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~Mansión de la Familia Gryffindor~ (MM: B 104490)


Mael Blackfyre
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Mientras la ceremonia continuaba, Annick fijó la mirada en Arabella y descubrió que parecía cansada, como si la tristeza representara un gran peso para ella. También observó a sus hijas: Natasha acariciaba su vientre y parecía perdida entre sus propios pensamientos, y lamentó que hubiera regresado a casa justo en un momento como ese. Luna parecía no saber qué decir, contrario a su carácter parlanchín. Sophia estaba más callada de lo normal; y su cuñada se había apartado un poco. Incluso el chico de cabello oscuro (Mael) parecía no saber cómo encajar en aquella situación; sin embargo ninguno se movía de su lugar.

Annick se preguntó qué debían hacer. Intuía que el fuego continuaría crepitando durante varias horas, pero quizá no valía la pena seguir prolongando la tristeza de los dolientes. Lo primero que le vino a la mente fue la idea de que Elvis hubiese sabido cómo proceder. No solo los hubiese reconfortado a todos sino que seguramente hubiese sabido en qué momento enviarlos a descansar y cómo hacer para intentar retomar el ritmo normal de la vida. Ese era el tipo de acciones que el exauror hacía no solo por su rol como patriarca de la familia, sino también porque había sido un hombre sabio y de buen corazón.

Sin embargo lo habían perdido para siempre, y la pelirroja era consciente de que sus hijas e hijos necesitaban de su fortaleza como madre, pero en ese momento ella se sentía incapaz de tomar las riendas de la situación. No sabía qué decirles. No sabía qué hacer. Ni siquiera sabía si quería entrar a la casa donde todo en su interior le recordaría a Elvis.

―Mamá, ¿quenes son esos señores, mami? ―Elros señaló en dirección al lindero del bosque. El niño levantó la mano y la agitó como si respondiera un saludo desde la distancia; pero Annick no comprendía qué era lo que su hijo decía.

De pronto percibió una sensación de calor en el dedo pulgar donde había colocado el anillo que hacía un rato había retirado de la fría mano de Elvis. Se lo había puesto para no perderlo y también para tener cerca de ella algo de su esposo, y ese era el único dedo donde había ajustado debido a la diferencia de tamaño entre sus manos y las del mago. La pelirroja pasó el pulgar contrario sobre la piedra azul del anillo y notó que estaba muy caliente, sin embargo no lastimaba su piel. Le pareció extraño. Nunca se le había ocurrido preguntarle a Elvis si el anillo poseía alguna cualidad mágica. Entonces levantó la mirada y entreabrió un poco los labios debido a la sorpresa, porque en ese momento pudo comprender lo que Elros había dicho.

¿Era el anillo lo que le permitía ver aquello que al parecer su hijo era capaz de observar gracias al vínculo de sangre que lo unía con los espíritus? Después de todo, el anillo representaba un lazo entre Elvis y sus ancestros, y ahora estaba en posesión de Annick. ¿Solo Arabella, Mica y Elros eran capaces de ver a sus propios ancestros, y la única manera en que la pelirroja había logrado ser partícipe de la escena era gracias a ese objeto que su esposo había heredado de ellos? ¿O acaso todos los presentes podían visualizar los espíritus sin necesidad de que descendieran de ellos en línea directa?

―Son tus abuelos, mi cielo ―le susuró a Elros mientras volvía a colocarse en cuclillas junto al niño. No estaba segura de que los demás pudieran ver lo mismo que ellos, por eso prefirió modular su voz para que solo su hijo la escuchara―. Ellos son los padres de papá, y sus tíos… Han venido por papi, porque ahora debe estar con ellos.

Justo en ese momento una quinta figura se acercó a los espíritus, y Annick pudo reconocer a su amado esposo. ¿Acaso les sonreía desde la distancia? Ella también intentó sonreír, aunque las lágrimas seguían brotando de sus ojos. Y tal como lo habían hecho en vida, pareció que ambos se comunicaran solo con la mirada, y la pelirroja asintió como si le prometiera a Elvis que cuidaría bien de Elros. Luego todos los espíritus se encaminaron hacia el bosque y se perdieron entre los árboles.

―No quero que papi se vaya ―murmuró Elros con tristeza.

―Lo sé, mi amor, pero no podemos impedirlo ―dijo la pelirroja abrazando con fuerza al pequeño, luego se separó un poco para poder mirarlo a los ojos, cuyo color era idéntico a los de ella―. Aunque ya no podamos verlo, sé que él estará aquí con nosotros mientras lo recordemos. Y como nunca vamos a olvidarlo, él estará siempre aquí ―le sonrió y le dio un beso en la frente.

Supo que no podía seguir evitando la situación, así que tomó la manita de Elros, se puso en pie y se dirigió a todos:

―Creo que es momento de dar por finalizada la ceremonia... Natasha, necesitas descansar. Tú también, Luna. Todos… ―quizá algunos desearían permanecer más tiempo ahí. No se los impediría; pero creía que aquello solo les provocaría más tristeza de la que de por sí los acompañaría en las siguientes semanas―. El fuego tardará varias horas en apagarse. Esperar aquí sería muy pesado ―dejó que cada uno decidiera qué hacer, mientras tanto ella se acercó a Arabella―. Gracias, fue una ceremonia hermosa. Después habrá que decidir dónde colocaremos las cenizas ―le pareció que la bruja lucía muy cansada, pero lo atribuyó a la tristeza de la situación―. ¿Te sientes bien, Arabella? ―miró a Sophia y le hizo una señal para que acercara, porque no estaba segura de si debía preocuparse o no.

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Había participado en la ceremonia como una autómata, el dolor y la rabia la estaban consumiendo y no podía controlar las lagrimas que se negaban a dejar de salir. Vio llegar a Pakami y quiso correr hacia el pero al mirar a su acompañante la rabia la invadió y el orgullo pudo mas que la necesidad de abrazar a un ser que había querido mucho años atrás. No podía evitarlo, el solo hecho de saber que alguien que no fuese su familia pertenecía a la Orden le recordaban la total ausencia de aquel grupo en los últimos días de Elvis y en la fatídica hora de su muerte tampoco fue la excepción, su total desinterés en tan solo intentar hacer algo le provocaba rabia y rencor.

 

Vio llegar al Black y su sentir solo se intensifico aunque este estaba ayudando a si prima, ella lo sabia pero aun así ella lo odiaba por lo que representaba, por lo que permaneció en su lugar ayudando a Arabella y a los demás a terminar con aquella ceremonia. Pero las estrofas de aquel canto de despedida fueron como una espada atravesando su corazón y tuvo que darse la vuelta y buscar sostén en uno de los arboles cercanos como lo había hecho Arabella, para no caer al suelo. Respiro profundamente para tranquilizarse y cuando lo hizo pudo escuchar la voz de su prima recitando cosas en un idioma que no conocía, y luego vio a los cuervos que precedían a una deidad que ella no adoraba pero conocía.

 

No podía recordar cuando ni como pero estaba segura que había tenido contacto con ella muchos ayeres atrás. La diosa Morrigan había venido por su primo y eso la hizo sonreír por primera vez aquel día, tal vez los mortales no le habían dado el reconocimiento que Elvis merecía pero ella si. También pudo ver un grupo de personas que aparecían de la nada y se acercaban hacia la pira funeraria y a la diosa y supo que debían ser los antepasados de su primo. Cerro los ojos mientras dejaba que cierta paz inundara su cuerpo y su corazón y busco un recuerdo feliz con los sus primos, levanto la varita al aire y una luz salio de esta y formo un perro dalmata que atravezo el fuego y se levanto volando hacia el cielo

 

- expecto patronus - susurro lanzando el que probablemente seria su ultimo patronus en su vida. Ya no tenia recuerdos felices.

 

De pronto la voz de Annick la hizo salir de la especie de trance en la que se encontraba y corrio a lado de esta y Arabella mientras tomaba la mano de Ara para sostenerla

 

- te tengo

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La mortifaga se había resguardado en una sala en el ala derecha de la mansión. Allí, donde la presencia de su padre aún estaba intacta en las paredes, en las hojas amontonadas sobre el escritorio, en una pluma aún dentro del tintero. Allí donde su padre pasaba más rato que en ningún otro rincón de la casa, Shelle tomó asiento en la cómoda silla giratoria de cuero y tras apoyar ambos brazos en cruz sobre la mesa, allí apoyó la cabeza y empezó a llorar.

 

-Perdoname- gemía entre sollozos.

 

En su mente revivia una y otra vez aquel Elvis entregado a las garras del destino, Caellum enseñando su rostro como un acto de respeto para que después un rayo de luz verde consumiera su vida.

 

Ese rayo de luz atormentaría los sueños de la Gryffindor por el eterno camino de su existencia.

 

Allí había una ventana que daba a los jardines, podía ver una de las fuentes de entrada y los jazmines a su alrededor, la marca tenebrosa se había desvanecido del cielo y la noche se había poblado de estrellas, pensar que en una de ellas quizás se encontraba él.

 

Con los ojos hinchados, se puso de pie y un susurro la tomó por sorpresa.

 

-Shiva...- murmuró y su cuerpo quedó petrificado cuando reconoció la voz de aquel que la había bautizado con su nombre mortifago.

 

Allí, a un costado de la sala, en el tercer estante de la biblioteca, había un pequeño retrato de uno de los 4 fundadores de Hogwarts, el patriarca original de la familia.

 

-Te he fallado- murmuró Ella.

 

-¿Crees que es libertad eso que buscas?- su voz era dura al igual que su mirada.

 

-Lo creo, para que haya cambios hay que hacer sacrificios- dijo la pelirroja con firmeza.

 

-No tuve una familia para que idealistas como Salazar la conviertan en un nido de serpientes. Si deseas vivir en libertad, lucha por ella, pero no con la sangre de los inocentes.

 

Una mueca se dibujó en los labios de la mortifaga formando una sonrisa torcida.

 

-¿Quien soy yo para decidir quién es inocente?

 

Dicho eso salió de la oficina cerrando la puerta con un golpe seco.

 

Era hora de dar fin a la ceremonia, con un movimiento de varita su rostro quedó impecable y tras divisar a su hijo en el parque se acomodó a su lado mientras contemplaba la dramática escena familiar.

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Cuando mamá dijo de irnos solo pude sonreirle y asentir mirando por ultima vez el lugar, me parecía que mi tía Bella lucia mucho más que cansada por la ceremonia que había llevado a cabo e incluso Sophie la sostenía de la mano barrí el lugar con la mirada, un habito que me había quedado de tantos años de ser Auror, como si buscará algo en el ambiente, algo que no tendría que estar ahí, yo no vi a nadie pero sentí una presencia extraña momentos atrás y por eso me quedé observado todo el sitio, como si temiera que algo sucediera, pero al ver todo relativamente calmado me tranquilice al instante y dije lo único que se me ocurrió en esos momentos de desolación, porque pensé que estar en familia sería la mejor manera de sobrellevar toda la situación.

 

- Mamá tiene razón, vámonos a casa, adentro podemos tomar algo, te, café, chocolate o simplemente sentarnos en los sillones y hablar o no simplemente estar adentro y ya, pero mejor sería ir entrando porque una que estarán cansados de estar parados aquí y dos que supongo que tendrán hambre, además dicen que las penas sabe mejor con algo en la panza así que ¿quieren ir yendo para la casa? Papá ya esta en un mejor lugar y estoy segura que nos cuidará a todos y que jamás nos abandonara y agradecería a todos el estar aquí hoy, así que gracias por haber despedido a mi papá con todo el cariño y el amor que se que le tenemos - Dije intentando sonreírles y sonar alegre, cosa en la que fracase estrepitosamente, mi voz sonó más baja de lo habitual y sin su alegría acostumbrada, pero mucho más firme que de costumbre -

 

Pensé de nuevo en como la vida se puede ir en un minuto, al momento estas y al siguiente ya no estas más allí, miré a Kass y a Annick, preguntándome como seguiríamos después de esto, también pensé que deberíamos de disfrutar los momentos que la vida nos pusiera en el camino, porque nunca sabías cuando podía ser el ultimo, al menos me quedaba tranquila de que había tenido el privilegio de hablarle y darle un abrazo por ultima vez, ese día le había dicho cuanto lo quería así, así que no tenía cuentas pendientes con papá, tan solo una gratitud inmensa por todo el apoyo y el amor que me dio en vida, un amor que nunca morirá ni será olvidado si es que yo puedo evitarlo.

 

 

Recordé cuando estábamos afuera en el jardín tomando algo, los días de picnic, las charlas en la cocina, el estudio de papá o mismo el living, los momentos se acumularon en mi mente uno tras otro, como un álbum de fotos al que le pasas las hojas rápidamente para verlas de un tirón, así que tuve que hacer acopio de todas mis fuerzas para animarme a entrar a casa y sentarme en esos sillones, porque muy pocos lo sabían pero el living había sido el ultimo lugar en el que había estado con él hablando sobre la situación actual y en el que me había dado un ultimo consejo "solo confía en la familia" un consejo que seguiría a rajatabla, lo cual significaba que haría mi esfuerzo por llevarme bien y confiar en Shelle y Mael, a quienes esperaba terminar de querer con el correr del tiempo y en quienes esperaba tener una ayuda para llevar todo adelante, sonreí al pensar que quizas no todo estaba perdido y me dije que lucharía para que la familia estuviera unida, porque eso era lo único que importaba al final.

Editado por Luna Gryffindor Delacour

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Al escucharla pudo notar la tristeza que la invadía. No era para menos, se trataba de un hermano mellizo. Por lo que se había enterado, eran muy unidos y eso era evidente. A Black le llamó un poco la atención que Mica permaneciera a un costado pero también podía llegar a comprenderla. La amnesia la había mantenido al margen durante años de su familia y ahora regresaba justo para un momento como aquel. Compartir con familiares que hacía años no veía, compartir su dolor con ellos… La entendía.

 

—Sí —respondió mientras pensaba en su mente el escaso vínculo que había mantenido con el mago fallecido—. Debimos cruzarnos en el Ministerio, en el trabajo —explicó, y bajó su mirada grisácea para contemplar el rostro hermoso de la bruja—. También debimos enfrentarnos en… —De forma distraída tocó el anillo que impedía que oídos curiosos intentaran escuchar conversaciones privadas—. Bueno, confrontando ideales. En el Ministerio —se repitió no por casualidad, sino porque había parte de la información que estuvo a punto de revelarle que no era oportuno en ese momento.

 

Black le sacaba unos cuántos centímetros a Mica y se evidenció cuando se aproximó a ella, apoyándose a su lado contra el árbol de grueso tronco. ¿Qué edad tendría aquel árbol? A juzgar por su base, varias décadas.

 

—Pero sin pretender sonar ofensivo, mi vínculo con él no justifica que me encuentre aquí. —Supuso que ella lo entendería, por cruzarse alguna vez en el trabajo no habían entablado una relación de amistad o algo así. Ni siquiera trabajaban en el mismo departamento, como sí había ocurrido con ella en la Academia, compartiendo el aula en tres oportunidades—. Sino que era tu bienestar lo que me preocupaba.

 

Estiró su brazo derecho para rozar la mano de la bruja que más cerca tenía, intentándola tomar por ella y transmitirle tranquilidad. En esencia, su presencia era para ello, para que no sintiera soledad tras una pérdida tan importante para su vida como aquella. Black no quería que Mica Gryffindor pasara inoportunos momentos por ello.

 

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#7 Fontaine PP ~ #6 de Rune MM ~ #1 Ragnarsson KK

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La respuesta del mago fue la que esperaba, todo mundo conocía de alguna manera a su hermano, ya sea por mero cruce laboral o por haber luchado a su lado. Era suficiente. Ya encontraría a alguien que hubiera sabido de él durante el último tiempo. Tal vez al conversar con sus sobrinas podría tener mayor conocimiento de todo. Por lo pronto, solo sabía que aquel hombre, Mael, Se había apoderado de al menos una propiedad de su mellizo. ¿Habría más? Ya lo descubriría, junto con el vínculo que podría unirlos. No obstante, no era el momento de cuestionar anda, a fin de cuentas, Mael la había ayudado.


Sabía que Martin estaba resguardando información para sí mismo, no lo culpaba. Apenas era una vieja conocida con la que se había cruzado por casualidad, ya el hecho de estar ahí acompañándola era un gran gesto de su parte. Tomó su mano sin dudarlo, era una sensación agradable entre tanta oscuridad.


-Gracias por estar aquí conmigo- agregó sinceramente y se estiró para darle un beso en la mejilla antes de volver su atención a la ceremonia.


Justo en ese momento su prima acababa de decir algo en el idioma original de su familia. ¿Por qué nunca se había concentrado en aprenderlo? Pensó que siempre habría tiempo, pero el tiempo corría demasiado a prisa. Sabía que estaría invocando a los dioses celtas así que comprendió cuando nombro a Morrigan, la diosa guerrera. De eso sí había aprendido un poco.


Su corazón se aceleró al notar aquella bandada de cuervos que se hizo presente enseguida, volando en círculos sobre la pira que en ese momento estaba encendida por completo. No eran cuervos comunes y corrientes, estos parecían jugar con las llamas, manteniendo una intrigante danza en la cual se acercaban a la pira peligrosamente, pero sin sufrir el calor. Y, tan repentinamente como habían llegado, se habían ido.


Al volver la vista nuevamente hacia su prima, no pudo evitar leer el gesto de asombro en su rostro. Siguió el trayecto hacia el punto que ella estaba mirando y, como acto reflejo, tapó su boca con la mano libre. Aquello no podía ser más que una visión ¿Cómo era posible? Sollozó en silencio. A pesar de los años no podía olvidarlos, las figuras de sus padres y tíos estaban allí, de pie cerca de los árboles que bordeaban la mansión. “Lo están esperando, ya va a estar con ellos” se dijo a modo de consuelo.


No pudo seguir mirando, volteó hacia el Black y lo abrazó sin pensarlo. Sabía que él comprendería todo ese mar de sentimientos que la atravesaba en ese momento.


-Ya vi suficiente- murmuró apartándose e intentando alejarse del lugar. No estaba lista para conversar con los presentes, para recibir muestras de compasión o reclamos. Necesitaba salir de allí cuanto antes.


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Me quedé mirando las llamas que iluminaban nuestro alrededor. Eran como pequeñas figuras que bailaban entre si. Conocía de algunos magos que sabían leer el futuro a través del fuego. Y otros, los utilizaban para las más importantes ceremonias. De momento, solo había podido entregarle un collar de protección que el fuego lo había consumido ya junto a Elvis. Levanté la vista al escuchar un revuelo de algunas palabras.

 

Annick, La Viuda Leona, concluía aquellas ceremonias, invitando a todas las personas que podían retirarse a descansar. La familia estaba totalmente devastada y no entendía por qué me había sumado a aquel sentimiento. Pero antes que hacer nada, una figura se colocó a mi lado. Miré sobre mi hombro y noté que mi madre al fin se había acercado.

 

Madre —logré murmurar. Estaba perdida entre sus pensamiento. Me quedé unos segundos sin decirle palabra alguna. Pero tenía que hacerlo, tal vez era el apoyo qué necesitaba—. Puedo acompañarte el tiempo que necesites —no sabía realmente que más decirle

 

¿Contarle que me había hecho con todas las cosas del patriarca de su bóveda trastero estaba bien? ¿Comentarle que el negocio ahora me pertenecía a mí y a Mica? No, tal vez no era el momento. Lo que si pude hacer, fue llevar mi mano a la suya y aferrarme a ella. Y contemplar el fuego y el silencio que nos rodeaba. Las llamas crepitaban lentamente y ya todo había terminado. ¿Cómo seguía?

 

 

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Editado por Mael Blackfyre

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Las llamas continuaban consumiendo el féretro donde se hallaba mi padre. Mi mirada parecía perdida mientras acariciaba mi vientre. Las lenguas de fuego me hacían recordar algo pero aún no veía el cuadro completo de ese recuerdo, seguramente estaba relacionado con aquel pasado que había olvidado y que le pertenecía a mi otra personalidad. Hacía ya 8 meses que no se había manifestado, cuando recuperé el dominio de mi cuerpo (después de casi un año) me encontraba embarazada. Así que hasta el momento no sabía quién era el padre de mi hija, sólo sabía que era alguien con poderes especiales ya que la niña podía comunicarse conmigo desde los primeros meses.

 

Unas raras aves comenzaron a rodear el lugar y una brisa lúgubre pero cálida nos envolvió. Eso me trajo a la realidad. Aún no reconocía bien a cada uno pero el rostro de la joven que estaba parada hablando me era muy familiar, aunque hablaba en una lengua que desconocía. Cuando pronunció el nombre de la diosa Morrigan, mi cuerpo se llenó de paz aunque no entendía la razón.

 

- Madre, no temas, es la diosa que ha venido a buscar al abuelo- me consolaba mi niña.

 

-Quiero verlo- le pedí mientras acariciaba mi vientre pues yo no tenía esa habilidad.

 

-Pon tu otra mano en tu corazón- me indicó con una dulce voz.

 

Seguidamente, con una mano en el vientre y la otra en el corazón, puede ver cómo el espíritu de Elvis nos miraba sonriendo con ternura.

 

-Adiós padre- saludé con una voz apenas audible.

 

-Adios abuelo- saludó la niña.

 

Unos minutos pasaron cuando Annick se dirigió a nosotras invitándonos a descansar pues ya era tiempo de finalizar la ceremonia.

 

Seguidamente Luna habló y nos invitó a ingresar y tomar algo. Su voz era apagada pero con firmeza.

 

-Papá ya esta en un mejor lugar y estoy segura que nos cuidará a todos y que jamás nos abandonará- nos dijo Luna.

 

-Tienes razón, él nos cuidará siempre- le contestó acercándose a ella para abrazarla.

 

Al momento que la abracé, Neftalí me dijo unas palabras para que se las dijera "sólo confía en la familia". Sin el efecto que podía causar en mi madre o en mi hermana, las repetí.

 

Seguidamente me puse de rodillas y le hablé al pequeño niño que estaba con Annick.

 

-Hola- le dije tratando de sonreír pese al dolor-. Soy Natasha y ella es Neftalí- agregué señalando mi vientre- ¿Quieres tocar?- la niña comenzó a moverse en todas direcciones, incluso a patear suavemente.

 

Nunca había sentido tan feliz a mi pequeña. Aunque estaba intrigada del por qué se había sobresaltado cuando le pregunté al pequeño Elros si quería tocar mi vientre, ¿se podía comunicar con él o sólo quería sentir el calor de otro integrante de la familia?

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La pelirroja dejó que Sophia se hiciera cargo de Arabella. Quizá la bruja deseaba descansar luego de haberse esforzado tanto durante la ceremonia, o quizá prefería permanecer cerca de la pira hasta que el fuego se consumiera. Por su parte, ella no sabía qué hacer. Durante un momento permaneció en silencio pensando qué era peor: esperar a que todo quedara reducido a cenizas o ingresar a la mansión donde cada espacio tendría la esencia de Elvis.

 

Vio a Elros, quien se había quedado cerca de Luna y de Natasha. Hasta ese momento no había pensado en que era hora de que el pequeño comiera algo y durmiera, así que les indicó a Sophia y a Arabella que lo llevaría a descansar, y luego se encaminó hacia él.

 

―¿Netalí? ―decía el niño incapaz de pronunciar el nombre de manera correcta―. ¿Está dentro de tu pancita? ―preguntó con inocencia mientras alargaba una de sus pequeñas manos para tocar el vientre de Natasha. Luego rió mientras tocaba con ambas manos―. ¡Mami, aquí adentro hay un bebé! ―informó como si fuera un gran descubrimiento para él.

 

Annick le sonrió y le explicó que también él había estado en su vientre cuando era muy pequeñito. Sabía que su hijo era muy curioso, y no pararía de hacer preguntas hasta quedarse dormido.

 

―Natasha, ¿trajiste alguna maleta? Si gustas, algún elfo puede ayudarte a instalarte en tu habitación ―miró también a Luna―. Luna, es hora de ir a descansar. Sé que esta noche será particularmente difícil, y tal vez no sea sencillo conciliar el sueño; pero les pido que intenten hacerlo. No me gustaría que se enfermen. Yo llevaré a Elros a comer algo ligero antes de llevarlo a dormir; si gustan, puedo pedir a los elfos domésticos que les preparen algo.

 

Luego observó un figura en la que no había reparado (Shelle). Estaba junto al chico de cabello y ojos oscuros (Mael). También miró de reojo hacia Mica, quien había estado tan apartada que intuyó que no permanecería en la mansión. No intentaría retener a nadie, porque ella misma se sentía perdida e incompleta sin Elvis.

 

* * * * * * *

 

Después de tomar un poco de leche y un pequeño trozo de sándwich, Annick llevó a Elros a su habitación, que había sido preparada por Dido, su elfina doméstica, mientras la ceremonia había transcurrido. No pasó mucho rato antes de que el pequeño se quedara dormido luego de haber preguntado un par de veces a qué hora regresaría su papá para que le leyera un cuento.

 

La pelirroja permaneció un largo rato velando el sueño de su hijo, mientras derramaba algunas lágrimas y se preguntaba hasta cuándo el pequeño lograría comprender que Elvis no regresaría. Luego se secó las lágrimas, le dio un beso en la frente y volvió a arroparlo. Entonces miró la puerta que conectaba la habitación de Elros con la suya, y se preguntó si tenía la fuerza necesaria para ingresar a ese espacio que durante varios años había compartido con su esposo.

 

Era claro que no podía permanecer a lado de la cama de su hijo durante toda la noche…

 

Al ingresar a la habitación, sintió que el aire le faltaba. Pasó la mirada por todo el sitio, donde reparó en varios objetos relacionados con Elvis. Se acercó hacia la mesita de noche y observó una fotografía de su boda y otra de Elros. Annick tomó la foto del día de su boda y se sentó sobre el borde de la cama mientras intentaba acariciar la imagen del hombre al que tanto amaba; pero sabía que él ya no podría sentir su caricia.

 

Estiró la mano para volver a poner la foto en su lugar y se dio cuenta de que se había sentado en el lado donde Elvis solía dormir, así que tomó la almohada y la acercó hacia ella para abrazarla. Se dio cuenta de que aún tenía impregnado el aroma del mago y no pudo evitar comenzar a llorar con más fuerza de la que lo había hecho durante la ceremonia. Ahí nadie podía observarla. Ese espacio era solo de ella y de Elvis, así que no reprimió su dolor. «¿Por qué, mi amor? ¿Qué haré sin ti?», pensó mientras sollozaba.

 

El tiempo no era algo que le interesara, así que no fue consciente de cuánto tiempo estuvo llorando. Serían altas horas de la noche cuando por fin se recostó sobre el lecho; pero no se preocupó en ponerse una ropa más cómoda. Simplemente se acostó abrazada a la almohada de su esposo mientras se hacía más y más fuerte un atormentador pensamiento: si ella hubiese estado en casa, si no se hubiese ausentado, quizá Elvis seguiría con vida.

 

Las horas pasaban con dolorosa lentitud. Por momentos se quedaba dormida debido al cansancio, pero al poco tiempo volvía a despertar porque sus propios pensamientos se empeñaban en seguir torturándola: ¿Cómo haría para educar a Elros? ¿Podría seguir viviendo en la mansión ahora que su esposo ya no estaba? ¿La tragedia se hubiese podido evitar si ella hubiera regresado a casa antes de tiempo? ¿Cómo haría entender a su pequeño hijo lo que implicaba que su padre hubiese muerto? ¿Qué pasaría con Elros si algo le ocurría también a ella?

 

La pelirroja agradeció cuando los débiles rayos de sol comenzaron a colarse por la ventana. La cabeza le dolía un poco debido a que no había dormido, pero sabía que no tenía caso intentar conciliar el sueño porque la revolución de pensamientos lo impedirían; así que se puso en pie y decidió tomar una ducha.

 

Luego de vestirse, se miró en el espejo y descubrió que ni siquiera el agua había logrado reducir las ojeras ni el enrojecimiento de sus ojos que delataban que había dormido poco o nada y que más bien se la había pasado llorando.

 

―Dido ―la elfina apareció casi de inmediato―, por favor, dile al resto de los elfos que comiencen a preparar el desayuno; luego encárgate de avisar a la familia que hay cosas importantes de las que debemos hablar. Espera a que despierten y diles que nos veremos en la sala al medio día ―mientras hablaba observó su argolla de matrimonio―. Y voy a pedirte que vayas con Eneas y le ayudes a traer nuestra ropa y a mis mascotas. Regresaremos a vivir aquí…

 

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Cuando mamá nos pidió a Nathasa y a mí que nos fuéramos a dormir la miré sin comprender lo que decía, me costo varios intentos de mi cerebro conectar la idea de que dormir era lo adecuado y hasta tarde más en darme cuenta que papá no vendría esa noche ni escucharía sus pasos en el estudio como siempre, parpadee intentando pensar en que eso era lo mejor y que descansar después de un día largo era lo que se solía hacer siempre, así que asentí y le respondí pensando en que para ella sería mas difícil incluso que para nosotros esta noche.

 

 

- Ma no te preocupes por nosotros, que Nathasa se instalé en donde quiera y pues eres bienvenida a quedarte el tiempo que desees estas en tu casa, por lo demás no se si comeré algo, creo que simplemente me acostaré y ya está, no tengo ánimos de dormir esta noche, sin contar que es difícil para mí conciliar el sueño así que simplemente me quedaré quieta esperando que se haga de día, enserio estaré bien, no te preocupes por mí - Le dije a mamá intentando darle una sonrisa alegre acompañada de un abrazo fuerte intentando darle ánimos y consiguiendo tan solo una sonrisa apagada, no tenía ánimos de ser alegré como siempre pero lo intentaría por Annick y Elros -

 

 

No miré a Mael y a Shelle, no miré a nadie más, no tuve fuerzas ni animos de saludarlos, apenas si les di un asentimiento de cabeza a modo de saludo o lo intenté, no era que tuviera nada en contra de ellos, al contrario, los apreciaba mucho, pero no tenía ganas para nada en esos momentos, así que me dirigí a dormir o intentarlo al menos, el entierro había minado mi espiritu y me había dejado más rota de la cuenta, como si Elvis se hubiera llevado con él partes mías a su tumba, partes que nunca más volverían a estar allí de nuevo y recuerdos que solo le pertenecian a él, a mamá tambíen por supuesto, pero sobretodo a Elvis, él había sido importante para mí y me había enseñado que con esfuerzo, dedicacion, amor y cariño todo se podía en esta vida, ahora ya nadie me daría esos consejos que él me daba y solo debía de conformarme con recuerdos que tenía de él.

 

 

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No pensé en que tan complicado sería para mí irme a mi cuarto esta noche, al pasar por el estudio de papá, un pinchazo de dolor cruzo mi pecho, la puerta estaba entre-abierta y casi tuve el impulso de entrar allí, pero rechacé la idea por absurda, ¿Qué haría en su estudio a la mitad de la madrugada casi? el entierro había llevado más tiempo del necesario y es que si mamá no me hubiera mandado a dormir, le hubiera velado hasta la mañana siguiente sin problema, pasé por el estudio sin animarme a entrar, la valiente Gryffindor que había en mí se había tomado unas largas vacaciones, quedando en su lugar una niña perdida que no sabía ni que hacer, así que deambule hasta mi cuarto sin saber ni como llegue allí y me acosté en la cama mirando el techo, dejando que la noche, la tristeza y la oscuridad se llevarán mi dolor y pensando en conciliar algo el sueño o al menos, intentarlo si quiera.

 

 

El tiempo acompañaba mi dolor porque una lluvia incesante se escuchó afuera, seguida de un trueno que me erizo la piel, ¿Qué demonios sucedía con el clima? si hasta hace un momento parecía lindo tiempo, suspiré intentando no pensar en nada, dejar mi mente en blanco y pensar en que papá volvería pronto, solo que eso no pasaría nunca más y solo entonces dejé que las lagrimas de sangre y el dolor saliera a flote, no supo en que momento se levanto de la cama y rompió el marco con las fotos de Annick y Elvis, la hizo añicos en el suelo y así hizo con todas las fotos que tenía de los tres, rompió también los marcos de las fotos individuales que tenía con Elvis, cualquier recuerdo que su papá le hubiera regalo en el tiempo que lo conoció quedaron en el suelo reducidas a trozos rotos de papel y vidrios que parecían llevarse mi dolor y mi ira repentina, una ira que no sabía ni de donde había salido ni como iba a ser para apalearla, porque asuntos importante me esperaría al otro día, ahora solo debía de esperar al amanecer y rogar porque el pinchazo en mi pecho no siguiera existiendo por mucho tiempo más.

 

 

 

Al final de todo me calmé lo suficiente para acostarme en la cama y taparme, ni si quiera me cambie y me bañé como acostumbraba a hacer siempre solo me quedé allí quieta dejando que mi dolor me acompañara y rogando porque mamá estuviera bien, casi que quise ir a verla pero suspiré y negué con la cabeza, ¿Qué le diría? no tenía palabras para ella y tampoco para mí, así que me quedé lo más quieta posible sin arreglar nada esperando que se hiciera de día y que la lluvia se llevará el peor día de mi vida y la tristeza que tenia encima con ella, solo rogué que el día siguiente fuera más fácil para mí, algo del todo imposible de que sucediera, pero lo intentaría por mamá y por mi hermanito y por Nathasa también, los tenía que cuidar a todos y lo haría, aunque ni si quiera supiera como hacerlo conmigo misma en esos momentos.

 

 

¿Podría haber impedido lo que le paso a papá? ¿habría cambiado algo que hubiera hechizado a Aaron? ¿por que ningún hechizo salió de mi varita? ¿alguien me había imposibilitado o era simple susto por perderlo lo que me impidió atacarlo? ¿Cómo viviría sin él? recordé lo que se sentía estar sin Jasper, pero esto era mil veces peor, con Jasper había estado tan solo 1 año, con papá y mamá había estado casi 10 años al completo, ellos me habían visto crecer, me habían visto llorar y hasta enojarme, ¿Qué haría ahora sin Elvis? mi menté repitió la pregunta una y otra vez, me di vueltas en la cama sin dormirme si quiera, poco me importo las ojeras que tuviera mañana, solo quería que todo fuera un sueño y que papá estuviera vivo, pero claro uno no puede vivir de sueños y olvidarse de vivir, así que mañana tendría que intentar estar bien o todo lo bien que podría estarlo sin papá claro está, porque el vacío que sentía encima mío era demasiado como para digerirlo en un momento, ya nunca más tendría su ayuda y su apoyo incondicional, lo que dije en su entierro era cierto, nadie me había tratado así de bien como él así que ahora estaba huérfana de nuevo y sin un rumbo fijo, papá había sido el mejor padre que alguien podía desear tener y ahora que ya no estaría para guiarme, ¿Cómo me las arreglaría sola? debía de enfrentarme a todo mañana y hacerlo con el temple y la entereza que no sabía de donde sacaría pero que intentaría tener, esa noche sollozo más tiempo de lo habitual esperando que se hiciera de día, con el pensamiento de que mamá y mi hermanito me necesitaban fuerte y entera y que no podía dejarme vencer nunca.

 

 

La noche pasaba más lenta de lo habitual, ¿es que duraba tanto la noche? no dormí nada y seguí dando vueltas por la cama, hasta que al final a las 3 de la mañana se harto de fingir y teniendo cuidado de no pisar los vidrios rotos que estaban en el suelo, levanté del piso con cuidado la foto de papá y mamá juntos, más una foto donde aparecíamos Elvis y yo sonrientes en un cumpleaños de él, llevándomelas conmigo y una manta hasta su estudio, abrí la puerta con fuerza y la cerré con cuidado temerosa de despertar o asustar a alguien, me apresuré a sentarme en su silla y observé por primera vez sus cosas, sus libretas, sus pergaminos, sus lápices y lapiceras, no tenía que abrir los cajones para saber que había más papeles y cosas, sonreí al ver dos fotos en particular, papá tenía en su estudio una foto con mamá juntos en su casamiento y una foto con mamá y conmigo y más fotos de sus otros hijos que no vi, suspiré y tapándome con la manta, me abrace a las dos fotos que había traído conmigo y me dormí dejándome envolver por el olor inconfundible a pipa y pergamino viejo, dejando que los recuerdos de papá se arremolinarán en mi mente y me arroparan, sin importarme como les explicaría mañana que estaría allí durmiendo o intentándolo si quiera un poco.

 

 

 

Las horas pasaban tan lento que apenas se hizo de día y los primeros rayos de sol se arremolinaron en el cielo, abrí los ojos confundida de porque estaba en el estudio de Elvis y por qué no dormía en mi cálida cama, mi espalda me dolía demasiado y no sabía porque había dormido así hasta que recordé todo de repente y llevé mis manos a mi boca intentando no gritar cuando el entendimiento pobló mis facciones, papá no volvería jamás y hoy tendríamos una reuníon importante, no había intentando desperezarme y seguía abrazando las fotos que había apoyado en mis piernas cuando la elfina de mamá apareció delante mí, ¿Qué decía Dido? las palabras "desayuno y reuníon con su mamá" me llegaron lo suficiente como para asentirle y decirle unas pocas palabras, las primeras que decía desde ayer y las únicas que se me ocurrieron por el momento.

 

 

- Dile a mamá que estaré allí en la reuníon y que iré a desayunar enseguida, además de que espero que en la reuníon estemos todos bien y sea amena, por cierto, ¿podrías preparar café y tostadas para mí? solo si no es mucha molestia, por lo demás creo que buscaré a Arturo para que me acompañe a desayunar, que por cierto no lo veo desde hace bastante, bueno pequeña Dido ve y dile a mamá eso ¿si? - Le pedí intentando sonreirle aunque sin lograrlo si quiera -

 

 

Cuando escuché el crack de la pequeña Dido, suspiré desperezándome en el asiento más tranquila, di vueltas en la silla de papá una y otra vez hasta juntar las fuerzas suficientes para ir a desayunar, dejando las fotos y la manta en el asiento sin preocuparme de llevarlas conmigo llame a mi elfo esperando que él entendiera que quería su compañía más que nada en un momento como hoy y esperando que él me ayudará a palear el dolor que tenía por Elvis, deseando que todo fuera una horrible pesadilla.

 

 

Llevaba la ropa de ayer, así que mi traje violeta se había arrugado y mi pantalón también sin tener la pulcritud que siempre lucia, incluso mis cabellos y mis ojeras evidenciaban lo mal que la estaba pasando, mis cabellos pelirrojos enrulados estaban revueltos y sin peinar alrededor de mi pálido rostro de corazón y mis ojos azules claros estaban apagados y sin brillo alguno, no había una sonrisa en mi rostro y desde luego no me apresuré a ir a desayunar, me di mi tiempo para caminar hasta allí y enfrentar el día que tenía encima, esperando que todo dejará de doler un poco menos a medida que pasará el tiempo, pero viendo como dolía mucho más y el pinchazo de mi pecho escocía y ardía como si me hubieran dado mil crucios uno tras otro sin parar.

 

 

Desayune ida sin notar quien estaba a mi lado, podía ver a mamá con idénticas ojeras a las mías y rastros de haber llorado anoche y a más personas allí e incluso escuchaba sus conversaciones pero no participaba de ellas, a cuanto me hablaban asentía y decía unas pocas palabras sin la alegría y energía habitual, me aliviaba un poco estar cerca de Annick, era como si tenerla conmigo se fuera un poco del dolor que tenía, pero aún así, mis ojos se dirigían a la cabecera de la mesa, donde antes se sentaba papá, mi elfo Arturo, que había aparecido a mitad del desayuno, en esos momentos me apretaba la mano y yo solo intentaba asentir en su dirección y seguir comiendo y tomando todo por inercia, hacía lo que se supone que debía de hacer y ya esta, sin esforzarme demasiado por nada, pensando como seguiría y prometiéndome hacerlo por Annick y Elros, además de que papá jamás hubiera querido verme derrotada, así que haría un mayor esfuerzo por él, esperando que su amor me ayude a seguir adelante y sin saber como lo haría si quiera, pero dejaba que el tiempo me ayudará a descubrirlo.

 

 

Al mediodía fui la primera en ir hacía la sala, pasando por el estudio de papá donde había pasado la noche, suspiré sin dirigir mi mirada hacía allí, sabiendo que en algún momento debía de ir a buscar mi manta y las fotos que había dejado pero sin hacerlo todavía, ir a su estudio había sido una shock para mí a sabiendas que él jamás volvería a usarlo y recordando cuando solía dejarme notas para que revisará el caso y que me quería y confiaba en mí acompañado de galletas y café, eso mismo hacía yo, le respondía la nota diciéndole que lo quería y que lo había revisado todo y le dejaba café recién hecho y galletas para que comiera, no quise pensar que no habría más notas ni más café o galletas de su parte, tampoco nunca le dije que guardaba todas sus notas en mi billetera y mi escritorio blanco mate del trabajo, nunca le dije que esperaba por las notas y él jamás lo mencionó, era un secreto que teníamos, algo de padre e hija que hacíamos y que mantenía nuestro lazo familiar mucho más que cualquier abrazo o consejo que pudiera darme, yo esperaba sus notas y él esperaba mi contestación, notas que jamás volverían a aparecer de nuevo, pensarlo me puso triste pero me recompuse como pude a la espera de la reuníon y pensando si no habré llegado muy temprano y deseando por un momento que ese café y esas notas volvieran, no tanto por el café, si no por tener algo más con su letra, pensando en donde dejaría él mis papeles con la contestación y preguntándome si alguien lo encontraría o no.

Editado por Luna Gryffindor Delacour

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