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Yaxley Manor (MM B: 109997)


Orión Yaxley
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Incluso unos minutos después todo parecía una locura. La idea de pasar (al menos) esta noche acá, sin saber cómo continuar no era algo que esperaba sobre su regreso a la ciudad. Por un instante pensó que sobreactuaban, que lo mejor sería seguirles la corriente y ni bien la atención de los presentes se dispersara, regresaría a su hotel. Descarto aquella idea, Gatiux nunca la hubiera citado y obligado a esto sino fuera realmente necesario.

 

Tomo una compotera empolvada del mueble a su derecha y la deslizó por el piso, cayó donde quería, justo debajo de una gotera. El piso estaba con una mezcla de polvo, agua y barro traído por los presentes.

 

-Me parece que, además de dormir en parejas por la falta de espacio, deberíamos rotar turnos para cuidarnos esta noche –propuso irguiendo su modesto metro sesenta y cinco- No sabemos si los han seguido, o a alguno de nosotros, si el lugar al estar en ruinas no perdió su protección y lo que sentimos es solo un vestigio de la magia que podía protegernos.

 

Sintió a Bridget realizar la misma pregunta que se formulaba silenciosa en su cabeza. Su demonio interno estaba hecho un dragon tirando fuego a diestra y siniestra de la bronca, pero mantuvo la calma y con la voz algo mas suave y una expresión menos defensiva esbozó una sonrisa a la Wenlock

 

-Si querés tampoco esto en pareja –había notado la cercanía entre su primo Nath y otra joven bruja de aspecto tranquilo-, no ronco, no fumo y soy limpia –añadió rindiéndose a la situación planteada.

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Alguien tenía que mantener el temple en esa situación. Gatiux dejó que la gente protestase por el lugar al que se habían visto arrastrados. Sabía por experiencia propia que era mejor que soltasen la frustración, así que escuchó en silencio las protestas de unos y otros sin llegar a interrumpirlos o hacer algún gesto de llevarles la contraria. Respiró hondo sin hacer apenas ruido mientras aguantaba el chaparrón de forma estoica.

 

- Comprendo la frustración, incluso la comparto, pero se ha tomado la mejor decisión para todos los presentes. Somos familia y a la familia no se le deja en la estacada cuando surge un problema. No vamos a dejar morir a nadie. Vamos a sentarnos a investigar y a discutir un plan para salir todos de este embrollo. Mientras tanto lo mejor sería que todos colaboráramos para... adecentar... este lugar. Tendremos que vivir algún tiempo aquí entre que lo solucionamos.

 

Gatiux apoyaba las palmas y el peso sobre la mesa, inclinada hacia delante. Sabía que la luz de las velas hacía aquel efecto dramático sobre sus ojos amarillos, como si éstos estuviesen en llamas. Sin embargo se mostraba tranquila y hablaba con un tono firme pero sin alzarlo en lo más mínimo.

 

- A veces los caminos de la magia se vuelven difusos cuando los investigamos. Suelen ser impredecibles y nunca sabes que ese paso en falso puede volverse contra ti. -dijo Gatiux- No creo que Orión quisiera ponernos en peligro a ninguno de nosotros. Ha sido un efecto colateral de algo sucedido hace muchos años atrás y que lo mantuvo en el exilio durante años, un exilio al que se vio obligado.

 

Relajó la postura, echándose hacia atrás.

 

- Se que no habéis tenido tiempo de tomar vuestra ropa, chicas, al parecer fui la única que pudo hacerlo. Estaba preparando mi mudanza hacia otra habitación del Castillo Black cuando todo esto se desarrolló, tenía todo perfectamente empaquetado. Así que tengo un vestidor entero metido en una maleta. El vestidor es realmente amplio. Tengo montones de ropa y lencería sin estrenar, con etiqueta puesta. Sólo tendríais que hacer unos pequeños arreglitos para que se ajusten a vuestro tallaje.

 

No se le escapó que Nathaniel y Maida estaban muy juntos, ella jugueteaba con los dedos de él de forma distraída. Era del Malfoy de quien le había hablado sin nombrarlo en el Castillo Black antes de que Orión desatara la locura que desembocó en el Manor Yaxley. Gatiux era la que menos podía opinar de esa relación. Volvió la vista hacia Aleera, su sobrina.

 

- Suena bien lo de hacer guardias. -coincidió Gatiux- No se separen esta noche hasta que podamos verificar con la luz del día que esto es un lugar seguro.

Editado por Gatiux

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Si. Todos parecían tener algo que decir, y aunque Maida también tuviera una opinión respecto al tema, este, involucraba precisamente a una de las personas más importantes en su vida. Si Orión tenía la culpa o no, de lo sucedido, de hecho, Maida se sentía agradecida y honrada de ser considerada entre las personas que, por su afinidad, podían verse afectadas por la situación. Estar en la Manor con ellos significaba que el cariño era mutuo, y eso bastaba para no unirse al sinfín de críticas por los desvaríos de investigación que ahora los tenían encerrados en aquella casona. Conocía a Kya, y a Bridget. Por supuesto el resto eran personas desconocidas para ella, pero estaba segura que eran familia. Y por otro lado estaba Nathaniel.

 

Es decir, le encantaba que estuviera ahí, pero, ¿Por qué? ¿Qué relación guardaba con Orión? Era ahora que se daba cuenta lo poco que conocía del Malfoy. Maida sin darse cuenta, presionó los dedos con los que hasta hacía dos segundos, jugueteaba. ¡No le había dicho nada a su tío! ¡Ni a nadie! Y ahí estaba, como una quinceañera boba sentada en el regazo de él. Decir que el rubor coloreó sus mejillas era quedarse cortos. Lo peor, si salía de su asiento, capaz llamaba aún más la atención. ¿Por qué él siempre lograba distraerla hasta el punto de no darse cuenta de lo que hacía? Hasta le había bromeado con el tema de la cena en familia, pero ahora recién caía en verdaderas cuentas. No, no era el momento, a lo hecho, pecho, y a ponerse con las indicaciones de Gatiux y Orión.

 

¿Ropa? Yo podría pedirle a mi elfo que me traiga las maletas aquí, no estamos incomunicados, ¿o si? —no era que no apreciera el gesto, era que no se iba a sentir cómoda estando con ropa como la que Gatiux parecía vestir. No solía usar ropa muggle.— Otra cosita, chicas, tampoco es una caja de zapatos esto. No se ve tan pequeña. El tema es que está un poco...descuidado.

 

Enlazó sus dedos con los del Malfoy y comenzó a oler el ambiente. Fuere lo que fuera que iba a servir Orión, tenía que servirlo de una buena vez. Con el estómago vacío le era imposible cavilar algún tipo de plan. Mucho menos hacerle ajustes a prendas que ...a simple vista le iban a quedar mal en algunas partes.

 

Pregunta boba, ¿alguno se trajo una bolsa de dormir o algo similar? Sé que quizá en las habitaciones hay colchones y eso, pero si lo que vemos está sucio, no me quiero ni imaginar lo que hay arriba. Y no quiero sonar débil, que es posible, pero si veo una araña tendremos el primer entierro mañana muy temprano —se estremeció de solo pensarlo—. Montar guardias suena genial, pero realmente necesito echar un sueñecito antes de ser útil. ¿Podríamos tomar el turno del amanecer?

 

Si, en plural. No estaba en sus intenciones compartir habitación tan rápidamente con el Malfoy, pero al parecer no quedaba de otra. Era obvio que su tío, dormiría con Gatiux, y el resto de los presentes eran mujeres. No, la inseguridad y desconfianza de Maida no iban a dejar que Nath tuviera en mente otras opciones. Además, ella era muy buena con la aguja y el hilo. Dormir juntos era una cosa, dejar que se sucedieran otras, distaba mucho de lo que planeaba.

 

Última pregunta boba —dijo aclarando la garganta antes— ¿ya está lista la cena? No logro concentrarme. En nada. Literal.

Editado por Maida I. Yaxley

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Aquel grupo era realmente interesante, Aleera observaba uno a uno y las reacciones a las palabras. Si bien ella, en un principio, quiso colgar a Orión de la cabeza nunca abandonaría a sus allegados si estaban pasando por momentos difíciles, la fidelidad ante todo. Entonces ahí se encontraba con un grupo de familia, amigos, conocidos y desconocidos para salvar mutuamente sus vidas de una amenza.

 

Una joven que se sentaba confiada sobre Nathaniel, indicó que prefería un turno mas adelante, estaba cansada. Era entendible, muchos estaban trabajando cuando llegó la lechuza de Gatiux. Aleera asintió a las palabras de la joven bruja y se ofreció de voluntaria.

 

-Yo no tengo problema alguno en tomar el primer turno, como llegué a la ciudad hace poco he tenido tiempo para descansar mas temprano. El que desee sumarse será bienvenido.

 

Mientras se manifestaba el hambre entre los Yaxley ella decidió darle una mano a Orión para apurar el trámite, miró a su alrededor, debajo de las capas de polvo y telarañas podía verse lo que alguna vez fue un lujoso juego de alacenas y bajomesadas. En alguna de ellas debería hallar platos para comer. Abrió la primera puerta que rechinó protestando tras años de dormir perpetuo, encontró más ollas y calderos. Siguió con la de al lado que mostraba fuentes y asaderas para el horno. Probó suerte con una por encima de la cabeza.

 

-Tendría que haber platos en algún lado… nunca supe dónde se guardaban pero debe ser por acá… -añadió mientras apoyaba su mano en la manija.

 

La Malfoy tiró suavemente y varias cosas pasaron a la vez, una nube de polvo cayó sobre la pechera de su ropa, por suerte no se había quitado la capa de viaje, y la puerta se desprendió de las bisagras oxidadas. Girando en el lugar miró algo preocupada al resto.

 

-Al menos encontré los platos –les dijo y mostrando la puerta que colgaba de su mano derecha y sonriendo tímidamente, luego añadió- quizás debamos hacer algo más que limpiar este lugar… toma – se la entregó al mago a su derecha y comenzó a golpear sus palmas para quitarse el polvo de las mismas.

 

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Si mi fin había sido refugiarme de la lluvia en el Castillo Black, ya era demasiado tarde. Empapada de pies a cabeza encaraba mi camino hacia la Yaxley, tal como las instrucciones lo marcaban en la carta que "había rescatado" de la tormenta. No sabía hacia quién iba dirigida, ni hacia dónde se habría dirigido aquella lechuza. Esa carta había caído en mis manos como la lluvia del cielo y el destino de aquella criatura habría sido por demás incierto. ¿La carbonizó un relámpago? ¿Perdió estabilidad por la tormenta? ¿Fue atacada por una Black en búsqueda de explicaciones y enterrada en el bosque? Nadie nunca lo sabría. Yo ya desconfiaba hacía tiempo de las lechuzas, sobre todo las más antiguas del castillo que no servían ni para cazar ratones.

 

¿Qué hacía yo dirigiéndome a la Yaxley? Como dicen las malas lenguas, la curiosidad mata al gato y si había algo que compartía con la dueña de aquel cancerbero era un instinto felinamente ágil para meter mis narices en asuntos de otros.

 

Era la primera vez que ingresaba a los terrenos de aquella mansión. De hecho, no recordaba haberla visto antes. Existen rincones del mundo mágico que desconozco por la falta de agallas. Alejarme de mi zona de confort me había causado mucho daño anteriormente y me acostumbré a no salir de los caminos que ya conocía para que eso no volviera ocurrir. De mi casa, al castillo, del castillo a mi casa, de casa al ministerio, y así.

Me acerqué al enorme portón. Golpeé tres veces y esperé a ser atendida sintiendo las gotas frías caer desde la capucha del abrigo hacia mi nariz.

 

El chirrido de la puerta me dio paso hacia la antesala, a la cual ingresé mostrando la carta como si fuera la tarjeta de invitación a una boda.

 

- Buenas tardes... - Anuncié mi llegada quitándome la capucha y esbozando una amplia sonrisa recorrí con mi mirada la de los presentes hasta dar con la de Orión.- No sé si me correspondía, pido disculpas de antemano, pero encontré esta carta en el castillo. Me parecía mejor venir antes que dejarla en el suelo esperando a su supuesto dueño.

 

Saqué la varita de mi bolsillo y con un firulete sequé mi ropa y quité el barro de las botas, luego saludé a los presentes con un gesto amable e inclinando la cabeza. Algunos no parecían estar muy cómodos con la situación por su rostro de flagelo.

 

- ¿Qué ocurre y por qué están convocando a todos? -Me puse seria, esta vez mirando a Gatiux, a quien ya había reconocido en el castillo.- Exijo ayudar a resolver lo que sea si es algo que atenta a mi familia...


--
Off: Perdón si no tiene mucha lógica mi intento arrebatado en sumarme a la historia jajajajaja

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Sentirla escuchar a Gatiux era como volver a ser Nigromante. Esa sensación de calma que procedía de una elocuencia especial en situaciones de tensión. Y es que realmente tenía razón, la magia llevaba a ciertos puntos que era difícil de controlar o estudiar. Sobre todo, cuando tenían un inicio tan confuso. Ni la Ángel Caído sabía bien de todo lo que estaba pasando o de qué se trataba la hechicera. Sin embargo mostraba la templanza exacta. Pero quería estar ahí. Dejó los fideos cociéndose y se acercó buscando la derecha de ella con su izquierda.

 

Cuando tocó aquella piel morena, entendió que la Malfoy no sabía de aquella asignación. Lanzó aire por la nariz cuando ella terminó. No se había percatado de la cercana y un tanto amistosa, y con amistosa me refiero a pseudo-sexual (¿quién le toma los nudillos a su pareja?), entre Maida y Nathaniel. No sabía cómo reaccionar. Apretó con fuerza la mano de Gatiux. Los dos encontraron sus ojos por una milésima de segundo. El Mago Oscuro intuyó que estaban sincronizados ante el hecho: no sabían si reír, o salir corriendo de allí.

 

- Los turnos es una idea genial, pero escuchen a su propio cuerpo. Sean honestos. No héroes.

 

Se soltó de ella quien fue a buscar asiento y recibió la ayuda de Aleera. Empezó a servir los fideos con los cubiertos. Con la varita sacó unos vasos un poco oscuros del polvo que también fueron a parar junto con la comida. Una jarra de agua con aguamenti. Velas para poder cenar mejor. Le indicó a la neutral que vaya a tomar asiento. Él se sentó sobre el desayunador en la isla de mármol en la que Gatiux se había apoyado antes.

 

- Buenas noches diría –saludó a GoshI con un sobresalto. Familiar lejano de la Black-. Por el momento nos estamos refugiando. Mañana veremos qué hacer. Pasa, sírvete un poco de fideos y disfruta entre nosotros.

 

La cena estaba servida.

 

Intercambió miradas con Gatiux. La torre sería todo un desafío para el lugar. Luego iba hacia su hija Kya; quien se había manifestado con cierta dureza ante la misma situación, pero una de las cosas que más aseguraba, era que los tiempos duros, ablandaban a las personas; de la forma positiva, claro. Aleera había sido de excelente ayuda, compañera mortífaga de antaño, se alegraba verla. Bridget también se había unido, que cenaba en silencio, sabía que tenía que decirle la verdad de su parentesco pronto. Maida y Nathaniel… se atragantaba cada vez que los veía. No entendía cómo pasó, y eso que tenía ojos en todos lados.

 

No cenó casi nada. Dejó las sobras dentro de la cacerola salió hacia el salón principal. Vio al fondo la única puerta que no daba hacia los aseos. Se trataba de una pequeña biblioteca con otra abertura al fondo. Se quedó esperando a Gatiux allí.

 

Esa noche sería larga.

 

Si somos honestos, las familias en Ottery no son una gran cosa. Eran grupos familiares con tan poca gente que al vivir en gigantescos hogares, nunca se veían. Todos llenos de lujo, que no conocían los tiempos duros, o los problemas verdaderos. Así, crecían pensando que lo peor que podía pasar era que los cuatro jinetes del apocalipsis causaran una implosión del planeta. Bueno, sí, es preocupante eso. Pero más es la pérdida de un ser querido.

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Por lo menos no era la única que sentía la tensión extraña que se originaba al ver a Nathaniel con otra chica. No es que Gatiux le deseara infelicidad, al contrario, deseaba que el Malfoy pudiera encontrar a esa alma que le complementara después de que ella le dejase, es que simplemente no estaba acostumbrada. Era raro. Lo había confirmado con Orión mirándolo un momento. Movió el pulgar hacia los lados mientras sostenía la mano del mortífago, agradeciendo el apoyo silencioso aunque bien podía valerse por sí misma y aguantar el chaparrón de quejas y críticas respecto a la situación.

 

- Para que esteis más tranquilos hay un cancerbero de cuatro metros en la puerta de entrada. No se va a mover de ahí y si se acerca algo extraño ladrará. Así podréis estar un poco más relajados si queréis dormir o hacer vuestras cosas.

 

Miró los spaguettis que estaba haciendo Orión, así sin salsas ni nada no era algo muy apetecible que se le antojase en aquel momento. Era como si su estómago se hubiese cerrado. Lo que si se le antojaba era descansar, dormir unas cuantas horas y sentirse que nada les estaba persiguiendo. Necesitaba sentir que la Yaxley era un refugio seguro donde descansar, pese a la falta de comodidades.

 

Goshi se unió a la improvisada cena. Orión había sido un tanto críptico en su explicación, pero lo importante era eso, les estaban persiguiendo y habían huído hasta un lugar seguro. El modo de seguir adelante lo decidirían al dia siguiente, cuando las cabezas estuviesen despejadas. Sería mejor retirarse hasta por la mañana. Dejó la cocina atrás, despidiéndose de todos los presentes con una media sonrisa y una inclinación de la cabeza.

 

Sonrió para sí misma. Le hacía gracia el hecho de que muchas personas crecían en familias acomodadas y después no sabían vivir fuera de ese ambiente de lujo. Sin esclavos elfos sirviéndole la comida, lavándole la ropa o calentándoles la chimenea. A algunos les faltaba vivir algo de mundo, experiencia, o más bien supervivencia. Gatiux desde muy temprana edad había volado del nido para viajar por el mundo, durmiendo en antros o a la interperie con un saco de dormir al lado de una pequeña hoguera, comiendo a veces de lo que cazaba y otras de lo que robaba. Eso le endureció el carácter y le hizo crecer como persona. Si no volaba lejos del nido no sabría hasta donde podría llegar.

 

Se encontró con Orión a los pies de las escaleras, le dirigió una mirada funesta que no presagiaba nada bueno. Pasó por delante. Mientras subían las escaleras Gatiux se descolgó de la espalda la katana y la pequeña mochila. La torre tenía múltiples escalones, en aquel momento se estaba arrepintiendo de que Orión hubiese elegido la torre, aunque suponía que tendría mejor visión para las cosas de astronomía.

 

Suspiró. Habían llegado a un entrepiso acristalado por completo, tenían un rango de visión estupendo. ¿Habría sido una torre de vigilancia anteriormente?. Más arriba encontraron un cuarto de matrimonio sin más muebles que una cama con un colchón lleno de polvo. Gatiux cerró la puerta tras de sí, apareciendo la varita para poder sacudir el polvo y limpiarlo de forma mágica. Tendrían que aguantar con los muelles y el cabecero lleno de óxido, pero al menos podrían dormir con un colchón medio limpio.

 

De la mochila sacó tres maletas, abrió una de ellas y se metió dentro de la misma como si estuviera bajando unas escaleras de madera. Cuando salió llevaba bajo el brazo unas sábanas limpias y un pijama pequeño, la maleta principal era un enorme vestidor en la que también tenía unas cuantas mantas y ropa de cama. Con un par de golpes de varita las sábanas se ajustaron y mientras lo hacía se quitó vestido para cambiarlo por el pequeño pijama. Cruzó los brazos debajo de su pecho.

 

- ¿Y bien? ¿No hay nada que quieras decirme?

 

Acabó por sentarse en la cama, pero no movió los brazos.

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Negó.

 

Apareció a un par de metros de la entrada del Manor y se detuvo un momento bajo la lluvia, necesitaba pensar. ¿Qué pasaría en el momento en que atravesara esa puerta? ¿Su historia estaba por cambiar de nuevo? Bueno, tampoco era algo a lo que no estuviera ya acostumbrado. Un segundo después comenzó a caminar, tenía que hacerlo ya que para ese momento ya tenía el pijama completamente empapado.

 

¿Y se suponía que no debían llamar la atención? Bueno, todo el alboroto y el cancerbero justo a al lado de la puerta principal dejaban en claro que el no llamar la atención era lo que menos importaba. Alguien había dejado la puerta entreabierta así que no se molestó en llamar, simplemente se coló dentro y se dirigió hasta el lugar donde provenían las boces sin importarle dejar un rastro de agua tras de él.

 

No intervino en las plática, no sabía bien que podía aportar a todo aquello así que simplemente escuchó y al darse cuenta de que el discurso había terminado, se acercó hasta Kya y la tomó del hombro. No la había visto desde aquel día, no sabía si ella quería verlo en realidad.

 

— ¿Hacemos pareja? —Inquirió un tanto avergonzado, se arriesgaba a recibir un golpe directo a la cara.

 

Y justo en ese momento pensó en lo ridículo que debía verse en pijama y empapado de pies a cabeza.

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La lechuza que llegó con el mensaje estaba tan cansada de viajar como una abuelita que corrió una cuadra. Oriana tomó el pergamino sin saber quién podría llegar a ser el remitente. ¿De quién será está letra?, fue su primera reacción.

 

De repente la jóven soltó su bolso cargado de indumentaria deportiva y pelotas de Quidditch para leer por segunda vez ese extraño mensaje. ¿Que quién corre peligro? , se preguntó exprimiendo su cerebro, cansado después del entrenamiento que acababa de tener, tratando de entender qué clase de parentesco tenía con aquel sujeto que se nombraba en la misiva.

 

-Dime que no es cierto...- se quejó, incredula. De buenas a primeras, se topaba con esa familia con la que jamás había tenido contacto. Y por si fuera poco, su vida y la de quién sabía cuántos más ahora estaba en peligro. -Excelente forma de unir la familia.-

 

Hasta donde ella podía recordar vagamente, ese tal Orion que se mencionaba el pequeño pergamino era pareja de su media hermana Gatiux. No la había conocido nunca debido a que Oriana siempre había estado lejos de Ottery entre sus primeros años en Argentina, su educación en la Academia de Magia Beauxbatons y su presente en Australia jugando para los Thundelarra Thunderers, y durante sus cortas estadías en Londres sólo atendió las necesidades de su familia, como matriarca de los Snape. Nunca hubo tiempo para conocer a los Black, aun menos al no pertenecer a esa familia. A ella tampoco le preocupó hacerlo, "cariñosa" no era un adjetivo que la calificaba.

 

A duras penas y con un largo suspiro,tomó su pesado bolso colocándolo en su hombro, llamó a una elfa familiar para que la llevase hacia el mágico pueblo de Ottery St. Catchpole. Al llegar, la jóven se sentía muy mareada. Devolvió su última comida en las raíces de un árbol cercano. Ni las bludgers eran tan agresivas para su cuerpo como las apariciones consecutivas a través de los países que la distanciaban de su hogar. Decidió caminar hacia su destino para acomodarse al horario y al aire inglés. Era de noche, pero al haber sido mortifaga en el pasado ya no le temía a la noche.

 

La Yaxley Manor se hallaba lejos de la mayoría de los hogares. No le costó llegar, pero al mirar hacia atrás, vio una gran distancia desde el punto donde estaba hacia la población. Ingresó con seguridad, ya que no se sentía a gusto con la citación y pretendía explicaciones.

 

La joven había conocido habitaciones viejas en su vida, algunas en las que alguna vez encerró bludgers que no podía controlar y luego de regaños de sus docentes debía ordenar... pero este lugar no había sido víctima de pelota mágicas, sino del abandono humano. Nunca antes había visto tanta cantidad de telarañas en lugares impensados y obstruyendo el paso a otros sectores del hogar. Sintió un escalofrío, los insectos no eran sus animales favoritos. Tomó del suelo un trozo de madera de algo que se había roto y sacando su varita lo transformó sobre su mano izquierda en un plumero. Acto seguido, conjuró el hechizo Lumus sosteniendo su varita con su mano derecha y limpió su camino hacia donde escuchó las voces.

 

Varias mujeres y algunos pocos hombres se encontraban en la cocina, la cual estaba iluminada solo por algunas velas. La reunión había empezado hacía bastante, puesto a que todos parecían entender qué hacían allí. La Snape no sintió culpa alguna de llegar tarde, ella había hecho lo posible cruzando zonas horarias para llegar y si la lechuza mensajera hubiera volado más rápido de lo que lo hizo, no hubiera llegado viva hasta la bruja. Al esperar que terminen de decir que los presentes debían compartir habitaciones, a la bruja le pareció el colmo. Aunque le interesó el detalle de los fideos.

 

Después de dejar su bolso y el plumero en un rincón anterior al lugar donde se encontraban todos, se dirigió a una silla que vio disponible pidiendo permiso para llegar a ella ya que eran demasiadas las personas para el pequeño espacio. Se sentó y, demandante,se dirigió a todos, pero cuidando que los dueños de casa escucharan.

 

- Disculpen la tardanza-comenzó con un híbrido acento entre australiano e inglés -, el viaje ha sido agotador y tengo un poco de hambre... ¿podrían darme un poco de esos fideos? Los pagaré contribuyendo a limpiar este lugar... -señaló a los alrededores demostrando que la limpieza era necesaria y remitiendose a las evidencias de suciedad, suponía que no habría manera de negar esa oferta. Luego de un silencio, comprendió que nadie sabía quién rayos era, por lo que retomó la palabra mirando a Gatiux y Orion -Por cierto, soy Oriana Snape...Buenas noches hermana, cuñado, el resto. Me gustaría decir que es un placer conocerlos. Pero esta ocasión claramente no es placentera. No me queda otra opción que estar a disposición de la situación hasta que lo que sea que sucede se solucione. ¿Podrían resumirme por qué tuve que venir desde Australia hacia este...humilde hogar? Ah, y tomaré el siguiente turno si no les molesta a los presentes, hace unas horas salí de un entrenamiento.

 

Sabia que no estaba siendo educada. Ni mencionar la poca cortesía con la que trataba a los que también estaban en la misma situación que ella, los cuales suponía eran varios. Pero Oriana estaba cansada físicamente, con hambre y sueño, en un lugar que no conocía y donde tampoco nadie la conocía a ella. No era un lugar que le gustaba ni donde se sentía cómoda. Pero sabía que debido a la urgencia y peligro de la situación, no debíanos haber encontrado un lugar mejor. Y como le encantaba el peligro, mal no le venían unos días libres de Quidditch...

Editado por Oriana Snape

Gracias Mary *o*
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Cuando Orión mencionó la palabra mágica, fideos, mi estómago rugió recordándome que no me mandaba un bocado hacía ya varias horas. Agradecí la invitación y me acerqué a la mesa, colocándome frente a uno de los platos que aún no tenían dueño.

 

- Esto es un lujo al lado de los antros londinenses... con un par de sacudidas quedará impecable - Exclamé mientras sacudía el polvo de la silla en la que luego tomé asiento. Durante mis viajes había pasado noches enteras en lugares más escabrosos y arruinados que la mansión Yaxley. Esta al menos tenía muebles, y por el momento no había visto ningún roedor o insecto caminando por ahí. El polvo sinceramente no me molestaba.

 

Me acomodé frente al plato. Tomé los cubiertos y empecé a engullir los fideos porción tras porción como si fuera el último día de mi vida.

 

- Aleeurrra... - Hablé con la boca medio llena dirigiéndome a la Malfoy, intentando evocar su nombre con cierta torpeza y algunos fideos que escapaban de mis labios. Tragué cubriéndome la boca y sonreí avergonzada.- Puedo acompañarte en el primer turno, no suelo dormir a estas horas.

 

Enrosqué algunos otros fideos en el tenedor y me los llevé a la boca, esta vez con delicadeza.

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