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Mansión "Ojo Loco" Potter Blue (MM B: 78439)


Sagitas E. Potter Blue
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Aquel lugar era maravilloso. ¿Cuánto tiempo estuve mirando la placa donde descansaba Reiven? Mis ojos recorrían aquel nombre y, como si se tratara de una maldición, rememoré sus abrazos, sus besos, el éxtasis en el que entrábamos cuando nos entregábamos... Reiven había sido mi primer amor en aquel pueblo. Yo hacía años que no tenía un amante, un hombre al que entregarme, tras la muerte de Jack en España. Él despertó en mí tantos secretos que hacía años que no gozaba...

 

Pero también había sido mi asesino.

 

Mi barbilla temblaba a medida que recordaba sus ataques y el dolor que me producía con su varita. Cuando me di cuenta que no estaba sola, Perenela llevaba un rato hablando con su padre. Me giré lentamente hacia ella, asombrada y preocupada de lo que decía. ¿Tanto sabía?

 

-- ¿Cómo...? Alessandra es... adopt... -- No pude continuar mi frase. Acababa de confesar que era suya, que dio a luz en aquel año que me había abandonado. Yo creí que estaba enfadada conmigo y que, por ello, se había ido de casa. Por mi culpa, por lo que éramos, por nuestros caracteres fuertes. Todo un año sintiéndome culpable... ¿y lo había sido su padre? -- ¿Reiven te dijo que te fueras de casa? ¿Pero qué se ha creído...?

 

No me di cuenta que había gritado en presente, como si aún estuviera con nosotras. Mi cara era todo un poema por la sorpresa. Tal vez tenía razón, teníamos que hablar porque me daba cuenta que no había comunicación entre nosotras. Solté a Pete y me arrodillé a su lado.

 

-- ¿Renunciaste a tu hija sin decírmelo? ¿Pero por qué no me lo dijiste? -- Era madre y había perdido un hijo entonces, la hubiera entendido, ¿por qué había guardado silencio? Para mí era toda una sorpresa saber que Alessandra era hija directa, mi nieta. Yo la quería igual pero... ¡Tanto tiempo perdido por... por...? Negué con esfuerzo, escuchándola.

 

La abracé con fuerza, tanto como Richard había agarrado antes al animalito. Quería protegerla, a pesar de los años que habían pasado desde aquello.

 

-- Cariño... Reiven te quería, mucho... A veces pensaba que te quería más a ti que a mi misma y... Quiero pensar que... -- Me mordí los labios pero asentí para darme fuerzas. Bastaba ya de silencios. -- Quiero creer que te mandó lejos en aquella gala porque ya sabía que iban a por mí y que era el encargado de matarme. En aquella gala no estuvimos juntos. Él estuvo con otra mujer. Era extraño... No me di cuenta de lo que significaba. Aún no lo supe hasta el ataque al Circo. Te alejó para que no supieras que iba a matarme, para que no supieras que él era el culpable y... A veces pienso que sólo te quiso a ti, que yo sólo fui su misión de vigilancia y...

 

Le besé en la frente para protegerla con mis brazos, sin darme cuenta que yo también necesitaba ser protegida.

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-E-ese año cuando salí de clases - le trate de explicara mi indignada madre mientras lloraba - me mando una carta diciéndome que no quería que regresara a casa, que me quedara en la academia o me fuera con alguna amiga... v-viaje sola a Francia, conocí a Esteve el padre de Alessandra y salí embarazada, cuando regrese a clases me di cuenta de mi estado pero decidí ocultarlo y en las vacaciones de Enero regrese a darla a luz junto a Esteve... por una discusión que tuvimos el termino muriendo y yo no supe que hacer con mi hija. Sabia que si regresaba con ella mi padre la mataría por lo que vague esa noche por el pueblo y se la di a los Myrddin cuando salían de San Mungo de perder a su hijo recién nacido.

 

Me agarre el pecho y estreche a mi madre mas cerca de mi, respiraba resoplando pero tenia que sacarlo todo, tenia que contarlo todo a mi madre, Alessandra ya sabia su historia pero era una revelación para Sagitas y yo lo sabia, traté de continuar y me costó encontrar de nuevo mi voz:

 

-Cuando regrese a casa, quise sacar mi dolor en el circo, entrenando... allí los vi llegar, eran dos encapuchados, con mascaras, habían empezado a destrozar el lugar y yo tenia la costumbre de entrenar en las vigas, mataron a los elfos, rompieron todo lo que estaba en su paso, conjuraron la marca en el cielo y luego entraste tu con el traje de ceremonias lista para la función... vi como te lastimaban, yo les lanzaba dardos desde arriba pero no podía darles o no les afectaban... nunca lo supe, te atacaron, te lastimaron, y yo no pude defenderte... no pude ayudarte - traté de enjuagar las lagrimas - cuando te dieron por muerta se quitaron las mascaras, los dos de antes se fueron inmediatamente y no pude reconocerlos pero él, mi padre - dije señalando la placa- se quedó a acariciar tu cabello antes de salir... fue la ultima vez que le vi... luego me enteré de que estaba muerto mi abuela dijo que le habías matado tu...

Siempre seré tu hija... Reiven Grindewald te quiero // NiqQIUZ.gif

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<<¿Un vil ratero?>> pensó divertida.

 

Estaba bien que regañara a Pete pero tratar al animal cómo si entendiera que estaba mal robar, negó con la cabeza divertida pero sin darse cuenta salieron corriendo todos, Sagitas y Perenela detras del escarbato.

 

- Ustedes se quedan acá- les dije a los niños.

 

Salió corriendo a la cocina dónde había otra bruja, la reconoció cómo la alumna de su abuela en la clase que compartieron de Estudios Muggles y DCAO. Le sonrió para saludarla con la mano, seguro que la pobre pensaría que estábamos locos.

 

Estaba bastante lejos de ambas Potter Blue por lo que cuándo llegó se encontró con una escena bastante rara, su madre estaba llorando al lado de una tumba, su abuela le dio a Pete para abrazar y decirle unas palabras que apenas tenian sentido para ella. Sea lo que sea que se perdiera vaya que era fuerte.

 

-No lloren o llorare también- les dijo abrazando a ambas con Pete apretujado en medio de las tres -no pude responder antes pero vamos al circo!! Digo nunca fui a uno muggle y tampoco uno mágico además no estaría mal que nuestras Esfinges nos hagan abuelas- sonrió encantada de sólo pensar en los pequeños bebés.

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-- ¡Dioses! ¿Lo viste? ¿Viste el ataque...?

Me horroricé y me alejé un poco de ella para ver su cara y me lo confirmara, como si sus palabras no hubieran sido suficiente. Me senté en el suelo para recordar todo aquello. Necesitaba contárselo para que lo entendiera, para que me entendiera, para que comprendiera porqué tuve que matarle.

-- ¡No lo supe nunca! Yo... Yo creí que sólo supiste del ataque del Circo cuando volviste, muchos días después. Nunca supe que...

Me mordí los labios porque ahora entendía muchas cosas que habían sucedido y que no entendía. ¡Dioses, mi hija tenía que haber sufrido muchísimo! Cerré los ojos e intenté buscar un punto de inflexión por donde empezar a hablar.

-- Te lo explicaré todo, Perenela, pero no quiero que me juzgues, por favor... Yo... Yo era miembro de la Orden del Fénix y me infiltré en el bando mortífago para conseguir información sobre la situación de sus líderes. Era joven y no sabía donde me metía pero me pareció tan excitante... El Circo era la excusa perfecta para poder pasar la información a mis compañeros de bando sin que La Marca se enterara, entre tanto público y animales, tanta gente entrando y saliendo... Entré apoyada por una líder pero... desapareció y me quedé sola, sin contactos. Estuve más de seis meses en sus filas. Conocí a Reiven allí, tu padre era...

Tragué saliva. Hablar de aquello era un suplicio real, no sólo por los recuerdos sino porque tenía un escudo estratégico que impedía el acceso a algunos de ellos. Abrí los ojos y miré a Perenela.

-- Olvidé que él era un mortífago leal, hijo de uno de los líderes. Orgulloso, sentimos una atracción enfermiza el uno por el otro. Llegué a olvidar que realmente era su enemiga y confraternicé tanto con él que te tuvimos a ti. Eras nuestro mayor preciado tesoro. Crecías muy rápido, eras demonio como él. No heredaste apenas nada de mí pero te quería mucho. Pero me descubrieron, supongo que bailar entre dos lados es algo confuso. Nunca supe qué pasó. Aquella gala de navidad no estuvo conmigo, a pesar que nos casábamos en 15 días. La ceremonia iba a ser en el circo. Estaba tan enamorada de él que justificaba todo lo que hacía, tanto que ni me preocupé de dar informes de él a la Orden. La Gala la sufrí, vi como se llevaba a una compañera de bandos odefo a un rincón apartado y mantenía relaciones con ella. Lloré mucho aquel día pero le entendí todas sus excusas. Tenía que sacarle información de la Orden y utilizó todas sus dotes para estar con ella. Eso significaba estar infiltrado y le entendí, a pesar del dolor que me produjo. Le entendí, a pesar que no lo tuve en todo ese tiempo porque tenía que estar con la otra. La vi como alguien que me estaba quitando a mi futuro marido. Creo que perdí el rumbo que me había hecho entrar como espía y que me convertí en una mujer celosa.

Paré para tomar aire. Perenela necesitaba saber, no podía callarme ahora.

-- Aquel día vino al Circo y me sentí la mujer más feliz del mundo. Al día siguiente nos casaríamos. Estaba todo preparado. Aquella noche, la última noche, hicimos el amor sin control, como si fuera el último día. Y lo sería...

Mis ojos se achicaron con el recuerdo:

Acariciaba el pelo negro de mi compañero, le besaba en el torso y le dejaba la marcas de mis labios en el cuello. Era feliz. Ocupábamos la estrecha litera de mi carromato del Circo y, prácticamente, estábamos el uno encima del otro. Le volví a besar y me levanté. El aseo fue rápido y, cuando salí del baño, me recogí el pelo en una cola de caballo. Me maquillé para la sesión que estaría a punto de empezar.

 

-- Tengo que salir. Soy la Maestra de Ceremonias -- susurré, apenada, puesto que tenía que abandonar a mi amante y futuro marido en aquel camastro. -- ¿Me esperarás? Seguiremos donde lo hemos dejado... -- Reseguí una de mis marcas de pintalabios y le volví a besar, esta vez en aquello turgentes labios que me tenían enamorada.


Infeliz de mí, iba tan absorta en el recuerdo de sus manos y de su cuerpo junto al mío, sintiendo el calor aún retozando entre los pliegues de mi piel, que entré a la carpa sin darme cuenta del silencio. En el alto de la nave central, un Morsmordre lucía, altivo. En el suelo, algunos de los miembros del Staff habían caído. En la arena, varios miembros enmascarados anunciaban un ataque a mi negocio. Les miré de frente, no por altivez sino porque me habían pillado desprevenida. En mi pelo, donde solía llevar la varita, sólo estaba el sombrerito de lentejuelas. Eran dos y pronto se sumó un tercero, con manchas de pintalabios en el cuello y una sonrisa sardónica. Eran mortífagos. Me habían descubierto y, ahora, iba a pagarlo... Sentí decepción ante la figura masculina que alzaba su varita y lanzaba un hechizo contra mi pecho, más que miedo. Era el fin de una relación que, hasta ese momento, había sido maravillosa.

 

-- Me dieron por muerta -- dije, al fin. -- No sabía que él estuvo allá, mirando como moría. Harpo me llevó a un sitio oculto donde me curó. No sé los días que pasaron hasta que pude recobrar el conocimiento. Sólo el deseo de venganza me mantuvo viva. Nunca fui tan mortífaga como esos días. Yo... Le busqué y le maté, pero si no lo hubiera hecho, hubiera vuelto a por mí y hubiera matado a todos los que me conocían, a amigos, a familia, a cualquiera que recordaba mi nombre... Conozco la manera de pensar de los mortífagos. ¿Quién te dijo que yo lo maté? ¿La Abuela Antara? Juraría que ella no lo sabía...

 

En aquel momento, en el que Alessandra se tiró en nuestros brazos, me di cuenta que había confesado mucho delante de ella. ¿Qué pensaría mi nieta sobre mi actuación en el pasado? ¿Se sentiría horrorizada por mis palabras...? Me tragué un hipo lloroso que surgía de mi garganta.

 

-- Las esfingues son estériles, no tienen hijos. Se reproducen... de otra manera... -- una manera un tanto burda de contesta pero... ¿Tendría que explicarle a Perenela cómo le maté? ¿Lo sucedido esa noche oscura?

Editado por Sagitas E. Potter Blue

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Soltó un silbido a escuchar a su abuela hablar sobre su relación con Vaivén, y más le sorprendió descubrir que había sido espía.

 

 

Aquéllo no se lo esperaba y tampoco que su abuelo era o fue un seguidor de Voldemort. Cada familia tenía un pasado, cosas que hizo y que la definirian cómo persona, Sagitas aún después de ser lastimada era una excelente persona, muchos cambiaban en procesos asi y más cuándo el corazón estaba de por medio.

 

- Vaya historia- murmuró para sí misma.

 

No era una persona juiciosa, siempre aceptaba a todos sin importar el pasado, solo le importaba el futuro y como crecia sus lazos para Alessandra eso era mas importante, ella tambien tenia un pasado e incluso el demonio que vivia con ella tenia cosas turbulentas pero esa relacion era harina de otro costal.

 

No era una sabia consejera nisiquiera cuando fue Psicologa en San Mungo, por lo que prefirio guardar silencio, preferia abrazar a decir algo tonto o generar un sentimiento mas deprimente en su madre.

 

-Aun no veo Cuidado, no sabia que eran asi- le respondio a su abuela, sintiendo pena por los pobres animales -y las aves de trueno?- tenia un macho y una hembra, al menos si podian tener pequeñas avecitas queria saberlo.

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-Lo se... yo, yo vi a Harpo llevarte, supe que ibas a estar bien... que el elfo te cuidaría pero yo fui a enfrentar la otra parte del problema. - le dije a mi madre cuando terminó su relato, abrace a Alessandra y la inste a que se sentara a mi lado, entre mi madre y yo, empecé a acariciar su cabeza - yo siempre pensé que eras una mortifaga, no que fueras una espía... no quise creerle a mi abuela Mistify cuando me lo dijo cuando intentaron al igual que Cascabelitah que te repudiáramos, que nos alejáramos de ti...

 

Me sorbí los mocos y traté de limpiar mi cara, la charla suave y liviana que quería no era lo que estaba teniendo pero estaba aclarando muchas cosas de mi pasado, acaricie el rostro de mi madre:

 

-Los Malfoy, la familia de mi padre, me dijeron que si me quedaba contigo iban a ir a por mi y a por todo lo que quería, que iban a morir todo aquel que intentara ayudarte, que me quedara mejor con ellos, con la abuela Misty, el abuelo Crazy, mi padre y mis tíos, que con ellos iba a tener estabilidad, lujos, amor y todo lo que tenia que hacer era repudiarte... mi padre incluso llego a insinuar que podían casarme con alguien de la familia, alguien que elevara mi estatus. Les dije que me quedaría contigo y prometieron ir a por ti de nuevo si sobrevivías y que irían a por mi... Me asusté no por mi sino por Alessandra tenia que avisar a la familia Myrddin del peligro que corrían, los insté a irse del pueblo y fue cuando regresé.

 

-Cerraron mi cuenta de Gringotts, me quitaron todo mi dinero, mis joyas, incluso mi ropa para demostrarme que iban en serio. Pero en la academia aprendí mas que artes y magia... aprendí a robar, a camuflarme y a aprovecharme de la gente así que durante un tiempo robé, mentí y seduje a muchos hombres y mujeres para robarles sin que llegaran a tocarme, para poder tener para suplir nuestras necesidades hasta que estuvieras bien, no prestaba mucha atención a lo que la gente decía pero me aseguré de esparcir rumores sobre nosotros ¿Como le mataste, como mataste a mi padre?

Editado por Perenela Arya Grindewald Potter Blue

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Me resultó fácil seguir la conversación con Alessandre. Lo que fuera con tal de no tener que pensar en aquellos días. Era una sensación de agobio y de terror que me aturdían, aunque, en realidad, lo que más recordaba con horror fue la mezcla de odio y satisfacción que sentí cuando provoqué su muerte. La sonreí, mi nieta aún no tenía Cuidado de Criaturas Mágicas pero la llevaría al Circo y, allá, encontraría conocimientos suficientes para convivir con los animales y reconocerles en sus hábitats y, a la vez, respetarlos en sus características particulares.

 

-- Las aves de trueno tienen unos polluelos exquisitos, pelones al nacer, con una pelusilla suave que les hace amorosos. Pero las madres no dejan que te acerques a ellos y te picotean con fuerza para evitar que los toques.

 

Pero ese no era el tema principal de aquel momento sino otro. Perenela no dejó que lo olvidara. Comentó que Harpo me cuidaría y mi mente volvió a aquellos momentos en que despertaba sudando por la fiebre y él estaba allá, a mi lado, cuidándome mientras iba y venía de mi consciencia hasta que un día no volví a desvanecerme y pude comprobar por mí misma la lesión causada. Mi elfo se convirtió en el mejor de mis amigos, aquel que me guardaba los secretos y que estuvo a mi lado hasta en los lados más oscuros. Repudiada de mi familia, abandonada por todos, alejada sin amigos..., Harpo siempre estuvo allá.

 

-- ¿Qué esa mujer hizo qué...? -- Cuando mencionó a su abuela, no había caído en la otra familia, los Malfoy. Apreté los labios con fuerza y sentí como el odio se disparaba de nuevo, al pensar en todo aquello. Fue un instante corto pero suficiente para reconocer que hay heridas que nunca cicatrizan, que sanan de forma falsa y que pululan pus en cuanto se abren de nuevo. -- Odiosa...

 

Dije eso sin saber bien si era por la mujer Malfoy o me refería a mí misma.

 

Porque el odio me invadió en cuanto recobré el aliento.

 

-- Le odié. A él y al bando que le acogía. Sola y sin manera de contactar con los míos, sólo un deseo cruzaba mi mente, vengarme de quien decía que me iba a desposar y acababa de hacerme el amor, momentos antes de matarme. Era como una fijación, era el Hombre que había arruinado mi vida y...

 

Litah... Cascabelitah... Nunca más supe de ella. Y de muchos de los que supe después, era mejor que nunca los hubiera vuelto a ver, para sentir su desprecio aún hoy. Levanté la cabeza con cierto orgullo. Aún dolía.

 

-- Fui espía, sí. Supongo que eso es lo que tenemos que pagar todos los que jugamos a dos bandas. Fue una etapa dura en que pagué con mucho el haber jugado de esa manera pero... Siempre permanecí fiel a mis ideales aunque, nunca como en aquel entonces, nadie había despertado ese espíritu terrorífico que aún me despierta alguna noche y que mantengo a buen recaudo en algún punto de mi alma, escondido hasta que tenga que pagar por todo aquello que hice en el pasado.

 

Alessandra nos escuchaba y parecía a punto de llorar con nosotras. Vaya trío debíamos estar formando en aquel momento. Intenté pensar en cómo hablar de todo aquello sin quedar muy mal, o al menos no tan mal como yo misma me recriminaba.

 

-- No estoy segura de si hubiera hecho algo, al final, no lo sé... Le busqué, una noche fría en un callejón, empuñando la varita, que brillaba a la luz de una luna cabizbaja. Hablaba con otro mortífago. Es posible que no hubiera cedido a la rabia. Llevaba muchas semanas detrás de él, había vuelto al pueblo y había levantado un muro en torno al Circo que nadie podía superar, nadie, ni amigo ni enemigo, pues en aquel momento no confiaba en nadie y no había nadie en el que me atreviera a confiar. Así que ni familia ni posibles amigos pudieron entrar en la fortaleza que elevé. Pero yo sí salía. Le buscaba. Me volví en una cazadora en las sombras. Y di con él.

 

Me vi, allá, con aquella gabardina muggle, de color oscuro, escuchando en la oscuridad, oyéndoles, a los dos, planear otro asesinato inminente...

 

-- Hablaban de mi cuñada y... Si había alguna posibilidad de que yo no cayera en aquel lado oscuro de desear matar sin una posible apelación, en aquel momento desapareció. Nunca fui tan mortífaga como aquel día, cuando empuñé mi varita y me batí con él. No podía ganar, no tuvo posibilidad. Lo que no sabía en hechizos lo ganaba en superioridad de deseo de venganza y de, sobre todo, evitar la muerte de...

 

Guardé silencio. No sabía si realmente debía implicarla a ella. Una cosa era reconocer mi falta de bondad y mi frialdad cuando le vi morir desangrado, allá, sobre aquellos adoquines grasientos y con suciedad acumulada en los rincones del callejón. Otra implicar a amigos, a la familia, a aquella mujer cuyo único pecado fue enamorarse.

 

Como yo.

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Estaba con los ojos abiertos, muy abiertos escuchándola… veía pasar ante mis ojos todo lo que mi madre relataba: una que otra vez había tenido atisbos de esa parte suya en la que era mas peligrosa que mi familia paterna, cuando era mas mortifaga que ellos mismos y sabia como había pasado, sabia con certeza cual habia sido su expresión en ese momento.

 

Acaricié el rostro de mi madre tratando de espantar los tormentos de sus ojos cafés y alisé una ligera arruga de su frente, traté de digerir sus palabras, recordar mis investigaciones propias y las cosas que habían pasado entre la familia de mi padre y todos los rumores que se llegaron a escuchar en el pueblo.

 

Volví la vista hacia la placa de la tumba de mi padre, le amaba: como nunca, como a nadie… era mi padre pero aun así era una mala persona, un mal hombre o un hombre equivocado llevado por una convicción equivocada, inhalé profundo:

 

-¿Que tiene que ver Selene, mi madrina, en todo esto? Nunca entendí su fijación por mi madre ni su insistencia en ponerle su nombre a su hijo.

 

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Estaba tan sorprendida de lo que estaba escuchando que incluso le costaba mantener al hilo la conversacion con su abuela.

 

<<MALFOY?>> se mordio el labio, no tenia ni idea que tambien estaba relacionada mucho mas de lo que penso con aquella familia. ¿Que diria su madre cuando supiera que no solo su padre era Malfoy? Mientras abrazaba a ambas feminas cruzo los dedos de sus manos deseando que no la matara.

 

Alec no era seguidor de Voldemort por supuesto que estaba a favor de la pureza de sangre, cómo todo Malfoy pero hasta ahí ya que estaba con su madre cómo miembro de la Orden del Fénix, algo que sólo conocía Kamra, su esposa. No quería decir nada por si metía la pata ya que su madre y abuela estaban hablando de temas muy delicados.

 

Para ese momento la angustia de ver a ambas llorar se fue dejando sólo el desconcierto ante la nueva informacion sobre su sangre. Era una Hufflepuff sangre pura, que miedo.

 

 

 

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  • 2 semanas más tarde...

Me sorprendió el contacto de la mano de Perenela en mi mejilla. Estaba tan llena de odio y rabia inmersa en aquel recuerdo que no me di cuenta que hablaba con testigos. Casi era una declaración propia de sentimientos indebidos que no recordé que podría hacerla daño. ¡Qué complicada era nuestra relación, madre e hija que se amaban pero que tenían un pasado que podría hacerles daño...!

 

-- Gracias, Pere...

 

Aquel gesto era tan humano que me hizo olvidar que ella había heredado las características demoníacas de su padre. Era una mujer hermosa y... Sus palabras me hicieron volver de nuevo a aquel recuerdo inhumano que debería destruir, sacarlo de mi mente, abandonarlo en un bote de pensamientos y romperlos para que desapareciera para siempre.

 

Suspiré y miré a Alessandra, nuestra testigo muda.

 

-- Selena era... una víctima. Selena fue la mujer que sedujo en la gala de navidad para sacarle información y matarla después. Me sentí tan culpable... Yo dejé que eso sucediera y... Cuando les oí decir que iban a acabar con ella, le maté. No hay piedad para los condenados.

 

¿Por qué estaba siendo tan taxativa en estos momentos? Sucedió, ya pasó... No debía volver a pensar en ello. Y, sin embargo...

 

-- Es su hijo. Tu madrina tuvo un hijo de tu padre. -- No había odio en mis palabras; ya no. -- No te preocupes, ella y yo hablamos largo y tendido un día y nos dimos cuenta que las dos habíamos sido utilizadas por él. Las dos le lloramos.

 

Sí, yo le había llorado. Tras haberle matado, había llorado.

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