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Libro de los Ancestros


Khufu
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Gracias a su ojo, Khufu podía ver todos los movimientos de Katara sin mover un solo músculo. La forma en que la bruja había dudado al inicio lo alertó ¿podría hacer lo que había pedido sin usar su varita mágica? Khufu notaba que en los magos y brujas de aquel lugar había cierta dependencia a usar la varita para todo y la capacidad de la bruja para salir adelante sin ella era una prueba simple pero difícil de superar.

 

El uso de los anillos había sido una buena escapatoria y no se había sobreesforzado para conseguir lo que necesitaba. Inteligencia antes que fuerza bruta, era algo que Khufu apreciaba y que pocos solían demostrar en situaciones inesperadas. Miró satisfecho a la bruja cuando volvió a su lado utilizando un nuevo portal.

 

Asintió ante el comentario de la cantidad de diamantes. Para la poción solo se necesitaba una pequeña cantidad, pero eso era algo que Lyra tendría que descubrir por sí sola, pues debería experimentar con la prueba y error. El guerrero chasqueó los dedos, con mucho esfuerzo debido a la edad, e hizo aparecer un caldero gigantesco justo al frente de su alumna.

 

Como toda poción peligrosa y poderosa, necesita algo extra.

 

Dijo con algo de misterio en su voz, mientras en su mano sostenía la varita mágica que le había quitado al inicio de la clase. Se la devolvió con mucho respeto como si estuviera realizando una pequeña ceremonia. Estaba consciente de que le había complicado la existencia al obligarla a buscar los diamantes sin ella.

 

Madera de un árbol de mango, de treinta y dos centímetros, flexible. dijo un poco pensativo Núcleo de sangre de dragón... sí, creo que un bola de fuego chino... ¿Hay algo más? ¡Oh, qué extraña combinación! ¿es cabello de micropuff? Muy poderosa y extraña, pero aún así no es suficiente ¿se te ocurre como hacerla más fuerte de lo que ya es?

 

Evidentemente hablaba de la vara de cristal, la correcta forma de conjurarla era transmitiendo todas los deseos y sensaciones a la varita común y sentir como se acrecentaba su poder a la par de su tamaño, hasta convertirse en el elegante bastón de cristal. El tiempo de cocción de la poción disminuiría considerablemente y en unos minutos la poción ya estaría hecha.

 

Le encantaba analizar varitas. La varita escoge al mago por lo que analizarla podía decir mucho de su dueño.

 

Mezcla los ingredientes cuidadosamente— recomendó entregando un pergamino con instrucciones. — Al final da unos toques con tu varita mejorada para concluirla.

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Había sufrido al hacer la búsqueda sin mi varita, era demasiado dependiente de la misma, pero afortunadamente utililce los anillos y conseguido los diamantes que buscaba.

 

Asenti ante los comentarios del guerrero Khufu sobre mi varita. Sabia que era extraña, más porque no había sido hecha por un mago ajeno. Tuve que convencer a Ollivander de que me enseñara a hacerla, ya que el no quería hacerme una con el material que le llevaba, mismo que acababa de describir el guerrero.

 

El conocido fabricante de varitas no había hecho más que decirme que no funcionaría, por lo que se sorprendió cuando realice mi primer hechizo con ella. Tuvo que admitir que funcionó bastante bien aunque el material acostumbrado se saliera de lo común.

 

Una vez terminada, deje de usar el respuesto que venia utilizando una vez que perdiera mi primer varita en una redada, nunca le había tenido cariño en realidad a ese repuesto, por más que funcionara de maravilla también. Volví a la actualidad cuando el uzza me devolvió mi varita, suspirando con alivio.

 

-Si, tengo idea de como hacerla mejor.- Contesté.

 

Me concentré, transmitiendo todos mis deseos y sensaciones a la varita, deseaba desde hace mucho poder convertirla en la vara de cristal que tanto desesaba. Noté como empezó a cambiar la misma en mi mano. Mi varita creció al tamaño de un bastón, mismo que me llegaba a la cintura para poderlo manejar con facilidad. Ya no era de madera de mango, sino de cristal azul acero.

 

La varita tenía la forma del capullo de una rosa y en el tallo de la misma, se encontraba en relieve el dibujo de una serpiente enroscada en la misma. Sonreí, esa forma era especial para mi, ya que era un tatuaje que antes estaba en mi antebrazo izquierdo para cubrir la Marca Tenebrosa. El tatuaje había desaparecido cuando sali de la misma, junto con la Marca.

 

La forma actual de la varita sin una duda reflejaba una época muy importante para mi, que si bien quedó en el pasado, esos recuerdos me hacian más fuerte. Se la enseñe al guerrero, orgullosa, podía sentir el poder de la misma.

 

-De acuerdo, lo haré con cuidado. - Dije tomando el pergamino.

 

Encendí el fuego primero con la varita y empecé a poner los ingredientes. Primero, los pétalos de pensamientos, la cantidad necesaria para que pierda la capacidad de raciocinio. Había tomado solo un diamante el cual segui haciendo polvo gracias al Kansho.No necesitaba usar mucha fuerza para partirlo, apenas un pequeño roce bastaba. Me di cuenta que con solo la mitad de un diamante bastaria, puesto que había sido uno de tamaño mediano que había elegido.

 

-Si sobran diamantes, se los regresaré a los escarbatos cuando termine la clase.- Pensé.

 

No dude en hacer un hechizo protector antes antes de poner el ultimo ingrediente.

 

-Cantar de Eleboro.- Dije en voz alta, señalándome.

 

Surgió una vibración musical apenas audible de mi varita, protegiendo mis sentidos, sobre todo el de la vista, para que no me afectara si el viento soplaba hacia mi un poco de la arena mágica del desierto.

Realizado este hechizo con mi varita mejorada, me quite por unos segundos el frasquito con forma de colgante, para vaciar un poco en el caldero. No necesitaba mucho. Destapado el frasquito estire el brazo y me aleje de él, con cuidado para que la arena no me nublara la visión por haberme caido un poco en la cara por el viento. Cuando salió lo necesario, tape el frasco y lo puse de nuevo en la cadena donde iba ese colgante.

 

Mezcle los ingredientes cuidadosamente con el cucharon que estaba junto al caldero. La poción parecía haberse hecho más rápido de lo normal.

 

Le di un par de toques a la poción con la varita de cristal, terminando la preparación de la misma Desaparecí el Kansho que había invocado para hacer el polvo de diamantes, sabia que lo podría invocar nuevamente si lo necesitaba.

 

-Perfecto. Ya esta lista, guerrero Khufu.

 

Había leido los efectos que tendría la poción, pero para que funcionara tendría que hervirse bien. Seria fácil dormir a alguien, si la víctima no se daba cuenta de que uno había mezclado algo en su bebida. Admire una vez mas mi varita mejorada, mientras esperaba las siguientes instrucciones.

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  • 1 mes más tarde...

El aviso de la universidad por comenzar con el curso del siguiente libro de hechizos me llegó temprano en la mañana, sin embargo debía de pasar por todos mis negocios, por la dirección de El Profeta, por le Ministerio de Magia para realizar unos trámites y, al final, pasar tiempo con mi familia antes de poder llegar hasta los aposentos de Khufu, el siguiente guerrero Uzza que estaba designado a impartir las enseñanzas del libro de los ancestros.

 

Había tenido ya la experiencia de dos guerreros con el libro del druida y el libro del caos, ambos guerreros con una personalidad difícil, características de todos los magos que se dedicaban al combate, sin embargo este pueblo era diferente a cualquier otro con el que me había enfrentado anteriormente. Eran orgullosos, demasiado, rallaban en la línea del conocimiento con el poder, una frontera difícil de soportar.

 

Una simple túnica bombacha y un abrigo de piel eran lo que marcaban mi conjunto ese atardecer, junto con unas botas gruesas que me llegaban hasta las rodillas; debajo de todo aquello, todos los amuletos, anillos y artefactos en general de los libros anteriores así como los de este nuevo, dispuesto a aprender de la manera que deseara mi siguiente guía, de manera serena y callada.

 

¿Habrá recibido la notificación el guerrero de mi presencia aquel día? Nunca había fallado la universidad, pero mi historial dentro de aquellos cursos y con los arcanos no era la más óptima, distaba mucho de serlo, por lo que estaba esperando cualquier situación que se me presentara en aquella ocasión.

 

Y ahí estaba, afuera de su hogar, llamado a la puerta.

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Sely se levantó perezosamente de una silla algo vieja. No había pasado mucho tiempo desde que se había apoderado de aquella pequeña aula para convertirla en su oficina personal. No había mucho papeleo que hacer por parte de la Universidad pero Khufu siempre le pedía favores que, ocasionalmente, requería gastar bastante tiempo y energía en poder conseguir todo el papeleo necesario para satisfacer su deseo.

Conocía lo suficiente a Khufu para saber que nadie conseguiría mantenerlo atado a una aula de clases. Muchas veces le había encontrado durmiendo en los terrenos de la universidad y muy pocas ocasiones bajo una carpa, no creía que nadie esperara encontrarlo dando clases bajo una edificación. ¿Quién será ahora? se preguntó cuándo un sonido interrumpió su descanso.

Supuso que, al igual que unos meses atrás, se trataba de un estudiante y no se equivocaba. Esbozó una sonrisa de satisfacción al ver que su predicción se cumplía. Se acercó al estudiante luego de saludarlo cordialmente, no podía ser descortés o deshonraría a su maestro Khufu. Luego de explicarle la situación, lo guió para ayudarle a encontrar dónde se realizaría la clase. A pesar de que no sabía dónde sería y, probablemente, Khufu tampoco debía parecer como que si.

Encontrar al mago normalmente sería un poco complicado, con lo amplio que eran los terrenos de la universidad. Por suerte, esta vez sospechaba donde podría estar por lo que se dirigió directamente hacia allí.

***


Se colocó de pie rápidamente cuando notó la presencia de visitantes. Guardó el libro que leía sobre criaturas demoníacas en el estante más cercano, luego ordenaría pero no podía dejar que alguien se enterara de la existencia de aquellos particulares libros. Había colocado una gota de esencia mágica en la entrada por lo que no fue difícil enterarse de que tenía visitantes y sospechaba de qué se trataba.

Buenas tardes— dijo con un tono algo dubitativo, solía pasar horas leyendo por lo que solía perder la noción del tiempo. — ¿Nuevo estudiante? Gracias Sely

Ya se había vuelto una agradable costumbre que Sely llevara ante él a sus estudiantes. Prefería que le avisaran de antemano pero, ciertamente, Khufu solía ser un mago difícil de encontrar si no se conseguía el tiempo para buscarlo a conciencia. No conocía al nuevo estudiante lo cual no era de extrañar pues no se había dado el tiempo para recorrer la sociedad Londinense.

Y bien, me gustaría que se presente ¿Cuál es tu nombre? ¿Qué esperas lograr? y cualquier otra cosa que quieras agregar.

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Me recibió sin problemas el guerrero Uzza por lo que debía de presentarme como primer movimiento, lo usual en cualquiera de los cursos que había cursado, intentando recordar su rostro de la prueba del libro del equilibrio donde todos los Uzza se habían presentado para observarnos... aunque creo que ninguno se acordaba de nadie en específico.

 

- Ishaya M. Tonks, - respondí de inmediato - espero conocer los secretos del libro de los ancestros y lograr controlar sus poderes a un nivel lo suficientemente aceptable para usted, mi guía en este proceso.

 

Me había dado la opción de agregar algo a mi presentación, el primer guerrero que lo hacía, y me mantuve un par de segundos callado, meditando rápidamente las palabras exactas que quería transmitir para que no se entendiera mal el mensaje o, de cierto modo, que quedara un poco claro que venía con toda la disposición a ser un aprendiz.

 

- Soy originario de Francia, de ambas partes, llegué a Inglaterra para terminar con la organización de los mortífagos quienes lograron extenderse por toda Europa y justo me enteré que en este país estaban sus líderes. ¿Por qué? Porque soy un miembro de la Orden de la Mano de Plata, magos guerreros que utilizan el poder del trueno y la energía que nos rodea para poder combatir contra nuestros enemigos, perseverando la vida ante todo en la búsqueda de justicia.

 

Ya me había tocado un Uzza que menospreciaba mi clan por llamarnos guerreros, pero no había otro modo de expresarse de ese grupo en particular, ya que combatíamos cuerpo a cuerpo (en eso nos especializamos) teniendo la magia como una ayuda dentro de nuestra lucha más no como un arma para quitar la vida o hacer daño.

 

- Tengo familia, - proseguí - y como patriarca de la misma es mi deber protegerlos, por ello es que estoy aprendiendo estos nuevos poderes, para que nunca sea un rival fácil o para que me tomen a la ligera.

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Algo en sus palabras le causaba algo de duda. No se lograba decidir si de verdad el mago era tan débil de carácter o actuaba así solo para parecer educado, aunque no cabía duda de que esas no eran palabras que le interesaban oír. No le molestaba que se presentara allí con la humildad de un aprendiz, pues eso era, pero no creía que realmente lo sintiera sino más bien eran frases prefabricadas para generar un buen ambiente.

Pues entonces dime ¿Qué es la justicia para ti o para tu clan?

Siempre era agradable oír palabras con real contenido en ellas y no solo frases vacías. Muchos sabios pasan años tratando de encontrar respuestas incluso más triviales que aquella pregunta que acababa de hacer. Resultaba extraño, a lo menos, que todo un clan poseyera la misma definición de justicia entre todas sus tropas. Le interesaba más aquella respuesta que todo lo otro que había comentado el mago. Realmente poco y nada le importaba la lucha contra mortífagos o los miembros de la Orden del Fénix, tampoco algo tan cliché como proteger a la familia.

A pesar de que él era de la idea que era más importante conocer al alumno antes de enseñar los poderes que contenían el libro. Sin embargo, era una buena oportunidad para introducir uno de los amuletos. Era uno de los objetos más útiles que se encontraban en su haber. Sería interesante ponerlo a prueba para que su alumno viera su actuar aunque sabía que no fallaría, también sabía que su amuleto no lastimaría a Ishaya.

¿Vamos? Aunque necesitaremos un libro de aquel estante.— dijo mientras apuntaba a su derecha.

Aquel estante era una recopilación de los libros privados de Sely el cual le quedó mirando un poco confundido con su instrucción aunque no tardó en comprender lo que intentaba hacer. La biblioteca poseía en sus interiores una sala exclusiva para la colecciones de Khufu y por lo mismo, había colocado el Amuleto Antirobo en el lugar. Nunca se había dado cuenta si alguien había intentado robarle pero si es que lo habían intentado el amuleto había protegido sus pertenencias.

Todos podrían salir de la sala, pero sea cual sea el libro que Ishaya haya intentado sacar del lugar no habría logrado conseguirlo. Derrotar la magia de aquel objeto era casi imposible, habían formas pero no le correspondía a él enseñar la magia capaz de de confundir la protección del amuleto. Además dudaba que poseyera la capacidad para realizar aquel nivel de magia tan poderosa.
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- Nos basamos en las leyes de la vida, - respondí de inmediato al guerrero Uzza - aquel que vaya en contra de la protección de las mismas merece un castigo y nosotros estamos para ello.

 

No confiaba en los guerreros Uzza, en ninguno, sus métodos me parecían muy arcaicos y estaba seguro que todos ellos eran demasiado orgullosos como para corresponder a las ideas que 'defendían', teniendo ya la experiencia de dos de ellos para corroborar mis ideas, teniendo enfrente mío al tercero que, conforme a su actitud y palabras, seguía el mismo camino que sus similares.

 

- Atentar con la vida es un crimen. - Sentencié. - El hacer sufrir, dañar a otra persona y el quitar la vida de otro ser humano es un crimen y merece ser castigado, sin embargo no creemos que arrebatar una vida sea una parte proporcional de su crimen, al final seguimos respetando la vida.

 

Terminando mis palabras sonreí, siempre me había parecido irracional que otra persona, quien fuese, estuviera en desacuerdo con algo tan básico y esencial. No pretendía que me entendiera o que tuviera empatía conmigo el Uzza, no estaba en el lugar para ello, solo debía de pasar los 'trámites' verbales antes de poder ponerme en práctica con los secretos del libro de los ancestros.

 

- ¿Y qué libro requerimos?

 

No era tonto y tampoco me iba a mover para adivinar lo que quería Khufu, si requería de algo tendría que decirme lo que era antes de darme una orden.

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¡Oh!.— dijo con desgano aunque lo intentó disfrazar. Su respuesta no le había satisfecho demasiado.

Su respuesta había sonado como alguien sin individualidad. Un discurso que había sido inyectado por el líder de algún grupo. No sabía si debatir o no sus comentarios porque temía que el mago se sintiera ofendido. Sin embargo, lo hizo de todas formas. Si se sentía ofendido bien podría dejar la clase hasta ahí.

¿Y ustedes son los que deciden qué castigo se merece?.— preguntó con ingenuidad.— ¿Cómo se ganaron dicho derecho?.— no sabía si alguna vez el mago se había hecho aquellas preguntas.— ¿Y cuales son esos castigos? ¿encerrarlos en Azkaban? ¿No crees que es incluso más humanitario arrebatarle sus vidas antes que dejarlos privados de libertad y siendo devorados lentamente por los dementores? ¿No es esa tortura aún peor que el agravio cometido? ¿Cómo pueden cuantificar la valía de una vida?.

Había realizado todas las preguntas de golpe. No sabía si su aprendiz sería capaz de recordar todas las preguntas que había realizado aunque tampoco creía necesario escuchar una respuesta. A lo largo de su vida había asesinado y había visto a sus seres queridos morir. Había visto gente buscando venganza, personas escudándose en un falso sentido de la justicia para sentirse reconfortados. La justicia no podía ser universal, era personal y que un grupo de sujetos se creyera con la potestad de juzgar a otros bajo el nombre de la justicia era algo que no le agradaba. Podían hacer cumplir reglas, leyes, incluso castigar pero llamar a ello justicia le parecía una grave equivocación.

Sonrió amablemente mientras señalaba a un libro de tapa roja que se encontraba bastante roída. Lanzó una mirada de recriminación a Sely por no cuidar del todo bien sus bienes. El libro se encontraba en un rincón del estante, bastante alejado del resto de los libros por lo que no debería serle difícil a Ishaya seguir sus instrucciones. Había escogido aquel libro precisamente por ello, no tenía intención de perder más el tiempo porque el mago no se decidiera por tomar un libro.

Movió su cuello mientras tanto. Estar tanto tiempo ahí sentado leyendo había causado que sus músculos se volvieran rígidos y por ello algo torpes. Cuando el mago ya había acercado el libro, pues eso esperaría antes de continuar, decidió empezar con la enseñanza de los poderes del Libro de los Ancestros.

Utiliza tu mano para sacar una gota de esencia mágica desde tu Anillo de Presencia y coloca dicha gota en el libro que te pedí que sacaras.
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- Nosotros no decidimos, guerrero Uzza, - respondí de manera tranquila, como si estuviera en un entrevista de trabajo ya que sentía que solo quería conocerme más a fondo - nosotros entregamos a la persona a las autoridades correspondientes según la ley, según cada pueblo, según cada zona... ellos son los que decidirán el castigo que se merece porque por algo están ocupando los cargos o posiciones sociales que ostentan.

 

Las preguntas de Khufu me sacaban una ligera sonrisa en mi rostro, parecía que todos los pueblos guerreros se creían superiores ante cualquier otra persona, excepto nosotros, y me alegraba siempre hablar de mi querida Orden de la Mano de Plata debido a las enseñanzas de mis maestros, magos y brujas de verdad humildes para poder compartir los conocimientos y las artes secretas de combate. Ellos siempre tendrían mi respeto mientras que los Uzza... agradecía el tiempo de enseñanza.

 

Después de ello tomé el libro con tapa roja mientras suspiraba, parecía desesperado pero no era mi culpa que no me indicara el libro a escoger antes de enviarme al mismo estante y no me arrepentía de hacer aquella interrogante, mis antiguos guías me habían enseñado la importancia de nunca tener dudas en la etapa del aprendizaje, inclusive si lo que aprendía eran artes de defensa, marciales, y más en esas áreas para que no arriesgara mi vida o la de los demás... algo que difería con todos los Uzza.

 

En seguida dejé caer aquella gota de esencia sobre el libro, de mi anillo de la presencia tal cual me había indicado el guerrero Uzza y esperé pacientemente por algo, pero no sucedía nada, sin embargo entendí lo que significaba ese momento, tal vez tendríamos que enviar el libro a algún lugar para poder observar todo su alrededor ya que, en teoría, así era como funcionaba dicho líquido en esos casos.

 

Comencé a repasar en mi cabeza todos los artefactos del libro de hechizos, asombrándome en silencio por todo lo que necesitaba aprender y todo lo que el guerrero que tenía frente a mi tenía preparado, con sus diferentes métodos de enseñanza antes de ponerme a prueba.

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Khufu no replicó aunque tuviera los deseos de hacerlo ¿llamar justicia a cumplir la ley? Eso le parecía incongruente respecto a lo que había dicho al principio de proteger la vida. Él había sentenciado con seguridad que acabar con una vida era un crimen sin embargo no creían que acabar con la vida del asesino fuera proporcional pero aún así hay lugares donde las leyes permitían la sentencia de muerte. Por lo tanto, su justicia se veía regida únicamente por las leyes más que en sus creencias o, paradójicamente, su justicia. Para él, eso se alejaba completamente de lo justo.

Notaba una clara desconfianza en el actuar de Ishaya pero no se detuvo mucho a tratar de arreglar aquella situación. No tenía intenciones de pedir que alguien confiase en él o en su pueblo, como tampoco él iba a confiar en un clan que cada vez le parecía menos interesante. Tampoco se iba a cerrar a escuchar a otro miembro de dicho clan si se aparecía frente a él, quizás los fundamentos del clan no eran los equivocados y solo Ishaya había escogido mal sus palabras.

Vamos, sígueme.— dijo con un tono más duro de costumbre debido al cansancio.

Abrió un portal con el Haz de la Noche que había invocado. Esperó que el mago cruzase antes de hacer lo mismo. El destino que se encontraba al otro lado del portal era un bosque con bastante vegetación, las aves volaban sin preocupación y el aire era limpio. Al cruzar el portal Khufu dió una gran bocanada de aire en un intento de recuperar las energías y la paz. Prefería estar en la naturaleza en tranquilidad que estar rodeado de personas, sobretodo con algunas personas que desperdiciaban su tiempo solo quejándose de la vida, de la falta de tiempo pero no eran capaz de disfrutar los pequeños detalles.

Como podrás notar, el libro ya no se encuentra en tus manos. Esto se debe a que aquella sala estaba protegida por el amuleto Anti-robo. Este amuleto tiene la forma de una porcelana, la cual que representa al dios griego Hermes con su casco alado. Su poder impide que puedan robar en los lugares en donde se encuentra colocado. .

Era, sin duda alguna, uno de los amuletos favoritos en su posesión. Poseer el poder de proteger sus objetos, sus libros, sus pertenencias era algo que agradecía a la Diosa. Con la cantidad de secretos que escondía en su colección de libros muchos habían intentado robarle pero gracias a aquel amuleto les había resultado imposible.

Por otra parte, como colocaste una gota de la esencia del Anillo de la Presencia puedes ver en dónde se encuentra el libro y ver todo alrededor. Solo debes concentrarte en que lo quieres ver. Siente la esencia.

Obviamente el libro seguiría en la biblioteca, incluso volvería al estante. Ishaya gracias a aquel anillo ahora podía ver aquella habitación en la biblioteca como si el libro se hubiese convertido en sus ojos. Esperaba que la concentración no fuese un problema para el mago, al menos nadie hasta ahora había tenido problemas para ver en un lugar lejano. Luego se encargaría de destruir la conexión con el libro de Sely, no tenía intenciones de dejar la posibilidad de un espía en aquella biblioteca.
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