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Yaxley Manor (MM B: 109997)


Orión Yaxley
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- Yo también te echaba de menos.

 

Respiró profundo. Se calmó. Se sonrojó también al ver que todos los familiares lo estaban mirando. Rio por debajo. Carraspeó un poco y tomó distancia para darle aire a Gatiux. Volvió a la mesada a seguir trabajando en lo suyo. Sentía su estómago de oso rugir. Escuchó un poco más de conversación que dieron lugar al relato de Evedhiel.

 

Cada tanto levantaba la vista, sobre todo en las partes donde ella dudaba, o tomaba un respiro mientras estaba ocupado secando todo el suelo del agua de la cacerola. Se fijó en las cafeteras, y la pava para que no se pasara el agua. Luego, con un trapo, iba limpiando las mesadas cerca del fregadero. Su vista perdida, enfocado en el relato de fondo. Se paró en seco cuando escuchó las Runas. Volteó, suspirando, cuando entendió que no se trataban de ellas.

 

Cuando su nerviosismo dejó entrever que ya no había más nada para acomodar, se acercó un poco al grupo para chusmear el libro. Fue en el momento en que Evedhiel aclaró lo de un sacrificio que los puntos se fueron uniendo.

 

- Si es un objeto mágico con ciertas propiedades “vivas” puede que sea un Horrocrux. Y, ese tipo que magia… la conozco. Bueno, la conocemos –se acercó a Gatiux y le tomó la mano.

 

Visto que no era el mismo grupo que un año atrás, decidió hablar un poco sobre la situación de la Manor.

 

- Verán, hace un tiempo considerable, una persona se apareció en el Castillo Black anunciando un ataque hacia nosotros. Este tipo de magia actúa siempre en respuesta de algo. Es decir, se activa tras un estímulo de categoría mágica. Siempre es la esperada. Creo que el mejor camino es pensar un paso delante del libro y sorprenderlo.

 

Tragó un poco de saliva.

 

- Y, si se trata de un Horrocrux, entonces tomen guardias entre ustedes, que no se lo quede constantemente uno. Si llegara a surgir algún problema, Gatiux y yo nos haremos cargo enseguida. ¿Si?

 

Se acercó a ella para susurrarle.

 

- ¿Te parece si luego de todo esto hablamos a solas? Hay cosas que quiero contarte.

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Se había sorprendido con lo que había dicho Dánae ¿estaba embarazada? ¡COMO! ¿quién podría aguantar a la demonio? reconocia que muchas veces tenia ganas de degollarla viva, pero si realmente cargaba con un pequeño monstruo en su vientre, debería alejarse de ella al menos hasta que su sed de golpearla esté saciada, o controlada. Se levantó del sofá en el cual estaba cómodamente sentado y se dirigió hacia la puerta de salida. Materializandose en una bruma negra para salir de donde se encontraban los hermanos; terrenos a las afueras de Inglaterra.


Apareció a un par de metros de la entrada de la Manor, cuando toco el suelo salió caminando por medio de una ataviada capa de humo negro que se disipó a los pocos segundos... Se detuvo un momento y los primeros rayos de sol molestaba los ojos avellana del gitano. No estaba del todo seguro, ¿Que pasaría en el momento que buscara a su presunto padre? los rumores podrían no ser ciertos; realmente esperaba que su hermana le estuviera mintiendo y todo fuera una broma. Una pequeña mueca a su costado, de inseguridad se vio reflejada en su apático rostro, no acostumbraba a sonreír.


Bueno, tampoco era algo a lo que no estuviera ya acostumbrado. Un momento después comenzó a caminar, tenía que hacerlo se consideraba más un ser nocturno y la claridad molestaba un poco su andar... Ya había estado con anticipación ahí, entregando una invitación a su boda... Su boda, ¿se casaría, o simplemente era un capricho? eso estaba por descubrirlo. Los ladrillos carecían de color, sin contar la fachada del camino, parecía todo una tierra muerta e infértil, ideal para sepultar cadáveres; muchas de los postigos colgaban de un pequeño y desganado hilo, Matthew sonrió, subió unos escalones que resonaban como a madera podrida y golpeó la puerta... Tres golpes... Tres sonidos, profundos fueron lo que se escuchaba, como si estuviera completamente desolada.


¿Y se suponía que no debía llamar la atención?


@nose a quien arrobar... (??)

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Cruzada de piernas, sobre un sofá de piel, lo acaricio y miro con añoro... Se trataba de la piel de una de sus mascotas, puesto que una vez se cruzo un capricho de tener la casa llena de animales que no podía tener, pero a ella todo le valía madres y los compro; los robo en realidad. Ladeo un poco el vaso que tenia en su mano derecha, y tomo un trago de su contenido amarronado, whisky. Parecía que intentaba seducir a su hermano, pero no, la verdad es que ella era asi de misteriosa y sus miradas lo dictan todo... Estaba encantada de hacer enojar al gitano y eso a ella, le daba placer.

 

Lo observo levantarse con suma destreza y salir por la puerta casi destruida de la cabaña abandonada, que había encontrado, por casualidad... o no. (?) Giro su cabeza y miro la chimenea, estaba haciendo un poco de frió en Inglaterra, la verdad no comprendía los cambios de clima tan bruscos y bueno, solamente se levanto con languidez del lugar y tomo una chaqueta, estaba descalza y asi seguiría. Camino hasta la puerta y con una floritura de su varita la hizo volar en pedazos. Se desmaterializo y fue en busca de su hermano, apareció a las afueras de los terrenos de la familia Yaxley.

 

Parece ser que las dudas carcomieron tu mente... grito y se adentro.

 

La mañana recién asomaba por el horizonte, el gélido suelo en sus pies era tan delicioso y la Manor deslumbraba soledad... Seria un buen momento para enfrentarse a su padre? no sabia, ya había trabajado con él y fue divertido ver sus orbes grises llenarse de ira y no hacer nada... Córrete nene. empujo al gitano mientras giraba la manija de la puerta y la abría, ella iba a entrar sin esperar invitación, después de todo, también era su casa. (?)

 

@@Matthew B. Triviani @

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Aaron Augustine Black Yaxley

 

Escuché detenidamente el relato de la bruja, quien a veces un tanto dubitativa en seguir hablando sobre el libro, perdía la mirada en el infinito, como si le temiese al objeto que tenía a los Yaxley allí reunidos. Ante los conocimientos de artes oscuras no había escuchado sobre algo similar, pero de seguro era un objeto que se vinculaba con el alma de Evedhiel; seguía atento con el café irlandés abrazado por ambas manos; ¿un pago? tal vez eso contestaba la cuestión sin respuesta ante las cicatrices de sus manos.

 

-¿Sangre?- pregunté ante su comentario y me encogí de hombros una vez que llamaba su atención- hablo por las cicatrices ...- sostuve antes que las escondiese y Orión captó mi atención- Si es un horrocrux significa que debe haber algún Yaxley por ahí deambulando, ¿no?. Evedhiel dice que la portada del libro cambió, no creo que sea menor el hecho que haya recitado "Yaxley", o ¿dices que el tipo del castillo Black pudo haber profesado algo de ésto, Orión?- proseguí con aquella pregunta al cabo que dejaba la copa del café en el mesón y estiraba la mano para alcanzar el libro sin conseguirlo pues se oyeron tres golpes a la puerta y luego el girar del picaporte. Alguien había entrado- ¿oyeron eso?...-deposité la gélida y gris mirada en Zoella- ¿Quién había venido hacía un rato atrás? tú saliste...¿o te siguieron?- pregunté finalmente a Evedhiel. No encontraba otra lógica a no ser que en vez de lechuzas hubiesen carteros.

 

Me erguí por completo y crucé las amarras de la bata, luego guardé la varita en uno de sus bolsillos; me asomé por la puerta del comedor que daba al salón principal y para mi sorpresa, Danáe había entrado en la manor junto con un chico al que jamás había visto en la vida, eran unos adolescentes y parecían tener la misma edad.

 

-¡Hey tú!- le grité llamando su atención al cabo que buscaba con la mirada por donde partir la inspección en el pequeño hogar de los Yaxley, mi hogar. Enarqué una ceja bajo profundos aires de seriedad- ¿qué haces acá? o más bien, ¿qué hacen acá?

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Como una costumbre arraigada a su infancia, observó la naturaleza de los alrededores imaginando una vida serena, llena de paz, como su hogar... Tan lejos de donde se encontraba actualmente. Por supuesto, que la vieja cabaña a un lado del lago no tenía nada que ver con la imponente Manor. Nuevamente vino a su memoria sus múltiples escapadas a una casa pudiente donde aprendió a invocar demonios; esperaba encontrar dentro algo similar y sacar provecho tanto como pudiera.

 

Giró sobre sus pies y pudo escuchar el pequeño crujir de las piedras, su hermana Dánae, lo había seguido. Una gélida mirada basto para replicar sus palabras, un pensamiento y solo buscaba la verdad, para poder seguir con su vida cotidiana normalmente... ¿Acaso tenía una rutina? no, simplemente vagaba sin rumbo, hurtando negocios que solían ser de la Orden del Fenix y algunas mansiones de los sagrados 7. Sintió su empujón y soltó una escurridiza risa, le divertía mucho que ella fuera tan osada y se animará a seguirlo en sus pe****adas.

 

La joven abrió la puerta hacia el gran salón donde todo estaba en silencio... No pudo hacer nada más que dirigirle un saludo al mago que recien habia aparecido como de la misma sombra, como si los estuviera esperando... Vestía una bata, algo anticuada para su gusto, pero a final de cuentas, era a quien buscaban los hermanos Yaxley.

 

Para simular ser una persona de alto nivel social, no tienes ningún modal. replicó al mortal, enarcando su ceja izquierda. Le regaló un corto suspiro y un gesto ameno. Buscamos a Aaron Yaxley. Nos puedes ayudar, ¿o solo estorbas? añadió.

 

Algunos murmullos se podían escuchar de fondo... «¿Habrán llegado en buen momento? ¿Quienes eran los dueños de tan horribles voces?»

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Aaron Augustine Black Yaxley

 

-¿Modales?- solté una risa bufada y abordé la varita con mi diestra, tentativo a utilizarla su fuese necesario como esos magos del viejo oeste- son ustedes los que vienen entrando a una casa ajena sin esperar que les abran la puerta, a primeras horas del día, ¿qué se creen? ¡¿cobranzas muggles?!- la ironía quedó vagando en el vacío en cuanto escuché que me buscaban a mí- ¿Qué broma es ésta?...

 

Solía ser reservado, de hecho lo era casi todo el tiempo si es que no era el todo en sí. Dí un toque a la bata con la punta de la varita y las mismas se moldearon en una ramera azul marino ajustada al torso y unos jeans negros; los pies seguían descalzos; avancé un par de pasos y cerré la puerta a mi espalda hasta pararme frente a ambos. El muchacho era un tanto más alto que Danáe, pero no más que yo, les indiqué por donde seguirme, cruzando el umbral hasta la biblioteca para sentarnos frente a la chimenea que aún mantenía el crepitar de algunos leños. El piso de madera crujía ante nuestro andar.

 

-¿Qué esperan, una invitación?, asiento...- respondí observando al muchacho- Yo soy Aaron y ella lo sabe- sostuve tajante mientras observaba a Danáe- ¿qué quieren?...

Editado por Aaron Black Lestrange

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"Todos están abajo", susurró una voz muy similar a la suya, en la mente. Maida se sentó en el borde de la cama y se detuvo unos cinco minutos a examinar sus pies descalzos. La verdad es que si ponía un poco de esfuerzo a lo mejor se entendía todo lo que hablaban en el primer piso. La túnica le rozaba las pantorrillas y ella se debatía en saltar de la cama o volverse a hundir entre las sábanas. Ganó la primera opción, se vio al espejo antes de salir, eso sí, y descubrió que si adelantaba el rostro, se veía su clavícula. Cada vez peor con el tema de los gramos. Se trenzó el cabello y paso a paso, se ubicó en las escaleras. ¿Estaría entre toda esa gente su madre? Le hacía falta.

 

Oyó voces desconocidas, mezclarse con la de Aaron y la verdad es que sintió un tirón en las tripas para irse hacia ese lado de la casa, pero se contuvo. Terminó las escaleras, con la firme convicción de ir a las cocinas, dónde claro, se encontró con el tío Orión, y los primos Evedhiel y Leo. Resopló y en silencio, sin saludar a nadie, tomó un vaso y se dirigió al grifo para llenarlo con agua.

 

¿Algo más que reparar en el hogar? —preguntó dejando el gesto en lateral, como si fuera una broma, pero bien sabían todos ahí que podía ser mucho más cierto de que cualquiera quisiera— ¿Alguno sabe con quién está Aaron?

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Dánae solo la giro y entro. No le importaba quien estuviera del otro lado a decir verdad... Una vez dentro, Aaron no tardo en hacer su aparición triunfal, era algo demasiado típico de él. No olvidaba aun los recuerdos que tenia sobre las oficinas de Inquisidores dentro del Ministerio de Magia... Sus palabras no fueron para nada sorpresa, esa personalidad tan amargada e insensible que la volvía loca. Mordió su labio inferior y se reincorporo rápidamente, no podía tener pensamientos obscenos con su padre, ¡ESTABA LOCA!

 

Diablos Matthew. se sonrió y pensó en abrazarlo. ¿Has visto? es tú hijo. soltó divertida mirando al Black.

 

La demonio comenzó a jugar con uno de sus mechones blancos, giraba sobre si a medida que se movía un par de centímetros, estaba admirando el interior de la Manor, no sabia si realmente estaba admirando o mas bien, analizando donde podría colgar sus porquerías. Claro, relatos familiares, sobre todo con lo ausente que fue su padre.

 

Este los invito a tomar asiento en uno de los sofás que se encontraban por ahí. Matthew seguía parado en una posición... Común, el siempre mantenía la calma hasta en situaciones de alto riesgo, hasta que vio que el caucásico saco su varita; lo tomo del brazo sin lograr moverlo de su lugar y le planto un beso con un ruido que parecía no tener fin, en su mejilla izquierda. Los orbes grises de Aaron descordaban duda... Lo cual le parecía divertido, todo era un juego para ella... Finalmente cerro la puerta y frente a ellos los invito a pasar y tomar asiento en uno de los sofás que ofrecía el hall.

 

Como te dije, quizás fue un chorro de agua helada... sonrió. Espero sirva para bajarte los humos de superioridad que tienes, Black. sentencio con su mirada esmeralda y su rostro torno a serio. Generalmente la pintura que llevaba al rededor de sus ojos, negra por excelencia, definía mas su mirada, haciéndola un poco mas perturbadora.

 

El muchacho solo quiere conocerte... Yo para el contrario, si también deseo lo mismo, dejémonos de rodeos. ¡QUE HICISTE CON NUESTRA MADRE! Empuño los dedos y golpeo uno de los sofás. No queremos mentiras, la verdad. Y puede, que nos larguemos pronto... Luego de comer algo, claro... Ademas, mis tías, nuestras, perdón. miro a Matthew Seguramente estarán encantadas de conocernos.

 

El gitano era demasiado correcto, sádico, malvado y ***idamente correcto... En cambio, la Africana, era una desquiciada.

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Solo los rodeo, cerro la puerta y les indico sentarse.

 

Parecía ser una persona con muy poca paciencia, al menos eso denotaba una actitud bastante peligrosa y alardeando, mostrando su varita para luego acomodar su vestimenta, tal vez había creído que los presentes eran dos cobardes y saldrían corriendo tras el acto fallido de mostrar poder y superioridad. Le agradaba aquel sujeto, características y personalidad fuerte, era lo que siempre busco, más personas como él.

 

Matthew sonrió y al cabo de segundos abrió los ojos cuan plato al escuchar las palabras de Dánae, no sabía si la mujer estaba drogada o bajo el efecto de alguna poción mal preparada... Parecía todo ser un juego para ella, el gitano se quedó sin habla y solo trago saliva ante tal presentación. «¡ERA SU PADRE!» o eso decía la infeliz de su hermana. La miro de reojo con cara de asco, por un momento tenía ganas de volver a sacar su varita y simplemente largar un Avada en su cuello para que cayera como roca al suelo. Dando vueltas como niña de cinco años, estaba desquiciada, era un tanto brusca para todo, pero a veces pensaba que la quería...

 

Le quedaban sólo unos pasos para llegar a los sillones. Corriendo hacia allí, aunque en realidad solo caminaba a paso lento. (??) frunció el ceño al volver a escuchar las palabras del ojigris. Revoleo su mirada y tajante les pregunto, que buscaban y quienes éramos... Francamente, Dánae ya me había dicho quien era el mago realmente, solo buscaba generar intriga y un poco de caos...

 

Se quien eres, pero en vista de la situación... Usted, no. replicó.

 

Quizás fuera sólo su imaginación, pero la falta de cuadros desparramados sin orden por las paredes, las revistas del corazón, los libros de hechizos abiertos sobre la mesa o las manzanas fuera de lo que parecía ser la cocina, hacían que todo se sintiera apagado y muerto. Jugo con sus dedos en el apoya brazo del sofa cual estaba sentado, incómodo, para decir verdad; Dánae golpeo con ambos puños su respaldo y empezó con gritos y preguntas que sinceramente no veía adecuadas... No era el momento... Levantó su mano derecha y tocó su brazo, su piel cálida y seca era tan característico de ella, solamente sobo un segundo su brazo y esta se calmo.

 

Sabemos que no eres un buen padre, o al menos por ahora... Pero, quisiéramos conocer a toda la familia. añadió.

 

Comprendía que toda esta situación le caería demasiado pesada, pero era la realidad y solo buscaban su lugar en el mundo, lejos de vivir en la soledad... También, daba por seguro que su pregunta sería cómo sabría él que éramos sus hijos... Antes que preguntes o pienses hacerlo. Nuestra madre murio, cuando nos dio a luz... Sus últimas palabras fueron que te odiaba... busco entre su ataviada capa una carta, no cualquier carta, si no una que fue escrita por su difunta madre.

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Aaron Augustine Black Yaxley

 

>>¿Has visto?...es tu hijo<<

 

Una frase que sin duda alguna no se me habría cruzado por la cabeza, atenderla, escucharla o comprender la misma, pues jamás en la vida podría haber imaginado tener hijos, sin obviar que casi siempre había sido cuidadoso; o tal vez no. Quizás arrancaba, no del temor a las responsabilidades, no de lo que acababa de escuchar una y otra vez, de una forma tan lejana y extraña, como si hubiese quedado dando botes en mi mente sin captar el peso de la situación, o tal vez, instintivamente, arrancaba una vez más de la ligereza sentimental, cuestión tan inherente a mí, que para cualquiera que dijese conocerme, captaría mis acciones.

 

>>...Espero que sirva para bajarte los humos de superioridad que tienes, Black...<<

 

...Yaxley, Black Yaxley... susurré en mi mente, entre ecos atrapados por la cuestión que a penas comenzaba a comprender. Sin embargo, aún adoptaba una pose seria allí sentado, con ambos codos apoyados en sus respectivos descansos mientras las manos se entrelazaban con comodidad, demostrando una actitud de escucha; cambiando la pierna cruzada en un triangulo varonil sobre la otra en una sola oportunidad, entrecerrando los gélidos grises ante la imperante mirada de Dánae, cuestión (que siendo con quién fuese) me hubiese delatado en el dejo de incertidumbre que traía ahora mismo.

 

>>Sé quién eres, pero en vista de la situación... usted, no<<

 

Dejé de entrelazar las manos y llevé el puño hasta mi sien para dejar descansar la cabeza- sin duda era un golpe bajo- y pensar, cuestión que al menos la bruja no me dejó hacer con la impulsividad de sus palabras, temperamento que podría haber adoptado de mí pero no tenía el respiro para recrear la escena. El puño en el sillón me despertó de la vagancia en la que me encontraba en ese minuto, levantándome de un tiro para erguirme frente a ellos...¿sería verdad lo que decía la bruja?...alcé la varita y antes de rasgar la misma en diagonal por mi frente para abofetearla de revés como había hecho de mortífago en el Centinela, cuestión que no podría saber si era yo porque portaba la máscara aquella vez, las palabras del muchacho me hicieron darles una segunda oportunidad. Ya sabría después si era o no lo correcto...

 

>>Sabemos que no eres un buen padre, o al menos por ahora...<< Sostuvo el joven mago. Pero ¿cómo podría saber si era un buen padre sin siquiera saber que lo era?...Tomé la carta mediante un accio, arrebatando el escrito desde las manos del chico; "Sé que nunca será un buen momento, sé que ésto caerá como balde de agua fría, pero son tus hij..." La arrugué al empuñar la mano y la metí en el bolsillo del jeans. Carraspeé.

 

-Padre...-susurré. Yo ni siquiera conocía al mío, pues solo había tenido de referente a Orión, mi padrino, mago que apareció cuando ya era un joven hecho y derecho- Entonces nacieron y supieron que me odiaba- bufé en un sarcasmo innato. Les había dado la espalda para asomarme por el ventanal que daba a los jardines de la manor- ¿creen que una carta podría acreditar que llevan mi sangre? ¡sangre pura!...

 

Si era una broma, debía ser una de muy mal gusto, y no por querer jugármela, sino porque era demasiado obvio que no saldrían ilesos. La bruja ya me conocía, o al menos el genio déspota que tenía, pero a él no lo había visto jamás. Me volteé hacia ambos al cabo que alcanzaba un libro de la bibiloteca- su tapa era gruesa, entelada con un lienzo color verde musgo, avejentado y páginas amarillentas. Era pesado, pero no tanto como para sostenerlo en la palma de mi mano- observé el blanco, siendo éste el supuesto hijo y lo lancé tras agarrar impulso con el hombro, con rabia. El movimiento de varita fue aún más veloz para jugarle una floritura que transformó el objeto en una daga con una hoja lo suficientemente larga como para herirle de gravedad. Acto seguido y sin saber que pasó con la daga, materialicé unas endemoniadas manos del mismo tamaño que Dánae para que le bloquearan cualquier hechizo que saliese de su varita; no me importaba en lo más mínimo que el supieran que era un mortífago...

 

...Fueron milésimas de segundos, tan solo milésimas, en las que esperaba una respuesta. Al menos el indicio que buscaba...

 

@@Matthew B. Triviani @

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