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๑۩♚۩๑ Mansión Black Lestrange ๑۩♚۩๑ (MM B: 78195)


Mia.
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Lágrimas de dolor e impotencia llenaban los ojos de Derek quien no sabía qué hacer ante aquel repentino cambio de apariencia en los ojos y en la cabellera la rubia. Los gritos de dolor llenaron el despacho, el pelinegro se enfrenta por primera vez al demonio que posee a su querida hermana. El vampiro se paralizo, no por el miedo, sino más bien de tristeza y melancolía, su expresión se tornó en una clara mueca de desesperanza al ver a su vieja amiga de esa manera, era como verse en un espejo muy retorcido, que mostraba la verdadera alma de su ser, el reflejo de un demonio sobre otro.

 

— Déjala en paz, ¡AHORA!... — Exigía el vampiro sin éxito alguno.

 

Aunque físicamente Mia se viera casi igual su voz y su personalidad eran distintas, ahora estaba poseída y todo era culpa de Derek por reaccionar tan violentamente en el reencuentro. Con una mirada que apuntaba al suelo, mantenía su postura tensa, con la mandíbula y los puños apretados, no quería creer lo que le decía aquella entidad, cerro los ojos con fuerza y negó con la cabeza, sabía que Mia era curiosa y rebelde y que eso siempre le causaba problemas, pero él se negaba a aceptar la realidad. Tal vez ella cambio después de dejar el castillo, aun después de años seguía aprendiendo de ellos como si fuera la primera vez que ve a un humano en su vida.

 

— Era no haría algo así… Deja de mentir demonio… ­— El cuerpo de Derek tiembla y se eriza ante la presencia demoníaca.

 

Con atención escucha la historia en palabras de la entidad, la respiración del pelinegro comienza a agitarse, debía hacer algo para traer de vuelta a la Mia que conoce y ama, sin embargo, sus habilidades mágicas aun no eran lo suficientemente poderosas para hacerle frente en un duelo directo, rápidamente pensaba y descartaba hechizos que aprendió en forma teórica y que podría intentar, pero no encontraba uno lo suficientemente útil. En un momento repentino la palabra Legeremens le vino a la mente, una opción perfecta para combatir y evitar daño físico, pero aquel pelinegro aún no estaba listo para usar el encantamiento.

 

Su única esperanza recaía en sus habilidades como vampiro, de inmediato trato de concentrarse, respiro lo más profundo que pudo y despejo su mente.

 

— Te equivocas… Tu nunca serás mi hermana y nunca podrás ser como mi querida Mia…— Su voz era relajada, controlada a diferencia de como inicio el pleito ahora estaba tratando de pensar claramente. — A Mia ya la he aceptado desde el primer día que estuvo en mi castillo… Mi problema es contigo… — Soltó viendo como los ojos verdes y la tonalidad del pelo regresaban.

 

Derek aprovecho la cercanía que tenía con la bruja para tomarla por sorpresa. El pelinegro sabía que cualquier herida causada la resentiría directamente el cuerpo de Mia, por lo que trato de evitar el mayor daño posible cuando puso su diestra sobre el cuello de la bruja. Si bien no tenía idea de los poderes de los que era poseedor, el vampiro se arriesgó sin importarle su propia integridad al lanzarse de esa manera. Utilizando su peso y el factor sorpresa, tumba a la rubia en el suelo, justo después Derek empieza a liberar su poder innato, sus ojos comienzan a brillar y no despega la mirada de los orbes de su contraria. Respirando con tranquilidad y dejando salir una pesada exhalación, con voz baja pronuncia la liberación total.

 

— El Ave de Hermes es mi nombre, como mis alas para domesticarme… — Utiliza la misma mano para inmovilizar el rostro.

 

En cuanto termino de decir su conjuro, una extraña oscuridad consume la habitación, la temperatura desciende drásticamente, pareciera que lo único que existe son esos dos la única luz que hay proviene de los ojos escarlata de Derek, tenía que liberarse de las más de tres millones de almas que guardaba en su interior para tan solo tratar de conectarse con el corazón de Mia, es una jugada arriesgada que puede ser fatal para ambos, sin embargo, aquel hombre estaba dispuesto a enfrentarse una vez más a la muerte con tal de traer de vuelta a su hermana.

 

Con los dedos índice y medio de su izquierda toca el pecho de su contraria tenía que formar un vínculo entre sus corazones con su mente como puente. El plan era simple, Derek recordaría el pasado, cuando vivía con Mia en Valaquia para ser precisos, y hacer un reflejo de su mente y alma en las del demonio y así intentar confundirlo o aturdirlo, dando un chance a Mia de retomar el control de su cuerpo. La jugada era peligrosa, si Derek perdía la concentración , aunque sea un microsegundo el demonio podría entrar dentro de él y hacerse con su cuerpo y destruirlo desde dentro al tener su alma, mete y corazón expuestos.

 

— Recuerda querida… — El vampiro inicia la arriesgada maniobra

 

Flashback

Principado de Valaquia, hace más de cuatrocientos años…

El vampiro, con una mirada seria y llena de odio por la humanidad se encontraba sentado en el toro central de su castillo, planeando, maquinando su siguiente golpe para aterrorizar a los habitantes del siguiente poblado de Europa oriental. Su propia gente, los turcos y varios más ya conocían el nombre de Vlad Tepes, un verdadero monstruo que disfrutaba de la guerra, el sufrimiento y sobre todo de la sangre de sus víctimas, sin embargo, su ira y odio no habían disminuido ni un poco, aun quería castigar a todos, disfrutaba de su propia locura y no pensaba detenerla hasta que la última alma del planeta fuera una mera y vil desgracia.

 

Como ser de oscuridad y sobrenatural, rechazaba la calidez del sol y lo que significaba, en si eso era ser un monstruo. Y después de haber quitado miles de vidas había superado la barrera de su propia naturaleza, ya no tenia la necesidad de esconderse bajo el cobijo de la noche, ahora podría caminar entre los humanos y no ser reconocido, algo que le sería útil en el futuro. Pero ahora estaba sediento, continuaría pensando después de saciar su sed, por lo que dejo el castillo en busca de un par de victimas de las cuales alimentarse. El ocaso era adornado con los gritos y los ríos de sangre, un pequeño pueblo cercano tenia a las personas necesarias para satisfacerse por al menos un tiempo. Su rostro manchado con la sangre de las mujeres, niños, y hombres estaba fruncido con ira, y su mirada de odio no lograba apagarse aun después de masacrar a un pueblo entero. Ninguna alma se salvó, el silencio de la noche fue interrumpida por los quejidos de los cuerpos que se levantaban sin alma, los sirvientes de un vampiro, vasallos que solo sirven como carnada o para hacer las tareas más simples.

 

— Aun tengo sed… El pueblo mas cercano esta algo alejado de aquí tal vez si mando a algunos vasa… — El grito de una mujer lo interrumpe y con su mirada se transforma, estaba seguro de que había matado a todos los de la zona

 

Curioso por ver quien era aquella persona que había burlado su presencia, se dirigió con una pequeña sonrisa al punto de origen, entre el intenso olor a sangre no podía identificar a la persona, tal vez era una niña que no estaba presente al momento del ataque, sin importar quien fuese, de algo estaba seguro, se alimentaria de esa persona al igual que lo había echo con todo el pueblo. Un rugido bestial surgió de su garganta cuando faltaban metros para su encuentro su capa y su larga cabellera se agitaban con el viento, lo primero que vio fue a un puñado de sus sirvientes amontonados, una luz extraña salía de en medio de la multitud, el vampiro no tenia idea de lo que se trataba o el porque de esas luces. El pelinegro se abrió paso dando golpes y arrancando miembros a diestra y siniestra al mismo tiempo que las cenizas de sus vasallos volaban con sus ataques.

 

Ahí fue la primera vez que vio esos ojos verdes, la piel tersa y blanca, una dorada cabellera larga y el rostro jovial y casi igual a la Mia del presente. Derek estaba intrigado por la mujer, en ella podía ver el miedo que la situación de originaba, pero también valentía y determinación, no sabia como una simple mujer se había defendido de sus sirvientes con tan solo sus manos. Con un gesto de su brazo calmo a la multitud que clamaba por la sangre de la rubia. Sus primeras palabras hacia Mia dejaron en claro el tipo de persona que era en esa época.

 

— Una linda corderita logro escapar del lobo… Pronto estarás con los tuyos… Solo tienes dejarme morderte… —




Editado por Derek Jackman

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— ¿Crees qué tienes la capacidad de darme órdenes vampiro? —preguntó la demonio, mientras se paseaba por el despacho de la familia Black Lestrange.

 

Rusalka disfrutaba de poder volver a tomar el control de aquel cuerpo que en otros tiempos, se había entregado voluntariamente ella. Sabía que Mia poseía habilidades mágicas sorprendentes, que le permitían modificar y hacer cosas a su antojo, motivo por el cual comenzó a eliminar aquella rubia cabellera tan sosa que le parecía para transformarla en una de color roja, mientras que los ojos verdes de su ahora huésped se transformaban en unos de color azul, de esa manera lucía mucho más bonita a su parecer, además de sentirse más cómoda.

 

Ver como aquel vampiro perdía el control, hizo que en los labios de la demonio apareciera una sonrisa mientras todos los atisbos de lo que en su momento fue el cuerpo de la matriarca de la familia desaparecieran. Por fin, podía volver a reducir a miseras cenizas la voluntad de la ojiverde, había bastado una milésima de segundo de descontrol en sus emociones para volver. ¿Qué nunca aprendía la pequeña Mia? Al parecer no, pero eso le gustaba porque deseaba divertirse un poco y salir de cacería en compañía de alguno que otro de los amiguitos que en su momento había tenido.

 

—No miento querido, ¿quieres conocer la historia de como es que me entregó su alma tu hermana? —le preguntó con una sonrisa divertida.

 

Era extraña la manera en que la pequeña hija de Jocker había caído en sus redes, porque a pesar de ser diestra en magia era un poco tonta o lo fue en su momento como inexperta joven… aunque a decir verdad, estar encerrada en Estados Unidos durante una gran temporada, no se lo puso fácil y menos cuando Thawne la había recudido mágicamente y tuvo que huir, casi muriendo en el proceso. Pero no era momento de sentir lástima por la parte humana que aún se conservaba en el interior de su cuerpo, sino de hacer sufrir y continuar divirtiéndose con el Jackman.

 

Distraída durante algunos segundos, se encaminó hasta una chimenea y de allí tomó una de las copas de vino y bebió el contenido de golpe. Disfrutando de la sensación de calor quemante en su garganta, motivo por el cual no sintió cuando el cuerpo de él impactó contra su cuerpo haciéndola perder el equilibrio y conseguir que sus ojos y pelo volvieran a ser los mismos sosos de siempre. El peso de él la mantiene completamente inmóvil en el suelo y la hacen gritar de frustración, porque aunque desee no puede moverse, la postura se lo impide.

 

—Eres inteligente Derek, pero no lo suficiente y Mia no es nada de lo que fue cuando la conociste se ha perdido en el camino. —soltó a manera de burla intentando desestabilizarlo emocionalmente nuevamente.

Aunque no lo consiguió, siente como este esta luchando contra fuerzas mentales y psíquicas que no controla del todo así que aprovecharía esa situación. Cerrando los ojos, permite que Mia tome solo un poco del control de la mente que comparten, de esa manera él puede comenzar a decir alguna que otra frase con la única intención de hacer que los recuerdos de Alessia comiencen a fluir libremente.

 

—Siempre lo hago… —soltó con un susurró Mia, casi inaudible.

 

La mente de Rusalka, la rubia y el pelinegro se conecta en esos momentos, formando una sola.

 

 

FLASHBACK

 

Principado de Valaquia – 400 años atrás.

 

Mía estaba cansada de los múltiples regaños de su padre y la exigencia de sus hermanos mayores para que hiciera y deshiciera según lo que deseaban. Sabía que era una bruja poderosa y como tal, se esperaba que cumpliera con ciertas metas y aspiraciones familiares, pero ella aún no deseaba asumir semejantes responsabilidades y menos aún siendo tan joven, deseaba viajar, conocer y descubrir todo aquello que la magia tenía oculta para los magos y brujas más convencionales. Sus enseñanzas en Hogwarts no habían sido suficientes, deseaba tener más conocimiento y sabía que uniéndose a tan temprana edad a las filas del señor tenebroso no lo iba a conseguir.

 

Motivo por el cual, decidió escapar de la comodidad y protección del hogar en el que habitaba en Londres para emprender las aventuras y todo aquello que deseaba conocer fuera del mundo ordenado y pomposo de Londres. Inicio su travesía por algunos poblados aledaños, cambiando su apariencia con la metamorfomagia y usando la oclumancia para ocultarse de los conocidos de su familia y así consiguió salir del país para adentrarse a varios otros sitios de Europa.

 

Allí escuchó alguno que otro chismorreo y deseaba conocer un poco más sobre ellos, motivo por el cual atrevida y osada como era se aventuró a viajar hasta Valaquia, un sitio que no tenía ni una gota de magia, porque allí vivían muggles. Tuvo que aprender a relacionarse con ellos y comportarse como una pequeña dama de sociedad así como una pueblerina o cortesana según le fuese más efectivo para pasar desapercibida. Aunque a decir verdad extrañaba los lujos y todo aquello que el dinero que poseía podía comprar, pero no era momento para arrepentirse sino más, bien todo lo contrario ya había llegado hasta allí y se aventuraría a disfrutar de conocer al monstro del que tanto había escuchado hablar con temor.

 

Usando su varita mágica cambió su ropa por una elegante, la que usaría una señorita respetable de 17 años de edad… dejando poco al descubierto pero que sin duda era provocativa, mientras que en su mirada apareció un brillo de diversión. Quería conocer al demonio y saber si realmente era tan terrorífico como decían o estaban exagerando que era justamente lo que pensaba hacían. De modo que apareciendo con una voluta de humo negro en el recibidor del castillo del hombre, hizo que los presentes la notaran e intentaran reducirla pero con su magia consiguió irlos derribando usando la maldición cruciatus y la imperius a diestra y siniestra.

 

De esa manera consiguió abrirse paso hasta el interior del sitio, dejando que los que se aglomeraban a su alrededor la dejaran pasar por temor a enfrentarse a ella… con seguridad camino, hasta donde se encontraba el pelinegro y en cuanto lo vio temió un poco por su vida, ¿sería un mago disfrazado de un ser terrible? Podría ser, y ella si bien era poderosa no lo suficiente para conseguirlo, así que regalándole una sonrisa traviesa se acercó un poco más, aunque en su mirada apareció un atisbo de miedo.

 

— ¿Una corderita? No veo ningún borrego por ningún sitio, así que no sé de que hablas. —su voz sonó arrogante y tan típica al tono Black Lestrange— ¿Morderme? No me hagas reír, eso ni en tus mejores sueños lo vas a hacer, ¿por qué tendría que dejarme? —completó acercándose un poco más y mirándolo de arriba abajo, no dejándose intimidar por él y su postura— ¿Qué es lo temible qué tienes? ¿en serio te temen a ti? —la risotada que salió de sus labios buscaba molestar al hombre y hacerlo perder sus estribos.

 

Sabía Mia que estaba metiéndose en la boca del lobo, pero deseaba demostrar que no le tenía miedo y además tenía la varita a unos cuantos centímetros de su mano, así que podía defenderse si era necesario o salir huyendo si sentía que su vida corría verdadero peligro y si Derek era un mago, pues al menos habría muerto enfrentándose a él y no como una cobarde, algo que sin duda no era.

 

@@Derek Jackman

Editado por Alessia BL Crowley
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  • 3 semanas más tarde...

El tono desafiante del joven mujer hizo que la sangre de Vlad hirviera, la arrogancia de los humanos era lo que más le molestaba, algo que no toleraba, su sed de sangre aumento y el general quería matar a la mujer en ese mismo instante, su boca salivo al imaginar el ferroso sabor de la sangre ¿Ácido o dulce? La curiosidad por saber cuál sería su sabor lo consumía, el vampiro se acercó lentamente a la rubia, cada paso hacía retumbar la tierra, la sombras del lugar consumieron su cuerpo y su rostro, el rojo carmín de sus ojos iluminaron como linternas, fijas sobre su objetivo, el lobo estaba dispuesto y listo para soltar la primera mordida.

 

Lentamente, con cada paso el vampiro se acercaba amenazante a la mujer de rubios cabello, con la cabeza levantada y la boca abierta mostraba sus filosos colmillos, era como ver a la misma muerte a los ojos, la ausencia de sonidos en el ambiente anunciaba el inminente ataque, cuando estuvo a escasos centímetros de la mujer pronunció inexpresivo.

 

—Los valientes como tú siempre son los que mueren primero… ¿Dulce o ácida? Muero por saber.

 

Una intensa neblina cubrió a los presentes, la visión de la mujer se debió haber reducido a tal punto de no ver más allá de la extensión de su brazo. Vlad desapareció de la vista de Mia, atacar primero era lo que más le gustaba, atrapar a su presa y no darle tregua en ningún momento, destrozarla de principio a fin, ese era su manera de lidiar, pero por alguna extraña razón su sentido le decía que esta vez fuera más precavido, no entendía porque, ¿Acaso esa indefensa mujer representaba una gran amenaza para él? Se negaba a creer que una simple y vulgar humana pudiera tener esa clase de poder sobre su abismal presencia.

 

Así que inicio el acecho, su mirada siempre fija en su presa, rodeándola, midiéndola, infundiéndole terror, su derecha se posó en su hombro, un ligero siseo animal surgió a la espalda de la mujer, su agarre se tensó y forcejeo para dar una certera mordida en la yugular, estaba seguro de que la mujer no tendría la fuerza suficiente para liberarse de ese poderoso agarre. Sus dientes solo mordieron el aire.

 

—Eres la primera que se escapa de mí —con curiosidad por saber cómo lo había hecho Vlad busca entre la niebla a su víctima

 

El alto vampiro recorrió la niebla, buscando, era extraño que no pudiera sentir su presidencia, él conocía ese lugar, cada centímetro estaba grabado en su memoria, y sentía una desesperación extraña al no sentir o encontrar a la impertinente rubia, en su pecho la ira se acumulaba y la tensión en su cuerpo se incrementó, listo para salir a la batalla. Con golpes demoledores destrozaba los cráneos de sus siervos que los rodeaban, sangre salpicaba al general manchando su rostro, su respiración agitada y con una mirada llena de locura pintaba de rojo las paredes y el suelo. Vlad no podía disipar la niebla con tanta facilidad, pero hacía lo que podía al masacrar a sus seguidores, los lamentos y el sonido de los huesos quebrándose llenaron la noche, quería infundir terror a la corderito que se escapó de los colmillos del lobo.

 

Desesperado y después de destruir a su sirvientes, la mayoría de la niebla ya se había disipado, la sangrienta escena se alzó ante sus rojizos ojos, los ríos de sangre se formaron, todo su cuerpo estaba cubierto en rojo, las gotas de sangre tiñeron su armadura y su cabellera, gruesas gotas escurrían por el rostro del príncipe. Inhalo y exhalo con profundidad, si quería encontrar a la mujer debía calmarse, el pelinegro se irguió y trató de hacer que aquella intrusa se mostrará frente a él

.

—Me intriga saber cómo le hiciste para intimidar a mis sirvientes, no cualquiera le hace frente a un ghoul —su actitud parecía ser la de alguien más. —No sé qué, o quién eres, pero mi curiosidad me dice que vales más con vida —con una voz profunda dirigía la palabra a la nada.

 

—Sígueme, quiero mostrarte algo

 

Sin esperar a la rubia o sin siquiera importarle se dirigió hacia su castillo, el camino fue silencioso, Vlad no sabía si la mujer lo seguía o no, pero cuando llegó a su castillo cruzó el salón principal y se dirigió a la torre más alta de aquella magnífica construcción. Las farolas de aceite alumbraban pobremente el lugar, los pasos resonaban con eco sobre las piedras gris oscuro del castillo, la decoración lujosa al estilo medieval hacía sombras irreales con formas terroríficas, aquellas luces bailaban sobre los muebles de madera y las antiguas armaduras brillaban estoicas como antiguos guardias. La sensación de soledad se podía sentir, los pasillos se sentían fríos, sin la calidez humana, incluso en algunas áreas de los corredores se podía ver una fina capa de polvo, en otros lugares las telarañas eran el adorno principal. Tal vez esa era la primera vez que tenía visitas desde que cometió la masacre en la guerra de Valaquia y Turquía.

 

Aquel ser, que al parecer no se preocupaba de ser atacado por la espalda, si es que la rubia lo había seguido, mantenía a raya sus deseos de sangre, pues a cada paso que daba sentía como su sed lo orillaba a atacar por sorpresa, pero con fuerza de voluntad pudo traer a la corderito a la cueva del lobo, tenía la ventaja del local y podría atacar sin piedad ahora que se encontraban en la morada del despiadado bebe sangre.

 

—Este es mi hogar desde que tengo memoria, si tuviera un lugar al que llamar hogar este se acercaría bastante —el pelinegro explicó con un poco de nostalgia.

 

Jugar con su comida, algo que no acostumbraba, ¿Por qué lo haría? Tal vez porque encontraba la actitud de la mujer como un desafío personal para él, ¿Qué es lo que quería hacer con ella? En esos momentos ni él mismo lo sabía, era una total extraña en su hogar, en su fortaleza, dejando ese extraño olor que provenía de su sangre. Ese olor era inusual, su sangre era totalmente diferente a la de los del pueblo, no sabía lo que era, pero el solo hecho de descubrir su sabor lo hacía salivar, poco a poco perdía el control, pero se lograba controlar hablando de él, su voz se notaba algo quebrada y con incomodidad, su voz casi forzada se dirigía a la nada, confiando de que aquella extraña mujer lo escuchara.

 

—Un hogar sin familia, eso es lo que es este castillo, solo me tengo a mi, aquellos que consideraba como familia ahora están muertos —la voz, aunque con toques de incomodidad no se podía encontrar en ella tristeza alguna. —Ellos me dejaron a mi suerte, sufrí y juré vengarme de ellos, el pecado que cometí nunca será perdonado, pero no me arrepiento, si pudiera volver atrás estoy seguro de que lo volvería a hacer.

 

En cuanto llegaron a la torre, la luna marcaba la media noche, aquella luz de luna llena iluminaba con más intensidad que las farolas de aceite, aquellos rayos blancuzcos se filtraban por las ventanas de la torre, las escaleras eran fáciles de ver y de sortear. La sangre que cubría el cuerpo del vampiro ya no estaba era como si esta hubiese sido absorbida por la piel del pelinegro y sin decir nada recorrió las escaleras en silencio, cuando llegó al parte más alta de la torre abrió la puerta de la habitación, en ella se revelaba un cuarto vacío a excepción de un objeto cubierto por una manta, el polvo de la habitación se podía ver más que en todo el castillo. Vlad se adentró en el cuarto, sus pisadas se marcaban en el polvo del piso y la corriente de aire levantaba una nube que tardó en disiparse. La luz de la luna entraba sin dificultad, no había necesidad de tener farolas ahí, en cuanto el pelinegro llegó al centro de la habitación quitó la manta rápidamente, una intensa nube de polvo llenó el cuarto, era fácilmente visible con la luz.

 

—Esto es una prueba de que, a pesar de ser un ser de la oscuridad y un monstruo despiadado, una vez fui humano

 

Aquel artefacto era un cofre lleno de joyería, crucifijos, collares, brazaletes, anillos, piedras preciosas y un sinfín de artículos de plata y oro puro. Todos pertenecientes a sus familiares, algunos en perfecto estado, otros aun con las manchas de sangre de aquel fatídico día, era un eterno recordatorio que demostraba su verdadero ser, su alma negra era lo que representaba tanto brillo. La oscuridad de su corazón era representada por el brillo del oro y plata que alguna vez portó su madre y su padre.

 

—Tal vez quieras dejar algo en ese triste cofre, nunca dejarás este castillo, al menos no con vida

 

 

 

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  • 2 semanas más tarde...

La vampira luego de haber visitado en qué condiciones deporables se encontraba su negocio y era entendible hacía mucho año que no ponía un pie ahí y también hacía muchos años que visitaba la familia que la había acogido con tanto cariño.

Luego de haber caminado por la calles de callejón Diagon , era el turno de caminar por la calles ottery buscando una mansión en particular y luego de estar caminando un buen rato y recordando su pasado encuentra la mansión Black Lestrange y por fuera se veía tan cual como la recordaba

Al entrar a la mansión , la atendió un elfo que no acordaba quien era y fue avisarle a alguien de la familia de su visita y era lógico que no se acordaran de ella , hacía mucho años que había estado lejos de Inglaterra enfocándose en sus estudios de magizoologia y también un poco de herbologia y también seguro había cambiado un poco su aspecto porque llevaba el pelo recogido en un trenza, cuando antes siempre lo llevaba suelto al viento y en esa ocasión llevaba el pelo de un color rojo pasión

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— Ha pasado demasiado tiempo, ¿no lo crees?—susurraba la joven que le acompañaba. Hasana era mucho más que una compañera de matanzas, supo como transformarse en un pilar para Malfoy. Años de lejanía de los suyos, ya le estaba reclamando volver a sus raíces y sobretodo recuperar parte del tiempo perdido. Era celosa de su espacio personal, prefería la soledad a verse rodeada de todos los seres que ella consideraba parte de su familia, pero aún así no les echaba en falta y eso era lo que más le asustaba a sus dos consejeros personales.


El hermetismo que mantenía al intentar tocar esos temas, cerrándose como lo hace una ostra a piedra y lodo. Imposibilitaba al par de jóvenes a ahondar un poco más en su pasado e intentar preservar su presente y futuro— No es tan complicado de entender, no ha sido cuestión de callar de forma intencional. Solamente detestó que se cuestione cada paso de doy o planeó dar, suele ser agotador dar cuenta de todo a todos—indicó señalando la marca de Caín que reposaba en su cuello del lado izquierdo, acompañada por el tatuaje de un demonio que representaba todo aquello que le ataba al mundo de la oscuridad eterna.


El viento agitaba con parsimonia su dorada cabellera, atrayendo con esa acción a su memoria los momentos gratos que paso en esos jardines, junto su hermana Alessia. Tiempos que se quedaron albergados en su pétreo corazón, siendo suplantados por los momentos de ira y cólera que le causará que su padre, le echará de casa a causa de su condición como metamorfomaga. Curiosa la forma en que solía burlarse el destino en ciertas situaciones, dándole la oportunidad al karma de ejercer su justicia de forma certera y lapidaría.


— Compartimos las mismas cicatrices, aunque las mías poco a poco se han ido desdibujando. Pero la herida que las causó permanece intacta y latente, implorando por la venganza que se les ha negado—siseaba como una serpiente que reptaba por el suelo. Silenciosa y letal, esperando el momento justo para inyectar su ponzoña y causar una muerte lenta y sumamente dolorosa. Era otro ser el que estaba delante de la pelirroja, sorprendida por el cambio que generaba en su superior ese sitio.


Era como mutar de piel, arrancándose la piel a tiras, permitiendo que su carne estuviera expuesta a los rayos del sol y experimentar un dolor que le resultaba catártico. Flotando en el aire, despejaba su mente de todo aquello que le encadenaba a su pasado, viajando al sitio donde radico los últimos dos años. Nueva Zelanda fue una bocanada de aire fresco, libertad que no le refrenaba de ningún modo, ahí pudo conocer a Azai y darse la oportunidad de unirlo a sus filas como su consejero personal.


— Llegará pronto, estoy segura que sí—escuchaba a lo lejos la voz de Hasana, aquella mujer que daría su vida por proteger a la rubia.

Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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  • 1 mes más tarde...

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Un frío dejavu recorrió la espalda de la bruja quien se encontraba frente a la mansión que alguna vez había llamado hogar. Habían pasado años desde entonces y apenas conocía a quienes aún formaban parte de la familia. Mía era una de sus sixtillizas y se preguntaba si aún estimaba a la periodista como en las viejas épocas en que vivían en la casa Xtrong.

 

Pero no estaba allí por Mía, ni por Jock quien antaño había sido su abuelo en esa misma casa ¿Seguiria con vida el Black Lestrange? Negó con la cabeza, esperaba volver a verlo al menos una vez más. Pero a quien buscaba era a una persona que nunca tuvo el placer de conocer en persona, alguien de quien mucho se hablaba y poco se sabia. Se preguntaba si Aries Black Lestrange siendo miembro ejemplar del FMI y un hechicero como pocos según se rumoreaba, estaría de su lado empuñando su varita encontramos de los muggles y del inquisidor.

 

 

Golpeó la puerta de la gran mansión a la espera de ser atendida. Llevaba un ajudtado pantalón negro, una camisa holgada color azul borcegos. La varita la guardaba en el bomsi que colgaba de su hombro.

 

Un elfo salió a recibir a la periodista y pareció reconocerla.

 

-Señorita Gryffindor- dijo el elfo, la pelirroja se preguntó si en la mansión los elfos leían el periódico.

 

-Busco a @ Black Lestrange- anunció la pelirroja -¿Se encuentra aquí?

 

 

El pequeño elfo doméstico abrió aún más la puerta para que la periodista ingresara.

 

-Por favor tome asiento en la sala de estar- la invitó - ¿Desea algo de beber?

 

-Agua está bien, aquí espero-

 

Con un simple chasquido de dedos una botella de agua apareció junto a una copa en la mesita ratona frente a los sillones. Con elegancia la pelirroja tomó asiento y aguardó a que el mago se presentara.

 

 

Off: vamos a divertirnos un rato y a que nuestros pj se conozcan :love:

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  • 7 meses más tarde...

La matriarca Black Lestrange, regresaba a Londres después de más de tres años desaparecida en el mundo muggle, aquel mundo que tiempo atrás había querido destruir. Pero que lamentablemente, la dejó sin poder hacer nada más que adaptarse a él, debido a la pandemia que los aquejó durante lo que parecieron décadas, acabando con la vida de miles de personas, destrozando familias y dejando un halo de dolor que era casi posible palpar en el ambiente.

Su aspecto, si bien no había cambiado algo en su interior sí, no era la misma bruja despreocupada, arrogante y caprichosa de antaño. No, se encontraba perdida y  sin siquiera conocer el sentido de su vida. Necesitaba reencontrarse, sentirse querida y amada entre los suyos o los que decían eran los suyos… los Black Lestrange. Aquella familia por la que tanto había dado y estaba dispuesta a seguir dando, porque a pesar del paso del tiempo y de no ver a ninguno de los miembros de la misma, era capaz de sentirlos presentes, en alguna parte del mundo mágico o no mágico. 

Así que en cuanto la silueta de una mujer de rubios cabellos y cuerpo esbelto se logró visualizar en los jardines de la mansión, los elfos domésticos no se sorprendieron, sabían que Mia había vuelto. Y con su grácil andar, ingresó a la casona, mirando todo a su paso y notando que estaba vacío el lugar, limpio pero vacío. Era obvio que tenía cierto tiempo, sin ser habitado y eso por extraño que pareciere no le sorprendió, sino todo lo contrario porque la familia había crecido y madurado, dejando el nido. 

-Avisen a Cillian que estoy aquí. -fue todo lo que dijo, antes de subir a su habitación, dejando las palabras al aire y esperando que sus fieles elfinas domésticas cumplieran con su orden y llevarán al mago ante sus ojos, ¿por qué él? No sabía, pero lo requería algo en su interior se lo decía. 

 

@ Cillian

Editado por Mia Black Lestrange
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  • 1 mes más tarde...

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El jefe de departamento de Comunicación y propaganda le había encargado a Ashley realizar la entrega personal de algunos invitados a La Gala de Beneficencia del consulado italiano.

La Oliverde se dirigió a la Mansión Black Lestrange, aquella invitación donde había pasado gran parte de su infancia, la bruja sabia que tendría varios sentimiento encontrados, y prefirió solamente dejar dichas invitaciones en el espacio destinado al correo.

La Black Lestrange saco dos invitaciones, una que era dirigida a su Padre Illidan Black Lestrange y su hermana Mía Black Lestrange

Entre ellas dejo una pequeña nota

-Espero verlos en la gala.

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@ Illidan Black Lestrange  @ Mia Black Lestrange

 

Editado por Ashley Emily Black Lestrange M.

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La Mansión Black Lestrange era el segundo lugar al que debía hacer acto de presencia, era su forma de avisar que estaba de regreso, un retorno no del todo lleno de buenas nuevas, pero ahí estaba, de pie mirando la gran puerta de madera que mantenía a los extraños fuera. Dudo por más minutos de los que necesitaba si tocar o simplemente abrir y entrar como cualquier miembro de la familia lo haría, pero al final hizo lo segundo. 

 

La Mansión apesar del tiempo se encontraba siempre pulcra, al parecer los elfos no dejaban que ningún rastro de polvo se acumulará, ya que apenas lo escucharon todos los elfos, los cuales habitaban en aquel sitio aparecieron para rodearlo. Dos de ellos le quitaron las cosas que llevaba en las manos y un tercero le pedía quitarse los zapatos para limpiarlos.

—¿Quién está en casa? —preguntó a un cuarto elfos que esperaba tener una tarea por hacer, pero este no respondió, en su lugar fabiano, su elfo, quien se hizo presente, fue él que al final respondió. 

—Señor, no hemos visto mucho movimiento últimamente, hace días apareció la Sra Matriarca a dejar una invitación, pero enseguida se fue.

A Aries se le hizo extraño ese comportamiento de su abuela, pero quizás el tiempo la había cambiado, así que mirando al elfo del cual desconocía su nombre, mismo que no se retiraba, se dirigió a él.

—Traeme una botella de vino, veamos cuantas botellas de vino me tomó antes de que algún miembro de la familia aparezca.

 

 

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Apareció frente a las rejas de entrada de la mansión Black Lestrange, por primera con la intención de una simple visita. Había estado allí en varias ocasiones, sospechando de los integrantes de aquella familia o acudiendo a un enfrentamiento inevitable, varita en mano y la seguridad de que habría varios heridos tras el encuentro. Pero esa tarde era diferente, o al menos sus intenciones no eran entrar en ningún conflicto. 

El sol poco a poco comenzaba a caer y la brisa, que todo el día había estado presente, comenzaba a ser más fresca. La Gryffindor llevaba una capa gris por encima de una falda negra y una blusa blanca al cuerpo. Sandalias bajas y el cabello amarrado en una cola de caballo alta completaban su atuendo. Vestía como todos acostumbraban verla, y su actitud era la usual a ojos de todos. Aunque internamente estaba pasando por varios cambios, algunos que afectaban a su vida de manera demasiado radical y que no estaba del todo segura de atreverse a llevar adelante. 

Se debatió unos momentos antes de atravesar la pesada reja de entrada y rumbear sus pasos hacia la puerta, caminando entre el pequeño bosque de álamos que separaba la casona de la entrada. Con paso firme se plantó en la entrada y llamó a la puerta con tres golpecitos. 

Cuando abriesen preguntaría por Illidan, esperando encontrarlo en donde tenía entendido que era su casa...

@ Illidan Black Lestrange

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