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Mansión "Ojo Loco" Potter Blue (MM B: 78439)


Sagitas E. Potter Blue
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Mientras Sagitas y Mackenzie Malfoy velaban por la salud del elfo, en la Sala de la Chimenea seguía la antigua Sagitas hablando, en teoría a sí misma pero en realidad, sólo le escuchaban Ada y Sean. Así que aquel monólogo se podía señalar como ambiguo, alocado y algo monótono.

 

"¿Ya has traído algo para picar? Creo que te he dado tiempo más que suficiente, Sagitas. Si te conozco bastante,

y es que sí porque yo soy tú y tú eres yo, te habrás parado a traer también refrescos e incluso gofres.

¡¡Nos encantan los gofres chocolateados!! Supongo que Harpo te habrá hecho un montón.

¿Aún está este elfito con nosotros? Es un elfo maravilloso que vale su peso en oro. No lo pierdas nunca, Sagitas."

 

Sí, el tono de voz se hizo un poco alicaído al dictar el consejo, como si temiera que en aquel futuro que ella estuviera leyendo su consejo, el elfo pudiera no estar ya con ella.

 

"Bueno, pues aquí estamos de nuevo. ¿Recuerdas la daga que te ha llevado hasta mí? Espero que no.

Me voy a hacer un súper "Obliviate" para que no lo recuerdes hasta que sea el momento.

De momento, ten presente que tienen en la mano lo más preciado por los magos.

¡Oh, no me refiero a esas patatas frías, Sagitas!

Me refiero a la Daga del Deseo Más Preciado. Concede un deseo, lo que más quieras, al instante."

 

La Sagitas del Pensadero 3-D hizo un leve movimiento de hombros.

 

"Sí, tu gran deseo se convertirá en realidad con sólo pedírselo y...

Bueno, no es el momento de decirte cuál es el procedimiento.

Yo he resistido la tentación de usarlo porque... Es malo, Sagitas. Quiero que lo tengas presente siempre.

Lo que desees tendrá consecuencias. Ya sabes que la Magia Oscura tiene consecuencias.

Lo hemos aprendido de la peor manera. He... Has...

Hemos perdido a Selene Ariane por culpa de ésto..."

La Sagitas en el aire suspiró y se sentó hacia atrás, mirando hacia un punto indefinido.

"Espero que no sea para siempre así que esta daga debe esconderse y, si te atreves, eliminarla.

Yo no he podido, me preocupa que algo horrible le haya podido pasar a Selene y no pudo hacerlo hasta que aparezca.

Después, cuando aparezca, tú tendrás que hacerlo. ¿Te crees capaz, Sagitas?

Has de hacerlo. Si cae en malas manos, esa daga es peligrosa.

No se la habrás enseñado a nadie, ¿verdad?"

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Y ahí solo con bella compañía comenzó el monologo de Sagitas un poco menos vieja. Rápidamente multiplique por cero lo relacionado con Harpo, y toda ese conjunto alimenticio para amenizar la situación, ya conocía a Sagitas así que era conocimiento mas que reafirmado lo que iniciaba el monologo. Lo interesante vino después. Bueno no mucho después, solo cuando la pelivioleta se puso seria. De hecho con la resolución del pensadero ya se le comenzaba a notar una potente arruga que ahora le habitaba la entrecejo. Si, no era por mucho su peor arruga pero la que mas se notaba cuando la sacaba de quicio.

 

-Como divagas Sagitas..como divagas. Ve al grano.

 

Y al grano fue. Lo primero y mas importante fue girarme y no perder de vista la daga. En serio concedía el deseo mas preciado??...que interesante. Una daga así valdría muchos galeones y claro....lo mejor...podría pedir mi mas ferviente deseo. Por un minuto mi atención paso del escote de Ada...que sentada me daba un mejor visión a esa herramienta. Por suerte yo era muy modesto a la hora de pedir deseos. Aunque con estos había que tener cuidado y mirar desde todos los anguloso la propuesta.

 

Posiblemente cualquiera pensaría que si yo pidiera un deseo seria ser:

 

1-Ser irresistible para las mujeres. Si, esa podría ser una buena opción. Pero aun asi tenia muchos puntos huecos....imagínense que uno por casualidad pasaba frente a un lugar de retiro de ancianas....no!!!....mi corazón no resistiría...hacerme responsable de que desfallecieran ante mi magnificencia, Y claro ser perseguidos por unos ancianos celosos con bastón tampoco que me daba puntos.

 

Tampoco podía acotarlo a edad o belleza..sabia que algunas vampiras sexys se me escaparían....y la belleza era relativa....yo siempre buscaba mas que eso....Ademas donde quedaba el reto en si de la conquista de una mujer y ese beso ardiente que remarcaba mi victoria....Ya ven..ese no seria un buen deseo.

 

2- Ser el mejor ladron del mundo....pero ya lo era asi que seria desperdiciarlo...(menos mal que soy humilde...con este ego a saber donde llegaria de ser ambicioso.)

 

3- Un agrandamiento anatomico???....nahhh no era que cuestionara para nada mi virilidad. Por ahora no existían quejas del producto.

 

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56- Venganza: no....ya mataría a Aaron en su momento.

 

57- Dinero: Bahhh la vida se vuelve aburrida si casi todo se puede comprar...nahhh

 

Ahhh que dificil era pedir un deseo..acaso seria que no tenia ninguno???. Bueno....al menos los galeones si me los llevaría...y me quedaría con el placer de molestar a Sagitas.

 

-Este...acaso menciono algo de que habia perdido a Selene???- dije regresando a la grabacion y de soslayo regresar a mirar con disimulo bien disimulado cierto escote. -Pues mira que no....que con mi prima no se metan....

 

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La verdad mi mente no podía dimensionar el conflicto conmigo, no era mas bien sencillo una mujer un hombre se enamoraron tuvieron una hija vivieron con ella y fueron felices juntos, no mi historoa tenia que ser otra, mi madre viajo en el tiempo a conseguir algo que tenía mi padre, concibieron una hija la abandonaron a su suerte donde su familia y aparece mi madre 10 años después a decirme que siempre he sido querída y que soy fruto del amor. Blanquee los ojos antesñ ese pensamiento, como era posible eso.

 

Suspire y esta vez me concentre en el pensadero de alta resolución de la señora Sagitas,la escuchaba atentamente y sonreí al verla a ella misma tan auténtica hablandose a si misma. ¿la Daga del Deseo Más Preciado?, Mire en mis manos la daga, no se veía tan singular, una daga hueca con gemas preciosas, muy parecida a lanque le había regalado en su cumpleaños a mi escolta.

 

Las palabras que siguieron me llenaron de miedo, mi madre no aparecía, ¿acaso todo esto tenía que ver con la desaparición de mi madre?, ya llevabam tres meses desde que no sabia nada de ella, solo que habia estado en Buckingham y salio de allí inconsciente pero viva, nada más. Mire la daga de nuevo, ¿y si las personas que habian tenido esta daga antes de ella quitársela tenían a mi madre?

 

Mire al señor Sean, que estaba sumido tambien en el pensadero y la señora Sagitas a un no regresaba a la habitación.

 

-¿Cree usted que la señora Sagitas demore, esto debe escucharlo ella también, esta daga es peligrosa y hay que destruirla como ella misma lo dice, pero si mi madre no aparece...

 

Eso último había sido un pensamiento en voz alta, no sbaia que era lo correcto en este momento.

 

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Ministre de la Magie Français // 🌙 dulce asesina by Mael

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Una elfina se había aparecido unos metros más lejos de donde el joven elfo se había aparecido también, casi dando tumbos porque por las prisas no había medido bien su propia aparición

 

Miró a los alrededores intentando ubicarse, la casa de los Potter Blue siempre le parecía que cambiaba de aspecto o esa era su perspectiva pero de todas maneras se sacudió las falditas

 

Y un momento después ya corría hacia donde estaba viendo la cabeza del pequeño elfo Julius que había ido tan solo para ver las famosas rosas y rosales que ostentaba aquella familia

 

-Julius espérame, que las amas me mandaron a cuidarte y a vigilarte mientras estás haciendo tus cosas, estaban preocupadas de que no fueras a sacarte un ojo o algo!

 

Advirtió la elfina comenzando a correr con toda la velocidad a la que podía con sus pequeñas piernitas, no era la gran cosa pero se estaba esforzando para hacerlo bien

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http://i.imgur.com/7WhajUW.gif ♥ TE AMAMOS SAGITAS ♥

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Regresaba a casa hecha un guiñapo, había perdido la noción del tiempo y no sabía exactamente cuántos meses había estado fuera ¿O eran días? ¿Habían sido años? Los únicos pensamientos conscientes que habían hecho que no perdiera la cabeza habían sido por mi madre, mi marido y mi hijo, ninguno de los tres podrían estar solos y gracias a los Dioses Kiwi se había llevado a SJ lejos, no sabía si mi elfina había alcanzado a llegar a la casa de mi madre con el niño.

 

De verdad esperaba que lo hubiera logrado, esperaba lograr llegar a casa y encontrar a mi niño allí, ver la sonrisa pícara de mi marido y la cara de preocupación de mi madre, esperaba lograrlo.

 

La cabeza me daba vueltas, el torniquete que había logrado sujetar encima del tajo de estaba desprendiendo del brazo, la sangre goteaba por todo el camino de la mansión y cuando logré ver mi brazo alcance a ver el blanco del hueso de mi brazo derecho, sentís el escozor de las otras heridas de mi cuerpo, pequeñas heridas hechas para torturarme, para darles información de Sean, de Sj, nunca preguntaron por mi madre como si no la conocieran como si ella no fuera el objetivo sino mi marido.

 

Tenía la sensación de estar drogada, la debilidad manifiesta no era solo por la pérdida constante de sangre y magia, algo debieron de hacer, algo debieron poner en mi que me tenía tan lenta. La casa se veía grande e imponente, lejana y tenebrosa... distorsionada, pero me obligué a poner un pie sobre otro hasta que pude sentir bajo mi mano la puerta, intenté abrirla pero mi brazo derecho no me respondía, intenté llamar:

 

-¿Mamá? - ¿Esa era mi voz? Se escuchaba tan débil... No iba a ser capaz de lograrlo. Lo intente de nuevo -¿Mamá?

Siempre seré tu hija... Reiven Grindewald te quiero // NiqQIUZ.gif

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Harpo se había quedado dormido. Y creo que yo también. Un poco. Obligué a una elfina que se quedara con él, comprobando su estado, con la orden de que si despertaba o empeoraba, me lo hiciera saber. Me froté los ojos y escondí un bostezo. Tal vez debiera ir a lavarme la cara pero mi voz sonaba en la habitación y recordé que había dejado a Sean y a Ada solos, viendo la grabación-recuerdo de mí misma. Así que me dirigí hacia allá.

 

Llegué a tiempo para oír el final, así que supe enseguida que aquello no era bueno. ¿Cómo se me había ocurrido dejarles a solas con un recuerdo mío, sabiendo que yo estaba medio loca y medio dramática pero que siempre tenía una razón de peso para hacer las cosas? Y desmemorizarme tenía que deberse a algo serio.

 

-- ¡Accio daga! -- dije al instante, sacándola del alcance de Sean. -- No sabía que era tan peligrosa. ¿Qué he dicho?

 

La sujeté con fuerza y metamorfoseé una bandejita de plata con naranjas en un cofrecillo cerrado, a su medida. La envolví con una servilleta de papel y la metí dentro. Después murmuré un hechizo de cierre y desapareció cualquier ranura de apertura, quedando encerrada en su interior.

 

-- No se puede abrir excepto por mi voz y con la palabra correcta, así que ni lo intentes, Sean. ¿Qué es eso de que Selene ha desaparecido? -- Esta pregunta iba dirigida hacia Ada, pues yo suponía que sabría dónde estaba su madre. -- ¿Y qué es eso que es peligrosa en malas manos? Tenemos que hablar pero Harpo... -- Se me fue la voz un poco. -- Ha aparecido. Está en muy mal estado y...

 

Tuve que parar porque me podía la emoción y el dolor por lo sucedido por mi culpa me hacía sentir muy mal. Hasta me pareció que me llamaban. Miré a Sean desde la puerta, con la caja de plata en la mano. ¿Había sido la voz de Perenela?

 

¡¡Era la voz de Perenela!! Dejé la caja sobre la mesa, junto a las naranjas desordenadas y me giré. El olor a sangre me llegó mucho antes de que la oyera de nueva, en la entrada de la mansión. Grité al verla en tan mal estado.

 

-- ¡¡Sean, es Perenela!!

 

Ya estaba a su lado, sin esperarle. Ni sé cómo abrí la puerta y la recogí.

 

-- ¡¡SEAN!! -- grité de nuevo, pero tampoco le esperé. La tomé en brazos y me desaparecí para aparecerme en mi cuarto, para dejarla en la cama. Chasqueé los dedos y, por arte de magia que dominaba, el maletín apareció sobre la mesita. Miré el torniquete, chorreando sangre. -- ¡Ay, cariño, cariño, te quiero, estás en casa! Mamá te cuidará.

 

Puse un torniquete limpio un poco más arriba y desaté el suyo, la sangre manaba por un brazo que parecía casi separado de la parte superior.

 

-- ¡Madre del Amor Hermoso! ¿Qué te ha pasado, Perenela? - Y comencé a coser las venas para que , al poner el díctamo, tuviera pulso en los dedos. No iba a permitir que mi hija se quedara manca.

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La puerta se abrió y el pelo violeta de mi madre apareció ante mi, trate de sonreír pero la fuerza que me había impulsado para dar un paso a la vez hasta llegar se me había ido, sentí las rodillas doblarse cuando mi madre empezó a gritar llamando a Sean.

 

Mi madre me había cargado para desaparecer dentro de la mansión, debía de estar muy delgada entonces ¿Había perdido peso? ¿O la adrenalina y el miedo le habían dado a mí madre más fuerza para cargarme? Sentía mi mente divagar y los pensamientos arremolinarse en mi cabeza.

 

Sentí algo suave debajo de mi y el dolor que antes no había sentido empezó a abrumarme y a llegar en oleadas tratando de noquearme pero no quería volver a la oscuridad ni siquiera la bendecida oscuridad de la inconsciencia, me daba miedo que esto fuera producto de mi imaginación y que aún estuviera en ese pozo, atada, torturada.

 

Mire a mi madre que le temblaba la voz mientras los suministros médicos bailaban sobre su cabeza y sus manos preparadas y listas estaban trabajando en mi brazo herido, le dije a bocajarro:

 

-tu también estuviste en un pozo - recordé, que ella también había sido secuestrada, torturada pero ella había sido violada y embarazada en un pozo mientras buscaba a mi tío Adrian, por fortuna a mi no me violaron, pero eso no les impidió que me torturaran con la parte más delicada de mi anatomía, aparte la mirada de su rostro, no quería que se diera cuenta que estaba recordando lo que me hicieron.

 

"Estaba acostada sobre mi espalda en una plancha de metal, tenía sugeciones en los brazos y mis piernas estaban separadas, mi tunica estaba rasgada y hecha jirones en la parte baja pero al menos cubría lo suficiente para no sentir el frío en el cuarto.

 

Uno de ellos entro y confirmo que las sugeciones fueran seguras, ellos habían aprendido de muy mal modo lo que pasaba si lograba soltarme, sonreí profundamente al ver la cicatriz aún rosada que le atravesaba la cara cortesía de una de mis garras.

 

Habian aprendido que yo no era una bruja indefensa y sin recursos si me quitaban mi varita, había aprendido a luchar y si los alcanzaba a agarrar lograba mantenerlos ocupados o si sentía mucho dolor mi parte demoníaca tomaba el control y les daba regalos como el que ahora ostentaba mi compañero de cuarto.

 

El problema era que siempre lograban reducirme, ellos también jugaban sucio y en ocasiones yo misma les daba más herramientas con las que jugar conmigo, como la vez que le quitaron todos los nervios a mis alas mientras estaba consciente y no dejaron que me sumiera en la inconsciencia, sentí cada vez que la pinza tocaba un nervio y era arrancado de mi espalda, para luego seguir con las alas.

 

Habían descubierto el modo de que no pudiera transformarme de regreso y sentí todo el dolor de la recuperación y la regeneracion, mis alas ahora eran las de un bebé, no podrían soportarme para volar y ese pensamiento había hecho que deseara morir pero recordaba a mi madre, a Sean y a SJ.

 

-Sagitas, Sean, SJ... Sagitas, Sean, SJ - la letanía empezó a repetirse en mi boca como un talismán, como un seguro, mientras mi acompañante se acercaba a una mesa pequeña que no había reparado, empecé a temblar contra mis sugeciones y mi boca seguía repitiendo los nombres.

 

-Ahhhh señora Limner - nunca les había dicho que había cambiado mi nombre al de Sean, ellos habían asumido que al estar casada lo había hecho, pero escuchar su apellido me recordaba porque debía resistir:

 

- veo que ya ha despertado- mire la odiosa sonrisa en la cara de mi torturador - vamos a tener la honrosa compañía de su Deamon. ¿O me tendré que conformar con usted? Amo lo que usted resiste cuando se pone... Azul.

 

El odio bombeo mi sangre pero estaba tan debilitada que no tenía suficiente odio para transformarme, mi torturador también lo esperaba, lo veía en sus ojos, hasta que estos brillaron en decepción:

 

-una lástima, tendré que conformarme con usted, pero créame vamos a disfrutar esta sesión juntos - sus palabras me sonaron lascivas así que apreté los muslos, no me iban a violar, Volaria este estupido pozo conmigo adentro si era necesario, pero no dejaría que ningún otro hombre me tomara en contra de mi voluntad como si fuera un perro, mis pensamientos debieron de verse en mi cara porque negó con la cabeza:

 

-no señora, usted es una mujer casada, con un hijo, no la tocare así, pero créame que me aseguraré de que no disfrutes de nuevo el placer con su marido.

 

Apretó las sugeciones de mis piernas un poco más dejando separadas mis piernas revelando la parte más delicada de mi, mi ropa interior había desaparecido y en su mano había una pinza que no vi coger de la mesa. Empezó a mirarme en la parte más expuesta de mi y sus dedos pasaban por encima la piel delicada, no esperaba las caricias estaba a la espera del primer golpe del dolor pero este no llegaba, sentía la sangre bombear por mis piernas de lo fuerte que estaba amarrada y mire la pared a un lado evitando mirar al hombre que me estaba tocando, no quería que viera la vergüenza que tenía mis mejillas:

 

-oh, todas las mujeres son iguales no importa como las toques todas florecen bajo tu mano, aún cuando no deberían - sentí el toque del acero frío de la pinza recorrer la piel pero la herramienta no estaba siendo usada para lastimarme, aún no - recuerde señora Limner usted es casada debe reservarse para su marido.... Ahora si nos dice dónde está nosotros podemos matarlo y yo puedo librarla de ese compromiso.

 

Mi boca no emitía ahora sonido alguno pero mi mente seguía repitiendo los rostros y los nombres de mi madre, mi esposo y mi hijo

 

-ni una palabra... Vamos a escuchar sus gritos - me dijo mientras de un tajo arrancaba trozos de piel y carne mientras seguía acariciandome y todo lo que se prologaba el tiempo, siendo horas"

 

 

Volví a la realidad del cuarto, mire el rostro pálido de mi madre y sentí la humedad de las lágrimas correr por mis mejillas.

 

-no les dije nada- murmuré en voz débil más para mi que para ella, para recordarme sin importar lo mal que me trataran, lo duro de la sesión, lo fuerte de los latigazos y golpes nunca salió de mi boca una sola palabra del paradero de Sean o de SJ, mi espalda era testigo de lo malas que se ponían las sesiones pero nunca dije una palabra....

 

-¿SJ? ¿Donde esta mi hijo, mamá? - quería escuchar que estaba a salvo, que kiwi había logrado ponerlo a salvo.

Editado por Perenela Arya Grindewald Potter Blue

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La sangre fluía muy rápido para mi gusto. El torniquete funcionaba pero Perenela no se estaba quieta e impedía que yo trabajara en la curación de su brazo. Me ponía nerviosa y pensé en darle una poción de muertos para que se quedara quieta. Lo malo es que en la situación en la que estaba podía confundirme y si exageraba la dosis, podría dejarla en coma para siempre. Bufé, unas gotas del Filtro de la Paz en la boca le calmaría la ansiedad. Busqué en mi maletín, junto a Poción Reabastecedora de Sangre, cuando le sentí hablar.

 

Respingué.

 

La mención del pozo me hizo estremecerme. ¿Por qué hablaba de eso ahora...? Mi mandíbula empezó a temblar aún antes que mi mente entendiera lo que había pasado. Mis manos también temblaron un instante y, en un arrebato, saqué el tapón de la poción y me bebí un buen trago.

 

-- No, no, cariño, no. Es un sueño....

 

¿Para qué me engañaba y la engañaba? No era justo para ella, no necesitaba que la engañara. Le puse varias gotas en la boca y se la cerré para que no las echara. Era muy agria pero le ayudaría al instante.

 

-- Calma, cielo. Más tarde me lo explicas y... -- ¿Más tarde? ¿Por qué no ahora? ¿Y si lo olvidaba? Le hice beber poción para que recuperara la sangre que iba a necesitar para mover su brazo y después eché un buen chorro de díctamo en la herida del brazo. Sólo cuando vi que burbujeaba y la carne empezaba a crecer alrededor, me atreví a mirar más allá.

 

El alma se me cayó a los pies cuando noté todas las señales de lo sucedido. Demasiada sangre por todas partes, su ropa destrozada... La hice desaparecer para poder ver con mis propios ojos lo sucedido y la tapé rápidamente al notar toda la violencia que había sufrido en su cuerpo. ¿Sería capaz de olvidar todo aquello? Me atreví entonces a hacer algo que había pensado antes. Le quité el torniquete y después comprobé sus dedos, parecían volver a coger color y eso implicaba que la sangre circulaba.

 

Sólo en ese momento le puse la mano en la cabeza.

 

-- Relájate, hija. -- Y entré en su mente con la fuerza y la costumbre de la Legeremancia.

 

Y la vi, en el pozo, aguantando las lágrimas, soportando el dolor insufrible de lo que le estaban haciendo, callando el paradero de Sean, sólo murmurando mi nombre, el de su hijo, el de su marido. Sentí yo misma el dolor y apreté los dientes con fuerza, sentí su miedo, sentí su rabia, sentí su vergüenza al sentirse despojada de sus alas. Sentí uno por uno los dolores de su tormento y al quitar la mano de su cabeza, lloraba. Mantuve el silencio, hipando de la rabia y luchando por mantenerme firme mientras curaba a mi hija lo mejor que sabía. Ella lo había hecho una vez conmigo y nunca pensé que tendría que devolverle el favor de esa manera. Ni sé cómo llegué a curarle y ponerle gasas y como puse pociones de las que casi ni veía la etiqueta, lloraba con desconsuelo e hipaba mientras le envolvía en gasas.

 

-- ¡Hijo de escarbato raquítico! -- murmuré entre dientes. Ella había visto a sus atacantes y yo, al estar dentro, sabría identificarlo. -- Esto no quedará así... Nadie... mutila... a mi...

 

Agaché la cabeza sobre el pecho y me puse a llorar, sin voluntad de pararlo porque necesitaba soltar todo lo que estaba guardando dentro. Aún tenía que curarle la espalda y... Alguien entró en la habitación pero no quise mirarle. Sería un elfo, una elfina o tal vez Sean, a quien le había gritado una y otra vez.

 

-- Buscar un especialista bueno de ginecología y traerlo aunque sea secuestrándolo.

 

En ese momento, Perenela pareció balbucear algo. Dijo que no les había dicho nada. Le tomé la mano.

 

-- Lo sé, hija, lo sé. Estoy orgullosa de ti. -- Sin embargo, su siguiente pregunta fue un mazazo. -- ¿SJ?

 

¿Dónde estaba SJ? Mi mirada se hizo oscura. Nadie toca a mi familia. Y Sean debería explicarme porqué esos cernícolas nacidos de un huevo podrido le buscaban con tanto ahínco que se habían metido con su esposa.

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La oscura mirada de mi madre me dijo más que sus palabras. Habia visto mis recuerdos, había visto las marcas en mi piel y su expresión,las lágrimas en su rostro me hicieron sentir sucia, indigna, desechable. Ni quería que me viera así. Trate de tragarme mi orgullo, pero las lágrimas corrían por su rostro y el mio.

 

El recuerdo de su rostro me mantuvo cuerda y a flote, y aunque mi memoria no le había justicia podía ver lo hermosa que era. Sentí el ruido de la puerta pero no aparte la mirada de su rostro aún cuando quitó el torniquete de mi brazo y sentí el cosquilleo de la sangre volver a fluir.

 

Tenía miedo de preguntar qué tan la estaba mi cuerpo, la única herida sería era la del brazo, pero tenía otro millón de heridas menos graves y serias recorridas en el resto del cuerpo, lo peor fin duda sería la espalda y me daba miedo las cicatrices que me recordarán todo el tiempo lo que pasó.

 

-Sj estaba con kiwi... La elfina tenía la orden de traerlo aquí, luche para darles tiempo de escapar, de desaparecer, ni podía ganar contra tantos hombres pero podía poner a salvo a mi hijo... ¿Donde esta mi hijo, mami? ¿Donde esta SJ?

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-- No hables, cariño -- sugerí a mi hija, apartando un mechón sucio de su cara. Me daba cuenta ahora que necesitaba limpiarla de toda aquella... mugre... que le habían echado encima aquellos malengendrados. -- Traerme agua caliente, toallas y una esponja. Voy a lavarla.

 

Quería dejarla bien limpia antes de darle la vuelta, necesitaría ayuda para mantenerla de lado sin mover aquel brazo del que dudaba aún que quedara bien. Al menos, sus uñas habían perdido el tono azulado. Esperaba que no gangrenara nada porque no lo cortaría. Tenía medicinas suficientes para curarlo y sabía mucha magia oscura con la que cambiar el brazo de mi hija por una carne pulida y sonrosada, aunque tuviera que pagar por ello. Perenela sobreviviría a todas aquellas heridas. Sin embargo... Sabía que las internas, la de la Psiquis, no se curan jamás. Yo misma estaba temblando ahora ante su mención del pozo, un hecho que había pasado hacía ya... casi dos años. Y que recordaría toda la vida.

 

Comencé a limpiar la suciedad de la cara y le di un par de besos, una en la frente, otra en la mejilla más cercana a mí, escurría la esponja y seguía limpiando. A medida que bajaba por su cuello, sus brazos, su torno..., descubría más heridas, pequeñas pero presentes, narradoras de una historia de tortura que me enfurecían aún mucho más. Pero ya no lloraba ni quería que mi hija me viera así. Limpié su brazo bueno que no lo resultó tanto. Señales de sogas y de cadenas, una uña casi arrancada. Fui con cuidado en tratar cada una de aquellas heridas y apliqué muchos episkeys y mucho díctamo. Los elfos me cambiaban el agua de la jofaina, oscura de sangre y suciedad, muy a menudo, mientras yo permanecía en silencio, rumiando...

 

Ella había mandado a SJ con la elfina a casa... ¿Dónde estaban? Sean había dicho que Perenela se lo había llevado y que pronto lo traerían a casa. Eso había entendido yo.

 

¿Dónde estaba el niño?

 

Seguí por las piernas y aquí el cambio del agua se hizo más intenso, me costaba arrancar la costra seca de la sangre de aquellas pantorrillas y de las rodillas. Curé sus tobillos magullados por las cadenas y limpié aquellos pies que me encantaban cuando se ponía sandalias abiertas con aquellos tacones irreverentes. Después pedí ayuda para que la giraran y la mantuvieran así, para limpiarle la espalda. Había visto in mente el terror de arrancarles sus alas azules, las que sacaba cuando la furia le podía. Yo tenía genio. Ella más. Y le habían mutilado sus alas y en su lugar había dos heridas profundas a través de las cuales se veían aún restos de lo que tuvo.

 

-- Eres un demonio, hija. No te preocupes. Te crecerán.

 

¿Y yo qué sabía de eso? Odiaba los demonios y no los toleraban si no mantenían una promesa de respeto hacia los miembros de la casa. Pero Perenela nunca me había provocado problemas con su forma de ser. Fui poniendo pociones, ungüentos, arrancando restos de plumas a pesar del daño que le hacía. Saqué Esencia de Rue con una mano y le obligué a tomar el remedio para los fuertes dolores. Tenía aún mucho que arreglar en aquella espalda. Limpiaba la sangre, arrancaba, curaba, e iba por otra zona. Bajé por toda la espalda y llegué hasta el coxis. Sentía muchas ganas de llorar de nuevo. Perenela esperaba mi respuesta y yo no me sentía capaz de añadir más sufrimiento a mi hija.

 

-- Quieta, cielo, casi acabo.

 

Ese casi era un decir. Hasta allá habían llegado las manos de aquel carnicero. Eran zonas delicadas y no sabía más que ponerle ungüento para cicatrizar más rápido. No pude evitarlo y la abracé. La volvimos a girar y la tapé de nuevo con las sábanas blancas que ya no lo eran.

 

-- Hice lo que pude, cielo. Pero necesitamos que te vea un sanador más especializado que yo. Pero no te preocupes. Sanarás.

 

Pero eso no era lo que ella quería sentir, así que tuve que vencer mis miedos y confesar que no sabía dónde estaba su hijo.

 

-- No te preocupes, Perenela. Moveré cielo y tierra hasta que encontremos a SJ, pero... Deberías darnos más pistas sobre... lo... ocurrido. Cuando puedas, no ahora, descansa...

 

Sabia que no era cierto, que lo necesitábamos saber cuanto antes pero no quería forzarla, después de todo lo sufrido.

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