Castillo Lockhart (MM B: 78568)

[Aziid Black T.]

Aziid T.

Notó la presencia de Arya también en aquel lugar, pero por ese momento había decidido ignorarla y centrarse en el objetivo que debía cumplir. ¿Qué sería bueno hacer en aquél lugar tan singular? Tenía vagos recuerdos de ese castillo, pero prefería bloquear esa parte de su memoria, esa que solo le traería confusión y dolor en momentos como en el que se encontraba.

Caminó derecho hacia el castillo, con su varita en mano apuntando hacia el suelo. Se detuvo y pensó unos momentos, la noche estaba despejada y tal vez le hacía falta un poco de iluminación a los jardines del gran castillo– Incendio–rió, y con su varita apuntando hacia el suelo, lanzó una pequeña llamarada hacia el césped, la cual sería suficiente para comenzar un pequeño incendio que iría propagándose por el jardín, acabando y convirtiendo en polvo todas las plantas decorativas que pudiera.

Caminó hacia la entrada del castillo sin preocupaciones mientras el fuego se esparcía detrás de su paso, una vez adentro miró hacia todos lados, pensando qué más podría hacer.

– Morphos– exclamó apuntando hacia una linda silla en el recibidor, en ese momento ésta se transformó en un pequeño escorpión color negro, con una aguja brillante. El pequeño animal sería capaz de inyectar una dósis mortal de veneno a cualquier persona. En ese momento se lanzó a correr, escondiéndose entre las sobras y los muebles del lugar.

– ¿Hay alguien aquí?– gritó hacia las escaleras.

[Orión Yaxley]

- ¡Incendio!

 

Apuntó su varita a todo el jardín para iluminarlo. Hogar fenixiano que ilumina es el que arde. Todos los arbustos que contorneaban al camino que daba al castillo. Estas se esparcieron rápidamente, tiñendo las piedras beige del castillo en un rojo intenso. Era como pintar sobre lienzo la verdad, solo que le estaba dando unos tonos más cálidos que lo que necesitaba en ese lugar. ¿Qué podía decir? No sabía pintar.

 

- Espejo de niebla Necrohands. –Dijo inmediatamente moviendo su varita, aunque no la necesitaba.

 

De pronto, sus dos manos amigas aparecieron en el aire. Estas lo iban a proteger de cualquier rayo que atente con su vida. Se sentó en una de ellas para descansar una de la caminata. Atesoró la posibilidad de poder invocarlas, ese libro nuevo le venía bastante bien. De ahí en más se quedó expectante por si algún fenixiano lograba aparecer.

[Liam Black]

—¿Yo pagaré? —Rodó los ojos.

 

No había mucho más que hacer ahí, no había rastro de algún miembro de la Orden del Fénix y destruir el lugar ya le resultaba tan aburrido como sentarse a esperarlos. Con una orden visual las manos fantasmales se ofuscaron así como también la adrenalina que recorría su cuerpo vanamente en busca de alguien contra quien luchar. Bajó la varita mágica y se acercó a la muchacha nueva, que por lo visto estaba lo bastante ebria como para permitirse estar en pie mucho tiempo más.

 

—Apestas a alcohol —gruñó tomando por la cintura a Arya, frenando un posible tropezón. Los ojos que traslucía por debajo de su máscara le indicaron que ya la conocía de antes, pero hasta donde recordaba solía luchar contra ella, no ayudarla—. Vamos, la fiesta terminó. Salgamos de aquí.

 

Observando por sobre sus hombros se cercioró de que nadie ajeno haya aparecido antes de comenzar a caminar el trayecto de salida, ayudando con sus brazos a la pequeña alcohólica. No la juzgaba, él también disfrutaba de un par de copas y de hecho hacía poco estuvo completamente borracho en medio de un asalto, pero ella era una aspirante y su imagen se vería perjudicada... Nah, ya era toda una mortífaga.

 

—Te llevaré a mi castillo —dijo atravesando la verja—. Quién sabe qué harás en este estado.

 

Y al momento que apoyó su planta desnuda sobre el frío asfalto, desaparecieron dejando una humeada estela gris.

[Leonardo Myrddin E.]

-Como mande, jefa- Respondió con una sonrisa a la mujer que lo acompañaba, mientras ella invocaba un fuego maldito, del cual salió una impresionante ave de rapiña, la cual terminó calcinando la puerta del castillo.

 

-Quiero divertirme un poco a solas- Dijo el castaño a su acompañante, a la vez que, sin esperar respuesta suya, corría usando su velocidad de vampiro para correr por distintos lugares del castillo. -Es una lastima que no tenga más rango en el bando para esto. Pero bueno... ¿Qué diversión había si usas hechizos que te simplifican todo?- Se dijo a sí mismo, mientras apuntaba a una de las ventanas con su varita. -¡Confringo!- Exclamó emocionado mientras sus ojos tomaban un color ambarino,y veían cómo explotaba una ventana. Sonrió al ver los cristales volando en todas direcciones. -¡Esto... es... genial!- Exclamó, mientras repetía el procedo una y otra vez, en una ventana diferente, y desde puntos diferentes. Aquél alboroto le encantaba, le hacía sentir otra vez como si estuviera en Japón, en las épocas en las que su existencia se basaba en el asesinato de distintos seres.

 

-Me encanta esta remodelación- Dijo, mirando los efectos de los hechizos de sus compañeros. Si había algún inocente atrapado dentro del lugar, no le importaba. Era cosa del destino decidir si vivían o morían.

[Jessie Black Lestrange]

Era momento de irse, ya habían destrozado un poco aquel castillo y de seguro dejarían bonitos recuerdos, de eso no tenía duda y por lo mismo era momento de partir. Volteo el rostro buscando a Leo con la mirada, debía encontrar a aquel chico de una vez por todas, finalmente lo vio no muy lejos de ella, camino decidida hasta llegar a su lado.

 

-Vamos, debo sacarte de aquí si o si, no mires atrás y sobre todo no te separes - explico Jessie mientras tomaba a Leo de la mano y comenzaba a caminar en dirección a la salida del castillo.

 

Por el camino se encontró con su sobrina Alexis, a la cual también decidió que era mejor llevársela de ahí o su hermano podría terminar matándola si se enteraba que la dejo sola en un lugar comprometedor para alguien como ellos.

 

-Hola sobrinola... es hora de irnos o tu padre me matara si te dejo - explico Jessie llevando a ambos chicos fuera del castillo Lockhart

 

Una vez estuvieron lo suficientemente lejos tomo a ambos jovenes de la mano, giro sobre sus talones y desaparecio del lugar, llevandose con ella a Alexis y Leonardo.

[Orión Yaxley]

Ya era hora de salir. No tenía necesidad de seguir estando dentro de un lugar donde no iban a ser bien recibidos. Se volteó para la puerta. Sus manos invocadas gracias al poder del libro de hechizo lo acompañaban, haciendo que él no se sintiera tan solo. Agradeció no haberse puesto algún atuendo más incómodo.

 

– Mis saludos para los miembros del lugar. –Exclamó mientras movía la varita haciendo explotar un par de decoraciones del vestíbulo.

 

No había pisado más afondo del castillo porque ya le daba pavor. Tenía la teoría que si pasaba el suficiente tiempo dentro de un hogar fenixiano le iba a empezar a salir plumas. Un pensamiento casi prohibido para el propio mago. Sin más comenzó a recorrer los jardines en llamas. La máscara lo protegía del humo perfectamente, y por más que era de madera, un encantamiento hacía que no tuviera riesgos de quemarse.

 

Llegando a la verga le pegó una patada a un gnomo decorativo de horrible gusto a las afueras del castillo. Si bien, no sabía mucho sobre el arte de la realización de una pintura, si sabía sobre la disciplina en general y un gnomo de jardín era algo que le parecía extremadamente asqueroso. Acto seguido y en un lugar donde le permitiera realizar la magia, se desapareció.

[Alexis Miller]

Alexis Miller

Pocion multijugos

 

Huyo de lo que sigue detrás de mí,

y sigo lo que huye delante de mi

Publio Ovidio Nasón

 

 

Me acerco a la puerta destrozada y paso por sobre ella, estoy como lo que soy, una joven bruja a simple vista pelirroja, ojos verdes, mis favoritos y solo con un vestido sin zapatos, sin maquillaje, como nunca, como siempre me quedo en el umbral a observar los destrozos, cuando no hay visitas como nosotros podría parecerse alguna vez a lo que observamos al entrar pero nunca será igual

 

Los ojos siempre quieren ver lo que ellos quieren, pero los locos pueden ver más allá que los demás. De la locura viene la sabiduría, de la sabiduría viene el poder. Mis ojos se quedan mirando mientras salgo a los jardines corriendo hacia la verja erguida juvenil. De pie y sin perder la elegancia le miro, sus pasos cautelosos los cuento: un, dos, tres.

 

Llego hacia un chico, lo observo -¿llévame lejos?... –le hablo sin respetar el protocolo, no sé dónde está mi padre. Giro la espalda para ver hacia la mansión, espero que una segunda vez alguien digne a aparecer, quiero divertirme quiero jugar, dañar o morir, del chico tras de mi… no tengo su nombre ni se lo preguntare, pero lo sabré y el me llevara.

[Alyssa Black Triviani]

Hace tiempo que la Black no veía a tantos de los suyos acudir a un llamado, le agradaba pues era una oportunidad muy valiosa para fortalecer el compañerismo y reforzar sus vínculos. Todos se habían desperdigado por los jardines llevando el caos consigo, fuego, explosiones y destrucción les seguía a donde sea que fueran dándoles a los Lockhart un hermoso recuerdo de por qué no debían resistirse a ellos. La mortífaga por su cuenta se detuvo en su lugar simplemente contemplando a sus compañeros, le invadía una cálida sensación de pertenencia y orgullo, como si allí fuera precisamente el lugar donde debía estar. En un momento hubo una persona en particular que llamó su atención, un joven a quien no reconoció.

 

- Eres nuevo - masculló la Black dirigiendose a Röv - Bienvenido - agregó esbozando una sonrisa que quedaría oculta tras su máscara – Expectro Protego

 

Tenía la varita en la mano y de ella se formó una densa niebla de oscuridad, la misma se arremolinó hasta tomar la forma de un Hipogrifo que chasqueando su pico y golpeando el suelo con sus cascos se mostró listo para actuar en caso de ser necesario. Alyssa sonrió satisfecha con su creación, el animal le cuidaría o atacaría a quien fuera que ella ordenase, un guardaespaldas personal.

 

- Fuego Negro – masculló esta vez – Fuego Negro – repitió – Hay que ser precavidos, aunque a estas alturas dudo mucho que aparezcan…

[Leah Snegovik]

—¿Uhm?

 

¿Se había quedado dormida? Con la cantidad de gente que había, el potencial y los nuevos hechizos que debía explorar, se había quedado más o menos ida en su propio mundo. La Ángel Caído pareció darse cuenta de pronto, después de largos minutos de incertidumbre, cuando pestañeó y volvió a la vida real con un golpe de frío, ruido y un montón de caras conocidas. Todo el mundo empezaba a irse, entre pequeñas bromas y comentarios subidos de tono, como todo en la Marca Tenebrosa. Sonrió de medio lado, sin ponerle demasiada atención a nada más y abrió la boca ligeramente, posando la mano delante para ocultar un bostezo. Era hora de irse a casa.

 

Tanto cansancio acumulado le pasaba factura y era evidente que no podía mucho más, asi que fue todo un milagro que lograra cortar el tiempo y el espacio con los dedos, invocando un Haz de la Noche para poder irse. Ni siquiera tenía ganas de seguir las reglas. El portal se abrió al instante, desde su cabeza hasta los pies, revelando un interior tormentoso y colorido. Sin pensarlo mucho, lo atravesó y desapareció al instante, dejando atrás todo y reapareciendo en la Fortaleza Oscura.

[Aziid Black T.]

Aziid T.

Estaba casi seguro que nadie estaba en el castillo, pues su llamado no tuvo ninguna respuesta y no sentía presencia de más vida ahí. No tenía caso quedarse más tiempo, el mago tomó un cigarrillo y lo encendió tranquilamente mientras caminaba hacia el jardín.

– Emocionante– suspiró con sarcasmo al salir del castillo. Afuera las llamas consumían la mayor parte de la vida que había tenido antes el jardín, el verde se había acabado para darle luz al rojo de las llamas que bailaban por todo el lugar, sería algo complicado para cualquier persona atravesarlo, pero a él no le preocupaba.

Caminó hasta la salida lentamente, disfrutando su cigarrillo y admirando el fuego a su alrededor, por su mente se cruzaban mil pensamientos y no sabía cómo acomodarlos. Una vez fuera esperó unos momentos, sabía que algunos de sus compañeros no tenían aún su licencia, no pasó mucho cuando se encontró con una chica que no conocía, la miró y terminó su cigarrillo. Lo tiró al suelo y pasó su bota sobre él al acercarse a ella.

Sonrió al escuchar las palabras de la chica, la tomó del brazo y la miró con una sonrisa de lado– Tan lejos como quieras–y ambos se esfumaron de ese lugar, dejando un pequeño rastro humeante oscuro en donde se habían encontrado. En algunos momentos perdería el efecto de la poción, dejándola ver su realidad. Un buen bar sería su destino, necesitaba un par de copas para callar ciertas cosas dentro de él y sería bueno contar con compañía.