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~Mansión de la Familia Gryffindor~ (MM: B 104490)


Mael Blackfyre
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No quería pensar lo sola que estaba en ese momento, si bien Rory la había reconfortado y calmado bastante, además de que el pastor siempre encontraba la manera de hacerla sentir mejor, quizas sea porque al ser ferviente de Dios él tenía un arma poderosa en sus manos, las palabras mismas que siempre la hacían sentir como en casa, se preguntó porque no había notado que el pelirrojo era tan buen amigo suyo y se arrepintió de no haberle hablado antes si quiera, pero se consoló al pensar que desde entonces tendría en ella a una buena amiga y alguien en quien confiar, si es que él quería por supuesto y esa fue una resolución que marco todo lo que iba a decir después, porque sin saberlo el pelirrojo le había dado un arma que podía usar, una que no iba a desaprovechar en lo mas mínimo.

 

 

- Dicen los que saben que mientras Dios este con nosotros y lo tengas presenté nada malo sucederá ¿no es cierto? además sigo pensando que papá no se ira si lo recordamos todos, se que está ya no parece mi casa, entiendo que mi permanencia aquí puede hacerme sentir desdichada o mal, pero no les dejaré mi casa a ellos, este es mi hogar, aquí aprendí a volar en escoba, a pelear, aprendí a leer y por sobre todo aprendí lo que era el amor, el cariño, el compañerismo, ¿Cómo puedes pensar que dejaría mi casa? haces bien en advertirme, Rory, querido amigo, de lo que sucede en este lugar que ya no es lo que era, pero mientras pueda estar aquí y me dejen estarlo nadie me moverá de acá, además Elvis confiaba en mí para cuidar la casa ¿no? así que honraré el recuerdo de papá a cada paso que de, seré justa, leal, amable y condescendiente con todo el mundo, ellos quieren guerra, ¿sabes que les daré? Paz, eso les daré paz y armonía o al menos, lo intentaré - Le dije con más energía de la cuenta, sintiéndome un poco mejor que momentos antes, era como si ahora tuviera un propósito del todo -

 

 

El dolor por la partida de papá se reflejaba en los ojos y el corazón de todos nosotros, desde mamá, Annick, la tía Arabella, la tía Mica y hasta Shelle, mi querida Shelle por quien no sabía que sentir en realidad, ¿la odiaba? ¿la quería? ¿Qué sentimiento tenía por ella? mi mente era un remolino de indicaciones e ideas pero hubo una que me hizo sonreír un poco más, el pensar que papá hubiera querido que estemos unidas, así que pesé a mis dudas y al verla algo alejada de todo esto, me giré para mirarla con mis ojos azules claros y dedicarle una sonrisa a mi hermana, sin saber si Shelle la vería o no, indicándole así que no tenía nada en su contra y que pesé a todo la quería, porque estuviera o no de acuerdo con su hijo, ella era mi hermana y estaba segura que en el fondo de su alma me quería, porque no podía concebir que eso no fuera así de ningún modo alguno.

 

 

Repentinamente se me dio por pensar en que quizas ella estuviera cuando papá se murió, ¿era eso posible? ¿Shelle sabía información que desconocía? negué con la cabeza intentando sacarme esa otra idea de la cabeza, pero la misma volaba de un lado para el otro de está, como si fuera un faro de luz incandescente que me mostrara el camino a seguir, suspiré diciéndome que luego le preguntaría, porque no era momento para eso y esperé allí con el corazón destrozado algo que no iba a pasar por ningún motivo, quería que papá estuviera allí para despejar mis dudas y calmar mi alma inquieta, pero eso no iba a volver a pasar jamás, entenderlo hizo que llevará mis manos a mis cabellos y los tironeará con fuerza, sabía que asustaría a Rory y a algunos más de seguro, pero tener la certeza de que papá no me ayudaría más era demasiado para procesar en un minuto y de hecho, no sabía porque había pensado en que lo vería y le pediría consejo, cuando era evidente que eso no pasaría nunca más.

 

 

- No puede ser, tiene que haber algo, alguna pócima, algo mágico, no puede ser, papá no puede estar muerto, por Merlín Rory amigo mío, tenemos que hacer algo, mamá, Tía Bella, hermanita, tenemos que hacerlo, somos magos, no podemos rendirnos así como así, esté no puede ser su final, no me vean como si estuviera loca, es que yo no quiero que él se vaya, por dios, Elvis ¿por qué me hiciste esto? tendríamos que poder hacerlo ¿o no? ya sé que no, se que es un disparaté mi idea, pero no quiero despedirme, no quiero decirle adiós, no quiero pensar que jamás va a ayudarme con alguna cosa, calmarme, reírse de algo o si quiera abrazarme, es tan injusto - Dije intentando calmarme mientras veía algunos de mis pelos rojos en mis manos del tironeo que me había hecho yo sola -

 

Cuando pude calmarme me di cuenta que quizas no era adecuado para mí comportarme así, ¿Qué me pasaba? ¿había perdido el juicio? era evidente que mi dolor por él era más fuerte de lo que quería decirles, era lógico que lo llorará pero ¿arrancarme parte de mis cabellos? ¿enserio? además de mi familia, de la mi familia de la Orden y de todos los animales que pudiera encontrar, mi cabello era lo que más apreciaba en la vida así que ¿por que demonios estaba haciéndolo añicos? sabía que estaba mal, pero hasta entonces no quise ver cuan mal estaba, al menos no hasta que me di cuenta que aceptar que papá no estaría más para mí, me llevaría más tiempo del que pensaba en realidad.

 

- Lo siento, solo que no quiero que papá se vaya, fue un momento de debilidad... de verdad que no quise asustar a nadie, no puedo creerlo, estábamos tomando el té por Merlín y todos sus santos, ¿entienden? tomábamos el té en la sala, dijo que se iría al Ministerio y que lo vería más tarde, ¿por que no lo detuve? hablábamos de solo confiar en la familia y no subestimar a nadie, sonaba como si me preparará para algo grande o peligroso, de verdad que no quiero creerlo, él tendría que estar aquí y no allí y todo fue mi culpa, yo no lancé ningún hechizo, maldición, fue casi como si lo dejará morir - Dije con mi voz más fuerte de la cuenta, conteniendo las lagrimas que hubiera querido tener en ese momento para él, guardándomelas para cuando nadie me viera -

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Mientras esperaba el regreso de su elfina doméstica, Annick captó algunas palabras que Luna le dirigía a su interlocutor. Decía algo acerca de que no les dejaría la casa «a ellos». ¿Quiénes eran «ellos»? ¿Y por qué su hija hablaba de que querían guerra? La pelirroja sentía que la cabeza comenzaba a darle vueltas y experimentó un repentino mareo.

 

Solo por poco logró mantener el equilibrio y permaneció quieta mirando un punto fijo hasta que la sensación de vértigo disminuyó. Justo en ese momento Luna hablaba acerca de la necesidad de hacer algo para evitar la inesperada partida de Elvis.

 

―A mí también me gustaría hacer algo para cambiar la situación, Luna. Si existiera alguna manera de poder traerlo de vuelta, te prometo que no dudaría en hacerlo; pero lamentablemente no podemos modificar lo ocurrido ―murmuró mientras se acercaba a su hija y le daba un abrazo para reconfortarla.

 

De pronto, mientras Luna seguía hablando, un borroso y lejano recuerdo se dibujó en la mente de Annick: hacía muchos años una de sus amigas le había contado acerca de alguien que había muerto y había sido traída de regreso a la vida por antiguos miembros de la Orden del Fénix. Sin embargo, lejos de alegrarse, sintió un pinchazo de dolor al pensar en que lo más probable era que Elvis no quisiera regresar…

 

―No digas eso, Luna ―Annick tomó con sus manos el rostro de la fenixiana y fijó sus ojos en los de ella―. No eres débil ni fue tu culpa ―la pelirroja aún no comprendía en qué circunstancias había muerto Elvis, más tarde lo averiguaría, sin embargo estaba casi segura de que Luna no tenía ninguna responsabilidad en lo ocurrido―. Estoy segura de que si hubiéramos sabido lo que ocurriría, hubiésemos hecho hasta lo imposible para evitarlo; pero no podemos culparnos por lo que está fuera de nuestras manos.

 

Le dio un beso en la frente y volvió a estrecharla en brazos. Mientras tanto un leve crac sonó a mitad de los jardines. Dido, la elfina doméstica de Annick, apareció junto con Elros.

 

―No sé cómo explicárselo a Elros ―murmuró.

 

 

 

Elros F. Gryffindor

 

―¡Mami! ―el pequeño corrió en dirección a Annick con esa enorme sonrisa que iluminaba su rostro infantil. Su cabello revuelto se había tornado ligeramente castaño en algunos mechones, pero en él seguía predominando el tono rubio que lo había caracterizado desde bebé.

 

Al acercarse a su madre dio un par de saltos y la abrazó, aunque tenía que ponerse de puntillas y solo lograba rodearle las piernas. Luego miró en dónde se encontraban y reconoció el jardín. En su rostro se formó una expresión de alegre asombro.

 

―¿Ya vamos a vivir otra vez con papá? ¿Sí, mami? ¿Vamos a vivir con papito en su casa?

 

Annick no pudo reprimir un sollozo, pero de inmediato intentó controlarse. Era la primera vez, desde que se había enfrentado a la tragedia, que hacía un verdadero esfuerzo por reprimir las lágrimas. Tenía que ser fuerte por su pequeño hijo, quien a sus escasos cinco años probablemente no comprendería del todo lo que estaba a punto de explicarle.

 

La pelirroja se limpió el rostro con la mano y luego se colocó en cuclillas para ponerse a la altura de su hijo. Le acomodó un poco el alborotado cabello, le dio un beso en la frente e intentó esbozar una sonrisa, pero le dolía el alma el solo hecho de intentar ese gesto. Respiró profundo.

 

―Mi vida... ―una nueva lágrima rodó por la mejilla de Annick, y la sonrisa de Elros desapareció para dar paso a un gesto de asombro.

 

―Mami, ¿por qué lloras? No llores. ¿Te duele algo, mami?

 

―Elros, mi cielo ―la ojiverde respiró hondo e intentó hablar con voz tranquila y dulce mientras acariciaba el rostro de su pequeño―, no podemos volver a vivir con papá porque él ha muerto... y eso significa que ya no podremos verlo. Por eso venimos a despedirnos de él, y a decirle que lo queremos mucho y que lo extrañaremos.

 

Hacía varios meses la pelirroja le había hablado a su hijo acerca de la muerte cuando Snow, el gato de una de sus amigables vecinas, había muerto; sin embargo ella era consciente de que comprender la muerte de su padre sería un proceso mucho más difícil de asimilar que el deceso de un gato.

 

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El abrazo de mamá y sus palabras me reconfortaron muchísimo, nada me hizo sentir mejor que ella estuviera ahí, sabía que había perdido a papá pero no por eso a Annick, el pensamiento la hizo sonreír mucho aunque aún se sentía culpable, no importaba que mamá dijera que no, ella podría haberlo ayudado y dejo que se muriera así sin más, aunque recordó cuando le pidió que no fuera a ningún lado y él si se fue, fue solo un saludo pero la bruja además de ir tendría que haberlo ayudado, pero los hechizos no le habían salido y papá había perecido a manos de ese mago, dejándola sin saber como continuar en todo.

 

- Si pudiéramos cambiarlo también sería la primera en hacerlo, no quiero estar sin él, me costará mucho seguir aunque él hubiera querido que lo hiciera, es difícil y complicado, no sé como haré porque en todos lados me hablan de Elvis y me es difícil mantener mi rostro sin sentimientos, no puedo mi cara me vende y hay veces que estoy ahí en el ministerio, en el que era nuestro trabajo y tengo que ir al baño para calmarme es horrible y complicado, no sé como pudo morir, desearía no haberlo dejado ir - Le dije intentando calmarme aunque no estaba segura de lograrlo si quiera -

 

 

- Es que se que pude salvarlo, fue mi culpa, yo sabía lo que haría o al menos lo intuía, solo baje la guarda dos minutos y se fue, así sin más y ahora ya no hay nada más que se pueda hacer, estoy como en shock, como si no pudiera creer lo que le paso y al mismo tiempo intentará aceptarlo, es complicado de explicar y difícil, demasiado difícil, de nuevo me quede sin padre y ni si quiera pude impedirlo, ¿ves como si soy un fraude? uno de esos chistes que andan diciendo que puede salvar a todos, pero no puede, porque hay cosas que escapan de mi control y eso es algo que no puedo evitar pensar, quizas pude salvarlo y no lo hice, si no me hubiera quedado en blanco papá estaría allí, no me salieron hechizos y lo deje morir, deberíamos decirle eso a mi hermanito, Elros, tu hermana lo dejo morir a papá - Susurré con mi voz quebrada mirándola con dolor en mis ojos azules claros, intentando hilar bien mis pensamientos y la idea de que si que había sido mi culpa, me perseguía más de lo que pudiera decirle -

 

 

Sonreí por el beso en la frente y le correspondió el abrazo sintiéndose feliz de tenerla con ella, al menos me quedaba mamá y jamás permitiría que algo le pasará, ni a ella ni a Elros e inclusive pensé en montar guardia en donde estuviera, quizas hasta pudiera llamar a varios aurores para ayudarme, porque creía que ella necesitaría ayuda, sobre todo con tanta malaria dando vuelta por la mansion, mi mansion que querían adueñarse por demás.

 

- Prométeme que le dirás la verdad mamá, quizas si compararlo con la muerte de algún otra persona o animal, podrías decirle que él no vendrá más pero que podrá mirar las estrellas y pensar que papá esta allí, tal vez también sea buena idea decirle que él jamás le abandonará aunque nunca podrá volverlo a ver porque se fue a un lugar bonito a curarse, no sé, son algunas de las cosas que me decían a mí cuando era chica, quizas funcioné ¿no?, sea como sea, dile la verdad, es pequeño pero lo entenderá de alguna manera - Susurré esperando ayudarle y darle ánimos, porque pensar en Elros tan chiquito me hacía encoger el corazón -

 

Pensar en Elros me hizo querer llorar, ¿por qué el tendría que pasar por eso tan chiquito? nadie debía de sufrir así, por lo menos a mí me dolía y lo entendía, pero ¿Qué pasaba con él? me prometí estar ahí para ayudarle a explicárselo, aunque ni yo misma supiera como entenderlo, tenía que ser fuerte, porque mi hogar ya no era mi hogar, las palabras de Rory volaron a mi mente y apreté los puños enfadada, nadie me quitaría mi casa y si ese Mael quería guerra la tendría, protegería a mi hermanito y a mamá con uñas y dientes si era necesaria y jamás permitiría que a ellos les pasará nada, me dije que tendría que hablar con Shelle y Mael para pedirles una tregua, solo que no sabía ni como pedirles algo como eso, porque ser amable en esos momentos me costaba demasiado, solo quería llorar pero me guardaría las lagrimas para después porque ahora necesitaba proteger mi casa y evitar que me la sacarán y por sobre todas las cosas, tendría que proteger a mi familia a como diera lugar.

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La primera en hablar fue Luna, me sobrina, aquella que siempre estaba allí para darme un abrazo. Annick al escuchar mi voz balbuceó una palabras y rompió en llanto. Mientras me decía como había pasado me acerque hasta ella y pase mi brazo por sus hombros mientras acariciaba su rostro todavía compungido. El amor que luna le profesaba a Elvis era tal pero por un momento temí por ella, la culpa que sentía la perseguiría por siempre, pero si había algo que sabía era que nadie tena la culpa de lo que había pasado, ni siquiera aquella gente malvada que se encontraba en los alrededores, si Elvis estaba muerto, era porque él lo había decidido así.

 

- Tranquila sobrina- besé su mejilla – nada de esto fue tu culpa, quiero que sepas eso- le susurré- y él siempre estará con nosotros, aquellos que amamos y nos aman nunca nos dejan realmente, no mientras podamos recordarlos con una sonrisa- dije tratando de no emocionarme- necesito hablar con Annick y Sophie, ya vuelvo.

 

Acaricie su cabellos antes de apartarme y dirigirme a la pelirroja, aquella risueña mujer que había conocido hacía tiempo se me presentaba ahora como alguien muy distinto, endurecida y sombría, con un dolor que yo podía comprender demasiado bien. Saber que aquel que había amado y seguiría amando por la eternidad se había ido, que ya no tendría sus besos sus caricias, sus abrazos y sus risas, era algo que te atravesaba, una especie de dolor que llegaba hasta los huesos, y que hacía que respirar fuera demasiado difícil.

 

Mientras Luna se volvía a contestarle algo a un hombre que no conocía, llegue donde se encontraba Annick, tome sus manos y trate de hacerle sentir que no estaba sola, que ambas lloraríamos a Elvis por siempre. Ella un poco más clamada comenzó a hablar, pidiéndome que fuera yo quien realizara la ceremonia de despedida de Elvis, no pude evitar que mis ojos se llenaran de lágrimas.

 

- Sera un honor Annick- dije abrazándola- lo haremos como en los viejos tiempos. Lo despediremos de la misma manera que nuestros ancestros despedían a nuestros Lairds y a nuestros guerreros.

 

Me aparte para dirigirme hacia Sophie, cuando algo en el ambiente cambio sentí correr por mi columna un escalofrió, me gire en redondo para tratar de enfocar quien o que había logrado hacerme sentir así, mis ojos detuvieron en una mujer rubia, con unos ojos de un bello color ámbar, una rabia feroz se apodero de mi ser al caer en cuenta de quién era ella. Apreté mis manos hasta volverlas puños cerrados y sentí que mis ojos se tornaban de un rojo intenso, en un par de zancadas me encontraba junto a ella y la tome de los hombros.

 

- Como te atreves a aparecerte por aquí- dije con los dientes apretados- como tienes la cara de hacerte presente, acaso piensas en venir a burlarte de nuestro dolor. ¿Cuánto más daño nos quieres hacer? – escupí es su cara mientras la zamarreaba con fuerza- habla mujer ¿A qué has venido?

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La Granger se había quedado en silencio, no sabia que mas decir y no le salían las palabras, entendía la culpabilidad que sentía Luna pero sabía claramente que no era culpa de su sobrina, aunque los hechizos le hubiesen salido, eran tres contra el mundo entero y el asesino de Elvis estaba demasiado cerca de el por lo que nadie habría podido impedir aquel desenlace y que los hechizos de Luna no salieran tal vez incluso había sido una bendición. Si ella hubiese llamado la atención de los mortifagos sobre ella misma tal vez hubiese ocasionado mas de un Gryffindor muerto.

 

Se acerco a Luna y le toco el hombro para llamar su atención y le sonrió tristemente. Busco las palabras correctas para no verse demasiado agresiva contra la Orden que en su inocencia, la joven vampiro aun defendía.

 

- Luna, basta ya de culparte, que tus hechizos salieran o no, no hubiesen hecho diferencia, pequeña. Pero quiero que entiendas algo y te lo metas en la cabeza y lo tengas bien presente. Lo intentaste, intentaste salvar a tu padre y estuviste con el en sus últimos minutos en esta tierra, y eso es mas de lo que pueden decir muchos magos que se dicen defensores de los inocentes y que ese día no estuvieron ahi. Y Elvis donde quiera que este, lo sabe y se sentiría orgulloso de la hermosa y valiente hija que tiene - le dijo intentando sonreirle para que la Gryffindor se sintiera mejor.

 

Mientras tanto, Annick le pedía a su prima Arabella que fuese ella la que dirigiera la ceremonia, la rubia asintió cuando la escucho pues si alguien tenia que hacer aquello debían ser ella y Mica, ademas de Annick y ella las ayudaría para darle a Elvis la sepultura y los honores que merecían. Así que levanto su varita y lanzo un patronus para llamar a la bruja que había salido corriendo. Un patronus plateado en forma de perro salió de su varita y corrió en busca de la bruja

 

- Mica, tienes que volver, Ara dara inicio a la ceremonia y tienes que estar aqui - fue el mensaje que el patronus transmitiría a la profuga.

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Agatha


No podía creer lo que pasaba ante mis ojos. El último adiós a aquel gran Fenixiano. Sentía un dolor difícil de explicar, como una sensación de vacío. Eran pocas las personas que estaban allí que podrían reconocerme, por fortuna.


Logré ver a Arabella entre la multitud, a ella y a Sophia, como esperaba. Era imposible pensar en Elvis sin ambas. Traté de encontrar a Mica, ella debería estar por allí. Pero no pude encontrarla. ¿Acaso habría cambiado tanto su aspecto desde la última vez que estuve en ella? Sabía que la bruja era metamorfomaga, pero después de tanto tiempo creía poder reconocerla… no estaba, o al menos no en esa parte de la casa.


Fue entonces cuando noté que Arabella volteaba y acortaba la distancia entre ambas. Algo en su actitud me avisó que las cosas no estaban bien, pero no tuve tiempo de reaccionar. Sus manos me sujetaron con fuerza mientras me zarandeaban, mientras sus palabras me golpeaban peor que si hubiesen sido puños.


-Ara, yo solo… quise venir a brindarles mi respeto… - murmuré intentando tranquilizar a la bruja- ¡No olvides quiénes son los verdaderos enemigos en esto! – la bruja no parecía querer escucharme- ¿Dónde está Mica, Ara? ¿Sabe de esto? Ella debería estar acá… -era lo que más me preocupaba, de seguro estaría destrozada.

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Escuché lo que me decía mi tía bella sonriendo y asentí, mi sonrisa carecía de la alegría de siempre pero ella tenía razón, no era mi culpa y no lo sería nunca, sólo que no podía creer que él se fuera así como así, quizás nadie lo pensara en esos momentos, pero me hizo ver lo corta que podía ser la vida, en un momento hablas con alguien y al siguiente esa persona se va y ya no habrá abrazos, consejos y risas con esa persona, para los que nos quedamos aquí es más difícil soportar su perdida y máxime si se podría haber evitado.

- Tienes razón tía, estaré bien o al menos lo intentaré y no fue mi culpa solo debo recordar las cosas lindas que pase a su lado y pondré de mi parte para salir adelante, no digo que lo estaré ya, pero prometo estar bien - Le dije a bella esperando que mi voz no sonora tan rota como antes pero fracasando en el intento -

Lo de Shopie me hizo sonreír de nuevo, ella tenía razón no había culpables pero aún me sentía mal por haberlo abandonado, fui una cobarde y eso nadie podía no hacérmelo pensar, si hubiera sido más valiente quizás mi papá hoy estaría con nosotros y no se hubiera ido así sin más.

- Tienes razón Shopie, él estaría orgulloso de mí, estuve con él en sus últimos momentos y tendría que haber habido más magos, pero en fin... Quizás quisieron que fuera yo la que lo despidiera, tal vez ese era su destino, yo le di el adiós, uno que no quería darle, sólo sucedió lo que tenía que pasar, papá siempre me querrá y esté donde esté me ayudara con esto, se que él lo hará - Dije sonando más animada que momentos antes -

- Ma, Elros pueden venir conmigo digámosle adiós a papá - Dije en un susurro para que sólo ellos me escucharán -

Ya no le dije más nada a nadie, no vi si alguien más me habló o no, sólo avance con ambos hasta su cajón abierto y lo vi ahí muerto, con sus cabellos castaños con algunas canas parecía estar sereno y en paz, como si ya nada le preocupara, suspiré aguantando el sollozo y apoyo mi cabeza en su pecho unos minutos antes de levantarme y darle un beso en la frente, le apreté su mano tan fría como la mía y al soltarlo solo le dije lo único que mi corazón pensaba y lo único que me saldría en esos momentos.

- Papá gracias por enseñarme que siempre es bueno luchar por lo que crees justo, por tu entrega y tu amor incondicional, por nunca abandonarme, por soportar mis despistes y escucharme cuando te necesite, por estar ahí para mí, te prometo que nunca te olvidare, gracias pa por todas tus enseñanzas y por haberme cuidado tanto, prometo que jamás abandonaré a la familia y que siempre te recordare con amor y alegría, los que nos quieren jamás nos abandonan y siempre están en nuestros corazones, Elvis siempre estarás en mi corazón sin importar el que, te amo papá y te recordare siempre y estarás siempre en mi corazón - Le dije en un susurro, que el viento se llevó sin saber si él sabría de mi despedida o no -

Me aleje del cajón y de mi héroe sintiendo sin más que mi corazón se iba con él, sabía que si siguiera latiendo en esos momentos lo hubiera perdido y tenía tristeza y rabia absoluta al pensar que el mejor papá del mundo se tenía que ir así como así, le jure antes de volver a ver el cajón y de esperar lo que vendría luego en la ceremonia, que nunca me rendiría y que siempre confiaría en la familia, porque eso es lo más importante de todo y sabía que él querría eso por sobre todas las cosas.

Editado por Luna Gryffindor Delacour

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Aquella mujer me respondió, con voz compungida pero yo no quería creerle, el daño que nos había hecho, todavía lo tenia incrustado en el corazón, los años en que nos privo de nuestra amada prima y hermana, como mancillo la mansión con su presencia. La mire fijamente a los ojos tratando de descubrir algún asomo de cinismo, algo que me dijera que seguía siendo la misma. Pero aquellos ojos ámbar estaban inundados de pena y tristeza, sentimientos que nunca pensé que Agatha tuviera.

 

- Mica... es verdad necesitamos que ella este aquí- dije pasando mi mano derecha por los ojos.

 

Gire en redondo, mientras buscaba a mi prima, no la había visto cuando llego y ahora tampoco podía encontrarla entre a multitud. Volvió a acercarse a Agatha, ya mas calmada, su primera reacción había sido un poco desmedida, pero todavía seguía sintiendo recelo por la rubia y eso era algo que no sabia si alguna vez iba a poder erradicar de su ser. Suspiro tratando de poner sus pensamientos en orden, Annick le había pedido llevar a cabo la ceremonia de despedida de Elvis y era era lo que debía hacer.

 

- Si has venido a presentar tus respectos a Elvis, no impediré que te quedes- le dije a Agatha.

 

Me aparte de ella y volví a acercarme hacia donde se encontraba Elvis, si íbamos a despedirlo a la vieja usanza necesitaríamos una pira funeraria, saque mi varia y con movimientos precisos y apenas unas palabras susurradas, el féretro de mi primo se elevó y debajo de el comenzó a construirse una estructura rectangular de madera y paja, de una altura de metro y medio. Mientras la pira tomaba forma, no podía apartar los ojos de mi primo, todavía no me había acercado, sacudí la cabeza tratando de ordenar mi mente, necesitaba esta concentrada, necesitaba hacer esto bien.

 

- JUM- coloque la varita en mi garganta y mi voz salió amplificada para que todos pudieran oírme- todos aquellos que deseen despedir a nuestro patriarca, le pido por favor que formen un semicírculo detrás de mi. la ceremonia va a comenzar pronto- baje la varita y la guarde en el bolsillo de mi túnica

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Mientras Annick intentaba explicar a Elros algo que a ella misma le costaba trabajo asimilar, se percató de que Arabella se acercaba a alguien que hasta ese momento al parecer nadie más había visto: Agatha.

 

―Tranquila, Bella ―dijo reincorporándose nuevamente ante la sorpresiva reacción de su prima―. Dice que viene simplemente a presentar sus respetos a Elvis. Permítele hacerlo. Si viene solo a eso, no provocará problemas ―la pelirroja lanzó una mirada a Agatha como advirtiéndole «si no»―. Mica debe estar por regresar. Sophie la ha llamado ―informó a ambas.

 

Annick observaba a Arabella, pues aún no soltaba a Agatha de los hombros; pero tuvo que desentenderse de la situación y confiar en el criterio de Bella porque Luna le susurró que la acompañaran a despedir a Elvis.

 

La pelirroja tomó la pequeña mano de Elros y los tres se dirigieron hacia el féretro. Al llegar, levantó a su hijo en brazos para que pudiera observar mejor, aunque ya no le resultaba tan fácil cargarlo como cuando era bebé.

 

La primera en acercarse fue Luna. Annick observó cómo la joven besaba la frente de su padre y le dedicaba unas hermosas palabras. Luego, cuando Luna se separó un poco del féretro, ella se acercó junto con el más pequeño de los Gryffindor.

 

―Papito ―llamó Elros, y se inclinó un poco mientras estiraba una mano como si esperara que Elvis se pusiera en pie y lo abrazara como solía hacerlo―. Papi ―insistió.

 

―Él ya no puede respondernos, mi vida. Ya no podrá estar con nosotros. Por eso debemos decirle adiós así como tu hermana Luna lo ha hecho ―explicó Annick con ternura, mientras un par de lágrimas rodaban por sus mejillas―. ¿Escuchaste que Luna le dijo a papá que lo quiere mucho? ―el niño asintió levemente, pero con un semblante que demostraba que no entendía del todo lo que estaba ocurriendo―. Tú también quieres mucho a papi, ¿no es así? Díselo. Y dile adiós.

 

―Te quiedo mucho, papito ―murmuró recargando su cabeza en el hombro de Annick y observando el cuerpo inerte de Elvis como si no entendiera por qué él simplemente no se levantaba y le sonreía como siempre―. Adiós.

 

Annick besó a su hijo en la mejilla.

 

―Descansa en paz, mi amor ―fue su turno de despedirse para siempre del hombre que más había amado―. Jamás dejaré de amarte. Eres el hombre más valiente, más honesto y más justo que he conocido. Intentaré educar a Elros de la mejor manera posible para sea un gran hombre como tú, y me aseguraré de que nunca te olvide. Gracias por hacerme tan feliz ―tomó aire para poder continuar sin que la voz se le quebrara―. Prometo que cuidaré a nuestros hijos... Te amamos. Siempre lo haremos. Y vivirás en nuestro corazón por siempre.

 

Volvió a llevarse una mano a los labios y depositó un beso que luego llevó a los fríos labios de Elvis. Acarició por última vez el rostro de su amado esposo y se separó para que Arabella pudiera comenzar con la ceremonia.

Editado por Annick McKinnon

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Había algo en la mansión Gryffindor que me llamaba. Era extraño, porque no había tenido una muy bien recibida, tal vez podíamos decir que no era un buen momento para llegar, ni de la forma en que lo había hecho con su madre. Pero los rumores en aquel pueblo mágico recorrían las distancias más rápido que lo que lo hacía el viento o las lechuzas con sus cartas. Había querido dejarles un espacio a la familia de los leones, pero lo que no entendía aún, es que ahora era parte de ellos. Por lo que regresé.

Había vuelto convertido en búho, asomado por los árboles que conformaban los límites de la mansión Gryffindor. Desde allí, justo enfrente, tenía el panteón y al grupo de personas que se estaban acumulando alrededor del ataúd de Elvis Gryffindor. Todo lo que había averiguado y me habían contado quedaba chico. Por un momento, sentí envidia de no haberlo conocido. ¿Qué hubiera sido de mi en caso de haber llegado antes al hogar?

Descendí al suelo, volviendo a mi forma humana.

Una voz desconocía se amplificaba anunciando que iban a empezar. Había llegado justo a tiempo.

Había revuelo en la entrada.

La viuda se despedía con su hijo. Desde allí podía ver su tristeza. Era palpable.

Mi cabeza se puso a pensar en algo que no solía detenerse en muchos casos. ¿Así se sentía? Algo dentro mío se movió. La soledad con la que vivía día a día me había hecho olvidar de esos sentimientos. ¿Pero no se trataba de mi mayor fortaleza? Claramente el amor se convertía en una debilidad. Toda una familia destruida. Y me estaba regocijando de sus migajas.

Avancé algunos pasos. Ya estaba nuevamente cerca de aquellas dos estatuas del León y el Lobo. Mi mano apoyada sobre la pata del gran felino, descansaba mientras miraba como iban llegando algunas personas. Pero me detuve. Quería despedirme de Elvis por alguna razón pero no quería meterme en el medio. A lo lejos, cerca de la entrada, pude ver a mi madre. Pero no me acerqué a ella. Nadie parecía hacerlo. Porque nadie allí era el protagonista, sino la familia misma.

Cada uno parecía poner su parte. ¿Cuál me tocaba a mi?

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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