Yaxley Manor (MM B: 109997)

[Carlomagno Malfoy]

El Malfoy esbozó una sonrisa seductora al escuchar la pregunta de la Yaxley, pero decidió guardarse un momento la respuesta, aunque como bien dice el dicho, el que calla otorga y él cayado con esa sonrisa era una respuesta más que directa.

 

Se distrajo ante el nuevo contacto cálido que sentía en el rostro y por un momento estuvo a punto de no prestar atención a las palabras de la joven.

 

- No con todas solamente con las que despiertan… - guardó silencio un par de segundos mientras su mano derecha se posaba en la pierna de la joven y la recorría de arriba hacia abajo con la punta de los dedos, como si fuese una personita caminando. - mi curiosidad - añadió mientras su mano se detenía un poco más arriba de su rodilla y dejaba de “caminar” para posarse con toda la palma, podía sentir el ligero temblor de la joven y su curiosidad iba en aumento.

 

Sintió nuevamente la calidez de sus manos en el rostro y escuchó atentamente las palabras… estuvo a nada de preguntarle sobre aquella prohibición o incluso prácticamente hacer caso omiso de ella, pero se contuvo en ese momento.

 

- Bueno, no tengo la menor idea si son expertos, pero te aseguro que los puedo utilizar muy bien y no necesariamente para besar otras bocas - dijo mientras giraba un poco para besar la mano de la chica, siempre mirándola a los ojos. Aprovechó que su brazo izquierdo no tenía que sostenerla y la atrajo un poco más hacía él y dejó de besar su mano para así acercarse a sus labios, pudo notar la mirada con los ojos como platos y la ligera parálisis de la chica, sin embargo, en el último segundo él giró un poco más el rostro y besó su mejilla suavemente y trazó un camino corto hacia su mandíbula… casi llegando a su cuello se separó para poder mirarla.

 

- Si me dejas continuar te aseguro que lo prohibido se me va a olvidar. - Mencionó evaluando su mirada.

 

@ Maida Black Yaxley

 

 

[Maida Black Yaxley]

La ojiazul presionó sus labios conteniendo una risa nerviosa, la actitud del hombre era algo nuevo para ella y sus propias respuestas aún más, de hecho, estaba realmente tentada a salir huyendo de ahí completamente. No lo iba a hacer, tanto su voluntad como sus ganas estaban ancladas a la mano que firmemente la sujetaba de la cintura. El recorrido de los labios del Malfoy aunque prudente, logró que la chica perdiera el sentido al menos unos segundos, dejándola con ganas de un beso, sintiendo celos de la piel de su blanquecino cuello. ¿De qué prohibición hablaba? 

A lo mejor si eran cercanos con sus tíos y se refería al respeto que merecía la familia que visitaba. ¿Era eso? Se estremeció al sacudir la cabeza para disipar esos pensamientos y tratar de descubrir como era que habían pasado de las presentaciones a esas, ya no insinuaciones, sino situaciones que se estaban saliendo de las manos de la Yaxley. 

- ¿Continuar? -preguntó alzando los ojos a él- ¿Qué pasa si el invitado termina siendo rehén? 

Se preguntó si era su tipo, se preguntó cuál era su color favorito, se preguntó al menos cuál era su edad; cualquier cosa que no la hiciera pensar en que estaba acelerando las cosas. "Tú no eres así", susurró una voz en su mente, pero inmediatamente fue acallada con un ladrido, "Ese justamente siempre fue el problema". El espacio entre ambos era casi inexistente, pero aún así Maida no tenía mucha idea de qué hacer, subió las manos desde su pecho hasta los hombros hasta que casi lo abrazó, no sonrió, no podía, estaba realmente nerviosa. Cerró los ojos cuando supo que no iba a perder el camino hacia sus labios, que besó a golpecitos cortos, que poco a poco se unieron en uno lento que saboreó con timidez y cautela. Y como esas cosas no tienen orden, a medida que el pegamento que la unía a sus labios se hacía más fuerte, ayudada de sus manos, pegó su torso al de él, cómo si intentara hacerle un peto con su propia piel, arrugando entre ellos la excesiva tela de la túnica femenina. 

El temblor de su cuerpo iba y venía, su juicio lo mismo. ¿Era así que debía hacer? Quedaría tranquila y con buenos recuerdos luego de aquella situación, no estaba del todo segura, pero algo en su cuerpo al menos indicaba que no se sentía en el camino incorrecto.

- Está es la cocina -susurró entonces cuando pudo, sin detenerse, pero es que no podían quedarse, había demasiadas posibilidades de ser vistos, ¿no?-...cocina.

@ Carlomagno Malfoy

[Orión Yaxley]

Abrió la puerta de una patada. Una crocs azul marino dio su entrada triunfal. Calcetines blancos de caña alta, su par ideal.

Orión entró a la Manor como si fuera ayer y no como alguien que se fue de vacaciones con su pareja en un crucero a todo lujo all-inclusive por los puertos más finos, caros y extravagantes del mundo. Llevaba una montaña de equipaje por dos personas en sus manos el cual dejó con delicadeza al lado del porta paraguas. Al enderezarse, se quitó las gafas tipo aviador, luciendo un bellísimo bronceado caribeño. Parecía mapache.

– Hay sahumar todo esto –Gatiux estaba completa y absolutamente acostumbrada a las locuras de su marido: ¡eran magos después de todo! Y eso implicaba a veces soluciones complicadas para problemas… relativamente fáciles.

En este caso: el olor a encierro bestial que tenía la Manor. Una mezcla entre humedad, tierra y olor a sexo entre Maida y Carlomagno. Un horror. Pero, el mobiliario estaba cuidado, con sábanas blancas protegiendo la poca decoración de la familia Yaxley. Y bueno, las malas vibras eran demenciales. Vaya uno a saber la cantidad de personas que se pasearon por su hogar o por todo Inglaterra en esos últimos años. El crucero fue una de las excusas. Una sorpresa de San Valentín de hace unos años de Orión para su amada. Una de las tantas aventuras que habían tenido en esos años. Sólo que, bueno, la camisa floreada con barquitos y tigres agazapados lo vendía completamente como un buen retornado de las vacaciones.

– Romero, laurel, lavanda, canela para la buena suerte. Sangre de dragón, un símbolo rúnico de protección y las lágrimas de una persona millonaria, justo lo necesario –fue mencionando cada uno de los ingredientes que sacó de su monedero expandible. Prendió el quemadero de hierbas con su varita y empezó a sahumar la sala mientras abría las ventanas.

Habían robado un objeto importantísimo del barco y buscaban salvaguardarlo en su humilde hogar: una casa que todavía no terminaba de recomponerse del todo.

– Menos mal que tenemos hijos que nos quieren y nos extrañan. Ni una nota, ni un aviso. Ni siquiera tiraron la casa por la ventana con una fiesta degenerada. Qué habremos hecho mal –¿aparte de estar ausentes en la crianza? Bueno, muchas cosas.

Editado 23 Febrero por Orión Yaxley