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Cintas de Colores (MM B: 107664)


Jessie Black Lestrange
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Viana, la chica del cabello rosa chicle.

 

Luego de haber terminado con sus labores y las órdenes que el señor Triviani le había dado se dispuso a atender la cafeteria ya que Uri merecía un descanso o quién sabe dónde se habrá escondido. Un apuesto joven la tomó por sorpresa, dio un pequeño salto en su posición actual y solo se dispuso a sonreír, a decir verdad ella siempre estaba feliz de ayudar a los dueños del local.

 

Joven caballero, ¿sabe usted, las palabras mágicas? Sonrió de oreja a oreja. Claro, todo se trataba de un juego de la infante.

 

Su apariencia de niña, con tan solo 16 años de edad, era demasiado desconcertante para los demás, pero eso no quitaba que pudiera ponerse un poco tensa en algunas ocasiones y generar hazañas desproporcionadas... Se limitó a seguir sonriendo como si su vida dependiera de ello y aguardo respuesta de él. Había estirado retirado su capa de su cabeza, como si eso tendría que significar algo para ella, no la inmuto y siguió limpiando las cafeteras. Limpio, Limpio, Limpio... La La La Cantaba, mientras que sostenía con su mano una cafetera y en la otra un paño viejo.

 

Por favor y gracias. ¿Acaso usted no tiene modales? Soltó con los ojos cerrados y su boca haciendo berrinche. Me recuerda mucho al señor Triviani... No me extrañaría que sean familia. Pase, está en la parte de atrás. Señaló una puerta roja que lo conduciría hasta la cocina, o tal vez a la salida de emergencia. (?)

 

@@Pakami Gryffindor @

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Gryffindor se limitó a mostrar una mueca de disgusto ante la demanda de la empleada. Tales cortesías eran tan innecesariamente mundanas que ni siquiera consideraba necesario registrar la protesta de la mujer con palabras. Ya había establecido su propósito, esperaba ahora que la empleaducha cumpliera con el suyo.

 

Tan solo un momento más tarde, Gryffindor se encontraba atravesando la puerta trasera para encontrarse finalmente con la persona que había acudido a buscar. Bel y su acompañante parecían embelesados en su conversación.

 

"¿Interrumpo?" Se anunció con voz fría.

 

Aún ocultaba su varita bajo su capa. No podía estar seguro de qué clase de individuo Bel había encontrado ésta vez. No podía bajar la guardia. Gryffindor examinó al acompañante de su amiga en un instante. Una sonrisa torcida se formó en su rostro al notar que se trataba de un joven extremadamente agradable a la vista. Quizás hubiera más de una manera de rescatar a Bel de aquel peligro inminente. Luego de un momento, la mirada de Gryffindor se posó sobre Bel.

 

"Tu... esposo está preocupado por ti." Declaró.

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Cinta de colores
Tras el mostrador, con @@Matthew B. Triviani y @@Pakami Gryffindor
Las confesiones acerca del placer que le producía torturar criaturas e incluso personas continuó ¿hasta dónde pensaba llegar Matthew con todo aquello? A pesar de mantenerse impasible, el brillo demencial que asomaba en sus ojos mientras narraba (o rememoraba) aquella tortura a un propio familiar suyo, dejaba en claro que esta vez no se trataba de un fanfarroneo.
Lo de la caballerosidad ligada a ¿podía llamarse libertinaje sexual? me pareció mucho menos novedoso. Las historias acerca de orgías e incestos en los más selectos círculos de las familias adineradas y de abolengo de Ottery eran pan de todos los días, y en muy contadas ocasiones, más por cuestiones de despecho de alguna de las partes involucradas, terminaban saliendo a la luz pública. En ese sentido, era comprensible que él se refiriese con tanta naturalidad al asunto. Por otra parte, la soltura con que la había expresado trajo de inmediato a mi mente a Cillian, mi alocado rubio idi*** y superficial que únicamente guiaba su vida merced a sus apetitos sexuales, buscando siempre rebasar los límites.
Entonces este eres verdaderamente — alcancé a decir mientras él respondía emocionado que le interesaban los juegos y las apuestas y que no solo su físico era el recurso para escalar en sociedad — un maniático que infringe dolor en los demás, por puro placer, y además... un adicto al café.
Él iba y venía por la habitación y no podía hacer más que observar aquellos movimientos, por momentos calculados como cuando había susurrado peligrosamente cerca de mi cuello, y había sentido la presión de sus dedos sobre mis hombros, casi que dispuesto a corroborar allí mismo lo frágil que mi cuerpo podía ser; y en otros momentos erráticos como lo eran en ese preciso instante en que sosteniendo su taza de café se mostraba impaciente de saber que juego le proponía, justo como un niño esperando por un dulce.
No se si considerarte valiente o solo un loco temerario— exhalé largamente, intentando todavía dar con una pista que me ayudara a desentrañar el extraño comportamiento que mostraba el muchacho — pero ya que has aceptaste, comenzaremos este juego ahora mismo, a mi modo.
Incliné la vista entonces hacia mi morral, con la intención de sacar de él aquello que pensaba serviría como un buen calentamiento al enfrentamiento. Matthew volvió a acercarse entonces, quizá solo para saber que era lo que me traía entre manos.
Amo las pociones— le expliqué mientras extraía el estuche con varios viales de distintos colores por el contenido que traían — No solo me encanta comprar las del magic mall sino fabricar las mías, experimentar aumentando o quitando ingredientes. Normalmente pruebo los efectos en mí misma, pero si pudiera tener un entusiasta colaborador esta vez...podría ser divertido probar ciertas cosas.
Le sonreí. Una verdadera sonrisa pues lo que acababa de compartirle no mucha gente lo sabía. Fue en ese momento que la puerta se abrió y tardé unos segundos en asimilar que quien se encontraba bajo el dintel era nada más y nada menos que Pakami Gryffindor. Recordé entonces, que él me había escrito indicando que me visitaría al Castillo Evans, aunque no había confirmado fecha.
Pakami. Ay, casi me das un susto de muerte— negando con la cabeza lo observé y no pude evitar contener una carcajada ante lo que acababa de decirme — tú ni siquiera conoces a mi esposo querido ¿cómo vas a saber lo que a él puede preocuparle?
Estaba claro que para que haya llegado hasta allí alguien había tenido que informarle de mi salida. Y solo había un alguien que venía a mi cabeza en esos momentos, y con quien tendría que cruzar unas cuantas palabras al volver al Castillo Evans. Sea como fuere, ahora me encontraba en una situación de lo más extraña. La presencia de Pakami alteraba por completo mis planes ¿o no? Giré la vista hacia Matthew entonces, y con una venia indiqué a Paji que se acercara.
Mi mejor amigo ha venido "a mi rescate"— el tono de burla con que habían salido las última tres palabras dejaba clara la ironía en ellas— claramente alguien equivocadamente piensa que soy una niña o algo peor, una débil mayúscula. Pero bueno, estábamos aquí dispuestos a comenzar un juego precisamente para probar de que estamos hechos ¿no es verdad Mattie?
Alzando la mano alboroté los cabellos del muchacho. Luego me volví hacia Pakami.
Sí, Paji, me conoces desde la adolescencia y ya lo habrás notado, así que antes que lo digas lo confesaré, para que tampoco a Matthew lo tome por sorpresa. Estoy drogada. — con un gesto teatral levanté la manga dejando ver la marca del pinchazo —Experimentos que te había comentado antes ¿recuerdas? un poco de alihotsy extra al elixir de euforia y colocármelo vía intravenosa y ¡pum! efectos bastante diferente, pero intensos a su modo. — carraspeé y dirigí la vista directamente a Pakami—En fin, no son las mejores circunstancias para conocer a alguien, y no se que decidas Paji, pero yo no me pienso ir de aquí. El señor Triviani creerá que está por encima de todo el mundo, pero no le daré el derecho de creerse por encima de mí.

 

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Se estaba dando cuenta que era adicto a la cafeína. «¿Eso era bueno o malo?» tocó su barbilla y se cuestionó. Evito sonreír al escucharla. Es que Matthew se imaginaba mas o menos a que se refería y ese punto de quiebre en su relato no pasó por alto para el Triviani; él sabía perfectamente lo que eran los momentos de debilidad, por un momento creyó enrojecer a la mención de su etiqueta otorgada por la señorita McGonagall, pero el hecho de que era imposible que sus mejillas adquiriese una tonalidad sonrosada, le hizo caer en cuenta de que fue únicamente la sensación. Le dedico una sonrisa como apagada de sí mismo, realmente se sentía orgulloso por lo que ha logrado hasta ahora. Y si, él también consideraba que era un privilegio.

 

Uno de los taburetes de la barra lo acogió cómodamente, lo miraba y buscaba explicación de porque no estaban donde debían. Encogió sus hombros sin importancia. No iba a ordenar algo como de costumbre, porque esta vez ya le parecía una falta de respeto. Abrió la palma de su mano y miró sus dedos, como si buscara rastro de la delicada piel de la femenino. Devolvió la mirada a ella y ahí estaba, jugando un papel de mujer ruda y cerril.

 

Puedo ser lo que tu quieras, ya te lo dije. Una mirada gélida se le escapó.

 

Matthew se acercó a ella, mientras esta husmeaba los adentros de su bolso, la curiosidad era una peculiar característica del joven gitano y por qué no, quizás algo de valor que le interesara para vender en los mercados ilegales de Borgin. Si, se la sacaría como de lugar, si realmente impone un valor considerable para él. Su brazo izquierdo empezó a arder, podía sentir la serpiente como se enroscaba en su brazo cuan serpiente venenosa, eso no era buena señal; pero no era momento de corroborar lo que estaba sucediendo, aún no estaba libre de todo y para decir verdad, se estaba poniendo gozoso.

 

¿Fabricar pociones? ¡Qué diría Severus de ti! toda una prodigio. (?) Bromeo Suelo venderlas, no ingerirlas... Pero, podríamos probar sus efectos. Sabes, mis padres siempre me hacen experimentos, intentan matarme y fracasan. ¿Buscas algo similar? o mera diversión, Bel. Se paró de nueva cuenta frente a ella, mientras le quitaba un frasco dentre su pequeña y delicada mano.

 

Una botellita de color transparente, con un líquido ambiguo rosado. «Solo una vez pude ver algo similar, una poción de "amor"...» Señaló con sus dedos para recalcar lo ridiculo que eso sonaba en su mente. Absorto en sus pensamientos no se dio cuenta de que de repente había entrado un joven castaño de cabello algo alborotado, pero con unos ojos que despedían una sospecha sin igual en el joven... Pero que tenemos aqui... solto. No me molestaria que tu mejor amigo, jugará con nosotros. dijo a Bel sin perder la mirada ignorando su respuesta.

 

Se acercó hasta él rápidamente, poco convincente, como si fuera a besarlo o algo similar miro sus labios y le mostró la poción que había hurtado de las manos de Bel. ¿Que pasa si él la prueba primero? esperaba equivocarse y que se algún tipo de veneno. ¿Esposo? Abrió los ojos y giró sobre sí mismo mirando a la bruja.

 

@ @@Pakami Gryffindor

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Su mirada permanecía impasible. La confesión de Bel no aparecía como una sorpresa. Era mas bien un comportamiento típico de ella. Aquello no quitaba lo peligroso de la situación. Debido a la sutileza con la que se movía el mago y la expresión en su rostro, era fácil deducir que el estado en el que Bel se encontraba era un factor importante en la denominación del reloj familiar sobre su situación como extremadamente peligrosa. Suspiró.

 

"Si Bel, tu esposo." Replicó en un tono seco. "Envió a P-ko a buscarme. Evidentemente está preocupado."

 

Sabía que no debía haberse involucrado. Desde el momento en que la elfina le llamó, supo que se encontraría en una situación ridícula. Se trataba de Bel después de todo.

 

"No tengo interés en juegos." El mago se había acercado peligrosamente a sus labios, pero Gryffindor no había retrocedido un centímetro. En cambio, puso su mano sobre el pecho del atractivo brujo y lo empujó, alejándolo de sí. "Quizás... en otro momento."

 

No sabía qué lo había impulsado a pronunciar esas últimas palabras. Quizás la abstinencia de los últimos años comenzaba a afectarlo. Su mirada continuaba recorriendo al joven de pies a cabeza en una forma tan sutil como tener un ojo cubierto por una cicatriz lo permitía.

 

"Bel, ven conmigo o tendré que llevarte a la fuerza." Volvió a dirigirse a su amiga. Esta vez quitó la mano que sostenía su varita de dentro de su capa y reveló que su amenaza no venía vacía.

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No era normal, como Matthew contaba todas esas cosas, de la misma manera que otra persona podía hablar del clima o de sus comidas favoritas. Lo usual en Ottery era enmascarar la maldad, jugar hipócritamente a lo que fuera más conveniente, hacerse ver como el ciudadano más ejemplar sin serlo, y por eso lo que Triviani hacía ahora era el doble de significativo: No solo hablar con cierto orgullo de lo que hacía, sino además no mostrar el más mínimo arrepentimiento por ese tipo de vida.

 

Un cínico hasta la médula.

 

Contemplé un instante el vial que había tomado. Era una variación de la popular "sueño angelical de amor", que no requería de combinación con alimentos o bebidas para un efecto completo. Quedaba más explícito ahora el tipo de juego que quería llevar a cabo, y en cuanto notó la presencia de Pakami en la habitación, la avidez de sus ojos me reveló que intenciones podían estar tejiéndose en su mente.

 

Pero mi amigo lo había rechazado directamente, todavía esforzándose por hacerme creer que un pedido de Garry lo tenía allí. Quería echarme a reír, dejarle en claro a él que conocía lo suficiente al hombre con el que me había casado (así fuera más en sus luces que en sus sombras) como para saber que era y no era capaz de hacer por mí, y sobretodo, la confianza que me tenía.

 

Pero ni siquiera fue necesario hablar, porque en una sola oración, Pakami terminaba de delatar a quien en realidad estaba tras todo ese alboroto.

 

Oh, es por pedido de mi elfina que estás aquí Paji ¡deja de mentirme ya como si fuera una maldita mocosa! — no pensaba cuestionarle su genuina preocupación pero esa era distinto a tolerar que me tomara por idi*** — y oíste bien Matthew, él ha mencionado a mi marido ¿siendo tan observador y no has visto mi alianza matrimonial todo este tiempo?

 

Giré la mano, moviendo los dedos para que notase la fina joya. Era rarísimo que el chico no tuviera conocimiento de que era casada, teniendo en cuenta lo pequeño que era Ottery, pero ahora ya no tendría duda al respecto.

 

 

— No me iré solo porque me alces la voz, o saques tu varita de forma amenazante ¿me oíste bien? — tal como había hecho Pakami, saqué mi varita en el acto, apuntando primero a uno y luego al otro— estoy bastante harta de tener todo el tiempo que pensar en los demás. Así sea solo por hoy, haré lo que quiera hacer, sin pensar en lo que venga después — observé de reojo y con una sonrisa traviesa a Matthew— así que Paji, yo en tu lugar, me pensaría bien las cosas. Mira que somos dos contra uno.

 

@@Matthew B. Triviani @@Pakami Gryffindor

Editado por Bel Evans McGonagall

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Viana

 

Había caído en el juego del hijo de Jessie, debía hacerlo si quería seguir cerca para saber que era lo que hablaba con aquella mujer.

 

Algo no le terminaba de agradar sobre la bruja y el hecho de que alguien más apareciera era algo que la desconcertaba de sobre manera, a fin de cuentas, Jessie, había creado aquel local como tapadera de los movimientos turbios de la marca y Viana lo sabía.

 

Tras cambiarse el delantal al fingir semejante torpeza, sonrió amablemente a los invitados del hijo de Jessie y con un leve movimiento de cabeza se alejó de ellos para regresar a su lugar en el mostrador de la tienda de confites y regalos.

 

Debía seguir fingiendo, Jessie le había dicho que mientras nadie sospechara de ninguna de las dosz ellas estarían a salvo. Un paso en falso y las vidas de ambas correrían peligro.

 

Aún no entendía del todo el vínculo que ella tenía con Jessie, pero estaba segura que si algo que pasaba a ella Viana sufriría y viceversa. Lo había notado el día que aquel infame hombre mando a alguien por ellas.

 

Suspiró cansada; escuchaba de fondo las voces del hijo de Jessie y sus invitados. Cómo desearía correrlos del local de la mujer que la había protegido. A su ver, profanan el lugar con su sola presencia y no entendía como Matthew se atrevía siquiera a dirigirles la palabra.

 

La campanilla de acceso de la tienda de confites y regalos sonó. Viana alzó la mirada esperando encontrar a alguien que lograra sacarla de aquella farsa que estaba escenificando y cuál fue su sorpresa al encontrarse con el protegido de Juv, la amiga de Jessie.

 

-¿A qué debemos el honor de tu visita? No creo que vengas por un regalo... Tú no eres así y las cosas dulces no son tu fuerte- sonrió Viana bajando del banquillo y acercándose hasta Haisen con una mirada escéptica en sus verdes ojos.

 

Alzó su mano derecha jugueteando con los botones de la capa de Haisen, viendo de reojo que Matthew no la viera, ya que no quería develarse con el hijo de Jessie, aún no era tiempo.

 

-?Acaso la señora Malfoy te ha mandado por algo? La señorita Jessie ha dicho que ella iría pronto a revisarla - bajo la mirada fingiendo estar avergonzada, al tiempo que retiraba su mano. Sonriendo con malicia al ocultar sus facciones.

 

@Juv Malfoy Crof

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~Haise Malfoy


—Ya sabes que detestó los dulces y esas cosas—respondió secamente el rubio. Detestaba esa clase de bromas por parte de Viana, ¿cuándo entendería que nada relacionado con el romanticismo y esas boberías captaría su atención?. Estaba ahí por otra razón y los negocios, no figuraba en sus planes de momento—Omitamos el tema sobre Juv, no me acaba de convencer del todo hacerme cargo de una responsabilidad de ese tamaño y menos si tengo que cargan con ella, yo solo—terciando una ácida sonrisa en sus labios intentaba mostrarse complacido por toparse con la fémina. Pero el semblante de está era de muy pocos amigos, aprendió a descifrar cada una de las caras de la mujer que captará su atención hace algunos meses.


—¿Por qué esa mala cara?, ¿Qué te tiene tan de malas?—no le cuadraba meterse en los asuntos de su novia, pero era mejor irle sacando las cosas por las buenas a enfrascarse en una discusión que casi siempre les dejaba un mal sabor de boca. Parecía que no estaban solos dentro del local, poco o nada conocía de las personas que solían frecuentar negocios como esos y pasar el tiempo consumiendo todo lo que tuvieran a su alcance—Vengo a verte y mira como me recibes—cruzándose de brazos le dedicaba una mirada glacial. Su cuerpo se enrudeció como una roca, sintiendo la necesidad de gritarle a la cara un millón de cosas. Era malo para contenerse y callar todo lo que le molestaba, pero ahí estaba de nueva cuenta delante de ella bancandose su mal humor.


—¿Me dirás que sucede?—volvía a cuestionarle severamente—Esa gente te tiene así, porque no creo que haya sido por la visita de Juv que estás tan perturbada. No sabes los planes que tiene en mente y si los supieras, no creo que me apoyarás al 100%. Tu y yo charlamos de eso hace tiempo, no queríamos nada que nos encadene uno al otro, al menos no de la forma tradicional. No habrá una boda o vida en común, no como la de los matrimonios color de rosa o algo así, pero si le digo que si acepto—intentaba recobrar el aliento. Detestaba que eso le sucediera, pero era de ese modo impulsivo y entregado a la protección de la Nigromante.


—No te voy a mentir, pero si ella me pide que tome un cargo fuera de Londres—le miró fijamente antes de proseguir—Le diré que acepto sin chistar, pero tu vendrás conmigo, porque no pienso permitir que suceda lo que ocurrió hace un tiempo. Se que te buscan como yo lo hice en su momento, el motivo lo desconozco. Pero eso no me impide que tome cartas en el asunto, respete tu silencio y todo. Para tu mala suerte eso me está cansando, no pienso dejarte, pero ya va siendo hora de que seas sincera conmigo, al menos un poco—tomando la barbilla de la joven con su mano la acercó a su rostro dejando un roce delicado sobre sus labios—Por las buenas o por las malas—su mirada se ensombreció de un momento a otro, culminando esa cercanía con un beso que sería dificil de describir para ambos.


@[Jessie Black Lestrange'

Editado por Juv Malfoy Croft

Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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Viana

 

-¿Hacerte cargo?... Vino con Jessie hace un par de días pero no sé de qué hablaron, también vino un hombre que... No me dió buena espina

 

Recordaba aquella visita como si hubiera sido ayer, desde entonces no había visto a Jessie y no la culpaba, después de todo su reunión con ahí había sido a las horas de que aquel idi*** hubiera querido matarla.

 

-No es por tí Haisen y no es algo que puedas solucionar - se encogió de hombros dando media vuelta y regresando al mostrador para recargarse en él y encararlo-Me alegra que estés aquí y lo sabes, jamás voy a decir que te extrañe porque no soy así pero... Sí me alegra verte

 

Sonrió de lado encogiéndose un poco de hombros y torciendo aún más el gesto al escuchar las palabras del hijo de Jessie con aquella impura.

 

-Tienes razón, no es por los planes de Malfoy, ni siquiera entiendo que es eso de la responsabilidad compartida... ¿Boda... Vida en común? De qué demonios estás hablado, tú y yo acordamos jamás hablar de eso y sobre lo que tengo... No me agradan las visitas del hijo mayor de Jessie

 

Las palabras de su novio la confundían, no era normal ni mucho menos propio de él que hablara de esa forma, salvo cuando estaba alterado. Entorno los ojos tratando de descifrar su rostro pero le faltaban piezas al rompecabezas.

 

-No puedo decirte quien me busca ni el porqué. En cuanto lo sepas te pondré en peligro pero también sé que te importará un cominó e irás a buscarlo y no puedo permitirlo -susurro Viana observándolo directo a los ojos esperando que le entendiera-He irme contigo... No puedo alejarme de aquí... Jessie es la única que me protege de él, si sabe que estoy sola vendrá por mí y al destruirme la destruirá a ella

 

Por eso estaba molesta con Matthew, porque sabía que al hacerle lo que le hacía se estaba burlando de su propia madre. Bufo molesta mientras fulminaba al chico a través del arco de material que separaba las secciones de la tienda, para luego, lentamente, acercarse a Haisen y recargarse en su pecho.

 

-Pero sí debes irte... No me quedará más opción; que seguirte, me guste admitirlo o no... Me es muy difícil sobrevivir sin tí rondando

 

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Allí estaba el loco, el esquizofrénico. Los ojos del Triviani ardían, notaba ya como tenía ganas de matar a aquel joven sin dejarle más mínimo momento de explicación. Acompañó el empuje del mago hacia atrás, intentando disimular que casi tropieza con sus pies. Tenía un pequeño pudor al estar frente a los hombres de manera tan próxima, se perdió en sus pensamientos nuevamente y solo lo miro con una mueca gelida. Al parecer tenia caracter, pero odiaba que le pusieran la mano encima sin su consentimiento; a menos que sea por mero placer, claro.

 

No sabia porque el muchacho le daba una pequeña sensación de, fraternización. Al parecer nunca lo había visto en las filas de la Marca Tenebrosa, pero aun así poseía un carácter similar a los que todos cargaban. Dejó caer la poción al piso sin importarle nada, tomo una servilleta que tenía el logo del local y se limpió las manos con ella. Alzó su mano rápidamente con la intención de abrir la puerta, pero casi se va de boca cuando esta se abrió justamente antes de que él lo hiciera. Empuñó su varita rápidamente sacándola de su bolsillo izquierdo dio un pequeño latigaso y cerro la puerta con fuerza, dejando más privacidad a los tres.

 

Devolvió la mirada a los presentes, Me molestan las interrupciones indeseadas. Miró al joven llamado Pakami. Tal vez, luego sea tarde para juegos... Añadió guardando la varita y apoyando su cintura en el filo de la mesa. Parece que tiene prisa por irse contigo, Lo podríamos atar y jugar con su cuerpo, dándole de probar tus nuevos brebajes y ver como reacciona ¿no?

 

Enarco una ceja y tomó a ambos de los brazos, para desaparecer de la cocina e ir hasta el sótano del lugar. Un lugar frío y húmedo, el hedor a especias se podía sentir por doquier. Una mesa redonda algo cuecha y un candelabro con una tenue luz que emanaba de su vela eran lo suficiente para darle un toque mitico al lugar. También contaban con una bodega de vinos y diferentes bebidas sin etiqueta.

 

Tan solo pense que era algún artefacto de esos que se hacen llamar Uzzas. Suspiro. Espero sea de su agrado el cambio de escenario, si no, pues... Sacudió sus hombros en signo de no importarle. Las conversaciones le llegaban como susurros, no lograba distinguir cada palabra con exactitud así que no podía estar completamente seguro de si le decían loco, o algo con poca. Entonces penso, que, quizas, tendria que haberse llevado la vela con él en busca de las copas que necesitaba.

 

¿Alguien dijo algo sobre matar?

 

Aparecio por detras de una viga de madera algo podrida con tres copas esbeltas en su mano derecha y las depositó sobre la mesa chueca y giró en busca de una botella sin etiqueta de la bódega. Ver morir a alguien es uno de mis pasatiempos favoritos. empezó diciendo mientras bertia el contenido en las tres. Pero no en uno de mis locales, no quiero a los estupidos del ministerio rondando por aquí.

 

@ @@Pakami Gryffindor

Editado por Matthew B. Triviani

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