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Mi Edén Salvaje (MM B: 103988)


Melrose Moody
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Se encoge de hombros -Mientras este usted ahí haciéndome ese gesto de “no hagas algo extraño” se me ocurrirá un modo bueno para mantenerme limpio durante una cena con los Evans...- ella tiene un buen argumento y ni si quiera él se cree lo que está diciendo ahora -Además, de tanto que me ha contado ¿cómo podría perderme de algo como eso?- no lo dirá por ahora, pero espera a que pase mucho tiempo para llegar a una cena con la familia Evans -Casi lo espero con ansias- sus ojos son de pronto muy grandes y luego se contraen en un gesto de disgusto.

 

El modo en el que ella cambia nuevamente su rostro, su emoción y su voz lo descolocan un instante. Él apenas puede creer que está a comenzando a entender lo que ella quiere explicar, cuando está siendo tan emocional le cuesta algo más de trabajo conseguirlo, cuando hace tanto frio también. Los heterocromos están puestos en el rostro de ella, como si la respuesta a lo que debe hacer o decir ahora estuviera escondida ahí, es un gesto bastante infantil pero incluso él se siente bastante inexperto ante lo que Bel hace ahora.

 

“Desde luego es terquedad” piensa para sí mismo y sabe que si no quiere recordar ese lugar como la última vez que pudo sentir algo en mucho tiempo será mejor no decirlo a Bel, por lo menos no ahora. Ella continua hablando sobre su entrenamiento en otras artes de magia, no se sorprende cuando sabe que Bel continúa preparándose cada día más, no lo hace incluso cuando dice que debe seguir aprendiendo y que es esa la razón de que ahora estén en aquel páramo , sin embargo cuando escucha de que él puede ayudar no evita el gesto de sorpresa que adorna su cara, espera que hable por él, no esa molesta mueca que finge a menudo, más bien esa con un brillo de incredulidad en sus ojos y curiosidad en su boca.

 

Ante la falta del tacto no se siente tan vacío como en otras ocasiones, quizá sea por la intimidad que se ha creado durante la conversación con Evans, de alguna manera la distancia no estan larga como cree y puede estar bien con eso ahora, después de aquellas explicaciones no hay más que una respiración onda como respuesta a la afirmación de Bel sobre convertirse en una animago, (porque espera que de verdad sea una afirmación) y unos largos segundos de silencio los embarga, esta vez parpadea lenta y pesadamente, como si estuviera esperando algo más al final de las palabras que la sanadora apenas ha dicho.

 

“Bel no es, en casi todos los sentidos, igual a ti, Grell”

 

Piensa muy bien en que tiene que decir ahora, muchas más ideas corren dentro de su cabeza, preguntas, conjeturas propias de adónde va ella con todo esto y cómo es que no podría resultar bien. Muerde su labio superior apenas con la punta de uno de sus caninos -Un animago…- no se ha interesado mucho en el tema anteriormente, nada sobre el asunto de “cómo se forma un animago, cualidades y de más” todas esas cosas que lo complementan como una habilidad mágica, sabe algunas cosas básicas de que son y como sobrevivir a uno de ellos, pero como licántropo cualquier tema de “transformaciones” consiguen ponerlo nervioso, así que se preocupa un poco más en cómo puede ayudar realmente a Bel –No está mal, puede resultar bastante conveniente- no encuentra problema alguno en el deseo de la mujer por ganarse esa habilidad mágica –Me extraña que aún no lo consiga, eso pues, su transformación- continua hablando tranquilamente haciendo gestos preocupados para hacer énfasis cuando es necesario -Es verdad que este apegada a toda esa vida citadina de la que habla, pero después de todo existen animales sedentarios, aquellos que migran, algunos más pasivos que otros, los hay herbívoros y carnívoros que su “comida en la mesa" son las entrañas de algún otro pobre que protegía a sus crías. Habrá otros tan desalmados como los hay también nobles- exhala largamente y pronto esta tan entretenido en lo que dice que no ha notado más el frio de antes -Están los que viajan solos y los que sí dejan a su manada mueren, una variedad tan infinita como hombres y mujeres en la tierra- hace contacto visual una vez más -En mi opinión no es algo tan diferente, ¿no es verdad que en el América conducen automóviles de lado izquierdo? Que locura- niega con la cabeza fingiendo incredulidad.

 

Hace una pauta, desconfiado de saber si esto puede ser útil de algún modo para Evans o solo lo esta diciendo por querer decirlo.

 

-Cuénteme entonces Bel ¿En que se ha querido transformar que es que aún no logra conseguirlo?

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- No muestres tantas ansias por la cena familiar que creeré que estás siendo sincero- bromeé antes de caer en cuenta de lo sorprendido que lucía por mi petición- ok, lo de maestro de verdad que no es una broma.

 

Es imposible no sentirse nerviosa por el silencio, por la idea de que mi petición haya podido incomodarlo, por temor a que no pueda explicar adecuadamente porqué me quiero convertir en animaga, sin que tenga que admitir que tiene que ver en casi todo con él. De alguna manera, puedo decir que llevo ventaja en esa conversación (muchas de mis explicaciones de hecho ya han sido ensayadas y memorizadas), pero allí en el Edén una vez más corroboro que por muchos simulacros que una pueda tener, la situación real toma muchos matices.

 

"Está redundando" pensé al escucharlo mencionar todas esas diferencias en los animales ¿acaso me juzgaba incapaz de conocer esas diferencias? No me creía que esa pudiera ser la razón, y se acentuó mi idea de que solo estaba ganando tiempo para dar paso tras esa interminable descripción, a su verdadera opinión del asunto.

 

- Es verdad que este mundo es muy diverso- siento que tras todo ese detalloso inventario merece al menos un comentario al respecto de mi parte- quizá sea lo "poco sedentario" del animal con el que me he "conectado" lo que ha hecho difícil el proceso de transformación- río respecto al comentario de los automóviles- Al menos no es un animal americano.

 

Es en ese momento en que lanzó su última pregunta que vuelvo a echarme a andar. En la memoria tenía vívido el recuerdo de lo sucedido en mi primer intento (fallido) de aprender la habilidad. Comparada con esos tiempos, se podía decir que había hecho un avance, pero este resultaba inútil si yo apenas...

 

- Conseguí convertirme en el animal, es solo que todavía no tengo completo control de mi mente cuando lo hago- admití desanimada mientras jugueteaba con las hojas de un arbusto entre mis dedos- cuando reaccioné estaba toda ensangrentada y con los huesos de una triste rata-topo.

 

Quería decirle lo enferma que me había sentido en ese mismo momento, que había vomitado estropeando el vestido blanco de algodón, que había terminado con raspones y magulladuras en el rostro, la espalda y las piernas. Pero callé, intuyendo que quizá sin que lo dijera él ya lo sospechaba.

 

- Y te va hacer gracia, a mí me resultó al principio incomprensible, pero luego entendí que en realidad la magia es bastante certera y asombrosa- elevé la vista al cielo repleto de estrellas- el animal que se me reveló como mi espíritu afín es llamado caberú en su lugar de origen, África- como imitándolo, mitad porque me resultaba divertido parodiarlo, mitad porque necesitaba también hacer tiempo comencé a describir al animal- tiene el pelaje rojizo en casi todo el cuerpo salvo el pecho donde es blanco, no es muy grande, es (creo que sobra aclararlo) carnívoro y habita en mesetas elevadas, en la parte más alta de África. Su apariencia es la de un zorro para unos, otros dicen que parece un coyote. Pero resulta que en realidad es un tipo de lobo, y es por esto que la mayoría lo conoce como lobo etíope.

Editado por Bel Evans McGonagall

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No se está esforzando en lo absoluto y su rostro automáticamente cambia, la tenue sonrisa no está más ahí, ahora su boca es una larga línea que hace mueca por uno de sus lados, sus ojos se desvían al suelo bajo los pies de Evans, entretenidos en cómo sus pisadas has dejado huellas y la trayectoria de su atentado de tan solo minutos atrás. Ella continúa explicando y el nudo en la boca de Ollivander es un síntoma de que sabe bien que rumbo tiene esta conversación y en lo decepcionado que se siente al escucharla. No dice nada más.

 

No. Bel Evans no es para nada como un lobo y ahora, pensando en animales no puede ubicar alguno que se le parezca, ya sea herbívoro, sedentario, hogareño o incluso humano. Pero “un lobo”, no evita el gesto de disgusto al pensarlo, no, Bel Evans no debería ser como un lobo, porque ella no es para nada como uno, ella lo ha dicho ahora y sin embarco continúa con eso.

Apesar de lo dicho él la puede imaginar más bien como alguna avecilla, no una pequeña de muchos colores ni ostentosas plumas, si no un ave bastante letal volando rápidamente curiosa por ahí siendo amigable con la naturaleza, pero que es capaz de defenderse de ella y de cualquiera que trate de hacerle daño, independiente, pero que tiene claro el valor de su familia y que a pesar se su simpleza no deja de ser algo bonito de ver.

 

-Que extraño…- al fin tiene la palabra otra vez -Yo pensaría que transformarse en un animal del modo en el que lo hace un animago, dependería de las cualidades físicas y psicológicas natas de una persona- habla nuevamente por hablar y es que esta vez es algo que le pica como rasquera y tiene que escupirlo antes de seguir, piensa que deberá investigar mas sobre el tema cuando regrese al callejón Baker -¿Qué caso tendría perturbar tu esencia? no hay nada de natural en eso- se encoge de hombros -Es por eso que es más difícil, si- confirma lo que ella acaba de contarle -Ahh supongo que ese es el reto ¿no? Las cosas no siempre pueden ser tan fáciles. Si usted me dice que cree en la certeza de la magia…- aunque él facil podría discernir a lo contrario - …Entonces por ahora no tengo mas que quedarme con eso- recuerda ahora su propia condición, si es algo malo o bueno ya es algo que ha dejado en el pasado –Debo decir que admiro su determinación en conseguirlo.

 

Pudo casi sentir cada cosa que ella explicaba y tambien en lo que no ha dicho, pero sabe bien como es en su propio cuerpo, ¿no es así siempre? Tan desagradable y sucio, jamás te acostumbras al sabor de la sangre en tu estómago, al dolor del cuerpo, al miedo de volver a hacerlo. Pensando en eso puede darse cuenta de algo muy importante ahora, una diferencia fundamental entre un animago y un hombre lobo; Bel Evans tenía la opción de adoptar el cambio, mientras que Ollivander lo ha tenido que tomar a la fuerza, no es que él lo eligiera en realidad. Siendo de esa manera ayudar a Evans podría ser más difícil de lo que quisiera.

 

Aquello es sin duda una experiencia verdaderamente complicada, es por eso que honra el esfuerzo que Bel hace, aunque él no esté cómodo con que ella tenga que pasar por todo eso, no se opondrá a su voluntad. Y no es que no le interese realmente, quizá es que no se le apetece escucharlo, pero no sería él si solo se basaran en teorías, aunque sea bastante obvio dada su experiencia con Bel (incluso ahora mismo) que ella está colocando sus valores y su corazón antes que la razón para poder continuar con todo esto.

 

-Si ese es su propósito ayudaré en lo que pueda para que tenga éxito, pero Bel…- existe una mescla de preocupación y tristeza en su cara cuando se dirige a ella -De verdad espero y esto no tenga que ver con…- él no habla de eso con ella, ni con ella ni con nadie, la licantropía en su vida es algo que ya ha dado vuelta a la página -Espero que no tenga nada que ver con mi condición, porque Bel, aunque sus intenciones sean buenas, no siempre son las necesarias…- quizá ahora puede ser un buen momento para hablar de Grelliam.

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"Perturbar mi esencia" aquella simple frase comenzó a resonar en mi mente ¿era realmente por una cuestión de esa índole que me costaba tanto aprender a transformarme? Nunca lo había pensado de ese modo, pero reflexionando a profundidad, podía tener razón. No tanto en el hecho del animal en que me convertía, sino más bien a la razón fundamental por la cual quería ser animaga y que tenía que ver más con él, que conmigo misma.

 

Allí radicaba mi imposibilidad. O mi determinación como acababa de decir.

 

¿Y que más daba si era lo uno, lo otro, o ambas cosas? Lo importante era lograr el resultado. Y me asustaba ahora mi idea de haber compartido todo eso con él, porque el gesto que endurecía su rostro y le marcaba a fuego un semblante de preocupación no era lo que quería, aunque ¿que esperaba a fin de cuentas? feliz no iba a estar...más cuando su rápida mente, aun cuidándome con cada palabra, había dado con la motivación detrás de todo mi empeño en ser animaga.

 

Su pregunta final además resultaba tan directa qué comprendí que solo me quedaban dos opciones de respuesta ante ella. O confesar lo que debía ser una certeza en su mente, o mentir e inventar algo más. Pero intentar lo segundo es imposible, sabiendo de antemano lo mala que era mintiendo en el pasado a gente que quería, respecto a mi pertenencia a la Orden del Fénix.

 

No, si lo había hecho venir hasta allí, no había mejor momento para zanjar ese asunto.

 

- Tiene todo que ver contigo- le dije y casi naturalmente percibí el tono de voz endurecerse- no se si sea necesario para ti, pero para mí lo es, y eso me alcanza. Posiblemente te encantaría tenerme al margen del asunto como hasta ahora lo has hecho- a medida que la desazón crece en mi interior recordando momentos pasados siento que no podré evitar que esta contagie a mis palabras- pero ya deberías saber a estas alturas que nunca necesité permiso ni autorización de nadie para tomar mis decisiones.

 

¿Había sido demasiado confrontacional? Quizá. Me daba cuenta que su pregunta no buscaba socavar mi decisión, acaso solo entenderla desde su origen mismo para ayudar de mejor manera. Mas, si no era así...necesitaba demostrarle que nada de lo que tuviera para decirme cambiaría mi opinión.

 

- No trato de sonar pretenciosa, ni engreída. Solo se trata de que sepas que si decidí esto, fue tras mucho pensar, tras debatirme en sí era bueno o no para mí, si era necesario, si era incluso correcto- dejé ir un suspiro de cansancio mezclado con ciertas dosis de alivio- admito que la primera vez que fui, que lo intenté y fallé fue porque no había explorado dentro de mí misma mi motivación única, y también porque lo estaba haciendo " a escondidas" de esa persona por la cual yo decidí hacer esto, eludiéndote a ti.

 

Debían ser mis ojos que comenzaban a acostumbrarse a esa oscuridad, esa era la única explicación que encontraba al hecho de que la figura de Garry se viera ahora más nítida ante mí. La misma apariencia desgarbada, los ojos brillantes y atrayentes que en ese momento mostraban tristeza, las manos cuyo movimiento repetido que intentaba contener me revelaban que estaba dando todo de sí por escucharme, aunque tuviera varias cosas para objetar.

 

- Fue muy poético lo que dijiste hace un momento ¿sabes?- me había esforzado en vano por contener las lágrimas hasta entonces, pero ya resultaba imposible seguir haciéndolo- pero no quiero verte muriendo en mi regazo, te quiero junto a mí. Incluso si es luna llena, no solo esperar a que puedas volver sino realmente, ayudarte a volver, asegurarme de que vuelvas.

 

Si, algo había cambiado entre nosotros. Durante todo ese tiempo, tratarlo como si fuera un hijo había sido una de las cosas más estables de nuestra relación. No era novedad, era el trato que tenía con prácticamente todo el mundo en Ottery. Pero ya no estaba más en esa posición y apenas me daba cuenta ahora. Ya no servía decirle "niño tonto" cuando en realidad cada vez lo veía menos como el niño inofensivo y en ocasiones triste de antaño; cuando lo que tenía ahora ante mí era el tipo al que había decidido volver mi marido más allá de las excusas por la voluntad de estar para él en las buenas y malas, pero al que contradictoriamente había empezado a temer, temerle a ese lado que no era él.

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Mil y un motivos se forman ordenada y rápidamente en su cabeza preparados para atacar cualquier cosa que ella diga al respecto, había pensado razones suficientes para lo que pudiera decirle desde aquellas que consideraba certeras hasta las más absurdas, si era necesario usaría todas y cada una de ellas por intentar amortiguar el extraño deseo de Bel Evans de acompañarlo durante las noches de luna llena. Aunque escucha sensatez en las palabras que ella dice ahora no puede dar crédito a ninguna de ellas, hasta ahora Ollivander solo parece entender como si todo aquello fuera un capricho de la benevolencia de Evans, uno al que no daba la justificación adecuada para convencerlo de lo contrario.

 

Ella continúa entonces sus explicaciones, de cómo es que ha fallado anteriormente al intento de transformarse y puede notar el dolorido orgullo de la sanadora por tener que admitirlo. Puede darse cuenta también de lo mucho que ella ha pensado ya en todo eso, y simplemente él no puede solo pasarlo por alto, el esmero que ella pone en la tarea de convertirse en animago solo por la característica nobleza que ella desborda como persona y que siempre conseguía, de algún modo u otro, conmover el analógico corazón del mago. Pero entonces sus palabras llevan otro rumbo, algo que no solo tiene que ver con el mago sino con ella misma. Él no puede hacer más que admirar, una vez más, aquella valentía que Bel lleva dentro de todos esos sentimientos a los que le está costando horrores acostumbrarse.

 

Pero no, tiene aún más razones para sopesar el sentimiento de necesidad de Evans y sin embargo, poco a poco ninguna parece tener la fuerza necesaria para hacerla desistir de esa idea loca “Agg, ¿No es ella la que siempre te está diciendo que no tomes decisiones kamikazes?” gruñe la criatura de pronto despejando el resto de los pensamientos del mago. Aunque su cara no lo dice, el mago (y también la criatura) comienza a sentirse presa del pánico cuando las lágrimas de ella caen por su rostro, siente de pronto como si su cuerpo se congelara en ese tiempo y como las lágrimas que caen sobre las mejillas de ella lastiman también en él. Piensa al fin, que entonces todo esto es su culpa o que al menos es responsable de mucho o todo por lo que ella está pasando ahora.

 

Y con justa razón, después de todo era él quien arrastró a Bel a su extraña vida, casi lo había hecho sin darse cuenta hasta ahora y es que la presencia de ella en su vida resultaba ser de un modo tan natural que parecía no necesitar razones justificadas para que estuviera ella ahí, a pesar de lo que ha dicho antes, a pesar de decirle tantas otras veces que su relación se daba gracias a que ella tenía todas esas buenas cualidades sentimentales, caballerescas, sociales y justas que Ollivander aún no desarrollaba del modo más ortodoxo y de cómo el contraste entre ellos era lo único que hacía funcionar su “relación” (la cual aún no ha catalogado como algo de capricho ni mucho menos sentimental a pesar de estar casado con ella) y es que pareciera que él mismo se había convencido de esto y le resultaba engorroso no pensarlo de otro modo.

 

“Ahh, que complicado” solo puede pensar, ¿cómo es que ha pasado todo esto sin darse cuenta? se ha acostumbrado a tantos años con aquella condición, de tal vez no volver a casa o si hacerlo, pero sin realmente “no ser esperado”, aquello resulta tan extraño para él que cuesta mucho trabajo darle forma al sentimiento que Bel ha desarrollado a esta situación. No es lástima (y se siente aliviado por eso), no es compasión, ni ninguna otra cosa que se refiera a solo él o solo ella, no, es algo más complejo, es algo que involucra a ambos al mismo tiempo y que es egoísta y a la vez caritativo.

 

Entre tanto embrollo encuentra divertido como Bel puede decir tan altaneramente que es él entre ellos el más complicado de los dos.

 

-Parece que tienes razón- entonces masculla de pronto con voz cansada de permanecer un buen rato en silencio, su voz no tiene ese timbre de preocupación, pero es solo un intento de quitar pesadez a los pensamientos de Evans, por supuesto que le preocupará, se preocupará por ella incluso cuando consiga dominar la animagia en su totalidad, lo hará aun sabiendo lo poderosa que la sanadora consigue ser, se preocupará por cada momento en la vida de ella, incluso por aquellos que han quedado en su pasado -No podré hacerte cambiar de opinión- hace una pausa como si tratara de ordenar lo que está diciendo -La verdad es que tampoco pretendo hacerlo- las sorpresas no es algo que el mago disfrute en absoluto, así que no miente cuando dice eso -Te agradezco, en cambio, que tengas la confianza para decírmelo ahora- se acerca a ella para tomar de nuevo su mano, está fría y el calor que él le proporciona se encarga pronto de aliviar la sensación que ella puede estar sintiendo ahora.

 

-Supongo que lo mínimo que puedo hacer es ponerte restricciones al respecto- se encoge de hombros, su rostro serio dio un resoplido de calma y apenas una sonrisa aun bastante triste -Pero ya lo dejaremos para después- con su mano libre limpia con cuidado las dos lagrimas que, para el mago, insolentemente se han quedado ahí pasmadas -Seré blando contigo si me demuestras dominio en tu técnica- continúa hablando y cada vez es más fácil recuperar su voz -Si lo consigues, es posible que no necesitemos de esas restricciones- no es del todo la verdad, el cree que siempre necesitará algunas cuantas reglas para mantenerse tranquilo, algo más para él que para ella.

 

No es como decírselo directamente, pero él reconoce el poder que Evans es capaz de lograr, ella se lo ha demostrado muchas otras veces, en muchas otras ocasiones, no confiar en ella esta vez, es algo que traicionaría al mago mismo.

 

-¿Ug? ¿Eso debería ser suficiente motivación por ahora no lo crees? - sonríe divertido -Ahora, ¿te gustaría mostrarme lo que puedes hacer? - retrocede un par de pasos y lleva nuevamente las manos a sus bolsillos -O ¿prefieres volver por una taza de café?- sonrió, esperando por la respuesta de ella con ansia en sus ojos, lo que escuchará en boca de ella le serviría para entender que tanto tiempo podría llevarle conseguir su cometido.

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Debería ser insano aquel grado de satisfacción de escucharlo decir "Parece que tienes razón" ¡Garry admitiendo una derrota! Pero en realidad comprendo que tras esas palabras, no está su razonamiento frío dándome la razón sino más bien el lado que rara vez se preocupa en mostrar, o prefiere no mostrar. No hay palabras que alcancen para agradecerle, mas intuyo que solo el entrelazar sus dedos con los míos basta, porque entrañan una cálida sensación de que tenerlo de esa manera a mi lado es parte de un orden natural que no debería alterarse, de mantenerlo conmigo, de sentirlo cerca.


Con restricciones o sin ellas, él solo hecho de que podamos estar hablando de eso me convence de que la reunión ha valido la pena. Así que asiento a todo lo que está diciendo, repuesta ya de todo por la catarsis que ha constituido la confesión de lo que sentía, pese a que mis ojos todavía arden y tardarán un poco en volver a la normalidad.


Con un rápido movimiento, retrocede un par de pasos y una nueva pregunta (¿o desafío?) es lanzado, uno que muestra que está comenzando a tomarse muy en serio su nueva labor. Echo de menos el roce de sus manos, pero sé que el momento requiere de mí que me centre y comience a tomarme en serio ese entrenamiento, de modo que pueda repercutir de forma favorable en mis próximas lecciones de animagia.


- ¿Lo que puedo hacer? Con sinceridad, no puedo hacer mucho todavía- admití con cierto disgusto- no domino a voluntad la capacidad de transformarme, solo lo consigo si mis instintos me señalan una situación de peligro.


La primera vez había sido el estar en ese ambiente hostil sin comida ni bebida varios días. Esa falta de alimento me había llevado a transformarme para atacar y saciar el apetito acumulado. La segunda vez el detonante fue la sensación de estar siendo observada por un par de ojos ambarinos ocultos en los arbustos del páramo. Y la tercera, una bastante simplona y vergonzosa, el seguir a un caberú macho líder de manada.


- No veo como podrías convertir el tomar una taza de té en una situación de riesgo- comenté divertida acortando nuevamente la distancia que él había sembrado entre los dos- a menos que lo consigas, me temo que tocará idear alguna otra forma de forzar mi transformación.


Di media vuelta comenzando a adentrarme en "Frondoso".


- Ah, y más te vale no repetir lo que dijo P-ko, de que como animal luzco más elegante- refunfuñé.

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-De verdad podría ser riesgoso, todo depende de que tan malo sea el café- la seriedad con la que dice aquello es demasiado para su contexto. No, con el café no se juega y no tendrá una vez más con ella la discusión de “granos de café, infusiones y química humana” de la que siempre sale a flote entre ellos cada vez que hay que traer leche al consultorio. Pensando en aquello entonces cree que la sencilla tarea de preparar café en el consultorio ya es algo de peligro -Podría darte un gran mordisco y entonces eso facilitaría mucho la transformación- suelta aquello distraídamente rascándose la nuca ya sintiéndose terriblemente agotado de ver tanta energía por parte de la sanadora que continúa sus bromas y se adentra al bosque.

 

Entonces entrarían al bosque, y no es más que el ruido de las pisadas lo único que perturba los sonidos de la naturaleza. Ya estando ahí no parece más un problema el clima, tampoco lo es la oscuridad que cada vez es más pesada en el interior del bosque. Parece ya no incomodarse más por nada y puede andar despreocupadamente, aprovechándose de esos sentidos que la licantropía puede ofrecer, a pesar de tanto tiempo aun le resulta curioso el modo en el que rápidamente su cuerpo insiste en adaptarse a estos escenarios.

 

Él pensaría que sería de alguna manera lógico haber desarrollado una especie de trauma por estos lugares boscosos, como aquel que sufre de ahogarse y después teme al mar, y es que no solo el origen de su licantropía se había dado en un lugar como aquel, gran parte de su no tan larga vida había pasado el tiempo encarcelado en un bosque maldito e incluso los primeros años de su vida fueron en un lugar no ajeno a esto, sin mencionar también que aún hay mañanas posteriores a la luna llena que al despertar aparece casi siempre en sitios nada diferentes. Seguramente porque es ahí donde la criatura se desenvuelve mejor, donde hay más presas para comer, escondidas y temerosas de su sola presencia y eso es lo que más le gusta al perro viejo. La verdad es que él hombre no es en nada igual al caricatura y aun así encuentran muchos gustos que puende compartir en común….a pesar claro de, aunque transformado, tener el mismo cuerpo.

 

Sin embargo, Garry jamás lo piensa tanto, es quizá porque no hay necesidad de hacerlo, siente que no la hay, después de todo él puede temer tanto como quiera a aquel lado animal suyo, pero el miedo de volver a un bosque a cazar animales indefensos, a perder el control de sí mismo, no evitará que este ahí nuevamente asechando la próxima luna llena. No, para Garry, temerle a la naturaleza sería tan tonto como temerle a la persona que tanto ha cuidado de ti cuando no estas siendo consciente de lo que eres en realidad.

 

-Entonces dices que ¿Te puedes convertir en un caberú, pero no tienes la habilidad de ser uno realmente? Qué curioso, pero supongo pues…- comenzó a hablar despacio, con aun todas esas ideas dándole vueltas en su cabeza -Que como todo buen encantamiento no debes de olvidar lo que has aprendido de la práctica - ¿Qué debería decirle a Evans? No tiene ni siquiera idea de en qué consiste hacerse de una habilidad como la animagia ¿Cómo pretendía ayudarla de ese modo? -Por lo tanto lo más lógico sería que no debes olvidar aquello que sientes como animal, eso de lo que ahora te pueda hacer sentir temerosa o avergonzada, el hambre atroz con la que cazas a tu próximo alimento con fiereza, el miedo que te invade cuando estas lejos de la manada o quizá ese valor temerario de defender a los tuyos sin importar nada- hace una pausa, se siente bastante torpe hablando solo de aquello -Al final de cuentas esos sentimientos pertenecen al animal salvaje, pero, para tener conciencia propia, creo que tampoco debes olvidar quién eres tú, de otro modo solo serias un caberú con mente de caberú en lugar de ser una hechicera con instinto de caberú.

 

Ha detenido una vez más el andar, sobre ellos la bóveda celeste es oscura y las estrellas son tantas que aparentan un color platinado en el camino que han dejado atrás. Ya puede escuchar los muchos animalillos que se han enterado de su presencia y que están husmeando no muy lejos, él puede sentirlos más asustados que molestos, y el aullido que nuevamente rompe el corto silencio puede sentirse cada vez más cerca de ellos.

 

–Por eso es lo que creo, no debes cambiar tus “hábitos citadinos”, quizá solo tengas que adoptar estas nuevas conductas salvajes que has aprendido, ¿has visto a algún animal salvaje comportarse con tan buenos modales delante de las personas? un lobillo te atacaría sin dudarlo solo para llenar su hambre ¿has visto a una persona herir de muerte solo para saciar su hambre? bu-bueno eso tal vez si- a su cabeza llega pronto esa película de terror muggle donde gente moría y resucitaba solo para comerse entre ellos, a Garry aquello lo había asustado tanto que provocó un incendio en el consultorio para no tener que enfrentarse a su recepcionista y la sanadora hasta asegurarse de que no fueran zombis –L-lo que trato de decir es que, no le temas a lo bajo que pueden parecer los actos de un animal, déjate guiar por tus propios instintos, has eso que haces tu muy a menudo y no pienses tanto las cosas, solo has lo que estas sintiendo en ese momento- se burla dando un par de toques con su índice en la frente de la mujer -Los animales son astutos por naturaleza- se encoge de hombros.

 

Hace otra larga pausa para mostrar confusión a Evans, quizá si ella hablara algo más específico sobre con qué está teniendo problemas sería menos complicado para el mago y no tendía que divagar en explicaciones y suposiciones.

-Ahh, pero posiblemente ni siquiera yo sé que es lo que trato de decir Bel Evans ¿Qué es lo que te cuesta tanto entender de tu criatura?

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Ahh, ha bastado que mencionara lo malo del café para que de pronto todo el historial de disputas sobre café orgánico, pasado o instantáneo acuda a mi cabeza. Es más, casi me siento lista para retomar esa discusión en el punto en que la hemos dejado la última vez, pero por fortuna él cambia de tema, así sea con una pésima broma de mal gusto sobre morderme para ahorrarme enseñanzas.


Vamos uno al lado del otro, pero resulta evidente que él está esforzándose por no adelantarse, es fácil notarlo en la seguridad con que da cada pisada, en como incluso ni siquiera necesita ver a su alrededor para avanzar, guiado por sus otros sentidos. En el lado opuesto, yo ni siquiera puedo pensar algo elaborado, con toda mi energía puesta en el ejercicio de expander esos sentidos que se niegan a "animalizarse" y siguen tan molestamente humanos como siempre.


No me agrada (supongo que por no estar acostumbrada) el que Garry esté usando conmigo ese tono sereno con que da explicaciones a los clientes más lentos de entendimiento que pasan por el consultorio, pero no me queda de otra que asentir ante sus primeras conjeturas y sugerencias, especialmente al hecho de no olvidar "aquello que sientes como animal" porque es precisamente lo que no he estado haciendo. Sopesar en su contexto, y en él encontrar el significado, en lugar de extrapolarlo a una comprensión humana que ningún animal tiene ni está en la obligación de tener.


- He visto gente destrozar hermosos papeles decorativos de pared solo por aburrimiento- comento ahogando una risita intentado para que no intente pasarse de engreído con sus explicaciones- un hecho que sin duda es más salvaje que cualquier comportamiento animal que hayas descrito hasta ahora.


Los sonidos en el bosque se multiplican, como tratando de evidenciar que estamos más acompañados de lo que creemos.


- Pero creo entender tu punto, que básicamente es valorar y aprender el potencial de mis instintos, en lugar de juzgarlos y condenados ¿cierto?- frunzo el ceño ante el toque de su índice en mi frente, que vuelve a hacerme sentir como una tonta a su lado- confiar de la misma forma que lo hago de humana, cuando esté convertida en animal.


Astucia, una palabra más que interesante si me detenía a pensar en que la naturaleza no solo era sabia, sino también astuta, con esa diversidad de espacios capaces de garantizar distintas dinámicas y la sobrevivencia de distintas especies en relativo equilibrio...hasta que el hombre metiera en demasía sus narices.


- ¿Mi criatura? Oh, es extremadamente peculiar ¿sabes? Pariente lejana de los lobos de Eurasia...pero no precisamente un lobo. Yo intuía que mi motivación de aprender animagia - lancé una mirada a Garry totalmente esclarecedora al respecto ya libre de toda culpa- tendría algún componente de influencia en la criatura en que me convertiría, pero creo que como tu, no esperaba que "mi esencia" encontrara compatibilidad con una criatura carnívora, de vocación "ofensiva" por decirlo de algún modo.


Callé. Era de esperar algo así de personas de caracter guerrero ¿pero yo? ¿que había de sanguinario en mí?


- Estuve pensando ¿y si quizá guiada por su nombre yo he asumido de mi criatura docenas de cosas que no lo son? ¿crees que mi falta de conexión y transformación pueda corresponderse con los prejuicios y temores innecesarios que me genero en base a estos prejuicios?


Un nuevo par de aullidos acalló la conversación. Esta vez estaban tan cerca, que comprendí que estábamos en problemas.


- Bueno, bueno, creo que lejos de buscarla, la situación de peligro ha venido por su propia cuenta querido.


Podía ser por causa de haber llorado y liberado un montón de dudas y confesiones guardadas por demasiado tiempo, pero el miedo se había esfumado. No tenía varita alguna, pero me sentía con la adrenalina a flor de piel, y sobre todo dispuesta a impedir que nada malo le sucediera a Garry. Así que dedicándole una gran sonrisa, di un paso adelante. Al menos por esta vez quería que supiera que podía contar conmigo en ese entorno tan alejado de lo mío.

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-¿Lo crees así? Quién sabe, quizá el papel tapiz se lo buscó- dice bastante seguro de eso -Me parece, en cambio, que es una expresión bastante humana de sosegar la mente- no volverá a dar explicaciones sobre por qué ha atacado de aquel modo la decoración del consultorio, si insiste solo volverá a ser vago en explicaciones de cómo era necesario para llegar a una conclusión verdaderamente difícil, aunque por su puesto esto no sea del todo cierto -La gente debe de buscar el modo de deshacerse de todo aquello que les frustra o causa ansiedad y malestar- hace una pequeña pausa -En tu experiencia como… caberú, ¿Como piensas que lo haría un animal?- es una pregunta nada profunda en un intento de que ella piense en todos esos sentidos que ha experimentado hasta ahora.

 

A Ollivander siempre le ha parecido un encanto ver a Evans razonando o haciendo deducciones tan inteligentemente, es una acción que ella hace tan descuidada que conquista la mente y el alma del licántropo. Solo es capaz de sonreírle cuando ella ha ligado ideas, fijado en esa arruga en la parte superior del puente de la nariz que se forma cuando le está costando entender algo o digiere un pensamiento que no es capaz de sentir. En ese proceso, existe entre ellos un trayecto de silencio, Garry cree que ella está acomodando toda su información ahora, es curioso verla expresar en cada gesto todo ese movimiento de sus pensamientos, muy diferente al mago que pareciera entrar en coma cuando una idea es explotada dentro de su cabeza.

 

No alcanza a contestar aquella última pregunta que le ha lanzado, no sabe si sentirse aliviado o preocupado, la respuesta a esa incógnita le resulta bastante simple de pensar y difícil de ser explicada, Garry piensa entonces que, para poderte convertir en un animal, lo menos que debes hacer es querer entender las cosas como un humano. Los fuertes aullidos que se escuchan ya a tan solo unos cuantos metros de ellos rompen la cadena de pensamientos del mago, distrayendo su atención en dirección a los arbustos que murmuran el camino de los animales que escapan del peligro. “Pero que ruidosos” Garry piensa en que esconderse entre las ramas de un seto es la manera más fácil de encontrar algo que comer.

 

Inhaló profundamente mostrándose bastante tranquilo al próximo ataque, en aquella respiración que parecía nivelarse con la de Evans poco a poco, Garry creía entender lo que la sanadora sentía, aquello había resultado algo bastante extraño, una conexión tan directa con ella que solo fue rota por sus palabras. Alzó las cejas en fingida sorpresa cuando Bel se adelantaba un par de pasos al encuentro de las criaturas, pero ¿qué pensaba a hacer? él sonrió sereno a espaldas de Bel mientras con toda esa misma tranquilidad buscaba su varita en los bolsillos de su abrigo, le causaba cierta gracia como era él “la damisela en peligro de Bel Evans”.

 

Por los ruidos que se acercan a ellos puede saber que no son animales grandes aquellos que atacan, pero también sabe que son más de uno, una prueba casi perfecta para Evans, pero que justamente Ollivander no se siente preparado para ver -N-no tengo mi varita- se escuchó su voz una mescla de sorpresa y miedo -Bel…- el temblor en sus manos y los ojos sorprendidos y temblorosos era el miedo en el mago que lo invadía poco a poco ¿Era demasiado tarde para decir que no le gustan los canes? El hombre permaneció quieto en su lugar absorto por un terror que parecía esforzarse por esconder.

 

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Es gracioso que nunca en todos mis años hubiese cruzado por mi cabeza la idea de que un animal pudiera estar aburrido. E incluso con Garry mencionándolo en ese instante, sigue siendo una cosa complicada de analizar ¿pero es que es eso lo que necesito? ¿intentar analizar? O solo sentirlo...


Ha sido más bien instintivo adelantarme, intentar "Proteger" , esa palabra que casi puede resumir mi vida entera. Ya no hay necesidad de decir algo más, solo intentar que los otros sentidos hablen. Cerrando los ojos, no solo el sonido del aullido parece transmitir mucho más que solo ruido, sino que las pisadas en la hierba también pueden percibirse mejor, varias pisadas.


Sin saber bien cómo, aquella concentración provoca que ni siquiera sea capaz de escuchar las palabras de Garry. Está a mis espaldas, es imposible así me girara distinguir las facciones en su rostro, pero no necesito de nada de eso, ni girarme ni observar con atención para percibir su miedo. Sí, es como si en realidad pudiera olerlo.


Como una suave fragancia en el aire, que resulta incitante.


Pero no es el único olor ni por asomo. Elevando la cabeza, arrugando la nariz, olisqueo en el ambiente muchos más olores, y no tardo en reconocer entre ellos el suave aroma de los jazmines, que consigue borrar la tensión de los músculos, al tiempo que cobra forma en mi mente con suma nitidez la imagen de la caberú vista en mi primera visión con Suluk: su hocico puntiagudo y blanquecino que contrasta con el pelaje rojizo, las patas largas y estilizadas, el cuerpo ágil y algo pequeño.


Pero esta vez algo más asoma, algo como un gruñido que se combina con los aullidos de aquellos animales que son casi como lamentos, como gritos de auxilio y que poco a poco comienzan a ocupar la totalidad de mi mente, incluso el espacio que me mantiene consciente, el espacio que me hace ser quien soy...


Y cuando eso termina por apagarse y perderse, algo más despierta...


Los lobos que han aparecido entre los arbustos aun están inmóviles. Identifican a aquel par de desconocidos como amenazas, y los lomos se tensan en correspondencia a ello, con las orejas plegadas hacia atrás y los feroces colmillos expuestos, dispuestos a atacar. El líder de aquel grupo de tres observa fijamente pero no da orden de ataque, inquieto ante la transformación que se ha gestado frente a sus ojos, cuidadosa ante la figura humana que ahora es un animal que desconoce, pero que como ellos parece solo esperar el momento justo para lanzarse encima.


Hasta que de repente, la criatura con un grácil salto va sobre uno de ellos, directamente a morder su cuello. Sus filosas garras lastiman en el pecho del lobo de apariencia más frágil, que emite un alarido de dolor. Luego, consciente de su fechoría, atraviesa los matorrales, dándose a la fuga.


El líder de la manada olisquea a su compañero y da una larga mirada al humano, debatiéndose entre atacarlo o perseguir a la atacante. Hasta que finalmente opta por lo segundo.

Editado por Bel Evans McGonagall

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