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Shadowhunters (MM B: 108774)


Akiza Ravenclaw H.
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Luego de la feroz batalla que había tenido lugar en el ministerio de magia en la cual Kaori, luego de abusar de las habilidades de su clan, termino con un gran desgaste tanto físico como mental que la obligo a tomarse un descanso. El lugar elegido había sido uno de los lugares seguros de la Orden, la playa siempre le había gustado y Sammael estaba encantado de poder hacer castillos de arena y dado que le gustaba el agua, ese sin duda era el lugar indicado.  

  

Sentada sobre la arena cálida de la playa, la pelinegra no pudo evitar preguntarse el porque su esposo no había hecho el intento tan siquiera de buscarlos. Hacía ya varias semanas que coincidieron en la hacienda Tonks, en donde una vez más lo había encontrado en una situación un tanto comprometedora con Rory —Rory...— susurró el nombre del mago pelirojo, quien diría que aquel pastor de origen tan sencillo y tímido terminaría siendo el nuevo Ministro de Magia, se lo había ganado a pulso y sus acciones en la batalla contra Laura Nielsen lo demostró con creses, no cualquiera se sacrificaría de esa forma.  Apartó el recuerdo del pelirojo desmayado en el frio suelo del Ministerio, así como también apartó esa sensación de incomodidad que tenía al saber que ni Rory ni Aries se eran indiferentes.  

  

—Mami...mira—la dulce voz de su hijo la hizo voltear a ver lo que tenía en su mano, una pequeña concha en cuyo interior tenia un pequeño cangrejo ermitaño.  

  

—Esta bonita cariño... pero si la ponemos aquí el pequeño que vive dentro saldrá— dijo ayudándolo a ponerlo en la arena, luego de un momento y para deleite del pequeño Black Lestrange, el cangrejo empezó a caminar en busca de refugio. Sammael emocionado gritó de alegría mientras lo volvía a tomar con sus manitas.  

  

La bruja sonrió al verlo, aunque esa sonrisa no duró demasiado pues sintió como las protecciones que había puesto en el Shadowhuntes se activaban.

  

—Osiris...—Llamó a la pequeña elfina que en segundos estuvo frente a ella — por favor lleva nuestras a cosas al Shadow, es hora de volver— no sabía si era definitivo, pero de momento no tenía caso seguir en el refugio.  

  

—Sammi... Sammael cariño... vamos iremos a ver a papá... —dijo al pequeño que estaba guardando en el castillo de arena al cangrejo. Emocionado dejo todo de lado y corrió a los brazos de la pelinegra.  

  

—Si, papi... papi —decía emocionado y al hacerlo el cabello rubio cambio de color a un azul muy llamativo.  

  

Con ayuda de la varita secó y quitó la arena tanto del niño como de ella misma, no se molestó en cambiar sus ropas así que los dos vestían traje de baño. Luego sin esperar a la elfina quien seguramente tardaría un poco en recoger todo, desaparecieron para segundos mas tarde reaparecer en la sala del que aun consideraba su hogar.   

 

 —Papi...papi—dijo el niño casi lanzándose de los brazos de la pelinegra para correr a abrazar al Black Lestrange.  

 

—Por un momento creía que tendría que ir a buscarte al inframundo nuevamente —dijo la bruja, en su tono de voz se notaba que estaba un tanto molesta.  —Me alegra que no fuera el caso — añadió.

 

@ Souichirou Mima

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Aries.

 

Papi… papi…

Fue la voz de su hijo que lo hizo salir de su estado de pensamientos profundos, que Sammael se encontrara en aquel lugar indicaba que cerca se hallaba Kaori, la busco con la mirada y al encontrarla, se le quedo mirando como un cordero indefenso, estaba enamorado de aquella mujer, tanto que había regresado del inframundo por ella y por su hijo. Se fue acercando hasta donde se encontraba la nipona escuchando cada palabra de sus reclamos y con su pequeño hijo en brazos le acarició la mejilla derecha mirándole a los ojos.

¿Así que estabas dispuesta a irme a buscar al inframundo? —su voz era picara, como las primeras veces que habían hablado, cuando él era partidario a la Marca Tenebrosa, no quería soltarle la noticia así por si en el futuro lejano era puesto a prueba y quisieran instigar en sus recuerdos. Por otra parte, trataba que ella adivinara las cosas y guardara el secreto para ambos, al mismo tiempo que él lo haría.

Me sorprendió mucho no haberte encontrado aquí hace dos noches como se había pactado. —De entre sus bolcillos saco una vieja snitch dorada y se la dio a su hijo mientras lo ponía en el suelo para que pudiera jugar tranquilo mientras ambos adultos hablaban sobre lo que estaba pasando con ellos. —¿quieres beber algo? Dejemos que el niño juegue en casa, tu y yo debemos hablar sobre un asunto que nos compete a ambos.

El rubio tomo la botella de whisky de fuego y empezó a servir en un vaso con hielos, trato de hilar sus ideas lo más que pudo, al tiempo que trataba de ver la forma en que sus palabras no fueran tomadas de forma errónea, pero no había forma en que la mujer frente a él no se molestara, por lo que tras beberse el contenido de su vaso en un trago soltó lo que lo mantenía intranquilo.

Me encontré con Macnair, con Arya Macnair, la noche que salí de la Tonks.

@ Kaori Moody

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No pudo evitar notar cierta picardía en su voz al mismo tiempo que sin quitarle la mirada le acariciaba la mejilla, enarco una ceja pues hace mucho que su esposo no desplegaba todos sus encantos con ella. Entonces ¿Por qué lo hacía en ese momento? Frunció el entrecejo, algo no iba bien y sospechaba que lo que sea que su esposo le diría ese día no le iba a gustar para nada.

 

—No se si te enteraste que en el Ministerio hubo una batalla en contra del… la inquisidora, bueno pues estuve en ella… —empezó a decir, pero su esposo no le estaba prestando atención a pesar de que le había ofrecido algo de beber y de que ella aceptó con un asentimiento, solo sirvió un vaso con whisky.

 

Él estaba nervioso, como si tuviera que agarrar valor para decirle algo, así que sin decir más detalles de donde había estado lo observó beber de un solo trago el whisky. Entonces aquello que parecía estar atormentándolo salió de sus labios. Arya Macnair, el nombre que menos deseaba escuchar ser pronunciado por su esposo, confiaba en él, claro que sí, en quien no confiaba era en aquella bruja, estaba segura de que aun albergaba sentimientos por él.  

 

—¿Y? —preguntó cuando al fin recupero el habla, cuando al fin ordenó un poco sus ideas y trato de poner a raya sus miedos, porque sí, aquella bruja era la única que podía hacerla sentir esa inseguridad, esa bruja había estado comprometida con su esposo, en algún momento ellos se habían amado. La pelinegra se sirvió una copa de whisky y luego de beber el líquido ámbar preguntó.

 

—¿De qué hablaron? Porque solo hablaron ¿verdad…? —dijo sin levantar la mirada, tenía miedo de lo que le pudiera responder, no estaba del todo segura si quería saber el resto de la historia, no estaba segura si podría soportarlo, pero tampoco podría vivir con la duda y hacer como si no lo hubiera escuchado, hacer como si esa conversación jamás sucedió. Dio un leve suspiro y armándose de valor añadió —Dime porque estas tan nervioso… — añadió mirándolo a los ojos.

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  • 2 meses más tarde...

dpTJ7hu.jpg Estoy segura que no hubiera fijado mi atención en aquel local si no hubiera visto la escalera de caracol. Lo reconozco, la arquitectura "diferente" me atrae mucho y, últimamente, el Callejón Diagon se veía apagado y monótono. Era curiosidad lo que movió mis pasos hacia el lugar, en el que un letrero que parecía pintado por un niño pequeño, indicaba una palabra. Menos mal que soy experta en muchos idiomas y en muchos conocimientos. Aquello era una runa, disimulada en un grabado tosco. Aquello avivó mucho más mi fisgoneo nato y me atreví a acceder al interior.

No soy persona que se asuste con facilidad, aunque dé una imagen diferente. En mi interior, permanezco bastante fría ante los problemas, haciendo que mi mente funcione a mil para buscar soluciones, mientras mi cara se convierte en una máscara emocional que pueda arrancar empatía en quien me rodee. No puedo evitarlo, soy payasa; sé impresionar y sé interpretar qué es lo que busca o espera el espectador. Aunque aquel no era el caso, siempre iba preparada para responder a cualquier pregunta o situación. No era alguien que se quedara sin respuestas. No se me sorprende con facilidad.

Por ello, es difícil entender el desconcierto que sentí al entrar en el local. En un principio, no entendí qué eran aquel mostrador y aquellas "S". Me costó entender que aquello era un lugar donde se podía beber en sillas altas y seguramente incómodas, y tal vez bailar al final del espacio. Arqueé una ceja, sin decidir si me gustaba o mejor salía huyendo. No sé porqué avancé en buscar de una silla lo más alejada de la entrada y de la gente, para pasar desapercibida. Me quedé mirando todas aquellas botellas de licor de mil colores diferentes.

-- Interesante -- musité, sin saber qué pedir.

 

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La diferencia entre su vida en Holanda y Londres era abismal, decantándose por permanecer más tiempo en su residencia dentro de Ámsterdam. El tiempo había sido bastante benevolente con el Nigromante, obsequiándole la posibilidad de convivir con su primogénito André. Aunque poco o nada, volvió a saber de Selene, aquella mujer que le diera una razón más que de peso para continuar con sus planes de alianza con Francia. El tener la posibilidad de convivir con madre e hija, si que le colocaba en una encrucijada difícil de resolver a la ligera— El destino tiende a ser sumamente caprichoso a veces—vagamente recordó su último encuentro con Alexander. 

Hacia tiempo que no sabía nada del Luxure, tras dedicarse en cuerpo y mente a sus múltiples ocupaciones— Vaya que me he dado un respiro y de que forma—deslizando su zurda por su cabello, volvía a sentirse como un adolescente. Perdido entre las montañas que rodeaba la mansión que creyó era su hogar, aquella cárcel con pinta de castillo de cuento de hadas— Los cuentos de Hadas son para niños, dentro del mundo donde yo hábito, no hay espacio para boberias como esas—dibujandose en sus labios una sonrisa desprovista de toda emoción. Continuaba con su andar, intentando elegir el sitio ideal para beberse un buen par de copas. 

Shadowhunters parecía ser una fachada sin demasiada intriga impresa en ella, pero algo le decía que en su interior las cosas daban un interesante giro de 360°. El probar cosas nuevas era lo suyo, desenmarañar cada misterio que pudiera encontrarse plasmado en la decoración o los empleados que laburaran dentro de cada uno de los locales que visitaba. Entre bares, hoteles y una que otra tienda de varitas, no se daba abasto del todo. 

— Vayamos por un poco de acción—entrando en el local, recorrió con sus ojos azules todo los rincones. Sintiendo una agradable sensación al estar ahí, percibiendo un ardor profuso y continuo en el costado izquierdo— Tatuajes gemelos—susurro al recordar a la Holandesa. Ahora la Nigromante era oficialmente parte de esa nación, tal y como si hubiera nacido dentro de tierras Neerlandesas.  La conexión entre ese par de vampiros se intensificaba cada vez más volviéndose un mismo ente cada vez que se encontraban dentro de la residencia de la familia que acogió a la rubia y vio nacer al Vidente. Extrañas formas de obrar posee el destino, entrelazando la vida de los seres que han sido predestinados mucho antes de nacer— Quimera—recorría con las yemas de sus dedos la mitad de aquel símbolo que apareciera en su pecho, tras realizar aquel pacto con Macnair. 

Las noticias sobre la llegada de Kacey a Londres, encendieron las alarmas del cuerpo de seguridad del Primer Ministro de Holanda. Ese grupo de hombres que estaban entrenados para salvaguardar la integridad del hombre más poderoso de esa nación, tras hacerse con el poder total y absoluto de todo ese país. Ocultado debajo de ese atractivo rostro todas las atrocidades que perpetró durante años, cegado por la sed de venganza y la idea de tener poder ilimitado, para dirigir al ejército del país que le diera los peores años de niñez. Pero retribuyéndole con una incalculable herencia el haber perdido el nexo con su querida familia Macnair. 

Editado por Juv Macnair

Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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  • 11 meses más tarde...

Connor claramente se había encariñado mucho con Sammael, tanto que últimamente le pedía con mas frecuencia permiso para llevarlo a pasear y ya que su hijo sentía cierta adoración por Denahi, el bebé de Hobb, siempre terminaba dándole permiso. Esa tarde visitarían un acuario así que tenía prácticamente toda la tarde libre. 
 
Se sentó en el enorme sofá de la sala con una taza de chocolate humeante en sus manos. La ventana que daba al Diagon estaba abierta y dejaba entrar los débiles rayos de sol que de vez en cuando se filtraban por entre las nubes y el ruido de las personas afuera. Sin Sammael haciendo ruido, pidiéndole que lo mire cada vez que lograba saltar  más alto o haciendo pucheros porqué ella lo regañaba por alguna travesura, el departamento se sentía enorme y con un silencio que le dolía.  


Miro los planos que estaban sobre la mesa y luego recorrió con la mirada el lugar.  Había estado pensando en remodelar hace varios meses incluso ampliarlo, pero ahora no le encontraba mucho sentido. Aparto la mirada de la mesa y bebió un sorbo de la bebida caliente, dio un suspiro para luego sacar el aparato de Ellie para enviar un mensaje.  


<<Hola… ¿Te apetece un chocolate caliente seguido de un paseo? >> sin pensarlo mucho presiono la tecla de enviar y al instante, como si de una adolescente se tratara, se sintió nerviosa. Llevaban varios días entrenando en la fortaleza oscura, pero ese día no tenía ganas de entrenar, solo tenía ganas de ver a Lukyan y pasar tiempo con él.

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ʟᴜᴋʏᴀɴ ᴀ. ᴠᴏʟᴋᴏᴠ 

El día se le estaba haciendo tan denso, que ya solo contaba los minutos para ir a entrenar con Kaori, a lo largo de una hora si miraba el aparato que la pelinegra le había dado unas 20 veces eran pocas, pero no se atrevía a molestarle, pensando que podía estar ocupada, al igual que él, quien aún no tenía respuesta del paradero de ahora ya 6 trabajadores que sufrían de Licantropia. 

El que sus trabajadores desaparecieran sin dejar rastro le estaba complicando el trabajo, ya que otros Licantropos que trabajaban para él, empezaban a no querer seguir trabajando con él, creyendo que era quien los estaba haciendo desaparecer para no pagarles. Eso y todo lo que estaba pasando en Londres desde que Ludwig había llegado al poder, estaba generándole un poco de estrés. 

Estaba por levantarse y servirse un poco de whisky, cuando vio que la pantalla del aparato que usaba para intercambiar mensajes con Kaori se había encendido. Leyó el mensaje y sonrió, apenas termino de leerlo, ya estaba tomando sus cosas para ir a casa de la morena ubicado en la planta alta del Shadowhunters. 

《Voy para allá, muero por verte.》 

El mensaje se envió y no tardó más que un par de minutos más en aparecer a las puertas de la casa en la que Kaori vivía con Sammael y Aries, aunque este último ya llevaba más de un mes desaparecido. Al llegar tocó la puerta, ansioso por tener a la pelinegra entre sus brazos, por la ausencia de ruido estaba seguro que estarían solos y eso lo aprovecharía.
 

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El aparato vibro en su mano casi de inmediato luego de que enviara el mensaje a Lukyan. Sonrío al leer la respuesta, ¿como es que tenía la capacidad de hacerla sonrojar con una simple frase? No lo sabia pero quizá se debía a que ella compartía el mismo sentimiento, también moría por verlo, aunque claro ella no tenía el suficiente valor como para decírselo así tan descaradamente como él. 


Apenas había guardado el dispositivo y bebido un poco mas del chocolate cuando el sonido propio que hacía el aparecerse, resonó en la puerta principal. Dejo la taza sobre la mesa y como cada vez que sabía que iba a verlo, trato de mantener a raya esa sensación de emoción que siempre la describía como el aleteo de mariposas en el estómago. Se acomodó la blusa blanca que llevaba puesta y los pantalones jeans en un intento vano por controlar los nervios. Luego se regaño a si misma por comportarse así, era solo un amigo que iba a tomar chocolate y conversar ¿verdad?  

--Pero que rápido… podría llegar a pensar que estabas esperando mi mensaje - - dijo con una sonrisa en los labios mientras abría la puerta para dejarlo pasar. Lucia tan alto y apuesto como siempre, aunque en su mirada pudo notar, al menos por unos breves segundos, algo de preocupación - - adelante Volkov no queremos que se enfríe el chocolate - - añadió dejando entrar al mago.

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ʟᴜᴋʏᴀɴ ᴀ. ᴠᴏʟᴋᴏᴠ

Cuando la bruja se hizo presente frente a él, hizo uso de todo su autocontrol para no abrazarla y besarla de lo linda que se miraba a sus ojos. Dio un par de pasos dejando la puerta cerrar a su espalda, le tomó la mano para que no se alejara de este, mientras le dedicaba una sonrisa sincera.

—No vengo a tomar chocolate, vine a verte, por que como dije, ya te quería ver. —la diferencia de estatura le hizo tomarla de la barbilla para que sus miradas se cruzaran, aveces las miradas decían más que las palabras no dichas o los textos no escritos. Lukyan no sólo extrañaba la presencia de la nipona, sino que también añoraba el dulce sabor de sus labios.

Fue guiado hasta donde ella había dejado su taza y le soltó la mano de forma lenta para tomar asiento en el sofá de dos plazas para sentarse juntos y hablar de esa manera en susurro, aun cuando no había nadie que los pudiese escuchar, es más podían hacer algo más que hablar ya que Sammael no estaba ahí para interrumpirles, pero Lukyan habia prometido esperar a que fuese ella quien lo besara y aceptara sus sentimientos.

—¿Y tu pequeño torbellino personal? —preguntaba por el pequeño demonio, para saber si estaba con Aries y por si podía pedirle un beso sin que se justificara por la presencia de su hijo, ya que para ese momento ya se habían dado un par de fugaces besos luego del beso en la misión de lo del profesor Brown.

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Y ahí estaba una vez mas esa habilidad única que tenía el mago para dejarla sin palabras. Ante el suave rose en su barbilla, Kaori levantó la mirada para encontrarse con la de Lukyan. Por un instante sintió que el tiempo a su alrededor se detuvo y sin darse cuenta contuvo la respiración, deslizó su mirada hasta los labios del pelinegro, deseando probarlos una vez más, pero se contuvo. Y pudo percibir exactamente la misma situación en Lukyan, se estaba conteniendo al igual que ella ¿pero hasta cuando serian capaces de mantener sus sentimientos y deseos a raya?  

Volvió a respirar y movió la cabeza en un intento de que el deseo de besarlo se fuera, no funcionó así que opto por guiarlo hacia el sofá, en donde se sentaron uno junto al otro.  

--Esta con Connor en el acuario, tardarán en llegar - - le respondió acomodándose en el mueble de tal manera que pudieran verse. - - ya que no deseas chocolate, que esta muy bueno por cierto, ¿tal vez deseas algo mas fuerte? - - le pregunto.  

Su mirada traicionera volvió a caer en sus labios preguntándose por cuanto tiempo los dos podrían mantener esa fachada de no desearse mutuamente. Tomó la taza de chocolate y bebió un sorbo pero estaba casi frío así que la volvió a dejar ahí mismo. Era obvio que lo hizo para distraerse y evitar lanzarse sobre él y besarlo.  

--ya se enfrió… -- dijo haciendo un puchero.

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