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Yaxley Manor (MM B: 109997)


Orión Yaxley
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Se demoró un tiempo bastante largo en reconocer a la mujer de cabellos negros que tenía en frente, principalmente porque la ultima vez que la vio tenía seguramente más años que ella, y ahora el cuento parecía haberse detenido. Seguían siendo los mismos ojos verdes, la misma palidez y casi los mismos rasgos inmarcesibles a pesar de que para la oji-azul los años si habían transcurrido. Ya sus regordetas mejillas de adolescente habían dado paso a unos pómulos marcados y una cara mucho más madura. Inclusive podía verse el inicio de algunas arrugas.

 

—Es bueno saber que en esta familia la gracia viene con los años, al menos para las mujeres- Sonrió por sus pensamientos y el recuerdo que le vino en mente. Su padre,viejo y bastante feo, su tío ni que decir, pero al menos la esperanza venía con Goshi.

 

Limpió los raspones con cuidado, aplicando un par de sus pociones y ungüentos personales con la certeza de que al menos con este tratamiento sus heridas cicatrizarían rápidamente y sin dejar rastros; al mismo tiempo observó con pesar un par de rasgaduras en su ropa. Si no tuviese ese problema podría arreglarlas de un solo giro de la muñeca, pero ahora... Suspiró pesadamente haciendo un puchero para expresar su descontento, no le complacía mucho la inutilidad en la que se encontraba al estar separada de la magia. Si no podía aplicar todo lo que había aprendido en su vida ¿qué quedaba? un fracaso de adulto, sólo eso.

 

—Me temo que por esto yo no puedo hacer nada, pero parece que somos la misma talla, puedes tomar lo que quieras de mi armario... bueno, lo que gustes, parece ser que tenemos gustos muy distintos- Agregó escondiendo con la palma de su mano una risita maldadosa al ver que sus gustos distaban mucho de ser similares.

 

Se olvidó de pedir permiso a Evedhiel acercandose a ella continuando con las curaciones. Tomó sus manos y las limpió con extrema suavidad, sólo quería darle un enjuague sencillo y algo de desinfección casera, junto con la poción y una mirada de sospecha que se transformó en certeza cuando la vio sacar las manos en dirección al libro que cargaba al entrar.

 

Sugiero que me dejes terminar, si no quieres quedarte sin dedos- Añadió a la ultima pregunta acercándose a la peliroja para aplicarle un espeso ungüento —Esto te refrescará un poco y ayudará con las heridas- Devolvió la mirada al objeto y parpadeó un par de veces con molestia.

 

—Y No lo toques más- Ordenó en tono de regaño volteando la mirada a los "adultos" presentes y luego a la fuerte ventisca que parecía empeorar con cada segundo —Aquí hay algo extraño, pero sin mi varita... ¿alguno puede hacer algo?¿Orión?¿Gatiux?¿Goshi?-

 

 

 

 

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Faltaban sólo un par de días para su enlace matrimonial con Kaori, la mujer de sus sueños, por lo que deseaba entregar a cada persona la invitación a su boda. Acababan de salir de la imprenta, por lo que la primera casa en la que se vio con la necesidad de entregarla era la de la Familia Yaxley. Los últimos meses su amistad con Zoella había crecido tanto gracias a la enfadosa prima de su futura esposa que, aunque sabía que iba a asistir por invitación de Dennis, el metamorfomago deseaba hacerle saber que estaba invitada y que apreciaba mucho que asistiera a su boda.

Camino hasta la puerta de entrada, tocó un par de veces, pero nadie le abrió, intuía que en aquel lugar no tenían servicio de elfos domésticos que eran de mucha ayuda para este tipo de cosas, por lo que sacó su varita y encantó uno de los sobres donde estaba la invitación, haciendo que se metiera al interior de la manor por debajo de la puerta, siguiendo su camino hasta los aposentos de la bruja sin cabello. En otro momento se quedaría a entablar una conversación con ella, por el momento llevaba algo de prisa, debía ir a la Gaunt a visitar a su amigo Emmet, a la Rambaldi, a la Delacour y por ultimo a los miembros de su familia.

 

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Así que sin que nada lo detuviera camino en dirección al hogar de los Rambaldi.

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Me encontraba en las afueras de la Yaxley, por entre los arboles del bosque arreglando y dando los últimos preparativos a la cena que tenía planeada llevar a cabo con Dennis. Mañana iríamos al barco, lugar donde se daría la gala de San Valentin auspiciada por el ministerio mágico, y yo por mi parte deseaba después de que fuéramos un rato traerla al bosque y compartir con ella el resto de la velada.

 

Se me dificultaba terminar todo sola, pero en la mansión Triviani los elfos me ayudaban con la comida y uno que otro detalle de decoración que iría a buscar más tarde. Por ahora, sólo preparaba el terreno en medio de la arboleada, dejando una mesa para dos y luces clavadas en algunos arboles para que nos iluminaran la noche. Era extraño, primera vez que planeaba algo así para alguien y no sabía que más poner para que le gustara, sólo esperaba que fuera lo suficientemente hermoso para ella, pero sabía que cualquier cosa se vería opacada sólo con su presencia.

 

Un sobre llegó volando, estampándose con mi rostro. Bastante extrañada lo abrí, viendo la invitación a la boda de Aries y Kaori, la prima de Dennis. Sonreí, esperaba con ansias llevar a Dennis a la unión de ellos y esperaba más adelante ser yo quien repartiera junto a ella las invitaciones a una boda, la boda donde terminaríamos de unir nuestra relación.

 

Sonreí, guardando el sobre en mi bolsillo y continué preparando todo para mañana.

 

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La Delacour no podía creer como había avanzado aquel día, nunca había pensado en celebrar San Valentín ya que su trabajo y el bando le robaban todo su tiempo, pero dado a los cambios que se habían dado últimamente las cosas habían dado un giro de 360 grados. Ahora se encontraba caminando de la mano de la mujer más hermosa por la zona de Ottery.

 

Habían tenido que pasar por varias cosas en aquel barco, unos cuantos saltos locos de lugar, muchísima gente haciendo locuras o algo enfermos por el movimiento del navío. Un pedante cuñado fastidioso que siempre trataba de hacerla enojar para alejarla de su novia, cosa que nunca iba a consentir, y muchas cosas más. Pero lo único que le había importado de todo eso era haber compartido tiempo con su hermosa princesa.

 

Mientras caminaban rumbo a donde era su destino tomadas de la mano ya que se habían aparecido a varios metros del lugar, no podía dejar de mirar a Zoe. Su blanca piel a la luz de luna se veía más tersa, sus ojos brillaban cual estrella en noche oscura y sus labios eran sencillamente la perfección hecha boca, por lo que haciendo una pausa en su camino soltó su mano y tomando su rostro entre sus manos con delicadeza le dio un largo y lento beso. No podía evitar querer hacer eso siempre que estaba cerca, tenía una adicción a sus labios y a todo su ser, la adoraba demasiado para el poco tiempo que llevaban pero así era.

 

Cuando finalizó el beso vio el rostro sorprendido de la bruja — lo siento era imposible verte y no querer besarte, eso te pasa por ser tan perfecta — termino de decirle con una sonrisa mientras con el dorso de su mano acariciaba su mejilla. Tomó nuevamente la mano de la bruja para continuar el camino, solo que ahora sentía sus mejillas ruborizadas por la emoción que siempre le generaba el probar sus labios.

 

Llegaron a la entrada de lo que parecía una hacienda o algo así, la zona era bastante boscosa a comparación con el resto de Ottery. Frente a ella un camino de piedra lisa llevaría al hogar que estaría edificado en el área pero en ese momento vio que su novia le mostraba una venda color negro en su mano acompañada por una sonrisa de disculpa y no pudo evitar sonreír ya que sabía lo que seguía.

 

— Esta bien puedes vendar mis ojos, pero si me dejas caer me las pagas amor — fue lo que dijo con una sonrisa divertida, ahora no podía evitar sentir más curiosidad que la que había tenido en el barco desde que Zoe le dijera que tenía algo pensado para ella cuando se fueran de ese lugar. Su corazón palpitaba a mil por hora ante la emoción de la sorpresa, pero sobre todo ante la emoción de estar con la persona que tenía su corazón por completo.

 

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La noche al fin había llegado y juntas íbamos de la mano por la entrada de la Manor, el día anterior había terminado super tarde de arreglar todo y organizar cada minúsculo detalle para que fuera perfecto. Hoy, deseaba entregarle una sorpresa que había preparado con ayuda de una de sus familiares. Me había costado bastante, el pensar que pudiera gustarle y que podría armar para que su reacción fuera la mejor de todas.

 

Pero, hasta ayer no supe que hacer por lo tanto no me tocó más que improvisar cada movimiento y cada decoración del espacio que usaríamos. Sabía que la vivienda Yaxley estaría sola, ya que todos se encontraban en la gala que el ministerio organizaba por las fiestas, gala de la cual ya regresábamos. Cuando la Delacour soltó mi mano nos detuvimos, y antes de lograr si quiera pronuncia algo sentí sus labios sobre los míos y sus manos acariciar mi rostro. Un beso lento y tierno, lleno de todos los sentimientos que ambas sentíamos por la otra. Mis manos, inconscientemente fueron a parar a su cintura, y la pegué a mi cuerpo, queriendo percibir todo el calor que su piel emanaba.

 

Separando nuestros labios, pero manteniendonos aún cerca pude al fin ver sus ojos. Mi rostro, algo sorprendido se decoró con una deslumbrante sonrisa dedicada a ella - Perfecta eres tú - Le solté, dejando un pequeño beso en su mano para seguir nuestro camino con las manos entrelazadas, guardando en mi memoria otra imagen de sus mejillas sonrojadas bajo la iluminación de la luna. Unos pasos después llegamos hasta la entrada del terreno Yaxley - Bienvenida a uno de mis hogares, por ahora debo vendarte los ojos - Saqué una negra que guardaba en mi bolsillo - Luego puedo darte un recorrido por la Manor - Le dije, regaladole una sonrisa algo apenada por lo que tenía que hacer.

 

- Jamás te dejaré caer - Me acerqué a ella y dejé un corto beso sobre sus labios - Entre mis brazos y cerca de mi siempre estarás a salvo - Giré sobre su eje, hasta quedar detrás suyo y pasé la venda sobre su cabeza para cubrir sus ojos. Una vez amarré el trozo de tela negro volví a pararme de frente - Listo, ahora que no ves nada debo llevarte por entre los arboles a nuestro destino - Tomé sus manos dejando suaves caricias en ellas - Pero, te llevaré cargada en mi espalda, hoy además de darte sorpresa te contaré algunos cuantos secretos de mi - Confesé, nerviosa mientras le daba la espalda y ponía sus manos en mis hombros ayudándola a montarse sobre mi.

 

- Agárrate fuerte - Dije, sosteniendo sus muslos firmemente mientras la sentía tomar mi cuello con fuerza - Esto estará algo precipitado - Finalicé, para comenzar a correr, correr con toda la velocidad que mi raza vampirica me permitía. El viento hacía bailar nuestros cabellos, y la misma chocaba contra mi rostro, podía sentir el respirar de la rubia en mi cuello. Sabía que podía haber usado el poder de la aparición, pero mientras menos magia usara durante la noche, mejor.

 

A los segundos, llegamos a donde debíamos y me detuve, permitiendole a la ojiazul que se bajara lentamente de mi espalda. Durante todo ese minuto en silencio a sostuve cerca, y antes de hablar me acerqué a sus labios para besarla, besarla con todo el amor que deseaba profesarle - Llegamos, ¿Te sientes bien? - Pregunté algo preocupada al ver sus mejillas algo sonrojadas pero su rostro un poco pálido. Tenía miedo de asustarla, asustarla con las nuevas cosas de las que hoy puede llegar a enterarse - Aún no te quites la venda, por favor - Susurré, abrazándola y dejando un beso en la punta de su nariz.

 

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- Jamás te dejaré caer - fueron las palabras dichas por la Triviani, una frase corta pero que tenía un gran significado para la rubia. Era saber que pasara lo que pasara Zoe iba a estar allí para ella, sosteniendola y dándole el valor y la fuerza necesarios para seguir avanzando. Ante sus palabras no pudo más que sonreír para luego responder a aquel beso que la bruja dejaba en sus labios, aquellos labios que ahora idolatraba y de los cuales no quería separarse nunca.

 

Entonces se ubico detrás de la rubia para con la mayor delicadeza vendarle los ojos para no poder espiar absolutamente nada de la sorpresa que le tenía preparada y ante la cual la curiosidad por saber de qué se trataba simplemente la estaba consumiendo. Cuando dijo que era hora de seguir a donde estaba todo y tomo sus manos estuvo lista para empezar a caminar, pero de pronto le dijo que tenía que llevarla en su espalda? si eso era lo que había dicho. Era cierto que la Triviani era unos centímetros más alta pero eso no haría que pudiera caminar mucho con ella a cuestas.

 

— No creo que sea la mejor idea ir de esa manera — dijo pero su novia al parecer ya tenía todo dispuesto. Además el vestido de la rubia era algo entallado para esa posición por lo que empuñando la varita hizo una floritura para hacerle una apertura lateral a su vestido hasta la altura del muslo. Estaba bastante apenada que Zoe la tuviera que llevar así, ella bien habría podido caminar pero no quería contradecir a la bruja que estaba tan ilusionada con esa noche.

 

La ojiazul posiciono sus brazos alrededor del cuello de la bruja donde ella le indico y luego la ayudo a subir a su espalda sosteniendola de los muslos, se sonrojo al imaginar cómo se vería la escena de ella en la espalda de su novia, la pobre no soportaría llevarla por mucho tiempo. Se sujeto fuerte tal como se le indicara y luego sintió como la Triviani echaba a andar, pero iba muy rápido, el viento golpeaba su rostro y de vez en cuando una que otra rama sin hacerle ningún daño pero si tomándola por sorpresa.

 

Al detenerse la ojigris e indicarle que habían llegado descendió con cuidado de su espalda, estaba bastante sobresaltada, no sabía cómo había sido el trayecto, como se habían movido tan rápido?. La escucho preguntar por su estado — estoy bien — fue lo único que dijo en un hilo de voz, estaba algo alterada por el viaje, desconcertada se podría decir pero igual esperaría a saber que había sucedido.

 

Pero cuando le pidió que no se quitara la venda no pudo extender su mano hacia donde estaba la bruja para tratar de tomar su mano entre la suya. Algo en el tono de voz la preocupo. — Ahora soy yo quien te regresa la pregunta, estás bien? — le dijo esperando poder quitarse esa venda y ver ese rostro que tanto adoraba y entender que era lo que estaba sucediendo.

 

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Mordí mi labio antes de contestar, sabía que a Delacour había notado el tono preocupado de mi voz cosa que fue imposible de ocultar. No queriendo mentirle, me sinceré - Tengo miedo, mi amor - Susurré, juntando nuestras frentes - Hoy, abriré mi alma para ti - Tomé sus manos entre las mías, y cerré mis ojos - Y me aterra, la idea de que cuando sepas todo lo que hasta hoy te he ocultado, te vayas. Dejando mi pobre alma en pena y mi corazón roto por tu ausencia - Una lagrima, una lagrima escapó de mis ojos, cayendo en su mejilla para deslizarse por su piel.

 

Abrí mis ojos, y con mi dedo la sequé. Acerqué mis labios a los suyos, besándola suavemente. Sosteniéndola entre mis brazos - Quiero quedarme un minuto más aquí, así. Atesorando este momento, antes de soltarte todo - Sentía mi pecho doler un poco, sentía mis ojos picar, pero sobretodo mi mente estaba dispersa, torturándome por as mil y un de posibilidades sobre el final de esta noche.

 

Y así nos mantuvimos, por un rato. Abrazadas, con su rostro descansando en mi pecho. Mis manos, acariciaban la piel de su espalda baja por sobre el hermoso vestido que usaba. Vestido el cual, por mi culpa había arruinado. Cuando me sentí preparada la alejé de mi cuerpo - Déjame arreglar ese vestido - Dije, sacando mi varita y haciendo una floritura en su pierna arreglé el vestido, volviéndolo a la normalidad. Sin poder evitarlo, acaricie con mi mano su rodilla, subiendo por su muslo, cadera, cintura para abrazarla y volver a dejar un corto beso en sus labios - Avancemos. Nos espera una larga velada - Tomé su mano entre la mía, y la otra la dejé en su cintura, sosteniéndola - Solo estamos a unos pasos de lo que preparé para ti - Pronuncié, caminando unos cuantos metros con ella.

 

Y así, en silencio escuchando el viento soplar llegamos. Llegamos al medio de la arboleada donde tenía preparada nuestra estancia. A un costado, una tienda de campaña individual que había tomado prestada del concilio estaba instalada, lugar donde terminaríamos de pasar nuestra velada juntas. Lugar, donde mis secretos les serían revelados, y las acciones de ambas comenzarían a escribir el futuro de nuestra relación.

 

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Un silencio más largo de lo que la rubia hubiese deseado se hizo presente después de haberle lanzado la pregunta a su novia acerca de si estaba bien, un silencio eterno que angustio más a la Delacour queriendo saber que le ocurría a Zoe, estuvo a punto de quitarse la venda sin importar que ella aun no quisiera que lo hiciera cuando al fin pudo escuchar unas palabras de sus labios, pero aquellas palabras le causaron más angustia.

 

La Triviani le confesaba que sentía miedo y no solo era escucharlo, era sentirlo en cada palabra que decía, lo sentía de tal manera que su corazón se arrugo cual hoja de papel al escuchar el tono triste y asustado de su voz, trato de quitarse la venda pero la bruja no se lo permitió, se sentía impotente al escuchar así a la persona que tanto adoraba y no saber a que se debía.

 

— Que me has ocultado? — dijo en un susurro casi inaudible mientras continuaba escuchando lo que su novia tenía para decir. Quería preguntarle tantas cosas, que tan terrible era lo que le debía decir que pensaba en la posibilidad que la dejara, pero el hecho de escucharla así la había bloqueado totalmente y no era capaz de decir nada. Sintió una gota de agua caer sobre su mejilla lo cual le rompió el corazón al imaginarse a Zoe llorando, que podía causarle tal angustia era lo único que pasaba por su mente.

 

Sintió sus labios en un delicado beso y luego una suplica de permanecer así por un rato más, se aferro a sus brazos permaneciendo acurrucada contra su pecho sintiendo la angustia en el ambiente. — No quiero que me sueltes — fue lo único que pudo articular, odiaba sentirla así de triste y no saber que hacer. Cuando se separo después de varios minutos estaba preocupada por su vestido, realmente eso era lo ultimo que le preocupaba en ese momento, la rubia solo quería entender que sucedía con la persona que tanto quería. Sintió el roce de su mano recorrer desde su rodilla hasta su cintura dejando un camino de calor a si paso para luego terminar con un beso.

 

Luego sosteniendo su mano le indico que era hora de continuar hasta el punto al cual debían llegar, caminaron por varios minutos más, ella sostenida por la cintura para no caer, cuando se detuvieron y el silencio se hizo presente una vez más sabía que habían llegado al lugar que ella deseaba. Siguiendo el recorrido de su mano busco la cara de la Triviani para acercarla a la suya y dejar un beso en sus dulces labios. — No se que esta sucediendo, pero estoy aquí contigo y siempre va a ser así — esperaba pronto poder quitarse la venda y mirar a sus hermosos ojos para tratar de buscar las respuestas a todas las dudas que cruzaban su mente pero sobre todo que angustiaban su corazón por que ella solo quería ver a Zoella feliz siempre, quería ser motivo de alegrías y no de preocupación.

 

La adoraba sin medida, con locura y con toda la mezcla de sentimientos que le generaba, era su persona especial y solo quería lo mejor del mundo para ella.

 

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Vaya... hacía meses, o tal vez años, que no ingresaba al hogar de sus padres. Como siempre, su única excusa eran los viajes, largos y entretenidos viajes que le hacían perder la cuenta del tiempo que llevaba fuera. No era de escribir cartas tampoco, para nada, más bien simplemente desaparecía y si por casualidad en sus viajes se encontraba con algún conocido, pues lo saludaba. Kya era así desde niña y no había cambiado nada en su adultez, tal vez estaba un poco más madura pero seguía siendo, en esencia, la misma persona.

 

Apareció justo frente a los límites de la propiedad, el invierno había llegado y estaba oculta tras una capucha que la protegía del frío y la nieve. Sus blanquecinas facciones estaban levemente enrojecidas, sobretodo la punta de su nariz y, por alguna razón, la cicatriz de su rostro. Junto a ella aparecieron unas maletas y, por supuesto, su gato, aquel gato que parecía no envejecer más y cuyo rostro parecía mostrar un enojo poco inusitado en él al estar de nuevo en una jaula.

 

Pues bien —murmuró ante el Manor Yaxley.

 

Caminó con ligereza hacia el lugar, intentando recordar cómo habían estado las cosas la última vez que allí estuvo. La limpieza, vaya que escapó de eso, yéndose a otros continentes incluso. Abrió las puertas y notó oscuridad. Sus oídos se agudizaron un poco para saber si había gente o si acaso todos habrían ido a la gala de San Valentín, al no avisar su regreso, tampoco podía saber las situaciones de cada persona en la familia. Pero estaba seguro de algo, sus padres no se perderían ningún momento para mostrarse ante la gente.

 

Suspiró lánguidamente y se lanzó a un sillón, quitándose finalmente la capucha de la cabeza, pudiendo verse sus largos cabellos negros y sus ojos verdosos, los cuales cerró de inmediato para poder echarse una siesta en cuanto liberó a su gato. Llevó su brazo hasta el costado de su cabeza y se acomodó mejor, sintiendo cómo su mascota subía también en el sillón, para luego simplemente dormirse con la varita sujeta en su otra mano. Nunca se sabía.

 

Mejor prevenir.

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~ Black Pride ~ Semper Fidelis ~ Toujours pur ~
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~Start~

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Iba a hablar otra vez, cuando sentí las manos de Dennis buscando algo, buscando mi rostro más precisamente. Quise besarla, besarla como nunca antes lo había hecho, pero sus palabras se quedaron instaladas en el fondo de mi alma, haciéndome soltar un pequeño sollozo que no sabía mantenía retenido, sollozo que decidí callar dándole un significativo beso. Sequé las lágrimas que habían escapado de mis ojos he internamente me dije "Debes ser fuerte, debes afrontar tus actos". Tomé sus manos, besando el dorso de cada una para luego hablar - Te voy a quitar la venda, cenamos tranquilamente y luego hablaremos del tema. Aún no sé por dónde empezar - Susurré sobre sus labios mientras soltaba sus manos y desataba luego el lazo de la venda, la cual guardé en el bolsillo de mi traje.

 

- Esto lo preparé para ti, aunque algunos elfos me ayudaron. Al final, esos engendros sirven para algo - Comenté, mientras la guiaba hasta la mesa, ayudándola a sentarse en la silla y acercándola un poco a la mesa - Ya vuelvo, iré por la cena - Pronuncié mientras me adentraba a la tienda donde mantenía bajo unas charolas. Al acercarme a la mesa, esperaba con todo mi interior que no se riera - A ver, esto lo preparé yo misma. Los elfos sólo me ayudaron a organizar todo - Pronuncié dejando un plato con un sándwich de pollo en él. Me reí, sintiéndome apenada - Y tomaremos soda - Dejé dos latas de coca cola que había ido a buscar al pueblo muggle.

 

Me senté frente a ella - Espero te guste, primera vez que cocino algo - Dije sincera, mientras abría las latas y colocaba un pitillo a cada una y puse la suya a un costado de su plato - Pues, me gustó estar contigo hoy en el barco. Tenerte cerca siempre es mi perdición - Hablé, para darle un mordisco a mi comida. Después de eso, comimos en medio de una platica de cosas al azar, hasta que ambas terminamos dejando los platos y latas vacías - ¿Pasamos? Adentro está más caliente - Invité, mientras me levantaba de la silla y extendía mi mano para ella.

 

Una vez la tomó, pasamos a la tienda de campaña. Por dentro, disponía del salón principal y una cómoda habitación - Siéntate ahí - Señale al pequeño sofá del salón - Iré por unas mantas - Rápidamente fui a la habitación y tomé una de las mantas que estaba sobre la cama. Al llegar, me senté a un lado de la Delacour y cubrí su cuerpo con la suave manta - Listo... A ver, por donde puedo empezar - Susurré, para tomar sus manos y ver hacia el techo intentando buscar las palabras correctas.

 

@@Dennis Delacour

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