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• Moody • (MM B: 109061)


Ellie Moody
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Madeleine se ve obligada a reconocer, en su fuero interno, que se siente bien tener visitas en la casa. Eileen pasa muy poco tiempo en casa y, cuando está allí, lo único que hace es leer sus aburridos pergaminos y hablar de porvenir de la comunidad mágica. Y el otro inquilino, ese tal Hobbamock Graves, lo único que hace es encerrarse en su habitación con sus muy variadas visitas y no precisamente para jugar a los gobstones; es entonces cuando Madeleine se ve obligada a dejar la casa, pues el ruido del colchón y el crujir de la madera le impide concentrarse en lo que están pasando en la televisión. No hay un día en que Madeleine le exija —pues ella nunca ruega— a Eileen que lo eche de la casa, o que por lo menos le imponga unas razonables reglas de convivencia. Si fuera por ella, le diría que se vaya a hacer sus cosas en el Caldero Chorreante o que por lo menos vaya al motel del pueblo, que ella generosamente pagaría... pero respeta que Eileen sea la jefa del hogar. Ella no sólo es una Moody de verdad, sino que la casa es suya y es el sustento principal de la familia.

 

—Creo que sólo está pasando por un momento difícil —le intentó explicar Eileen—. Estoy segura de que no durará mucho. ¿Por qué no intentas hacer algo fuera de la casa? Tampoco es muy sano estar acostada todo el día frente a esa absurda caja.

 

—¡Pues yo también estoy pasando por un momento difícil! —se excusó de inmediato, enojada por el injusto señalamiento.

 

—Y yo también, pero aún así me estás metiendo en esta discusión.

 

Pensó que no haría nada, pero durante los días siguientes se dio cuenta de que había colocando un encantamiento para mantener todos los sonidos de la habitación de Hobbamock ahí dentro. Pero Madeleine no es tan ingenua como para pensar que lo hizo sólo por su queja. Ella sabe que hay algo más entre Eileen y Hobbamock, una historia que le da curiosidad conocer pero no se atreve a preguntárselo a su prima. No, pensaría que es una persona triste que busca entretenimiento en la vida de alguien más por ser la suya propia tan aburrida. No es una chismosa, sólo siente curiosidad. Por eso ha usado sus dotes detectivescas y su experiencia como auror para husmear en las cartas de su prima y escuchar conversaciones en el pasillo, en la cocina... Poco a poco, tiene más piezas del rompecabezas que intentan ocultarle. ¡Pero no lo lograrán!

 

«O quizás necesite conseguir un empleo o un pasatiempo...».

 

De modo que, mientras Ellie prepara las tostadas francesas y el café, no hay sonidos perturbadores viviendo del piso de arriba. El sonido que hace que se sobresalten, viene de afuera y es uno que Madeleine reconoce perfectamente.

 

—¿Cath? —suelta sin darse cuenta, mientras se levanta para ver por la ventana.

 

Pero Ellie piensa en otra persona.

 

—Iré a ver de qué se trata —les dice a las visitantes, tras apartar el sartén del fuego—. No se supone que tendríamos más visitas.

 

Empuja la puerta de la cocina, que conduce al patio trasero. El aullido de los lobos la conduce al establo, el cual prácticamente no visita puesto que no tiene un buen entendimiento con las criaturas mágicas. Sin embargo, ahora hay dos personas allí. Sus ojos no observan más de un instante a Richard, pues cuando captan la visión de su prima, harapienta, hambrienta, no se apartan de ella.

 

—¡Mel! —exclama Ellie, dejando caer la espátula y el trapo de cocina. Se echa a correr hacia ella, con lágrimas en los ojos, y la abraza con fuerza— ¡No puedo creer que estés aquí!

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No habían pasado más que un par de minutos cuando se hizo presente Luna en aquel lugar casi como siguiéndole los talones y por poco terminaba estrellándose contra la ojiazul. Cuando al fin logró ubicarse un poco con su llegada soltó palabras de saludo y disculpas que salían de sus labios atropelladas por la velocidad con la cual las expresaba. No pudo evitar una sonrisa, a pesar de no verla en meses seguían manejando esa forma acelerada y un tanto nerviosa de hablar sobre todo cuando estuvo a punto de tener un ligero percance.

 

- No te preocupes Luna, todo está bien así que no debes disculparte por algo que no ha pasado - dijo a la bruja mientras escuchaba a la dueña del hogar sobre que habían llegado justo cuando terminaba de organizar y que estaba a punto de dirigirse a preparar algo de comer.

 

Ingresaron a la cocina mientras Luna se quejaba de su un poco desastrosa presentación por aquel trayecto en escoba que había hecho, pero fue cuestión de un par de florituras de varita por parte de la familiar de la Moody para estar de nuevo con su atuendo impecable.

 

- Buen día Madeleine - responde al saludo de la bruja recordando su nombre de cierta ocasión en el pasado donde se cruzaron pero tal vez que la mujer no recuerda bien. - Candidata puede ser, fuerte no lo creo - dijo mirando de reojo aquella edición del profeta. Si bien era cierto que su nombre estaba rondando el de los posibles magos y brujas aptos para ocupar aquel puesto sabía que no estaba a su alcance y más después de aquella acusación de traición y conspiración contra el anterior ministro. Así que no entendía siquiera como su nombre había terminado allí.

 

Asintió con un movimiento de cabeza cuando Eileen le habló de que se conocían por el ministerio, lo que le dio a entender que era mejor no mencionar la orden aunque era una de las razones por las que estaba allí. Quería saber si tenía alguna noticia de otros miembros que aún no habían respondido al llamado de reagruparse.

 

Prestaba atención a la ligera conversación que se llevaba alrededor de la cocina mientras la Moody preparaba un sencillo bocadillo cuando un ruido en el exterior llamó la atención de todos. Su mano derecha se posicionó sobre la varita resguardada en su bolsillo para estar lista ante cualquier peligro, tal vez no era nada pero mejor prepararse.

 

Así que cuando la bruja salió de aquel lugar no pudo evitar ponerse en pie y acercarse a la ventana de la cocina para vigilar que nada fuera de lo normal fuera a suceder. Como estaban los tiempos últimamente las sorpresas estaban a la vuelta de la esquina.

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Connor Karkarov.


No pudo evitar sentir cierta tensión cuando Hobb empezó a hablar de Ben. Aún no sabía con exactitud qué sentía por el mago al cual estaba abrazando justo en ese momento, que le atraía eso era obvio, que si fuera de otra manera no estuviera desnudo en la cama junto a él y mucho menos en la que sabía era la casa de la ex pareja del Graves. ¿En qué estaba pensando cuando acepto ir a esa casa? A su mente llegaron fragmentos de la noche anterior y en realidad no había pensado mucho, tan solo se había dejado llevar.

Pero la mañana había llegado y pensar en Ben le hacía sentir dudas, la relación que tenía con él ya había pasado por mucho y no tenía ni idea de cómo iba a reaccionar ¿y si de verdad le parecía que se había vuelto loco? ¿Y si lo llegaba a perder? ¿Y si le tocaba escoger? Empezó a sentirse mareado tan solo de pensarlo, así que tenía que hacer que Hobb dejara de hablar.

—Ya veremos que pasará cuando hablemos con él... —dijo dándole un fugaz beso para tranquilizarlo —aun no se escuchan ruidos afuera y si mejor dejamos de hablar de Ben y ocupamos el tiempo en algo más divertido—dijo con una sonrisa que hizo que en su mejilla se formará un hoyuelo, movió el brazo para incentivar a Hobb y se pusiera sobre él.

Estaba a punto de seguir hablando pero es callado por un beso que además de tener el efecto esperado en todo su cuerpo, también le hace olvidar toda las dudas que tiene, todas las preguntas que rondaban su mente desaparecen y en su lugar empieza a creer fervientemente que tal vez podría funcionar, que debía funcionar.

El tiempo pareció detenerse entre los dos magos mientras se besaban y acariciaban, dejándose llevar por el deseo y la pasión que sentían, dejando que fueran sus cuerpos quienes expresaran lo que sentían y se fundieran en uno solo. Deseando que aquella burbuja que habían creado alrededor de ellos durará eternamente, deseando que no tuvieran que regresar a la realidad.

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Como siempre estar con Made, Dennis y Eileen la hace sentir en casa, nunca entendió porque le sucedía aquello pero se siente feliz cuando escucha los intercambios de las chicas y sonreí agradecida cuando Made logra que se vea presentable como siempre, podrían pasar años volando en escoba que la bruja jamás se acostumbraría a estar desaliñada por eso, así que solo se conforma con sonreír alegré mientras se acomoda mejor su cabellera pelirroja en su prendedor del fénix dorado, esperando que nadie más que las chicas la haya visto desaliñada, se acerca a la mesa escuchando la conversación alegré, ella quiere que Dennis y Madeleine sean candidatas, aunque no sabe si llegarán a ganar, al menos, que sean candidatas eso seguro que sí.

 

- Oh vamos, nadie mejor que ustedes para poder estar de candidatas, aunque no se si ganarán al menos podrán tener algunos votos, sobretodo Dennis que se lo merece, ambas hacen un trabajo excelente así que ¿por qué no nominarlas? si quieres puedes dimitir, no estas obligada a ser candidata Made, pero era cantado que te votarían ¿por qué pensabas que no?, por cierto, gracias Made por arreglarme, por poco me daría algo - Les comenté extrañada de que le haya asombrado su candidatura, cuando era cantado que muchos compatriotas la votarían, por su arduo trabajo -

 

- Menos mal Dennis pequeña, es que me trastabille y casi la empujo por la colisión que hice, no quise hacerlo, pero al menos pude llegar a tiempo, es cierto que si esta casa estuviera a la vista de cualquiera, tendríamos varios visitantes indeseables pasándose por aquí así que mejor que este a resguardo y que cueste encontrarla, por otra parte, cualquier cosa para comer estará bien, ciertamente me da lo mismo, lo que tengan estará más que genial para mí, no saben lo revolucionado que está el ministerio, ya nada es lo que era, varios sacaron las varitas e intentaron escapar con algunos archivos, todo esta hecho un líos, hay hasta protestas, creo que eso salé en la siguiente pagina, es todo medio un caos hasta que se reorganice todo y esté todo más en calma - Les confesé en un susurro para que solo ellas pudieran escucharlo -

 

No era que no confiará en los demás habitantes de la casa, era que en realidad no los conocía, no tenía idea de quien más estaría por allí, así que mejor era que cuando hablará de estos temas tuviera cuidado, nadie sabía quien podría estar escuchándonos y su eran de fiar, no era que me había vuelto paranoica, al menos no tanto, solo era que intentaba que nadie más supiera lo que habláramos no quería que creyeran que estaba siendo chismosa, tan solo por comentarles como veía el panorama general en la calle y el ministerio en concreto, ya nada estaba calmado y no sabía cuando se calmarían lo suficiente como para que pudiera trabajar algo más tranquila que antes.

 

- No se cuando todo estará en calma, cuando parece que todo se reorganiza de vuelta, aparecen más problemas y más problemas por doquier, creo que no podremos tener un momento de paz y calma en estos tiempos que corren, es más no recuerdo haberlo tenido desde que llegué a Inglaterra, creo que ni si quiera cuando viajo a Italia estoy tan en tensión como cuando estoy aquí, es como si esperara todo el tiempo que ocurriera algo, ya sea malo o bueno, creo que algo pasará pronto y seremos testigos de eso - Les susurré confesandoles mis temores y pensamientos por primera vez en voz alta, lo había pensado varias veces pero nunca se lo había dicho a nadie y como estábamos en familia, supuse que no estaría de más decirles mi pensamiento, así me ayudaban a pensar en como intentar traer algo de paz en un campo minado -

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El recibimiento es más de lo que esperaba, más de lo que merece, en realidad.

 

-¡Ellie! -su voz, es una mezcla de risa y sorpresa- Es bueno saber que te encuentras bien ¿Cómo ha resultado todo? -sus ojos desprenden calidez y brillan, con esa expresión infantil que de alguna forma no consigue abandonarla del todo, a pesar de los harapos o la nueva complexión, más atlética- Perdón que tuve que desaparecer pero no podía dejar a mi clan solo, ya sabes que aún sin guerra los licántropos ya la pasan mal y ahora... -por un instante, se queda sin palabras pero luego recuerda donde se encuentra y añade con rapidez- oh, pero no tienes nada de qué preocuparte, ellos se encuentran perfectamente ahora.

 

Durante todo ese intercambio, ha sucedido también otra cosa. Richard, plegando la silla, guardando las cosas e intentando limpiar todo rastro de cuanto estaba sucediendo. Mel ni siquiera le presta atención.

 

-He perdido todo rastro de Londres o ropas adecuadas para un humano -ríe un poco, pues ciertamente también necesitaría un baño- ¿Todavía funciona la ducha y el agua caliente? Si ya no tengo alguna habitación no hay problema, siempre que pueda cambiarme en alguna parte...

 

Richard, por alguna razón, parece encontrar ese comentario de lo más divertido. Como si se refiriese justamente a la ocupación de su antigua habitación. Ahora que ha guardado todo, disfruta con intrigarla, por supuesto.

 

-No lo sé, Ellie -comenta, imitando el tono que Mel usa para llamarla- ¿Sigue ocupada ahora todavía? Yo también podría usar un baño caliente.

 

Aunque Mel no entiende del todo lo que está sucediendo, es capaz de adivinar cuando Richard esta siendo deliberadamente cruel o burlón, por lo que lo corta en seco con un solo comentario.

 

-Oh sí, también olí visitas. Preferiría que no me viesen así, las conozca o no, así que será mejor si uso la ducha primero, con agua caliente o no. No quisiéramos que tengan que oír tu concierto Richard.

 

Mel aun recordaba cómo había sido la primera vez desde que instalaran el agua caliente. Richard era capaz de cantar arias enteras de Rigoletto o La traviata sin parar con esa voz de tenor alucinante. No es que fuese desagradable pero no era precisamente el mejor acompañamiento para una hora del té en donde se intentaba conversar.

 

Eso consiguió callarlo al menos por unos segundos.

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—Oh, Luna, la candidata es Eileen, no yo —comenta Madeleine con suavidad. Luna es una de las pocas personas que consiguen ablandarla. Siempre le ha parecido un ser inocente, que debe cuidar de la maldad del mundo. A Dennis no la conoce, pero parece tener una buena reputación en la comunidad mágica, por lo que tiene entendido. Sin embargo, ambas le parecen personas completamente diferentes—. No soy muy popular, mucho menos cuando es de conocimiento público que formé parte de la Orden del Fénix. Estoy agradecida con poder vivir aquí, en paz.

 

»No te preocupes, Dennis, las cartas ya están echadas; todo el asunto de las elecciones, simplemente es el espectáculo que deben hacer para mantener las apariencias. Pero, por lo menos, sirve como distracción de todo lo demás.

 

Madeleine se mantiene de pie, observando la ventana a pesar de estar escuchando lo que dice Luna. Dennis también observa el patio trasero. ¿Acaso está preocupada? Ella es consciente de la situación en la comunidad mágica es delicada, pero está segura de que ahí están a salvo, en aquel remoto pueblo muggle, en aquella humilde casa.

 

—¿Alguna vez hubo paz? —suspira Madeleine, observando de reojo a Luna— Quizás temporadas de letargo. Calma temporal. Pero, bajo todo eso, siempre había algo malo esperando para salir y darle un vuelco a nuestras vidas... Ejem —no está acostumbrada a estar con otras personas; olvida que cuando piensa en voz alta, la están escuchando.

 

»¿Qué crees que sucederá, Gryffindor? ¿Acaso te refieres a...?

 

Pero Madeleine frunce los labios. No quiere meterlas en problemas ni hacerlas sentir incómoda... Pues sabe exactamente a lo que se refiere. Ella también recibió el llamado, aunque optó por ignorarlo. Y tiene que seguir haciéndolo si pretende tener una vida normal.

 

—Supongo que ahora yo me encargo del desayuno —en lugar de encender la cocina, levanta la mano para atrapar el teléfono que vuela hacia ella. El número de la pizzería está en marcado rápido—. Sí, buenos días —habla por teléfono—, quiero una familiar con pepperoni... Y quiero de esos palitos de pan...

 

• • •

Se enjuaga los ojos con la manga de la túnica, sonriendo como una i******. «Nosotros también somos un clan», susurra una voz desde lo más profundo de sí misma, pero Ellie borra la idea antes de que tenga más fuerza y llegue a sus labios. Está demasiado feliz como para permitir que sus dudas arruinen el momento.

 

—Todo está bien, no tienes que preocuparte. Soy una adulta, ¿recuerdas? Me he hecho cargo de la casa y la familia.

 

No puede evitar soltar una carcajada. ¡Por supuesto que su habitación sigue dispuesta para ella! Incluso la de Richard lo está... Aunque más que por cariño, por el hecho de que no le parecía muy sensato entrar a sus aposentos sin saber qué podía encontrar. Sin embargo, el comentario de Richard le borra la sonrisa del rostro. ¿Acaso está sugiriendo...? ¿Qué tanto sabe acerca de la situación de la familia?

 

—Sus habitaciones están como las dejaron —le responde con frialdad—. Y es cierto que tenemos visitas —repone, observando a Mel—. Y un nuevo inquilino... Aunque no se trata de un Moody. Ya te pondré al día, ¿sí?

 

»Entonces... ¿Vamos a casa?

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—¿Inquilino? Y por supuesto que eres una adulta, lo sé —ríe no sin cierto nerviosismo—, es sólo que no puedo evitar pensar en todas las cosas que han sucedido.

 

Hay algo raro con el tono de voz que Ellie utiliza para denominarlo. No quiere creer que sea necesario hurgar en aquello que ella no le esta diciendo pero se hace una nota mental para preguntárselo de forma sutil más tarde (aunque es probable que lo olvide de todos modos). Mientras tanto, Richard ha salido ya, encaminándose hacia la casa. Mel se encoge de hombros en dirección a Ellie y sigue el paso de Richard sin mucha prisa.

 

Cuando traspasa el umbral, lo primero que la asalta es el inesperado olor a pizza. No le extraña solo porque los magos no suelen consumirla, si no porque no se esperaba que el delivery estuviera disponible para ellos, sabiendo que se encuentran alejados a propósito.

 

—Oh...

 

La expresión escapa de sus labios antes de que pueda detenerla. De hecho, es algo que no se había esperado, ver a todas esas personas de la Orden del Fénix ahí reunidas. Supone que es una coincidencia pero no puede evitar sentirse un tanto avergonzada, siendo que no lleva más que un harapo, el cabello desgreñado y, por encima de todo, sabiendo que jamás fue una miembro ejemplar de la organización en su momento, cuando Richard la convenció de entrar alegando que podría ser interesante, aunque solo lo había hecho por su propia conveniencia. Así que sus palabras están dirigidas al grupo en general:

 

—Buenas...

 

Casi de forma instintiva, Mel se acerca a los palillos de la pizza y mira directamente a los ojos a una mujer cuya mirada -no por el color o sus características físicas si no por la férrea determinación de su expresión, que subyace bajo un hálito de amabilidad que desde el punto de vista de Mel parece sincero aunque frágil- le recuerda vagamente a Pandora y con mayor intensidad, a la de Catherine aunque por la forma en que luce, no parece que esten emparentadas. Eso hace que su cuerpo se contraiga con cautela unos segundos, antes de relajarse y dar una sonrisa tentativa.

 

—Eh... si no es mucho pedir ¿podría...?

 

Alarga una mano hacia los palillos en clara señal de petición, a la par que escucha la voz de Richard a sus espaldas.

 

—Bah, coge cuantos quieras —no parece estar de tan buen humor como hacía apenas unos minutos—, Madeleine me lo debe por compartir mi pequeño secreto.

 

Richard parece estar viendo de reojo una factura sobre la mesa (que Mel imagina debe ser de la pizza) para luego dirigir a la muchacha una sonrisa que Mel traduce como peligrosa. Luego, saluda a los presentes con cortesía. Mel, sin embargo, no toma los palillos todavía si no que espera la respuesta de la muchacha.

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Madeleine paga por la caja de pizza y, además, le da al repartir una generosa propina por "las molestias". El confundido muchacho le agradece, le sonríe a las también confundidas Luna y Dennis, y entra en la chimenea, para desaparecer en un estallido de llamas verdes. Nunca recuerda nada, se asegura muy bien de ello. Ya está por el segundo pedazo de pizza, cuando la puerta se abre y entra Ellie, seguida de una harapienta Melrose y un sonriente Richard.


Ella no conoce mucho a Mel, pero por las anécdotas de Eileen es consciente de su amor por la comida, de modo que no le sorprende verla acercarse, hipnotizada, a la comida.


—Qué linda reunión familiar —comenta Madeleine, luego de apurar la comida que tiene en la boca con un sorbo de refresco de cola—. Sirvete lo que quieras, Melrose...


El comentario de Richard, al que nadie parece prestarle mucha atención, no pasa inadvertido para Ellie. Madeleine alza una ceja y le dedica una mirada desafiante.


—Tu brindas la otra, tío —comenta con una sonrisa que no le llega a los ojos—. Tengo entendido que puedes permitírtelo, con tu situación económica...


Mientras tanto Ellie se disculpa con Dennis y Luna por su ausencia.


—Recuerdan a Mel, ¿verdad? Acaba de llegar de... de su viaje.

Editado por Eileen Moody

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La postura de la Delacour no había cambiado en los minutos siguientes, continuaba de pie junto a la ventana alerta ante cualquier cosa fuera de lo normal que se pudiera presentar pero aún así escuchaba atentamente la conversación entre Luna y Madeleine. Le dedico una mirada cuando hablo acerca de aquellas elecciones y eso era también lo que ella pensaba al respecto.

 

Después de escuchar un par de cosas más de aquella conversación ve como la bruja decide que se hará cargo del desayuno. Penso que prepararía algo o usaría magia para ello pero el ver llegar a un repartidor de pizza por la red flu hasta aquel lugar fue algo que realmente la dejó con la boca abierta literalmente. Bueno suponía que con la magia todo es posible.

 

Pero la primera impresión pasa cuando el olor de la pizza llega a sus fosas nasales e inunda su pensamiento y seguido a eso su estómago le recuerda que tiene hambre y se acerca para tomar un pedazo de pizza. Estaba disfrutando de ello cuando Eileen vuelve al interior de la casa acompañada.

 

Observa a Richard a quien no veía desde hace mucho, desde aquel asunto con la cámara y la maldición. Le sorprendió fue ver a Mel llegar en aquel estado pero bueno no era quien para juzgar sin saber las causas de ello. - Claro que la recuerdo Eileen. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que te vimos. Que bueno que estés de vuelta--dijo en tono amable antes de volver a dar una mordida a su rebanada de pizza y ver como Mel se enfocaba en los palitos de pan.

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No quiere decir que sigue asombrada cuando ve llegar al repartidor de pizza, sonreí feliz porque tiene ganas de probar esa pizza aunque sencillamente no tenga necesidad de comer, la pregunta de ¿Qué creo que sucederá? hace que la miré y asienta cuando su Made le dice aquello que todos saben pero que nadie en su sano juicio diría. Porque pensar en la Guerra, la Destrucción y la Muerte no es algo que las personas quieran hacer y muchas hasta le huyen a las 3 más rápido que le huirían los lunes a la mañana a sus jefes pidiéndoles un informe que no llegaron a realizar nunca.



- Creo que la Guerra está a la vuelta de la esquina, no se cuando estallará ni porque pero estoy segura que dentro de nada habrá sangre de nuevo en las calles, en aquella oportunidad, recuerdo que tanto Made como Dennis me acompañaron a patrullar y a cuidar que nada se saliera de control y fue todo un caos, estoy segura que será igual que aquella vez o quizás hasta peor, el ministerio esta hecho un verdadero hervidero de personas quejándose todo el día, ya nadie va a su trabajo feliz, es cuestión de tiempo que estalle la guerra y estoy segura que nos salpicara a todos, estemos del lado que estemos - Digo en voz baja para que solo Dennis, Made, Melrose y Eileen me escuchen, sin mencionarles a nuestra organización y dándoselos a entender como podía hacerlo -



Sabe que la Orden del Fénix apenas esta reagrupándose, está segura que no debería de temer mencionarla en su hogar o bueno en el que empieza a ser su hogar, pero realmente quiere cuidarse mucho de que dice y que no, la Moody ahora quiere ser más precavida de lo que alguna vez fue, porque hubo una época feliz en donde solía decir lo que pensaba, ahora lo seguirá haciendo pero con mucho más cuidado que antes y porque no quiere que la miren raro ni nada por estilo, además así se evita que alguien pueda escucharla y causa un revuelo en su nuevo hogar.



Toma un trozo de pizza dándole un mordisco feliz, se dedica a devorar la pizza con mordidas suaves y con gracia, sin apuro alguno, no necesita comer pero realmente si hay algo que la vampiresa adora esa es la pizza y es por eso que se dedica a seguir comiendo mientras espera que alguien más hable, escucha aquel "ha pasado mucho tiempo desde la ultima vez que te vimos" y asiente a Dennis, porque es cierto que ni a Mel ni a Richard lo veían desde hacía años o quizás meses si la apuraban un poco, sonreí feliz y espera que todos los de su nueva familia la quieran tanto como ella a los quiere, sabe que es mucho pedir y se contenta con el cariño de Dennis, Made y Eileen, a sabiendas de que las 3 brujas son sus mejores amigas y ahora además su familia en quien ella confía más que en nadie.



- Solo es cuestión de tiempo ustedes saben para que sepamos que sucede, por lo que se hasta ahora estoy convencida que alguna cosa pasará, se siente como ese chaparrón que hay antes de que la tormenta estalle, no se si me explico bien, pero es como esa calma o ese ralampago que está antes que el ruido ensordecedor del agua cayendo, se siente exactamente así, a lo que voy es que creo que pasará algo y deberemos de cuidarnos las espaldas entre nosotros, además de tener cuidado que decimos y en donde, ya nadie está seguro en ningún lado, ¿o son solo imaginaciones mías? - Les preguntó sonando más preocupada de la cuenta, esperando no estar tan errada y rezando porque solo fueran ideas mías, aunque sabía bien que eso no era así en lo absoluto -



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