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Yaxley Manor (MM B: 109997)


Orión Yaxley
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-Jugar con los horrocruxes es complicado, nunca sabes lo que vas a despertar.

 

Aunque el horrocrux estuviera en la Black, Gatiux no creía que sus habitantes estuvieran en peligro. Iba a por aquel que quería destruirlo, Orión, y éste se había escondido fuera del alcance de aquella magia. Por el momento, al menos. En algún futuro no muy lejano sabía que el mortífago intentaría recuperar el objeto, pero tendrían que idear un plan antes de ello.

 

Orión hizo aparecer un pequeño saco. Runas.

 

A Gatiux le producía cierta fascinación todo de lo que se servía Orión para leer el futuro, las estrellas, las runas, las líneas de la mano. Y cómo podía ver cosas allí donde la gente se topaba con la nada. Se trataba de una atracción por aquello que no se logra comprender del todo, más allá del uso común de la magia. Quiso tocar aquellas piedrecitas, pero le detuvo el pensar que estuvieran ligadas al mortífago y que ponerles una mano encima significara cambiar su chí, su flujo vital de energía, quedando inutilizadas. Tampoco se atrevía a preguntar por si soltaba alguna estupidez.

 

Tenían una casa, sí, pero se caía a pedazos. Tardarían semanas en arreglarla para que se viera hogareña si es que los demás estaban dispuestos a colaborar. Gatiux suspiró cansada nada más pensarlo, deseando que la Yaxley no fuera una prolongación de Magic Land, el parque de atracciones fantasma, y preguntándose por qué últimamente la mayoría de las cosas no salían como esperaba. Sí, tuvieron que huir, ¿pero era necesario que la casa que encontraron estuviera en condiciones precarias? Estaba atrapada en una especie de bucle, arreglaba cosas en el Ministerio, en el parque de atracciones y ahora en su nuevo hogar.

 

Lo único que la tranquilizaba era saber que Orión estaba junto a ella, él le aportaba la calma necesaria. Se giró a mirarlo cuando él dejó de apoyar la cabeza sobre su hombro, y todos aquellos pensamientos negativos que empezaron a formarse se disiparon. Gatiux le sonrió, a sabiendas de que juntos podrían con todo lo que viniera, juntos formaban un tándem invencible.

 

Si alguien le preguntaba a Gatiux, diría que su lugar favorito era entre los brazos de Orión. Por eso aceptó de buen grado el beso y el abrazo que éste le proporcionó. Lo que no esperó fueron las dos palabras siguientes que salieron de los labios del mortífago. Se apartó unos centímetros para mirarlo atónita, como si le hubiera salido una cabeza nueva o algo así, con la boca entreabierta por la incredulidad.

 

Pese a que sabía que había algo especial entre ambos, al menos por su parte, no tenía idea de lo que sentía el mortífago. Oírselo decir hizo que el corazón de Gatiux aleteara y que una sensación cálida se extendiera por su pecho. Cuando reaccionó, sonrió con ganas y se abalanzó sobre él, quedando la espalda de éste sobre la cama y ella encima mirándole. No le importaría naufragar en el mar de aquellos ojos azules. Se acercó despacio para besarle lentamente.

 

- Te amo, Orión.

 

Volvió a besarlo. Por fin se lo había dicho. Admitirlo era liberador. Dejó de aprisionarlo girando su cuerpo hacia la parte de las almohadas y después rodó otra vez más para situarse en su lado de la cama pero con las piernas pegadas al torso. Palmeó el lado libre de la cama para que el Yaxley tomase posición a su lado.

 

- Ven, vamos a dormir, estoy agotada. -dijo mientras atraía con la varita una manta- Si mañana preguntan yo hice la primera guardia y tú la segunda.

 

Dejó caer la manta verde sobre ambos y luego se tendió suspirando encantada. Aquel día se había estirado como un chicle y tenía la sensación que llevaba despierta el triple de lo debido. Deseándole buenas noches a Orión, pegó la cabeza sobre su pecho y dejó uno de los brazos descansando sobre la cintura, cerrando los ojos después. Gatiux no tardó mucho en quedarse dormida, arrullada por aquellos latidos constantes.

«I'm a villain, and villains don't get happy endings.»
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-¡Vaya, qué recibimiento!

 

Como por acto reflejo escondí la botella detrás de mi espalda al escuchar una nueva voz que se sumaba al encuentro, aún sabiendo que era demasiado tarde. Una botella de vino no se escondía fácilmente y mi mirada delataba a distancia que intentaba ocultar algo.

 

- ¡May querida! -Exclamé al verla y recibir su abrazo. Traje la botella hacia adelante y sonreí.- Llegaste justo para abrir esta preciosura.

 

Me giré hacia Aleera.

 

- Pon a May al tanto de lo que ocurre, que seguro lo tienes más claro que yo. Mientras iré a buscar un par de copas a la cocina.

 

Dejé la botella en manos de la Malfoy y me volví hacia la cocina con paso apresurado. Busqué primero en la alacena por encima de la mesada, y no encontré más que polvo y algunos platos rotos. Continué estantes por debajo, luego fui a por unos armarios que se encontraban en la otra esquina de la cocina. Cuando giré hacia la ventana me pareció ver una sombra escurrirse al mismo tiempo que un rayo rajó el cielo en dos partes. La mansión se había iluminado por completo, más yo me había detenido en aquella sombra.

 

Fruncí el entrecejo y llevé mi mano al bolsillo donde guardaba la varita. Me acerqué despacio hacia la ventana intentando no pestañear, olfateando a mi alrededor cual sabueso. No llegué a la ventana que al costado de un mueble vi las copas que estaba buscando. Guardé la varita nuevamente y me volví hacia la sala donde se encontraban las dos Malfoy conversando. Mostré las copas entusiasmada y con el dedo índice les indiqué que se acercaran como para contarles un secreto.

 

- Creo que hay alguien merodeando afuera, estoy segura de haber visto una sombra en la ventana y no era tan grande como el cancerbero. -Susurré y agregué al instante que vi sus rostros en alerta.- No nos alarmemos, pero estemos atentas.

 

Repartí las copas y volví a sonreír como si nada pasara.

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Se sentía algo mas familiar el tener la complicidad de Goshi, antes que la castaña pudiera poner manos a la obra la vampiresa estaba arrasando la cocina. El polvo se levantaba a 10cm del suelo rodeándola pero la albor que llevaba a cabo era mucho mas importante. Sonriendo la observaba si tenía éxito la noche sería una maravilla. Finalmente, triunfal, volvió a su encuentro con un pequeño tesoro en las manos.

 

-¡Me encan…! –oir su nombre, reconocer el tono de voz, la sorprendió- ¿May? ¡Maaayyy!

 

La abrazó fuerte como si hubiera pasado una vida desde que se dieron el último abrazo. Por supuesto que la recién llegada estaba llena de preguntas acerca de aquel improvisado grupo pero con la compañía del vino y la ayuda de Goshi podrían ponerla al corriente.

 

-Bien, veamos por dónde arrancamos… -dijo mientras la abrazaba y la guiaba por la sala hasta unos viejos sillones polvorientos. Sacó la varita y sacudió el polvo mientras hablaba- todos recibimos una carta, imagino que vos también ¿verdad? – May asintió- bueno, básicamente Orión tuvo un encuentro no muy amistoso con una bruja y, como sospecharas, no fue nada bien. Ahora está en peligro mortal. –Aleera se sentó resignada, sabía que esos sillones no podrían acabar mejor al menos aquella noche- Lo mas curioso es que no es él solo, por supuesto que para hacerlo sufrir e incomodarlo todos aquellos que guardamos amistad o lazo de sangre con él también lo estamos. Los que fueron llegando son todos aquellos que él logró ubicar y citar ya que este cálido y amoroso lugar podría protegernos.

 

Goshi regresó con las copas y con un gesto casi desesperado, mientras aún continuaba explicando todo a su prima y amiga, le rogó por una bebida.

 

-En fin mañana veremos qué idearon con la tía Gatiux, ellos están por allá arriba “juntos” –añadió moviendo las cejas de arriba abajo sugerente- pero la casa es nuestro primer paso para poder pensar minimizando los riesgos. Parece abandonada, como veras, así que tendremos que trabajar mucho para ponerla decente. –finalmente exhaló mientras apoyaba los labios en la copa y permitía al alcohol obrar su magia en su sistema.- ¡Delicioso!

 

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-Vaya, estás aquí -fue la única respuesta que le dio a Nathaniel cuando él la apretó contra sí. La verdad es que ella seguía molesta por su último encuentro, sobre todo porque se había aferrado a aquella taberna por un par de días después de que él se esfumara. Jamás lo admitiría, mucho menos en voz alta pero lo extrañaba y había pensado en quedarse solo para verlo de nuevo pero no le sorprendía su ausencia, en realidad su comportamiento era de lo más normal; al final era su hermano.

 

Suspiró y sacudió la cabeza al mirarlo volver sobre sus pasos para sentar sobre sus piernas a una chica de dulce semblante. Una sonrisa comenzó a asomarse sobre sus labios, aunque ella intentó disimularla pues quería mantener su mal genio con su hermano. Sin embargo, no pudo ocultar su sorpresa cuando la escena tan azucarada cambió a una no apta para todos. Bajo la mirada y meneó su cabellera, por lo visto los problemas de faldas siempre perseguirían a sus hermanos.

 

Chasqueó la lengua antes de ignorar la escena que su hermano daba en aquel sitio y centró toda su atención en Goshi y en Aleera de nuevo. La primera se había tardado un poco en reaccionar a su llegada pero ciertamente se había compensado al dejar la botella de vino en sus manos. La idea de la vieja camadería la sensación de que la confianza seguía ahí, la convenció de permanecer en aquella polvorienta casa, tampoco es que quisiera volver tan pronto al sitio de dónde había partido.

 

May caminó lentamente junto a Aleera hasta unos viejos sillones e hizo lo propio con su varita desapareciendo el polvo de uno de los reposabrazos donde solo se recargó escuchando y asintiendo como era debido a la historia. Frunció los labios al escuchar la historia que su sobrina le contaba.

 

-¡Pefecto! Prácticamente todo el árbol Malfoy está amenazado por un Black -bufó la ex mortífaga rodando los ojos. El hecho de que su media hermana estuviera enamorada de Orión había arrastrado a varios Malfoy a aquel lugar. Una carcajada seca fue lo que escapó de sus labios al escuchar el final de la historia-. Vamos, Gosh, necesito esa copa de vino para ver el lugar amoroso y cálido que Aleera me describe bromeó la banshee.

 

Con un movimiento de su varita abrió el vino que aún tenía entre las manos y rápidamente lo sirvió en las tres copas que ahora se presentaban frente a ella. Tomó la propia y lo llevó hasta sus labios, no era el mejor vino del mundo pero sin duda superaba con creces algunos que había probado durante propio exilio.

 

-Supongo que haremos guardias y dado que este lugar no se presta para que duerma, me sumo a la primera guardia, al menos hasta que los tortolitos limpien las habitaciones bromeó. Sus palabras quedaron suspendidas en el aire pues ella fijó la vista en ambas brujas, tenía tanto que no las veía que poco sabía sobre sus vidas actuales, era triste pero había hecho un excelente trabajo desapareciendo desde la última vez en Londres-. Y ¿qué ha sido de ustedes?

Editado por May Malfoy

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Avery Harnois

 

Uno a uno los habitantes del hogar se fueron a sus respectivas habitaciones, dejando así a tres brujas hablando entre ellas en la cocina y disfrutando de lo que parecía ser un muy buen vino. Entre ellas se ponían al corriente acerca de sus vidas y de lo que sucedía. Ninguna de ellas se percató de que al otro lado de la ventana me hallaba yo espiando cada uno de sus movimientos, salvo una de ellas que pareció inquietarse un poco.

Sin embargo, continuaron bebiendo como si no ocurriese nada.

 

No parecían tan peligrosas como se rumoreaba que este tipo de gente podía ser. Quizá podía acercarme a ellas, tal vez pedir ayuda, aunque realmente no estaba allí para eso. Necesitaba resguardarme a mi misma de los peligros que nos atañían a Kathy y a mi sobre el grupo oscuro que nos quería muertas, a lo mejor también cobrarían venganza contra esta familia por tener nexos con nosotras. Nuevamente el pensamiento de que esa bruja, aquella de quien hablaban y decían que había jurado acabar con Orión y su estirpe, tuviera algo que ver con el grupo oscuro cruzó por mi mente. Definitivamente tendría que advertirles que probablemente más gente iba tras los Yaxley.

 

¿Pero cómo? Ellos no me conocían y ciertamente yo no parecía una de los suyos, o al menos no lucía como el estereotipo de mortifago del que he escuchado. La mayoría los describe como oscuros, yo por otro lado iba por ahí con mis vestimentas blancas cual princesa o ángel ¿pensarían que era uno de sus enemigos si me vieran? ¿Cómo debía actuar ante ellos? ¿Debería presentarme en son de paz y anunciar que era hija de Goshi?

Aunque realmente yo no era su hija, sino Kathy, aquella otra personalidad con la que compartía mi cuerpo. Técnicamente la Black nunca me conoció, y menos que lo iba a hacer si los chismes que había escuchado de que ella se había ido eran ciertos. Supuse que tendría que pensar mucho más la situación hasta que algo me sorprendió.

 

No fue el hecho de que una de las mujeres se acercara a la ventana para revisar si había alguien del otro lado, pues me escondí bien tras un árbol. La causa fue que escuché que las demás la nombraban a ella como la mujer que yo creía perdida y que se supone sería mi madre. La sorpresa fue tal que di un pequeño salto hacia adelante dejando mi empapado cabello dorado y rostro al descubierto. Un relámpago iluminó mi blanquecina piel y dejó ver mi figura de tal modo que era evidente para las tres brujas en la cocina de que una extraña las estaba vigilando desde afuera.

 

@GoshI

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Finalmente parecía que el escándalo provocado por la madre de su novia Maida se había solucionado y ésta había accedido a creer las palabras que el ex-Nigromante le había dedicado. Sin embargo, toda aquella euforia que le había llevado a cerrar la puerta con llave y magia, dado que estaban a punto de pasar su primera noche solos, se esfumó al escuchar lo que la Yaxley decía.

 

¿Cómo que iban a dormir uno en un sofá y la otra en la cama? ¿Cómo que iba a coser las sábanas? ¿En qué lío se había metido el Malfoy con ésta jovencita? Negó con la cabeza sin borrar la sonrisa de su rostro. Aclaró la garganta y elevó su diestra hacia la cabellera de Maida, acariciándola con cariño y lentitud.

 

- Veamos, mi reina. No hay manera de que cosas las sábanas, ni de que yo duerma en el diván. - comenzó diciendo sin dejar de reír. - Por mucho que te resistas eres mía, ¡sólo mía! - con sus ambas manos había descendido hacia un poco antes de las caderas, haciéndole cosquillas por el abdomen. - Me niego a dormir en otro lado que no sea en cama contigo, además de que... ¿No crees que hace demasiado calor para dormir vestidos? - su cara había sido de perversión total y una carcajada finalizó aquella pregunta indiscreta. Era hora de comenzar a avanzar juntos si de verdad iban en serio. Aunque ciertamente, ella era un tanto reservada con él en especial en aquellos temas. ¿Es que acaso tenía algo que ocultarle al británico que aún no le comunicase por falta de confianza en él? Ojalá que no fuese así, puesto que nada le molestaría de ella, salvo la vergüenza a hacer cosas con él o comunicarle hechos importantes tal y como él había comunicado hacía unos minutos.

 

- Venga, no hay más que hablar. ¿Quién es el mayor de los dos? ¿Quién es el que tiene que aportar la cordura? ¡Yo! - dijo divertido. La tomó en los brazos como si de dos novios en la noche de bodas se tratase y la tiró sobre la cama con cuidado. Previamente había iluminado la sala con su varita y al lanzarla sobre la cama que pronto les serviría de descanso ante las aventuras que se les avecinaban, observó cómo el polvo propio de los años de desuso se esparcía por los aires.

 

- ¿No crees que sería mejor darle uso a esta cama tan... apetecible? - musitó tirándose sobre ella y a escasos centímetros de su boca.

 

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Digamos que Maida pudo haberle prestado real atención mientras él hablaba, digamos. Lo cierto fue que tanto la aguja como el grueso hilo desaparecieron apenas sus dedos acariciaron su trenzada cabellera. Igual desapareció su nivel de concentración. Nath lograba desestabilizar sus procesos mentales normales, la hacía sumirse en una nueva e intensa corriente de emociones. Jamás le había permitido a nadie acercarse tanto, menos, conociendo claramente las intenciones del Malfoy que no se dejaba nada en el misterio. Reía de sus reprimidas ocurrencias y casi en una orden/advertencia la había llamado suya. Una palabra tan sencilla y tan llena de significado a la vez. Tenía que decírselo, o no. A lo mejor era favorecedor que lo descubriera por su cuenta. No. No era mejor.

 

- ¿El de la cordura? No, no parece -logró responder dos segundos antes de estrellarse graciosamente en la cama, con él encima. Con él peligrosamente encima. Maida se mordió el labio inferior decidiendo si sentirse halagada, nerviosa o con ganas de más- ¿calor? Ehhh Nath....creo que hay algo que debes saber

 

Y justo cuando parecía que la de la cordura era ella, el imán que resultaban ser los labios del joven para ella surtieron efecto. Lo atrajo hacia su rostro y lo disfruto suavemente. Trabajó con ahínco para memorizar con su boca los firmes labios del ex-tutor, mismos que no dudaban en mostrar su experiencia. Si, no era fácil mostrarse fría y cuerda si lo tenía tan cerca. Incluso el polvo que se había levantado de la cama no lograba molestarla. Si seguía así pronto le daría la idea equivocada y no lograría detenerlo.

 

- Nath... -susurró buscando una refrescante bocanada de aire- no, yo no...No creo que sea momento -intentaba ordenar las palabras pero no estaba ni cerca de estar segura de cómo hacerlo, tragó saliva, le llenó el rostro y la extraña barba de besitos para relajarse y calmarlo a él- ¿qué le haces a mi cabeza, eh? Está bien, durmamos juntos, abrazados, apretujados si quieres...Y créeme, yo quiero. Pero esta noche no creo que puedas cumplir tus...Nuestras, ¡Ay, tú entiendes! No me hagas decirlo!

 

Le había suplicado casi lo último, y es que se sentía medio tonta de tener que confesar algo que de cierta manera, estaba segura que el Malfoy intuía. No es que ella se las hubiera dado de femme fatale ni nada por el estilo. ¡Bah! A estas alturas quien sabría nada. Suspiró y aprovechó la cercanía al chico para acariciar sus brazos unos segundos, luego le invitó a echarse al lado, había que sosegarse, aunque costara.

 

- Tú eres algo así como mi primer... -tomó aire, un tanto nerviosa de ponerle un título de manera tan directa, le dió un beso en la mejilla y le sonrío- vamos a decir que eres mi primer novio. Y no digo que no quiero...Que si quiero.

Pero mmm no sé.

 

Y esperó, cualquiera de dos cosas podían pasar y ambas le resultaban igual de inquietantes. Por un lado, podría ser que Nath no reaccionara de la manera correcta y ese fuera el final de ese idilio. En la otra opción estaba el tema de amanecer y que todos abajo pensaran que hubiera sucedido algo entre ellos.

 

No, eso último no iba a pasar, todos estaban enfocados en la reorganización de la Manor y lo que menos importaban eran los juegos de sábanas de los integrantes de la familia. Ese pensamiento logró relajarla, por fin. Se acurrucó contra él con la firma esperanza de no haberlo espantado y de, claro, no sucumbir si él volvía a intentar avanzar hacia la dirección que pretendía.

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- Ya, ya, ya está... - musitó el ex-Nigromante escuchando las palabras de la joven Yaxley. No le importaba nada puesto que más o menos ya se había olido la tostada con anterioridad. Se notaba que era novata y no sólo en aquellas facetas de conocimiento... No. Al parecer, tras aquellas declaraciones, se estaba confirmando lo de que Maida era inexperta en todos los temas vinculados al amor.

 

- Y yo preocupado en enseñarle... - pensó.

 

La situación podría ser un tanto incómoda teniendo en cuenta la falta de confianza que residía entre ambos. Los lazos iban forjándose poco a poco y, en su caso, estaban dando pasos de gigante aún sin hacer nada como intimar. En otros tiempos, en otra época más joven e inexperta, le hubiese molestado e incluso se habría replanteado el motivo por el cual había decidido comenzar algo con alguien que no estaba dispuesto a tomar decisiones como aquella por él. Pero ya era un hombre, lo suficientemente maduro como para saber lo difícil que eran aquellos temas para las primeras veces. Él estaría al pie del cañón porque ella se lo merecía, porque era alguien que suponía más que una noche de pasión. En apenas unas semanas había descubierto una persona inocente, sincera, simpática y con un montón de cosas positivas que mejorarían al Malfoy en su integridad. Había recuperado la ilusión en el amor y no podía negar que hasta le hacía ilusión empezar de cero con ella e ir lento.

 

- Maida, estoy muy ilusionado con esto que estamos teniendo y es realmente lo que menos importancia tiene ahora mismo. Así que no le des más vueltas, descansemos, mañana será un día largo y hay que estar con energías. - murmuró mientras la abrazaba en cama.

 

Y ambos acurrucados. ¿Qué más importaba? Ya podía estallar la tierra en aquel mismo momento que al joven británico le hubiese dado exactamente igual. Estaba con ella y eso era lo único que le importaba.

 

- Buenas noches, bebé... - logró decir entre dientes cuando hubo cerrado los ojos y se fusionaba con Morfeo en un baile de unas cuantas horas. Sería un alivio descansar como es debido para tratar de ayudar a su primo al día siguiente.

 

 

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El sol ya empezaba a molestarlo. Había dado varias vueltas en la cama para ver si conseguía descansar un poco más, pero ya se hacía imposible. Los ventanales de la torre, si bien eran bellísimos en temas de vista, dejaban entrar demasiada luz. Se incorporó como pudo, rascándose los ojos y dando un largo bostezo. Miró por encima de su hombro, Gatiux seguía dormida. Se Inclinó para darle un beso en el cuello y murmurar algo que parecía ser un buenos días.

 

Se colocó una joggineta gris que tenía a los pies de la cama. Luego buscó por una remera blanca y un cárdigan viejo de color oliva. Por último, calzó unas pantuflas. Probablemente era la primera alma despierta. A diferencia de lo que él pensaba cuando llegó, pudo dormir toda la noche. Algo en la Yaxley lo hacía sentir seguro.

 

Bajó con rapidez las escaleras de piedra para luego pasar la pequeña puerta que daba a la biblioteca. Estaba fresco, ya que entre los diferentes huecos que decoraban el antiguo Manor, corría un airecito particular. Salió al salón principal, acercándose a la única chimenea de la casa. De una piedra cuidada, como si hubiese sido lo más fino de la época. Había unos pedazos de madera húmedos que tuvo que dejar a un costado. Al lado, había como una casilla donde guardaban la leña. Suspiró aliviado, había algo para usar. Ordenó todo para generar el fuego.

 

A paso seguro.

 

Cruzó con cuidado de no romper más cosas hacia la cocina que anteriormente había alojado a todas las almas en desesperación. Se rascó la nuca mientras bostezaba por segunda vez. Con la varita inició el proceso. Los platos que no habían sido lavados la noche anterior se apilaron junto a al lavadero. Sacó tazas y una tetera completamente herrumbrada. Sólo bastó un toque de su varita para que quedara como nueva. Sonrió ante su hazaña.

 

- Creo que lo mejor sería separarnos y limpiar cada área del lugar, al menos de la planta baja durante la mañana. A la tarde podemos arreglar las habitaciones y los baños.

 

Hablaba en voz alta mientras ponía a calentar el agua y preparaba las tostadas en ese horno destartalado. Lo bueno de esos espacios era que estaban preparados para mucha gente. Miró por la ventana que daba hacia el patio. Trasto ya se estaba haciendo dueño del lugar. Por suerte estaba despejado y con ese aroma a pasto mojado, que termina enamorando.

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Maida Yaxley no era una chica que viviese pegada a las sábanas. Casi siempre mataba el tiempo volviendo a leer sus novelas favoritas o dibujando diseños graciosos de sombreros con estilo victoriano en su pequeña mesita en casa de mamá. Pero esta noche había sido por completo distinta. Aunque se sentía segura en la casa, con su familia más cercana dentro, no podía evitar tener el cerebro en modo alerta. Así qué su descanso fue a tropezones y pausado. A ratos, había aprovechado la tenue luz que se colaba por la ventana para estudiar el muy relajado rostro de Nathaniel, quiso acariciarle la mejilla mil veces pero tuvo miedo de despertarlo.

 

Había que tomar en cuenta una realidad, Nath, Orión y Cillian eran los únicos hombres presentes en la Yaxley Manor, por lo que seguramente tendrían cosas importantes que hacer. Tenía cierto miedo. Ella había visto en el Pensadero de Greengrass lo peligrosa que era la magia y la bruja que habían condenado a su tío a una maldición. Cosa extraña, a pesar del atropellado comienzo y de poco conocerla, que tuviera a una bruja como Gatiux de la mano, la calmaba. Quizá era porque consideraba que tolerar las idas y vueltas del pensamiento de Orión, era digno de una gran mujer.

 

Y así, pensando y no pensando, cuando el cielo comenzó a aclarar, deslizó con cuidado el brazo de Nath de su cintura. ¡Bendito el sueño pesado! O bueno,no estaba segura, a lo mejor también estaba despertando.

 

Caminó sin hacer ruido, accionó el pomo de la puerta y al no suceder nada, recordó el hechizo del Malfoy la noche anterior. Sonrío en lo poco que quedaba de la noche. Cogió su varita y deshizo el hechizo con un rápido movimiento.

 

Sintió ruido en la parte baja pero asumió que se trataba​ de las chicas que hace unas horas habían decidido abrir una botella de vino. No se acercó, buscó el baño terrorífico que había encontrado de casualidad el día anterior e iluminó con su varita todo.

 

No estaba tan mal todo, con un poco de limpieza seguramente esos servicios recuperarían la decencia de antaño. Eso sí, claramente habría preferido un baño privado, pero bueno, el horno no estaba para panes aún.

 

Limpió el espejo sucio y empañado. Frente a ella, la razón por la que se salió de la cama. A pesar de no haber hecho nada indecoroso con su novio, sus cabellos parecían salidos de un tornado. Apareció un sencillo kit de aseo y se dedicó a cepillar sus cabellos para finalmente trenzarlo a un lado. Prosiguió con su rostro, sus dientes y algunas otras partes del cuerpo que no gustaría la Yaxley, fueran mencionados. Ya cuando se sintió normal, volvió a su habitación. Volvió a cerrar con magia y volvió a acomodarse entre sus brazos.

 

Evaluó a conciencia si él seguía despierto o no. La luz del nuevo día ya entraba por completo en la habitación. Acarició suavemente sus párpados ansiando ver sus ojos dirigirse hacia ella pronto y aguantar que se mofara un poco de ella. Estaba segura que él se daría cuenta de su escapada para lucir irrealmente bien en su primer amanecer juntos. No importaba, poco a poco se adaptaba al humor de el Malfoy y a ser el blanco de sus comentarios.

 

- Nath -susurró antes de regalarle un pequeño piquito, acarició el límite entre su rostro y el cabello- ¿Nath?

 

Antes de bajar a desayunar, quería averiguar por su cuenta qué tan involucrado estaba en los planes de su tío Orión. Si iba a tener el corazón en la boca, quería saber qué tanto. Y seguramente, si le preguntaba delante de todo, encontraría la forma de sacarle la vuelta a sus cuestiones. La gente siempre se escuda cuando camina en manadas.

 

- ¿Novio mío de mí? -volvió a llamar aguantando la risa, esperando esta vez que aún no despertara.

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