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๑۩♚۩๑ Mansión Black Lestrange ๑۩♚۩๑ (MM B: 78195)


Mia.
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Si algo que odiaba era la falta de respeto,el complot de su hermana con su prima Cissy, que estaba comportándose como una puberta o aun peor, a ese nivel prefería a Ambar que emanaba calidad de bruja. Rose se veía obligada que la cordura, el respeto sobre la mansión debía ser lo primordial,frenando cualquier arranque de locura que incluya o no magia;para entonces solo quedaba dejarlas marchar sin poner objeción.

La mezcla de enojo y celos de ver la nueva cómplice de su hermana,peor aun que su gemela la desafiara;consternada ahogando su desgracia con wiscky ,un libro que se encontraba en la mesa seria el que pudiera despejar o esa seria la idea para calmar la revolución internada en su alma,tomando asiento con la botella de alcohol y el libro ,pendiente al mínimo ataque contra su persona.

Las paginas con palabras melancólicas que llevaban a la bruja de extremo a extremo acompañadas al ritmo de la música que formaba parte del escenario, consumiendo encerrada en la soledad de las paredes.

 

Horas después un golpe en la puerta principal de la mansión sorprendía a la gemela,era sabido que nadie que no fuera de la familia podía pasar y como niña en su cumpleaños, ella deseaba ser la anfitriona anticipándose a cualquiera de los elfos de la familia y sin importar su condición humana fue igual de rápida como un vampiro, para recibir a quien sea que se tratare con una sonrisa en su rostro; al abrir la sorpresa era aun mas de lo que esperaba ,la rubia de cabellera larga ,ojos verdes y de un rostro inolvidable estaba frente a ella dejándola sin palabras.

En ese momento las acciones valían mas ,los años no había pasado en Cyrsse y aun tenia esa magia que hacia dudar los gustos en la gemela que impulsiva ubicaba ambas manos en el rostro de la bruja acercándose para un beso de mucha presión sobre sus labios dejando el color de su labial rojo y pasando a un abrazo cargado de sentimientos pasados ,y susurrando sin la necesidad que ella la escuchara.

-Tenia la certeza que nos volveríamos a ver.-

 

@@Cyrsse Zaphyr

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En cuento me di cuenta de que la puerta fue abierta dirigí mi mirada hacia la persona frente a mi encontrándome con la mujer a la que buscaba desde el inicio, en ese momento mis nervios se esfumaron como si nunca se hubiesen hecho presentes y una sonrisa relajada hizo acto de presencia en mi rostro.

 

Antes de darme cuenta sus labios se presionaban con los míos y no me molesto en lo absoluto aquella acción, si bien era la primera vez que eso sucedida entre nosotras –por lo menos yo no recordaba que eso sucediera mientras estuve a su lado sobria– y que de esa manera mi primer beso se iba, podía asegurar que aquella acción se sintió como la correcta, una vez ella rompió el beso y me envolvió en su brazos yo correspondí a su abrazo sin pensarlo y no pude evitar reír un poco.

 

–De saber que esta sería mi bienvenida habría investigado antes– disfrute unos segundos del cálido abrazo para después mirarla a los ojos sin soltarla del todo –¿Te parece si vuelves a entrar y abres la puerta una vez más?, creo que quiero que me recibas otra vez– la mire con una sonrisa divertida.

 

Lentamente rompí el abrazo al fin y me aleje unos pasos de ella para mirarla mejor, en lo primero en que me percate fue en sus labios rojos y fue que me di cuenta que seguramente mis labios tendrían parte del labial, saque un pañuelo de mi bolsillo y lo pase suavemente por ellos quitando de aquella manera el color. Era cierto que hacía bastante tiempo que no nos veíamos, pero no pude evitar pensar que el pasado regresaba y era mentira que ella se había alejado miles de kilómetros de mi lado.

 

–Creo que tú certeza atino esta vez Rose– tome una de sus manos entre la mía apretándola suavemente –Aun que creo que debería castigarte un poco, ¿Tú que crees?, ¿Quieres que sea buena?– me mantuve seria durante unos segundos para después reír.

 

Aquello estaba siendo como en el pasado y suponía que era bueno, al mirar más detenidamente a Rose pude darme cuenta que el tiempo no había pasado por ella o por lo menos yo lo veía de esa manera, pues seguía conservando aquella belleza de la que en algún momento me llegue a sentir celosa.

 

–¿Me invitaras a pasar o nos quedaremos aquí?, no es que me moleste pero… tú sabes– solté suavemente su mano mientras esperaba a que ella me diera indicaciones.

 

@@Rose Black Lestrange

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Te loviu Kam <3 Gracias por la firma



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¿Qué hora será?

 

Deambulaba por la casona, sin ningún reloj personal en su muñeca. Había salido de su espacio personal para conseguir algo de beber en la cocina. No consideró razonable el ingerir alcohol tan temprano, por lo que se dispuso a deshacer todo el recorrido. Sus pies descalzos resonaban en el suelo. Los pantalones cortos grises y la playera polo de manga larga, parecían más una pijama improvisada.

 

No sabía si su ausencia de calzado se debía al desvelo, o al descuido. Lo atribuyó a lo segundo. Y, justo cuando se acercaba a la puerta con su nombre tallado, vio otra entreabierta. ¿Quién estaría despierto tan temprano? Era algo peculiar.

 

Se acercó con cautela, pues tenía la experiencia de que una de sus hermanas había querido matarlo antes de enterarse del parentesco. Divisó una larga cabellera de un tono castaño bastante intenso, más que el suyo, que podía incluso podía considerarse chocolate. La última ocasión en convivieron, y se conocieron: aquella fiesta en la que media familia había estado implicada.

 

-¿Romina? -llamó a la puerta, medio asomando la cabeza. No invadiría el espacio personal de su hermana sólo porque sí. -Veo que regresaste... Hace tiempo que no te veía, ¿cómo va todo?

 

A su mente, vino la imagen de la chica lanzando el cóctel de frutas a Mía por mera diversión. Le seguía sorprendiendo que no hubiera represalia. Se colocó los lentes, que traía sujetos a la playera, para poder enfocar mejor.

 

@@Romina Black Lestrange

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Había llegado hace tan solo media hora de un pequeño viaje de improviso que había realizado a Londres, pero no donde se hallaban todos los magos, sino lejos de ellos para tomarse un tiempo libre. El viaje duró tres semanas en las que se propuso no utilizar magia, aunque como lo había imaginado no funciono, se le hacía muy difícil estar separada de su varita a pesar de no haberse criado en un entorno mágico.


—¿Eobard?— preguntó algo confundida pues no esperaba a nadie despierto a esa hora, o al menos no merodeando por esa zona de la mansión. —Puedes pasar— indicó, y con un breve movimiento de varita terminó de abrir la puerta que se encontraba entreabierta. Con su mano libre señaló uno de los sillones individuales, indicándole al chico que si lo deseaba podía tomar asiento.


Se quedó pensando por un breve lapso de tiempo en lo que debía decir a continuación. Nunca había sido una persona muy conversadora y era uno de sus puntos débiles. Pero estaba segura que algo se le ocurriría ya que su hermano le había dado una primera buena impresión y a decir verdad le parecía una persona bastante agradable, aunque no lo diría hasta estar completamente segura.


—Recién llego de un viaje, estaba desempacando— comentó y señaló levemente con su cabeza una maleta tendida en su cama—¿Acabas de despertar o no puedes dormir?— preguntó con curiosidad al notar que Eobard vestía pijama o al menos eso le parecía.


Le hubiese gustado poder preguntarle hace cuanto sabía de la existencia de su familia puesto que cuando había llegado por primera vez no lo había visto, pero no considero prudente preguntarlo en ese momento, primero debía tantear un poco el terreno, aunque a veces su curiosidad la vencía por lo que esperó que este no fuera el caso.



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-Gracias. Lamento esta pequeña intromisión.

 

Asintió al adentrarse en la habitación. Esbozó una sonrisa a su hermana, quien daba la impresión de apenas estar reinstalándose. Se giró para acomodar la puerta como la había encontrado. Con paso ágil, se deslizó hasta tomar asiento en el lugar que ella le había ofrecido. Posó ambos brazos sobre el descanso del sillón.

 

-Siempre es bueno tomarse un tiempo fuera, espero que el viaje haya sido productivo. ¿Necesitas que te ayude a desempacar? -inquirió, mirando a su hermana. Después de todo, él era el invasor, por así decirlo. -Te sorprendería...No duermo desde hace tiempo. Planeaba ir por algo de beber, pero no hay muchas opciones.

 

Se levantó los lentes para que observara unas ojeras razonablemente marcadas. Y era cierto: si estaba recluido en su habitación, se quedaba con la vista al techo, mirando a la nada. No obstante, el encuentro con la joven lo había despertado bastante. Sacudió la cabeza, a manera de caer en cuenta de su intento de ropa de dormir. Maldición, debí ponerme unos calcetines.

 

-No te había visto desde esa fiesta en Hogwarts, en la que la hiciste enojar quizá un poco. Si tienes hambre, quizá podríamos pedirle algo a Horace de comer, ¿ponernos al día?

 

Naturalmente, se refería a Mía. Debía admitir que esa primera impresión de Romina, lo había tomado por sorpresa. Nunca antes tuvo oportunidad de presenciar a alguien que la confrontará de esa manera. Le parecía una chica interesante, con quien consideraba que podía llevarse bien. Sobre todo, sin que intentara matarlo, como algún otro miembro habría hecho.

 

@@Romina Black Lestrange

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—No hace falta, de todas formas solo estaba buscando mi varita, lo demás puede esperar— respondió al tiempo que se quedaba pensando en una de las respuestas dadas por el joven—¿Hay algo en especial que te quiete el sueño? Dormir es una de las mejores actividades— añadió.


Se dirigió hacia el sofá enfrentado al de su hermano, lo único que los separaba era una pequeña mesa ratona con una lámpara en el centro. Generalmente utilizaba ese espacio para leer, puesto que en una esquina cerca de la puerta se hallaba una biblioteca con sus libros favoritos. Del lado izquierdo de la puerta, y a unos pocos metros de los sillones se ubicaba una cama doble plaza con una mesita de luz en su lado derecho.


La habitación contaba con otras tres puertas además de la de entrada. La primera, al lado de la cama conducía a su baño personal y la segunda a su armario, aunque casi nunca lo usaba. La última parecía una ventana, pero en realidad era el balcón.


—Ohh esa fiesta, ¿Aún crees que no se lo merecía? No es que voy por la vida mojando a las personas, pero la mayoría de las veces me saca de quicio— explicó, aunque desde su punto de vista le seguía pareciendo correcto puesto que Mia la había provocado.


Con un movimiento de varita hizo aparecer un par de pantuflas grises que parecían de la talla de Eobard y las dejó a su lado. No estaba segura de sí había elegido el color correcto, pero al fin y al cabo solo se trataba de una prenda con la única función de cubrir sus pies.


—Me pareció que te serían utilices— comentó y soltó una leve sonrisa, no supo porque pero lo hizo, quizás solo era uno de sus raros instintos de empatizar con los demás—Hace horas que no como, no me vendría mal un bocadillo— aceptó la sugerencia.



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La pregunta acerca de aquello que le quitaba el sueño, le pareció peculiar. A esas alturas de su vida, más de una cosa era suficiente para ponerle los nervios de punta. Empezando por las acromántulas. Coincidía en que dormir era una actividad recomendable. Eso había hecho por días, después de las pruebas para la Marca Tenebrosa.

 

-En mi habitación, se alcanza a escuchar el susurro del viento en las copas de los árboles. -comentó, rememorando su primera noche en la mansión. -No es que sea un miedoso, pero complica la labor de dormir. -agregó, con una media sonrisa.

 

Se percató que el espacio personal de Romina estaba muy bien organizado. O más que el suyo. Era la primera habitación que visitaba, además de la propia. Dedicó un breve instante a contemplar su alrededor. A juzgar por la colección de libros, leer parecía ser una de sus actividades predilectas. Le llamó la atención la presencia de una puerta de más. Cristalina. Había divisado el balcón desde el jardín, pero no sabía a quién pertenecía.

 

-No te culpo. Digo, me dejó a mi suerte en Norteamérica...No fue la infancia que me hubiese gustado, pero tampoco estuvo tan mal. Como aquel entonces, admito que tu idea de usar una bebida fue de lo mejor.

 

De su pasado, casi nunca hablaba. Menos con los pocos familiares con los que convivía. Aunque con la joven, no parecía ser tan difícil. Sentía que le debía una explicación de su aparente ausencia todos esos años, porque después de todo, eran hermanos. Ella determinaría si quería profundizar en el tema. La aparición de las pantuflas lo sacó del trance.

 

-Acertaste en la talla. Y el color, combina con mis ojos. ¡Gracias! -emitió una leve risa, pues parecía que se había esforzado por parecer normal sin portar calzado alguno. -¡Horace! Ven aquí, por favor.

 

El esbelto y rubio elfo doméstico se apareció en la estancia, al lado de su amo. Dedicó sendas reverencias a ambos Black Lestrange al tiempo que preguntaba que se les ofrecía. Mientras el castaño se calzaba las pantuflas, permitió que Romina le pidiera lo que deseara a la criatura. Tras hacerlo, decidió pensar en lo que quería para comer.

 

-Si puedes conseguir algo con suficiente azúcar para compensar el desvelo, te lo agradecería muchísimo.

 

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No pudo evitar sonreír ante la explicación de que era lo que le quitaba el sueño, de hecho le pareció una respuesta algo absurda pero decidió no comentar nada al respecto ya que no le pareció algo de mucha importancia. Además de que fácilmente podría haber encantado su habitación o ingerido alguna poción para evitar esos ruidos. Tuvo que mover ligeramente su cabeza para evitar esos pensamientos que al fin y al cabo eran innecesarios y la distraían.


—¿Norteamerica?— repitió algo sorprendida, sabía algo de geografía mundial, de hecho ubicaba esa zona pero nunca había estado allí—¿Y cómo es ese lugar? ¿Te adoptó una familia muggle o…— y se detuvo al notar que estaba haciendo demasiadas preguntas, y muchas de ellas podían ser personales—Lo siento n-no…— se apresuró a agregar algo avergonzada y no le quedó otra opción más que desviar su mirada, era un acto inconsciente, algo que realmente no controlaba.


No tuvo tiempo de terminar lo que quería decir ya que un elfo había aparecido justo a tiempo, aunque estaba segura que en cuanto la criatura se marchara debería retomar la conversación, o en todo caso quedarse callada y dejar que el joven comentara algo.


Le dijo a Horace que le trajera unos sándwiches y botanas. No se le ocurría que otra cosa pedir, además de que le parecía que era muy temprano para comer algo más elaborado. Quizá lo mejor hubiera sido algo con azúcar, pero siempre se había inclinado por la comida salada.


—No… bueno, no quería— lo único que salía de su boca eran balbuceos, cosa que le pareció frustrante puesto que hace tiempo que no le pasaba, por lo que tendría que intentar calmarse— Entrometerme de esa manera, entiendo que es difícil hablar del pasado— comentó. Ella tampoco tenía un pasado feliz o fácil de describir, y no lo culpaba si no quería hablar sobre ello ya que ella tampoco se abría con muchos respecto a ese tema.



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Se sentía exausta después de haber realizado un viaje que tenía pendiente, pero sabía que tarde o temprano tendría que atender la boda de su hermana Jessie, al menos la asiática la adoraba y aunque su estilo no era ser del todo social, tenía que darse a la tarea de al menos hacer acto de presencia en aquella ceremonia...

 

¿Boda? Se preguntó, nunca en su vida había tenido el más mínimo deseo de cometer ese acto que todas las chicas comunes se morían por llevar a cabo en alguna parte de sus vidas, como si se les fuera la vida en aquel tema.

 

Apareció dentro de su habitación y no pudo evitar ver su reflejo en el espejo y analizarlo de los pies a la cabeza, como si un estricto juez calificara su apariencia ahí mismo. No había nada mal respecto a ella o al menos le agradaba lo que veía reflejado. > recordó aquellas palabras que había cruzado alguna vez con algún individuo. Pero, por fortuna, la asiática no solía ser así y le agradaba en cierta forma su personalidad, cosa que no cambiaría nunca por ninguna persona que conociera. Sacó de su cajón la invitación de su hermana y se dispuso a arreglarse para salir directamente hacia la boda que esperaba disfrutar al menos un rato de la dicha de su hermana.

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Esperó a que Horace se retirara para poder reanudar la conversación. Ante la ráfaga de preguntas, que no tuvo oportunidad de responder, una sonrisa se trazó en sus labios, seguida de una leve risa amigable. Romina le recordaba un poco a una etapa más joven de sí mismo, quien al ver que la curiosidad lo llevaba fuera de los límites, comenzaba a disculparse. No era el caso, desde luego.

 

-El clima era benévolo en su mayoría. -comenzó, intentando romper el silencio que había dado a lugar la disculpa de su hermana. -No te estás entrometiendo, al contrario. No siempre hablo de esto, además de que te debo una pequeña ¿explicación?

 

Tendría que sincerarse ante su hermana tarde o temprano. Y, ya entrados en el tema, supuso que podía seguir relatando sus orígenes y de cómo había ido a parar a Reino Unido. Era una historia retorcida, con altas y bajas, pero no le parecía mala. Se sentía cómodo con cada decisión.

 

-Me crié en Boston, con otra familia de magos. Los Thawne, fríos en su mayoría, pero me trataron como a uno de los suyos. Hivolt, mi padre biológico, era el único que sabía de Mia. Al parecer llegaron a un acuerdo que incluía el no revelar mi verdadero apellido, hasta que tuviera edad, o él agonizara. Lo segundo fue lo qué pasó.

 

Repentinamente, el elfo hizo un crack al aparecerse con los pedidos. Depositó una bandeja, en la que se encontraba un plato cuadrado con bastantes sándwiches, además de dos contenedores de cristal: uno con frutas, y otro de golosinas. Acto seguido, y ante sendas reverencias, se esfumó con la misma rapidez con la que había llegado.

 

Le agradeció a la criatura a la par de sustraer un kiwi, que era su fruta favorita. Dirigió su mirada a la joven mientras le instaba a que tomara lo que preferiera.

 

-Y lo siguiente, fue una serie de eventos de muy variada suerte. -continuó, rememorando la etapa final de su estancia en Estados Unidos. -Un encuentro con un vampiro, que por poco echa el Estatuto Internacional del Secreto por la borda, por ejemplo. Pero, gracias a eso, terminé aquí.

 

Hizo una pausa. Si para él, en veces era difícil digerir su propia vida, para Romina podría serlo aún más. O quizá lo entendería de cierta forma.

 

@@Romina Black Lestrange

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