Jump to content

Casa de Infusiones "Ill Buon Gusto" (MM B: 108226)


Lucrezia Di Medici
 Compartir

Publicaciones recomendadas

Sonrió.

 

— Sucede que los Ryddleturn somos algo así como pequeños pedazos de amor —el comentario no tenía ni pies ni cabeza pero aún así lo hizo—, no existe una mala referencia sobre nosotros... Aunque debo confesarte, no somos perfectos.

 

Sabía que había causado algún tipo de impresión en la mujer frente a él así que estaba dispuesto a ver hasta dónde podía llegar sin que la misma le impusiera un alto. Bebió una vez más de su taza, dejando que el liquido caliente se deslizara lentamente dentro de su cuerpo. ¿Qué le gustaría hacer a Lucrezia? No parecía una mujer más del montón, no. La bruja tenía lo suyo y él se daría a la tarea de descubrirlo.

 

— Se que no es el momento indicado y no le voy a pedir que lo hagamos justo ahora pero —guardó un par de segundos de silencio tratando de encontrar las palabras exactas—, ¿le gustaría que tuviéramos una charla más privada en algún momento? Mi familia cuenta con un hotel en el que nadie nos molestaría —añadió y justo al final le dedicó un guiño.

 

No quería parecer grosero ante las otras dos personas que se encontraban junto a ellos pero el que apenas hablaran se lo ponía un tanto difícil. Mientras esperaba una respuesta, la chica con anteojos decidió que era hora de presentarse, Cillian con una sonrisa dibujada en el rostro le devolvió el saludo.

 

— Y yo soy Cillian, como ya he dicho... ¿Nos conocemos de algún otro lado?—Inquirió, el rostro de la chica comenzaba a parecerse vagamente familiar.

 

Y después alguien más se unió a ellos.

OjQFQY0.gif

c9Sdt97.png

bfqucW5.gif

 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

No podía evitarlo miraba todo con bastante curiosidad.

 

La influencia italiana se veía en todas partes y ella no podía evitar enorgullercerse. Ella misma era descendiente de uno de ellos...

 

Se dio cuenta que había un pequeño grupo sentado, pero tampoco le prestó mayor atención a las personas que había ahí, hasta que una de ellas había hablado.

 

- ¿Tuyo el negocio? - Inquirió ahora.

 

- ¡Pues, es maravilloso! - asentió con la cabeza, alegre.

 

- Es agradable ver un negocio italiano por aquí... Se nota que le ha puesto bastante empeño a la hora de enseñar sus raíces -alabó la castaña.

 

- Créame que vendré más veces - volvió a reafirmar con la cabeza y tomando una de las copas que descansaban encima de la barra, para que, los demás clientes, también las cogieran.

 

Dio un sorbo largo a su bebida, mientras disfrutaba de la vista. Se fijó que había cuadros, uno de ellos tenía un toque especial..

 

- Leonardo Da Vinci - susurró con emoción. No podía evitarlo. Le hubiese gustado nacer unos años antes, tan sólo para poder conocer en persona al genial artista.

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

- Reviguelle no me va a presentar un problema para pronuncirlo, Revi es muy...¿Cómo decirlo? Carente de la personalidad de una dama de hoy en día. Debe imponerse ¿Sabe?

 

La Médici percibió en el cálido entorno del lugar, con una intensidad casi sensorial, cierta ansiedad por parte de su interlocutora de cabello cobrizo, cuyas presencias solo se separaban por un metro. Escudriñó un efímero segundo más en ella, sin perder aquella sonrisa convincente y amable que impregnaba su semblante con una actitud que invitaba a permanecer en el negocio, mientras alzaba con tapujo su mano con la intención de chasquear sus dedos ¿Era recelo acaso lo que la mujer de bonitas facciones sentía frente a la aristócrata?¿Se había sentido intimidada, sorprendida o rebajada solo por su persona, pese a la resistencia a mostrarse con la frialdad que solía manejarse? El orgullo ascendía como una llama chispeante, alimentada involuntariamente por Reviguelle, en la capa más profunda de su interior, llenando su espíritu de regocijo.

 

En ese momento, el grupo reunido bajo la traslucida cúspide de cristal, cuya estructura permitía que la luminiscencia exterior bañara con su blancura el lugar, fue interrumpido por una figura apenas perceptible debido a su estatura y carencia de presencia. Se trataba del Passepartout, en cuyas manos cruzadas por las tétricas huellas de años de servidumbre se lucían los finos platos de blanca y lustrosa porcelana, que servían de base para los omelettes que había preparado tal cual la familiar receta de antaño. Cada pieza plana estaba acompañada por un delgado tenedor de plata, surcado por sobrias figuras en relieve de oro. Los metales recibían la luz del omnipresente sol que se filtraba en su plenitud, reluciendo de una manera tan llamativa que invitaban al menos a apreciarlos durante unos segundos. Ningún detalle estaba sujeto al azar en La Casa.

 

El siervo personal de Lucrezia colocó con delicadeza los platos sobre la mesa y efectuó con elegancia, adaptada a las necesidades de una vida ceñida a las costumbres de una aristócrata de clase, una reverencia a los allí presentes, previamente a desaparecer en una envolvente niebla anaranjada. La comida despedía un vapor que se mezclaba, con una perfecta armonía, con el aroma agradable e insinuante de aquella preparación de carácter extravagante, apenas rozando la legalidad. La rubia posó con sus azules ojos nuevamente sobre la persona que, únicamente por su hombría, resaltaba dentro del grupo. Aquel muchacho rodeado por un exultante aura, que podía discernir como causante a su belleza y el orgullo de portar ese apellido, producía un interés superlativo en ella; la llevó a reflexionar si no había sido ella quien había mezclado su bebida con la esencia de Lychee.

 

- Nunca hay momento poco indicado para una proposición así, Cillian.- dijo, uniendo sus labios en disimulado acto de seducción, con la excusa de limpiar las gotitas de oscuro líquido que habían quedado sobre su carnoso belfo.- Cuando a usted le parezca, siempre que esté libre.

 

Volvió a empinar con soltura su brazo para llevarse a su boca el delicioso café, cuyo contenido había disminuido de manera gradual hasta casi desaparecer sin que lo notara, posiblemente por la dirección amena que ese encuentro improvisado había tomado. Su mirada, espiando sobre el borde de la taza que ocultaba ahora su delicada y pequeña nariz asaltada por las pecas, siguió la sonrisa del Ryddleturn que se había volteado, con cierto desparpajo, a hablar con otra mujer. Con los vestigios y los recuerdos que se presentaban en su cabeza teñidos de sepia, pero curiosamente cada vez más presentes, de su relación con Thiago sería difícil que el amor resurgiera en Lucrezia; sin embargo, el deseo era incipiente e indiscutible cuando se detenía a observar a Cillian.

 

- El negocio es mío, claro. La escultura en la entrada creo que lo deja claro.- dijo a la clienta, envalentonada, con una media sonrisa que la alejaba de la modestia que había pensado conservar- Es un dicho de mi familia: "En la vida hay que hacer tres cosas: plantar un árbol, tener un hijo y tener una escultura propia". También hubiésemos agregado tener una fortuna, pero eso no es mérito en mi familia.

 

El brillo de sus orbes reflejaron el rostro de la última mujer que había ingresado en el negocio, con quien cruzó miradas de mutuo respeto. No fue de suma dificultad para Lucrezia intuir, con acierto, que se trataba de una compatriota. Cada palabra emitida con relación a su origen, cada halago al recinto que había erguido con sus propias manos sirvió para alimentar su ego, como pequeñas células uniéndose para formar una más grande. Se volteó para acompañar a Helike en su airosa contemplación del lienzo del artista. Su mirada se iluminó con el ímpetu que años de historia familiar, impartida durante sus primeros años de vida, le habían provocado.

 

- Leonardo trabajó mucho para un antepasado de los Médici, Lorenzo. Es un honor y un deber para mi familia mantener su presencia aquí, al igual que lo es para mi resaltar mi origen en tierras extranjeras...Por cierto ¿Han leído el último ejemplar de El Profeta?

 

@@Cillian @ @reviguelle @Shalyit Malfoy Karkarov

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

- Pues, me tendrás que perdonar, pero no me había fjiado, bueno sí, me había fijado pero no en la cara de la persona que tenía la escultura - dije, un poco avergonzada por no pararme a mirar antes...

 

- ¿Médici? - pronuncié las últimas palabras, algo con miedo... Algo me decía que tenía que tener cuidado... Mi hermana melliza había sido criada por la familia Sforza, para protegerla del resto de familias vampíricas italianas que querían acabar con el linaje Rambaldi.

 

No quise decir nada más, para mí, simplemente era una extraña a la que no tenía que darle explicaciones. Simplemente, me quedé admirando el cuadro. Di otro sorbo más, para intentar tranquilizarme. Ya había vivido una aventura italiana y la verdad, salí bien parada gracias a que mi suegra y mi pareja fueron a rescatarme... Tardaría en ir, desde luego.

 

- ¿El Profeta? Pues, la verdad es que no he tenido ocasión de leerlo... ¿qué dice? Seguro que alguna barbaridad, cómo siempre - comenté, chasqueando la lengua, fastidiada...

 

- Ese periodicucho es capaz de hundir el honor de una persona o levantarla... con lo que no me confío mucho..

 

off: sorry, un rol soso, lo sé xD

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

— Entonces tenemos una cita —aseguró ante las palabras de su anfitriona.

 

Estaba jugando con fuego y lo sabía. En algún momento tendría que detenerse y quizá el precio de todo aquello fuera ya demasiado alto, pero así era él. ¿Si ya se había atrevido a ir un poco más allá con Mía y Leah porqué no con una chica más? Un pequeño recuerdo de Carlos inundó sus pensamientos por un breve instante, pero así como apareció se encargó de eliminarlo. Ese maldito había desaparecido detrás de la faldas de Juliene a quien tampoco había visto en meses.

 

— Entonces yo también debería montar alguna escultura mía en algún lugar del Castillo de mi familia —comentó sin más, sabiendo que nunca lo haría—. ¿Entonces es seguro probar esto? —Señaló la comida, no intentaba ser grosero sólo quería seguir con el juego.

 

Acercó su mano derecha hasta uno de los tenedores y tomó un pequeño bocado. Nunca había probado algo como aquello, tenía que aceptarlo, era delicioso en una forma bastante extraña. Un bocado más y luego una sonrisa, un segundo después su mirada estaba de nuevo sobre Lucrezia aunque ésta hablaba ahora con la recién llegada, le parecía más bella que en un principio. ¿Cómo demonios podía ser eso posible? Él debería estar pensando en algún chico, no en la mujer que tenía justo enfrente.

 

La mención de El Profeta lo devolvió a la realidad, tenía meses que no leía esa publicación pero aún recordaba todos esos momentos que había vivido junto al reportero rubio al que alguna vez había pretendido.

OjQFQY0.gif

c9Sdt97.png

bfqucW5.gif

 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Jamás me había encontrado en un sitio tan extraño como ese, y no lo decía por la arquitectura o el decorado, aunque estas también me intimidaban. Las personas allí presentes se hacían sentir de una manera especial, y yo solo podía tomar de mi vaso mi deliciosa bebida hasta acabarla y pedir más. Me había enviciado de la comida del lugar.

 

Sin embargo me sorprendió cuando Lucrezia pronunció mi nombre completo, algo que muy pocos pueden hacer y esa es la causa de que lo haya reducido a las simples dos primeras silabas. En verdad me alago cuando menciono que mi nombre entero era imponente, y yo solo atine a mirarla con admiración para luego inclinar mi cabeza en señal de afirmación con una sonrisa en el rostro.

 

Cuando llegaron los omelettes mi sonrisa fue aún más grande de la habitual y mientras me servía mire a los presentes. No conocía a ninguno de ellos y eso hacía que me sienta incomoda, pero para disipar aquello trabajaría mi hambre.

 

Al mencionar que la estatua de la entrada principal era la mismísima Lucrecia mis ojos se abrieron de sorpresa. Por supuesto al ser tan despistada no había caído en cuenta de aquel hecho, lo que convertía aquel lugar todavía más austero pero a la ves cálido. Observe a mi alrededor analizando el entorno, particularmente me había criado en Italia, en pequeñas casitas de campo con un gran terreno lleno de cosechas y establos. La magnificencia del lugar se me hacía desconocida a pesar de ser de la misma nacionalidad.

 

Cuando hablaron del profeta, me di cuenta de que jamás había comprado el periódico y que probablemente era la más desinformada del lugar, pero que mejor que ponerme al día con personas metidas en la vida mágica mientras como con gusto lo que está a disposición en la mesita.

http://i.imgur.com/b2bIpY8.gif http://i.imgur.com/jwnfSnw.gif

5H5uyEr.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

- Es más que seguro comer ésto Cillian...¡Oh, se ha terminado el café! Voy por más, espero me perdonen.- dijo, con un falso respeto que en sus finos labios sonaba tan real como que los allí presentes poseían habilidades mágicas.

 

Lucrezia apoyó ambas manos en los brazos de la butaca y tomó impulso para levantarse, clavando paralelamente y con fuerza sus tacos en el frío suelo de la sala. Se incorporó con un sublime movimiento, que acompañó con una apacible sonrisa, y se disculpó con los presentes con un simple gesto al agachar su cabeza. Su dorada cabellera se acomodó nuevamente sobre sus hombros. Se giró, rodeando el asiento en el cual había permanecido hasta un segundo antes, y comenzó a caminar hacia el mostrador. Solo bastó un mero segundo fuera de la vista de sus clientes para que su semblante volviese a iluminarse con un dejo de malicia en sus facciones.

 

Bajó los escalones de dos en dos, con el cuidado suficiente para no caerse por el efecto deslizante que el moho impregnaba en los bloques de piedra descuidadamente unidos. Con su mano izquierda sostenía, con la yema de sus dedos, el lateral de su falda para evitar que rozara la suciedad poco distinguible que allí pudiese acumularse. Su pálida piel y la tela de su infalible vestido renacentista se tiñeron de un tinte anaranjado al ser cubiertos por la tenue luz de la lámpara de gas que reposaba solitaria sobre una de las mesas de la bodega; justo a ésta, Passepartout había preparado con el esmero que su ama le despertaba otra tetera de porcelana, cruzada por exultantes diseños hindúes, llena de delicioso café peruano rebosante. El vapor que desprendía de su encorvado pico decoraba el tétrico aire del sótano de una sensación cálida y somnolienta.

 

El ambiente se tornó tenso por unos segundos, producto de la expectación por ser interrumpida en aquella meditada privacidad. Observó a ambos lados del reducido espacio en el que había ingresado, cerciorándose de la nula presencia de terceros. La Médici alzó su mano derecha, en la que se distinguía un anillo plateado cargado por la voluptuosidad de una cápsula que resultaba ineludiblemente indistinguible gracias a su cuidada ornamentación de esmeraldas, que le propinaba un aspecto únicamente estético. Abrió la minúscula cabina y giró el dedo para verter en interior de la oscura bebida su contenido: un pequeño hilo de Veritaserum se desprendió del borde metalizado y cayó lentamente hacia el café, diluyéndose en su oscuridad casi opaca inmediatamente.

 

Regresó nuevamente al salón principal. La rubia lo había ideado desde el minuto cero; aquel negocio no había sido erguido en el Callejón solo para engordar con rapidez las arcas de su abultada fortuna: El objetivo que había escrito junto a los planos de la augusta edificación era alimentar su patrimonio intelectual con los rumores y los hechos que timoneaban la vida en Oterry y Londres. No existía una forma más eficiente de acumular poder en una sociedad que le era ajena. Bastaba solo con rellenar las tazas de todos sus invitados y esperar que bebieran la deliciosa bebida elaborada con los granos del país sudamericano, que no tardarían en enamorar sus papilas gustativas y encantar con las propiedades de la poción los pensamientos que navegaban en su cabeza. Es lo que hizo, sin meditarlo dos veces.

 

- Pues la publicación de este mes, entre artículos y entrevistas, hablan en repetidas ocasiones de La Orden del Fénix y Los Mortífagos ¿Qué saben de ello?

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

-¿Que son dos grupos delictivos?- dije, interrumpiendo la conversación que se estaba llevando a cabo en aquel lugar.

 

Había escuchado que habían abierto varios negocios en los últimos tiempos y que tantos otros habían ido perdiendo prestigio y, por lo tanto, sus dueños habían decidido cerrarlos. Era información de primera mano, claro, sobre todo cuando trabajaba con los Warlocks como parte de mi dirección del Concilio de Mercaderes. Pero, a pesar de que podría haber ido a cualquiera de los negocios más nuevos, mi atención se había depositado en aquel, quizás precisamente porque la dueña era mi alumna de Leyes Mágicas: Lucrezia, quien me había "encantado" con su forma de hablar durante mi clase, además de que era totalmente intrigante (y por descontado hermosa).

 

Así que había caminado por el callejón y no había tardado en toparme con el enorme edificio blanco con puertas doradas. ¡Sí que tenía gusto! Y ni hablar de ego, por supuesto, con una estatua de ella misma haciendo de vigía sobre el pórtico. Y había entrado despacio y sin hacer ruido en el lugar, escucando un coro de voces que hablaban armoniosamente. En principio, la vista había sido sobrecogedora con tanto buen gusto en su decoración, lo que le hacía honor al nombre. El aroma a té impregnaba cada lugar pero en vez de ser tedioso y desagradable como el incienso, era reconfortante y embriagador, como un buen whisky de fuego o el olor a hidromiel en invierno.

 

-Oh, lo siento- me disculpé de inmediato por haber interrumpido. Incliné la cabeza levemente en señal de respeto y luego levanté la vista para posarla en la de Lucrezia. Claro que un momento después miré a quienes la acompañaban, Cillian, Heliké y una muchacha a la que no tenía vista-. Castalia Macnair, a sus servicios. Me ha parecido ver este esplendoroso nuevo negocio en el Callejón y quería darle un vistazo a su interior para comprobar que fuera tan exquisito como su interior- esbocé otra sonrisa y mis ojos esmeralda brillaron un momento-. ¿Puedo...?- miré dubitativa al grupo, quedándome en mi lugar mientras esperaba que me echaran o invitaran a compartir con ellos.

https://i.imgur.com/g1G6WRb.gifhttps://i.imgur.com/kYY7Ngy.gif
vjewzeJ.jpg
NiqQIUZ.gifGxQq8SZ.gifiAGBpD8.gif
nqOolSA.gif

 

 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Cuando una voz la abstrajo de la atención que conservaba sobre el café encantado que había servido a sus clientes, a Lucrezia no le quedó opción posible más que alzar la vista sobre el respaldo de la butaca que tenía enfrente. Aquella interrupción no era como cualquier otra ligada al azar del hambre de quien pasase por delante de la impoluta fachada del negocio, sino que era especial. Reconocía ese tono firme, escoltado por una melodía extrañamente dulce que acompañaba a sus palabras. Sabía de quien se trataba y sabía que, apenas girase su mirada hacia la entrada, se encontraría con unos exultantes ojos verdes. No necesitó repasar en su cabeza sus palabras, ni siquiera intentó comprenderlas, pues aquella visita subyugó sus pensamientos solo a ella.

 

La rubia se incorporó inmediatamente, a la par de la presentación de Cissy ante el resto de los visitantes de La Casa, sin prescindir un instante de la elegancia que impregnaba cada diminuto y recóndito aspecto de su esencia arrolladora. Se acercó a la bella portadora del apellido Macnair y sin mediar palabra alguna, unió ambas manos con las de quien había sido su profesora y les dio un pequeño apretón, con la delicadeza que utiliza un costurero al manipular la la tela más cara y frágil del mundo. Besó en un segundo sus dos mejillas, posando los labios con suavidad sobre su impoluta piel, y volvió a posar su mirada en la de su interlocutora; una conexión que crecía con cada ocasión en la que se encontraban.

 

- Es un halago tu presencia aquí, Cissy. Claro que puedes acompañarnos.- exclamó, con una pequeña sonrisita tonta que destacaba el rubor que había invadido su rostro, salpicado por pequeñas pecas.

 

La Médici retrocedió nuevamente, obligada a desprenderse su mano de la recién llegada, y con un movimiento sutil de su diestra acercó con un encantamiento uno de los rojizos sillones al improvisado círculo que se había formado a pocos metros de la chimenea, en el que el vaivén de un bailarín fuego impregnaba de tonalidad anaranjada las cercanías a su imponente estructura. Tomó nuevamente la tetera de porcelana y, habiendo previamente comprobado su contenido con un pequeño movimiento, sirvió el humeante café en una de las tazas que habían permanecido vacías hasta aquel momento. Arrastró cuidadosamente con el dedo índice la blanca vasija por la superficie de la mesa, hasta dejarla a mano de Cissy.

 

- Gracias por tus palabras, Castalia. Espero que encuentres este lugar como tú suponías que era. Bebe el café, no dejes que se enfríe.- le advirtió, manteniendo la naturalidad en su suave voz pese a saber que aquella invitación estaba ceñida a su interés de que ingiriera el Veritaserum.- Había preguntado sobre dichos grupos criminales porque, habiendo llegado de Florencia, es lo primero con lo que me encontré y el nuevo ejemplar de El Profeta me lo ha recordado ¿Qué debo saber?

 

Su rostro de delicadas facciones había recuperado su palidez habitual, aquella que en ocasiones era similar a la de un vampiro. Sin embargo esa sonrisa sobrecogedora, que convertía el rechazar los servicios de su portadora en una tarea más que difícil, no lograba desvanecerse pese a la disyuntiva que significaba para la personalidad fría de Lucrezia. Volvió a tomar asiento y cruzó sus piernas. Su azul mirada seguía inesperadamente clavada en Cissy ¿Que significaba esa dependencia, que no era tal, a rendir sus sentimientos a alguien que apenas conocía?

Editado por Lucrezia Di Médici
Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

  • 5 meses más tarde...

http://i.imgur.com/AmbHbsB.png

 

 

 

 

 

Los negocios seguían pasando ante su visión, y todos llamaban de cierta manera su atención. Sin embargo, hoy no era un día para distenderse. Mirando su lista y alternativamente a su reloj, pasó de largo el imponente Gringotts, para llegar finalmente a su destino.

 

Lo primero que hizo fue parar unos segundos a observar. La majestuosidad del lugar la dejó impactada, y abarcó lo más rápido que pudo cada detalle del lugar. Hubiese deseado quedarse admirando cada detalle trabajado en la puerta que la recibía, pero la joven bruja tenía deberes que realizar. Tal vez, luego de finalizarlos podría adentrarse al lugar y curiosear más tranquila.

 

Si pensaba que la decoración exterior esa impresionante, el interior la dejó aún más conmocionada. Una imponente estatua de una mujer miraba fijamente al horizonte y se preguntó quién era. Ingresó con cuidado al lugar y el aroma a té y cupcakes invadió sus sentidos. Tuvo que ser demasiado fuerte y recordarse que hoy debía trabajar antes que cualquier cosa.

 

En medio de una marea de gente la joven localizó justamente a la mujer de la estatua y supuso que era la dueña del lugar. Se acercó tímidamente, y sonriéndole con seguridad llamó su atención.

 

Disculpe, señorita, buenas noches. Lamento interrumpir la velada festiva dijo echando una mirada rápida a su reloj para ubicarse una vez más en el tiempo, a la vez que las personas a su alrededor charlaban animadamente. —Mi nombre es Andrómeda Lenteric, y estoy aquí por cuestiones de trabajo. Verá, su negocio está desprotegido, y yo vengo a ofrecerle servicios del departamento de Transportes y Deportes.

 

Tomo aire mientras revolvía en su bolso extrayendo un formulario con todos los datos necesarios para realizar trámites. Se sentía un poco fuera de lugar realizando aquello en medio de lo que parecía ser la inauguración del lugar, pero trató de seguir para, una vez acabado aquello, regresar a su casa y descansar de un largo día de trabajo.

 

Nuestro departamento se encargará de proporcionarle conexiones a la red flu y hechizos de antiaparición si es que usted lo desea. Simplemente, debe completar este formulario y presentarlo en ventanilla. Oh, y por cierto, déjeme agregar que el lugar luce sensacional. Seguramente volveré aquí cuando esté un poco más relajada a por una taza de té.

 

La más pequeña de los Lenteric sonrió amablemente, y con disimulo echó una ojeada al lugar. Si, seguramente regresaría allí a por una taza de té muy pronto.

 

 

 

 

Presente:

Por medio del presente memorándum, indico que sí deseo mantener los siguientes servicios, y estos consciente de los costos:

Indicar detalle de los servicios solicitados, ejemplo:
- Conexión de la red flu:
-- Conexión a X - 300 galeones (Cada conexión)

- Hechizo antiaparición activado: 800 galeones.
- [indicar detalles del hechizo antiaparición]


Total: X galeones, que autorizo que se descuenten de: [indicar bóveda de la que se descontarán los servicios, adjuntando el link]

Agradezco de antemano su atención.


- Indicar aquí: [Nombre de la Familia-Mago-Negocio]
- Tópico de Registro de la Familia o Negocio. [Adjuntar Link]
- Tópico de la Granja, Mansión, Castillo o Tienda. [Adjuntar Link]

 

 

 

 

@@Lucrezia Di Medici Di Médici

Editado por Andromeda Amelin Lenteric

b06B4RJ.jpg


Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Unirse a la conversación

Puedes publicar ahora y registrarte más tarde. Si tienes una cuenta, conecta ahora para publicar con tu cuenta.

Guest
Responder a esta discusión...

×   Pegar como texto enriquecido.   Pegar como texto sin formato

  Sólo se permiten 75 emoji.

×   Tu enlace se ha incrustado automáticamente..   Mostrar como un enlace en su lugar

×   Se ha restaurado el contenido anterior.   Limpiar editor

×   No se pueden pegar imágenes directamente. Carga o inserta imágenes desde la URL.

Cargando...
 Compartir

Sobre nosotros:

Harrylatino.org es una comunidad de fans del mundo mágico creado por JK Rowling, amantes de la fantasía y del rol. Nuestros inicios se remontan al año 2001 y nuestros más de 40.000 usuarios pertenecen a todos los países de habla hispana.

Nos gustan los mundos de fantasía y somos apasionados del rol, por lo que, si alguna vez quisiste vivir y sentirte como un mago, éste es tu lugar.

¡Vive la Magia!

×
×
  • Crear nuevo...

Información importante

We have placed cookies on your device to help make this website better. You can adjust your cookie settings, otherwise we'll assume you're okay to continue. Al continuar navegando aceptas nuestros Términos de uso, Normas y Política de privacidad.