Mansión "Ojo Loco" Potter Blue (MM B: 78439)

[Sagitas E. Potter Blue]

Problema. Y gordo.

 

Arrugué el ceño aunque el halago de Sean sobre que siempre acababa sorprendiéndole hizo que elevara una media sonrisa para corresponderle. En serio, aquel chico era maravilloso cuando no tenía el pensamiento en... en... ¡Demonios! ¡Capaz que ahora intentaría usarlo para rememorar sus conquistas! Mi sonrisa desapareció de golpe y volví hacia mi problema.

 

Era raro que ellos no los hubieran visto ya pero era algo tan claro que me daría de tortas por no haber pensado antes. Sí, mucho pensadero 3D última generación y me faltaba lo principal. El pensamiento. ¿De dónde sacaba el pensamiento para ver si no lo recordaba?

 

-- Piensa, Sagitas, piensa... -- dije en voz alta, aunque no era mi intención. Sean volvió a interrumpirme y me giré algo brusca hacia él. -- ¡Bueno, hombre, aún no era padre cuando yo le conocí. Era célibe. Bueno, no era religioso... Creo...

 

Otra vez retazos insignificantes de recuerdos que me confundían más que ayudar.

 

-- Y me estimas tanto que no te importaría dejarme en medio de un enjambre de abejas para que me las apañara solita. Y a ti no necesito ser parricida para decidir quitarte de enmedio si molestas mucho, lo sabes.

 

No tenía sentido enfadarme con él, puesto que él no era el problema; lo era yo. Suspiré, desanimada, cuando sentí el "augch" de Ada. Se había cortado con el maldito cuchillo.

 

-- Tu madre no es mala, es la mujer más buena del mundo, siempre en problemas cuando yo estoy en medio. -- Bueno, no era del todo justo, yo no le había empujado hacia su primer amor ni al segundo, aunque... -- Más debieras culpalme a mí. -- se lo dije como un comentario jocoso, esperaba que no se lo tomara en serio. -- ¡¡Ooooh!!

 

Vale que ahora era yo la que soltaba el gritito de sorpresa. La sangre de Ada había resbalado por la hoja de la daga y debiera haber caído al suelo. Por lo contrario, parecía entrar de alguna manera en ella como... como si...

 

-- Como si el mango estuviera hueco.

 

Lo tomé con respeto, con ese cuidado que le das a lo que es posible que sea lo más valioso del mundo. No me importó mancharme un poco los dedos de la sangre de la muchacha al forzar el mango hasta que sentí un "click" casi inaudible y el mango de abrió, dejando ver en su interior una botellita rellena de un hilo plateado. En el cristal, una etiqueta marchitada por el tiempo y con mi caligrafía algo extravagante:

 

"Hassam Malfoy, 2002"

OFF.- Creo que era esa fecha, tú me dices, Ada, y edito.

[Ada Camille Dumbledore]

La verdad todo esto era muy confuso, me habia criado junto a mi bisabuela, que era una bruja muy cauta, tranquila y serena. El apego de la bisabuela Rosalie al anonimato total habia hecho que muchas cosas del mundo mágico pasaran de mi conocimiento en mi primera infancia, hasta la llegada de mi madre cuando tenía 9 años, quien al verla por primera vez me habia llevado una escoba voladora. La pequeña escoba se había convertido en la segunda posesión mas preciada en mi vida, la primera el primer regalo de mi madre cuando nací:una medallita con fondo azul claro, la luna creciente y tres estrellas.

 

Sagitas hacia descubierto gracias a haberme cortado, muy hábil de mi parte que no supiera usar corto punzantes a mi edad, encontró que la pequeña daga no era nada más que una "Bóveda" para un pensamiento importante.

 

Me quede boquiabierta de ver lo recursiva que podía ser la bruja, la mire con sorpresa y admiracion, era buena escondiendo cosas.

 

-Creo que el dia que escondio eso hay usted sabia porque lo hacia, asi que si esta lista podemos verlo

 

La mire con tranquilidad, parecia que el. Señor Sean y ellla se llevaban bien, ahora los tres sabríamos que había ocurrido.

 

 

@@Sagitas Potter Blue

[Mackenzie Malfoy]

Mackenzie nunca le había dado la mano a un elfo, pero el pobrecito Harpo debía haber pasado unos días terribles en el Castillo Black. Se le notaba demacrado y triste, apenas hablaba y no quería decir palabra de lo que le habían hecho en aquella mansión. Tampoco comía apenas. La Malfoy no había querido llevarlo de inmediato junto a su dueña, debido al estado en el que se encontraba. No quería que Sagitas lo viera así o se iba a preocupar demasiado. O peor aún, le entraría uno de esos ataques de genio tan suyos y se iría sola a matar a Aaron, sin caer en la cuenta de la cantidad de inquisidores que normalmente custodiaban al Ministro de Magia.

 

El caso es que, tras recuperar a Harpo, lo había llevado a la Mansión Malfoy, con la esperanza de que Hamilton y Chávez le ayudaran a mejorar el ánimo. Pero aunque aquellos dos elfos y toda la corte élfica que los obedecía en la Mansión Malfoy se habían desvivido por animar a Harpo, todo había sido en vano. Después de un par de días, Mackenzie se había convencido de que, si existía alguna forma de que Harpo volviera a ser el de antes, sólo su dueña debía conocerla.

 

Le dolía que Sagitas lo viera así. Después de todo lo que había hecho ella por Mackenzie, cuando la curó de lo incurable en Grimmauld Place, hubiera querido que el regreso de Harpo la llenara de sonrisas y alegrías, pero no iba a poder evitarle el disgusto y la preocupación de verlo así.

 

—¡Vamos, anímate Harpo! Ya estamos en tu casa —sonrió llamando a la puerta.

 

Mackenzie pensó que Sagitas habría recibido el mensaje que le había enviado cuando rescataron al elfo, por lo que la vuelta de éste, no debería de ser del todo una sorpresa.

 

@@Sagitas Potter Blue

[Sagitas E. Potter Blue]

-- ¡Demonios! -- exclamé. -- ¡Soy buena!

 

No sé si mostraba orgullo o precaución. Aquello llevaba unos... 18 años escondidos en el interior de la casa y no me había dado cuenta para nada. Siendo yo, estaba segura que me había dedicado a esconder algo muy preciado y que había puesto mil trampas para que no apareciera hasta que fuera el momento oportuno. ¡Incluso para mí misma! Esto daba muestras de ser totalmente peligroso y, por algún motivo, dudé. ¿En serio era algo tan peligroso como para desmemorizarlo?

 

-- Curioso... -- dije en voz alta, aunque sin darme cuenta, mientras lo sujetaba entre el pulgar y el índice y lo giraba, para ver el interior de la botellita, como si pudiera ver más allá de lo que mostraba, un hilo plateado en su interior. -- Sí, sí, eso seguro. Si lo escondí es porque no debía recordarlo aunque no sé porqué ahora sí. En fin...

 

Me encogí de hombros y me levanté. Me acerqué a uno de los pensaderos y lo miré con precaución, aún con dudas. Saqué la varita y murmuré un "Waddiwasi" con el que conseguí que el tapón de la botellita saliera volando. Después, con la punta de la varita, saqué con cuidado el hilo plateado y lo deposité con cuidado en la primera de la vasija. El Pensadero empezó a brillar de color azul y, por obra de la magia que es súper chula, los dos pensaderos crearon la visión en 3-D del contenido.

 

Una Sagitas con ojos cansados y el pelo algo alborotado parecía mirar hacia un lado. Me reconocí al instante. Era yo, unos doce año más joven. ¡Aunque no se notaba en nada!. La Sagitas del pensadero sonrió:

 

Hola, Soy Sagitas, supongo que soy yo la que me estoy viendo ahora. Si eso es así, ¿qué tal la vida por el futuro? ¿Nos ha tratado bien? Así lo espero.

Bueno, supongo que no me podrás decir nada porque estarás en un pensadero pero yo a ti sí puedo contarte algo: Una historia que habrás olvidado.

Tengo presente hacernos olvidar ésto en cuanto saque este pensamiento de mi cabeza. Es peligroso, Sagitas, procura estar a solas cuando lo veas.

Es sobre "La Historia de la Daga del Deseo Más Preciado" y de cómo conseguimos que no cambiara el mundo y...

Bueno, siéntate, que te voy a contar unas cuantas cositas. ¿Tienes patatas fritas a mano? Va para largo.

Miré a Ada y a Sean. Sola no estaba pero en algo había acertado esa Sagitas del pasado. Me encantaría tener patatitas o palomitas a mi lado. Me puse cómoda para escuchar de qué iba todo eso. Parecía muy interesante. Debía ser muy interesante.

 

Y, entonces, sonó el timbre de la puerta. No me moví, por supuesto, esperando que... Apreté la mandíbula con fuerza al recordar que mi elfo no estaba y aunque tenía un montón de elfos en la mansión, nadie estaba autorizado a abrir. Así que me levanté. En los pensaderos, Sagitas sonreía y empezaba a hablar. Salí y recorrí el espacio de la Sala de la Chimenea hacia la puerta con mucha prisa, no quería perderme nada de lo que yo me auto-confesara en ese recuerdo.

 

Toda prisa desapareció al ver a @@Mackenzie Malfoy en la puerta de la mansión. Me dejó algo desconcertada. Aunque éramos amigas, pocas veces nos habíamos visitado en las mansiones de cada una, tal vez porque nuestros puntos de encuentro comunes eran en los lugares seguros de la Orden, donde más coincidíamos. Le sonreí de forma automática aunque sabía que si ella estaba allá, no podía presagiar nada bueno. Después, despacio, bajé la vista a lo que ella agarraba. Antes de llegar a la figura, no sé porqué supuse que sería a su hijo, o tal vez al mío, que hubiera hecho alguna trastada y ella lo hubiera pillado, algo que no me hubiera sorprendido mucho. Pero después recordé que sus hijos serían mucho más mayores y reconocí a...

 

-- ¡¡HARPO!! ¡Por la Diosa, eres tú, Harpo!

 

No me importó olvidarme de todo y arrodillarme a su altura, abrazarlo, des-abrazarlo para ver su estado horrible y volver a abrazarlo.

 

-- ¡Harpo, Harpo, Harpo! ¡Demonios desdentados...! ¿Qué te han hecho ? ¿Qué... ? -- Miré hacia las alturas. Ahora Mackenzie parecía el doble de alta de lo que era, mirándole desde el suelo y con lágrimas en los ojos. -- ¿Dónde estaba? ¿Dónde lo has encontrado? ¿Cómo es que lo tienes tú? ¿Qué ha...?

 

-- Lo sabe...

 

La voz de Harpo, débil, delicada, apenas un murmullo avergonzado. Le sujeté por los hombros enflaquecidos.

 

-- ¿Qué...? ¿Quién...?

 

-- Lo sabe. No debí ceder a la tortura pero ... lo sabe... Lo suyo... Debí morirme antes de... contárselo.

 

Apreté los labios y creo que sentí chirriar mis dientes de rabia. Después me di cuenta de ante quien estaba y dónde. Alcé a Harpo en mis brazos y lo sujeté con suavidad. No pesaba nada aunque tampoco estaba desnutrido. Sólo estaba... herido.

 

-- Voy a matar a ese @. ¡Lo juro! -- Le dije a Mackenzie.

 

No la invité a pasar. No hacía falta, ella sabía que aquella era su casa. Sujeté con fuerza al elfo para que no se cayera y vi un montón de elfos que pululaban como hormiguitas en el hall, repartiendo la noticia entre todos los que habitaban la casa. No les hice caso y pasé por la marea de orejas puntiagudas y lo llevé en brazos hasta la habitación de mi niño mientras fue pequeño, la que estaba junto al jardín lateral. Ya hacía un par de años que usaba una de las habitación de la planta superior así que no me diría nada. Acosté a Harpo en la cama y empecé a vociferar:

 

-- Caldo caliente, agua, mi maletín de pociones, un poco de anissette, bajar aquí unos calcetines de su tamaño, tiene los pies fríos, hay que calentarle los pies, traer una bolsa de agua.

 

Paré para respirar y entonces miré hacia fuera, hacia la figura de la Malfoy que parecía estar quieta bajo mis atolondradas órdenes seguidas.

 

-- ¿Me lo puedes contar? -- No era una orden sino una pregunta. Sé que hay cosas en el bando que no se pueden saber, son cosa de los Altos Rangos y no tengo porqué entenderlas aunque estuviera segura que ésto tenía que ser obra de la Orden, no podía ser de ninguna manera. Por eso no lo podía considerar como un mandato. Por lo contrario, estaba agradecida porque, fuera como fuera, me hubieran devuelto a mi elfo. Volví a darle la espalda y me senté en el suelo, tomando la mano arrugada de mi elfo. Tenía ya sus añitos... -- Descansa, Harpo. Ya estás en casa...

[Mackenzie Malfoy]

Observó la forma en que Sagitas cuidaba de Harpo y se enterneció por un instante, para maldecirse un segundo después por el aluvión de emociones que últimamente la asaltaban sin querer. Sagitas debía de haberle hecho algo a su cabeza cuando le hizo aquella imposición de manos, porque la Malfoy nunca había sido sensiblona y últimamente parecía un personaje de novela romántica, pero de los más llorones.

 

Dejó que Sagitas se encargara del elfo y esperó en silencio a que llegara el momento en que la pelivioleta necesitara saber más de las circunstancias en las que habían encontrado a Harpo. Mackenzie sabía que Sagitas necesitaría unos minutos no sólo para atender al elfo, sino también para interiorizar lo sucedido. Así que no dijo nada y esperó discretamente hasta que ella sacó el tema.

 

—Fuimos a la Black hace un par de días. No sabía mucho al principio, acudí a un llamado del líder. Por lo visto, tenían información que relacionaba el asesinato de Aries con el Ministro o bien con el Castillo Black, no llegué a enterarme del todo. Una vez allí, oímos gritos y descubrimos que tenía prisionero al Ministro muggle. Entonces, al rescatar al muggle, me acordé de lo sucedido en el Palacio de Buckingham y de lo que te oí decir en Grimmauld Place sobre que el Ministro tenía a Harpo. Decidí investigar, lo encontré y... bueno, lo demás ya lo sabes. El pobrecito tenía mal aspecto cuando lo encontramos y no parece que haya mejorado mucho.

 

Miró al elfo con tristeza, preguntándose qué le habrían hecho aquellos mortífagos desalmados. Fuese lo que fuese, Sagitas era muy buena sanadora, seguro que ella podría hacer que el elfo se reestableciera.

 

No quiso preguntar por las palabras que había dicho antes el elfo, acerca de que los Black sabían algo que no se había podido resistir a contar bajo tortura. Se sentía curiosa al respecto, pero lo más probable es que no fuera de su incumbencia.

 

@@Sagitas Potter Blue

[Sagitas E. Potter Blue]

Durante un pequeño lapso de tiempo, el silencio reinó en la mansión, roto sólo por una lejana voz aguda y chicharachera que comentaba algo en la habitación de la chimenea. Yo sabía que era yo, hablándome desde el pensadero. Esperaba que Sean y que Ada estuvieran atentos a mi conversación porque yo llevaba mucho tiempo queriendo oírme y, al final, me lo estaba perdiendo.

 

Sin embargo, ésto era mucho más importante. En cuanto me trajeron mi maletín de pociones, saqué un unguento con el que unté las manos y procedí a hacerle un masaje en las piernas desnutridas al elfo. Era todo un arte desentumecer aquellos músculos que parecían agarrotados y el elfo apenas dejaba escapar algún gemido casi inaudible, con la mirada perdida en el cielo. El pasar las manos una y otra vez presionando, con los dedos en los lugares adecuados para deshacer su rigidez me hizo bien pues me dio tiempo de centrar y encajar toda la información que @@Mackenzie Malfoy me había proporcionado.

 

Guardé silencio cuando dijo que el líder les llamó para entrar en la Black, también cuando dijo algo de un asesinato, aunque fruncí el ceño, intentando recordar quién de nuestros miembros era Aries; ahora mismo no le ponía cara pero saber que había caído en manos del Ministro me hizo odiar aún mucho más a Aaron. Elevé la mirada hacia ella cuando mencionó al Ministro Muggle y dejé un momento de deslizar mis manos por la piel del elfo. Ver sus moratones y llagas encendía aún más mi furia interna.

 

-- ¿Se atrevía a guardar en su... castilllo... al Primer Ministro Muggle? -- ¿Y por qué no? ¿Quién iba a atreverse a entrar ahí, excepto la Orden? Suspiré levemente y me limpié las manos en una servilleta de papel. Después busqué varios frasquitos de pociones y acerqué un vaso levitando hacia mí con un movimiento brusco de varita. Una elfina corrió hacia mí y lo medió de agua sin tener que pedírselo. -- ¿Estaba... en una celda?

 

Apreté los dientes, de nuevo, esperando la respuesta, como si eso supusiera mucha diferencia. Aaron se había atrevido a atacar a mi elfo y eso era una afrenta. También lo era el intento que había hecho de pedirme un rescate (que, por cierto, estaba dispuesta a pagar). Pero lo que más me molestaba era que le hubiera... presionado... para sacar información particular, íntima, que nadie tenía porqué saber y seguir vivo, por supuesto. Por un momento, aquel espíritu indomable y maléfico que a veces me sacudía luchó por salir a flote y tuve que forzarme a retener toda esa energía para no salir a buscarle. Mezclé gotas y aceites y removí casi con rabia, hasta que conseguí soplar y expulsar toda aquella sensación.

 

Me acerqué a su cabeza y se la levanté para que ingiriera la pócima que le había preparado. Harpo abrió sus ojos redondos y murmuró un "gracias" que me provocó ganas de llorar. Se durmió al instante y entonces me levanté, alzándome en toda mi altura (que nunca llegaría a la de Mack). Me acerqué a ella hasta quedar muy cerca y sólo pudiera oír ella mi murmullo.

 

-- Sabes que lo mataré, ¿verdad? Es una autopromesa.

[Sean -Ojo Loco- Linmer]

Todos puestos de acuerpo solo quedaba que Sagitas pusiera en marcha de nuevo ese pensadero 3D. Ante todo queria verificar si era tan genial como se oia. A saber si la imagen era suficiente nitida, o con la resolucion adecuada para ver los detalles mas infimos del recuerdo que uno pensaba observar. Asi pues desde mi rincon guarde silencio hasta que Sagitas activo el artefacto. Para mi sorpresa este se veia muy bien, incluso o era una Sagitas mas joven, mucho mas joven, o hacias maravillas cosmeticas. Ya sabe, al estilo de esos photoshop que usaban los muggles en personas importantes para agregarle o quitarles en zonas vitales para una correcta visualizacion de la persona.

 

En fin...hora de ver el recuerdo. Solo que sin Sagitas actual...que tuvo que salir porque parecia tocaban la puerta. Pero ahi vino la otra sorpresa, ya que la imagen se hablaba a si misma. Lo que confirmaba que Sagitas desde siempre habia perdido varios tornillos. Claro que la historia que prometia parecia tener sus enteros y el hecho de que se pidiese palomitas lo confirmaba. Aunque una vez mas de seguro estaria llena de esos enredos propio de una mente divagante como la de la pelivioleta.

 

-Bien esto parece ponerse interesante - sin mas tome una silla y se la cedi a Ada para que tomara asiento- a saber que sorpresas nos deparara el recuerdo mejor toma asiento....y no te preocupes..yo te cuido.

 

Ahhh donde estaria Harpo para una palomitas. De seguro las conseguiria rapido. Por suerte ya tenia mi plan estaba realizado para traerlo de vuelta y abultar mi cuenta bancaria.

 

@@Sagitas Potter Blue@@Ada Camille Dumbledore

Editado 6 de Julio del 2020 por Sean -Ojo Loco- Linmer

[Ada Camille Dumbledore]

Estaba sorprendida de ese artículo magico tan moderno y detallado, la mire a ella maa joven, tomé la mano de @Sean - Ojo Loco- Linmer y sonreí por ser tan amable y ofrecerme tanto la silla y su apoyo. Estaba ciertamente asustada, sostenía en las manos aun el pañuelo que el caballero me había dado, lo tomé en ambas manos como si me aferrara a un salvavidas.

 

 

@@Sagitas Potter Blue fue requerida afuera de la habitación parecía algo urgente por lo que me quedé mirando la imagen detenida del rostro de Sagitas hablandose a ella misma.

 

Detalle la belleza de su cabello, sus ojos y labios, l piel tersa y suave.

 

- Es tan hermosa por dentro y fuera...

 

Susurre mientras miraba todo xon detenimiento y dejaba que in sentimiento dw calidez me llenara, voltee a ver al señor Limner que se encontraba a mi lado.

 

-Que relacion familiar tiene usted con la Señora Sagitas?

 

Le pregunté curiosa y mirandolo.

[Sean -Ojo Loco- Linmer]

Con Sagitas fuera podria darme el lujo de disfrutar mas de cerca la exquisita compañia de Ada. Asi la pude ayudar a sentarse, a acomodarse las lagrimas que como perlas rodaron por su mejilla y claro degustar el fino tacto de la piel suave de su mano que apoyada en la mia esperaba la hicese sentir segura ante lo que se veia venir como un mar de revelaciones. Se sorprendio ante lo efectivo del equipo que habia creado la suegri, emocion que compartimos...y claro tambien dejo elogios para Sagitas, aunque estos no los entendia tanto. De seguro Ada aun no conocia la parte de malas pulgas de caracter de Sagitas que le hacian sobresalir todas su arrugas.

 

-Este...digamos que Sagitas tiene lo suyo- y creo que con eso me excedia en mis halagos.

 

Claro no me esperaba la pregunta que recien me lanzo Ada. De hecho como no habia prestado atencion a lo que habia dicho Sagitas como presentacion de mi persona ni idea de que responder. Digamos que tendria que ser muy ingenioso para decir la verdad y aun tener oportunidad de coquetearle a una chica tan bella...y sexy.

 

-Mi relacion con Sagitas...este....-sonrei por un momento- somos ex colegas de trabajo...de hecho fue mi jefa por algun tiempo..y compartimos amistades y relaciones en comun. Especialmente en esta familia. De vez en cuando hacemos negocios juntos. Si, creo que pensandolo bien poco a poco me hecho apreciar por esa vieja bruja -vi la expresion de Ada ante lo ultimo que dije y amplie mi sonrisa- lo de vieja fue en broma. -le susurre al oido para centrarme en las imagenes aun intexocado del delicioso aroma de los cabellos de la fransesa.

 

@@Ada Camille Dumbledore@@Sagitas Potter Blue

[Hayame Snape Potter Black]

Con un fuerte crack, el elfo más joven de la bruja apareció en las cercanías antes de encaminarse a la mansión de los Potter Blue, tomándose su tiempo para observar los alrededores mientras que agitaba las orejas con curiosidad; el elfo más viejo y quien era el que le entrenaba le había contado de cómo las rosas de aquel sitio eran azules como el nombre que portaba el terreno y que siempre habían sido una maravilla de ver a diferencia de las rosas negras que adornaban los territorios de la casita de aspecto muggle de los Snape

 

La verdad era que no sabía mucho de jardinería ya que su antiguo amo tan solo le enviaba para traer y llevar paquetes y gracias a aquello era que casi había muerto en una trampa que se le había colocado a las tres brujas del departamento de Accidentes

 

Suspiró y entonces, se puso a urgar por entre los matorrales y las flores

 

Seguramente que podía entretenerse un ratito más y quien sabe, quizá espiar a los familiares de su nueva ama para conocerlos un poco mejor y enterarse de cómo funcionaba la dinámica familiar de todos ellos también...