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~Mansión de la Familia Gryffindor~ (MM: B 104490)


Mael Blackfyre
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La Granger miro por la ventana la enorme calavera que ahora iluminaba del cielo como burlándose de lo que había pasado, un gruñido de rabia resonó en su garganta. Se levanto furiosa y se lanzo al patio por la ventana con la varita en la mano. Para ella era como saltar un escalón y cayo silenciosamente alcanzando a escuchar al desconocido recargado en una de las estatuas. También escucho que el chiquillo hablaba de su madre y sospecho por la arrogancia de creerse dueño que esa podría ser Shelle.

 

- Porque no llamas a tu madre, ella y yo tenemos asuntos pendientes - dijo apuntandolo con su varita a sus espaldas - Shelle, maldita traidora, sal ahora mismo o mato a este mocoso de aquí afuera. De pronto una idea ilumino su cara acercándose mas al joven mago

 

- Oh que tal si hacemos como en la antigüedad, ya saben ojo por ojo - le dijo a la Potter Black y a las mujeres que estaba detrás de ella. - podemos aprovechar esa linda construcción tuya y hacemos un dos por uno y así todos lloramos juntos.

 

El control de la Granger en aquel momento era nulo y uno de los pocos que podían controlarla estaba muerto en aquel ataúd a lado de donde estaba Luna. De verdad que estaba a punto de usar una de las maldiciones imperdonables y estaba intentando por todos los medios aguantar hasta que su sobrina apareciese para usarlo en ella

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Notó el resplandor verdoso que cubrió todo, más no volteó a mirar de dónde venía, supuso que otra marca o cosa similar estaba instalándose. No prestó atención hasta que una voz bastante fuera de lugar les decía a todos que quien fuera ya había muerto, y empezaba a decidir sobre dónde poner el cuerpo. Volteó entonces a mirarlo, intentando encontrar un rostro que refrescase su memoria. Fue entonces que notó que había al menos dos mortífagos allí, instalados como si aquel sitio también les perteneciese.

No podía pararse a responder, no se sentía parte de todo aquello. No comprendía lo que sucedía. Fue Darla la primera en increpar al muchacho, pues era evidente que estaba irrespetando el momento. Miró el panteón que estaba armando y le resultó bello, a pesar de todo, era evidente que quien fuese que había muerto despertaba respeto aún desde aquel bando… entonces ¿de qué se trataba?

Fueron las palabras de Luna las que por fin la llevaron a la realidad, sonando como una puñalada en el estómago. “Elvis” la desesperación se apoderó de su cuerpo y nada más de lo que estaba alrededor fue importante. Las voces se volvieron un zumbido en sus oídos mientras por su mente desfilaban momentos, cientos de ellos, compartidos con su hermano, su hermano mellizo.

-No…- fue todo lo que pudo articular mientras se movía hacia el cajón donde, según acababa de escuchar, se encontraban los restos de su mellizo. No podía ser verdad, debía ver que no era así.

-Alohomora- sin importarle qué pensarían los demás, abrió el féretro y deslizó la tapa. No podía entender qué pasaba sin verlo, no podía…

Estalló en llanto apenas pudo notar que era evidentemente su hermano quien yacía, como dormido, dentro de aquel ataúd. Tocó su frente como buscando algún resto de temperatura, pero la muerte le había llegado hacía ya tiempo. ¿Cómo nadie le había dicho nada al respecto? Podía no acordarse de nada, pero ¡Su hermano! ¡Su mellizo!

Le dolía respirar, por momentos sentía que se ahogaba. Con las manos temblorosas se quitó la cadena que pendía de su cuello, si la atraía hacia aquel sitio ¿por qué querría regresar? Ya no pertenecía a ese sitio. Sentía que su mente se había despertado de golpe, los recuerdos de cómo juntos habían logrado levantar aquella mansión y hacerla una de las familias más prometedoras de la comunidad mágica… esos tiempos ya eran parte de un pasado que dolorosamente no se repetiría.

Sin poder detener su llanto, pero a modo de último adiós, colocó el collar en el cuerpo sin vida de Elvis.

-Te amo, melliz- susurró finalmente- ¿por qué me dejaste?

Se tapó los labios con los dedos y se puso de pie, deseaba simplemente irse de allí, ese lugar ya no le pertenecía. Buscó con la mirada entre los individuos que se hallaban en el lugar, necesitaba explicaciones aunque ¿quería de verdad oírlas?

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Incluso antes de que el avistamiento de la marca tenebrosa sobre los terrenos de la Familia Gryffindor disparase todas las alertas, Rory había decidido hacerse presente, como una promesa personal hecha a Luna de acompañarla. Sin embargo, lo que observó dentro, y el cielo teñido de verde por causa de aquella repelente figura, hizo que desapareciese la usual calma que el joven desprendía y en su lugar se instalase una fría cólera, mientras en su mente aquella profecía que había terminado cumpliéndose, y la desolación de los campos arrasados a las afueras del palacio de Holyrood, volvía a estar vívida, como un recuerdo perenne de los niveles de horror que la guerra había alcanzado, y a quiénes se le había arrancado la vida por una est****a cuota de poder.

 

Rory siguió adentrándose en la estancia, en silencio. Las botas apenas hacían ruido sobre la tierra, y su traje era de un negro riguroso tal igual que su capa. En la mano podía haber sostenido la varita, pero no quería que eso se convirtiera en lo que los mortífagos precisamente querían que fuera: Un lugar de provocación, que alimentase el perpetuo baño de sangre e imposición de jerarquías añejas, que era en lo que estaban convirtiendo a Inglaterra, de la mano de políticos ajenos a la realidad más allá de sus narices.

 

Elvis Gryffindor era llorado por quienes lo habían amado en vida, incluida la hija que lo había traicionado y que oronda, se mantenía de pie a las puertas del Castillo, condenada a seguir el destino que había trazado para sí misma, incapaz de permitirse un solo gesto de compasión o pena. A metros de ella, por contraste, Luna y su bondadoso corazón, roto en mil pedazos, sí podía expresar libremente, en su llanto y sus palabras cargadas de amor y de disposición de perdón, todo lo que la partida de su padre le estaba dejando.

 

Otros presentes, sin embargo, no tenían tal consideración. El líder de la marca tenebrosa no había perdido oportunidad, al dejar el féretro, de soliviantar los ánimos haciendo alarde de su impunidad para delinquir, y otro muchacho que apenas conocía ese día, pero que por sus palabras, asumía era hijo de Shelle, había arruinado el noble acto de construir un sitio para el descanso eterno de Elvis, con palabras mezquinas e irrepestuosas, propias de quien más bien se consideraba no solo ajeno, sino por encima de cualquier muestra de dolor que era en última instancia, prueba de debilidad.

 

Y no todos podían ser como Luna, de reprender duramente, sin destilar odio o ira en el proceso. Darla, se notaba, estaba haciendo un esfuerzo por no perder los estribos, a diferencia de Zahil que fiel a su espíritu, estaba dispuesta a sellar con sangre la afrenta que Shelle había dado a su familia. Rory lo entendía, aun si no estaba de acuerdo, pero su razón de estar ahí era, además de presentar sus respetos a Elvis, apoyar a Luna, justo de la manera en que Darla acababa de declarar.

 

La decisión que ella tomase sería la que acataría, y ninguna otra.

 

Por eso lo que cargaba era un ramo de crisantemos. Rory conocía el significado europeo de aquella flor, la eternidad y la longevidad, que era el recuerdo que había quedado con él de lo poco que había alcanzado a conocer de Elvis Gryffindor. Pero Bel Evans Ollivander le había revelado otro significado, al momento de verlo partir del Castillo Evans McGonagall, uno que ella debía a la crianza de sus padres adoptivos japoneses.

 

"Sabiduría, honestidad y alegría Rory. Cualidades todas que Elvis encarnaba, ve y quédate con eso también. Yo estoy segura que él no merece ser recordado por la amargura y desesperanza que esta guerra trajo para su corazón envejecido".

 

Con todo eso en mente, el muchacho llegó por fin hasta la pequeña comitiva que se había dispuesto en torno a Lunita. En esos momentos, la mujer que recordaba haber conocido unos días atrás en la residencia Potter, estaba allí, reclinada sobre el ataud al que había abierto la tapa para despedir a su hermano. Eran unas circunstancias terribles en las que él se enteraba del vínculo que unía a Mica y Elvis, y sin embargo, no podía más que admirar la devoción y amor con que ella se despedía de quien hasta entonces, presumía, la había cuidado y protegido.

 

No queriendo intervenir en demasía, se reclinó a su lado, para dejar el ramo de crisantemos y pronunciar una plegaria en un discreto susurro. Mucho más efusivo fue en cambio, abrazando con fuerza a Lunita, dejando que sus manos ahora libres se deslizaran por los cabellos pelirrojos de ella.

 

No vamos a dejarte sola Lunita. Y vas a contar conmigo siempre, en lo que decidas alcanzó a susurrarle al oído antes de separarse.

 

No quería hacer ningún comentario, ni dirigirse a Shelle o al mortífago presente, pero ¿cómo hacerlo cuando los ojos de Mica Gryffindor delataban que ella buscaba algo a lo que aferrarse y que dotara un poco más de sentido a esa partida? Unas palabras que al menos pudiesen dejar en claro que ese hecho marcaba un antes y un después en esa batalla tan prolongada.

 

Debía hacerlo. Aun sí a otros lo consideraran una imprudencia, él había tomado la decisión mucho antes, en los campos cargados de ceniza de Holyrood.

 

Él no se ocultaría y asumiría la tarea que el bando había puesto sobre sus hombros, con la seguridad que Dios le daba a los justos.

 

Aquí estamos entonces. De un lado nosotros, con tan solo el dolor de la partida de un grande, al que arrebataron la vida de forma vil y mezquina, y que murió creyendo hasta lo último en la promesa de un mundo más igualitario, y del otro lado tú... Rory echó una mirada directa hacia el mago enmascarado, sin nada más que una profunda conmiseración dibujada en los ojos azules con manos fantasmales protegiendo tu cuerpo y una máscara que esconde tu identidad ¿no es mucha muestra de cobardía para quien se ufana de ser tan poderoso?desvió unos segundos la vista hacia Shelle antes de seguir incluso ella muestra más honor que tú, al estar aquí sabiendo el riesgo que su vida corre y el pecado infame que llevará consigo como una carga por el resto de su vida.

 

El gesto, duro e impasible, se ablandó al ver a Mica. Todavía sentía que la deuda contraída con ella, con Luna y con la familia Gryffindor por entero era demasiado grande, pero huir de esa responsabilidad no era una posibilidad para él. Iba quedarse con ambas, y con Darla y Zahil, pasase lo que pasase.

Editado por Rory Despard

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Había murmurado la bruja que me estaba callando en aquel momento. Aprete mis labios, casi cortándolo con mis dientes. Maldita bruja ¿Cómo me hablaba asi? Algo me decía que no continuara con aquel intercambio de palabras, porque había entendido poco a poco de quiénes se trataban. Mi madre Shelle me había contado aquel plan que había actuado junto a su líder, nuestro líder. ¿Por qué Elvis era tan querido? No estaba seguro si alguna vez me había cruzado con alguien asi. Ambos bandos por igual mostrando respetos al viejo.

 

Las estatuas se removieron por dentro, pude sentirlo, por mi mano apoyada en ellos. Las figuras oscuras empezaron a revolverse por la aparición de último mago. Pero tras un “shh” tranquilizando al león, estos dejaron de tener vida. Se habían activado, al parecer funcionaban bien con gente que no pertenecía a la Gryffindor.

 

Mis ojos no salían de la figura de Lunática. Se la veía realmente mal. La otra Matriarca. Shelle por ende, había conseguido la mitad de su casa. Habíamos entrado además, a una guerra interfamiliar por intereses. Alguien detrás me estaba amenazando. Y a mi madre. ¿Cómo se llamaba ésa bruja?

 

Mi madre puede defenderse sola. Haz lo que quieras, bruja. Solamente estoy aquí por lo mío —miré especialmente a Mica, la melliza de Elvis Y su hija Lunática—. Soy el nuevo patriarca de la mansión y tengo todo el derecho de echarlos si quiero —toqué nuevamente el león—. Pero voy a demostrarles que soy condescendientes y les daré unos momentos más —me alejé unos pasos de Zahil, levantando una ceja—. Así que déjame en paz…

 

En gran parte no quería continuar con aquel cruce de palabras, pero todo se estaba llevando a cabo en sus jardines. Saqué mi varita y caminé en dirección al altar. Tenía que calmar las aguas porque si no iba a tener que usar todos mis poderes. Hice un pequeño círculo con la varita, y apareció una pequeña corona con flores que cambiaban de color escarlata a dorados. Luego hice una reverencia.

 

Mis respetos hacia Elvis Gryffindor. He escuchado muchas historias sobre su grandeza y es una lástima que la comunidad mágica pierda una de sus vidas—me alejé un poco más. Ni miré a ambos mortífagos parados allí, los que se encargaron de traer el cadáver—. Pero hay que ser cuidadoso con los caminos que uno elige. A veces no se está en el lado correcto —comenté. Realmente quería que se fueran. Me estaba cansando. Entre miradas, algo me detuvo en seco con los ojos fijamente clavados—. Tienen media hora. Diganle al resto que no se molesten en venir. Que envíen una carta pidiendo permiso a los patriarcas y revisaremos la situación.

 

La varita de Elvis Gryffindor yací entre sus dedos. Mi corazón se aceleró y una idea empezó a revolotear en mi cabeza.

 

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Editado por Mael Blackfyre

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Las palabras de mi hermana fueron tranquilizadoras, yo también deseaba una sana convivencia. En su lecho de muerte le hice una promesa a Elvis: proteger a Luna. Y así sería, aunque no daría un brazo a torcer tampoco le haría daño a la niña siempre fue la viva imagen de mamá y papá.

 

Mamá...¿qué sería de ella? ¿habría sentido la muerte de Elvis?¿alguien le habría avisado? quizás era nuestro deber llamarla pero jamás tuve un lazo muy cercano a ella, Elvis fue quien me abrió sus brazos a esta familia y poco reconocía a su esposa como mi madre, sin embargo algo por dentro me decía que esa mujer debía saber lo que sucedía.

 

Tomé un pequeño anotador de mi bolsillo y escribí una nota con una pluma de viaje.

 

@@Annick McKinnon

Elvis ha muerto en manos de La Marca Tenebrosa, su cuerpo yace en los jardines de la mansión. Has lo que consideres.

Shelle K.

 

Una lechuza de grises plumas se acercó, sujeté la nota a su pata y contemplé como se perdía en la inmensidad de la noche.

 

Observé el cuervo transformarse en mi propio hijo bajo la sombra de la marca tenebrosa, desde el umbral de la ventana, podía ver cómo se dirigía a los jardines donde el cuerpo de su abuelo esperaba en el cajón. Contemplé a una Luna locuaz frente al féretro de Elvis ¿qué le diría? quizás eso ya no era importante. Debía mantener la frente en alto y estar a tono a la situación. Junto con el cuerpo de Elvis y la presencia del líder de La Marca Tenebrosa, su asesino, pronto llegarían miembros de la orden a la que mi padre pertenecía, sus amigos más fieles darían batalla y sería una excelente oportunidad para dejar en claro a todos quiénes mandaban allí, qué bando reinaba ahora sobre el suelo de la mansión. La serpiente resplandeciendo en el cielo era la muestra más clara de ello.

 

Sin embargo no era un miembro de la orden, o al menos no a mi saber, quien empezó la discordia. Sabía cuánto aprecio había entre mi padre y Zahil, respetaba eso y no tenía intenciones de hacerle daño en su momento de furia, ella lo sabía y probablemente me había visto allí el día de su muerte. Aún recordaba aquél encuentro entre los escombros de San Mungo y su ayuda para solventar aquella tragedia. Sin embargo lejos estábamos de aquél momento en que unimos fuerzas para rescatar a los bebes secuestrados.

 

Levanté una mano en dirección a mi hijo, no a modo de saludo sino para que se callara.

 

-Elvis Gryffindor merece ser llorado por quienes de verdad lo amaron-

 

Dije con la calma que solo portan los sabios.

 

-Tendré piedad de aquellos que vengan a los jardines, se arrodillen ante mi padre y supliquen que los protejan.

 

Hice caso omiso a las palabras de la Granger y continué mi andar hasta posarme junto a mi líder.

 

-Se agradece que hayas sido usted quien ha traído el cuerpo-

 

Mi voz era firme, seca, había reprimido cualquier rastro de tristeza ¿acaso lloraría en algún momento? ¿acaso quebraría en la soledad que yo misma había construido?

 

-Pero miembros de la orden a la que bien sabes que mi padre pertenece vendrán aquí a presentar sus respetos y no serán negados.

 

El pastor que conocí el día que los muggles nos atacaron en las calles de Londres había llegado a nosotros, ya no sabía en quién confiar... lo más seguro era que la mayoría de los presentes fueran fenixianos, sin embargo debía conservar la calma. Acerqué la varita a mi garganta y tras un sonorus dije:

 

-Tienen media hora, el nuevo patriarca ¡Mi hijo! ha hablado-

mi voz se extendió a lo largo de toda la mansión y sus jardines

 

-pasado ese tiempo la paz se habrá roto y miembros indeseables de la mansión serán expulsados o asesinados, ¡enemigos de La Marca Tenebrosa temed!

 

 

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Harmony Gryffindor Dumbledore

Hubiera esperado que su llegada fuera una gran sorpresa para su madre, eso era lo que deseaba después de que desde hacía un par de años no se veían.

 

Al llegar a Londres escuchaba varios rumores de que los mortífagos estaban tomando más fuerza tanto en el mundo mágico, como en el muggle. Era de suponerse, eran un grupo fuerte y del que Harmony, algún día, quería aspirar a el tal y como su madre.

 

Mientras más se acercaba a Ottery más rumores había y el que parecía más reciente era la muerte de un gran ex auror, pero no podía escuchar aquel nombre, pero por lo que alcanzaba a escuchar fue un gran hombre.

 

Se adentró en el pueblo y la marca tenebrosa brillaba en el cielo, resplandeciente y hermosa, lo único que, al bajar la mirada, le preocupó, era que la marca brillaba bajo la mansión Gryffindor, en la que, a lo último que su madre le había dicho en una carta, era que estaba viviendo allí con el abuelo.

 

Ahora que lo pensaba, todas las piezas empezaban a encajar. Corrió hasta el lugar, las verjas se abrieron ante la entrada de la Gryffindor y se quedó oculta detrás de la estatua de lobo mirando todo lo que ocurría, de las personas que allí se encontraban, sólo reconoció a Mael, su hermano.

 

Ver el féretro de su abuelo le hacía sentir una mezcla de lástima y tristeza, pero no por él, era más por ella, si hubiera desobedecido las órdenes de Shelle y buscar a Elvis recién de haber terminado sus estudios mágicos, no se hubiera quedado con aquel vacío de no conocerle por las limitaciones de su madre.

 

Al escuchar la voz de Shelle por medio del hechizo amplificador, la joven pelirroja salió de su escondite y silenciosamente se posó a un lado de Mael.

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Me preguntaba cuán sería el shock de la muchacha que simplemente me dio las gracias por haber traído el cuerpo de su padre hasta los jardines de la Mansión Gryffindor. Me mantuve en silencio el resto de minutos en los que se fue acercando la familia del auror caído, experimentando lo que otros no. Mi dolor era bajo un honor muy distinto al que idolatraba la afamada Orden del Fénix; tras aquella máscara, mi rostro era parco e indiferente, características que se expresaban en la gélida mirada gris a través de las rendijas.

No estaría allí mucho tiempo, ya que mis respetos eran para un guerrero que había caído en combate, no para los fenixianos que de seguro irían apareciendo luego- y así fue-, muchos de ellos, traidores a la sangre que tanto defendía. Más me impresionó el muchacho que decía ser hijo de Shiva; había oído de él. Mäel.

Sin embargo, quien llamó mi atención fue un chico de cabellos rojizos. ¡Parecía valeroso!, con convicciones claras, pero aún así, no era más que un Weasley ante mis ojos; prejuicio y capricho mío por los ojos azules, las pecas en su semblante y el cobrizo de sus mechones. Aún así y tras utilizar un vínculo de alma por los conocimientos que había adquirido de Asra Boswell, pude sentir su coraje y liderazgo sobre quienes le rodeaban en ese minuto... ¿sería aquél, el nuevo líder que tanto se comentaba desde la oposición sociopolítica de la magia? ...

-...Caelum ...- le dije sin mayor miramiento, presentándome como lo que era: Un cincel de la sociedad mágica. Mi voz a través de la identidad mortífaga no eran más que susurros seseantes y rimbombantes- ...me recordarás cuando el mundo caiga a tu alrededor, muchacho... pero he de reconocer que tienes agallas. No sé si tantas como para acercarte solitario a un nido de fenixianos como he hecho... Mi honor dista mucho de lo que ellos dicen ostentar... su sacrificio ni siquiera es por los suyos, sino por la raza inferior, el muggle... Yo les ofrezco una hermandad, un pacto de sangre...pura...

>>¿Mi poder? ... mi poder no es más que la propia convicción de libertad...- sostuve ante los presentes-... y mis amenazas no son más que consecuencias de los actos de quienes desconocen el mundo que les dio lo que otros no...- Afirmé. Quizás el Inquisidor haya logrado un ejército de magos, pero nada era más puro que la dinastía de sangre mágica-...Mírame bien, porque yo ya sé cómo encontrarte...- retomé, inspirándome en Rory- ...y hallar a un pelirojo como tú, no me será difícil...- extendí mi voz por los parajes de la mansión-El valeroso linaje de los Gryffindor nos pertenece tal cual debió haber sido desde siempre si no fuese por el necio de Godric, el fundador...- extendí la blanquecina mano hacia el hombro de la hija del caído- ... su pecado ha sido mío y con ello, no fue el Dios muggle, sino yo quien la ha liberado...

>>¡Y ustedes!- exclamé volviendo mi atención nuevamente hacia el resto de brujas y magos- aún son libres de saber escoger el camino...- extendí mis brazos con sutileza- ... despidan al auror con libertad... yo no soy quien les regaló amablemente una media hora de respetos...

 

@@todos xD ... ¡Por fin presentamos personajes Rory ^^ <3! un cara a cara (?) jajaja.

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cbfLfe0.jpg Elvis F. Gryffindor

Sueños de almas
— @@Thomas E. Gryffindor

Las imágenes no eran claras. Era un sueño confuso realmente. Podíamos estar seguros que se ubicaba en un bosque, denso, invadido por energías. El viento soplaba y movía la copa de los árboles, los animales se refugiaban en los huecos de su interior. Una estructura se imponía en medio de aquel claro, con un aura ancestral. Un rayo impactaba en la punta del templo y caía la noche. La fuente borboteaba y despedía chispas doradas.

Elvis caminaba más rápido que Thomas adulto. Iba más adelante y parecía que jamás iba a poder alcanzarlo. En sus brazos portaba a Elros bebé, con sus rizos dorados como el sol. Saludaban al joven que los perseguía atrás, como un juego. “Mira, ése serás tú. Un hombre fuerte, rodeado de la familia. ¿La protegerás? Claro que si, somos Leones” murmuraba Elvis a su pequeño hijo que aún no entendía de lo que estaba hablando.

Thomas adulto estaba tirando en el suelo. Sus ojos miraban al infinito. Elvis se acercó y chasqueó sus dedos para llamar la atención de su hijo mayor, con una gran sonrisa, como cuando se caía en sus primeras clases de vuelo. Antes que Thomas se levantara, Elvis se alejaba otra vez, pero le hacia señas. Ahora ambos caminaban por la cima de una colina. Alrededor había niebla, solo se veían algunos árboles. El camino terminaba en la punta de aquel pico. Y el Patriarca Gryffindor se transformaba en su forma animaga: un búho.

El sol resplandecía fuerte, brillando cada vez más. Impactando en los árboles, en las rocas, en la niebla. Todo se volvía cada vez más blanco. Y Elvis se perdía entre aquellas luces blancas. Solto una pequeña pluma, que caía en dirección a Elros, mientras ascendia cada vez más, en dirección a la luna.


El Fuego y el León

flashback mucho tiempo atrás — @@Annick McKinnon

Estará todo bien, cariño.

Se lo había dicho a Annick varias veces. Le había mentido pero no tenía otra alternativa. La bruja no era idi0ta, estaban casados ¿Hacía cuántos años ya?. Era la mujer de su vida. La amaba con cada parte de su corazón y su alma, aunque ésta se encontrara maldita. Había aprendido a amarla más aunque eso significara más dolor. La bruja no tenía miedo de partir, sino de dejarle la responsabilidad de la casa a su marido—. De verdad. Son solo unos días. Nos veremos pronto. La semana que viene puedo ir a visitarte, esposa mia, asi todo se hace más liviano.

Le había comentado a la bruja que aquel labor como Jefe de Seguridad se le había complicado. La seguridad en las fronteras eran cada vez más rigurosas. Había algunos lios fuera del territorio inglés y le había pedido a Annick que ella se hiciera cargo. Tal vez mucha gente se había olvidado que la Poulain había trabajado como Auror. La bruja había aceptado, llevándose a Elros también. Ni bien Annick se asentara en aquel hogar, iría a visitarla.

Te amo, cariño. ¿Lo sabias? —jugueteé, rozando mis labios con los suyos con una sonrisa. Apreté ambas manos y miré fijamente sus ojos esmeraldas. Eran hermosos, me habían cautivado desde el primer dia. Su cabello color rojo fuego me acariciaba mi frente—. Le diré a Zahil que me acompañe. ¿Esta bien? ¡Vamos! Terminemos el desayuno y te acompaño al traslador.

Le comenté, sirviéndole las últimas tostadas a mi esposa.

Pero detrás de toda aquella escena, se escondía la verdad. Varias investigaciones detrás, con la información de Lucas y la ayuda de Zahil y Darla, habíamos dado con varias pruebas que siempre me llevaban al mismo camino. Los tiempos se iban oscureciendo cada vez más. Necesitaba exponerme demasiado y la única manera para hacerlo, era alejar a Annick. La bruja no iba a permitir que hiciera nada y jamás me perdonaría que le pasara algo. Era una bruja feroz contra los enemigos, pero peor era tener que enfrentarla enojada.

Necesitaba que ella y Elros se alejaran lo más posible. En cuanto ellos pusieron un pie fuera del terreno inglés, puse manos a la obra. Nos habíamos enviado un par de cartas. Estaba contenta porque realmente le estaba saliendo todo bien. Pero callé mis sentimientos. Me obligué a no extrañarla porque era claramente una barrera. Ése fue mi segundo error.

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Annick apareció a las afueras de la mansión al mismo tiempo que una lechuza de plumaje gris se alejaba del sitio llevando consigo una nota atada a la pata; no obstante, no fue el ave lo que captó la atención de la pelirroja, sino la marca tenebrosa que se alzaba sobre los terrenos del hogar Gryffindor. De inmediato sintió un cosquilleo en el punto exacto donde, horas antes, el dije que colgaba en su pecho había ardido con tal intensidad que incluso le había dejado una leve impresión roja sobre la piel. Aquella había sido una señal de alarma que no había podido ignorar y que la había orillado a romper la promesa que había hecho a su esposo en su última carta: esperar hasta que él fuera por ella y por Elros.

 

La aparición de la marca tenebrosa provocó que varios vecinos se asomaran con discreción desde las ventanas de sus propias casas, mientras un par de figuras parecían encaminarse hacia el sitio. Sin embargo, la ojiverde no se preocupó por observar sus rostros ni por saber si eran amigos o enemigos. Atravesó la verja casi corriendo y se detuvo a mitad de los terrenos. No se escuchaban los ruidos propios de una batalla ni se percibían daños en la propiedad. Aunque la angustia le ofuscaba el pensamiento, sabía que el avistamiento de la marca tenebrosa y la tranquilidad de los terrenos eran dos cosas que no encajaban una con la otra.

 

Fue entonces cuando se percató de que en lado izquierdo de los terrenos había un grupo de personas. Entre ellas reconoció a su prima Zahil y a una de sus hijas. Era probable que otros integrantes de la familia se encontrasen presentes, pero Annick no fue consiente de quiénes eran. En otras circunstancias incluso hubiese interpretado el inesperado regreso de Mica; pero en ese momento no era capaz de prestar atención a tales detalles.

 

Comenzó a acercarse mientras su mirada se concentraba exclusivamente en un féretro que se posaba en el jardín. El corazón se le aceleraba con cada paso que daba; mientras tanto un hombre de mediana edad, con el cabello castaño oscuro, decía algo que la pelirroja no logró escuchar, quizá porque era inaudible a esa distancia o quizá porque de pronto su mundo se había reducido a ese ataúd que le helaba la sangre.

 

―Zahil… ―murmuró cuando estuvo a poca distancia de su prima― ¿Qué…? ―su respiración comenzó a entrecortarse y eso le impedía terminar de formular la pregunta que deseaba hacer y que le oprimía el corazón―. ¿Quién…?

 

No supo si Zahil o alguien más respondió su inconclusa pregunta o si de pronto todos habían guardado silencio. En su corazón conocía la respuesta. Elvis no había salido a su encuentro. Eso solo podía significar una cosa… Mientras respiraba de manera entrecortada y derramaba gruesas lágrimas sin poder controlarlas, se acercó lentamente al féretro abierto. Cuando por fin estuvo lo suficientemente cerca para confirmar sus sospechas, se le dificultó respirar.

 

―No… no… ―con cada palabra movía la cabeza en señal de negación― no… Elvis… ―se negaba a creer lo que sus ojos veían― no… mi amor…

 

Con manos temblorosas tocó el rostro de su esposo y comprendió que él jamás volvería a dedicarle esa sonrisa que tanto amaba. Tampoco le respondería con el cálido tacto que siempre la reconfortaba y le hacía sentir que todo estaría bien. Lo único que percibía era una frialdad solo comparable al frío que acababa de posarse en su alma y en su corazón. El hombre al que tanto había amado, ese que siempre la había hecho sentir protegida, amada y feliz, yacía indiferente al dolor que comenzaba a consumirla.

 

―¡¡Nooooooooooo!! ―el desgarrador grito resonó en los jardines mientras ella caía de rodillas y continuaba llorando sin importarle si la observaban o si alguien decía algo. No se interesó siquiera en quienes estaban presentes.

 

La vida se le escapaba con cada lágrima; y la felicidad que alguna vez había sentido a lado de Elvis, se disipó de golpe para mostrarle que ni todo el amor ni todo el cuidado que había dedicado habían sido suficientes para evitar lo que durante tantos años había temido. De un momento a otro el mundo se había desgarrado para dar paso a un mar de dolor que nunca antes había sentido y que amenazaba con arrancarle la vida con cada sollozo.

 

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¿Qué había pasado? no podía pensar solo escuchar que teníamos ¿media hora? suspiré pensando que no me importaba que me matarán por enterrar a papá, ¿a quien se le ocurría lo de la media hora?, sabía que la mansion era de ellos y lo entendía, pero no lo compartía en lo mas mínimo, ahora entendía que si querían podían matarme así que saqué mi varita sintiéndome tan indefensa en mi propio hogar que tuve ganas de irme, pero mi mamá y su grito me detuvo y ya nada más importo, me congelo el corazón comprender que su dolor sobrepasaba el mío y el de todos y me dije que me quedaría por ella y porque tenía un deber con mi papá, uno que no dejaría de llevar, no importaba ya a quien apoyaba la casa, solo importaba que estuviéramos todos unidos y en paz para darle un entierro digno del gran mago y padre que había sido.

 

- Primero, lo enterraremos el tiempo que consideraremos necesario y segundo, no me importa si la legión de mortifagos me apresa o me mata en el proceso pero de verdad les pido respeto por mi papá, antes de ser un auror, un fenixiano o de la Orden del Fénix, era mi papá y un gran mago, de acuerdo quizás ya era todo eso cuando era mi padre y yo una simple aprendiz, a lo que voy es que era un mago y servía a la comunidad mágica por ende, como matriarca que soy también exijo que me dejen enterrarlo las horas que quiera, no quiero pelear hoy con nadie, no me importa si sos mortifago, auror, fenixiano o un muggle, si lo conociste y quieres despedirte puedes hacerlo y lo que es mejor de todo, no habrá horarios para nadie que quiera rendirle respetos o homenaje y no me importa lo que me pasé, solo quiero despedirlo el tiempo que consideré oportuno, por favor, tengan piedad y denme las horas que considero para hacerlo - Dije con la voz más rota de la cuenta, pero con una firmeza que rara vez había tenido en mi haber -

 

¿Quién se creía para darme horarios para despedirlo? lo fulminé con la mirada más de la cuenta, nunca antes había querido hechizar a nadie tanto como ahora pero me contuve porque realmente no quería pelear con nadie en esos momentos, solo quería despedirme de él, suspiré cuando entendí que era el hijo de Shelle y que estaba de acuerdo con él, bajé la vista sintiéndome mal, pero recordé que mamá seguro que nos dejaría más tiempo o al menos, eso esperaba que pasará, no podía permitir que no me respetarán pero como siempre no sabía como lograr eso, me dije que había estado bien en hablar y que no podía permitir que no me dejarán decirle adiós, avance hacía mi mamá Annick, intentando reconfortarla dándole un abrazo, me agache para estar junto a ella y desee poder reconfortarla de otra forma, pero no había palabras que se me ocurrieran más que estar allí para ella y para que no se sintiera sola en ningún momento.

 

 

- Mamá, Papá no querría vernos mal, ahora necesitamos estar más unidas que nunca y lograr la armonía y la paz en nuestro hogar sin importar de que bando sea y lo que es más importante estoy aquí para ti si me necesitas, me diste una familia y un hogar y te estaré eternamente agradecida por eso, te adoro y admiro Annick aunque no te lo diga muy seguido - Le dije acariciándole el cabello intentándola reconfortar y sonriendo feliz de verla, entre medio de tanta tristeza, tenerla conmigo un tiempo era lo mejor de todo -

 

 

Continúe allí abrazándola e intentando consolarla y sin saber que más podía hacer, ni si quiera yo podía estar entera, así que me restregaba los ojos una y otra vez intentando estar bien pero todo era en vano, nadie podía culparme por querer llorar a papá y nadie me diría cuanto podía hacerlo así que no me importaba si la casa era de los mortifagos o del abominable hombre de las nieves, lo único que quería era que mamá estuviera bien y poder velarlo cuanto tiempo quisiera y si tenía que hechizar a alguien para lograrlo lo haría, porque lo más importante ahora era que podamos despedirlo con todo el amor y el cariño que siempre le tendríamos, porque el amor que le tendríamos no se evaporaría con el tiempo solo se transformaba en recuerdos y alegrías que recordaría con una sonrisa y alegría porque así lo hubiera querido papá de seguro.

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