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Mansión "Ojo Loco" Potter Blue (MM B: 78439)


Sagitas E. Potter Blue
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Por un momento, pensé que Sean no iba a salir de la habitación y eso agitó aún más la furia que sentía por dentro. Mi respiración se agitó un poco más, no sé si mi yerno fue consciente de eso o si realmente salió por puro convencimiento pero, al final, se decidió a salir. Yo detrás de él con los pies casi volando e intentando no hacer ruido para no molestar a mi nena dormida.

 

-- No sé si la puerta sea suficiente para que no nos oiga -- solté, nada más salir, mordiendo las palabras con rabia intensa en un murmullo forzado. Él también estaba airado y, en ese momento justo, me di cuenta que estaba delante del marido de mi hija, que ya no era sólo mía, y que él estaba tan irritado con lo sucedido como yo. -- ¿Sabes cómo está tu mujer?

 

Avancé con él un par de pasos, aún susurrando, para que no me oyera ella, aunque no olvidaba que los demonios tienen un oído muy fino.

 

-- Alguien le ha mutilado. -- Aquella frase me dolió tanto que sentí que el corazón se me encogía. Abrí la boca para respirar con fuerza, ahora no me podía permitir un ataque de histeria. -- Le han hecho mucho daño y prometo encontrar al hijo de mala... -- Sentí que me ahogaba y me agarré a su brazo con fuerza; que se aguantara si le dolía. El rumor de los oídos crecía, no, no era bueno. Calma... Calma... -- Lo pagará, sea quien sea. Y espero que tú no estés metido en ésto porque...

 

Estallé en lloros. ¡KK! Yo no lloraba, yo me vengaba. Yo no lloraba, yo sacaba mi varita y buscaba el hechizo más terrible que conociera...

 

Yo no lloraba. Yo encontraba al enemigo y me deshacía de él, de la forma más dolorosa que pudiera. Yo honraba a mis muertos mortífagos y rescataba de mis adentros a aquella mujer sanguinaria que había despertado en mí el padre de Perenela. Yo...

 

Yo me puse a llorar ante Sean, sabiendo que no daba la imagen de mujer fuerte que puede con todo. Y entre sollozos, le hablaba.

 

-- Hay que encontrar a SJ. Si se lo han llevado... Si le han hecho algo...

 

Uno de los elfos me chisteó desde la puerta entornada de la habitación de Perenela. Estaba murmurando algo. Me limpié las lágrimas con las manos y entré corriendo. Olía a sangre y sudor y ordené con la mirada que abrieran las ventanas y que cambiaran las sábanas de nuevo, por tercera o cuarta vez hoy. Menos mal que mis elfos me entienden...

 

-- Cariño, estoy aquí, descansa....

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Abrí los ojos al escuchar la voz de mi madre, los entorne determinando si era una ilusion o si era verdad que ella estaba alli, todo esto se me hacia falso, trate de levantar el brazo para tocarle el rostro pero mi cuerpo no me respondia, sentia la cabeza ligera y el corazon frío, deje que movieran mi cuerpo como quisieran, me desconecte de lo que le hacian a mi ser, tal como hacia cuando el Carnicero empezaba a trabajar sobre mi.

 

trate de cerrar los ojos pero las imágenes detrás de mi cabeza, en mi memoria, me obligaron a volver a abrirlos, volvi a mirar a mi madre, vi sus ojos hinchados y llorosos, quería limpiar las lagrimas de su rostro, me dolía verla así, no me gustaba y nunca me habia gustado verla llorar:

 

-Háblame, de lo que sea, solo háblame... déjame escuchar tu voz ¿Sean esta aquí? -sentía los bordes de mi visión nublarse pero luchaba contra los efectos de las pociones para no volver a esa oscuridad - Cuéntame que ha pasado en mi ausencia... no quiero dormir

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-- No, no, Perenela, no te muevas. -- Detuve con mi brazo su intento de levantar el suyo. -- Has de estarte quietecita para que la medicación haga su efecto.

 

Los elfos llegaron con sábanas limpias e hice levitar a mi hija un palmo por encima de la cama para que pudieran cambiar todo. Después, la dejé posarse de nuevo, sufriendo porque sabía que el más mínimo roce le haría mucho daño y no quería que sufriera. Me mordí el labio mientras ella parecía irse, volver, desaparecer en la inconsciencia. Le puse la mano en la frente. Tenía fiebre. Dudé... ¿La llevaba a Santos Mangos? En la clínica de Hayame seguro que la cuidaban mejor que en casa, pero...

 

Su petición me sorprendió y dejé de pensar. Le tomé de nuevo la mano y dejé que mi mano acariciara su piel reseca, agrietada.

 

-- Has de dormir. Descansar... Sí, tu marido está aquí, en la puerta. Creo que tiene miedo a que le coma, de lo enfadada que estaba cuando te vi. Es un gran hombre, pero no le digas que te lo dije. Prefiero que siga pensando que ha de tener cuidado conmigo, ¿vale? Y...

 

La verdad es que no sabía qué más decirle. Le pedí al elfo que me trajera píldoras contra la fiebre y volví a pensar en la clínica de mi hermana.

 

-- Pues... El mundo está patas arriba. En casa, tenemos a Ada, la hija de mi cuñada Selene, que está esperando abajo. Estamos investigando su origen pero es algo que puede esperar. Tu hermano pequeño ya no es tan pequeño, es capaz de transformar un vaso en erizo y ahora tengo que vigilar cuando almuerzo para no clavarme las puas. Y...

 

Tragué saliva porque el miedo, la rabia, la sensación de haberle fallado por no protegerla, la de vengarme de sea quien fuera y...

 

-- ¡Por la Diosa, Pere! ¿Quién te ha hecho esto? Dime un nombre y te prometo...

 

No seguí mi promesa, las dos sabíamos que lo haría.

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SJ con Kiwi, ubicación indeterminada.

 

 

El pequeño Potter miraba a Kiwi, la elfina de su madre, sentada a su lado sin moverse, no le gustaba estar en esa cueva quería volver con su madre, sentir el calor de ella y estar limpio, no recordaba como se había ensuciado con sangre y menos ver los cadáveres aquellos en ese estado, pero el olor que emanaba era horrible y quería vomitar aparte su vientre gruñía mucho.

 

-Tengo hambre- le dijo a Kiwi.

 

Recordaba que los elfos de la mansión siempre le estaban dando algo caliente para comer, se llevó una mano a su panza con ganas de llorar, quería irse, ya no quería estar ahí, las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos que caían al suelo.

 

-Extraño a mi mami- le dijo frotándose los ojos.

 

Sus sollozos iban en aumento, también extrañaba a su padre y abuela, los animales, a su familia, una sensación de enojo estaba creciendo dentro suyo, pero las manos amables de Kiwi le hicieron una señal que no hablara. hipando el niño se limpió la nariz con su brazo desnudo para escuchar lo mismo que la elfina de su madre.

 

 

 

 

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​Perdon, perdon xD no sé en qué andan ya, espero no haber metido la pata.

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Perenela, con Sagitas en la habitación principal.

 

Sonreí un poco al saber que Sean estaba a salvo en la mansión, quería verlo pero no sabia como reaccionaria el al verme rota ¿Me seguiría queriendo? ¿Me dejaría de lado al ver como otro hombre me destrozó el cuerpo que tanto le gustaba? ¿Volvería a tocarme cuando sanara? ¿Le dejaría tocarme o ese ser malvado había quebrado tanto mi cuerpo y mi espíritu que no podría disfrutar de nuevo de sus besos, su piel, su cuerpo sin recordarlo? Sinceramente me daba miedo descubrir las respuestas.

 

-Llámalo - le dije a mi madre, mi vista estaba muy disminuida, la falta de sangre y los golpes en la cara habían hecho que mi rango de visión fuera cada vez menor y la sombra alrededor de mi visión evitaba que me diera cuenta de que había mas allá de lo que tenia directamente en frente, aunque mi madre estaba haciendo un buen trabajo con mi curación no sentía que mi rango de curación mejorara, sentía el cuerpo pesado lo cual era una mejoría al dolor agónico que sentía antes y la garganta aun la tenia en carne viva de las veces que grite.

 

Apreté los labios cuando mi madre soltó a bocajarro que le diera un nombre, apreté los ojos un momento pero no soportaba la oscuridad, volví a abrirlos y los fije en la cara de ella, recordé cada vez que ella había ido a mi rescate, cada vez que ella había vengando mi honor, cada vez que ella había hecho lo indecible por mi, pero no quería exponerla a ese ser, no quería que ella cayera en manos de ese ser malvado, misogino y desequilibrado, sabia que ella tenia el temple y la fuerza que yo no tenia y que si había alguien que podría soportar y salir victoriosa de esa situación era ella.

 

A diferencia mía que me habían quebrado, el cuerpo, la mente, el espíritu... Lo único que me mantenía en pie era que mi hijo aun estaba afuera, que no estaba en casa y que necesitaba ponerlo a salvo. Me quede mucho tiempo mirando los ojos cafés de mi madre y su cabello violeta, aparté la mirada:

 

-No se mucho de quienes me atraparon, solo que venían por Sean y por SJ, nunca me dijeron sus nombres, nunca me dijeron quien le buscaba o para que, escuché sin embargo que le habían dado la misión de quebrarme, de sacarme información sobre ellos a alguien al que se referían como el Carnicero. Tienen una cuenta pendiente con Sean. Él y el jefe del Carnicero querían a SJ como prenda de garantía o como medio de daño para asegurarse que Sean cooperara, a mi como yegua de cría para una "raza superior" y a Sean a su lado de nuevo. - hice una pausa tratando de borrar las imágenes de la cabeza, las imágenes que eso me sucintaba - No se daban cuenta que podía escuchar cada paso, cada murmullo, cada conversación pero nunca decían sus nombres, solo el del Carnicero.

 

Pasé saliva y traté de no llorar, aunque sabia que las lagrimas se estaban derramando, traté de controlarme, traté de mantenerme en una pieza, pero sentía que el dique que había armado a mi alrededor se había roto:

 

-Le dije a Kiwi que se llevara a SJ que se escondieran hasta que ya no los persiguieran, que mantuviera al niño a salvo, que cuando tuviera la primera oportunidad trajera a SJ a casa, que te avisara lo que había pasado, cada día, cada hora, cada minuto, cada segundo aguanté rogando a los Dioses que les permitiera estar a salvo pero ahora no se donde están....

 

Kiwi con SJ, Ubicacion Indeterminada.

 

Estaba asustada, trate del mejor modo calmar al Amito SJ pero estaba inquieto el niño, era un buen niño pero al igual que todos los niños querian estar seguros y salvos en lugares donde conocían, con su familia, recibiendo mimos, amor, con sus padres no en cuevas sucias con cadáveres descomponiéndose, sin embargo los pasos fuera de la cueva no cesaban, no había habido ni una sola oportunidad de salir a buscar algo de comer ni que decir de desaparecer o de llevarse a SJ a un lugar donde pudieran desaparecer. El cansancio también estaba haciendo mella.

 

-Vamos a salir de esto amito - dijo mirando al niño a los ojos - te prometo que te llevare con tu abuela, por ahora vamos a hacer silencio - trate de respirar lo mas calladamente posible y acaricie la melena del niño tratando de tenerlo tranquilo, un hombre paso muy cerca de la entrada donde las enredaderas hacían de cortina, aguante la respiración intentando no hacer ningún ruido pero el olor a carne descompuesta disuadió de entrar al que estaba fuera, agarre con fuerza a SJ e intente desaparecerme pero no lo logre. Estaba muy debilitada.

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En la otra habitación y solo con Sagitas no esperaba menos que lo que habia pasado. La reprimenda me la merecía en cierta forma, porque era mi pasado el que había alcanzado a la familia. Pero por una vez la prudencia me gano el pulso a la impulsividad, por lo pronto Perenela esta aquí...ahora habríamos de centrarnos en SJ. Porque que mi esposa tomara esa decisión audaz, y que aun no apareciera la elfina con mi hijo no le daba buen aspecto al asunto y comenzaba a preocuparme de mas. Pero una vez mas algo en mi cabeza me dijo...frio..manten la calma. Respire profundo y aun con la cabeza gacha y sin mirar a Sagitas le respondi.

 

-Si...se como esta....esta bien mal. -dije mirando la punta de mis zapatos- y no..directamente no tuve nada que ver...solo que el pasado a veces nos alcanza de una mala manera....-alce los ojos y mire a la pelivioleta. -pero el que lo hizo ya le debe horas al infierno..y me encagare de enviarlo bien trabajado.

 

Habia odio en mis ojos?..pues no...solo es frio gélido del mar en invierno...porque ahi dentro habia enterrado la tempestad que desataria sobre el Carnicero cuando lo tuviera en mis manos...ese placer no se lo daria completamente a Sagitas...primero me daria el gusto yo....y despues se lo cedería. Claro concorde con lo de SJ y ya me aprestaba a idear un plan de busqueda cuando Perenela reacciono y llamo a Sagitas...me acerque en la puerta y la verguenza de la culpa me hizo regresar a mirar la punta de mis zapatos.

 

Sus palabras me hicieron confirmas mis sospechas....habia sido mi antiguo pupilo en el arte de la tortura....pero eso no haria que lo tratase mejor...o bueno...ya le mostraría yo lo que era un trabajo de calidad. En cuanto al empleador del verdugo..tenia mi idea. En gales no es que tuviera muchos enemigos...solo uno...y poderoso. Al menos para pagar la tarifa del Carnicero. El enojo de la certeza me dio valor para acercarme y tomar la mano y inclinarme lentamente para besar los labios de Perenela.

 

-Dejalo en nuestras manos amor...todo saldra bien...tu mision ahora es cuidarte....mucho....por ti....por nuestro hijo....por mi...y por todos aquellos que te quieren.

 

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No sé si Perenela lo notó, pero enarqué una ceja cuando pidió que llamara a Sean. ¿Ahora pensaba en él? Bueno, vale, era su marido, pero...

 

-- Tú descansa, mi cielo...

 

Por supuesto, no me hizo caso y empezó a hablar. Hice una seña de espaldas para que permitieran abrir la puerta a Sean quien, en el fondo, seguro que no me había hecho y estaba allá dentro, aunque no lo viera. Cuando dijo que iban a por Sean y por SJ, apreté su mano con algo de rabia. ¡Ma...lvados!

 

-- Tenían una cuenta pendiente con... -- ¡Lo sabía, culpa de Sean! ¡Maldita sea yo por haber permitido que siguiera vivo y su matrimonio hubiera afectado así a mi hija! -- ¿Jefe de El Carnicero? -- Necesitaba más dato pero mi mente volvió a la otra frase que dijo: -- ¿Yegua de una raza superior? ¿Serán...?

 

El insulto se cerró en mis labios, Perenela estaba demasiado débil para escuchar palabrotas de su madre, aunque el recuerdo sobre los ancestros de aquella gente perduró durante mucho rato. Mientras retenía las ganas de gritar recordé algo que había dicho Sean y que no tenía menos que darle la razón : el pasado nos persigue y nos atrapa, muchas veces cuando ya no eres ese o esa que inició todo ésto. Miré a mi yerno quien acababa de coger la mano de Perenela y, de repente, me di cuenta que tenía cosas que hacer y que, lo primero, era encontrar a SJ.

 

-- Tal vez, y sólo tal vez, crea que tú no tienes nada que ver, Sean. El pasado, a veces, es una mi..., y ten por seguro que me encantará conocerlo detalle por detalle.

 

Sabía poco del pasado de Sean aunque pudiera intuirlo. Algo me decía que no sabía ni un diez por ciento de todo lo que había hecho ese hombre en su vida. Como tampoco se conocían todos mi movimientos desde que había nacido. Aunque me había abierto mucho con mi familia, siempre quedaba algo escondido. Le sonreí y después le di un beso a mi hija. Me incorporé.

 

-- Os dejo a solas, no la canses, necesita mucho descanso. Voy a buscar a un médico...,

 

Por supuesto, esa finalidad era importante cuando salí por la puerta pero, en cuanto la cerré, mis ojos se achicaron y un aura oscura se movió a mi alrededor.

 

-- Vosotros... -- les dije a los elfos. -- ¿Cómo puedo contactar con Kiwi? ¿Se os ocurre alguna idea? Entre elfos os podréis comunicar de alguna manera, ¿no?

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Secuestrando a Sagitas

Las manos de Alessandra estaban aferradas a las rejas de la mansión, se había enterado que su abuela fue nombrada Ministra de Magia, estaba contenta en el fondo que la Potter Blue tuviera aquel cargo ostentoso en su poder, pero lamentaba que fuera por tan poco, su mascara plateada cubria todo su rostro impidiendo que descubrieran su identidad, por lo que saco su varita de vid de la manga de la capa y tocó su marca tenebrosa llamado a su compañera.

 

La mansión desde afuera parecía tan tranquila que solo aquellos que fueran de la familia o hubiesen entrado en ella podría ver que su fachada era solo eso, y aunque no sabia que ocurria dentro de su hogar tenía una misión que cumplir, secuestrar a la matriarca, matarla o quizás solo sacarle información y que algun mortifago influyente tomara el poder. Debían ser rápidos aprovechando que según su elfina no había aurores o seguridad protegiendo a la peli violeta, lo cual le sorprendió siendo quien era ella pero desgraciadamente la elfina no pudo sacar más información a nadie sin levantar sospecha.

 

Un ruido a su costado la hizo apuntar con su varita a una pareja de ardillas que pasaban, enojada apretó los labios -Avada Kedavra- con el hechizo la vida de ambos animales se había acabado en solo segundos.

 

No estaba de humor para que la asustaran en aquel momento, los gemelos la tenían con un humor de perro y bastante cambiante, el sonido de una pisadas la hizo girar para toparse con quien haría aquella misión. Su hija Shelle.

 

-Lista para librar al mundo de los defensores de los sangre sucia y traidores?- le preguntó a la Riddcklaud con una sonrisa.

 

Con su varita de Vid creó un portal que las llevaría directamente al interior de la mansión Potter Blue, tomó la mano de su hija y ambas atravesaron el agujero negro hasta su destino.

 

-QUEREMOS A SAGITAS POTTER BLUE!!- grito la Nigromante -si se entrega sin pelear puede que salgan con vida- sentenció a los elfos que estaban en el hall.

 

-Incendio- dijo apuntando su varita a los sillones que había y estos rapidamentes comenzaron a arder.

 

-​Venga divirtámonos un rato hasta que decida aparecer la Ministra de Magia- rio como niña en dulcería.

 

 

 

 

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¿Sangre de sacerdotisa? Corría el rumor de que podría ser favorable, hasta poderosa... Debía probarla.

¿Ministra? Sabía que Sagitas Potter Blue pertenecía a la llamada Orden del Fénix, Shelle Ridcklaud había estado allí y conocía sus ideas tan bien como para no estar a su favor, sabía que había sido un error que la reelección de Aaron Black no fuera un hecho y tenía que hacer algo al respecto, una llamada de atención.

¿Matarla? No sería necesario, el mundo mágico ardería y aquella sería la mecha que despierte el terror, no hace falta una muerte para causar caos aunque de ser necesario...

 

Alessa había entrado a los gritos buscando a la ministra, sin sutilezas como era de costumbre, y poco importaban los protocolos, la Publisher llevaba su rostro oculto tras una máscara de plata, y su reputación se encontraba protegida por la oscuridad.

 

-¡¡Ministra!!- gritó la Ridcklaud -¡Tu sangre aclama por mis dientes!

 

La bruja rompió en risas, venía del bar de su cuñado ebria hasta la locura... Pero su madre le había pedido una mano ¿Acaso iba a negarse?

 

Se acercó a un elfo que estaba listo para chasquear sus dedos y lo agarró del cuello con sus uñas afiladas y con una daga apuntó a su sien.

 

-¿Qué piensas hacer?- dijo con la cínica sonrisa marcada en sus labios -¡La ministra se queda sin elfos!- gritó penetrando la daga en la cabeza del elfo.

La sala estaba en llamas y aquello apenas comenzaba.

 

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Editado por Shelle Dumbledore B.L

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Alessandra se rio ante los gritos de Shelle, su hija se lo estaba pasando en grande, al igual que ella, los muebles ardían expandiéndose por todo el hall, sus elfos Mar, Toto, Cid y Char gritaban y trataban de apagar las llamas con baldes de agua mientras que la Ridcklaud tomaba uno de los elfos y lo amenazaba para después matarlo.

 

-SAGITAS!!- canturreo el nombre de su abuela a los gritos.

 

Parecía que la Potter Blue no estaba en la casa o se estaba escondiendo, frunció el ceño para tomar la mano de su hija y tirar de ella al piso de arriba, seguramente estaba en alguno de los cuartos o quizás en el sótano.

 

-Vamos a los pisos de arriba sino bajaremos al sótano....pero nos vamos hasta que la encontremos- le dijo sin querer quedarse mas tiempo ahi o mataría a sus elfos.

 

Eran muy fieles a ella y las órdenes que daba eran cumplida pese a todo <<-Flechas de Fuego->> pensó apuntando a los elfos de la mansión que sufrieron heridas graves en su piel.

 

-Sagitas!!- volvió a llamar a su abuela esperando que apareciera en cualquier momento.

 

 

 

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