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Vulcanización Mágica (MM B: 108116)


Thomas E. Gryffindor
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El jovencito sonrió, el mago Elvis era de las pocas personas que el chico admiraba, por lo que no le costaba trabajo alguno compartir con él todos los momentos que la sucesión del tiempo le ponía a la mano.

 

Se estrecharon las manos y se alegró de conversar con él y le menciono a ambos magos.

 

-- Ya ven lo chico que es la comunidad mágica. Siempre pensé que eras parte de la familia Tonks, Antoni.

 

-- Lamento señor no poder esclarecer aún ese misterio. Pero al menos celebro tener un apellido. -- Lo menciono sonriente y al menos el sabía que el patriarca estaba a favor de que conservará el apellido.

 

Mostraba un gesto despreocupado, no le había sido necesario tener nadie para llegar al lugar y posición que por ahora poseía, así que no le parecía algo de que preocuparse.

 

Miro como Thomas agradecía a aquella joven que acudiera a su local y luego encargo a su empleada Misty que la atendiera.

 

Él aguardó el momento de pasar al sitio donde sería la celebración, además de que faltaba que le mostrarán el resto de las instalaciones de la Vulcanizadora.

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― Es una Saeta de Fuego. ―Respondió a su madrina.

 

Ella no entendía demasiado de escobas voladoras. Simplemente había seguido el consejo de Madeleine al momento de comprarla, aunque no había que ser una genio para darse cuenta que aquel artefacto era magnífico. La forma, la textura, el color, todo llamaba la atención. El día que la compró, en realidad ella iba por otros productos, y al final terminó cediendo a la tentación de poseerla, así podía tener una excusa para sacar la dichosa licencia que tanto había esquivado hasta ese momento.

 

Rouvás ladeó la cabeza un poco al ver cómo Thomas se refería a sus padrinos. ¿Casi les había dicho padres? Sin embargo, no preguntó nada, no era su asunto, y tampoco quería pecar de inmiscuida, pero no dejaba de resultarle curioso aquel hecho.

 

―Gracias, bueno... por ambas cosas. ―Sonrió enseñando los dientes. ―Se la entregaré entonces, vengo en unos minutos.

 

Tomó la escoba del mostrador y se dirigió hasta donde estaba Misty, allí la dejó nuevamente mientras recibía el formulario que debía rellenar y escuchaba la explicación que le daba la encargada. Era bastante información así que respondiendo punto por punto lo que ella necesitaba.

 

― Básicamente, necesito que le den una revisada general. Acabo de comprarla, y confío bastante en el Magic Mall, pero soy novata en estas cosas y no sé si viene en buenas condiciones, tiene todas sus partes, y... eso. ―Tomó un respiro para recordar que más le había comentado la chica. ― ¿Se le pueden grabar nombres? ¿No podría ser mejor un símbolo? Es que me gustaría que tuviese una flor de Jazmín, tal como lo tiene mi varita en la empuñadura.

 

Lo del detector también era buena idea, pero lo evaluaría un poco más sobre si instalarlo o no. Por el momento sacó la varita y le enseñó la empuñadura a Misty para que viese de qué hablaba.

 

Luego de se encargó de escribir en la hoja los datos que solicitaban.

 

 

 

Ficha de Registro
* Fecha de Ingreso: 31/03/2016
* Nombre del propietario: Athena Rouvás
* Medio de Transporte: Escoba
* Modelo: Saeta de Fuego
* Color: Caoba
* Causa(s) de solicitud para Revisión Técnica: Revisión técnica general. Tallado de símbolo.

 

 

 

― ¿Así está bien? ―Preguntó mientras le acercaba el papel a Misty.

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Botas de tacón tan alto que daban miedo, pantalón de cuero a la cintura, un hermoso bustier de cuero en rojo con dibujos en negro y una chamarra en cuero también, pero no cualquier cuero, ella usaba siempre una combinación especial de este material y algunos encantamientos que la hacían invulnerable a cualquier arma que quisiera ser lanzada en su contra, con eso evitaba cuchillos, balas y estacas. Los hechizos eran otra cosa, para esos su varita era la mejor protección, complementando su atuendo un casco que escondía sus facciones y la protegía del viento que a la velocidad en que conducía la moto voladora era muy molesto por lo que tenia que protegerse la cara.

 

Le encantaba la velocidad por lo que cuando aterrizo lo hizo rechinando las llantas sobre el pavimento del callejón, ella entraba siempre con estilo. Se bajo de la moto y se quito el casco dejando en libertad su larga cabellera rubia mientras miraba a ambos lados de la calle para detectar cualquier peligro potencial que la estuviese acechando. Cuando no encontró nada, apago la moto y empujo la puerta del nuevo local en busca del dueño para felicitarlo por su nuevo negocio y para pedirle una revisión de su moto

 

- buen dia, me puede decir donde puedo encontrar a Thomas Gryffindor - le pregunto a la recepcionista mientras se acercaba al mostrador - necesito que revise mi moto.

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Misty Day Finnigan

Recepcionista del Taller Mecánico

 

La joven Finnigan se había quedado en silencio escuchando la plática que llevaban parte de los invitados a la celebración en el vestíbulo del taller mecánico, llamándole la atención de que el muchacho Tonks no pertenecía activamente a la familia que lo apellidaba… ¿cómo sería eso posible? Era la pregunta que la rubia se formulaba mientras sus ojos se centraban en la figura de Athena que estaba rellenando la ficha de ingreso para su escoba. -No, cómo se le ocurre… Don Elvis… mi jefe tiene todo preparado. Además que los elfos de su casa han venido a prestarnos una mano con el cocktail de bienvenida para los asistentes en la parte más vasta de la Vulcanización- respondió Misty ante la pregunta del “tío” de su nuevo patrón, esperando que Thomas no se molestara por tal gesto de intromisión. -¡Claro que se le pueden grabar nombres o las iniciales de éste! Pero… me agrada la idea de tu símbolo. Me parece que le da un toque “femenino” y “auténtico”… ¡Tienes estilo!- comentó la bruja, al mismo tiempo que sacaba su cámara de fotos mágica con el afán de capturar la imagen que yacía sobre la empuñadura de la varita de la mujer Rouvás… una bella flor de jazmín.

 

-¡Muy bien! La ficha está perfecta, señorita. Acabo de cerciorar el certificado de compra de su saeta de fuego por parte del Concilio de Mercaderes… y es válido- contestó Misty con amabilidad mientras tomaba el formulario de la chica y lo archivaba en una carpeta titulada con el mes de Marzo. -Parece que estamos llenos de escobas… hasta el momento no nos ha llegado ningún vehí…- fue lo que alcanzó a decir, porque sus palabras fueron interrumpidas por la llegada abrupta de una hechicera que le causó mal augurio. -¡Buenas tardes! ¿Es una de las invitadas a la inauguración? Pues… el señor Gryffindor está por allá conversando- le dijo a Sofía a regañadientes; señalándole, con la diestra en alto, el sitio en donde el pelirrojo se hallaba junto a sus “tíos” y al joven Tonks. -Si gusta puede hablar con él sobre su moto o directamente conmigo que soy la secretaria personal del mago- agregó hacia la Granger, no dejando de mirarle con cierto grado de desconfianza que le transmitió a Athena que estaba aún a su lado en el mostrador del nuevo local comercial.

Editado por Thomas E. Gryffindor
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De cierto modo, le enorgullecía el que a la gente le gustara aquel símbolo. Ya estaba dibujado en la varita cuando llegó a sus manos, y su abuelo había tenido la misma impresión. Algún antepasado de seguro lo grabó, y nadie tuvo el descaro de volver a utilizar la madera de Roble Inglés en perfecto estado.

 

La conversación estaba siguiendo el hilo de las escobas, y seguramente hubiese terminado en esa línea de no ser por llegada de otra clienta. Si que estaba siendo solicitado el negocio en plena apertura.

 

― Ahm... ― Se limitó a decir frente a la quisquillosa mirada de la dependienta.

 

No estaba dentro de sus acciones el opinar sobre la primera impresión, y más siendo dueña también de un local en la misma calle, en donde ingresaba todo tipo de personas. Athena había aprendido simplemente a darles lo que pedían, en el peor de los casos recurría a la utilización de los elfos cuando algún mago o bruja denostaba algo de desconfianza en la chica. O también podía escudarse en sus primos, que hasta el momento, siempre estaban dispuestos a darle una mano en ese ámbito.

 

― Creo que la suerte está cambiando Misty... ― Dijo como si nada.

 

Su intención era un poco calmar aquella incertidumbre que transmitía el rostro de la mujer, aunque al parecer estaba resultando un rotundo fracaso. No es que Rouvás tuviese el don, precisamente. Se dedicó entonces a contemplar el modelo de la moto, era simplemente genial, lleno de cosas y mecanismos ajenos, pero a la vista deslumbrantes. Eran el tipo de vehículos que ella no usaría en una primera instancia por temor a atropellar a demasiadas personas en el camino.

 

Hizo ademán de acercar la escoba más en el interior del mostrador sobre el cual la tenía, con la intención de que no olvidara guardarla. Hasta ahora le había agarrado cariño a su Saeta.

 

― Bueno Misty, tu me dirás cuando debo venir a recogerla. Estaré ansiosa esperando, puesto que me servirá para presentar mi examen de vuelo, claro si es las prácticas salen bien. No quisiese tener que pasar demasiada vergüenza, soy más hábil con los pies en la tierra. ― Confesó sin ningún tipo de timidez al respecto.

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-Descuida… “tío Elvis”… y agradezco tu hospitalidad en la mansión- respondió Elros a su padre, haciendo un especial ahínco en el parentesco que tenían frente a los demás. No podía darse el lujo de llamarle “papá” en medio de las miradas curiosas de personas en quien no confiaba en un cien por ciento; la cautela siempre sería su mejor aliada en situaciones así, en donde prefería no poner en riesgo su identidad ni su vínculo sanguíneo con el patriarca de los Gryffindor y su distinguida mujer. Fue así que se dedicó a observar tranquilamente la conversación que su jefe Antoni llevaba adelante con sus padres, llamándole la atención de que el peliverde no fuera un Tonks que frecuentase su hogar muy a menudo. <<Parece que existen los individuos que no requieren de calor familiar… ni un núcleo estable>> pensó para sí mismo mientras su centro de atención se desviaba hacia Misty, quien atendía con esmero a la Rouvás en el área donde permanecía el mostrador de la recepción del taller con todas las carpetas, archivadores y pergaminos en blanco.

 

En eso, el sonido de un motor se hizo evidente en el lugar, dejando entrever la figura de la vampiresa Granger luego de cruzar el umbral de ingreso a la Vulcanización; con intención de hablar con él para que revisara su moto voladora. -¡Tranquila señorita Finnigan! Tendrás que darle las indicaciones básicas a Sofía para que rellene el formulario de servicio técnico. Por mientras yo me llevaré a Athena para que ustedes queden cómodas- comentó el mago inefable con seriedad, al mismo tiempo que cogía a la fenixiana del brazo y la conducía al otro extremo del vestíbulo en donde podían platicar a solas. A Elros siempre le llamó la atención la vida de la ahijada de sus padres, pues ésta nunca hablaba de ella ni de cómo se había consagrado como hechicera en Londres; fue por eso que decidió poner a prueba su habilidad de Legilimancia de ser necesaria. -Dime Athena... Tu familia no es muy… muy conocida ¿No es así? Nunca he escuchado acerca de tus padres ¿Dónde están ellos?- fue lo que le preguntó el alquimista del futuro, sumergiéndose en un profundo silencio que se hizo acompañar por el contacto visual directo sobre los ojos de la Rouvás… debía poder lograr la concentración tan anhelada que su maestra Rosália le transmitió en su encuentro previo en las inmediaciones del lago de la Universidad.

Editado por Thomas E. Gryffindor
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La forma en que la tomó del brazo y llevó hasta el otro lado del local fue bastante sorpresiva, pero más aún la pregunta que vino después. Le llevó varios segundos darse cuenta de la realidad de la cuestión, que ella recordara en esos instantes nunca le habían llegado a preguntar tan directamente sobre sus padres.

 

― ¿Mis padres? ¿Por qué quieres saber sobre ellos? ― No había demasiado por narrar de aquellos dos personas. De seguro eran completo desconocidos para Thomas.

 

Fijó la vista en Gryffindor quien yacía directamente al frente. Su ceño estaba ligeramente fruncido antes las ascuas, y el pestañeo de los parpados se había echo más apremiante, como si ese gesto fuese el de exigir una respuesta a su repentino interés. Finalmente relajó un poco las facciones, aunque permaneció la intriga. Darle una respuesta, por lo demás sincera, no tenía nada de malo.

 

Ella no tenía nada malo que ocultar, su padre quizás si. Su madre... nunca iba a saberlo, no directamente de ella, al menos.

 

Mantuvo la vista sostenida mientras se hacía una idea de responder. Ya ni supo si el tiempo se había estirado demasiado, y si Thomas había abandonado la idea de obtener una respuesta, pero de todas maneras abrió la boca para cortar el silencio que se había interpuesto.

 

― No creo que los conozcas. Mi padre se llama Richard Stark, patriarca y fundador de dicha familia en Ottery, lo he conocido apenas el año pasado. ― Añadió, recordando un poco como había sido aquel día. ― Y mi mamá, bueno... se llamaba Helena Rouvás. Era griega, y siempre vivimos en ese país con mis abuelos maternos que ahora están en los E.E.U.U. Me parece que su apellido no es muy conocido acá en Inglaterra, ningún apellido griego en realidad lo es.

 

Encogió un poco los hombros, luego de su última frase.

 

Estaban en el Castillo de los Stark, en lo que parecía ser un estudio cuando Richard Stark decidió contar al fin la verdad. Que Athena era su hija, y parte de como había sido la historia con su madre. Rouvás lo había odiado demasiado tiempo por ello, por su frialdad y sus nulos deseos de acercarse por voluntad propia, de hecho todavía no lo aceptaba del todo. Prueba fehaciente era el seguir utilizando el apellido de su madre, aparte de demostrar su orgullo como griega.

 

Pese a todo, se había incluido como miembro de la familia Stark por el lazo que le unía con Pandora. Richard era solo un caso perdido.

 

― ¿Cierto? Que yo sepa tampoco hay muchos inmigrantes desde Grecia. ― Insistió, deseando desviar el tema de la pregunta.

 

El recuerdo de su madre, Helena, acudió raudo a su cabeza. Era un mal momento. Intentó por todos los medios no pensar más en aquella mujer luego de sus último viaje a su país natal, pero le era imposible. ¿Dónde estaría? ¿Dónde la tendrían? Todo era tan incierto. Lo único real era que Helena Rouvás ya no formaba parte de este mundo, y no importaba cuanto tiempo pasara Athena no se rendiría hasta encontrarla.

 

Justo en la vista que tenía de Helena una flor de jazmín adornaba sus cabellos, como tantas veces vio en sus primeros años con ella.

 

Era momento de apartar la mirada de Thomas. Casi se sentía como estar siendo examinada por rayos X, con los recuerdos y pensamientos expuestos, pero no podía ser.

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Poco a poco comenzó a recordar aquella alcoba… su habitación del futuro, la cual le había servido como medio de concentración para tratar de poner su mente en blanco y lograr dar con el punto exacto de meditación que requería para hacer uso de su habilidad. Sus ojos seguían clavados en los de Athena cuando todo empezó a aclararse en su cerebro, pero no eran solamente los pensamientos de la joven fenixiana los que se le venían a la mente, sino que también los de todos aquellos invitados que estaban instalados en el vestíbulo del taller mecánico; molestándole incluso la voz chillona de Misty y lo que ésta creía acerca de Sofía Granger, quien había sido la última en ingresar a la Vulcanización. Tenía que focalizarse aún más… su objetivo era entrar en los recuerdos de Athena evocados a raíz de su última pregunta; no conocer sobre los intereses, dudas y temores de los demás. Su respirar se hizo más tranquilo, sus cinco sentidos se agudizaron en su límite, una gota de transpiración muy sutil corrió a través de su mejilla izquierda… y así todo fluyó.

 

La atmósfera entre los dos se colmó de un silencio alentador, tanto así que su audición no tomó muy en cuenta las últimas palabras de la bella Rouvás, pues las imágenes de lo que ésta pensaba para sí emprendieron el vuelo hasta su conciencia, materializándose como una película muy bien detallada de su vida. De un segundo a otro se halló en medio de una sala o estudio dentro de un castillo, ahí se encontraba un hombre parco y tozudo. Tal parecía que estaba contando un secreto… o algo que mantuvo oculto por mucho tiempo; pues el rostro de Athena se descompuso y denotó cierto grado de resentimiento contra aquel tipo que tenía que ser Richard Stark. Pero cuando trató de indagar más en eso… el escenario cambió radicalmente. Ahora estaba frente a una mujer… una hermosa mujer que traía una flor de Jazmín entre sus cabellos… sin duda alguna era la madre, Helena. <<¿Buscarla? ¿Ella quiere encontrarla?>> fueron las preguntas que surgieron en Elros al percibir el fuerte sentimiento de angustia que Athena profesaba ante aquella figura maternal.

 

-Cla… ¡Claro! No creo que existan tantos inmigrantes desde Grecia- comentó el pelirrojo a las palabras de su invitada y cliente, al mismo tiempo que quitaba su vista del rostro de la muchacha con tal de no intimidarla lo suficiente. Lo había conseguido, un nuevo recuerdo de una persona ahora estaba dentro de sus registros personales; pero ciertamente en esta oportunidad no se trataban de memorias tan tristes como las analizadas en la mente de su compañera de trabajo Stabolito. -Por cierto… Muy lindo el detalle de la Flor de Jazmín en tu varita… Escuché que le pediste a Misty que te la tallara también en el mango de tu nueva saeta de fuego… Es innegable que te trae bellos momentos a la mente esa flor… es como tu cábala o sello personal ¿Cierto?- le preguntó finalmente, sabiendo que todo aquello que le estaba consultando tenía que ver con su madre Helena; pero sabía que la chica partidaria de la Orden del Fénix no se lo diría.

Editado por Thomas E. Gryffindor
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― Uhm... diría que más bien es como un símbolo familiar. Una cosa así. ― Era difícil intentar explicar el contexto de aquella flor. ― Solo sé que varios antepasados la han usado, y por supuesto yo no quise ser menos.

 

Encogió los hombros de manera que pudiese restarle importancia al tema. En si era compleja la historia, además de antigua, con eternos capítulos que ni ella comprendía del todo.

 

Intentó no volver a pensar en aquellos instantes recordados hace poco. La búsqueda de su madre era larga y agotadora, y darse cuenta una vez más lo mucho que le hacía falta era seguir torturándose. Ya la encontraría, podría darle algún tipo de sepultura digno, y tal vez podría darse el lujo de jugarle una mala pasada a quienes resultaran responsables de su muerte; porque Athena los conocía muy bien.
Ya tendría tiempo para esas cosas, ahora era mejor concentrarse en la diversión que suponía la inauguración. Miró hacia donde estaban sus padrinos.
― Hey, y ¿has invitado a más personas? No se ven mucha gente por la calle con eso de que todos aparecen y desaparecen como si nada. Tal vez deberíamos acercarnos a donde están mis padrinos y Antoni, también Misty, ya estarán deseosos de comenzar.
Qué si se había puesto algo nerviosa al ser apartada de lo que estaba haciendo, por supuesto que sí, y más cuando sintió que la mirada de Thomas le atravesaba la propia. Suerte que aquella sensación se había disipado por completo, y la confianza tal cual antes de ese breve acto. Aguardó por la respuesta del joven, quizás aún le quería preguntar más cosas.
― Podemos seguir hablando allá. Ahora que lo pienso bien, no conozco a tus padres... bueno, en realidad no conozco a muchos Gryffindor's. ― Rió con la lengua entre los dientes unos segundos.― Ya que no soy alguien sanguínea en la familia, apenas estoy comenzando a familiarizarme con todos. Elvis y Annick han sido demasiado amables conmigo desde que les conocí.

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La rubia saludo desde lejos a Thomas y a los patriarcas Gryffindor para después poner su atención en la recepcionista. Al parecer le tenia tanta desconfianza como solia tenerle su recepcionista en su anterior trabajo. Por ello decidió que se divertiría asustando a esta también, por lo que al acercarse al mostrador esbozo una sonrisa asegurándose de que sus colmillos quedaran un poco visibles, dándole un aspecto algo siniestro.

 

- asi que Señorita Finnigan, ya que estamos totalmente solas...puedes atenderme...necesito una revisión de rutina, la moto es casi nueva, asi que no creo que haya mucho que hacerle - le dijo a la chica mientras dejaba su casco sobre el mostrador y la miraba como si quisiera comersela, aunque desde luego no iba a hacerlo solo la estaba molestando.

 

Como buena reportera se dedico a mirar cada detalle del lugar, se veía que el dueño se había esmerado en tener aquel taller con todo lo necesario para realizar su trabajo, ademas de que la gama de servicios era bastante amplia por lo que incluso podría traer cada vehículo que tenia en casa y el Gryffindor tendría lo necesario para arreglarlo. Se pregunto si sabría algo de maquinas muggles, seria genial contar con quien los arreglara en el mundo mágico porque así podría hacerle cualquier adecuación sin temor a que los no mágicos se diesen cuenta.

 

- Dime una cosa, ¿tu jefe no estará interesado en un reportaje para el profeta para promocionar su negocio? Una vez que termine con sus ocupaciones dile que me busque - le comento a la chica en lo que esta buscaba los formatos de solicitud para la revisión de su vehiculo

Editado por Sofia Elizabeth Granger G

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