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★ Magic Land ★ (MM B: 109743)


Gatiux
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¿Parque destruido? ¿Engendro de la muerte? ¡¿PLAN DENTAL?! Cada vez todo se ponía peor. Pero como buenos empleadores, tenían que tomar riendas al asunto y mejorar la situación todo lo que podían. Motivar a sus empleadores, con amor, o bajo amenazas. Necesitaba ordenar el sindicato, para que este no se pusiera en contra. También necesitaba un ingeniero. Y mejorar la atención al público.

 

¡Diablos! Demasiadas cosas.

 

Estaban los tres dueños, al pie de la caravana, frente a los visitantes. Lian yu y Greg. Si sus compañeras no iban a aprovechar esta situación. Él lo haría.

 

- ¿Lian Yu? ¡Mucho gusto! Orión, uno de los propietarios del lugar, junto con estas dos bellezas –le leanzó una mirada de desaprobación a Greg, pronto lo enfrentaría-. Mira, es que, recién nos enteramos del estado del lugar. Hablando con mis compañeras, claramente necesitamos gente que trabaje en el lugar.

 

Carraspeó y se puso recto, clavando sus ojos en los de la misteriosa mujer.

 

- ¿Le interesaría un puesto en el departamento de animación? Las tareas básicas son, vestir uno de los trajes de animales y claro, animar a la gente. Y veo que usted nació para el puesto. Créame, no hago estas afirmaciones a menudo.

 

Luego se giró hacia el supuesto vendedor de salchichas. Le sacaba tres cabezas. Miró hacia abajo, un poco dudoso. Estaba pensando, claro, en la mejor combinación de palabras.

 

- ¡Igual el gusto Greg! Seré el responsable del personal en el parque. Conmigo puedes tratar el tema del plan dental. Tenemos un convenio excelente con una importante clínica en el corazón del callejón Diagón. Si vuelvo a escuchar, ver, o sentir algún lance hacia cualquiera de sus dos jefas, le aseguro que perderá una extremidad. Por otro lado, necesito que el carrito de Hot Dogs se posicione a uno de los costados del parque, como parte del nuevo patio de comidas.

 

Se inclinó a Gatiux.

 

- ¿Te puedes encargar del departamento de juegos mecánicos? Necesitamos chequear esa montaña rusa antes de que mate a alguno de los visitantes.

 

Luego se inclinó hacia Luisitha con las mismas intenciones.

 

- ¿Puedes fijarte en las necesidades decorativas del lugar? Necesitamos que exista un patio de comidas exactamente.

 

Luego tendrían una reunión. Al menos así repartían las tareas para intentar salvar de alguna forma posible su inversión, y alguna que otra vida humana.

 

- Si te interesa la oferta Lian, no tienes más que comentarme –volvió a dirigirse a la banshee, luego giró la cabeza a Greg-. Usted está en horario laboral. Para el fin del día quiero la cocina y la localidad en perfectas condiciones.

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- Mi nombre es Lian Yu... Soy la Banshee del Engendro de la Muerte. ¿Y usted?

 

(《Vaya qué título tan rimbombante》)

 

- Yo soy Gatiux Malfoy, banshee a secas -contestó- ¿Quién es el Engendro de la Muerte? ¿Es algún tipo de apodo para un jefe explotador?

 

Cuando creía que la cosa no podía mejorar, el karma se dedicó a mostrarle a Gatiux que se equivocaba. Sin que nadie lo esperase, un tipo desagradable llamado Gregorio hizo su aparición. La Malfoy se dedicó a mirarlo de arriba a abajo en un rápido escrutinio. Puso cara de asco apenas disimulada. ¿Un tipo como aquel trabajaba para ellos? Sin duda era el destino riéndose a carcajadas de los tres.

 

La mujer de cabellos violetas dio un paso atras cuando el hombre gordo puso su mirada en ella. La lascivia que veía en la misma le resultaba repulsiva, por no hablar del hecho que se había limpiado los mocos sin ningún tipo de pañuelo. Al parecer el gusano tenía ínfulas de mariposa puesto que se atrevió a "coquetear" con la Malfoy. Jamás. Nunca en la vida. Ni aunque fuese el último hombre vivo en la Tierra.

 

- Sepa, Gregorio, que no voy a ser otra cosa más que su jefa. Nada más -un escalofrío recorrió a la banshee- Y de ser posible durante no mucho tiempo.

 

El tal Gregorio había tenido muchísima suerte y ni siquiera tenía idea de ello. Lo único que le salvaba de un Avada Kedavra era la presencia casual de la banshee de título ostentoso. Si hubiese estado a solas con Luisitha y Orión ahora sería un cadáver más. Fulminantemente muerto. Gatiux decidió que lo acabaría despidiendo más pronto que tarde, o tirando su cuerpo inerte en una cuneta, lo mismo le daba.

 

- Para trabajar aquí tiene que venir aseado y con el uniforme limpio, Gregorio. -aseveró Gatiux- No se si sus anteriores jefes permitían su dejadez, pero yo no lo pienso hacer.

 

Se alegró de que Orión le mandara a hacer algo, así se podía quitar de la vista de aquel baboso. Asintió y se marchó en dirección a la montaña rusa, o lo que quedaba de ella.

 

(《Vaya...》)

 

Era un absoluto desastre. Cerca de la montaña rusa podían encontrarse listones de maderas de diferentes tamaños colocados al azar. Habían llegado hasta allí por culpa del viento. Cuanto más cerca de la atracción mejor se podía percibir el olor a humedad, como si el agua hubiese calado en el material y la estancara en el interior. Una parte de la banshee mantenía la esperanza de que quizás no fuese tan malo y que la atracción funcionara después de todo.

 

Para llevar a cabo la prueba que se le había ocurrido, conjuró un enorme oso de peluche que medía casi lo mismo que una persona humana. [sí, de esos que cuando te los regalan tr preguntas dónde lo vas a meter] Encajó al peluche en el asiento del pequeño vagón de la atracción y le ajustó la barra de seguridad. Fue complicado poner en marcha la maquinaria, tuvo que tirar de la palanca haciendo fuerza con todo su cuerpo. La montaña rusa finalmente se puso en marcha, traqueteando ruidosamente. Gatiux seguía desde el suelo la vagoneta con la mirada, creía que todo iba bien hasta que empezó a ganar velocidad y...

 

- ¡Oh! Sh¡t. Sh¡t. Sh¡t.

 

Del cielo caía la cabeza del oso de peluche que fue brutalmente decapitado. No tenía ni idea de cómo había sucedido aquello. Caminó con rapidez hasta el charco de barro donde aterrizó la cabeza, mirando hacia arriba mientras se mordía el labio inferior. Tenían una montaña rusa que podía cortarle la cabeza a la gente. Estupendo. Y cuando creía que la cosa no podía empeorar, la vagoneta chirrió y se salió del carril, volando unis pocos metros en el aire antes de caer al suelo con gran estrép¡to. ¿Qué más podría salir mal? Rió de su propia mala suerte. Por lo menos el resto del oso había aterrizado con seguridad con la vagoneta.

 

- Una atracción para morirse. -susurró con sorna- Te mueres de lo divertida que es.

 

Llegó hasta donde había caído el vagón. Desde allí abajo no veía gran cosa, por lo que se transformó en gato y comenzó a subir con habilidad entre las columnas de madera y los hierros que formaban el esqueleto de la atracción. Al llegar arriba descubrió el problema: los raíles habían perdido la forma y el vagón no aguantó aquel extraño movimiento. Recorrió las vías por donde pasó el vagón, encontrándose con lo que decapitó al oso. Faltaban tablas por todo el carril. Tras terminar el recorrido bajó de la atracción  y volvió a tomar forma humana, regresando a donde se encontraba Orión arrastrando consigo la cabeza del oso de peluche.

 

- La montaña es inutilizable. He subido a un oso de peluche y lo ha decapitado. - la dejó caer tras una pausa dramática- Luego el vagón se salió de la vía porque el acero está combado. He subido yo misma a comprobar el desastre, faltan tablas y tornillos. Necesitamos llamar a unos cuantos mecánicos...

Editado por Gatiux

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Lian Yu

 

Miró con curiosidad a la mujer, era la primera vez en mucho mucho tiempo que no veia a otra Banshee como ella. Los últimos que había visto era su familia y ya había perdido la cuenta de cuantos años habían pasado desde aquello. Tampoco era algo de lo que quisiera acordarse, demasiados malos recuerdos.

 

Iba a responderle con gusto quien era el Engendro de la muerte, cuando Orión interrumpió queriendo aprovechar su presencia. Si lo que quería era ahuyentarla lo estaba logrando pues aquella hiperactividad que tenía era todo lo contrario a lo que ella acostumbraba, aunque en parte le recordaba a una amiga que también era igual de inquieta. Dió un paso atrás y en su mente solo le venía la palabra -tonto- pues por más que aparentaba que sabía que pudira ayudarles no era así.

 

No se veía trabajando en un parte de atracciones bien construido y arreglado sino en todo lo contrario. Ella no sabía animar a la gente, esa era otra persona que conocía pero que todavía no había encontrado. Retrocedió aprovechando que muchos prestaban atención al tipo feo y a las nuevas actividades asignadas pensando en irse cuando @Orión Black le volvió a preguntar si le interesaba la oferta con el tono más informal posible. Apenas la conocía... que no actuara como si no fuera así.

 

-Me rehuso -le contestó sin decir el típico "lo siento" o "lo lamento" porque realmente... no era así, solo eran desconocidos para ella no podía tener ningún otro valor como para decir esas típicas palabras vacías, pero sinceras en su orígen- yo no sirvo para esto. Solo sigo el rastro de la muerte. -dijo para luego darse vuelta con intención de marcharse.

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A penas una medio sonrisa incomoda se pudo ver en su rostro al ver a la extraña mujer presentarse, risa que se hizo aun más forzada e incomoda al conocer a su empleado. Un gordo lleno de grasa, sin un mínimo conocimiento de higiene, educación o sentido del tacto.

 

La joven de cabellos azules solo podía crisparse y contener una arcada cada vez que el hombre se sorbía el sin numero de mocos que poseía en sus fosas nasales, y manos... ¿así lo dejaban cocinar? De solo verle hubiera podido morir primero de hambre que de una muy probable gastroenteritis producto de semejante abominación. Su mirada al ella aclarar la situación no hizo mas que hacerla retroceder y escudarse muy disimuladamente tras la espalda de su hermano.

 

Al escuchar las indicaciones no se hizo de esperar para escapar de el peculiar par que acababan de conocer. Si bien Luisitha era un ser social y lleno de amor, ese par de personas ciertamente eran una combinación tenebrosa a sus ojos.

 

Comenzó a evaluar los terrenos, todo el fango, los cimientos escaseaban, de allí no se podía hacer nada a menos que se hiciera algo para acondicionar el terreno. Haría falta el uso de una retro y una aplanadora para al menos poner un puñado de foodtrucks. Esto significaba otra importarte inversión de dinero, a su hermano no le iba a gustar la noticia.

 

Al volver a reencontrarse vio que Gatiux levantaba una cabeza cercenada de un oso gigante de peluche, se tapó la boca con las manos y sintió como un escalofrío le recorría las vertebras.

 

-Yo también tengo malas noticias- Agregó con la voz aun conmocionada por ver el estado de su única atracción -Se va a necesitar maquinaria y bastantes varitas para poder hacer algo decente para poder comer-

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- Oh, diablos.

 

Fue su simple reacción. Hasta el momento todo venía saliendo mal. La banshee engendro de la muerte se había denegado al trabajo. Un gordo sucio misógino machista opresor había acosado sexualmente a dos de sus jefas y con poco aspecto higiénico profesional. Si seguimos contando, la única atracción era letal. Intentó suspirar pero ya ni le salía. Estaba completamente agotado por el trabajo de ese día.

 

Ya se había puesto el sol en ése día.

 

Y el trabajo que hizo Orión fue el siguiente: cuando se despidió con tristeza de su primera propuesta laboral, se predispuso a dejar la caravana en buen estado. Después de todo, ése iba a ser su bunker laboral. Volviendo con la primera oración, en éste párrafo intentaré hacer un recuento de las actividades. Primero, el hombre se sacó la remera cuando ya estaba completamente solo. Levantó la caravana con sus simples manos y con la ayuda de la magia puso un par de ladrillos de concreto que había encontrado por ahí. De esa forma logró una estabilidad. Luego, comenzó a limpiar a fondo cada uno de los muebles de ahí. Y con la ayuda de la magia, obvio, si el tipo era un desastre. Se puso un delantal y preparó la cena: pan de salchicha.

 

Todo eso sin remera obvio. Que ya tenía calor.

 

Y ahí es como volvemos al presente. Gatiux, Luisitha y él estaban hablando sobre esos temas en la mesita circular en el extremo de la caravana. Una campanilla sonó y el mortífago se levantó de un salto a buscar la comida en el horno.

 

- Creo que lo primero es asesinar a nuestro primer empleado.

 

Llevó el palto de rollitos de pan humeantes al centro de la mesa.

 

- De ahí. Necesitaríamos contratar a un técnico y a un albañil. Nuestra única atracción es primordial. La comida también. Yo puedo ponerme el traje de la nutria amistosa mientras que ustedes se turnan para vender boletos.

 

Sacó la primera pieza de comida y lanzó una mirada cómplice.

 

- Por esas casualidades, ¿ninguna de ustedes tiene cianuro?

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Al parecer ninguno conseguía traerle a los demás buenas noticias. Luisitha dijo que iban a necesitar máquinas y varitas, lo que se traducía en un desembolso mayor de galeones por parte de los tres. Algo muy malo debían de haber hecho en la otra vida (y en esta) porque el karma se lo estaba haciendo pagar todas al mismo tiempo. Tal vez fuera por todo ese rollo de las vidas que se habían llevado por delante siendo mortífagos o algo de eso.

 

La noche había llegado, y lo único que lograron hacer fue adecentar un poco la caravana que encontraron. Por lo menos ya no estaba la cucaracha muerta bocarriba. La mayor parte del trabajo lo llevó a cabo Orión, ahora tenían un espacio minúsculo pero que podía servir. Gatiux había trabajado en peores condiciones alguna vez, sólo tenía que olvidar un poco la vida en la que se acomodaba. Las adversidades les harían crecer como personas.

 

Orión se puso a hacer cosas sin camiseta, y los ojos amarillos de la Malfoy no se apartaban de éste. Como un gato que observando a un ratón. Sí, se lo quería comer. Por lo menos hasta que recibió una patada por debajo de la mesa de parte de Luisitha, que le hizo sonreir y le recordó que no estaban solos. Se estiró para relajarse sobre donde estaba sentada, mirando hacia otro lado por un momento.

 

- No es que no me gusten las vistas, pero te vas a constipar. -Gatiux se mordió el labio inferior mientras se reía, tenía entre las manos una taza humeante- Pero que conste que no me quejo. Luisitha lo hace.

 

Bebió de su café mientras veía al mortífago alejarse a por la cena. Era raro verlo preparando algo que no fuese té, por eso Gatiux olisqueó la cena antes de llevarsela a la boca. Emitió un sonido de aprobación, por la comida y por la idea de matar al tipo asqueroso que se había presentado horas antes ante ellos.

 

- Yo quiero probar una cosa que he visto en un libro. -dijo entusiasmada la Malfoy- Se le mete al susodicho una aguja larga por la oreja a gran velocidad y plop.

 

Gatiux volvió a meter mano a uno de los panecillos del centro de la mesa mientras Orión hablaba sobre los siguientes pasos a seguir, estaba de acuerdo.

 

- Tienes razón, debemos arreglar la montaña rusa, poner algo de comida y unos urinarios de esos portátiles. Creo que podría buscar a unos tipos para que arreglen la montaña rusa y estén aquí mañana a mediodía. -contestó la banshee a la propuesta del Black- Lo de vender entradas es bastante fácil. Sólo necesitas un trajecito que muestre mucha piel y sonreirle a los tipos como si tuvieran alguna posibilidad contigo. Pero no venderemos nada si no tenemos por lo menos ese trasto en funcionamiento.

 

 

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  • 2 semanas más tarde...

Lanzó una carcajada con eso de la aguja.

 

- Bueno, está decidido. Mañana vamos a empezar a hacer la promoción. Lu podría encargarse de los puestos de comida y de nivelar el terreno con los albañiles. Yo puedo ayudarte con la montaña rusa para cuando vengan los técnicos.

 

Terminó de hablar y se alimentó un poco mucho, zampándose como cuatro piezas del gran plato que había preparado. Tenía que alimentar su metro ochenta y algo de alguna manera. Puso sus codos sobre la mesa y miró hacia la puerta. Todo había quedado medianamente limpio y eso también le había levantado el apetito.

 

La carta que había recibido se encontraba en una de las mesadas de la caravana. Supuso que necesitaría un lugar decente para reunirse con gente importante. Si eran propietarios ahora podrían tener esas típicas reuniones con importantes inversores o estrellas de la farándula todo con el fin de hacer crecer el lugar. Esa caravana sería un inicio por lo menos.

 

- Dijiste que probaste la atracción con un oso felpa ¿no?

 

Gatiux asintió.

 

- ¿Qué les parece si hacemos una pequeña prueba con algún voluntario del público?

 

Levantó una ceja y miró cómplice. Claro que lo decía en serio. Pero no tanto. No le gustaba que Luisitha viera su lado más oscuro y sangriento. Gatiux ya lo conocía, es decir, fue ella la que le entregó su katana como Ángel Caído después de todo. Es algo que vengo hablando hace bastante tiempo. Sin la presencia de Fernando, alguien en la Black tenía que ponerse los pantalones con sus hermanas. Por poco y no sincronizaban su calendario femenino.

 

Se robó la última pieza.

 

Se levantó rápidamente quitándose el delantal que seguía teniendo, mostrando el cuerpo trabajado por los últimos movimientos mortífagos. Las misiones eran cada vez más simples, o el Mago Oscuro se estaba acostumbrando demasiado rápido a la vida de bando. Salió de un salto y miró para los dos costados. El lugar era tan oscuro como boca de lobo. Las luminarias eran inexistentes, siendo una débil luz en la caravana la que se intentaba imponer, con una hermana a lo lejos, en la entrada del territorio. Estaban las luces del carrito de la montaña. Bueno, luz, la otra estaba quebrada.

 

- Vamos despacio. Una vez ahí veremos qué hacer.

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Ser la tercera rueda en medio de Orión y Gatiux a veces era agotador, sobre todo por aquellas miradas lascivas que lanzaba la chica de cabellos violetas al ver a su hermano trabajar sin camisa. Lanzó pro lo bajo una ligera patada, al menos para, por un momento sacar a la otra mujer de aquel trance.

 

-Me quejo de que lo vas a apestar con la mirada- Susurró intentando que su hermano no la escuchase, antes de crisparse por la propuesta de la aguja.

 

Si bien ella también era mortífaga como sus compañeros, todo aquello de las muertes le traumaba en sobre manera, a penas si había tomado un par de bocados cuando renunció a la comida.

 

-Yo creo que también podríamos hacer uso de los terrenos para hacer un invernadero, no se necesita mucho Material y puedo hacerlo yo misma- Interrumpió intentando cambiar el tema con evidente incomodidad(y es que desde que la chica extraña les había visitado, aquellos comentarios tampoco le tranquilizaban mucho...)

 

-pero antes que nada creo que lo primero que debería estar listo, si es que tiene arreglo, es el carrito de los hot dogs- El solo recordar el estado en el que se encontraba el asqueroso puesto ambulante hacia que se le rebotase el estomago y el par de bocados se transformasen en arcadas

 

-Aunque quizá lo mejor sea destruirlo con fuego y nos evitemos una plaga de viruela de dragón, que es lo que probablemente se venda ahí...- echó una mirada hacia afuera y le preocupó que la oscuridad del lugar les retrasase en el proceso de construcción y seguridad -y debemos hacer algo para que los curioso no se pasen... aún, o mueran en la montaña rusa...-

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-¿Qué les parece si hacemos una pequeña prueba con algún voluntario del público?

 

- Veo por donde vas.

 

No hacía falta decir mucho más, Gatiux y Orión se miraron de forma cómplice, la banshee de cabellos violetas asintió de forma casi imperceptible. Hacer desaparecer un cuerpo era una de sus especialidades, no era nada difícil si sabías como, sólo tenías que poner especial atención en no dejar huellas que llevasen a sospechar de la comunidad mágica. Un cuerpo degollado en mitad de un lugar conflictivo no levantaría asombro alguno. Eso si alguna vez llegaban a dar con el cadáver.

 

Como a Luisitha no parecía gustarle mucho el tema, la banshee no dijo nada más delante de ella. Siguió la conversación, Luisitha quería montar un invernadero. Frunció el ceño.

 

- ¿Para qué queremos un invernadero, Lu? Se supone que somos un Parque de Atracciones. -preguntó Gatiux- La gente lo va a destrozar, sobre todos los niños que van sin cuidado alguno. Aunque si te apetece poner algo así...

 

Aunque si la Black quería hacer un invernadero mientras abrían el parque tampoco pondría más trabas al asunto. Gatiux se encogió de hombros. Tampoco sabían si aquel terreno era fértil para plantar algo, con la suerte que cargaban seguro que las plantas saldrían mutadas porque hace años guardaron uranio enriquecido bajo tierra.

 

- Bueno, voy a estirar un poco las piernas antes de irme a casa. -dijo tranquila- Supongo que nos vemos mañana, a primera hora moveré hilos para que vengan los operarios a trabajar hacia medio día.

 

Pero no se marchaba a casa, no. Todavía tenía que atar aquel cabo suelto orondo que se presentó en el Parque de Atracciones horas atrás. Gregorio parecía un espectro junto a su carrito oxidado, al parecer no estaba decidido a irse aún. El pobre hombre no tenía muy claro cual era su horario de trabajo, ni falta que le hacía. Gatiux avanzó hacia él con una sonrisa lobuna en el rostro.

 

- Gregorio. ¿Todavía por aquí?

 

- S-sí. No tengo claro cual es el horario de trabajo y estaba esperando a que salieran para hablar con alguno de ustedes.

 

- Minucias Gregorio, podríamos haberlo hablado mañana. Aunque... eres un hombre muy valiente si te has quedado hasta estas horas por aquí. Este sitio da mucho miedo.

 

Gatiux hizo como si se encogiera de frío, o de miedo. El tipo infló el pecho como un pavo real, sin saber que lo estaban dirigiendo a meterse en la boca del lobo. La Malfoy se apoyó sobre el carrito de perritos calientes oxidado. Al parecer aquel gesto le dio alas al tal Gregorio porque pasó un brazo por los hombros de la mujer de cabello violeta, que se estremeció al contacto de aquel ser repugnante.

 

Gregorio lo tomó como si estuviera muerta de miedo.

 

- No te preocupes, yo te puedo proteger, muñeca. -dijo- Gregorio no le teme a nada.

 

- ¿A nada? ¿Ni a las montañas rusas que parecen estar un lugar encantado?

 

- A nada, muñeca. ¿Quieres que te lo demuestre?

 

Al parecer era de aquellos tipos que se envalentonaban con un par de frases tontas y harían cualquier cosa por dejar impresionada a una mujer. Tal vez creyese que así tendría una oportunidad con la banshee. Ésta asintió dubitativa, poniendo una ensayadísima cara de preocupación y tapándose la boca con las manos.

 

- No creía que existieran aún hombres tan valientes.

 

- Mira y aprende, bombón.

 

Tuvo que morderse la lengua para no rechistar por la palmadita en el trasero que se llevó por parte de Gregorio. Juntos fueron hasta la montaña rusa, en apariencia normal, aparte de estar en un lugar muy mal iluminado no parecía nada fuera de lugar. El hombre se montó en el vagón mientras Gatiux juntaba las palmas frente a su boca.

 

- Después de esto tenemos que tener una cita, ¿eh?

 

El vagón comenzó a ascender lentamente con el vendedor de HotDogs subido en él. Nada le hacía sospechar que era un arma mortal y que aquel sería su último viaje. Los ojos amarillos de Gatiux lo siguieron durante todo el trayecto, el hombre apenas pudo exhalar unas palabras o una maldición cuando la muerte le pilló de sorpresa. Gatiux esperaba abajo al vagón, había subido un hombre vivo, y llegaba un cuerpo muerto con su cabeza en el regazo. Deshacerse de él había sido un juego de niños. Desapareció en la noche junto al cadáver aún caliente para esconderlo en un lugar donde nunca sería hallado.

 

 

 

----

*Desaparezco*

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  • 2 semanas más tarde...

El nuevo día comenzaba radiante en el trabajo de Magic Land. Por suerte, sólo los fines de semana abrían por cuestiones económicas –abrir traía más pérdida– y él podía organizarse con soltura entre las diferentes responsabilidades con las que se había comprometido. Nada exageradamente estresante. Es más, el propio trabajo en aquel deplorable páramo era en sí mismo una cuestión de relajación. Parecía que el tener que preocuparse de otra cosa que no sea su día a día era algo positivo para él.

 

Lo que le daba vueltas por la cabeza cuando cruzó por la verja de Magic Land era la carta que había encontrado cuando entró a la caravana. Supuestamente alguien, el anterior dueño (y anterior de los chinos timadores), los visitaría para ayudarlos a poner todo en orden. Extraño. Pero completamente coherente. En un mundo donde proliferaba ese tipo de plot twists, ese tipo de desenlaces eran bastante obvios.

 

Bueno, no tanto para él.

 

Puso a hacer un poco de café en la rudimentaria cafetera de la caravana, mientras veía por la ventana de la misma si alguna de las co-propietarias había llegado a antes que él y comenzado a trabajar. Había trazado un cauteloso plan sobre como posicionar Magic Land en el mapa. Pero claro, había ciertas cosas que tenían que resolver.

 

Lo urgente, se sobreponía a lo importante.

 

- Esta persona pudo haberle vendido los terrenos a los chinos. Y de ahí, ellos a nosotros. Pero no me cierra como personas tan timadoras pudieron haber comprado ese pedazo de tierra seca sin un plan o nulas inversiones.

 

Hablaba a sí mismo mientras pasaba el líquido oscuro a una de las tazas limpias del almacén. Gesticulaba. Intentaba encontrarle la vuelta racional a todos esos temas. Salió de la caravana, a uno de los costados había una pequeña lechucería con dos mensajeros listos para su trabajo. Miraban a Orión con ojos amarillos, parecidos a los de Gatiux. Se acordó para qué había ido ahí. Tomó un trozo de pergamino que encontró en sus bolsillos y con la varita comenzó a escribir.

 

El mensaje iba para la Malfoy. Le pediría que antes de ir hacia Magic Land, se pudiera contactar con el Departamento de Cooperación Mágica Internacional. Intentarían solucionar el tema bajo medios legales. Si ellos pagaban impuestos, y estos iban para pagar empleados ministeriales, entonces de una forma u otra tendrían que ayudarlos con este tema.

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