Jump to content

Mansión Vladimir (MM B: 96425)


Reena Vladimir
 Compartir

Publicaciones recomendadas

- jejejee - reí por lo bajo al ver que ambas coincidíamos con lo mismo.

 

- Bueno, en éstos tiempos tan convulsos es mejor prevenir que curar, ¿no te parece? - me encogí de hombros -la verdad es que tuve una sensación extraña al principio pero después no fue nada. ¿No estarías tú antes en la mansión, verdad? - le pregunté yo, mirándola a los ojos. Ahora al ver que tenía la varita en la mano no pude evitar soltar una carcajada...

 

- Definitivamente, estamos paranoicas - en mi caso, guardé mi varita en la capa para no preocuparla.

 

- O quizá fuese Mohitié que estuviese haciendo ruido y por eso me extrañó bastante. Decidí hacer una ronda. Por precaución. En el castillo Rambaldi también lo hago bastante amenudo. Tengo más probabilidades de que mis enemigos me ataquen por allá pero nunca se sabe. Si tienen acceso a los registros del Ministerio, saben dónde localizarme - fruncí el ceño molesta, aunque a pesar de la luz de la luna, no sabía si mi prima podía verlo.

 

>> Vaya vaya vaya, menuda reunión más interesante. Una reunión familiar tal parece - me quedé congelada (por decirlo de alguna forma).

 

La voz de Lázarus asomó por entre la oscuridad...

 

- Mi querida y hábil aprendiz, no pensaba encontrarte por aquí - volvió a decir. Giré la cabeza y no pude ver dónde procedía.

 

- Reena detrás de mí, por favor. Será cerdo - murmuré ahora por lo bajo y ahora en mi cara se mostraba un rictus de genio. Puse una mano libre he hice que mi prima se pusiera a mis espaldas, para protegerla.

 

- ¡Cómo te atreves a aparecer de nuevo! - exclamé yo en lo alto. No podía estarme quieta. Volví a recoger de nuevo mi arma mágica, esperando cualquier hechizo.

 

- No te atrevas a aparecerte o serás lo último que hagas. No te atrevas a hacer daño a ésta familia. Tienes suerte de que Matt no esté por aquí - le dije en voz alta. No pude evitarlo y rechiné los dientes con rabia.

 

- No me preocupa, quiero hablar contigo - una sombra apareció en medio de los terrenos. Tan oscuro que estaba vestido que ni siquiera lo había visto. Definitivamente era mucho más hábil que yo, para ocultarse. Podía atacarme si quería pero al final no lo había hecho.

 

- Y yo no quiero hacerlo. ¿Te recuerdo que me acuchillaste en medio del callejón? - pregunté, alzando la voz. Ahora asomaba un vampiro con una tez tan blanca y un cabello oscuro que parecía venido de otro mundo. A pesar de sus cicatrices tenía ese aire atractivo que atraía a las féminas para alimentarse de ellas. Sus ojos verdes brillaban a la luz de la luna. Vestía elegantemente como antaño. Además de una capa que le arrastraba por el suelo. Varios gemelos resplandecieron cerca de las muñequeras como así un pasador de plata. De indumentaria la verdad es que no cambiaba en absoluto, podía pasar por un invitado a una boda, estaba vestido espléndidamente. Además de por supuesto, unos zapatos negros relucientes.

 

>> Va, nimiedades... Es en serio. Alguien quiere atacarte en la boda y vine a prevenirte - esa información me dejó muda pero reaccioné al instante - ya, y da la casualidad de que tú lo sabes, ¿cómo sé yo que no vas a traicionarme de nuevo? - dije, sin poder evitar mostrar furia en mi cara, el resto de mi cuerpo, temblaba.

 

off: un poco de drama ijijiji @@Reena Vladimir

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

"Convulsos" La palabra me bloqueó la mente, ¿A qué diablos se refería? Las cosas en el pueblo estaban tranquilas... o eso creía yo al menos, el tiempo fuera bien podía haber traído cambios.

 

-Acabo de llegar osea que no podía ser yo, igual algún conejo o la misma Mohitié...

 

Le quité importancia porque un simple ruido no me parecía demasiado llamativo, la noche siempre está llena de ruidos. Pero la sensación de vigilancia seguía ahí, ni se había movido y cuando mi prima me dijo que me pusiera a su espalda, empecé a buscar alrededor.

 

Sentí el tirón que me dio Heliké al ponerme a su espalda y unidas por ahí me aseguré de que no hubiera nadie mas en la parte de atrás o por algún otro lado, que pudiera ponernos mas en peligro aún.

 

-Vampiro...

 

Se me escapó el susurro lleno de odio, esperaba que mi prima no se fuera a ofender, pero vamos, aquel adonis, podía ofenderse lo que quisiera, siempre y cuando lo hiciera fuera de mis terrenos. Que quisiera hablar con Heliké no me pareció tan raro, pero al parecer no sabía guardar las formas mortales, ya que se presentaba a aquellas horas. Lo que me hizo volverme fue lo que le contestó la castaña.

 

Fruncí el ceño y miré por encima del hombro, justo antes de girarme del todo y meter la mano por debajo del brazo de mi prima para poder apuntar a la elegante figura sin ponerla a ella en peligro. No me asombraba, estaba curada de la belleza mortal que los de su especie ostentaba. Si mi prima no quería escuchar a aquella figura, pues por mi bien.

 

-No eres bienvenido! Márchate y mándale por carta toda la información.

 

La boda de Matt y Heliké no la iba a reventar ni el mismísimo Grindewall por muy oscuro que fuera su poder.

Sacerdotisa·Madre·Compañera


http://oi63.tinypic.com/9qy628.jpg


Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Podía sentir como Lázarus se estaba inquietando. Lo conocía lo suficiente como para darme cuenta de eso. También debía de entender que desde ese apuñalamiento, no es que confiara mucho en él.

 

Rogaba que todavía los habitantes de la mansión, todavía descansaran. Porque si asomaban sus narices por la ventana en la parte trasera, verían a tres personas y que, precisamente, no estaban tomando té.

 

- Ya la has oído - le dije, haciendo referencia a la sacerdotisa.

 

- No, es en serio. Tus enemigos, los Médici están preparando algo. Al parecer no le ha llegado lo suficiente cuando te rescataron de Italia y los atacásteis...

 

Si quedaba algún rastro de humanidad en mí podía sentir como mi cara palidecía. ¿Cómo c*** tenía tanta información? Suponía que tendría chivatos que le contarían mis andandas. Otra cuestión de la que preocuparme antes de la boda y que por supuesto, no diría nada a Matt. Temía más por él que por mí misma. Lo conocía de sobras para saber a qué atenerme con él...

 

En esos momentos por precaución...

 

<<Daga del sacrificio>> pensé para mí he invoqué un cuchillo. Por suerte había conseguido el tan ansiado enlace al libro que me permitía proteger a mi prima Reena. Ese objeto tenía la empuñadura de color negro y el filo de doble hoja era de plata.

 

- No voy a atacarte - me dijo, mirándome a los ojos. Negué con la cabeza- no te creo - le contesté yo...

 

- Immolo ad protegendum - dije en un tono suave, la cuestión era proteger a mi familiar más cercano. Sabía que ese vampiro tenía mucho temperamento. Tantos siglos con él... Hacía inevitable que no intentase hacer una protección más adecuada.

 

- No insistas... - me volvió a decir - me da igual - respondí yo- Todo lo que le suceda a ella recaerá sobre mí. No voy a permitir que nadie más sufra por tu culpa... ¿Acaso no has tenido bastante? - Inquirí mirándolo fieramente a los ojos.

 

Pues sí que le daba igual todo, porque empezó con un discurso... un tanto interesante..

 

- ¿Acaso, no te has dado cuenta de que apenas recibes ataques? Es por esa misma sencilla razón. Esperan que celebres la boda para hacerlo a lo grande - podía escuchar cómo le rechinaban los dientes a causa de la rabia- puedo darte toda la información que quieras. Si quieres por carta, excelente, no tengo problema. Pero que sepas que te están vigilando...

 

- ¿Oyes eso, Reena? Me vigilan... - me burlé de él, no podía evitarlo - ¿acaso, qué piensas, maldito descerebrado, que los mortífagos o los fenixianos no me vigilan? - sabía que estaba intentando mantener el autocontrol. Yo intentaba hacer lo mismo, pero me costaba resistirme.

 

- Piensa lo que quieras...

 

- ¡Ya estoy harta! - chillé yo, ahora sí, saltando hacia adelante y empujando a Reena, que no me di cuenta si se caía al suelo- ¡Fuego Maldito! - solté en esos instantes. Con mi varita invoqué una potente llamarada que tenía la forma de mi patronus. Un murciélago vampiro que estaba dispuesto al ataque...

 

- ¡Lárgate! - he hice que, con un movimiento de Maat (mi arma mágica) el conjuro invocado fuese directamente hacia su pecho. Se dio cuenta del movimiento justo a tiempo. Se desapareció de los terrenos. Seguramente sufriría una despartición y con otro movimiento más hice desaparecer ese hechizo.

 

Ahora sí, caí al suelo de rodillas, llevándome las manos a la cara y soltando a Maat, que cayó al lado de la daga del sacrificio y sin poder evitarlo empecé a llorar como una niña pequeña.

 

- Estoy harta, más que harta...

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Si como sacerdotisa había llegado a conocer a las personas, me di cuenta de que aquel hombre estaba realmente preocupado. Yo no sabía quién era, ni qué unía a aquellos dos o por qué extraño motivo la había apuñalado y todavía estaba en libertad. Pero estaba preocupado.

 

No supe muy bien qué tipo de magia estaba realizando con aquella daga, pero me di cuenta de que de repente me sentía algo mejor. Luego caí en lo que había hecho, sus palabras eran inequívocas y no debió haberlo hecho, ahora tenía que estar tremendamente cansada y todo por protegerme, esperaba que no se estuviera poniendo en peligro por mi estado.

 

-Ten cuidado loca- le dije mientras seguía apuntando con la varita al extraño.

 

Yo sabía de esa vigilancia, creo que nadie se libraba de ella en esta casa, mas aún sabía de la vigilancia de los vampiros, pero hacía tiempo que no se acercaban tanto a nosotros... Eso no solo ponía en peligro a Heliké.

 

Acabé por los suelos en cuanto me descuidé y la sombra desapareció. Me levanté lo más rápido posible y lo busqué con la mirada, pero no estaba, no había rastro de auras negro-rojizas, mas allá de la de mi prima, a la cual abracé porque estaba llorando.

 

-A ver alma de cantaro, dime que puedes romper el vinculo que has creado entre nosotras... Y creo que necesitamos hablar.

 

Sin soltarla demasiado, la levanté no sin esfuerzo y aún mirando alrededor nos dirigimos a la casa, dentro estaríamos mejor, no creía que aquel visitante fuera a volver por aquella noche.

Sacerdotisa·Madre·Compañera


http://oi63.tinypic.com/9qy628.jpg


Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

- ¿Hablar? - hipé ahora, limpiando las lágrimas con el dorso de la túnica.

 

Digamos que casi me llevaba a rastras...

 

- El enlace no es eterno, acabará dentro de un rato - le indiqué mientras hipaba. Saqué no sabía de dónde, un pañuelo y me limpié la nariz. No pude evitar sonreír ante éste gesto. ¿No se suponía que yo, era vampira? A veces ante las situaciones límite como esa...

 

Por el rabillo del ojo intentaba observar, pero estaban acuosos. Era demasiaso lo que ese vampiro nos hacía o me hacía a mí y por ende, tener que proteger a la familia. Al menos, pensaba y creía que era toda de sangre pura, eso me daba fuerzas para enfentarme, si hacía falta, al mismísimo demonio...

 

Ella nos dirigió hasta dentro de la mansión. Iba caminando como si fuese un inferi sin alma, había quedado tan débil emocionalmente que en esos instantes me daba igual, volar la mansión o matar a alguien a puñetazos.

 

En cuánto llegamos al salón, la chimenea se encendió automáticamente y parecía que ardía durante horas...

 

- ¿Quieres saber el principio? Necesitaremos algo fuerte para que te cuente mi historia con éste personaje - no pude evitar mostrar en cada palabra el desprecio que sentía por esa ¿persona?

 

Me senté en uno de los sillones grandes y esperaba que Reena se sentara a mi lado, en ese momento sólo estaba encendido el fuego que, hacía que las sombras de los objetos más cercanos, se alargaran y parecieran más tenebrosos de lo que realmente eran.

 

- Es larga, demasiado, no sé si sabría hacerte un resúmen - bufé y ahora sí, terminé de llorar.... Miraba al fuego, cómo queriendo ver más allá de él... Pero no, tan sólo traía recuerdos a mi cabeza, cuando suponía que mi memoria últimamente, parecía un colador.

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Respiré tranquila al saber que dentro de un rato el cansancio físico y mental volvería a ser todo mio, y Heliké se sentiría mejor.

 

-Tranquila, el derrumbe es por mi culpa, te absorbiste parte de mis emociones.

 

En ese momento apareció un elfo en silencio y como mi prima estaba hablando yo le gesticulé que quería una comida completa y para mi compañera le pedí algo mas fuerte.

 

-Pues algo habrás de resumir, pequeña, ya que yo no tengo toda la vida para quedarme sentada... Empieza por algo fácil... ¿Fue él, el que te transformó?

 

Si la había llamado aprendiz no se me ocurría de que otra cosa podría estar aprendiendo ella de un vampiro extraño, ya que si fuesen enseñanzas legitimas, habría escuchado hablar de él o los hubiera visto juntos en algún momento.

 

Cuando llegó el elfo con una bandeja, me quité la capa y la arrojé a una silla mientras me acercaba a aquel fuego que prendía en cualquier medio posible, siempre en mi presencia. Su calor se sentía bien y me daban ganas de quedarme delante de el durante el resto de la noche, pero recordé a la afligida Heliké y me volví hacia el sillón que ella había ocupado y en el que aún cogía yo.

 

-Con tu permiso y mientras me cuentas, voy a cenar algo, que llevo días sin probar bocado.

 

El plato de sopa con en mendrugo de pan que lo acompañaba, tenía un aspecto suculento, pero antes de lanzarme sobre ello, le pasé el vaso de whisky de fuego y luego troceé todo el pan, subí los pies al sillón y esperé a que empezara a hablar para meter la primera cucharada de sopa con pan en la boca.

Sacerdotisa·Madre·Compañera


http://oi63.tinypic.com/9qy628.jpg


Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

- No sé, hasta lo dudo - bufé cansada- él me agota física y mentalmente... No creo que absorviera tus energías... Annabelle sabría como contrarrestarlas...

 

- ¿Eh? - quedé un poco alelada mientras la veía comer, deborando lo que le había traído la elfina, definitivamente estaba hambrienta- ¿sabes?, a veces hecho de menos ser humana - no pude evitar decir, no sin cierta tristeza. Negué con la cabeza ante su respuesta...

 

- A él lo encontré en uno de mis múltiples viajes. Después del ataque a mi vieja mansión en España. Lázarus me enseñó a sobrevivir en éste mundo tan cambiante. Espadas, hechizos oscuros, de todo tipo. Hasta las pociones, les cogí cariño, la verdad. Es un arte difícili de dominar, ni siquiera yo, en trescientos años, pude hacerlo... Lo consideraba como un padre. Hasta cuando llegué al pueblo, no sabía que Deiwan era mi padre biológico.

 

- adelante, no te cortes - le dije con una sonrisa. Por mi parte, tomé la bebida que la elfina me había traído. Le di un sorbo y sentí que me tranquilizaba - bendito whisky de fuego - dije con una sonrisa.

 

Las llamas del fuego seguían alargando las sombras mientras iban pasando los minutos, un tic tac de un reloj cercano, hacía del lugar bastante tétrico, pero estaba tranquila, sabía que esa noche estaríamos en calma después de esa visita, no deseada.

 

- Puf, hasta prefiriría que asaltaran la mansión, al menos podría descargar toda la adrenalina que siento en éstos momentos. No sé cómo demonios pudo saber tanta información. Tendré que avisarle a Matt aunque tampoco quiero que vaya en su busca - puse una mano debajo de mi mentón, mirando preocupada a Reena.

 

@@Reena Vladimir

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Miré fijamente un trozo de pan flotando en la sopa mientras procesaba el que echara de menos el ser humana, nunca le había escuchado eso a un vampiro y me pareció curioso, pero solo sonreí, ya iríamos sobre ese tema en otro momento.

 

Su voz cambió cuando empezó a hablar del tipo que nos asaltó, se le notaba cierto cariño al pasado.

 

-Osea que te ayudó a integrarte entre los magos.

 

La sopa estaba de muerte, pero se había acabado y casi lo agradecí, porque si comía mas, me dolería la barriga y podría ser contraproducente.

 

-Y si usas esas energías para talarme un árbol del jardín y así hacemos leña?

 

La miré, toda seria para ver lo que me decía al respecto y al ver su preocupación, le respondí a lo que ella proponía.

 

-Tranquila, es broma, no necesitamos leña estando yo. Matt es un buen tipo, pero no es cosa suya, es cosa de la familia. Tal vez, tengo que hablar con Deiwan para que uniendo a la Vladimir y a la Rambaldi, algo podamos hacer. ¿Qué te parece?

 

Era lo único que se me ocurría para que mi primo no entrase en modo cazador y terminase la pareja rota de una forma u otra. No quería perder a nadie mas, ya llevaba a mi espalda demasiadas pérdidas... Con esas ideas en la mente, me recosté en el sillón y miré con detenimiento a Heliké, mientras ella bebía el flamigeo licor.

 

-Vale, voy a tirarme a la piscina. ¿Y si escribo al tipo ese Flavius, y nos enteramos de lo que él cree que te van a hacer y aprovechamos y montamos un plan de contingencia ante incidencias y que nos mantenga a todos a salvo?

 

Hice un esto con la cara, como si me estuviera doliendo algo, lo que quería era que no me tirara el vaso a la cabeza, porque siendo cristal macizo y con su fuerza, seguro que me dejaba lela del todo. Esperé a ver lo que me decía.

 

-No hace falta que nos fiemos, solo estar prevenidos, por si acaso...

Sacerdotisa·Madre·Compañera


http://oi63.tinypic.com/9qy628.jpg


Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

- Por decirlo de alguna manera, la verdad... Me ayudó a sobrevivir y me enseñó todo lo que sé, hasta pociones - me encogí de hombros y pedí a la elfina que me trajera más whisky de fuego, parecía que iba a ser una noche bastante larga.

 

- Pues la verdad es que no me importaría - le dije mientras sonreía en ese instante... - si llego a ser tú, devoro toda la olla de sopa del hambre - y solté otra carcajada.

 

- ¡No! - exclamé yo ahora, estaba asustada- no, no quiero, además, no sé dónde está mi padre para contactarlo... Cuando fui de viaje en su busca me apresaron los enemigos de mi familia... No quiero volver a intentarlo. Si no llega a ser por los del Consejo, y por Matt y Sagitas que vinieron a buscarme... Me sacrificarían como a un cerdo en una pira - bufé molesta y enfadada... sí, la verdad es que llegaron justo a tiempo. Y no sabía aún a éstas alturas cómo habían conseguido dar conmigo. Sólo sabía que notaba una ligereza en el cuerpo, como hacía mucho que no sentía.

 

- ¿Porqué crees que estudio los libros de los Uzza? - le dije, alzando una ceja- para prepararme para lo que pueda venir... Que sí, que consigo mucho poder y muchos hechizos con ellos... Pero, también son por otras cuestiones -me encogí de hombros y bebí otro sorbo más de la copa.

 

- Lázarus - reí por su equivocación con el nombre- como el apóstol que resucitó un tal tipo llamado ¿Jesús? No sé nada de los mitos de otras religiones - suspiré...

 

- De ahí que se bautizara con ese nombre. Bastante tétrico en realidad... Es uno de los vampiros más viejos del continente. Que yo conozca conjutamente con el Consejo Vulturi...

 

- Lo del plan de contingencias me parece interesante, sí - asentí con la cabeza- quizá montar trampas, poner lazos del diablo... No sé, ¿tienes algo de eso en casa? - pregunté, mirando ahora a Reena - quizá si le pedimos ayuda a Sagitas, podemos pedirle que monte un pequeño ejército de inferis - reí siniestramente- aunque también lo puedo hacer yo, sin falta de nigromancia ni magias extrañas...

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Hacía tiempo que no me pasaba por la mansión de mi sobrina. Aunque no necesitaba ninguna excusa para hacerlo, sentía algo de vergüenza por el tiempo que había dejado pasar sin dar noticias. Por ello, pensé en algo que me gustaría para poder llegar a su mansión y gozar de la calma que allá siempre se sentía.

 

Y se me ocurrió.

 

Vestí al niño y le prometí que íbamos a ver a Akira, que nos íbamos a hacer una foto con él, puesto que no teníamos ninguna foto de los dos niños juntos. Después me arreglé (sólo un poco, a mí no me gusta ir "elegante" en los cánones estandars sino cómoda) y le dije que se abrazara a mí. Eso le encantaba a Ithilion, el desaparecer y aparecer en otro lugar distinto. Le había tenido que prohibir que lo intentara, aunque algo me decía que tendría que darle clases antes de tiempo porque cuando a un niño se le prohíbe algo, lo hace antes)

 

Llegamos a la verja de la Mansión Vladimir y respiré el aire espiritual que se notaba alrededor de aquella casa. Era un refugio, lo notaba. Mi espíritu de sacerdotisa agradecía estar allá. Toqué el timbre de la puerta (?) y esperé, de forma cortés, que un elfo me atendiera. Taga solía ser refunfuñona conmigo, tal vez porque conociera mi espíritu inquieto y la elfina estaba mayor para tratar conmigo. Pero amaba a los niños y sabía que no me impediría el paso si veía a Ithilion-Torbellino deseando jugar con su primo.

 

-- Hola... ¿Hola? ¿Hay alguien en casa? -- pregunté, ante la puerta de la imponente mansión.

 

Yo quería ser cortés, sobre todo después de los destrozos que había causado el año pasado. Pero Ithilion era más impaciente que yo:;

 

-- ¡Akiraaaaaaaa! ¡¡Vamo a aserno una fotooooooo!! ¡¡Akiraaaaaaaa!!

kNTUx8c.gifsf6Sw.gifHdDMuO2.pngXXBPo79.gifKRLtVZp.gif

D69M3Vr.jpg

  tOWLU4S.gif  KhGckEc.gif.6e9b2b71e2797bafac6806b66df1d1b0.gif     Icr0JPz.gif

0jsC0dL.pngWliKSjc.pngckkcxVm.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Guest
Esta discusión está cerrada a nuevas respuestas.
 Compartir

×
×
  • Crear nuevo...

Información importante

We have placed cookies on your device to help make this website better. You can adjust your cookie settings, otherwise we'll assume you're okay to continue. Al continuar navegando aceptas nuestros Términos de uso, Normas y Política de privacidad.