempos dentro de la marca, no fue el más osado, pero tampoco paso del todo desapercibido ante los ojos de su inquisitiva tía. La viva imagen de los Black Lestrange estaba impresa en cada uno de ellos, ya fuera para bien o para mal— Somos ramas del mismo árbol eso es algo que no podemos negar, ¿Cómo te sacas el adn que te distingue como parte de una dinastía como esa?—ella misma se lo preguntó sin cesar un millón de veces. Y siempre obtuvo la misma respuesta, jamás podría negar que era hija de Jocker Black Lestrange, aquel hombre que desde pequeña la orilló a comportarse de una forma rebelde y sin nadie capaz de frenarla.

— Piénsalo, no tenes que responderme ahora, porque el tiempo sobra, pero la vida es muy corta—cerrando sus ojos una sola palabra cruzaba por su mente. Oclumens levantando una barrera que sería imposible de traspasar, no por nada al cursar la habilidad de Oclumancia se encargó de sellar una a una las puertas de su vida pasada. Cualquier intentó por parte del castaño, no le causaría el menor daño y menos si tomaba en cuenta que la Vidente era mucho más poderosa que el en varios aspectos. 

@ Eobard Thawne

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Lastimosamente pareciera que las semanas anteriores no hubiesen sido lo suficientemente ajetreadas para Rosalía, ahora debía lidiar con un grupo de alumnos conflictivos y tercos, por no decir carentes de chispa. Toda la zona del invernadero donde la Arcano cuidaba de sus plantas se vio impregnada de fanfarronería y malos pensamientos, tuvo que hacer uso de mucha fuerza y energía para bloquear la cantidad de información que recibía de diferentes direcciones, solo Malfoy parecía estar en completa armonía con las flores que a gritos le pedían ser regadas, aquellas sin verguenza, las más atrevidas y hermosas, de tonos rojizos y violáceos. Juntando el índice y pulgar de cada mano, inspiró profundo y caminó hasta uno de sus pupilos rezagados en un rincón del cuarto de paredes translúcidas. 

—Jeremy— Lo nombró sacándolo de su trance, retirando de entre sus manos la maceta con una planta casi agonizante, sintiéndose contrariada — Creo que estás listo para pasar al siguiente nivel ¿tú crees estarlo? para ello necesito firmemente que controles tus emociones, y el miedo es uno de ellos. La ira, tanto como el enojo no siempre brotan de nosotros como un fuego inextinguible, en ciertas ocasiones, el principal detonante es el propio miedo ¿Qué me dices?

Si Triviani aceptaba su propuesta entonces lo enviaría a casa para drenar todo lo sucedido en clase y le pediría que aguardase su carta, la misma que poseería coordenadas para la prueba final y la vinculación con la habilidad. 

@ Jeremy Triviani

Rosalía Pereira llevaba muchos más años de los que aparentaba respirando el aire que la naturaleza le brindaba a cambio de cuidados y consciencia. Era una mujer hermosa, con largo cabello rojizo y un exótico vestido que marcaba sus curvas entre enredaderas y madre selva, pero ni todo el conocimiento del mundo le preparaba para las respuestas o accionares que algunos de sus pupilos decidían tomar o dar ante ella. Azrael expresó ser un ser racional y no sensorial, la Arcano ladeó la cabeza colocando lentamente la maceta con la flor medio muerta y traumatizada de Jeremy delante de @ Crazy Malfoy  transmitiendo unas breves palabras a modo de pensamientos "Intenta encontrar en ella un motivo para florecer. La evolución en el hombre es como el crecimiento en la fauna, habla con ella y permite que ella te hable a ti". Hizo esto para centrar su calmado vocabulario en Licaón, el muchacho le desconcertó por completo, más aun le daría una oportunidad, y solo una. 

—Intento comprender, joven mago, por qué usted creyó conveniente presentarse ante mi, leer incluso sobre Legeremancia, cuando se considera una persona de razón ¿Le resulta razonable ahondar en los pensamientos, recuerdos y vivencias de un tercero? encuentra lógico profundizar en una cabeza ajena sin ser capaz de empatizar. Porque aquí, en mi territorio, no hay nada más importante que la empatía. Entonces dígame @ Azrael Lycan  ¿Cuáles son honestamente sus intenciones? podría ser yo misma quien se lo dijese, pero no lo encuentro justo de momento. 

Mientras entablaba sus primeros lazos, poco fraternales, con Azrael, un escalofríos le corrió por el cuerpo desde la planta de los pies —pies que estaban en constante contacto con la tierra— hasta la nuca, erizándole la piel. Dos gruesas enredaderas, similares al lazo del diablo, surgieron bajo las siluetas enfrentadas de @ Juv Macnair Hasani  y @ Eobard Thawne  los cuales no terminaban de dejar en descubierto sus intenciones ni para con la habilidad ni para con ellos mismos; la conexión eran fuerte, podía notarse a leguas, incluso cuando Rosalía se encontraba en otro ala del invernadero que le servía de hogar, pero era para igual con la rivalidad. Sus plantas y flores, por el contrario, no compartía curiosidad alguna por ese par, sino que se sintieron amenazadas, sobre todo cuando uno de ellos utilizó herbolaria humidificada. 

La enredadera fue lo suficientemente rápida como para que ninguno pudiese actuar, menos en territorio Arcano, donde si Pereira así lo deseaba, sus varitas podían quedar inservibles por el resto del aprendizaje. La vegetación trataría de comunicarse con ambos magos, ahondaría en sus más frecuentes y ocultos pensamientos, aquellos que intentaban tapar con quehaceres u obligaciones, con diversión o trabajo, pero que nunca abandonaban sus cabezas. Ellas, las enredaderas, serían comprensivas, solo si ellos eran sinceros, entonces les permitirían librarse, les contarían un secreto que podría servirles para avanzar un poco más con la clase y llegar al encuentro con la pelirroja. 

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  • 2 semanas más tarde...

¿Sus verdaderas intenciones?, aquello si que le hizo borrar todo gesto en sus facciones. No estaba del todo segura de querer revelarlo todo de una, no siempre considero sensato abrirse de capa y darse a conocer sin poner una sola barrera de por medio. Por algo su dominio con la Oclumancia era magistral y se lo reconoció la Arcana que le enseñará dicha habilidad. Aunque al estar delante de la Arcana de Legilimancia, posiblemente le costaría un poco más ganarse la simpatía de la mujer, para buena suerte de ambas no era la clase de mujer que esa clase de banalidades captarán su atención. 

Poco o nada, le importaba agradarle a los seres que le rodeaban. Eso si, aprendió de Báleyr a respetar a todos los Arcanos que impartían diversas habilidades. El viejo tuerto le hizo pasar las de Caín, al moldear un poco la personalidad misteriosa y rehacía a la convivencia que se jactaba de presumir Macnair. Quizás la inexistente presencia de su madre o la desaparición de su padre, complejo árbol genealógico que manejaba la Nigromante. Ramas rotas o quemadas por las llamas inclementes de un pasado que se negaba a borrarse del todo de su andar.

— ¿Intenciones?, puede que tenga varias en mente. No todas relacionadas con sus hermosas plantas, pero si con el daño que pueden causar varias de ellas, si son empleadas de forma incorrecta—desviando su vista hacia Barry, notaba como volvía a caer en sus ensoñaciones. Aunque no descartaba que fuera alguno de sus viejos traumas dando señales de vida, siempre tan frágil en los momentos donde se le necesitaba cien por ciento lucido— Puede que él si sea un reto para está clase, suele ser un poco—carraspeó guardando silencio. Prefería que el se explicará a su modo, porque muchas veces dar la opinión sobre otros, no siempre era bien visto por el afectado. 

Las plantas jamás fueron atrayentes para ella, al menos no del modo que estuvieran ligadas con la herbología. Su fuerte eran las pociones, transformaciones y artes oscuras, pero presentía que le tomaría gusto a la creación de brebajes empleado esa clase de ingredientes. Esperaba no tener que tomar alguna clase de té o algo similar, porque la última vez eso le jugó un poco en contra— De mi puedo decirle que deseo conocer la mente de algunas personas que me generan curiosidad, pero más que nada porque me interesa incrementar mis conocimientos sobre está habilidad—la sinceridad era una característica demasiado arraigada en ella. 

Además intentar esconder sus pensamientos, no le resultaba del todo una idea viable delante de la Arcana. Rosalía capaz de desarmar su mente como un puzzle y volver armarlo del mismo modo. Suprema admiración sentía por cada uno de los Arcanos que otorgaban parte del conocimiento que poseían a los que consideraban ser dignos de obtenerlo en cierto aspecto— Deseo conocer lo que es la mente ajena, pero no para robar sus más íntimos secretos, sino para conocer la capacidad que posee cada ser mágico para guardar sus memorias y si algunas de ellas, les han dejado heridas que aún no sanan del todo—de un tiempo a la fecha se estaba volviendo un poco más analítica de lo normal. Observadora por naturaleza deseosa de desenmarañar cada misterio que llegará a sus manos. 

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Suspiró.

Su vida se había vuelto demasiado solitaria. Si bien era cierto que se reunía de vez en cuando con Bel, su amiga desde aquellos tiempos en que trabajaban juntos en el Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas, pero de ahí en fuera no había hablado con nadie más desde su regreso a Londres. Sí, no podía sacarse de la cabeza que debía inscribirse a las pruebas de Quidditch que estaban cada día más cercanas aún cuando no tenía ni idea sobre como funcionaba realmente ese deporte ya que nunca se había interesado mínimamente en el mismo.

— ¿De verdad era necesario? —sí, lo era, aquellas reuniones con extraños para aprender una habilidad o poder era la única conexión que tenía con otras personas. Si es que a los Arcanos y Uzza se les podía calificar de aquella manera.

Estaba cada vez más cerca del punto de reunión, por lo menos del que la escuela le había informado. La choza en que se suponía vivía Rosália estaba ya a solo un par de pasos de donde el Ryddleturn se encontraba y aún faltaban un par de minutos para la hora en que había sido citado. Se sacudió un poco el pantalón intentado aligerar un poco las arrugas del mismo pero no logró nada con aquel gesto. 

— Qué más da si llegó un poco antes —murmuró. 

No sabía que le esperaba aquel día, cada una de las pruebas era diferente pero sabía que sería difícil. A su forma, aquellas pruebas siempre eran difíciles y más para Cillian que no terminaba de acostumbrarse a aquella nueva mecánica para el aprendizaje de poderes y habilidades. Le tomó un par de de segundos llegar hasta la puerta de la choza y otro más llamar a la puerta.

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  • 2 semanas más tarde...

Rosalía tomó una maceta que estaba a su izquierda y comenzó a arrancar mala hierba mientras Juv hablaba. Una mujer sabia que hacía mas de una cosa a la vez para lograr concentrarse no solo en las palabras de sus alumnos sino en sus mentes, era como una especie de comparativa o cotejo de información, no todos acudían a ella portando la habilidad de la Oclumancia, por consiguiente olvidaban que una mentira sería fácilmente descubierta. En un par de segundos dejó la planta solo con tierra fresca nuevamente en su sitio, más adelante podría regarla más ahora debía permitirle descansar, la hierba solía absorber nutrientes que le eran necesarios para crecer sana y fuerte, así como los malos pensamientos se apoderaban de la energía mental de sus huéspedes hasta agotarlos. Quien jurase que el cansancio mental y físico no iban de la mano, estaba terriblemente equivocado, o eso creía Pereira. 

La Arcano asintió ligeramente conforme con lo que la bruja explicaba aunque hubiese preferido que hablase de ella y dejase que el caballero junto se expresara por si solo, aun estando dormido podía tantear sus intenciones, la mente de Eobard se veía borrosa de momento. Por otra parte, la enredadera subió rápidamente, sin apretar demasiado, hasta llegar al cuello de Juv y un poco más allá, rosando su cien le permitió oír un susurro que nadie más sería capaz de escuchar. 

"La mente no es un libro, que puedes abrir a placer y examinar como creas conveniente. Los pensamientos no están anclados en el interior de nuestras cabezas, para ser vistos por cualquier invasor, señorita. La mente es algo complejo y con muchas capas a develar"

Segundos después la soltaron dejando que sus pies tocaran el suelo, mientras Eobard seguía suspendido hasta que fuese capaz de articular palabra alguna. 

—Si me acompaña por aquí, señorita, podremos ponernos más cómodas. 

Rosalía volvió a tomar una maceta —diferente a la primera, con flores azuladas— y condujo a su pupila hacia el centro del invernadero, donde la tierra y lo verde quedaba un poco en segundo plano y los muebles sencillos indicaban que ahora estaban en su casa. Y mientras pasaban por la puerta principal alguien decidió llamar, la pelirroja invitó con un además a que continuara unos metros más hasta toparse con los sillones de mimbre donde podría tomar asiento y esperarle, todo el interior olía a jazmines, a rosas o a tulipanes según el estado de ánimo de cada quien, aunque para Pereira el aire siempre olía a fresias. 

—Cillian Riddleturn, bienvenido seas. 

Abrió la puerta y golpeó al muchacho con su saludo cordial, su mente no dejaba de parlotear por lo que casi le había dicho su grupo sanguíneo y el color de sus interiores. Rosalía fue lo suficientemente educada como para clausurar esa parte tomándolo por un hombro con delicadeza y empujándolo al interior del invernadero haciendo que la puerta se cerrase tras de sí. La maceta que llevaba en su diestra no poseía tierra, sino unos pocos litros de agua que se agitaron levemente meciendo un precioso Lirio azul. Ahora que tenía no solo uno, sino dos alumnos, estaba segura de poder comenzar la clase de conocimientos con más soltura. 

Esperó a que el muchacho saludase a la otra bruja o tomara asiento, lo que le fuese conveniente, mientras colocaba dos platos y dos tazas de porcelana negra con bordes dorados frente a cada quien. Recitando algunas palabras en lengua Arcana agradeció a la flor por su colaboración y larga vida, se disculpó y prometió sembrar el mundo con cinco ejemplares por su sacrificio, luego la trituró suavemente y dejó caer la mitad del polvillo obtenido en cada taza para, a continuación, echarle agua caliente. De pronto el cuarto se vio invadido por un aroma cálido. 

—Si están dispuestos a ponerse a prueba para ser capaces de leer mentes ajenas, el primer paso es pisar la propia mente. No se asusten, podrán oírme a cada segundo, estaré guiándolos cuando no sepan qué hacer, pero deben poner en blanco aquí...— señaló su cabeza —Para avanzar, aunque si no están preparados para ello deben decírmelo, pues una vez ingerido el té no hay marcha atrás. 

@ Juv Macnair Hasani  @ Cillian

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— ¿Eh?

Cillian estaba ya bastante confuso y apenas tenía un par de minutos de haber llegado al invernadero donde al parecer comenzaría su clase de Legilimancia. Bueno, si es que podía llamarlo clase, no estaba bastante seguro de cual era el termino correcto para referirse a aquella situación. Su saludo hacia Juv fue bastante escueto, como era habitual, estaba más perdido en sus pensamientos que en lo que pasaba a su alrededor. Alargó una de sus manos para tomar una de las tazas que la Arcana les ofrecía.

— Entonces, ¿de qué va todo esto? —Inquirió mientras observaba la taza de té—. Esto tiene algo, ¿no? 

Suspiró, era bastante claro que sí pero también lo era el que tenía que beberlo sí o sí así que no lo pensó demasiado y dio el primer sorbo a su taza. El sabor no era tal y como lo esperaba, pero aún así no era de su agrado. Bebió el resto de la taza de un solo trago y no pasó más de un segundo para que Cillian cayera al suelo inconsciente. Genial, hora de encontrarse consigo mismo, ¿no? De eso iba todo aquello.

Así que el rubio paso de estar en un invernadero junto a Rosalía y Juv a estar en un espacio completamente en blanco, solo. ¿Y ahora qué? ¿Con quien tenía que hablar? Suspiró, se recostó sobre el piso totalmente blanco y fue entonces cuando lo vio, un pequeño chico de cabello negro corriendo de un lado a otro en el techo. ¿Cómo había llegado hasta ahí? 

Oh, no.

El pequeño obviamente era Cillian mucho antes de que la gran guerra comenzara, sí... Obviamente que ya comenzaban a escucharse rumores, pequeños secretos susurrados de un lado a otro de lo que se avecinaba, pero en ese momento él no lo sabía. Cillian era bastante feliz en aquellos días junto a su madre y hermanas en la mansión Ryddleturn. Así que de esto iba todo lo que la Arcana intentaba hacer.

Negó, no le gustaba. ¿Para qué volver al pasado? Trato de ignorar al pequeño corriendo de un lado a otro en el techo.

— ¿Y ahora qué, Arcana? ¿Qué tengo que lograr con esto?

@Rosália Pereira

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~ Un viaje por la mente de Cillian R.

Rosalía entrelazó sus finos dedos como enredaderas esperando la reacción de sus alumnos. La señorita Croft parecía desconfiada y había logrado cerrar algunos pensamientos más profundos para la Arcana; no había que olvidar quién tenía todas las llaves allí. Por otro lado, Cillian demostró su mala espina con una frase muy común en los humanos no mágicos, "de qué va todo esto", para Pereira no existía en el mundo persona más insegura que el hombre, muchos no sabían tal cosa, que cuanto más poder tienen más fuerte se vuelven sus inseguridades, muchas echan raíces en la profundidad de sus cabezas, son una voz constante anhelando aun más poder y dudando del poseído ya, como si nunca fuese suficiente. 

—El lirio de agua, jóvenes, es una flor hermosa e inofensiva, en su ambiente natural, claro— señaló la pecera y cruzó las piernas debajo de la falda de hierbajos —Pero una infusión como ésta puede resultar lo suficientemente alucinógena como para permitir a sus sentidos hablar por sí mismos, sin restricciones. Y a ustedes, por supuesto, escuchar lo que claman sus más profundos instintos, deseos y pensamientos. 

Se hizo el silencio en aquel acogedor cuarto y fue el mismo muchacho que la cuestionó primero quien se aventuró con la taza entre las manos. Rápidamente la pelirroja hizo aparecer su vara de cristal y movió el sofá unos pocos metros para amortiguar su caída tras dar el primer sorbo. 

La Arcana aguardó otro poco para saber la decisión de Juv y luego cruzó las piernas sobre el sofá que ocupaba en posición de jefe indio para permitir a su cuerpo entrar en trance, gracias a la meditación de sus palabras; un cántico arcano de cientos de años que desconectaba la mente del mundo terrenal. De pronto, un intrínseco laberinto de rosas rojas recibió a la mujer, así era como se veía el bloqueo en su propia cabeza, luego de ello había una puerta azul que daba paso a un pequeño cuarto, igual al actual, con una única silla, café de hierbas y una mesa de cristal que le llegaba a las rodillas. 

Tomó asiento justo cuando el mago clamaba su nombre con una interrogante ¿Y ahora qué? Rosalía le dio un sorbo a su café y sonrió plena, sabía tan bien, como a castañas tostadas con flores silvestres. Mientras tanto en el cuarto blanco que visitaba Cillian comenzaba a teñirse de cientos de colores, hasta adoptar una forma familiar para él. 

—¿Dónde estás?— Le preguntó. 

Cuando uno no tiene control sobre su mente, o diferente, no sabe que lo tiene, ésta tiende a adoptar la apariencia de "lugar seguro", es decir, a donde alguien se resguardaría en caso de necesitarlo, ya fuese por temor, un trauma, estrés o simple cansancio; los había quienes lo hacían por mero placer, como Rosalía, para meditar. 

—Dime lo que ves. 

Continuó esperando a que su alumno le respondiese la primer pregunta o le describiese el lugar. 

@ Cillian

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Castillo de los Ryddleturn varios años atrás.

— Estoy en casa.

Había bastado solo un par de segundos para que la habitación blanca que comenzaba a volverlo loco tomará la forma de su antiguo hogar. Estaba recostado sobre su cama, el castillo estaba en silencio algo que no era habitual. ¿Sería acaso qué? No, no... Sabía bien que ella ya no estaba. Hacía muchos años que su madre había partido. Y entonces, entonces ya nada tenía sentido. Comenzaba a sentirse desesperado entre esas cuatro paredes que en algún momento le habían conferido bastante seguridad. 

Y luego, luego comenzaban a desaparecer así que Cillian se levantó de un brinco rápido y corrió hacia la puerta la cual le costo bastante abrir. ¿Sería que el desaparecería también? No entendía que estaba sucediendo, ¿por qué todo aquello que reconocía como parte de su pasado comenzaba a desaparecer? Se dirigió hacia las escaleras, esperando encontrar a alguien que le explicara que estaba sucediendo. 

Se había olvidado por un momento de Rosalía, estaba ahí porque ella lo había drogado o algo por el estilo, pero en aquel momento sentía que todo aquella era totalmente real. Bajó las escaleras rápidamente mientras detrás de él todo desaparecía y al salir del castillo se encontró con su familia, por fin. Intentó acercarse a ellos pero poco a poco comenzaron a desaparecer. ¿Qué significaba todo aquello? 

— ¿En casa? —suspiró, estaba bastante confundido.

El Castillo Ryddleturn había desaparecido, sí... 

Pero un nuevo paisaje comenzaba a tomar forma a su alrededor, uno que si bien Cillian no terminaba por reconocer le parecía vagamente familiar —. ¿Estoy dentro de mis recuerdos? —cuestionó al aire, sabiendo que obtendría una respuesta.

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