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Ellie Moody
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Sus manos se hacen puños. Normalmente Ellie es una persona tranquila y apacible, pero hay algo con Arianne que no le agrada. Es bella, su voz es sedosa, habla con cortesía... y, está segura de ello, tras todo eso está ese algo que la inquieta y no le permite dejarse llevar por su apariencia. Puede saber qué es, pero ¿quiere hacerlo?

 

—Como quieras —responde con sequedad. La idea no sólo no le agrada demasiado, sino que es insultante que sugiera que necesita su ayuda para hacer bien su trabajo, uno que comenzó muchos años antes de que se asentara en Inglaterra y comenzara con ese pequeño negocio en el Callejón Knockturn. Aquella es una de las pocas formas en las que su orgullo se puede ver herido. Y es más fácil ocultarlo de sus pensamientos, haciendo uso de la oclumancia, que de su rostro.

 

Cuando la bruja la sigue con naturalidad tras el mostrador, tiene la sensación de que no habría aceptado un no por respuesta. Por supuesto, se pregunta por qué. ¿De qué forma no confía en ella? ¿Simplemente le preocupa que no sea capaz de arreglar ese artefacto, o es que hay algo más?

 

—Uhm, okey —replica al comentario aparentemente aleatorio. No se imagina a esa mujer haciendo armas muggles a la vieja usanza, golpeando el metal candente con un pesado martillo, dándole filo, moldeando empuñaduras. Tampoco es capaz de imaginar a nadie usándolas, hoy en día. Ellos, tienen magia; los muggles, tienen armas más modernas. La idea es, incluso, divertida.

 

»Es por acá —musita, haciendo una venia hacia las escaleras que llevan al taller.

 

—¡Ya casi termino! —grita Harriet desde el piso superior, seguramente alertada por los pasos en las escaleras. Ellie la escucha ponerse de pie rápidamente y, seguramente, continuar la faena.

 

—Subo con la cliente —dice Ellie, todavía subiendo—. Hazme un espacio en la mesa y cubre lo demás, por favor.

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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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  • 2 semanas más tarde...

Garry,

Otro día, muy diferente de donde esta Eillen ahora(?)

 

 

El camino era silencioso, a ellos solo los acompaña el sonido de sus pasos resonando a lo largo de las avenidas que se encuentran bastante solas luego de la tormenta que ha azotado sobre ellos, y también porque ya muchos han decidido que es lo suficientemente tarde para no volverá levantar y abrís sus puestos de vendimia por el día de hoy. Por lo tanto, a lo largo de Diagon, solo se puede ver el humo de las cafeterías veinticuatro horas y los restaurantes de comida atendiendo. Muy diferente era esa vista a la que tenían ahora como escenario; locales completamente cerrados o abandonados por donde vieses, y conforme más avanzaban y el pasadizo los llevaba cada vez más lejos de Diagon, la apariencia del callejón era menos agradable.

 

Gracias por acompañarme-, masculló luego de un largo rato de haber permanecido en silencio, la verdad no parece incomodado por haberlo provocado, mucho menos preocupado en interrumpirlo con alguna conversación que a su compañía pudiera aburrir o extrañar (como si ya su largo mutismo no fuera suficientemente extraño), y por el contrario tiene la apariencia de haber despertado de pronto de algún letargo. ―Espero que esto no le retase en…sus deberes-, sospecha que, Granger ha decidido acompañarle luego de salir del Caldero Chorreante solo por el hecho de que Garry no carga una varita, aunque tampoco puede asegurarlo, ella no parece del tipo que se preocupe fácilmente por la gente. ―E-estoy seguro que le gustará también el lugar.

 

La tormenta afuera habría cesado luego de un largo y silencioso almuerzo, acompañado por los murmullos de la poca gente del bar y los cubiertos sobre la vajilla. Por supuesto que Garry insistió en tomar una bebida tibia más, algo como para darse ánimos antes de volver a salir a las frías calles de Londres, y luego de eso, le habría contado a Valeskya sobre su próximo destino observándole por el rabillo del ojo, aparentemente dispuesto a invitarle a visitar “El trastero” solo si ella realmente parecía interesada en el tema de buscar suerte en un lugar de venta de tiliches.

 

Antes tenía otro nombre-, continuó hablando, la mirada puesta al frente, el camino no es complicado, por lo que no necesita vigilarlo todo el tiempo para no perderse, sin embargo, las callejuelas del Knockturn son sitios de cuidado. ―Aunque…no recuerdo cual era-, sus pasos se detuvieron de pronto casi a la mitad del callejón y al girar su mirada finalmente se da cuenta que se han pasado algunos varios locales de su destino. ―Uh, es ahí-, sin aparente gana señaló el local y con mucho mejor animo compartió una mirada con Valeskya, tal vez no podría recordar el nombre, pero si la fachada del sitio. ― ¿Vamos?-, difícilmente, pero quien pueda ver mejor quizá note la emoción en sus secas palabras.

 

No está muy seguro de por qué es que ha pedido a Valeskya que le acompañe a una aventura de buscar cualquier cosa en una tienda de fachada no extraordinaria. Quizá una parte de él es que quiera ver algún otro rostro que le resulte familiar antes de quedarse solo nuevamente por el día de hoy, así tenga que ser el de Eileen. Cual fuera el motivo real, el mal hábito de comprar cosas viejas, ya sea para buscarles un nuevo uso o usarlas para lo que fueron hechas, es algo que ni con las amenazas de Evans ha podido resetear.

 

¿Ehh? P-parece que…está cerrado-, la puerta principal no parecía ceder al intentarla abrir, aunque la verdad es que apenas ha hecho el intento, igual habría tenido un momento (uno más) de torpeza, pero por alguna razón parecía completamente convencido de que ahí no había nadie, tal vez por la apariencia que ya tiene el sitio, sumada a los estragos que las tormentas hacían en las fachadas del callejón. ― Knockturn abremee, sé que estás ahí adentro, puedo escuchar tus ruiditos de ratón desde aquí-, se inclinó hacia adelante pegando sus manos y su rostro casi completamente sobre el cristal de local y dejando una marca con forma de su rostro por el vaho de la respiración. Frente a la puerta se quedó de pie en silencio un par de segundos antes de decidir nuevamente.

 

――Vamos por un lado, quizá podamos encontrar una salida auxiliar-, con el mismo letargo comenzó a andar por el límite del local, buscando visualmente como entrar a la tienda.

 

 

@@Valeskya Granger

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La situación en la que se encontraba en esos momentos le resultaba un tanto extraña; no recordaba la última vez que caminaba con compañía en el callejón. Había accedido a acompañar a Garry, quien parecía mostrar un leve interés en ir hacia aquel local localizado en Knockturn; para ella era una oportunidad de ver esa sección en donde había negocios, en el que la mayoría solían ser de cuidado, ya que albergaban cosas que muchas veces traspasaban el límite de lo legal y por supuesto, de lo peligroso.


Esa era una de las razones por las cuales la ojivioleta amaba sus andanzas por el Callejón Diagon, siempre había algo que lograba captar su atención, ya fuera para bien o para mal; no había entendido bien qué clase de negocio era el que Ollivander pretendía visitar, pero solo el escuchar la ubicación, había sido suficiente para que ella solo dijera: “¡Claro, vamos!”, con más entusiasmo del que hubiera querido mostrar. Con un ademán, Valeskya había minimizado las palabras en las que el mago parecía dudar de que pudiera no gustarle o que incluso se negara a hacerle compañía.


Lo cierto era que, Garry era una persona que solía llamar la atención a donde quiera que fuera, su aspecto era bastante peculiar y obviamente tenía una historia de la cual la joven hubiera deseado preguntar descaradamente y por una razón u otra, no había tenido oportunidad de hacerlo. Lo que sí, es que no estaba acostumbrada a que la gente que caminaba, de repente lanzara miradas furtivas hacia donde ellos se encontraban; hizo un intento por no poner los ojos en blanco, ante esos intentos pocos sutiles de mirar. Cuando la gente se empeñaba a mostrarse más sutil, era cuando menos lo lograba y ella era una prueba viviente de eso (?).


- Vaya, vaya… - Exclamó mientras alzaba una ceja con incredulidad al ver que Garry parecía conocer todo, menos el nombre que tenía anteriormente ese negocio; tanto misterio en todo eso, le daba más curiosidad.


Poco a poco, Valeskya se iba rezagando, aunque no lo suficiente como para perder de vista al joven; vio un local que tenía en exposición un juego de runas, las más extrañas que había visto, eran de color negro y las runas dibujadas parecían emitir un destello verde. Tuvo la intención de detenerse a curiosear, de no ser porque vio a una bruja de aspecto tenebroso que se encontraba observándolas también, le lanzó una mirada retadora, lo que hizo que la Granger solo siguiera caminando, sin dejar de ver aquel curioso objeto en el aparador. Estaba tan distraída que no notó a Ollivander que se había detenido y chocó con él, empujándolo un poco hacia adelante.


- ¿Hemos llegado al fin? – Preguntó con curiosidad y olvidándose de momento de la disculpa, mientras veía el local con atención y se dio cuenta de algo. - Pudimos tomar un camino más transitado en lugar de andar por Knockturn como si nada. Ya sabes… pensarán que andamos en malos pasos.- Se quedó en silencio unos instantes y volvió a decir. - Bah ¿a quién le importa? ¡Vamos! – Y se dispuso a dar unos pasos en dirección hasta la entrada hasta que vio que el negocio aparentemente estaba cerrado.


- No vine hasta acá para nada – Dijo la pelinegra en voz muy alta al ver el leve intento de Garry por intentar entrar a aquella edificación. Miró hacia ambos lados de la calle, para cerciorarse de que no estuvieran viéndolos. - Nada de salida auxiliar, no veo un letrero que diga que está cerrado, así que… -


Dejó la frase a medio terminar e hizo lo que habitualmente era en ella cada vez que llegaba a su casa. Dio un par de pasos para alejarse de la entrada y le dio una fuerte patada justo en el cerrojo principal de la puerta; tantas veces haciendo lo mismo, había ocasionado que aprendiera a perfeccionar su técnica (?), aunque tenía que reconocer que era la primera vez que hacía algo así en un lugar que no fuera su casa.


- ¡Listo! ¡Puerta abierta!. – Exclamó como si nada, con una breve sonrisa en el rostro. - No te preocupes, al final la puerta debe arreglarse con magia ¿no crees? Aunque… - Echó un vistazo rápido al lugar. - Si soy sincera, no soy muy buena reparando cosas. – Se inclinó de hombros y se acercó hacia una estantería que contenían diversas clases de libros, aunque por lo que pudo juzgar a primera vista, ya tenían algo de polvo y seguramente ya habían sido utilizados.


- ¿Buscas algo en especial? – Preguntó, mientras se acercaba a la estantería y enseguida pensó en otra posibilidad, mucho más vergonzosa para la joven. - ¿Conoces a los dueños? Podemos decir que lo de la puerta principal fue un terrible accidente y que nosotros solo veníamos pasando por aquí. – Aguardó la respuesta del joven, sorprendiéndose a sí misma de lo rápido que se había inventado algo para excusarse por lo que había hecho, como si fuera una niña pequeña.

Editado por Valeskya Granger

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Casi como un infante, el muchacho sonrió al ver la puerta ceder tras el paso de Valeskya, y Solo es por tratarse del negocio de Moody que se apresura para adelantársele y cruzar primero al interior, y es que en realidad no está seguro ahora de si en verdad el negocio se encontraba cerrado, si la madera del marco se habría hinchado lo suficiente para atrancar la entrada o si debería tener cuidado de las patadas de Granger a partir de ahora, como fuera, de ser lo primero prefiere asegurarse de que no sufrirán alguna maldición o maleficio al haber activado una alarma de seguridad. Así que luego de asegurarse de que su lengua no se ha inflado como un sapo o de que sus pies no han quedado pegados al piso, hará una señal floja y descuidada a Valeskya para que lo acompañe adentro.

 

Que hábil-, solo se detuvo a “felicitar” a Valeskya asomando la cabeza al interior del local antes de entrar por delante de ella. Sobre como harían para reparar la puerta no dijo nada, tampoco es como que le han hecho gran daño, además de que la excusa de Valeskya le parecía bastante convincente ya. No era como que habían entrado a robar después de todo.

 

El local tiene la misma facha y el mismo olor rancio a la primera vez que estuvo ahí, pero por el modo en el que parece olfatear el aire polvoriento, no es una molestia para él. Puede escuchar los pasos de Valeskya moviéndose detrás de él aunque siente que se desvía del camino para quedar frente a unos estantes de libros viejos, si hace buena memoria; por ahí habría encontrado aquel libro de cuentos que se había auto comprado para que Bel se lo regalara en uno de sus cumpleaños pasados, era un libro viejo despastado casi, sin todas sus páginas y hasta la fecha no habría de terminar de completarlo, ha sido una pena, pero sin duda un buen regalo.

 

No conozco al dueño-, se encogió de hombros poco preocupado cuando finalmente decide andarse por entre los estantes llenos de objetos antiguos. ―No como persona, pero se quién es-, hizo una pausa en su búsqueda, haciendo un repaso mental de lo que acaba de decir a Granger y es que la idea de "conocer a alguien" podía mal interpretarse. ―Quiero decir…que conozco su nombre-, la relación entre Eileen Moody y él es posiblemente tan extraña como ambos brujos, Garry cree que estar con Eileen puede ser como estar en una especie de “limbo social”, no hay confianza entre ellos para contarse secretos, compartir ideas o simplemente interesarse por el día del otro, pero al mismo tiempo; resulta ser una persona de la cual se puede preocupar bastante e incluso considerarla cercana. En un buen sentido claro. ―Sabe, ahora que lo menciona, no recuerdo si busco algo en particular.

 

Los objetos antiguos o de dueños anteriores, sobre todo tratándose de objetos mágicos, eran para Garry como un juguete nuevo, ¿a quién o quienes habrían pertenecido antes? ¿Qué uso les habrían dado? ¿aun funcionaban? ¿no lo hacían? ¿Ese era su estado original? ¿Cómo saberlo? Era infantilmente emocionante solo cuestionarse cosas como esas mientras ojea los objetos varios.

 

He estado pensando…-, luego de otro espeso silencio que solo se interrumpía con los pasos de uno y del otro caminando por entre las estanterías, volvió a hablar, con la misma serenidad que ha tenido todo este tiempo desde encontrarse con Valeskya. No puede garantizar de ninguna manera, aún, que es lo que hay en ella que lo hace convertirse en algo inusualmente conversador, aunque no fuera gran cosa en realidad. ―…Había estado pensando en rentar un local en Diagon-, comenzó a contar aquello como si de una plática ya avanzada se tratara, sin embargo, no es una idea complicada, por lo que no espera tener que dar demasiados detalles al respecto. ―Quería buscar algo para inaugurar, ya sabe, algo como un…regalo-, ¿un presente para su propio negocio? No, no le suena para nada extraño.

 

――Quizá este sitio (el callejón Knockturn) sea un mejor lugar para rentar; lo que sea más económico me servirá-, si bien hasta ahora no habría tenido problemas monetarios para sobrevivir decentemente, ni siquiera en los días aislado, tampoco era él un productor de plata enriquecido, por lo que, sin ser tampoco alguien apasionado por el oro, prefería ahorrarse gastos innecesarios muy a menudo. ―Me he dado cuenta que usted tiene varios negocios por el callejón-, desvió el tema de conversación hacia ella y aunque es normal hacer tantas pausas en su ya lento hablar, se apresura a continuar. ―No me lo mal interprete, era el trabajo de C.C.U. saberlo-, se justificó negando tan ruidosamente con la cabeza que despeinó algunos cabellos canos que cayeron sobre su frente.

 

――Como sea, ¿usted qué piensa? ¿Sera buena temporada para emprender?-, no puede ver a Valeskya, los estantes y las cosas sobre estos le dificultan la vista, pero por el sonido de sus pasos puede escuchar que tan lejos de él se encuentra. ― ¿O quizá de empacar?

 

 

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Escuchar la respuesta de Ollivander a la pregunta que había hecho la joven, solo había logrado que se desconcertara un poco. Miró a su alrededor: sin duda en ese lugar había de todo, menos cosas nuevas y ella en particular no era muy aficionada a los objetos de segunda mano, le traía el recuerdo de algo que había cambiado su vida de forma radical. Recordar esa situación solo ocasionó que retirara la mano inmediatamente del libro que estaba a punto de tomar. Comenzó a caminar con brazos cruzados, mientras parecía que había una montaña de objetos apilados en una forma tan peligrosa, que no dudó que se mantuviera en pie gracias a la magia.


A medida que sus pasos y los de Garry recorrían el lugar, haciendo un eco que sonaba casi tenebroso, las preguntas se iban agolpando una a una dentro de su mente. El hecho de que conociera el nombre de la dueña, no había logrado calmar esa dosis de adrenalina que se había elevado al punto de querer regresar el tiempo para buscar otra entrada que no hubiera tenido que ser forzada. Aunque el rostro de la ojivioleta permanecía impasible, siempre tratando de que sus emociones no la superaran y menos ante cualquier persona que no perteneciera a su familia… aún (?).


Observó que había lo que parecía un juego de té, estaba cubierto de polvo, pero pudo notar que había unos símbolos extraños, pintados o quizás con una leve marca en relieve. Acercó el rostro para examinarlo mejor y pudo notar que era una secuencia de dibujos, tan diminuta que lo había confundido con símbolos; parecía como si tratara de contar una historia y no pudo evitar recordar que en alguna ocasión había visto algo similar, pero no lo recordaba con claridad en ese momento. Tuvo que hacer un esfuerzo para no dejarse dominar por la tentación de tomar aquella taza para poder continuar viendo. Era un lugar desconocido, con cosas desconocidas y un dueño desconocido, al menos para ella.


La voz de Garry la sacó de sus pensamientos, siempre retomando la conversación después de varios minutos, como si éstos nunca hubieran pasado. La ojivioleta se irguió, tratando de buscar el origen de la voz de él para poder aproximarse; dio unos cuantos pasos y giró hacia la derecha, justamente para ver más cosas; le llamó la atención ver unos cofres de diversos tamaños y colores, particularmente había uno que había visto en el magic mall: un baúl de siete cerrojos, lo cual llamó su atención, ya que no era un objeto ni muy común ni muy barato. El terminar de escuchar las palabras del mago, hizo que la joven de cabello negro levantara la vista, como si pudiera verlo a lo lejos,


- ¿Un regalo…Para ti? – El tono de incredulidad en su voz hizo que se preguntara si había entendido bien. - En realidad cualquier negocio, en Diagon o Knockturn, puede resultar bien. Aunque no puedo asegurar si el tipo de clientela será la misma, como debes saber, no cualquier persona suele pasar por acá. Entonces… - Dejó la frase en el aire, justo para que Garry pudiera sacar sus propias conclusiones al respecto. - Y no te preocupes, no pensaba decir nada malo del hecho de que supieras de los negocios familiares.- Por alguna razón desconocida, sintió la necesidad de aclarar que la familia también estaba involucrada en esos locales.


- Al final, un negocio se trata de eso, chico Ollivander… de que todos sepan que existe. – Inevitablemente, le dio una patadita al baúl, para cerciorarse si aguardaba algo dentro. - Y con respecto a emprender… personalmente prefiero hacer cosas que me gustan, el trabajo de llevar a cabo un negocio se hace mucho más ligero. Así que, siempre es buena temporada para emprender… aunque.- Hizo una pequeña pausa antes de continuar. - Siempre dependerá de tus ganas de permanecer, así que deberías preguntarte si de verdad quisieras hacer algo nuevo y claro, también me gustaría saber más detalles acerca de tu local… –


- Por cierto ¿no te gustaría tener un baúl? Así podrías guardar cosas del negocio, o bien, empacar tus cosas personales… aunque tendrías que averiguar qué es lo que tiene dentro. –Por un breve instante, creyó escuchar un golpecito proveniente del interior, pero no estaba del todo segura. - Esto…. ¿Todo lo que está aquí es seguro? – Preguntó finalmente, solo para poder asegurarse de que podía explorar y revisar todo lo que había con detalles.


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No, no es un regalo para mí-, apenas masculla, tan bajo que no está seguro si quiera que Valeskya puede escucharlo.

 

Frunció el ceño ligeramente, pensando en lo que ella le explica sobre los negocios, y haciendo énfasis en el tema de la clientela, si era verdad que bueno sería sacar algunos galeones con el nuevo proyecto, después de todo ya lo había dicho, no tenía una economía enriquecida, pero más cierto era aún que no era su prioridad, los planes los había hecho con la intención mera de salir de esa rutina de la cual en algún momento de su vida ha comenzado a sentir que ya no encaja en la misma. No era, para nada un cambio de hábitos, las cosas que ofrecería no eran tan distintas a sus pasatiempos en la heredad, sin embargo, estar encerrado en casa solo, con el fantasma de sus ancestros maldiciendo de un rincón a otro, no es donde espera pasar sus días, no era conveniente considerando la situación por la que el brujo atravesaba.

 

Así que, en realidad no importaba mucho que clientela era la que se animara a visitar su negocio, pero entendía los límites que podían tener algunos magos y brujas al cruzar cualquier local dentro del callejón Knockturn. Valeskya estaba en lo más acertado al decir que mejor era cuando más gente supiera de los negocios disponibles, después de todo, tampoco el mago busca la exclusividad de un público determinado, pues su propuesta cubría, o él cree que lo hace, gran variedad de gustos o intereses, dentro del tema que tendría por supuesto, sin mencionar que, según lo que ya sabe, negocios con actividades similares habría visto ya varios de ellos a lo largo y ancho de Diagon, por lo que no espera que sea el suyo el más popular tampoco.

 

Aun así, le roba una sonrisa tímida tan solo pensar tener un lugar como el que ha estado imaginando estos días.

 

Luego de merodear un rato por entre tanta cosa vieja(?), no cree haber encontrado nada aun tan bueno como para salir corriendo y gastar sus galeones sin terminar de preguntar que es o para que sirve, inusual es, pero debe ser que la conversación que ha comenzado con Valeskya lo tiene embelesado en otras cosas. No obstante, se detiene un rato a observar lo que parece ser una caja de música, tiene la forma de un gran salón de baile, como el grande, polvoriento y que ahora usa como bodegón en su casa. No hay muñecos en él, pero se pueden ver las vías por donde pasan y cruzan al moverse bailar. La pieza a Garry le provoca un malestar terrible, como si de algo malo que ha recordado de pronto se tratara.

 

¿Un baúl?-, luego que se ha alejado de aquella pieza, se apresura para asomarse por entre los estantes, primero que nada, buscando la ubicación de Valeskya. Cuando la encuentra finalmente, a un costado casi de lo más cercano al mostrador, se desplaza con extraños largos pasos hacia ella que lo llevan a estar junto a Granger en cuestión de solo unos segundos. ―Oh-, su mirada se dilata con júbilo mientras el par de peculiares ojos inspeccionan el exterior del objeto, sin duda no es algo que llevaría a casa solo porque sí, pero hay en la pieza algo más allá que seguramente solo percibe, aun cuando no es capaz de notarlo físicamente. ―Tengo uno como estos en casa-, explica distraído, sin apartar la mirada del objeto. ―Aunque no está usado, lo compré hace mucho.

 

Sin duda se antoja abrirlo, pero, a pesar de que han entrado al negocio casi sin avisar y aun sin cerciorarse de que hay alguien atendiendo, de pronto no parece tan bueno manosear las cosas sin Eileen o algún encargado en la tienda que pueda asegurarse de que solo “están mirando”. No nota la preocupación de Valeskya por la estabilidad que los objetos ahí dispuestos a venta pudieran tener hasta en el momento de compartir una breve mirada con ella, si bien a ella Garry le conoce pocos gestos en realidad, esta vez no tiene problemas para entender su preocupación.

 

La verdad es que no tengo idea-, contestó, esta vez poniéndose en canclillas frente al baúl para mirarlo mejor. Y es que, a diferencia del suyo que tiene casi nuevo en casa, este tiene algunas marcas talladas como escritos sobre la tapa y otro tipo de marcas como raspones o rasguños de algún mueble o animal pequeño, seguramente alguna mascota del dueño que pudo haber tenido antes. ―Pero son cosas viejas, vendidas en Knockturn...-, desde abajo, volvió la mirada nuevamente a Valeskya, ensanchando los ojos para mirarle mejor en aquella penumbra, aunque el gris rostro del muchacho se muestra igual de neutral que siempre. ―No me gusta ser prejuicioso, pero tampoco me confiaría-, finalmente se encogió de hombros cuando ha vuelto su atención al objeto mágico.

 

La pieza esta visiblemente gastada, incluso sucia, por lo que Garry puede pensar que quizá es algún artículo que le ha llegado apenas recientemente a Moody, o, por otro lado, que es algo de lo que indudablemente deben tener cuidado. Pareció dudar un segundo antes de finalmente desenguantar su mano izquierda y pasar cuidadosamente, por sobre las figuras talladas en la tapa, la marca del manzanillo que pela la piel de la siniestra, como una infinita herida abierta. A su paso va dejando un brillo tan fuerte como el de magma en cada figura que toca, las manos del brujo tiemblan como es costumbre, pero el brujo no parece turbarse al respecto. Tras haber terminado el recorrido, parece quedar meditativo antes de volver a mirar a Valeskya.

 

¿Intentamos abrirlo?-, cuestionó a Granger mientras sus ojos van abandonando aquel ardiente color y se muestran pálidos nuevamente poco a poco.

 

 

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No pudo evitar retroceder un par de pasos al escuchar las palabras que indicaban que ese lugar, mucho menos los objetos, pudieran catalogarse como seguros; a pesar de que había muchas cosas para ver y aunque según el letrero de la tienda indicaba que eran objetos de segunda mano y que encima estaban a la venta, eso no era ninguna garantía para la ojjivioleta. Era inevitable el pensar en todos los magos y brujas que solían desechar objetos y no siempre eran de lo más inocentes; pensó en algunas cosas que ella poseía en su habitación y aparte los que estaban esparcidos por la mansión, como el jarrón con runas grabadas y que ellos solían utilizar como florero.


- Nunca has tocado un objeto maldito ¿cierto? – Preguntó la joven con cierto desdén tras un largo silencio y cruzó los brazos mientras observaba a Garry. - Lo peor que puede pasar es que te mueras con tan solo tocarlo, aunque acá dudo que ese sea el caso… sin embargo, nunca se sabe qué clase de conjuro antiguo puede guardar un objeto tan simple, como aquel estante con trofeos de quidditch, las cajas que están allá en el fondo… ESE BAÚL… solo por citar varios ejemplos.-


La pelinegra hizo especial énfasis al mencionar aquel cofre, solo por cuestión de fastidiar y ver la reacción del brujo; de alguna manera se sorprendió a sí misma al darse cuenta que le gustaba hablar con él, a pesar de que no tenía pinta de ser una persona amigable, aunque desde el principio le había quedado más que claro que Ollivander solo generaba desconfianza como primera impresión, pero solo era una cuestión de apariencia; al menos hasta donde ella se había dado cuenta, le daba la impresión de que era tranquilo… demasiado.


Desde que lo había conocido, nunca se había detenido a analizar qué era con exactitud lo que había ocasionado que hablara con él, incluso con más familiaridad de la que ella esperaba. Sabía que al inicio había mucha curiosidad, pues no creía en que alguien pudiera ser tan tranquilo; ella no le compraba ese papel, mucho menos al ver la serie de cicatrices que cubrían parte de su rostro. Le resultaba más que obvio que, al igual que todos, tenía un pasado, aunque seguramente mucho más tormentoso que el de muchos.


Pero había algo, no estaba segura de qué, que de cierta forma la detenía a hacer preguntas que seguramente serían incómodas. El hacer un análisis en busca de cuál sería el momento adecuado para hablar de cosas más personales, era algo que resultaba particularmente difícil, más en ese momento en el que Garry llamó su atención en el momento que parecía darle a ella la última palabra sobre abrir aquel baúl que no parecía ser de lo más común. “¿Qué podría pasar?”, esa pregunta rondó por la mente de Valeskya, pero no como en otras ocasiones, sino que podía imaginar aquel tono de voz cargado de sarcasmo, ése que siempre parecía advertirle que seguramente nada bueno podría salir de eso.


- Vale, te protejo desde donde estoy… sigo negándome a tocar ese baúl y mucho menos ahora que veo que emite destellos extraños. – Levantó su varita y lo miró desde donde ella se encontraba. - No pienso dar ni un paso más adelante… aunque si lo miramos desde el lado en el que tú eres el que anda desarmado… suele resultar una buena estrategia después de todo ¿no crees?-


Hasta ese momento, la ojivioleta había olvidado ese gran detalle. Fue inevitable mirar a Garry a los ojos con la incredulidad dibujada en su rostro ¿de verdad había olvidado su varita al salir? Movió la cabeza en señal de desaprobación, cerciorándose de que el joven la mirara. En ese momento llegó a su mente la posibilidad de que quizás él pensaría que era una cobarde, aunque en el fondo tenía firmes razones para no arriesgarse a más.


- Es posible qué... – Dejó la frase en el aire y apuntó con su varita hacia el baúl. - Alohomora… - Dijo en un susurro y con una incredulidad que se quedó a un lado al ver que extrañamente se abría. - ¿Estas cosas no se suponen que son súper seguras? Podemos entender entonces por qué el dueño lo dejó acá. –


Se acercó al ver que no había salido algún ser vivo o muerto de aquel enorme cofre. Vio que había una serie de pergaminos, aunque mucho más antiguos de los que se solían utilizar habitualmente. Pudo ver que había muchos símbolos que ella no reconoció en el momento y al fondo de aquel baúl, había un libro, de pasta negra y sin ningún título en la portada, pero parecía estar sellado.


- Es extraño… por un momento creí que había alguna clase de criatura encerrada. ¿Qué crees que sea esto? – Preguntó.


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Llevaba un tiempo pensando abrir un negocio en el callejón, algo que no se apartara tanto de lo que hacía actualmente en el Ministerio, pero que le proporcionara algo más de libertad propia. La idea de abrir un pequeño sitio para ser una detective privada le llamaba mucho la atención. Pero necesitaba prepararse antes, el dinero lo daba casi por hecho, tan solo con su primer sueldo esperaba que fuera suficiente para los trámites, conseguir el lugar quizás sería lo más complicado. Pero sin duda lo que más necesitaba era la decoración.

 

No quería que fuera la típica oficina de detective privado con lupas, libros y una simple mesa a modo de escritorio, ella lo haría por todo lo alto. Quería buscar objetos curiosos, extraños y sumamente mágicos para llenar estanterías. También alguna alfombra o varias, cortinas, etc. Oyó al pasar de varios sitios curiosos donde podría hallar cada clase de cosas inimaginables, pero el nombre de una en particular le llamó la atención. "El trastero".

 

Tras buscarlo, el sitio parecía un viejo local, aunque según decían había abierto hace poco. Tal vez era para mantener una estética misteriosa, pensó. Empujó levemente la puerta que le daba la bienvenida, observó su alrededor y sabía que fue una buena decisión. El lugar, por más viejo que se viera por fuera, estaba perfectamente cuidado por dentro. La cantidad de cosas acomodadas de maneras impares y confusas le llamaba la atención. -Algo de esto podrá serme útil.- Murmuró para si misma en voz baja.

 

Dio un paseo entre los estantes y aparadores a su paso, objetos flotaban por el sitio tentando a ser tomados. ¿Pero qué sería lo más ilógico de tener en una oficina de detective? ¿Un reloj que habla? ¿Libros que aparecen y desaparecen? ¿Cadenas chillonas? Las posibilidades que aquel lugar le daban a su mente eran abrumadoras, necesitaría algo de ayuda para elegir lo que se llevaría...

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Nunca has tocado un objeto maldito ¿cierto?

 

Por un instante, que fue bastante breve, el brujo dejó de curiosear el objeto mágico, detenido luego de las palabras sin aparente interés de Valeskya. No es desdeñoso ni mucho menos lo piensa con mala intención, pero por el modo en el que ella habla, le hace pensar que experiencia en objetos malditos ella tiene de sobra. Pareció pensativo de más solo por fracción de segundo, pensando en si la pregunta es para contestarse o tan solo para dar pie a una advertencia sobre manosear el baúl de siete cerrojos abandonado en El Trastero sin tener cuidado. Se toma el tiempo de volver una vez la mirada hacia ella, observándole apenas por encima de su hombro, no parece preocupado, como es costumbre, pero ella tampoco.

 

De estar maldito, él me lo hubiera dicho-, argumentó sin ningún problema antes de volver los pálidos ojos devuelta al cofre. No es normal que hable de él con tanto descuido, de recordarlo; eso es algo que solo lo ha compartido con Evans todo este tiempo, lo cuidaba recelosamente para él, casi hasta con miedo, como si nadie fuera a creerle la versión retorcida de sus transformaciones de luna llena. Que descuidado estaba siendo, involucrando a Granger ahora. ― Quiero decir…que podría percibirlo-, destensó los músculos de sus hombros, no se ha dado cuenta antes de lo muy rígidos que se han mantenido luego de haber usado la magia de la maldición, sin dudarlo, tal como lo advertido, era un desgaste emplearla.

 

Suspiró sin ganas nuevamente antes de dejar de hablar, como si el tema no fuera importante en realidad.

 

Lo curioso de estar con Valeskya Granger estaba en el hecho de; cuanto más tiempo pasaba con ella, más tiempo le reconocía capaz de haber sido alguien que seguramente alguna vez ya se han conocido, como si hablara de vidas pasadas. Sin embargo, es su escasa experiencia con la gente que “le resulta familiar” la que le advierte que, no importa que tan tranquilo podía estar junto a ella, lo mejor era mantenerla lejos de la criatura, y quizá también de los malos hábitos del muchacho de arrastrar consigo a los demás hacia aventuras que no piden tener nunca. Si, quizá eso es justo lo que debe intentar hacer ahora, levantarse de ahí y escoltar a la bruja a los perímetros de la mansión Granger acompañados de una plática nada incriminatoria, después de todo ya podía volver él solo otro día a curiosear de nuevo.

 

Por otro lado, no cree que se ha divertido tanto acompañado de alguien en mucho tiempo, incluso siente que, en la transición que ha sufrido pre y post la caída de los bandos, la compañía de cualquiera pronto se volvería amarga para el brujo.

 

El gesto neutral de Garry se deformó con una larga sonrisa, tan amplia que hace parecer que las cicatrices en su rostro fueran a abrirse de nuevo. Asintió una vez, con suficiente energía a Valeskya accediendo finalmente al acuerdo o plan que velozmente ha elaborado ella para enfrentarse a aquel cofre, y casi arrastrándose por el piso dio espacio suficiente para que ella pudiera lanzarle el encantamiento sin problemas. Ante su mirada retadora por haber olvidado la varita, sin dejar de medio sonreírle, el brujo se encogió de hombros, pues cree que, descuido o no, ya es tarde para arrepentirse por ello. Tanta cosa bien pensada por parte de Granger, tan solo para abrir el baúl, a Garry le hace pensar en esas películas de suspenso muggle, por lo tanto, le divierte.

 

El cerrojo cedió luego de intentar un primer hechizo que resultó bastante fácil, el menor de Ollivander alzó las cejas con sorpresa y por un instante pareció lo suficientemente sorprendido porque aquello no diera el mayor problema. Por supuesto que resopla una risa divertida cayendo en cuenta de que Valeskya podría tener razón, y quizá es que el exdueño ha dejado aquella baratija ahí solo por su mal funcionamiento, sin embargo, eso no justificaba porque es que lo ha dejado con todo y el contenido. Por un segundo, mientras se acerca lentamente (casi detrás de Valeskya) y aun arrastrado por el suelo, el brujo tiene la idea de que tal vez los pergaminos que se encuentran ahí dentro pudieron ser colocados después, posiblemente por la misma encargada del negocio.

 

Se lo pensó mucho antes de animarse a tomar alguno de los pergaminos ahí dentro, debía ser cuidadoso con ellos, pues de solo verlos parecían capases de desintegrarse por lo viejos o maltratado que parecían estar. Garry hecho un vistazo a su alrededor antes, como esperando encontrar el rastro de alguien que pudiera explicarles mejor que eran aquellos pergaminos o como es que pudieran servir, pero lo único de lo que pudo ver es a una bruja más entrando también al descuidado local.

 

Parecen ser solo viejas notas, debió pertenecerle a un estudiante antiguo del colegio-, se aventuró a sugerir, no está en sus hábitos hacerlo en voz alta, pero quiere intentar aportar algo a las ideas que Valeskya pudiera estar formulando ahora. ―Se ven incluso más viejos que el baúl-, señaló el interior del cofre haciendo énfasis en el notable deterioro que tenía el papel aun cuando ha estado guardado dentro del cofre todo este tiempo. ―Hay que ver-, antes de adelantarse nuevamente, volvió una mirada sobre su hombro, solo para darse cuenta que la muchachita no está cerca, sino que se adentra entre los estantes. ―M-me parece ver algo ahí abajo-, su brazo izquierdo titubeó una vez antes de meterlo, tal vez solo por la idea que Granger ha metido en su cabeza de encontrar algún bicho raro allí dentro.

 

A tientas, el interior del cofre es indudablemente más profundo de lo que luce desde el exterior, “Ahí está la gracia de”-, piensa con tranquilidad, mientras procura no hacer daño alguno a los pergaminos por donde intenta meter su mano hasta el fondo. Es cuidadoso de no tocar directamente con el sello del manzanillo cualquier cosa que pudiera encontrarse allí, aun así, mientras busca a siegas, de vez en tanto se distrae en las notas externas que tienen algunos pergaminos. Nombres como; acromántula, cancerbero, unicornio y hasta un ironbelly ucraniano, se encuentran escritos con caligrafía impecable en algunos de ellos, aunque la tinta casi se desvanece.

 

Podría tratarse de un bestia…agh--, interrumpió sus palabras lo que pareció sacudirlo como una leve descarga eléctrica. Dos de sus largos dedos apenas habían alcanzado a hacer contacto con la portada de cuero de aquel libro que se encontraba oculto entre pergaminos. Ha sido atacado de pronto por una ráfaga de imágenes que no puede comprender de primera impresión, aunque entiende que todas se tratan de él mismo y sus días pasados.

 

Como un auto reflejo, Garry apartó la mano de inmediato y retrocedió lo más rápido que pudo del cofre, casi arrastrándose en el piso, aun parecía tranquilo de rostro, pero frenéticamente tallaba su rostro con ambas manos, como si quisiera eliminar el cosquilleo de la descarga que aun sentía hormigueándole en su rostro. Se sacudió un poco más, como si de un can maltratado se tratara, luego levantó la vista hacia Valeskya y le observó con grandes ojos llenos de asombro, sin embargo, el gesto no le dura y mientras se incorpora de nuevo para acercarse, su flemático gesto remplaza cualquier sorpresa que pudo haber tenido antes.

 

Estoy bien, solo fue un…reflejo-, masculló con calma asomándose nuevamente al interior del cofre, esperando que su rápido movimiento hubiera removido los pergaminos para ver mejor el libro que se encuentra al fondo del baúl. ―Fue eso-, le señaló a Valeskya la pasta de cuero que se asoma apenas entre los rollos de pergamino. ―Parece un grimorio, pero….- ¿qué posibilidad había de encontrar uno ahí? Pareció meditarlo seriamente antes de asegurarlo. ― Ah, ¿qué es eso?-, de entre los tantos pergaminos, con el mismo tipo de letra con la que los demás habían sido escritos, el nombre de Grelliam M. Ollivander se escribió en la parte blanca, donde los demás llevan los nombres de las criaturas.

 

El sereno brujo forzó apenas el entrecejo, extrañado por aquella magia, no es capaz de sentirla como oscura, pero Garry tampoco se confiaba totalmente de sus propios medios para asegurarlo, después de todo bien sabido tenía que la criatura no siempre buscaba hacerle bien al hombre, si no más bien, sus intenciones habrían sido casi siempre someterlo a esa oscuridad de donde ella misma pertenecía. Aun así, tomó el rollo que lleva escrito su nombre y lo ojeo. En él parecía haber un boceto del mago, de cuerpo completo, dibujado en el centro del papel, alrededor se escriben algunas notas con detalles escasos sobre sus gustos, disgustos, habilidades y debilidades, como si fuera una ficha que lo describe a sí mismo, aunque a simple vista, se ve bastante incompleta.

 

Es un…-, cualquier cosa que pudo haber dicho luego, se vio interrumpido por un sonido tan fuerte como un estallido que retumbó en el lugar, al levantar la mirada Garry pudo ver como frente a ellos un boquete del tamaño de un puño se había formado en uno de los muros del local. Sorprendido, giró lo más rápido que pudo en dirección a la puerta, para encontrarse con algo que cree jamás ha visto en su vida. Por un momento, en un intento de entender que rayos era eso, el mago quedo pasmado.

 

Era una figura alta y robusta, de evidentemente mucha fuerza, aunque su rostro oscurecido por una sombra espectral, parece demacrado, sus brillantes ojos amarillentos como los de un reptil, lo hacían solo parecer más sobre humano de lo que ya aparentaba. Vestía unas ropas desgastadas y sucias, pero al mismo tiempo tenían la pinta de parecer uno de esos cazadores de animales muggles. La piel de aquella figura, que les sonríe tan ampliamente que es aterradora, es de un tono grisáceo casi traslucido, por lo que Garry deducirá que se trata de un espectro, tal vez el fantasma del que alguna vez fue el dueño de aquel cofre, sin embargo luego de aquella carcajada que soltó tras cargar su escopeta otra vez, lo hizo parecer tan vivo que tuvo que moverse tan rápido como le es posible para escapar de otro tiro de su parte.

 

Cuando Garry pudo reaccionar otra vez, aquella figura no pierde el tiempo para apuntarle nuevamente con su arma, y él no se movería más a no ser porque rápidamente siente la brisa fría del exterior colándose por el par de agujeros detrás de ellos. Sin duda hace lo que puede, pero cree que seguro Valeskya a interferido en aquel último disparo para que no terminara impactando contra él, no es fácil saberlo, todo se mueve y pasa tan rápido, que en lo único que puede pensar ahora es en intentar sacar a Granger de aquel aprieto a donde la ha arrastrado.

 

 

@@Valeskya Granger

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  • 2 meses más tarde...
Poco a poco, Ellie regresa al mundo de la vigilia. Siente el cuerpo adolorido, por haber dormido en una posición tan incómoda; sin estar segura de qué hora es, qué día es, o si quiera en qué lugar está, levanta el rostro del escritorio... ¡Maldita tortícolis! Un calambre recorre su cuello y le arranca un quejido de dolor. Se toma unos momentos para relajarse y dejar que pase el dolor; entonces, comienza a recordar. Harriet se fue, dijo que se reuniría con algunos amigos en Hogsmeade; Ellie le permitió tomarse el resto del día, pues últimamente no había mucha clientela y ella no tenía demasiado trabajo. Ya había terminado de arreglar el artefacto de Arianne Dayne, aunque ésta nunca regresó para buscarlo; seguramente, algo tendría que ver el hecho de que era una persona buscada por el Ministerio de Magia —y por eso mismo, no intentó contactarla tampoco—. Cuando recuerda la visita de la mujer, no puede evitar sentir cierto enojo pero, a la vez, se dice que lo mejor es no pensar en el tema; lo mejor es que no se conozca el contacto que tuvo con la bruja, aunque haya sido algo muy leve y formal.


Todavía pasan por su cabeza fragmentos del sueño en el que estaba sumergida, que se vio interrumpido por... ¿Qué? ¿Qué fue lo que la hizo despertar?


Como si el universo respondiera su pregunta, percibe el ajetreo en la planta baja. Las voces llegan hasta ella y, entonces ¡boom! Un estallido hace que la humilde estructura se estremezca. ¿Acaso su tienda está siendo penetrada a la fuerza por ladrones... o por algo peor? Hay rumores de que los mortífagos han vuelto a causar estragos en la comunidad mágica de Gran Bretaña.


Ellie se limpia la baba de la mejilla con la manga de su túnica negra, y baja a toda prisa los escalones. Hay una bruja frente al mostrador, la reconoce: se trata Zelda Katherine, una bruja que trabaja en el Departamento de Misterios. Se pregunta si está ahí por casualidad, o porque llegó a los oídos de los otros inefables que fue víctima de un terrible robo; sin embargo, pronto se deja de preocupar acerca de su presencia. No es la única que está en El Trastero ese día, ni tampoco es la responsable de aquel terrible ruido.


—¿Garry? —Ellie frunce el ceño. Si Garry está ahí, seguramente él tuvo algo que ver— ¿Acaso tú...?


Junto a él, reconoce a Valeskya, parte de la famosa familia Granger; aunque no la conoce mucho, duda que ella sea una gran causa de problemas, a diferencia de su acompañante. Entonces, sus ojos ven más allá de ellos dos... y se queda sin aliento.


—¿Qué demonios es eso? —susurra, con un hilo de voz.



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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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