En un establo cualquiera.

[Ania Evans Weasley]

Me senté sobre un atado de paja que se encontraba a un par de pasos de mi mientras esperaba a Kutsy. Queríamos tener un duelo, una pequeña práctica que había quedado pendiente antes de terminar la academia, y ya que queríamos pasar el rato juntas decidimos hacer algo no tan habitual y desempolvar nuestras varitas. Aunque no creo que la suya haya estado muy guardada puesto que formaba parte de la orden del fénix, bando que había tenido que dejar yo hace tiempo por razones de seguridad. Una historia complicada.

 

Limpié un poco de polvo de mis botas antes de levantarme y salir del establo para ver si mi amiga había llegado. Efectivamente, kutsy se encontraba en la puerta que habrí justo antes de que puediera llamar. Le di un fuerte abrazo en forma de saludo y seguidamente nos dirigimos de nuevo al interior del establo.

 

Dejé que se situara a una distancia prudente de más o menos ocho a nueve metros de mi para empezar con el duelo. Mientras ella se alejaba me saqué la capa de color verde mate que traía puesto sobre mi blusa y mi pantalón vaquero negro. Sencillo pero armonioso. Me acomodé el cabello alzandolo en un rodete a lo alto de mi cabeza y luego de una leve reverencia hacia la bruja lancé mi primer hechizo.

 

-Incárcerus- pronuncié con claridad y de mi varita salieron tres cuerdas gruesas que se enrroscarian alrededor de su boca, imposibilitandole articular cualquier hechizo, otra de las cuerdas se amarraría por sus tobillos, juntandolos para que no pueda moverse y la ultima de las tres se ataría al nivel de su cintura pegando así sus manos en cada costado dificultando su puntería.

 

Off: Roleo desde el celular, por eso no puedo poner en negrita los hechizos. Espero que sirva igual.

[Kutsy Stroud Lenteric]

No estaba completamente segura de que sucedería y mucho menos si aquel pequeño enfrentamiento podría ser tomado como un entrenamiento, aunque jamás había tenido algo parecido en los últimos dos años, donde prácticamente Dragoste había olvidado la última vez que fuera usada con el fin de defenderse en medio de un duelo, mas me gustaba pensar que jamás era demasiado tarde para recordar esas viejas enseñanzas y que mejor al lado de una de mis primeras y mejores amigas de la academia.

 

Ciertamente antes había odiado los duelos en demasía, sin embargo a últimas fechas parecía convertirse en un tema que resultaba atractivo para mí y guiada por ese sentir deje que las dudas se eclipsarán y seguí con mi camino hacía el lugar donde Ania, una Evans al igual que yo, nos “batiríamos” aunque esa palabra en lo absoluto describía lo que en realidad ocurriría. Yo lo llamaba un tiempo de amigas aunque eso sonara inusual, si bien desconocía cual sería el resultado me agradaba considerar que nos divertiríamos intentando desarmar una a la otra.

 

Grande fue mi sorpresa al descubrir que Ania me había citado en lo que parecía un establo, sonreí al recordar que en la familia Evans esperaba su vaca que en ese instante seguramente ya estaría dando a luz a un nuevo becerro, si también hubieran adquirido el toro, aquel absurdo pensamiento me hizo casi reír que a penas articule un torpe hola mientras respondía a su abrazo y nos internábamos al recinto donde pacas de paja y forraje se encontraban a dos metros de distancia donde ella se había colocado, yo caminé hasta quedar a un metro de las grandes y pesadas puertas corredizas rojas que quedaron entre abiertas.

 

Una vez que me situé, amarré mi cabello con ayuda de un listón color lavanda y miré con atención su vestimenta mientras sentía la tibieza de la tierra contra mis pies descalzos, mi vestuario consistía en un ligero vestido de mangas cortar de tono azul profundo, entre unos de los pliegues mi varita yacía escondida la cual sujete entre mis delgados dedos y antes de que si quiera pudiera hacer la reverencia reglamentaría, mi hermana prácticamente me había atacado ante la primera oportunidad utilizando un hechizo que por demás me traía malos recuerdos.

 

Aún cuando la sensación de la textura de la cuerda que cubría mi boca resultaba molesta no era tan incomoda como la que me había atado los brazos a la altura de la cintura lo cual aminoraba mi movilidad pero no la suprimía en su totalidad ya que aún podía maniobrar las muñecas, con mucho cuidado, guardando el equilibrio lo más posible incliné el rostro lo suficiente para que mi varita apuntará directo hacía la cuerda que me imposibilitaba hablar y pensé “evanesco”, sonreí cuando finalmente quedé libre.

 

Levanté nuevamente el rostro –muy buena partida querida mía –reí por la situación en la que me encontraba porque bien elegir nuevamente usar aquel hechizo para liberar mis manos y tener mayor movilidad y por supuesto puntería, sin embargo, deseaba arriesgarme un poco más así que aunque apuntando mi varita en dirección a su ella pronuncié fuerte y claro –Desmaius – un rayo de tono azulado si llegaba a impactar en su cuerpo este ocasionaría que mi hermosa Ania Weasley pasará de estar alerta a caer contra el piso desmayada y completamnte inmóvil.

[Ania Evans Weasley]

Sonreí con aire de victoria cuando vi Cómo kutsy se dejaba atar por mis cuerdas y reí levemente ante el comentario que hizo luego. -Y muy valiente de tu parte- conteste.

 

Pensaba que se quitaría el siguiente nudo pero no era así, kutuyo apuntó hacia mi con su varita y me atacó, desde un punto difícil pero al final lo hizo y el rayo venía directo a mi pecho pero fui rápida y pude defenderme.

 

-Protego- y mi escudo absovió al rayo impidiendo que éste me haga ningún daño. -Y eso fue arriesgado- volví a sonreír.

 

-Zancadilla- y Kutsy cayó al suelo de bruses. - a ver como te defiendes ahora?

 

La finalidad de este duelo es aprender y compartir experiencias y conocimientos después de todo. A pesar de que quería ayudarla no podía porque podría usar mi cercanía a favor y además, sus verdaderos adversarios no la ayudarían. De todos modos si mi ayuda fuese necesario lo haría.

 

Mientras dejaba que kutsy pensara en su siguiente ataque le expliqué algunas cosas.

 

-Kutsy, podrías haber usado el evanesco antes de que las cuerdas se separen para que pudiera desaparecerlas por completo de una. No permitas que las cuerdas te aten si puedes de tenerlas antes. Es cierto que no puedes saber lo que tu adversario va hacer por ende no puedes anular su ataque antes de que lo haga pero tienes que defenderte y mientras más rápida y ágil seas podrás hacerlo. Para la próxima vez que te mande un Incárcerus - sonreí.