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~Mansión de la Familia Gryffindor~ (MM: B 104490)


Mael Blackfyre
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Al escuchar que era Kytta alcé la ceja confundida, parpadee asombrada sin saber que decirle, claro ella era Kytta, ¿que le pasaba a mi confusa mente que no la había reconocido? y es que era lógico teniendo en cuenta que la vampiresa llevaba décadas lejos de los suyos, casi que ni se acordaba como era su madre y su padre, pesé a que llevaba una foto de ambos en su bolsillo izquierdo, suspiré preguntándome si es que podría volver a la familia o no, cavilaba todo esto cuando una sorpresa bruja apareció delante mío, ver a Arya hizo que me sumiera en el silencio absoluto, si antes estaba asombrada, ahora estaba muda, sin saber como decirle a Kytta y que decirle en concreto, pero salí de mi estupor cuando sentí el tirón de uno de mis sobrinos, suspiré dirigiéndome a Arya, intentando que Kytta no se le vaya al humo, aunque parecía que mi miedo era injustificado.

 

- Arya querida, pasa, pasa por favor, puedes entrar cuanto quieras, ¿por qué no nos visitaste en tanto tiempo? enserio que nos tienes abandonados, ¿así que buscas a Groter? increíble, creo que estará por aquí, pero entra con confianza que todavía no mordemos, a menos claro que seas un alce, eso si que no te recomiendo que seas - Le comenté guiñándole un ojo y señalando le el lugar para que entrará con confianza -

Dirigí mi mirada a mi hermana preocupada, realmente que no sabía que clase de problema o relación tenían las dos, quise tomarle de la mano a Kytta para que no le hiciera nada, pero tal parecía que solo estaba alucinando, seguramente que Kytta no le hace nada o eso es lo que pensaba, así que desecha la idea de tomarle de la mano, no era una niña y seguro que no necesitaba mi ayuda para controlarse, suspiré mirando a mis sobrinos feliz, por ellos valía la pena volver a casa, por ellos y por Kytta, mamá y papá y por Groter y todos los que se pasaban por allí, estaba a salvo, ya estaba en casa.

 

- Kytta, hermanita y Arya, ¿quieren pasar a tomar algo? pensaba leer un poco en el estudio de papá, pero eso puede esperar, además quedarnos todos aquí sin comer no me gustaría, puedo pedirle a mi elfo que haga te o café si quieren o chocolate, lo que quieran, solo díganme que le pido que él lo preparé y lo traiga rápidamente, por cierto, que debes de contarme que hiciste en mi ausencia Kytta, tienes que hacerlo, me da curiosidad, ¿como estuvo todo por aquí? - Dije al aire, sonando más alegré de lo que en realidad estaba, porque la llegada de Arya me dio tantas ganas de llorar, que mostrarme fuerte y feliz me estaba costando demasiado -

Recordé casi fugazmente lo que sufrí con su partida, un nudo profundo se formo en mi garganta impidiéndome hablar, me di la vuelta para que nadie pudiera verme triste, inspiré y largué el aire más veces de las necesarias, necesitaba calmarme por los niños y por mi querida Kytta, pero los por qué se formaron alrededor de mi cabeza de nuevo, recordaba todo lo que pasé y todo lo que grité enfadandome, recordé hasta las veces que la lloré en silencio sin que nadie se enterará, intente calmarme de vuelta, me giré con una sonrisa que no llegaba a mis ojos azules claros, la sonrisa más falsa que había puesto en mi vida, intentando que ella sola en algún momento me explicará el porque de su partida.

 

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Ya había transcurrido tiempo desde la última vez que Elros cruzó la enorme verja azabache con dicha aldaba con forma de león que tanto le gustaba desde que tenía uso de razón; debido a que su familia solía colocar aquel símbolo de su linaje en cuanto lugar pudiese, tal y como él mismo lo había hecho en su local comercial en el Callejón Diagón. No se había percatado de la hora ni tampoco deseaba sacar el reloj de bolsillo del interior de su capa de viaje, pues lo único que le importaba al muchacho era que ya estaba en casa y podría descansar luego de un largo período fuera de su hogar al estar cursando varias disciplinas en la Universidad, siendo Nigromancia su última adquisición. Cruzó con cuidado el sendero principal a través del camino de piedras que servían como medio protector para el césped y los árboles que tanto trabajo le costaban a los elfos mantener; hasta que sus ágiles pies subieron los escalones que estaban al comienzo de la fachada de la mansión custodiada por aquellas dos estatuas mitológicas que contenían un extraño y poderoso hechizo druida en su interior. Al aparecer en el vestíbulo, luego de cruzar la puerta de entrada; el pelirrojo colgó su capa en una de las tantas perchas de la pared lateral al umbral, quedando únicamente con un jeans oscuro, zapatillas níveas ligeras y una polera de mangas largas que rápidamente arremangó al sentir el calor proveniente de la chimenea que siempre se encontraba encendida en la sala contigua al recibidor de la residencia fenixiana.


Las fotografías, los adornos y detalles... todo seguía tal cual lo recordaba Thomas desde que era un niño, aunque ahora al estar en el pasado, podía memorar cosas que antes (al ser un infante) parecían estar borrosas en su consciencia frágil que también quedó marcada por acontecimientos dolorosos que opacaban el brillo de la felicidad que trataba de irradiar a través de sus orbes esmeraldas, los mismos de su madre. Los sonidos y aromas provenientes desde la cocina le cautivaron de inmediato; ya que el animago sentía un hambre atroz que aún no podía ser compensada desde que retornó por el portal dimensional en la pirámide del Ateneo donde Báleyr le aguardaba para vincular el anillo de la habilidad de la resurrección que ahora lucía magnífico junto a los demás. -¿Annick? ¿Elvis? ¿Hay alguien en casa? Soy yo... Thomas- exclamó mientras conducía sus pies hacia el comedor, obviamente no queriendo llamar la atención de muchos, ni menos llamando a sus padres como "mamá" y "papá" respectivamente; debía resguardar su identidad el mayor tiempo posible, ése era el compromiso, incluso frente a sus propios familiares.

Editado por Thomas E. Gryffindor
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Escuché como Thomas nos llamaba así que me apresuré a ir a su encuentro disculpándome con mis invitados de honor, caminé rauda y veloz hacía donde se encontraba mi hermano, dispuesto a abrazarlo y decirlo cuanto lo había extrañado, en realidad no era mi hermano pero como siempre venía y nos visitaba le había terminado teniendo tanto cariño que para mí era como si fuera mi hermano, así que apenas lo vi le di un cálido abrazo, mientras me separaba de él para verlo bien, parecía que había crecido unos centímetros de la ultima vez que lo vi pero igualmente seguía teniendo esa sonrisa que siempre me había agradado y su trato para con todos era el mismo, me dije que le preguntaría si sabía como había estado todo en mi ausencia, pero primero debía de hablarle de todo lo que yo había vivido cuando me fui tiempo atrás de la mansión.

 

- Oh mi querido Thomas ¿cuanto hace que no te veo? no se si me recuerdes, pero soy Lunita Gryffindor Delacour o solo Lunita, ¿creciste unos centímetros desde la ultima vez que te vi? pasa estamos con Kytta y Arya, acabo de llegar hace un ratito anduve por el mundo viajando como siempre, pero prometo intentar estar más acá, aunque conociéndome como me conozco seguro termino haciendo otro viaje en algún momento, tendrías que acompañarme, podrían venir todos, ven pasa, vayamos con las chicas así no las dejamos solas - Le dije alegremente mientras le señalaba adelante y lo esperaba para que fuéramos juntos hacía las niñas -

 

No sabía si quería que todos supieran lo de los Vulturi, una parte mía deseaba no decirle a nadie lo que me había pasado, todo lo que había sufrido y padecido y la otra, mi parte más vulnerable deseaba decirle la verdad, contarles como lo había pasado y que todos supieran cuanto había sufrido, pero lo oculté lo mejor que podía y sabía hacerlo, caminé junto con Thomas hacía donde estaban las chicas esperando sorprenderlas, puesto que si no lo habían escuchado se llevarían una super sorpresa y esperaba que se sintiera como en casa, eso era lo más importante de todo.

 

- Miren niñas a quien les traje, Thomas, nuestro querido niño volvió, hacía mucho tiempo que no le veía por aquí, realmente se lo extrañaba mucho y estoy tan feliz de verlo, maxime porque hacia mucho que no me pasaba por aquí y después de tanto viaje es lindo rencontrarse con toda la familia entera y pues ¿que se cuentan? ¿como anduvieron en mi ausencia? como verán viaje por todas partes antes de volver aquí, pero uno siempre vuelve a casa ¿no? pasé lo que pasé uno siempre termina regresando con su gente y sus afectos - Dije feliz de que estuviéramos todos juntos de vuelta y de sentirme en casa querida y protegida por todos como siempre -

 

Esperé que mi hermano me contará algo suyo, había parloteado por horas enteras como solía hacerlo siempre de los propios nervios y de todas las ideas que tenia encima, eso era lo que me pasaba siempre, mis ideas y mis palabras iban mucho más rápido que mi accionar siempre, así que esperé a que Kytta, Arya o Thomas me contestarán, mientras pensaba en lo que comeríamos a la noche y cuando les daría los regalos que les traje, además de que tendría que pedirle a mi elfo, Arturo, que desarmará mi valija, al cual, no veía desde Italia y me quedaba la duda de si había vuelto conmigo o no.

 

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-Lu... ¡Luna!- fue lo que logró balbucear el pelirrojo una vez que se separó del fuerte abrazo que su hermana le dio a modo de bienvenida, sintiendo la potencia descomunal que ésta poseía al ser una vampiresa; hecho del cual le sería muy difícil de acostumbrarse al estar habituado a tratar con simples humanos. -Es imposible olvidar tu rostro y tu simpatía tan... "espontánea", querida prima- respondió sonriendo en una primera instancia el muchacho, sin dejar de mirarle a los ojos para tratar de leer a través de ellos (usando la Legilimancia) y así enterarse de lo que estaba sucediendo en casa con la visita de Arya y las locuras de la celópata de Kyttara. -Lo más probable es que haya dado un golpe de crecimiento con tanta actividad física y vitaminas al día... pero Luna, eee... espera- agregó en vano el último vocablo de súplica, debido a que no estaba muy convencido de querer ir al encuentro de esas dos brujas, en especial porque tenía bastante hambre desde que salió de su prueba de vinculación. Pero no tuvo más remedio; su muy sociable hermana se había encargado de conducirle hasta donde estaba Macnair junto a una mujer que no era Kytta, y que creía no recordar tras hacer memoria en sus registros visuales, pese al parecido que era indudable.


-Buenos días, Arya... tanto tiempo que no nos vemos ¿Y Ámbar?- consultó Gryffindor luego de saludarle con un beso en el dorso de su mano derecha, en señal de respeto y caballerosidad; percatándose de que Seintmontt e Ivannaly también estaban, y con bastante gracia en su semblante infantil. -¡Hola niños! ¿Dónde está su madre?- dijo a los mellizos, revolviéndole los cabellos.


-Pareces Kyttara, pero no lo eres. No podrás engañarme a mí- le susurró al oído a la rubia (Hannity) posterior a besarle en ambas mejillas como saludo inicial; no sin antes clavar también sus ojos en los de ella, con el afán de investigar un poco más a fondo tras utilizar su habilidad mágica de lectura de mentes. -Soy Thomas... - añadió al separarse de la también chupa-sangre; sintiéndose un poco extraño al estar rodeado de razas muy distintas a la suya y que poseían cualidades fuera de lo cotidiano. -La verdad es que estoy un poco cansado. He estado bastante tiempo comiendo los alimentos de la Universidad... y pues... ya deseo algo de comida casera, eh. Pero antes me daré un baño y cambiaré mis ropas... ¡Brahmsy!- exclamó la última palabra tras aplaudir dos veces; provocando que un elfo muy peculiar apareciera entremedio de todos. -Pequeño... ¿Has desempacado mi equipaje? Subiré en unos minutos- continuó diciendo el veinteañero a la criatura; quien desapareció con un chasquido de dedos.

Editado por Thomas E. Gryffindor
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Mientras Luna nos había llevado a que tomaramos algo a la Macnair, los mellizos y la rubia Luna preguntaba a Kyttara qué es lo que había hecho durante su ausencia la rubia se limitó a decir: -lo mismo de siempre...

 

Cuando su hermana parecía querer indagar más acerca de las andanzas de la rubia haciéndose pasar por su gemela por fortuna alguien más había llegado a la mansión, respire aliviada por un momento mientras veía a los mellizos jugar.

 

Tal parecía que esa noche estaba llena de sorpresas y reencuentros familiares, no pasó mucho tiempo cuando Luna llegó llena de una alegría real y anunciaba que un miembro más de la familia había vuelto.

 

Si él era hermano de Luna y Kyttara por obviedad también lo era de Hannity, había tantas cosas que no sabía de su propia familia y tantas personas que eran sus hermanos y que de no hacerse pasar por su gemela como era el trato, no conocería a ninguno...

 

El chico pelirrojo entró y saludo a Arya, a los mellizos a quienes les preguntó por Kytta y ellos en respuesta abrazaron a la rubia y le dijeron a Thomas -ya no recuerdas a nuestra mami tío Thomas.

 

Sonreí al ver la reacción de los pequeños, si ellos no me delataban parecía bueno seguir adelante,aunque cuando Thomas se acercó a saludar a la rubia y le susurró que sabía que no era Kyttara la rubia no se inmutó y le sonrió a su hermano, aunque por dentro sentía un profundo bochorno.

 

Mientras Thomas decía que estaba hambriento y que antes de cenar se daría un baño la rubia volteo a ver a su hermana.

 

-Que te parece si organizamos una cena para celebrar el reencuentro?

 

Espero a ver la respuesta de Luna aunque estaba segura de que la respuesta sería afirmativa.

 

 

 

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Asentí a Thomas viéndolo irse arriba ¿qué le pasaba? decidí que se lo preguntaría apenas bajará si es que lo hacía, conocía a mi hermano como para saber que algo me ocultaba, solo que había decidido en no presionarlo para que me dijera el que y que algo se traía con Kytta ¿o no? había tantas cosas que contarles y tanto que decirles que realmente no sabia por donde empezar, escuché a los niños decir que ella era Kyttara, así que parpadee asombrada, claro que era Kytta, ¿quien más sería si no? me quedé mirando a por donde se había ido mi hermano, hipnotizada porque supuse que algo me ocultaba y odiaba cuando lo hacían, así que esperaba que me contará que pasaba con mi otra hermana pronto, porque tanto misterio me iba a hacer explotar la cabeza, por ende me centré en lo que me estaba diciendo mi hermana y decidí responderle, no queriendo pensar en lo que supuse que Thomas sabía y yo ni intuía si quiera.

 

- Una cena sería lo adecuado, podemos armarla y organizarla en un siantiamen, mi elfo Arturo, se encargará de todo, ya verás como comeremos como reyes y dioses, me pregunto si Thomas querrá algo más que carne y batatas asadas, en fin.. supongo que tendremos también pollo y pescado por si quiere y caviar y por supuesto que carne y achuras, bueno, con todo esto sobrará y bastará - Comenté mientras chasqueaba los dedos y mi elfo vestido de traje se aparecía al lado mio -

 

- Pequeño, necesito que prepares el pollo, el pescado, algo de carne y achuras, chinchulines y pinches de broche, eso bastará supongo y algo de ensalada, pescado, caviar y pollo creo que con eso bastará por ahora y de postre helado de chocolate y torta de chocolate, eso es todo Arturo - Le dije a mi elfo de ojos saltones negros, que asintió y desapareció de mi lado para prepararlo todo en un minuto -

 

Mi elfo Arturo, me había acompañado cuando estaba sola, había sido mi única familia cuando no existía ningún Cullen que cuidar que no fuera su dueña, había viajado conmigo años y años a mi lado, sin preguntarme absolutamente nada, era el elfo más fiel y más querido por mí, no iba vestido como acostumbraban los elfos, porque más que una servidumbre, era mi mejor amigo y consejero en más de una ocasión, esperaba que siempre estuviera a mi lado y cuidara de mi familia en mi ausencia y le pagaba un pequeño sueldo que suponía que le gustaba gastar en ropa elegante y más chocolates para él y algo de coñac, aunque jamás le preguntaba para que era, supuse que seria para eso que lo usaba pero no me metía, era su sueldo y lo podía gastar como más le gustará y quisiera, tenia su libertad y jamás se iba, así que era mi mejor amigo y la voz de la conciencia más veces de las necesarias.

 

- Ama Luna, vengan a cenar, ya esta todo servido - Dijo al instante, como si no le costará nada preparar la cena para todo el mundo -

 

Suspire indicándole a Kytta y a Arya que nos siguieran, si había invitado a Arya era porque pesé a todo la quería mucho, no importaba el que era consideraba mi amiga por mí, porque quien tenía mi corazón y era importante para mí, lo era siempre, sin importar que terminaba siendo en el camino, así que pesé a que supuestamente debería de digamos que "cazarla" aquella noche era una más y la respetaría, era una noche de re-encuentros raros y felices para mí y no dejaría que nada lo arruinará, mucho menos porque ahora era la encargada de unir a la familia en ausencia de mis papás y lo haría con amor y cariño, como siempre lo hacía una Gryffindor de ley.

 

- Espero que mi hermano bajé pronto así no se le enfrié la comida - Dije con mi cantarina y alegre voz, ansiosa y feliz, mientras me sentaba en la cabecera de la mesa y veía como mi elfo se sentaba a mi lado derecho, esperando que Thomas bajará a cenar así podíamos comer todos unidos y en familia -

 

- Muy bien ¿quién quiere contarme que hizo en mi ausencia? ¿Arya? ¿Kytta? vamos, vamos aprovechenme que no pasa todos los días que ando aquí - Les comenté alegremente aplaudiendo feliz, para instarlas a que me contarán algo, lo que quisieran decirme, para empezar a hablar, para mí estaría de lujo, mientras esperábamos a todo el resto, si es que llegaban a venir por supuesto -

 

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Annick abrió los ojos lentamente. Se había quedado dormida sobre la cama, pero el intenso calor la hizo despertar. Por un momento se preguntó si el clima era tan caluroso o si acaso ella tenía fiebre. Como aún se sentía cansada, volvió a entrecerrar los ojos para intentar conciliar el sueño nuevamente, pero la sensación de calor le producía demasiada incomodidad. Por eso se reincorporó rápidamente, pero al hacerlo notó una leve punzada en la cabeza.

 

«Lo que me faltaba». Con ambas manos se dio un ligero masaje sobre las sienes. Mientras lo hacía, se percató de que su boca estaba tremendamente seca y además tenía un gusto metálico un tanto desagradable. Temiendo que el dolor se agudizara, se puso en pie para dirigirse al baño a cepillarse los dientes.

 

―Eneas –llamó mientras continuaba observando en el espejo unas marcadas ojeras–. ¿Podrías traerme una gelatina o algo fresco y ligero para cenar, por favor?

 

―Si así lo desea, ama –dijo el elfo haciendo una innecesaria reverencia–; pero si no me equivoco, algunos de sus hijos se encuentran abajo preparándose para cenar juntos.

 

―¿Cómo dices? –la pelirroja parpadeó y frunció el entrecejo. ¿Había escuchado bien? Hacía tiempo que en el hogar de los Gyrffindor los días transcurrían en completa soledad y silencio, excepto por…–. ¿Hay alguien en casa?

 

Luego de que Eneas confirmara que algunos miembros de la familia estaban en esperando la cena, la ojiverde decidió hacer un esfuerzo por cambiar su semblante y bajar a saludarlos. No tenía demasiado apetito, así que probablemente sólo los acompañaría.

 

Annick llevaba un vestido corto color blanco con detalles en rosa. Su rebelde cabello iba atado de manera descuidada con una peineta, y en su cuello sólo lucía un dije plateado en forma de fénix. Bajó las escaleras con lentitud mientras esperaba a que Elros hiciera lo mismo a su propio ritmo. Lo llevaba tomado de una mano mientras el pequeño apoyaba la otra en el barandal. Sus cortas piernas apenas lograban salvaguardar la distancia entre cada peldaño, pero sin duda cada día mejoraba su habilidad.

 

―Buenas noches. Me alegra saber que están aquí. ¿Cómo se encuentran? –esbozó una sonrisa antes de volver a mirar hacia Elros, quien de inmediato hizo lo necesario para soltar la mano de su madre y acercarse a Luna con un semblante de alegría.

Editado por Annick McKinnon

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Estaba por servirme sumo de calabaza para tomar para la cena, cuando el perfumé característico de mi mamá voló hacía mis fosas nasales, sonreí ampliamente cuando momentos después escuché su voz dirigiéndose a todos nosotros, alcé mis vista de mi plato para verla aún con la jarra de sumo en mis manos, la dejé suspendida en el aire mientras la observaba bien, mi alegría por verla se convirtió instantáneamente en preocupación ¿qué le pasaba? ¿acaso estaba enferma? no se le notaba nada y entonces ¿acaso eran imaginaciones mías? solo la veía más cansada de la cuenta, aunque su sonrisa me decía que estaba alegré de vernos, parpadee dándome cuenta que no le había contestado así que me decidí por hacerlo, mientras esta vez si me servía sumo de calabaza en mi vaso.

 

- Buenas noches Ma, pues felices de poder reunirnos, creo que hace siglos que no me pasaba por aquí, me mantuvieron bastante ocupada en Italia los Vulturí como para poder venir y además no quería ponerlos en riesgo, por eso desaparecí por tanto tiempo, pero ahora que logré convencerlos y que nada más malo pasa decidí volver a la familia y aquí estoy de vuelta para poder verlos a todos y para poder ver a mi lindo hermanito - Dije mientras alzaba a Eros feliz, de poder verlo de nuevo al fin -

 

De todas las personas de la familia, a quien más quería ver era a Eros, porque sabía que los niños crecían rápido, así que mejor era estar presente para él y que me recordará, cosa que parecía que hacía en estos momentos que lo tenía en brazos, no se me paso desapercibida que al menos estaba parado en sus dos piecitos, lo que hizo que sonriera feliz de que caminara un poco aunque sea, no le había visto caminar antes, al menos, no que yo recuerde, así que para mí fue toda una novedad, aunque solo estuviera parado allí era todo un avance y un super logro y así se lo hice saber sin dejar de sonreirle feliz.

 

- Así que caminas pequeño Eros, dios del cielo, cuando me quiera acordar ya vas a estar en Hogwarts, oh por dios, cuando vivas todas las aventuras que tu hermana vivió podrás contarme que lindo que es, aunque para eso te falté bastante, se que seras un orgullo para todos los Gryffindor pequeño y ¿sabes por qué lo sé? porque ya lo eres para mí,cariño - Le dije en un susurro dándole un beso en la frente como si estuviera compartiendole un secreto -

 

- Má ven siéntate con nosotros, deje a este pequeño angelito conmigo y siéntate aquí, que estamos por comer, bueno es que se que tendrán hambre y además estamos casi todos aquí, esta Kytta, Arya y Thomas, mi querido hermano Thomas que vino aquí, de hecho se está cambiando en su cuarto aún, le di un abrazo tan fuerte que casi le aplasto pobrecito, pero como dice el dicho: "hay amores que matan" bueno creo que eso es un resumen de mi día aquí y solo faltabas vos Mami, era como los viejos tiempos - Le comente las novedades del día esperando ponerla al corriente de todo lo que había pasado allí mientras degustaba mi sumo de calabaza que momentos antes me había servido para la cena -

 

La observé asombrada como si nunca la hubiera mirada bien, mamá siempre estaba tan hermosa y feliz, realmente estaba alegre de volver a estar en familia y de verla, aunque notaba que algo le pasaba ¿acaso estaba enferma? me dije que no me metería aunque en el fondo si que quisiera hacerlo y preguntarle si algo le pasaba, suspiré mientras le acariciaba el cabello a Eros, preguntándome si es que el niño sería tan alegre y feliz como lo era yo en aquellos momentos.

 

- Ma ¿te pasa algo? ¿estas enferma? luces genial, pero algo me dice que no te sientes muy bien - Le comenté en un susurro para que solo Annick lo escuchará, realmente estaba preocupada por ella y esperaba que estuviera bien y que solo fueran ideas mías nada más -

 

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Estaba tentada a contarle a su hermana Luna la verdad mientras el elfo de ella preparaba la cena, pero vió la mirada de sus sobrinos y recordó de aquel trato que había hecho con su gemela, así que se quedó callada, al igual que Arya, probablemente Kyttara era así de dura, sabía que eran muy diferentes en cuanto a personalidad, pero la rubia no era muy afecta a tratar mal a las personas, así que escuchaba a su hermana preguntar por ¿Qué habíamos hecho durante su ausencia?

 

-La verdad Luna, es que... yo... La rubia estaba apunto de hablar mientras se sentaban alrededor del comedor y esperaban a que Thomas bajara a cenar con ellos, un aroma se acercaba, al parecer mi cerebro no había olvidado ese olor, era característico de mi madre, en realidad no la recordaba, pero algo me decía que era ella.

 

 

El temor a ser descubierta creció puesto que probablemente Annick y Elvis eran los únicos que podrían diferenciar a las gemelas Kyttara y Hannity, una parte de su cuerpo quería salir corriendo antes de que alguien se acercara, pero la otra quería ver cómo era su madre, así que se levanto de la silla se colocó detrás y simplemente se quedo apretando con fuerza el respaldo hasta que sus blancas manos se engarrotaron en él.

 

Su madre se veía simplemente genial, sin duda parecía que de ella había agarrado el gusto por la moda sencilla pero elegante, venía con un pequeño niño llamado Eros quien de inmediato se acercó a Luna, mientras la rubia parecía petrificada parada detrás de su asiento su madre se acercó.

 

-No te vez nada bien... mamá- dijo la rubia en voz baja aún de pie, probablemente era su imaginación, puesto que no recordaba el verdadero aspecto de Annick, pero su semblante era de alguien enfermo, al observar con detenimiento a su madre pudo observar que ella portaba un dije muy similar al suyo que había sido un regalo del joven Black en el encuentro en la cafeteria.

 

 

 

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―Tienes toda la razón, Lunita, al ver crecer a Elros todos nos damos cuenta de lo rápido que pasa el tiempo. Ya tiene dos años y medio, ¿pueden creerlo?

 

Mientras Luna tomaba en brazos a Elros y le decía algo sólo a él, Annick desvió su atención hacia su otra hija, y algo llamó su atención.

 

―De hecho, ya que lo mencionas, tú te ves diferente –murmuró mientras observaba con detenimiento a Kyttara. Había algo en ella que le resultaba extraño. Incluso su expresión corporal, parada tras el respaldo de la silla, parecía indicar que deseaba ocultarse o protegerse.

 

Durante un fugaz momento una absurda idea cruzó su mente, pero el murmullo de Luna la hizo desviar la atención.

 

―Me quedé dormida un rato. Supongo que por eso me veo así –aventuró la pelirroja en voz lo suficiente audible para todos. Aún notaba la punzante amenaza de un dolor de cabeza, pero no deseaba preocupar a sus hijos. Además dudaba que sus malestares fuesen significativos.

 

Aunque lo cierto era que había un tema del que sí deseaba hablar para conocer la opinión de los demás, pero prefirió abordarlo después de la cena.

 

―¿Esperaremos a Thomas o comenzaremos sin él? Honestamente no tengo demasiado apetito, pero los acompañaré –dijo tomando asiento y echando una mirada de soslayo hacia donde solía sentarse Elvis–. Me alegra saber que ya no sucede nada malo con los Vulturí, Luna. ¿Tú dónde habías estado metida, Kytta? –nuevamente miró hacia la aludida. Había algo en ella que la ojiverde no lograba explicarse.

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