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Mansión Vladimir (MM B: 96425)


Reena Vladimir
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Esperaba ansiosa... Parecía que había frío. O, ¿era frío de ambiente?

 

- Por favor - susurré, pero antes de que dijese algo más, la puerta se abrió dando paso a la pelirroja.

 

- ¡Reena! - exclamé y me abracé a ella, suponiendo que no se esperaba semejante alarde de... ¿amabilidad? por mi parte. Seguro que parte de la familia me consideraba un ogro o una borde de cuidado. Bueno, tenían razón (xD).

 

Entré al interior y su elfina llegó con unas viandas.

 

- ¡Qué rico! - dije con una sonrisa - gracias Taga - sonreí a la elfina, seguro que no se esperaba ese arranque por mi parte. Bueno, estaba contenta por el recibimiento de la matriarca. Básicamente, hacía muchísimos meses que no me pasaba por la Vladimir y no tenía ni idea de cómo me recibiría, sinceramente. Pero, visto lo visto, no podía evitar estar contenta... Estaba agusto, estaba en familia.

 

- ¿Drama, porqué? ¿Qué ha pasado? - pregunté, susurrando a la mujer- y yo que venía a hablar un asuntillo... ejém - tosí- privado...

 

Otros golpes llegaro por detrás de mi espalda. Di un pequeño bote. Ya me había dado la sensación de que alguien estaba detrás de mi espalda, pero decidí ignorarlo, eso dio a pie a confirmar mis sospechas.

 

- ¿Quién será a éstas horas? Con tal de incordiar... Escuché su voz y me tensé... Saqué rápido la varita.

 

- Si quieres bronca, vas a tenerla. Antes de venir a entrar a una casa a mirar nada, tienes que tener un documento que lo especifique como tal... Eso es invadir una propiedad privada.

 

No pude evitarlo y le dije a la matriarca Vladimir en un susurro...

 

- Lo siento prima, pero no pude evitarlo. Me ha salido la funcionaria que llevo dentro. Tu eres la matriarca aquí - me aparté hacia a un lado pero sin bajar la varita y poniendo el ceño fruncido.

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Heliké parecía un poco tensa y quise achacarlo a que quería hablar sobre algo privado, pero para eso habría tiempo, ahora había que solucionar lo del niño y para ayudarme a pensar le pedí un plato de sopa a Taga. La sopa siempre resolvía mis problemas o ayudaba a que los solucionase, mas bien. Pero antes de hundir la cuchara en el humeante liquido, los problemas iban a crecer...

 

La puerta fue tocada y al parecer alguien irrumpió porque los muebles que nos rodeaban y en los que estabamos sentados, desaparecieron, antes de escuchar una voz que se levantaba en contingencia.

 

Akira, Ithilion y el niño se pusieron a llorar, no sé si porque desaparecieron los juguetes o por el insoportable tono en que hablaba la recién llegada. Tenía pinta de que era eso segundo. Miré a Xell en busca de ayuda.

 

-Llévate a los niños al templo, Akira te ayudará, sal por el invernadero.

 

Escuché los reclamos de Heliké aunque luego se disculpó y yo le hice una mueca para que supiera que la entendía, luego saqué la varita, como ella y corrí hacia el hall, que como el resto de la casa, no tenía muebles.

 

Allí me encontré a Lisa y a uno de mis elfos contra la pared.

 

Levanté la varita y me puse frente a ella.

 

-Esto no es un asedio, es un allanamiento de morada, de una funcionaria ministerial con mas estatus que tu. ¿Qué es lo que quieres realmente? Si no fueras quien eres, te denunciaría en cuanto te saque de mis propiedades.

 

Esperaba que se diera aires e importancia, pero estaba en la propiedad equivocada, usando palabras equivocadas y para dar mas pie a mis palabras, en la puerta principal y gruñendo, apareció mi quimera. Si una persona estaba invadiendo mi casa, una loba estaba invadiendo el territorio de Mohitié y eso podía acabar siendo un baño de sangre.

 

Esperaba que el resto de mi familia estuviera a mi espalda, porque se podía liar una muy gorda si la jefa de seguridad del ministerio continuaba intentando allanar mi casa de malas formas.

Sacerdotisa·Madre·Compañera


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- Hombre, pero si me salen a recibir en familia. ¿No ese bonito esto, el reencuentro de una hija prodiga?

 

Mi varita seguía en mi diestra, pero no en plan amenazador como si estaba la de Helike y Reena. Mi tono de voz, antes amplificado, volví a normalidad en cuanto pronuncie el encantamiento predefinido para tal hecho. En mi rostro no había mueca alguna, pero si sentía la adrenalina correr por mi espina dorsal. Acaricie a Yuri en un intento de calmarla y que no atacase a la quimera, pues esta solo estaba defendiendo un hogar, al cual yo había ingresado con fines un tanto complicados.

 

- No tengo una orden, pero no me hace falta. Mis sentimientos hacen esa función y tienen mas peso. Hace un año, un año que no se nada de Xell. Un año que me he mantenido callada y alejada de esta casa. Un año que he maldecido al viento por quitármela. Un año absurdo, a decir verdad. Exijo y me da lo mismo si salgo herida de esto, que se me informe de su paradero.

 

Habia combatido contra cientos de mortifagos, contra varios de los mas fieros dragones, contra Uzzas ingratos y contra todo tipo de criaturas. Tenia la capacidad para vencer a todo aquel que se pusiese en mi camino, no obstante, no iba a ser yo quien diese el primer paso. Jamas dañaría a un inocente. Poseía los dones para ello, nadie se comparaba a mi en cuanto a eso. No tenia rival en la comunidad mágica y estaba seguro la Vladimir lo sabia, pues trabajaba con ella de sol a sol desde hacia un par de meses.

 

- Denunciarme, pero dame respuestas.

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lo siento, ayer me desconectaron el wifi y no pude responder T_T

 

On:

 

No me había dado tiempo siquiera a sentarme cuando noté que todos los objetos de la casa, habían desaparecido, ¡claro! era la autodefensa del hogar de Reena. Los niños empezaron a llorar al verse sin soporte en dónde sentarse. La matriarca enseguida empezó a dar órdenes.

 

Me alivió mucho el sentir que no se había enfadado por lo que le dije... Aunque no pude evitar reírme...

 

- ¿Más rango ministerial que yo? - lancé una sonora carcajada - no es más funcionaria que yo, por el simple hecho de que lleve la oficina de Seguridad. No es más que tú y que yo ahí dentro. Si aún fuera la ministra, aún lo entendería -negué con la cabeza, aún sonriente.

 

- ¿Familia? ¿Acaso te consideras parte de la familia? - ahora mi gesto era una contrariedad- lo que me faltaba por oír -bufé sin poder evitarlo.

 

- Me alegra saber que quieras saber de Xell, pero para empezar, debes de venir a unas horas decentes. No con exigencias por el saber del paradero de alguien. Para ser alguien que trabaja en la oficina de seguridad, muy poco sabes tú de los integrantes de la comunidad mágica - no pude evitar mofarme de ella.

 

Ahora tocaba a Reena mover ficha. Sin saber cómo, pude escuchar el ruido de ciertos cascos que venía del exterior. Giré mi cabeza y vi, a través de los ventanales, el hipogrifo que había comprado en el magic Mall. Eso me dio una idea y no pude evitar lanzar una risilla.

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Mohitié se movía alrededor de las intrusas, gruñendo y enseñando los dientes. Yo le pedí internamente que fuese precavida.

 

-Me parece fantástico que quieras a mi hija, pero tu no sabes contentar a su madre...

 

No iba a decir nada sobre la familia que ella había nombrado y a lo que Heliké había entrado al trapo. Todavía me estaba preguntando qué demonios había visto en aquella tipa, porque desde luego modales no.

 

-Me da igual tu desamor y a quien hayas estado maldiciendo durante un año, no es problema mio y mucho menos del resto de la familia. Si quieres información sobre Xell, pídela con respeto. Márchate ya.

 

Esperaba que mi hija me hubiera escuchado y me hubiera hecho caso. Que en aquellos momentos estuviera en el templo, con los niños y no escuchando nuestros gritos. Porque estaba empezando a sentirme impotente y no quería hacer algo de lo que mas tarde me arrepintieran o pudieran reclamarme.

 

-No lo repetiré mas, Lisa. Estas no son formas. Por favor márchate.

 

Dura de mollera yo, todavía no había bajado la varita. Por cómo era la visita, dudaba que me hiciera caso y si los animales de la casa se daban cuenta de que pasaba algo, acudirían, tal y como había echo la quimera.

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Mis verdes ojos seguían así; totalmente claros y tranquilos. Poca eran las veces que mantenía el control de aquella manera, por no decir casi ninguna. Quizás y solo quizás, Gaia entendía mi devoción para con la rubia y me regalaba su compañía y fortaleza. La que si estaba algo inquieta era Yuri. Mi loba blanca observaba cono cautela los movimientos del gran animal que custodiaba los terrenos de la Vladimir. Acaricie su peluda cabeza para transmitirle el cariño que sentía hacia ella y que entendiese que nosotras no íbamos a iniciar la lucha por nada del mundo.

 

- No me iré de aquí hasta no ver a Xell o en su defecto saber donde y como esta.

 

¿Lógica pura la mia, verdad? En frente de dos brujas y una enorme bestia con ganas de matarme y seguía allí, de pie, y con la cabeza bien alta. ¿Cuando había perdido la cabeza? Esa respuesta la sabia; el día en el cual la chica de piel pálida y encanto extremo había desaparecido de mi lado sin darme explicación alguna. Mei estaría orgullosa de mi, pues seguía mis ideales y a mi corazón. Estaria orgullosa de mi después de darme una real paliza por mi testarudez. Tambien era cierto que confiaba en mis dones. Que tenia poder suficiente para destruir y vencer a todo aquel que se interpusiese en mi camino para recuperar el amor de mi vida.

 

- Baja la varita Reena, vengo en son de paz y dile a tu guardian que se calme, esta a punto de echar espuma por la boca – Obvio me refería a Helike

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Iba a decirle que Xell acababa de llegar y estaba descansando, cuando me salió lo de "en son de paz" Y rompí a reír pero la varita no se bajó.

 

-Paz! Vienes en son de paz! Eso había sido venir a media tarde y picar a la puerta, dar las buenas tardes y preguntarme si podrías ver a mi hija. O saludarme en el trabajo y preguntarme educadamente si aun sigo sin noticias de ella.

 

Era el momento de que nos moviéramos hacia algún lugar y probé lo que menos enfrentamiento me planteaba.

 

-Xell llegó hace un par de horas y nos pidió descansar antes de que nos sentáramos y nos contase toda la aventura. Osea que cuando despierte tendré la deferencia de preguntarle si quiere que te invite a escuchar esa aventura. Ya te lo diré en el trabajo. Y ahora sí, márchate.

 

Esperaba que por las buenas al fin se marchase, no eran horas para visitas formales y mucho menos para las exigencias. Ya bastante nos había molestado y la quimera empezaba a avanzar hacia el otro animal, para que al recular este saliera de la mansión.

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Veía el hipogrifo a través de los ventanales... Parecía que cabeceaba. Saqué el anillo de amistad con las bestias y lo coloqué en la mano en dónde tenía puesto el de la habilidad de animagia. La magia surtió efecto y pareció que el animal sentía el poder del aro. Con un movimiento de mi varita hice abrir la puerta...

 

- Uno, no soy guardián de nadie ésta también es mi ca -sa - separé las palabras para que se entendiera le respondí a la bruja de mal modo.

 

- Dos, Reena tiene razón, no son horas de llamar a nadie. Justo has interrumpido la cena y eso... no me parece bien - sonreí malignamente...

 

El ruido de los cascos resonó dentro de la casona...

 

- Vaya, mi hipogrifo - sonreí al animal, hice la reverencia oportuna y el animal me respondió de la misma manera, inclinando su gran cabeza y poniendo la pata delantera, más adelante.

 

- Y tres... - bufé, mirando a la funcionaria de Seguridad del Ministerio- mejor te vas, o te vas - apreté fuerte la varita, tanto que mis nudillos se pusieron blancos a causa de la fuerza ejercida.

 

El lobo de la mujer parecía que también se había puesto nervioso cómo así la quimera (esa era la sensación que tenía) ante la presencia del potente animal... Sonreí burlonamente mientras que, los demás, parecían estar callados para no meterse en líos (?)

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Sonreí al ver entrar a @. Ya la había sentido antes de que tocase, pero en cuanto entró, antes de poder siquiera decir nada, alguien nos interrumpió, sin dejar que le dijera a @@Reena Vladimir que yo había sugerido a la vampiro por el hecho de qeu ya era parte de la familia, y no parecía querer involucrar a nadie externo en el asunto del aquel niño. Ni siquiera mi madre tuvo tiempo de gruñirle a Helike, como era habitual.

 

En vez de eso, alguien nos interrumpió, haciendo que los niños se pusieran tremendamente nerviosos y el más pequeño comenzara a llorar. No tardé en sentir a Fenrir, que hacía contacto conmigo para avisarme.

 

Reena y Helike discutían con lisa, quien exigía ver a xell, cosa que ninguno de nosotros quería. Su presencia no era bienvenida, y por eso tanto Mohitié como Fenrir se apostaron a su espalda, preparados. El lobo no gruñía, nunca hacía ruido, pero quien mirara al lobo blanco de un tamaño mucho mayor al normal y de ojos azules, lo vería con el pelo totalmente erizado, mostrando los dientes, totalmente tenso, preparado para atacar.

 

Al mismo tiempo, o también miraba fijamente a la mujer. Mi propio pelo parecía haberse erizado de una forma muy similar a la de mi lobo, y en cuanto oí como se refería a Heli como guardían, fui yo quien alzó la varita en la mano derecha, apuntandole.

- Largate ahora o te sacaremos por las malas. - gruñí.

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El enfado era real y estaba tomando tintes peligrosos, si no fuera porque mi demonio interior llevaba un tiempo sin aparecer, llevaría un buen rato destrozando el cuerpo de mi compañera de departamento, ya que, en esos momentos no controlo ni mi cuerpo ni mis instintos.

 

Mohitihé se movió en dirección al lobo blanco que nada tenía que ver con su compañero de juegos, y le lanzó una dentellada al aire. Yo esperaba que fuera suficiente aviso y que se marcharan de una vez, porque habían aparecido el lobo de Matt y el hipogrifo de Heliké y aquello podía acabar muy mal.

 

-No sé exactamente a qué estás esperando, pero márchate ya o lo lamentarás.

 

Señalé con la mano libre hacia la puerta, sin ni siquiera mover mi varita, no iba a perderla de vista.

 

-FUERA!

 

No necesité un sonorus para que mi voz resonara en el hall de mi mansión, la ausencia de muebles y el silencio nocturno llevaron mi voz hasta cara rincón. Me alegré de que Xell se hubiera ido al templo, allí no me escucharía o como niña curiosa se plantaría allí para ver qué ocurría y defender a su familia.

Sacerdotisa·Madre·Compañera


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