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Yaxley Manor (MM B: 109997)


Orión Yaxley
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Supones bien, una lechuza habría más que suficiente, Albus, de verdad —dijo, lo más serena que podía.

Había que ser honestos con uno mismo, eso era algo que la bruja había aprendido a los golpes, sobre todo cuando tenía que confrontar ciertos temas. La existencia y aparición de Albus en su vida había significado una bocanada de aire fresco, se dejó llevar con sus palabras el corto tiempo que disfrutaron juntos y francamente se atrevió a arriesgar a pesar de haber ya sentido cosas tan feas como el desinterés o falta de consideración en parejas anteriores. Lastimosamente para el vampiro frente a ella, Maida no tenía mucho más para él. Confrontándose frente a su figura lo podía percibir con claridad, sentía un genuino bienestar de verlo bien y a salvo, pero nada más.

Agradezco tus disculpas y si deseas puedo ofrecerte un té y algunas galletas, o una copa o lo que prefieras —le sonrió—, supongo que si te has dado la molestia de venir a avisarme sobre tu regreso, puedes contarme adentro, eso de estar en la puerta no me agrada.

Dejó la puerta abierta y caminó unos pasos para llegar a la cocina y colocar una tetera sobre el fuego. Había que ser justos con el viejo Yaxley, en el determinado caso que tuviera que abandonar toda costumbre mágica, Maida ya sabía como no morir de hambre. 

@Albus Renaldi Macnair

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  • 2 meses más tarde...

Muy temprano el mago Ludwig Malfoy Triviani se había encargado de preparar un par de lechuzas para realizar la invitación a la Gala de Beneficencia más importante de la época actual. Todos serían bienvenidos sin embargo las autoridades mágicas de varios ministerios serían piezas clave para ayudar a frenar la diseminación del virus mágico que afectaba a toda la población.

De tal manera que Memo, la hermosa lechuza del Malfoy tenía preparados varios destinos a los cuales debería mandar su mensaje y uno de ellos era la vivienda de la Mansión Yaxley. Ahí residía el El Duque de Inglaterra, por lo que era necesaria su presencia.

La lechuza voló por la casa y deposito la invitación en el correo del embajador el cual debería verla lo antes posible. Acto seguido se retiró volando para enviar sus invitaciones faltantes. 

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Traslador a la Gala
 

 

@ Maida Black Yaxley

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  • 1 año más tarde...

Cinco largos años habían pasado desde que el aire matutino en las cercanías de Ottery golpeara su rostro por última vez. Y al aparecerse en un pequeño bosque al norte del pueblo volvió a sentir esa sensación, no era tal cual la recordaba, pero era completamente normal ya que él tampoco era el mismo que había partido.

 

Suspiró mientras guardaba la varita en lo profundo de su negra túnica y se subió la capucha para cubrir su cabello y parte de su rostro, que movió de un lado al otro para escudriñar los alrededores. Estaba completamente solo, apenas se escuchaban algunos pájaros cantarle al alba y el susurro de las hojas marchitas de los árboles a su alrededor cayendo lentamente, algo completamente típico del otoño.

 

Centró entonces su atención en el viejo camino de piedras sueltas que se dirigía directamente al pueblo unos kilómetros más al sur. Pensó que tal vez tendría que haberse aparecido directamente en la Mansión o un poco más cerca, pero había pasado tanto tiempo incomunicado que optó por pasar completamente desapercibido… no sabía que tanto había cambiado aquel lugar, ni mucho menos en quién podría confiar.

 

Comenzó a andar con decisión por ese camino haciendo crujir las pequeñas piedras con cada paso y pronto el bosque comenzó a ponerse menos denso a su alrededor y el sol matutino cada vez más alto proyectó su sombra hacía el oeste. Después de aproximadamente treinta minutos más sus intensos ojos verdes (con mirada más fría que de costumbre) se posaron en una vieja edificación asentada al final de una vereda más angosta que se desprendía del camino principal… ciertamente la pocilga (el Malfoy no encontraba otra manera de describirla) no le parecía familiar, ni recordaba haberla visto antes, y además parecía completamente abandonada.

 

Titubeó unos segundos mientras miraba alternadamente aquella edificación y el camino que lo llevaría a casa si acaso aún tenía una. Sus pasos se desviaron hacia la vereda mientras su mano derecha automáticamente se dirigía a su bolsillo y aferraba su varita, serenó su respiración para agudizar su sentido del oído. No se escuchaba absolutamente nada a parte del alboroto que hacían unas lechuzas pardas en lo profundo del bosque.

 

Se encontró entonces ante el camino de entrada a aquel lugar… una pequeña rotonda con una estatua de un animal sobre sus patas traseras, parecían los restos de una fuente y el animal por su estado de deterioro era prácticamente imposible de reconocer. Un poco más adelante se situaba una puerta un palmo más alta que el ojiverde con uno de los vitrales gemelos completamente estrellado… definitivamente ese lugar era inhabitable, o al menos eso pensaba él mientras se acercaba con cautela a la puerta y se retiraba un poco la capucha para que su oído no tuviese interferencia alguna.

Silencio total, miró hacia un lado y el otro y no había más nada que los viejos ladrillos del Manor, antaño brillantes y naranjas, casi muertos en el presente. Ni siquiera sabía que era lo que lo había llevado a ese lugar, si bien no tenía ni un galeón y no había comido durante el viaje de regreso… no parecía el sitió más prometedor para encontrar algo que le ayudara en esos momentos.

 

Sin embargo, tomó el pomo de la puerta con su mano izquierda y lo giró con fuerza esperando que estuviera cerrada, se vio un poco sorprendido cuando la misma giró en sus gruesos goznes y se extendió ante su vista un lúgubre living coronado por unas altas escaleras anchas. Avanzó y entró en la propiedad, ahora si con la varita en ristre dispuesto a explorar.

 

 

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Castillo Black

Un elfo apareció a espaldas de la cama donde una joven se sentaba en el borde, intentando hacerse una cola de caballo con una sola mano. La criatura mágica se aclaró la garganta para llamar su atención y como no lo logró, caminó hasta situarse frente a la bruja.

- Señorita Yaxley, hay un hombre merodeando la casa -anunció entonces, logrando que la muchacha dejara en Santa paz su cabello y lo mirará confundida-.

- La Manor no conoce humanos hace al menos un año, es lógico que algún merodeador piense en ella como un buen refugio -comentó sin darle mayor importante, aunque segundos más tarde al ver que Mushu continuaba en su misma posición, se rindió a la curiosidad- ¿Es algún hombre que conozca? 

- Es un Malfoy

En ese preciso instante Maida desapareció de su habitación en el Castillo Black y apareció, casi que en pijamas frente a la fuente de la Manor Yaxley.

Manor Yaxley - segundos más tarde

Cómo era que su elfo entendía que la persona que estaba por esos lares era un Malfoy era un asunto que escapaba a su entendimiento, pero al que no le ponía duda alguna, las criaturas mágicas le habían servido de fuente de información en todo ese tiempo de Vuelapluma y no iba a cuestionarlo ahora. Apenas sus pies tocaron el suelo buscó la presencia de la que le advirtieron, sobretodo el aroma a manzanas que recordaba tan claramente, pero todo se disipó en segundos. Frente a ella había un hombre, si, pero no era el viejo conocido Malfoy que ella tenía en mente. 

- Si vienes a buscar a Gatiux u Orión, no están en casa -dijo a modo de saludo, los amigos de Aarón no eran tan discretos para moverse, así que solo podía haber ido a buscar a sus tíos-, y de hecho, no sé dónde se encuentran así que no podré enviarles ninguna lechuza con ningún mensaje. 

Se cruzó de brazos cuando notó la varita lista para defenderse. Era una bruja visiblemente más pequeña que él, vestida con una camisola gris, descalza y con cabello suelto, la varita la tenía cerca pero no estaba en posición de guardia, Maida, como casi siempre, no representaba ninguna amenaza para el recién llegado.

- Soy Maida Yaxley, vivía aquí, vivo... Bueno, es complicado pero es la razón por la que me avisaron que había alguien merodeando -explicó al fin mientras se acercaba a él y finalmente se adelantaba en camino a la cocina-, si algo me enseñó mi tío es a pensar lo mejor de la gente, ¿Un poco de té? ¿Runas? También podría intentar leerte el tarot pero no tengo mucha práctica en eso... 

Sin duda alguna, Maida podía aparecer en los titulares rojos en cualquier momento con tanta amabilidad, pero si algo había aprendido con las arcanas, era a dejar irse ella misma, lo estaba poniendo en práctica. Llenó un poco de agua en la tetera y encendió la estufa para hervirla. Luego se estiró hacia los estantes dónde recordaba estaba las galletas pero por más que intentó, no las alcanzó, apenas y sacudió un poco de polvo de la base cuando pensó que podía agarrarlas.

Se rindió sacudiendo las manos un segundo.

@ Carlomagno Malfoy

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Apenas había logrado dar un paso hacia el interior del lugar cuando escuchó una voz detrás a sus espaldas, justo de la puerta que acababa de cruzar, se sobresaltó un poco ante el suceso inesperado pero su lenguaje corporal no lo demostró de manera evidente mientras giraba sobre si mismo con la varita un poco más apretada y a escasos milisegundos de lanzar una maldición cuando aquella voz femenina mencionó dos nombres conocidos para él y se detuvo a observarla.

 

¿Gatiux u Orión no están en la casa? repitió internamente con la mente un poco aturdida recordando con claridad a las personas mencionadas. La desconocida se presentó como Maida Yaxley y él no pudo evitar recorrerla sutilmente con la mirada de la cabeza a los pies, sin embargo, se vio obligado a mirar alrededor cuando escuchó que ella vivía ahí. Pasó por su rostro pálido una breve mueca de incredulidad, el aspecto de la chica no tenía absolutamente nada que ver con el de ese sitio.

 

La escuchó con atención mientras dejaba caer poco a poco la mano con la que sostenía la varita, todavía un poco aturdido cuando ella pasó a su lado decidida y se adelantaba hacia otro lugar… ¿había acaso escuchado la palabra té y la palabra runas en la misma oración?

 

Guardó su varita y se dio la vuelta con tranquilidad siguiendo el camino que recorrió ella y la encontró en la cocina ya con el agua en la tetera y al fuego, pero teniendo problemas para alcanzar algo de los estantes, él se acercó por su espalda invadiendo un poco su espacio personal, quizás yendo un poco demasiado lejos, pero extendió su brazo justo cuando ella se sacudía las manos y tomó una caja de galletas.

 

Mi nombre es Carlomagno Malfoy– le dijo casi en un susurro al oído mientras se apartaba hacia la mesa con la caja de galletas y tomaba asiento sin esperar la invitación. Eso de los modales nunca se le había dado demasiado bien, pero llevaba demasiado tiempo ya sin convivir con personas civilizadas y eso lo empeoraba aún más.

 

Se sentó en una silla con cuidado esperando que la misma no cediera ante su peso ante semejantes crujidos y sacó un paquete de galletas, lo abrió y comió una mientras observaba más detenidamente a la bruja.

 

Antes mencionaste a Gatiux y a Orión, los conozco de hace mucho tiempo, pero no tenía idea de que vivieran en este lugar, jamás lo había visto– comentó el ojiverde haciendo gala de sus malos modales pues tampoco se había tomado la molestia de pedir disculpas por haber entrado sin permiso, o al menos una pequeña explicación de porque estaba ahí.

 

Casi devoró un par de galletas más cuando se percató que todavía llevaba encima la capucha, pero como en ese momento ya no se sentía amenazado se la apartó de la cabeza dejando ver su afilado rostro y su cabello rubio un poco despeinado.

 

 

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Si hubiera girado en ese preciso instante se habría visto atrapada entre el hombre extraño y la estantería polvorienta, y girar era lo que deseaba hacer, pero si instinto de supervivencia era más agudo y se quedó estática, sacudiendo sus manos mientras se enteraba de su nombre con una ligera brisa sobre su oído. Pudo estremecerse, pero se contuvo y solo reanudó su respiración cuando supo que él estaba sentado lejos de ella. Solo entonces, giró.

- La Manor la encontró tío Orión y poco a poco la volvió su hogar, el refugio de todos los Yaxley -no lo miró a los ojos pero se en encogió de hombros- solo queda una en Ottery, dos si contamos a mi sobrino, pero prefiere recordar sus lazos Black que los míos y bueno, no quiere decir que haya dejado de ser Yaxley.

Le vio morder una galleta y se la quitó, prácticamente de la boca.

- ¡Hey! Esto podría estar vencido ¿Lo revisaste? 

Tomó la caja de galletas y la volteó para todos lados hasta encontrar la fecha, no, aún no estaban del todo rancias, mordió con cuidado la galleta y asintió con la cabeza mientras la tetera pitó anunciando que ya estaba hervida el agua. Volvió a cruzar a Carlomagno y entonces, dos tazas salieron de un gabinete para posarse frente al chico mientras ella sostenía la tetera. Era un show divertido, ver las tazas y los cubiertos bailar formándose bajo el chorro de agua caliente.

- Aquí no hay mucha magia, pero la que hay, es divertida y funcional -bromeó-, por cierto, las galletas están bien, puedes comerlas sin miedo a la intoxicación. Hablando de otras cosas, ellos se mudaron aquí,  y fueron débiles en cuanto a mantenerse ajenos a la magia, gradualmente nos dieron la posibilidad de un elfo, tazas bailarinas y un ático que no para de hacer ruidos molestos.

Tomó asiento en el banco cercano a él y confío en que se avecinaba una gran platica.

La actitud de Maida no era la habitual, era más bien, una posición acelerada, cómo si le conociera de otros tiempos, cómo si en lugar de un viejo conocido de sus tíos lo fuera de ella, a lo mejor era solo una respuesta a su gesto, no quería y no iba a demostrar que se había intimidado. No en su propia casa. 

- Tenemos té verde, te de menta y té negro -anunció mientras colocaba una bolsita de té negro en su humeante taza-. Malfoy dijiste, ¿No? De esos también quedan pocos en el pueblo, hoy en día son los Luxure y los Gryffindor quienes acaparan todas las listas. Es curioso, tomando en cuenta que tenían un árbol genealógico con demasiadas ramas para contarlas.

Y solo entonces se tomó el tiempo de escudriñar el rostro del hombre que tenía al frente, ella solo conocía a cuatro Malfoys, dos desde la lejanía de Vuelapluma y dos en la cercanía del círculo familiar. Aunque Gatiux era un amor de persona, mantenía en su porte la altivez de su apellido y claro, también en su andar, un rasgo peculiar que, a pesar de la capucha también podía percibirlo en Carlomagno. Luego estaba ese cabello, pero sobre todo esos ojos verdes, había pasado demasiado tiempo desde que ella viera un par de brillantes similares, y a esos sí que podía temerle.

@ Carlomagno Malfoy

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Así es, un Malfoy – respondió el ojiverde como quien no quiere la cosa, – aunque creo no equivocarme al pensar que para ellos no existo – mencionó en un tono misterioso mientras tomaba una bolsita de té de menta y lo ponía en su taza. Miraba a la joven con fijeza, le daba un aire familiar y a la vez de completa desconocida que no podía explicar.

 

Su actitud lo hacía sentirse raro, la situación no era la ideal para conocer a un extraño invasor de casas y sin embargo ahí estaba ella deshaciéndose en atenciones. Se preguntó si estaba nerviosa y esa era su forma de ocultarlo.

 

La última vez que estuve en este pueblo mi padre… – Hizo una pequeña pausa al notar la punzada de dolor que le cruzaba por el pecho al recordarlo. – Era ministro de magia, y la mayor parte de mi familia, incluyéndome a mí; éramos gente importante para la sociedad y el ministerio, es una pena que la influencia familiar disminuyese tan pronto.

 

En su mente empezaban a formarse teorías de lo que podría haber pasado para que tan importante familia llegara a ese punto y no pudo evitar tener pequeños destellos de aquella noche en que se había marchado, los gritos, las maldiciones… no había sido una pelea familiar cualquiera e incluso se preguntó si la misma habría sido el principio del fin.

 

Fuego y sangre – Mencionó de pronto con una sombría sonrisa, aunque no esperaba que la joven comprendiera la referencia, era el título de un libro muggle que había leído recientemente.

 

Sintió la mirada insistente de la joven en sus ojos y frunció el ceño un poco, – ¿pasa algo? – preguntó devolviéndole la mirada, acercó un poco su rostro al de ella para evaluar su reacción, pero al ver que no se inmutaba se retiró y soltó una carcajada franca, que por cierto sonaba muy extraña viniendo de él, hacía tiempo que no escuchaba su propia risa.

 

Me llama mucho la atención tu temple y hace que me de curiosidad – Se disculpó llevándose la taza a los labios y profiriendo una casi inaudible maldición al sentir la infusión caliente en los labios.

 

@ Maida Black Yaxley

 

 

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Maida abrió los ojos como platos, en toda su trayectoria como Vuelapluma no se había cruzado nunca con alguien cercano al Ministro caído Crazy Malfoy, pero era el único que recordaba en ese puesto y con la suficiente edad para ser padre de Carlomagno. Los amigos de tío Orión siempre eran interesantes de una u otra forma, pero este en particular podía aportarle claridad sobre algunos asuntos que habían quedado al aire en la historia del Ministerio de Magia. 

- Las familias de Ottery no tendrían nada que envidiarle a las familias de Westeros, incluso considero que un buen galés verde es mucho más atractivo que los dragones Targaryen, pero supongo que no te referías a eso precisamente -musitó tomando sus tres palabras como una referencia a un libro muggle que le habían recomendado hace mucho-, las familias que se forjan a fuego y sangre indiscutiblemente terminarán dañándose, el fuego solo sirve para destruir, porque incluso lo que pueden construir o forjar, como las espadas y armaduras, solo sirven para dañar. El fuego llama a la guerra, a la muerte.

Maida no pudo evitar sentir que lo último la estaba regresando al camino depresivo que había tomado su actuar en los últimos meses, sus Yaxley no habían partido a ninguna guerra, pero sin duda alguna la Manor era la mayor prueba de que ellos eran post-guerra, con la casa prácticamente al abandono y las paredes llenas de polvo. Estaba tan metida en sus pensamientos que no notó la cercanía del Malfoy hasta que se vio invadida por sus ojos verdes, iba a decir alto, pero saltó en su sitio cuando él comenzó a reírse, frunció los labios a modo de reproche. 

- ¿Qué se supon... 

Pero se vio interrumpida por sus palabras. 

- ¿Mi temple? Es la primera vez que alguien elogia algo así de mí -dijo bastante convencida-, ¿Se te haría más normal si empuño una daga en tu estómago o amenazó tu cuello? También puedo hacerlo, pero dudo que mi metro sesenta logré intimidarte. Pueda que la veas vieja y desgastada pero parte de la magia de la Manor es botar a las personas no deseadas, las expulsa, así que bueno, prueba uno de que eres alguien que no me mataría en la primer... ¿Estás bien?

Saltó de su silla y se acercó a revisarle el labio lastimado.

- Si sabes que el agua hervida es caliente -si, se estaba burlando de él con palabras pero sus manos, específicamente su dedo pulgar acariaba la piel dañada por la temperatura-... ¿Mejor?

 

@ Carlomagno Malfoy

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El Malfoy cerró los ojos un par de segundos al sentir su pulgar en los labios, era una sensación extraña, por supuesto que no era la primera vez que la experimentaba, pero aún así se sintió un poco sorprendido ante la suavidad de ese tacto. Abrió los ojos y recorrió el cuerpo de la joven con la mirada admirando su metro sesenta de estatura y esbozó una sonrisa.

 

Así que no tienes miedo…

 

Con un movimiento repentino el brazo del ojiverde tomó a la Yaxley por la cintura y la rodeó completamente, su ropa era holgada y ante el abrazo del Malfoy se ciñó un poco más a su figura, la atrajo con cierta brusquedad y la castaña cayó sobre su regazo.

 

Aunque fueras más alta que yo, con ese cuerpo lo menos que pensaría es en estar intimidado – musitó en un susurro y la mirada encendida, al mismo tiempo que aflojaba un poco el abrazo para darle la oportunidad a la chica de reaccionar de cualquier modo.

 

Todavía me duele un poco ¿era té o fuego valyrio? – continuó susurrando mirando aquellos intensos ojos azules que se encontraban tan solo a un palmo de distancia.

 

@ Maida Black Yaxley

 

 

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Podía sonar gracioso, sin embargo, la bruja estaba realmente concentrada en la zona enrojecida de sus labios, así que el movimiento diestro de Carlo la tomó con la guardia baja, cayendo sencillamente en sus piernas, logrando que el carmesí de sus labios se trasladara las mejillas de la Yaxley. Tragó saliva de la misma manera que lo hubiera hecho de tener una varita amenazándole el cuello y lo oyó con el cerebro aún lento para reaccionar, las manos eran más veloces ya habían tomado lugar seguro en los hombros masculinos, evitando así, caer del todo, se había aferrado. 

- Era té, para los mortales y fuego valyrio para los que necesitan algo de gloria en sus accidentes -susurró la mujer terminando la frase con una sonrisa, estaba demasiado cerca como para defenderse de sus coqueteos-, ¿eres bueno adivinando la silueta bajo las túnica? Si no pensaste en que podría asesinarte con este cuerpo, ¿Que fue lo que cruzó la mente del forastero? 

Maida temblaba muy ligeramente entre sus brazos pero no se detuvo ni intentó alejarse, el chico podía tener dos colmillos o un cuerno en medio de la cabeza y no lo habría notado, ahora sí, cómo había intuido desde el minuto uno, se había quedado atrapada en aquel infinito tono verde. No sabía demasiado de cómo seducir o dejarse seducir, pero pensó que aprovechar la cercanía no le hacía una mala persona. 

- ¿Siempre actúas así con las que te brindan hospitalidad? -dijo mientras volvía a subir su mano derecha a su rostro y acaricio el labio afectado- Si te duele...besarte es algo que tengo prohibido y que no debes hacer en al menos un tiempo. Una pena, parecen labios expertos.

@ Carlomagno Malfoy

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