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Vulcanización Mágica (MM B: 108116)


Thomas E. Gryffindor
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-A... Athe... ¡BONIS! Qué... ¿Qué haces aquí a estas horas?- preguntó sorprendido Elros a través de un incómodo tartamudeo que se hizo evidente al percatarse de que Rouvás estaba una vez más junto a él luego de lo que ambos vivieron a las afueras del Templo Paladín en el Bosque Prohibido. Dentro de todos los pensamientos que afloraron en su jovial e intrépida mente adolescente; Gryffindor no logró recordar haber citado a "su chica" (sí; así había optado por decirle, aunque jamás se lo ha susurrado siquiera) a la Vulcanización, justo cuando estaba por iniciar un duelo en contra de Helike; utilizando su máximo potencial mágico sin miramientos ni vacilaciones. -Ehh... es que no son "clientes" como tales, querida... Están aquí, o mejor dicho, la señorita Rambaldi está acompañada por Blackner para cumplir una promesa que yo le hize a un Uzza al finalizar mi último adiestramiento en el desierto. Y bueno, tú sabes que yo soy un hombre de palabra ¿No? Así que... ¡Eso!- finalizó con aquel vocablo luego de un suspiro breve y conciso, esperando de que la nueva funcionaria del Magic Mall comprendiese lo expresado.


-¡Ah, verdad! Enhorabuena por tu nuevo trabajo en el Concilio... aunque ya me había hecho la idea de verte como la nueva directora auror, y así seguir el legado de tu padrino, y de Madeleine... más que mal, ella también lo hizo bien- agregó sonriendo de medio lado, sin querer nombrar a Ley (su hermana mayor) para que los demás no lo vincularan mucho con su familia.


-¡Claro que no está! ¿Acaso crees que yo la sobreexploto? Tan cruel, vil y despiadado no soy, mujer. Todos mis trabajadores están descansando en sus hogares a estas horas, Athe... Solamente está "Chimuelo"- aclaró el pelirrojo, sin ahondar en quién era aquel que se apodaba de esa manera tan "desdentada". -A todo esto... Matt, Helike... Ella es Athena Rouvás mi nov... o sea, mi nueva empleada. No somos socios, que conste... pero recibirá un buen salario, dependiendo de la capacidad de ganancia que tenga el taller. Obviamente si ella atrae clientes, desde el área un poco más comercial, recibirá una excelente comisión a finales de mes... Y bueno, Athena... Ellos son mis invitados para esta noche... Así que no perdamos más el tiempo e ingresemos. Hay mucho ebrio a estas alturas por las calles del Callejón Diagón- concluyó mientras sus pies traspasaban la verja metálica que tenía la cabeza de león como guardián; desviando su andar hasta el vestíbulo o recibidor del negocio, el cual tenía las luces encendidas tenuemente.


-¿Algo para beber mientras?- ofreció con gentileza.

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—Cuando se trata de Misty, estoy convencida de que podrías ser perfectamente todo eso que mencionas. Más cuando te saca de quicio con sus ocurrencias o con sus actitudes. —Lo dijo en tono de broma pero en el fondo, muy en el fondo, lo creía capaz de sobreexplotarla en algún momento por culpa de alguna frase mal avenida. — ¡Hola! ¿Qué tal? —Alzó la manito moviendo un poco los dedos en un saludo mientras era presentada a las otras personas presentes. Luego ingresó en el negocio. —Ni lo menciones que en la cuadra de más abajo había un par cantando corridos mexicanos con una botella en cada mano y piropeando a todo lo que se les cruzaba por el frente. —Rodó los ojos.

 

Dejó que Matt y Heliké caminaran al frente mientras ella iba mirando como estaba ahora el lugar. La última vez que estuvo por allí había sido el año anterior, y pese a que fue para que revisaran su escoba y agregar algunos detalles más "artísticos" aún no se dignaba a intentar usarla, ni tampoco a sacar la licencia de vuelo. Estaba segura que en su estado actual iba a salir disparada en cualquier dirección y terminaría chocando o rompiendo algo, y como no era muy amiga de tener los huesos rotos le quedaba mejor tener los pies en la tierra.

 

No habían muchos cambios salvo por detalles menores que en realidad ya tampoco estaba segura si eran cosas diferentes o no, pero al menos cada mueble estaba en el mismo lugar. Solo estaba con una iluminación más tenue, supuso que se debía a que era tarde y quizás una pronta hora del cierre. Hasta donde sabía la Vulcanización no trabajaba 24/7.

 

La curiosidad pudo con ella, jaló con suavidad del brazo de Gryffindor para que éste se agachara un par de centímetros de modo que ella pudo preguntar con un susurro en su oído. —¿Quién es chimuelo? —Porque estaba segura que el hipogrifo se llamaba Stormswift.

 

—¡Oh sí! A mi me encantaría, ¿qué tienes por aquí? —Recuperó el tono de voz de una conversación que incluía a todos los actores. —Por favor dime que tienes algo de jugo de calabaza o parecido, porque a estas horas algo mucho más frío me va a calar hasta el alma. El Otoño se precipitó un poco. —Eso, o que no iba tan abrigada como la hora indicaba. —O si tienes algo como té o café puedo preparar algo, no me importaría. —Sí, había caído en el vicio del café. Ahora entendía a Moody con su eterna taza en la oficina. —Tengo que reconocer que me perdí la mitad de la vida sin beber todo este tiempo lo segundo.

 

Las otras dos personas estaban demasiado calladas, ¿estarían preparándose para el duelo o serían siempre así? Como no los conocía demasiado no podía juzgar o hacerse alguna mínima idea. Si deseaban ponerse a lo suyo ella no tenía problema, le serviría para dar un vistazo más general al lugar por mientras; en los próximos días tendría que aprenderse de memoria donde estaba cada cosa y los nombres correctos porque decir el "cosito" o la "cosa" no iba a servir demasiado.

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Brenson Smith:

 

El joven miraba las antiguas planillas de la Trastienda ya aprobadas por la logia y se sorprendio que habia varias planillas para Mansiones y Negocios. El chico moreno se rasco la cabeza y vio a un elfo cerca.

 

-Hey- eso hizo que el elfo volteara hacia el Señor Smith y el se acerco al elfo y le enseño la planilla. - Oye, ¿Sabes si estos productos se llegaron a entregar? - le pregunto el chico.

 

-No señor, ningun empleado ha salido a entregar ninguno de esos pedidos- Smith se quedo preocupado ¿Cuantas ventas se habrian quedado sin llegar con sus dueños...

 

-¿Y el jefe, no sabe nada de esto?- dijo Brenson rascandose la cabeza.

 

-El jefe no ha aparecido en meses Señor Smith.

 

-¿Y los empleados?- dijo el muchacho.

 

-La señorita Triviani ya trabaja en Gringotts y el Señor Apolo igual ya tiene otro trabajo. - suspiro.

 

-Llama a la Señorita @ y a @, iremos a entregar compras...

 

¿Y el Mall?- pregunto el elfo.

 

-Aun hay varios ayudantes en las plantas ellos lo podran hacer, tambien llamale a @@Athena Rouvás. Nos vamos en 5 minutos..- dijo el muchacho preparandose para salir.

 

----

El joven Brenson salio junto con las otras personas que habian llegado junto con lo que parecia un circo ambulante.

 

-La primera parada Señoritas sera la Vulcanizacion Magica, ahi @@Thomas E. Gryffindor espera a una serpiente cornuda. - dijo mientras caminaba. - Luego tenemos que ir al Aura de Thestral y al Aliento de Dragon de Antoni, luego al Parque de las lamentaciones y el circo ese curioso Y al final a la Mansion Malfoy..- dijo el chico caminando. - Una pregunta...¿Alguien sabe por donde queda la vulcanizadora?...- dijo el muchacho rascandose la cabeza - No tengo idea de en que momento se habia abierto una por aca...- dijo intentando controlar a la serpiente cornuda en los hombros...

 

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Valentina se encontraba fumando un cigarrillo a escondidas. Había encontrado un hueco bastante acertado en la primera planta del Magic Mall, destinada a la venta de objetos mágicos no peligrosos. Allí, entre un par de estanterías y tapándose con una cortina, la pelirroja se asomaba a una de las ventanas para poder darle al vicio sin ser descubierta. Técnicamente, no le habían dado una restricción sobre fumar o no durante el trabajo, pero, aprovechándose de ese vacío legal, prefería no ser vista para seguir aprovechándose de la situación. No había detector de humos, así que, un golpe de varita y el ambiente olería a rosas, vainilla, o el olor que ella misma eligiera. Y por supuesto, las cortinas no suponían problema, pues para evitar problemas domésticos de ese tipo ya existía el aguamenti.


Señorita Ricci.


La mujer dio un respingo. Suponía que nadie la buscara en esa hora tan extraña, pues a esa hora la gente solía echarse la siesta. Tiró la colilla por la ventana y salió de su escondite.


Sí. Todo en orden por aquí. Ah, eres tú —sonrió algo forzada cuando vio al elfo—. No te esperaba por aquí. Dime, ¿qué ocurre?


El señor Brenson la ha mandado llamar para hacer unas cuantas entregas a domicilio.


Vaya. Desconocía por completo que ofrecíamos ese servicio. Sí, en seguida voy. Gracias por el aviso.


La empleada tomó el ascensor y se presentó en la oficina del jefe del Mall, Ernest Macnair. Pero, en su lugar, estaba Brenson Smith, su... ¿sustituto?


Hola, Brenson —saludó amablemente—.


No se conocían de mucho, pero le sonaba de verlo merodear por las plantas. Tamién estaban en la sala Zahil, la tía del ex empleado Apolo y Athena. Al parecer, tendrían que pasearse por el Callejón Diagon para entregar mil y un productos. Definitivamente, los haría levitar con su magia, pues se negaba en rotundo a ir cargando como si se tratara de una mula de trabajo.


Pero... nos va a llevar mucho rato. ¿No crees que las plantas quedarán desatendidas? —pero, por la mirada que le devolvió, prefirió no discutirle a su compañero—. Okey, creo que Vulcanización Mágica es un taller de mecánica que... bueno, no se a qué altura se encuentra exactamente, pero seguro que, si andamos por la arteria principal del callejón, veremos algún cartel.



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"Ya estoy en el lugar, los espero en la Vulcanización junto al dueño."

 

Mientras daba unos pasos a modo de paseo para ver si algo había cambiado en las instalaciones de la Vulcanización fue que recibió el mensaje de Smith. Recordaba haber visto algo de eso en una de las reuniones del Concilio, que ellos como vendedores también tenían como una de sus clausulas el ir a dejar productos comprados a domicilios o negocios, aunque aún no había visto a nadie realizarlo como para ver el tipo de protocolo. Mejor si lo realizaban por primera vez en grupo, así todos se darían la idea y después podrían organizar mejor esa parte.

 

Supuso que él vería la parte de que alguien se quedara atendiendo cada planta. Últimamente la gente no se volvía loca comprando diversos objetos, pociones o criaturas, pero siempre había alguien.

 

—Eh...Disculpa Thomas, pero creo que vendrá más gente dentro de poco. Recibí un mensaje desde el Concilio de Mercaderes, y traen algo que compraste. —Alzó las cejas. Estaba casi segura que era alguna bestia; no entendía para qué las tenía ahí cuando podrían estar mejor en el jardín de los Gryffindor, aunque...bueno, quien sabe que era también. —Tal vez convendría reagendar el duelo, ¿no les parece? —Pese a que no habían indicios de que fueran a comenzar en los próximos minutos.

 

Rouvás había enviado un memorandum con su respuesta. Eran tan lentos que de seguro les pillaba cuando ya estaban de camino hacia el negocio; por eso ella prefería los Patronus, pero no era muy factible usar aquella acción para algo administrativo, fue por eso que desechó su uso. No esperaba tampoco una nueva contra-respuesta, era obvio que pronto iban a llegar, solo que ella no sabía la cantidad de animales que traían encima para salir a repartir, ni tampoco qué tan larga era la lista de negocios que se encontraba en espera de recibir sus productos.

 

 

@@Ernest Macnair Wilfred @ @@Thomas E. Gryffindor

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-Es un amigo muy peculiar que estará feliz de quemar... ¿verte? Eso... Sí, de verte- sonrió Thomas por lo bajo tras susurrarle su respuesta al oído de Rouvás, quien segundos previos le había jalado del brazo como si de un nene malcriado se tratase. -¿Jugo de calabaza? Creo que debe quedar... pero te podría ofrecer un chocolate caliente, y eso que tengo barras de cacao puro que compré en Bélgica durante mi clase de Estudios Muggles con Sagitas. Para mí es mucho mejor que te sirvan la leche bien caliente y luego poner el chocolate para que se derrita poco a poco con la temperatura del brebaje... Algunos le llaman "submarino". Es muy reconfortante en estas noches de frío- platicó luego de oír toda la explicación que Athena les brindó en base a su relación tardía con el café y las infusiones; cosa que no le extrañó al muchacho, debido a saber de cerca sobre la timidez de la griega frente a cosas nuevas como lo sería la licencia de vuelo en escoba en un tiempo más (como cruelmente lo tenía premeditado).


Helike y Matt permanecían sin decir nada; hecho que hizo que una cuota de inseguridad naciera en Gryffindor, pues se le cruzó por la cabeza el pensamiento de que quizás ellos no esperaban que alguien más estuviera ahí cuando el duelo se llevara a cabo; por lo que el veinteañero optó por indicarles que tomaran asiento mientras iba a la zona de cocina por un par de cosas para saciar el apetito circundante a esas horas de la noche. En el trayecto se volvió a topar con una Bonis un tanto más observadora a como de costumbre solía ser; así que la interceptó por la espalda tomándole de la cintura mientras apegaba su cuerpo al de ella, depositando el mentón en su hombro. -¿Más gente? ¿Qué dices?- preguntó dubitativo el paladín. enaltando una de sus cejas.


-Yo no he invitado a nadie más, Athe... ¿A quiénes te refieres mujer?- consultó a continuación; realizando, a su vez, un movimiento con sus manos para que la ex-auror quedase mirándole de frente nuevamente, pero a una distancia tan próxima que sus alientos se entremezclarían en la escasa brecha espacial que quedó entre sus labios. -¿Algo que yo compré? ¡DEMONIOS! Traerán el regalo de Kytta... me había olvidado por completo del encargo de mi hermana. Será bueno que aprendas a hablar pársel, Bonis... Seraphina será tu obligación principal- añadió con picardía el animago; separándose de la funcionaria del Concilio no sin antes depositar un fugaz beso en su boca, robándoselo sin que ella pudiese hacer nada en contra de dicha acción. -Uno a cero... Y voy ganando, eh- vociferó mientras sus pasos se perdieron hacia la cocina del taller mecánico, reflexionando sobre la opción de cambiar para más adelante el encargo que Khufu le pidió antes de abandonar las inmediaciones del desierto Uzza.

Editado por Thomas E. Gryffindor
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Debía confesar que la última acción de Thomas la dejó un poco aturdida, un poco atontada, un poco más encantada por él. Su rostro estaba bastante sonrojado pese a que Gryffindor ya se marchaba nuevamente a la cocina; mejor no responder nada, de seguro iba a salir alguna frase algo tartamuda. Aún no podía acostumbrarse a algo así, más cuando la vez que estuvieron juntos sucedió hacía meses atrás y desde entonces apenas se habían visto.

 

Cuando por fin volvió en sí, se llevó las manos a las mejillas, éstas estaban frías y contrastarían el calor que las abundaba en esos momentos. Suspiró pesadamente y luego siguió al joven al lugar mientras esperaba que sus compañeros del Concilio se hicieran presentes. Supuso que alguna alarma o algo parecido avisaría cuando ellos estuviesen en la puerta.

 

—Eres un condenado tramposo, Gryffindor. —Mencionó mientras apoyaba un hombro en el marco de la puerta y lo observaba desde allí preparar quien sabe qué cosa. —Podrás llevar mil a cero pero algo encontraré para cobrármelas todas. —Le sacó la lengua para luego sonreír.

 

Comenzaba a recordar lo dicho minutos atrás por el mago. ¿Había dicho pársel y Seraphina en una misma frase? Debía suponer entonces que era una serpiente la que sus compañeros traían, la verdad ella no recordaba el contenido de la compra en esos momentos porque no fue quien la atendió ni tramitó con la gente de la Logia. Un detalle no dejaba de darle vuelta en la cabeza, por alguna muy curiosa razón conocía otra víbora con el mismo nombre. Claro que esta no era un animal propiamente tal, si no que hacía referencia a una persona que conocía en Grecia. Rodó los ojos.

 

—¿Postergarás el duelo? La verdad no creo que los chicos se tarden demasiado con la entrega y yo puedo ir a dar una vuelta o volver más tarde, así no los interrumpo. Solo espero que luego no tenga que recoger demasiadas cosas rotas. —Eso si es que de verdad ambos utilizaban todas sus fuerzas. —Pero por favor, no me hagas cuidar una víbora con un nombre así, la estrangularé con mis propias manos si tengo la oportunidad. —Hizo una especie de puchero para intentar convencerlo.

 

Abandonó el marco de la puerta para acercarse a mirar qué era lo que seguía preparando con tanto ahínco, aunque por lo visto ya estaba por concluir. Eran las cosas que en la sala principal de trabajo había cada uno mencionado.

 

—Oh... entonces este es el submarino que mencionaste, huele rico. —Mencionó mientras tomaba la taza y la acercaba a su nariz para sentir el aroma más intenso. —Con el frío que hace me vendrá bien, mucho mejor que el jugo de calabaza. —Antes de que él pudiese protestar le dio un sorbo. — Creo que Smith y Valentina ya se están tardando demasiado, no creo que se hayan extraviado por el camino. Además es la única Vulcanización de Diagon como para terminar por confusión en otro local.

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  • 2 semanas más tarde...
-¿De veras? No... si yo soy un tramposo, tú eres Morgana en persona, linda Bonis- respondió dándole la espalda a su "amiga"; no con el propósito siquiera de desviar la mirada, sino porque estaba tan concentrado preparando todo lo que le llevaría a sus invitados que no deseaba equivocarse en nada; pues el mínimo error podría costarle un fuerte dolor de estómago, y ni hablar de la diarrea o los molestosos cólicos. -Puedes cobrarme lo que quieras en el ring de cuatro perillas que armamos en el Bosque Prohibido la otra noche ¿O ahora no recuerdas todo lo que sucedió? Aunque te creería que fuese así, pues aún estoy al tanto de todo el alcohol que tomas a diario... de ahí el problema que tienes con el manejo en escobas ¿No? Nadie podría conducir en estado de ebriedad todo el día- refutó el muchacho con ansias de que Athena se "picara" aún más con esas falsedades que obviamente Gryffindor inventó tratando de sacarla de sus casillas. -Yo creo que sí- contestó a su primera interrogante, al mismo tiempo que depositaba los bocadillos en una elegante bandeja de plana europea fina. -Es lo más probable, Athe. De todos modos no era necesario que tú o Matt se fuesen de la Vulca. La práctica de duelo estaba programada en el sótano del taller... o mejor dicho una gran cueva donde se funden los metales que después ocupamos para reparar- agregó en tono convincente.


-¿Te estás negando a cuidar de Seraphina? Pero qué actitud más rebelde para un primer día de trabajo, señorita Rouvás. Esto es motivo de despido... Creo que tendré que ir a hablar con Cye para que el CCU fiscalice el contrato que firmas... Ah, cierto... No has firmado nada ¡JaJaJaJaJa!- rió de todo lo que había dicho, sinceramente un mar de palabrotas que no tenían sentido ni lógica. Aquella serpiente cornuda que arribaría a su negocio era un obsequio de su hermana Kyttara por su cumpleaños número veintidós (el mismo que la griega pareció olvidar); y el nombre que Elros escogió hacía honores a Seraphina Picquery, la presidenta histórica del MACUSA en 1926, quien perteneció a la casa de "Horned Serpent" en el Colegio Ilvermorny de Magia y Hechicería en Norteamérica. -Claro que éste es el chocolate caliente al que llamo "submarino"... Parece que te gustó, eh. Le puse un poco de canela y clavos de olor... Es uno de los secretos de mi madre... No se lo vayas a decir a Annick o me mata- platicó sonriendo, ahora mirando fijamente a su acompañante que ya se había animado a dejar el marco del umbral hacia la cocina.


-¿Valentina? ¿Valentina Ricci? No me digas que esa... perdón, que ella trabaja ahora en Magic Mall- consultó estupefacto.

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Se le subieron todos los colores al rostro en cuanto él mencionó lo que había sucedido en el bosque pero apretó las manos en puño y no dijo nada, más bien no buscó su varita para tirarle una maldición encima, aunque estuviese de espaldas y fuera poco leal. Pero a poco eso fue cambiando y buscó el preciado objeto entre sus ropas. Tomó la empuñadura de Niké tan fuerte que la palma de la mano de seguro estaba enrojecida. Sin embargo, con toda la línea de blasfemias que vinieron después le saltó la venita de la cien y la quitó de su lugar de resguardo bajándola al costado esperando el momento justo.

 

—Así que un secreto, descuida soy una tumba. Aunque... —Parecía confiado ahora que Rouvás ya no estaba en el marco de la puerta. —Incarcerus...—Le apuntó a los pies y a las piernas. Las cuerdas envolvieron ambas extremidades juntas y no tuvo más que darle un empujoncito para que cayera al piso, aunque se aseguró que cayera estrepitosamente, sentado y de golpe para que no pudiera levantarse. —Ups, lo siento. Bueno, la verdad no. —Soltó una risita, guiño un ojo divertida pero a la vez con malicia, y luego se sentó arriba de él con las piernas rodeándole. —Creo que no es buena idea contarle secretos a alguien que está ebria todo el tiempo, ya sabes, puedo ir un día a la Gryffindor de casualidad y hablar con Annick por accidente. —Encogió los hombros.

 

Tal vez fue suerte que Thomas hubiese dejado la bandeja con cosas momentos antes de que tuviese ese pequeño arranque de picada de lo contrario habría terminado todo su esfuerzo en el suelo y de paso la bandeja echa pedazos y por supuesto ella no se hubiese sentido responsable. Teniendo en cuenta como era con los galeones se lo habría terminado cobrando por la eternidad.

 

—Agradece que no te amarré las manos porque ganas no me faltaron. Ahora puedes decir añadir a tu sarta de mentiras que te até con oscuras intenciones. —No estaba segura si había aprendido la lección, y también estaba consciente que se excedió en la reacción pero no se la quería dejar pasar. — Aunque tal vez me podría aprovechar un poco en serio y así quedamos uno a uno... —Sin darle tiempo se inclinó completamente sobre él y esta fue ella quien le robó un beso. —Agradece que no te amarré las manos.

 

Habiendo dejado en claro su punto se quitó de encima, con un movimiento de varita quitó las cuerdas y le ofreció ambas manos para ayudarle a incorporarse nuevamente. Aún debía llevarle las cosas a sus invitados, si es que no se habían marchado ya dado que se demoraban tanto en el lugar en donde preparaban lo que beberían.

 

Sus compañeros del Concilio de Mercaderes se estaban tardando demasiado en llegar para solo entregar una compra, sin mencionar que tenían otras entregas más que hacer en diferentes puntos del Callejón Diagon. Según ella estaban extraviados en serio; mal asunto pues no podían tener en ascuas a los clientes que confiaban en que llevarían a tiempo los productos. Tuvo otra idea, envió un mensaje por memorándum hasta las oficinas del Magic Mall con la dirección exacta. Ella se encargaría de entregar la serpiente cornuda, y más tarde iría a los otros negocios si es que nadie tomaba esas ventas.

 

—Si quieres que la cuide esta bien, pero conste que yo lo advertí. —Daba lo mismo de donde provenía el nombre. Seraphina nunca le iba a generar buena vibra, era lo mismo a cuando escuchó el nombre del profesor del libro de la Sangre por primera vez.—Deberíamos ir a la entrada por si llegan los chicos, no me refiero a los del Concilio... No sabía que conocías a Valentina, somos compañeras de trabajo desde hace un par de meses. —Se apresuró a tomar la taza de submarino para al fin probarla. —Delicioso. —Saboreó unos segundos. —Muchas gracias, guapo fortachón.

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-Athe... ¿Qué planeas hacer con tu va...- fue lo que alcanzó a decir el muchacho luego de percatarse de que su bella acompañante tenía afirmada su arma de duelos a un costado de su cuerpo, como queriendo resguardarla; pero su sagaz e intrépida pregunta se respondió con una invocación de ésas que conocía a la perfección. Un trío de cuerdas salieron despedidas y se enrollaron en las piernas de Gryffindor, quien cayó al piso de la cocina tras un leve empujón que le dejó sentado y sin la mera posibilidad de poder levantarse con la agilidad que le caracterizaba, menos con Rouvás "encima" de él y de sus partes ¿íntimas?. -Siempre es una buena opción el poder desmemoriarte a tiempo, mujer. No quiero problemas con mi mamá... menos en temas de comida. Ya sabes cómo se ponen las madres cuando se sienten algo superadas por las ¿nueras?- platicó Elros, no pudiendo evitar sonrojarse y que las hormonas se le revolucionaran un tanto; demostrándose por el aumento de tamaño de cierta parte que le puso más incómodo y con ganas de que la griega prontamente saliese de ahí o tendría que atenerse a las consecuencias. -¿Aprovecharte? ¿De qué habla...- un silencio se conformó con el beso que fundió una vez más los labios de los paladines; prendiendo aún más la llama del púber que odiaba controlarse.


-Deberías habérmelas atado, Bonis... Tú sabes que soy impredecible- contestó tras ver que las cuerdas desaparecían; al mismo tiempo que se auto-obligaba mentalmente con un "bájate ya", antes de aceptar ambas manos de la funcionaria del Concilio con el propósito de prestarle la ayuda necesaria para incorporarse nuevamente a su postura bípeda (no podía quedar en evidencia, pese a que Athena debió haber sentido "algo diferente" tras el paso de los segundos). -No vengas con advertencias... Seraphina será tu obligación. Aunque igual espero la llegada de un lindo wampus que compré el otro día... Creo que le llamaré Shere-Khan- platicó, no olvidando coger la bandeja de plata con todo lo que llevaría hasta el vestíbulo del taller mecánico donde le esperaban Helike con Matt. -De nada, señorita de los tobillos frágiles... pero aguarda a bebértelo todo con los chicos; no creo que sea de buena educación llegar con la taza vacía ¿No lo crees?- le dijo guiñándole su ojo izquierdo, para posteriormente avanzar por el pasillo hasta la sala de estar. -¿Todo bien chicos?- consultó sonriendo a sus invitados especiales, esperando que nadie preguntase por el motivo de la demora.



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