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Yaxley Manor (MM B: 109997)


Orión Yaxley
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Evedhiel respiro al fin entrecortada. Los pasos de su alrededor habían amainado. El silencio sordo de el vaivén de las pisadas se habían alejado y su agudeza sensorial le decía que no había nadie cerca.

 

Pudo al fin respirar y giró su espalda, que estaba mal pegada al sauce que le daba cobijo posicionando su pecho contra el árbol, apenas un movimiento ligero, certero; y sin embargo

 

Crick- pequeñas ramas bajo sus pies delataron su posición, y la respiración de Evedhiel enmudeció por un segundo.

 

-Genial pensó fastidiada-no podía uno de estos pajaritos haber cantado en el momento oportuno. Quizás si la maldita rama no hubiese topado con sus pies… quizás si la persona de la que la voz había salido hubiese seguido hablando pero…

 

-venga Evedhiel…-se animó, intentando relajar su respiración y desacelerar sus latidos.

 

La chica asomó sus ojos de hielo, tan solo una pizca. Lo suficiente para ver que estaba pasando. De espaldas a ella a menos de dos metros un mago alto y con el cabello blanco parrcía haber ralentizado sus pasos.

 

Los ojos curiosos de Evedhiel se posaron en su mano. Una varita se deslizó de ella y Evedhiel cubrió su cara de nuevo con el árbol, intentando repeler cualquier ataque inminente.

 

Pero nada paso.

 

-Me oyó. Seguro que me oyó...- Se dijo a si misma.

 

Los pasos del mago re-iniciaron lentamente direccion al edificio. La chica se aventuró a echar una mirada a la Mannor. La estaban… construyendo? O al menos eso es lo que la pila de materiales de construccion junto al edificio principal dejaba intuir. Algún tipo de obra estaba llevandose a cabo.

 

-Lo que sea que activó a Nïnde está ahí dentro.- Pensó. Necesito entrar… pero no puedo solo llamar y decir Ey! Creo que me habies transportado aquí que querian… además y si eran peligrosos? Y si..

 

Evedhiel tuvo una idea. Si había algo que se alegraba haber aprendido en sus viajes era la opimización de los hechizos aumentadores, y su utilidad para viajar sin equipajes. Desde entonces Evedhiel llevaba en sus bolsillos casi más de lo que había en sus maletas. Tras rebuscar un rato sacó unos zapatos de tacón altos una chaqueta formal, una carpeta y una tarjeta de identidad con su nombre y el simbolo de MACUSA.

Flashbacks desagradables vineron a su memoria al ver los simbolos dorados del miniesterio Americano. Inspiró hondo y dejó de mirar la tarjeta.

 

-Pensé que esto no me iba a hacer falta nunca más- se dijo mientras se la colocaba en la chaqueta y se recogía el pelo como pudo sin mucho éxito.

 

Dió otra ojeada. El mago de pelo blanco había casi alcanzado a otra figura masculine y esperaban en la puerta.

 

Evedhiel suspiró antes de revelar su posición. A paso ligero, casi trotando pero confianza y una tranquilidad que la sorprendió a si misma llegó a la puerta justo a tiempo para escuchar al elfo

 

- La señora está con otros asuntos. Ya los atenderá. Dijo el Elfo con gesto snob en su cara.

 

La chica se paró en seco, manteniendo la distancias entre los dos hombres y el elfo domestic y ella misma. Y ahora qué? Estaba improvisando y ni siquiera había pensado que decir exactamente.

 

-Bu..buenas tardes.- Dijo y un ramalazo de color se poso en sus pecosas mejillas. Perdon por la intromisión, pero vengo de lejos. – dijo, señalandose la identidad en su chaqueta.-Me pregunto si podrían recibirme… necesito discutir algo referente a …- Evedhiel miró al elfo que fruncia el cejo sospechoso- la obra. La obra que estais realizando con la responsable del edificio- finalizó con una sonrisa falsa en la cara.

 

El elfo la miró de arriba a abajo, como analizandola.

 

- Lo siento pero no puedo dejarla.. la señora no…- comenzó a decir.

 

No. No. No. Esto no esta funcionando.-pensó Evedhiel. Y antes de que el elfo pudiese terminar lo corto.

 

-Interesante.- dijo, abriendo su carpeta y haciendo como que escribía en ella.- Niega meeting con representante de ministerio extranjero. Supongo que debemos tratar esto como urgencia internacional.. enton..

 

El elfo entró en panico.

 

-No, no, no…- respondió el elfo, asustado- pasen pasen todos. La señora esta reunida pero pueden esperar en la sala contigua. Mientras la aviso de que han llegado.- El elfo se apartó de la puerta, dejandoles espacio por el que l entrar a regañadientes. No sin antes dedicar una mirada llena de odio a Evedhiel.

 

La chica suspiró hondo y agarró con fuerza su carpeta, aliviada.Parece que despues de 24 años por fin había aprendido a mentir.

Editado por Evedhiel

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Ese delgaducho de Wirt le ponía nerviosa, con su aspecto de elfo y su titubeo al contestar, aunque tenía que admitir que el chico sabía lo que se hacía. Las obras del Manor iban avanzando a ritmo rápido, pese a los cambios que tuvo que modificar varias veces a petición de la señora de la casa. Adelaide lo trataba con bastante mano dura, pero le pagaba lo suficiente como para que no tirase la toalla cada vez que se le ocurría una idea nueva para el proyecto que había elaborado el muchacho.

Sabes que me preocupa que la Guerra avance lo suficiente como para que alcance también al Mundo Mágico. Aunque nos mantenemos alejados de esos muggles, nada los detiene cuando se ponen esos horribles uniformes.

Adelaide era una señora mayor, que ya había visto demasiado y sabía como se manejaba el mundo. Las arrugas de su rostro eran símbolo de experiencia además de su avanzada edad. Escondía sus ojos marrones tras unas enormes gafas pero no perdía detalle de ningún movimiento del muchacho, vigilándolo siempre como una ave rapaz. Tenía una eterna mueca de disgusto en su rostro, y un genio aún peor, pero quería proteger a su familia sobre todas las cosas, por eso había ordenado crear la casa de verano.

Necesito que esta casa sea un refugio seguro para sus habitantes, y que además se pueda defender sola en caso de un ataque furtivo. Me preocupa que ataquen mientras dormimos. Traeré a mis nietos la semana que viene y necesito que esté todo listo para ese día.

Posó ambas manos sobre el bastón de madera. Movía la punta del pie mientras pensaba en la desgracia que estaba ocurriendo en las afueras. Londres era como una gran alcantarilla pestilente que olía a muerte. Por eso le había ordenados a los familiares que vivían allí que se trasladaran hasta las afueras. El centro de la ciudad era como una diana para uno de esos pájaros de hierro desde los cuales los muggles tiraban explosivos.

El elfo te ayudará con la magia si lo necesitas.

Y como si hubiera sentido que lo nombraban, el elfo apareció haciendo reverencias a Adelaide, la cual golpeó dos veces con el bastón en el suelo para que empezara a hablar, era una especie de regla no escrita entre ambos que nunca le había indicado expresamente.

Habla rápido, Darach, no quiero hacerme más vieja de lo que ya soy.

Han venido unos señores, dicen que es por la obra de la casa. La mujer lleva una placa de MACUSA... Una urgencia internacional dijo.

Adelaide frunció los labios en una muestra reprobatoria. No le gustaban los desconocidos, y menos alguien que dijera venir de Norteamérica. De esos bastardos norteamericanos no se podía esperar nada bueno. La reforma que ella hiciera en los límites de su propiedad solo le incumbían a ella, claro.

Se levantó de la silla, pese a ser una mujer menuda, tenía un porte que imponía respeto. Se arregló el vestido negro con bordados y el collar de perlas antes de ir en búsqueda de aquellos que se habían atrevido a invadir su hogar.

¡Ustedes! ¡Quienes son y qué hacen en mi casa! -inquirió Adelaide- Denme un buen motivo por el que no sacarlos a rastras en menos de medio minuto.

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Carraspeó. Ninguno de los dos lo notó, pero la ojiazul lo hizo más por disipar su propia mente que por deshacer el momento romántico entre sus tíos. Por mucho que había intentado, los recuerdos atacaban sin que parecieran tener piedad de ella. Lo que sí hizo su tía, fue llevarla al tema de las tunas y Maida, olvidándose del lugar y las circunstancias, se puso meditabunda.

 

 

- Bueno, lo de aprender runas en medio de una huida de la mafia China o japonesa, no recuerdo bien cómo fue -dijo acordándose de su primo-, pero seguro no fue lo ideal. De todas maneras, aunque sé el significado de varias, no sé bien cómo concatenarlas para obtener un significado cohesiona...

 

 

Y un primer ruido la devolvió tanto al lugar donde estaba como a sus circunstancias. Encima, algo de polvillo le cubrió el rostro. Asintió sin estar segura si Gatiux la veía o no, o sin saber si hablarle a Apolo por el aparato ese sería útil.

 

Varitas listas y nuevamente Maida hacía únicamente lo que le pedían. La mente en blanco, ¿cuando se le iba a encender la iniciativa a la Yaxley? No era como si tuviera un guardaespaldas a la mano siempre atento, y aún actuaba así. Tampoco era momento para autoreprocharse nada. Estaba demasiado perdida, tanto que si no fuera por la enérgica voz de Orión al lanzar el Fuego Maldito no se enteraba de nada.

 

 

Terminó de salir del sótano y asintió nuevamente. Vio hacia la Manor y tuvo un horrible presentimiento, pero no dijo nada, no creía demasiado en esas cosas.

 

- Buscar a Apolo y a Near, entendido -masculló alejándose.

 

Mientras se hundía en la nieve sintió que debía haber llegado a la fuente hace por lo menos dos minutos. Al menos verla, o ver a los chicos, no era precisamente enanos. ¿Habían salido tan lejos de todo? Volvió a ver a la Manor, metió una mano en el bolsillo derecho y sacó su broche, lo presionó. @

 

Si, ella podía no confiar en las runas, pero en Aaron si. ¿Estaría en la casa?

 

- ¡Near! ¡Apolo! -y ahí estaba la fuente, botando agua, el ciervo hermoso, imperante, y sin un cuerno miró extrañada preguntándose una vez más qué tan lejos habían salido del sótano y que habían visto ella ¿Había alucinado?- ¡Near! ¡Apolo! ¡Apolo!

 

 

Volteó en dirección a la Manor nuevamente y sintió pánico. No por ver la entrada hecha añicos, que eso ya casi era normal para la familia, sino porque no veía ya a sus tíos, a Leo, a su hijo y menos a los que se supone que buscaba. Justo cuando comenzaba a acostumbrarse a las rarezas de la casa, algo lo superaba. Y su primo no contestaba, no se aparecía. Tomó fuertemente la muñeca que sostenía la varita con la otra, estaba temblando.

 

 

Como si esperara que una horda de dementores fuera a atacarla inesperadamente. Se acercó a la fuente, el sonido del agua no la relajaba pero al menos le dió una idea. Algo habían hecho los dos hombres para que eso se arreglara, la magia negra siempre tenía un precio.

 

¿Era posible que se pudiera usar una lógica similar para explicar su desaparición?

 

 

- ¡Tío! ¡Near! ¡Aaron! -gritó una vez más, nuevamente sin resultados.

 

Rodeó la fuente. Apuntó con su varita al ciervo y al final cambió de dirección, apuntando a la estructura.

 

 

- Homenum Revelio -siseó. Asintió, no estaba sola, aunque no viera a nadie. Invocó una serpiente por si las dudas y decidió buscar respuestas en los escombros.

 

¿Lado positivo? No tenía a ningún Malfoy rondándole la cabeza.

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Aaron Augustine Black R. Yaxley

 

Cielo y suelo se miraban cuán espejo de luz opaca con un manto de nieve que cubría todo a su paso amontonándose ligeramente sobre los hombros y la capucha que guardaba la gélida mirada gris fundida en un desierto blanco y frío, paradoja escondida en la diversidad de personalidades que intuían mi carácter. Metí la mano entre los pliegues de la chaqueta y saqué medio puñado de semillas que lancé a un par de cuervos cuyo plumaje azabache contrastaba a tono con el paisaje.

Me gustaba caminar en medio del bosque, cuestión que de momento era lo mejor que había encontrado en la manor de los Yaxley. La verdad me gustaba la privacidad entre árboles aledaños, la compañía de mi varita y el suave sonido de mis pasos hundiendo en la nieve. Siempre intentaba buscar respuestas a preguntas rebuscadas, intentando comprender mi mundo, la vida y de paso la ausencia de un padre y una madre que iba encontrándome de vez en cuando por Ottery. Orión nunca me había contado de ello, tampoco es que yo le hubiese preguntado, orígenes que guardaba celosamente en un miedo abrumador de no tener una vida similar a Tom.

Esperando no preocuparme por algo, seguí adentrándome en la inmensidad del bosque, solitario cuán lobo buscando su presa- la verdad es que no tenía alguien a quién perseguir y tal vez me perseguía a mí en un ciclo sin fin de orgullos y vanidades.

 

>>Salvaje Libertad<<

 

Pensé en cuanto mis ojos encontraron el cielo y los fríos copos de nieve colaban más aún en las inertes facciones de mi rostro más que en la vida plena que se desenvolvía bajo mis pies...

 

¡AARON!...

 

-¿Maida?- susurré mientras volteaba de un lado a otro sobre mi propio eje; blandiendo la ligera capa de viaje con cada movimiento brusco y desesperado. La bruja estaría en problemas, entonces recordé el encanto de aquél prendedor que observé en la palma de mi mano y desaparecí en el sordo vórtice del hechizo que levantó el polvillo blanco a mi alrededor.

 

****

 

Aparecí tras la bruja con mi diestra posada en su hombro y la varita apuntando por frente a nosotros.

 

-Tanto tiempo Maida ¿en qué líos te haz metido ahora?

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Nada cuadraba, ni una sola pieza de información encajaba con nada de lo que sabía sobre mi propio hogar. La estatua en perfecto estado, los jardines, el clima, ni siquiera aquello que hubiera creído imposible: un elfo simplemente nos había recibido como a dos extraños.

 

Tres.

 

Con paso apresurado una hechicera de cabello rojizo recogido se abrió paso a nuestro lado directamente hacia la entrada. Intercambie una mirada de incertidumbre con Apolo. Una agente de MACUSA estaba parada en la puerta exigiendo una inspección. "¿Acaso dijo obras?" pensé extrañado y desvié la mirada hacia la torre. No estaba, ni rastro de mi lugar favorito en toda la manor house. Con ojos como platos, le comuniqué el hallazgo a mi primo con un cabeceo, ni el elfo ni la agente notaron nuestro intercambio de miradas.

 

"Maldita sea, es pésimo momento para enfrentar una inspección" mis preocupaciones se dividían entre la situación irreal que estaba viviendo y la marca que adornaba mi brazo izquierdo. "En todo caso, que hace un extranjero revisando mi casa?" Ni siquiera estaba seguro de que aquello fuera realmente mi hogar.

 

La hechicera entró primero, pasando junto al elfo, y éste permaneció a la espera de que hiciéramos lo mismo. Habría asumido que veníamos todos juntos.

 

- Quédate aquí busca a mi madre y los demás - susurré señalando el lugar donde debería estar la trampilla - yo entraré a averiguar quien es "la señora" y que hace en mi casa.

 

Tras cerrar la puerta, el elfo desapareció con un sonido casi imperceptible, muy distinto al de los magos. Estaba a solas con la agente en el vestíbulo principal, un pequeño living-comedor completamente diferente al que había conocido de toda la vida. Todo parecía nuevo. La imagen me sobrecogía pero no podía perder tiempo admirando los detalles de la nueva Manor. La presencia de la agente me ponía nervioso, y había algo en todo el tema de la inspección que no cuadraba. Solo me limité a repasar lo que había sucedido en los últimos minutos.

 

Tenía una única pequeña oportunidad para enfrentar a la supuesta agente antes de que la supuesta "señora" nos atendiera. Dejé que mi varita de ébano volviera a materializarse y la mantuve oculta, cruzando los brazos para evitar que la hechicera lo notara. Acercándome por detrás mientras la mujer miraba el lugar dije en voz muy baja:

 

- Me pregunto por que una agente de MACUSA - había puesto demasiado énfasis en el nombre de la institución, hice una pausa midiendo mis palabras - vestida de manera tan formal, y con una aparente visita programada - baje un poco más la voz - nos espiaría durante tanto tiempo entre los arboles que rodean los terrenos.

 

No la dejé responder. Con la mano libre retire una ramita del cabello, aparentemente recién recogido, de la mujer.

 

- No recuerdo a ningún otro inspector de - levante una ceja -... obras... que opere de esa manera. - me había movido hacia aun lado de la pelirroja, simulando mirar lo mismo que ella. Ahora podía notarse que llevaba la varita en la mano, aunque esta quedaba oculta para cualquiera que se nos acercara por la espalda.

 

Dos golpes de bastón resonaron en el piso sobre nosotros.

 

Mi tono de voz cambió, no podía faltar demasiado para que nos interrumpieran. - Solo dime de una vez que vienes a hacer realmente... - había hablado con prisa, serio y mirando de reojo a la bruja.

 

 

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El pasillo le dió la bienvenida, y una mezcla entre olor a canela y gengibre sorprendentemente familiar inundó los pulmones de la bruja.

 

Avanzó a trompicones, mirando a cada paso hacia detrás, debatiendose entre continuar hacia delante en el pasillo y perderse con cualquier excusa o obedecer las ordenes del elfo y girar en la proxima habitación.Finalmente decidió que había desobedecido las ordenes suficientemente por hoy.

 

La sala de espera donde entró no se parecía a nada de lo que Evedhiel tenía en la mente teniendo en cuenta la vision externa de la manor.Las paredes empapeladas con cierta eleganci daban la sensación de estar escuchando cualquier palabra que fuese a decirse entre ellas y a la bruja se le acababa el tiempo par decider cual iba a ser su historia.

 

La puerta se cerró tras ellos y Evedhiel descubrió que solo el mago que la había escuchado entre los arboles se la había unido en la sala. Fingió admirar uno de los cuadros en la pared. Un hombre con sombrero que le devolvía una mirada curiosa y le susurró algo al cuadro de al lado.

 

-Me pregunto por que una agente de MACUSA – dijo el mago enfatizando con casi el mismo recelo que Evedhiel lo hubiese hecho la ultima palabra. - vestida de manera tan formal, y con una aparente visita programada nos espiaría durante tanto tiempo entre los arboles que rodean los terrenos.

 

El mago susurró, acercandose a Evedhiel bastante más de lo que la bruja se sentía cómoda. El corazón le latía fuerte cuando la mano de este retire una rama de su cabello.

 

-mi***- pensó, pero no se movió sigió focalizandose en los cuadros de la habitación que parecían corer un secreto a voces de pintura a pintura señalandola y componiendo un gesto de asombro.

 

- No recuerdo a ningún otro inspector de obras que opere de esa manera. – añadió el mago.

Su varita asomó a propósito entre su mano, como una amenaza silenciosa a la bruja. Evedhiel se percató también de un leve trazo, casi inapreciable de tinta más alla de donde cubría la manga del chico. Genial...

 

Evedhiel se giró bruscamente, con las mejillas sonrojadas de ira y clavando su gélida mirada en el chico de pelo blanco.

 

-Se ve que no has tratado mucho con… las normas- dijo, y se estremeció alertada de la presencia de unos pasos.

 

La chica no tenía muchas opciones. No podia permitirse enlazarse en una pelea y mucho menos un mortifago.

 

Algo le decía que el mago no tenía nada que ver con su repentina aparicion en ese recondito sitio. Había tenido dos ocasiones de matarla, y ambas las había dejado pasar. Quizás… le necesitase viva. Y si el también había sido transportado a traves de su varita? Eso explicaría su confusion al oirla en el bosque…

 

-Quizás podrías empezar ahora y… ayudarme- le susurró a Near casi sin mover los labios,mientras componía una sonrisa falsa mientras la señora aparecía en la habitacion.

 

Casi tanto como quizás el necesitaba ayuda en aquel momento.

 

¡Ustedes! ¡Quienes son y qué hacen en mi casa! -inquirió Adelaide- Denme un buen motivo por el que no sacarlos a rastras en menos de medio minuto.

 

 

Oh!- Buenos días señora. Siento molestarla a estas horas. Mi nombre es Evedhiel y este es mi ayudante …- Evedhiel ojeó al mago que tenía detrás levemente con los ojos muy abiertos rezando para que el chico siguiese su plan- Peter. Trabajamos como representación internacional de – Evedhiel enlentenció sus palabras por un Segundo – MACUSA en Europa.

 

La bruja se acercó un poco a la señora y le tendió una mano en señal de saludo. Evedhiel tragó saliva sin saber si la anciana correspondería a sus educados intentos de ganar tiempo.

 

-Entiendo que esta es su casa…- dijo preguntadole a la bruja y hacienda como si mirase los papeles de su carpeta- Vera… el asunto que me… nos trae aquí desde tan lejos es bastante simple.- Ojala, pensó.

 

Necesitaba una excusa para registrar la casa. Necesitaba saber que había activado a Nïnde.

 

-Desde MACUSA llevamos tiempo intentando realizar… una red de alfombras voladoras. –

Evedhiel no se creîa sus palabras- Creemos que es el avance perfecto para viajar en familia. Y bueno… hemos estado calculando rutas seguras y mejores lugares para organizar los puntos de salida y entrada y el año pasado el MM firmó el acuerdo para una de las rutas empezar a unos…-Evedhiel miró de Nuevo sus papeles imaginarios- 12 km de aquí. -Evedhiel se movió un poco buscando una ventana- No se ve exactamente desde aquí pero quizás desde otra habitación…- Necesitaba moverse de aquella sala y ganar tiempo.

 

Tenía la boca seca. Al menos no todo era mentira.

 

-El caso es, que nos han informado de su reciente…reorganización en el edificio. Y venimos a comprobar que el espacio que intent construir no entorpece con los planes del MM y MACUSA. Mas que nada porque podría afectar el aterrizaje y despegue seguro…

 

Evedhiel suspiró hondo. Algo le decía que aquella señora guardaba más información de la que jamás ella misma podría ser capaz de inventar.

Editado por Evedhiel

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Maida estaba con una sensación de claustrofobia infernal, aunque estuviera realmente en campo abierto. A como iban las cosas, quizá habría valido más la pena quedarse con los chicos. Giró hacia la Manor, ¿Quién había estado dentro cuando sucedió? Estaba segura de la presencia de Leo y su hijo, de hecho, esperaba encontrar a sus tíos con ellos, pero ¿Lu? ¿Aaron? ¿Nath...no, ese último era imposible.

 

Cerró los ojos unos minutos, retrocedió y dejó que el deslizar de la serpiente que había invocado, la calmara. Todo siempre tenía una explicación lógica, incluso los eventos mágicos que parecían plagar la Manor. Y así, una mano fría se apoyó sobre su hombro y instintivamente sus ojos escocieron amenazando con quebrarse.

 

Respiró hondo antes de confrontar los ojos grises de su primo, al menos ya no estaba sola. ¿Qué iba a explicarle exactamente si no sabía mucho? No hub tiempo de nada, la serpiente invocada se deslizó por la espalda de la bruja y colocó su cabeza sobre uno de sus hombros.

 

 

- ¡Aaron! -intentó que fuera un saludo, pero casi era un reproche- Yo no me metí en ningún lío, ha pasado mucho, pero creo que yo no soy la culpable.

 

 

Parecía que la serpiente corroboraba que Maida no quisiera atacar al chico, porque pasados unos minutos, se deslizó nuevamente hacia el suelo. Ella se apoyó en el borde de la restaurada fuente y señaló la Manor, o bueno sus escombros.

 

- Verás, estábamos Gatiux, Orión y yo en el sótano tratando de ubicar unas válvulas que pudieran reparar la fuente -ladeó la cabeza- o al menos eso haciamos nosotras, no sé porqué estaba Orión ahí. En fin, arriba estaban Apolo y Near. ¿Sabías que Near es hijo de Gatiux y Orión?

 

 

No pudo evitar sonrojarse al recordar como era que por evitar la confrontación con él, había bajado en primer lugar. Se acomodó el cabello a un lado del cuello. Salvo cuando había girado, no había visto a los ojos a su primo, detestaba verse frágil delante suyo. Respiró antes de continuar.

 

 

- Como sea, subimos porque escuchamos dos o tres ruidos fuertes, ya no recuerdo. Mis tíos se fueron a rescatar a Leo y su hijo, yo vine a buscar a los chicos pero... no están -explicó lo último con un ademán de la mano- hice un hechizo, hay más personas cerca, pero no logro verlas, mis tíos no vuelven, y yo pensé que tú estabas en la Manor.

 

 

Se mordió el labio inferior antes de continuar, tenían que resolver esto,c como fuere.

 

- Me asusté -cambió de tema casi al instante- pero mira, la fuente esta en perfecto estado, funciona. No entiendo qué pasó... ¿ideas?

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Wirt se terminó rápido el té y se levantó con prisa detrás de Adelaide. La señora era de esas personas de temer. Por eso que el arquitecto trataba de hacer siempre su mejor trabajo y estar corroborando constantemente si todo iba en orden con ella. Podía mirar por encima de la señora perfectamente, pero prefería bajar la cabeza.

 

Traspasó el arco que comunicaba la cocina con la sala general de la Manor. Un rubor fuerte apareció en su cara cuando escuchó a la señora de la casa vociferar una orden. Luego, sus ojos tristes quedaron sobre una particular muchacha que hablaba sobre Merlín sabía que de unas alfombras y cosas así.

 

- Darach, ¿puedes preparar té para los invitados? Échale extra azúcar para ellos–le susurró al elfo al ponerse de cuclillas.

 

Luego, con cuidado, Wirt le puso las manos sobre los hombros a Adelaide y se acercó a su oreja.

 

- Sigámosles el juego, que están completamente perdidos y están hablando tonterías.

 

Para alguien con tanta información sobre diseños arquitectónicos y albañilería en general, Wirt sabía perfectamente qué características tenía que tener un hogar mágico para su construcción. Pero, también tenía en cuenta que el trabajo que realizó allí era… ilegal. O bueno, al menos no sería aceptable en la comunidad mágica donde vivían.

 

Además, ¿el MACUSA abriéndose al mundo con la dura aplicación de la Ley Rappaport? Algo que estaba mal. Las alfombras máginas no eran una solución coherente por parte del gobierno americano. También, ¿en la terrible tensión de una guerra que se avecinaba? Eran ya demasiado evidentes las señales repetidas en los videntes más importantes de la época. Todos apuntaban a lo mismo, una gran guerra muggle.

 

- Bienvenidos a nuestra Manor. Estoy seguro que puedo brindarles, los papeles que necesitan. Así pueden terminar su tarea y marcharse en cuanto antes, no creo que quieran quedarse atrapados en fuego cruzado muggle. ¿Verdad Adelaide?

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Pasado

 

Conforme la chica que decía llamarse Evedhiel comenzó a hablar, Adelaide hizo una mueca de desaprobación con la boca que acentuaba aún más las arrugas de sus mejillas. Cuanto más hablaba la chica, más fruncía el ceño la anciana. Masticaba despacio toda aquella perorata sobre alfombras voladoras, algo que sonaba a mentira o algo bastante improbable. Una red de alfombras voladoras y quienes venían a visitarle eran los del MACUSA y no los del Ministerio de Magia Inglés. Probablemente estaban intentando empezar una guerra en unas relaciones ya tirantes de por sí.

 

Si es a 12 km de aquí mi casa no tiene nada que ver. -dijo Adelaide- Mi arquitecto está reformando mi sótano para mayor seguridad, y eso no sale de mis terrenos.

 

Las construcciones no se alejaban ni diez metros de la casa, era bastante improbable que algo así entorpeciera el despegue de una alfombra. No iba a dejar que la muchacha aquella hurgase en su propiedad sin una órden sólida escrita por el Ministerio de Magia de Inglaterra, y no esos Estadounidenses metomentodos.

 

Si no tiene una órden de registro, señorita, le voy a volver a pedir que se marche de mi casa. -la voz de Adelaide era de todo menos amable- Vuelva cuando tenga una. Y tal vez ese día tampoco le deje registrar mi casa. ¿Que se han creído?

 

Wirt sin embargo comenzó a mostrarse solícito con los desconocidos. Ofreciéndoles un té y a enseñarles toda la documentación reglamentaria que por supuesto tenía al día. Adelaide puso los ojos en blanco, aquel chiquillo delgaducho iba a matarla del disgusto más pronto que tarde. Gruñó en desabrobación mientras se apoyaba en el bastón.

 

Si no queda más remedio... pero no pienso consentir un registro.

 

Hizo una seña para que los dos desconocidos caminaran delante en dirección a la cocina. Allí Wirt podría enseñar los dichosos papeles con rapidez para deshacerse de aquellos dos entrometidos.

 

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La situación se puso un poco tensa con los comentarios de Adelaide. Wirt, para liberarse un poco, soltó una risita nerviosa. Estaba un poco encogido de hombros. Después de todo, la señora mayor era la dueña de casa y su protectora. Sentía una relación de deber hacia la personalidad arrolladora. La veía como una abuela después de todo. Sonrió de lado. Se acomodó un poco la ropa y caminó al lado de ella.

 

Pasó hacia el otro lado de la sala, a la biblioteca, donde fueron segundos los que necesitó para conseguir los papeles. Eran tres rollos de pergaminos. En esa época no se necesitaba tanta burocracia para ese tipo de trámites. Volviendo, se quedó parado en el marco de la puerta. Giró la cabeza hacia los dos magos y con un ademán les indicó ir hacia el comedor.

 

- Por favor, la señora Adelaide tiene asuntos más importantes que resolver en poco tiempo. Si gustan pasar por la cocina les podré presentar todo.

 

Cuando inició paso hacia el lugar de reunión, se quedó congelado al ver el árbol familiar de los Yaxley. El tapete, como era algo costumbre en todas las familias británicas, sobre todo en los sagrados 28, estaba colgando con cierto orgullo por sobre una de las paredes cerca del arco que daba a la cocina-comedor. Su nombre todavía no estaba plasmado. Soltó un pequeño suspiro.

 

Se despertó un poco de ese trance y alcanzó a la comitiva, con un poco de distancia.

 

Hizo levitar los pergaminos hacia la mesa, donde se desenrollaron y posaron lentamente en la mesa.

 

- Allí tienen las dos firmas de la oficina de Servicios Administrativos del Wizentgamon. Junto con la del Departamento de Transportes y Deportes Mágicos, donde está todo en orden. Pueden ver la fecha, fueron firmados la semana pasada, el 17 de septiembre del 1914.

 

Wirt volvió a un lado de la señora.

 

- Creo entonces, que ya no tienen nada que hacer en la Manor.

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