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Heredad Ollivander (MM: B 110990)


Hessenordwood Crouch
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2. Escabullirse

Cuando escuchó aquellos pasos sigilosos y efectuados con cuidada discreción atravesando el pasadizo, su primer instinto fue huir. Era el reflejo más naturalizado en su cuerpo y la ventana a su espalda parecía la mejor de las opciones.

De uno u otro modo, sabía que ese momento iba llegar tarde o temprano. Era una lástima que justo coincidiera con la más espectacular de las tormentas que había visto desde su llegada a Ottery, pero debía moverse ya, a costa de estropear el elegante traje que llevaba encima.

Sin embargo, la magia tiene caminos extraños, se encuentra en los rincones más inesperados y sus designios a menudo no son evidentes para los hombres y mujeres que intentan apropiarse de ella en lugar de solo fluir interpretando sus deseos.

A punto de colocarse encima la capa invisible para salir de allí sin llamar la atención del recién llegado, la sintió vibrar en su interior, con ese cosquilleo incómodo que era el preludio a una revelación mayor.

Si cerraba los ojos ¿Qué era lo que ella le susurraba en esos momentos?

Medio minuto más tarde, cuando la puerta se abrió con un lastimero chirrido de los goznes, el visitante le encontró cómodamente sentado en la butaca principal, con los dedos entrecruzados y la sonrisa más despreocupada que pudo permitirse con tan poco tiempo de preparación.

No creo haber dicho que lo fuera- la manera con que aquel extraño aseguraba la muerte del señor de la casa era sobrecogedora, de la misma manera en que su mirada lo había sido antes, lo que lo alertó de que trataba con una persona de cuidado- pero si usted dice que lo es, supongo que debo creerle ¿No?

Sin planificarlo, aquella residencia se había convertido en su sitio favorito de escape, y le daba solidez a la historia que tan esforzadamente había estado construyendo para no tener problemas en asentarse en los convulsos tiempos que sacudían la sociedad mágica inglesa. Era por eso que no quería renunciar a ella tan pronto, y si el tipo al frente estaba dispuesto a constituir un hogar allí, tenía que hallar el modo de ser parte.

Al costo que fuera.

Aún no me ha dado su nombre, señor. Y me gustaría saberlo, porque tengo razones legítimas para estar hoy aquí- levantándose de la butaca caminó hacia él, sorprendido de que fuera ligeramente más alto -  y creo que de la misma manera que la magia de la casa aceptó mi presencia, usted podría hacerlo. 

Afuera relampagueó una vez más, y el brillo iluminó de forma fantasmal el rostro de ambos. El hormigueo que le recorría la espalda lo inquietaba, era otra señal de su cuerpo de que lo mejor hubiera sido evitar ese encuentro, pero se mantuvo firme en sus gestos suaves y corteses, dejándose guiar por la magia tan particular de la propiedad, la cual percibía también en la persona que tenía frente a él.

@ Hessenordwood Crouch

Editado por Rory Despard

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3. Murciélago,

Su aspecto era tan diferente ahora, en tantos sentidos y por mucho, tan desigual al que llevó consigo por todo ese tiempo, que desconoce la manera en la que esta persona intenta acercársele. Pero es razonable, piensa, ni siquiera tiene la certeza de qué es lo que los ojos de este hombre ven, sobre todo si se encuentra bajo toda esa capa de trapos ahora empapados cubriéndole de pies a cabeza solo dejando al alcance el brillo tan particular de sus claros ojos azules. Él por otro lado luce tan diferente, es una persona limpia de aspecto, aunque no del todo agradable para su vista, además, parece resultar ser irritantemente conversador. 

Aun así sus palabras han conseguido que por unos segundos su sólido semblante retroceda apenas para dar paso a algo mas cercano a la confusión o desorientación en su mirada, la cual regresa a computar información nuevamente por lo alto y ancho de la figura del hombre y se desvía un poco más allá del suelo de la habitación, indagando mas bien en sus propios pensamientos, como si estuviera tratando de ordenar las palabras en una oración que le resulte correcta. 

Quizá la mascarilla que cubre un poco mas de la mitad de su rostro no le permite ver a su nuevo interlocutor como es que ha apretado los labios en un signo de duda, aunque el entrecejo delata mejor su incertidumbre, si él no está aquí como patriarca de los Ollivander ¿qué mas hace en este hogar maldecido? ¿qué ha intentado hacer él con todo esto? dice que la magia de este lugar ha aceptado su presencia, ¿eso quiere decir que aceptaba entonces el lazo de unión familiar de los Ollivander? 

No había razón para serlo, no es capaz de sentir ni una pizca de maldición en él, sin embargo, ha observado bien, y todo en este hombre parece estar correcto, ¿por qué mentiría? Quizá, también él, estaba confundido. 

Cada movimiento que hace después es cuidadoso, tentativo, suave, no rompe con la penumbra de aquel mítico lugar, sino que rápidamente se adapta a él, al espacio húmedo y oscuro, a la poca luz, al silencio ensordecedor de la casa. Después de que pareció haberlo “hablado consigo” el porte recto y duro se formó de nuevo bajo la empapada capa que escurre tanto o más agua que el de la tormenta allá afuera.

Lasky-, responde, un tono de voz firme, como una declaración, pero su verdadera expresión corporal, oh, es ligeramente gentil, dócil muy muy por debajo de toda esa fachada de buen soldado. 

No siente necesidad de aclararle al hombre que se ha equivocado con su aspecto, pues ni ella es capaz de reconocerse en esta forma, de igual manera, más como un acto formal, retira el sombrero y la capucha de su cabeza que le han estado protegiendo de la lluvia todo este tiempo para que puedan finalmente verse cara a cara. 

Y ¿quién eres tú si no más que un intruso entonces?-, inclinó apenas la cabeza, con genuina curiosidad, algo que no parecía un gesto planeado. —Te equivocas, si no eres un Ollivander no hay más razón, ni legítima siquiera, para que estés aquí ahora-, proclamó. —Si no eres capaz de responder por ellos, vete de aquí-, no es hosco el acento, pero aun en su neutralidad resulta casi irrebatible. 

La capa detrás de si se ondeó con tanta fuerza mientras le daba la espalda para alejarse de aquella habitación y detrás de sus primeros pasos se escucharon aleteos despavoridos, quizá o mas bien enfurecidos con aquel ser humano que perturba su calma con tan solo su presencia.

@ Rory Despard

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4. Vieira

La inspección que su interlocutor hace de él es incisiva, sus ojos azules lo examinan aún con la dudas reflejada en ellos, pero aparte de eso y el sonidos de un par de respiraciones ásperas, no hay ese algo más que le ayude a saber que tan efectivas están siendo sus palabras. Y es que es difícil intuirlo con toda esa maraña de ropa que ve que el otro trae encima, tan voluminosa y tan mojada que ha formado un charquito en el suelo bajo sus pies. Y porque ahora que está pudiendo verle más de cerca, ha comprobado que lleva también un sombrero y algo sobre la cara que no deja ver de todo bien sus facciones, por lo que bien podía haber errado en sus primeras impresiones. 

Con tal tensión acumulada, la oleada de alivio  llega en el momento justo para fortalecer  su  confianza, cuando sin dejar aún traslucir del todo quien es, del otro lado obtiene un nombre, uno solo.

Lasky. 

El repaso mental que hace de ese nombre no arroja resultados. Es verdad que no se ha relacionado mucho tampoco, en esos pocos días que lleva en Ottery, pero ninguna de ese puñado de personas de diferente índole con las que se han conocido, le han mencionado ese nombre. 

Siendo tan particular como la apariencia de quien lo posee, no podría haberlo olvidado. 

Aquella inspección inicial termina, para su fortuna, de forma positiva. Sea por mera formalidad o porque ha conseguido un mínimo lazo de confianza, ya libre del sombrero y lo que sea que le estuvo cubriendo la cara, las facciones bajo esas sólidas coraza le revelan que ha estado equivocado al llamar señor a la persona que tenía delante, engañado por su porte soberbio, cuando en realidad está ante alguien bastante joven y en óptimo estado físico.

Y aunque nunca ha dominado el arte de la disculpa, ante la nueva interpelación que recibe, está más dispuesto a intentar compensar el error.

No pretendía hacerme pasar por un Ollivander, no con usted al menos- admite en un tono más bajo.

Su declaración había pretendido "halagarla", pero la reacción de Lasky, dándole la espalda con irritación, le hace caer en cuenta que no solo ha errado de una forma terrible, sino que a menos que sepa dar una mejor respuesta, perderá del todo la atención de la mujer, quien ya está de hecho dando media vuelta para irse de la habitación (o quizá solo preparándose para cumplir su amenaza de sacarlo de ahí).

Escuche por favorSoy músico. Mi nombre es Inkill y fui traído para amenizar un cumpleaños en el Castillo Evans McGonagall hace unas semanas. Se suponía que en cuanto cumpliese ese contrato, iba regresar a mi país, pero yo no quería volver, de hecho, ya muy alcoholizado, rogué a la señora de la casa que me acogiera, y no puedo recordar que pasó después...- sus ojos oscuros se entornaron intentando recordar en vano- pero al despertar, aparecí aquí, en los terrenos de esta propiedad y los fantasmas, de fuera y de dentro de la casa, me hicieron saber que me encontraba en la Heredad Ollivander. 

Habiendo contado su peripecia, está seguro que ella todavía podría hacerle más preguntas sobre por qué, después de todo lo ocurrido, se ha sentido impulsado a permanecer ahí, cuando él mismo ha visto como desde animales hasta otras personas evitan ese lugar, temerosos de la advertencia que se exhibe en su maltrecho borde exterior.

Y casi quiere que lo haga, que esa historia haya conseguido captar su atención lo suficiente como para no dejarlo ahí solo.

Yo estoy dispuesto a lo que sea para permanecer aquí en Inglaterra. Así se lo hice saber a la señora Evans, y si me explica a qué llama usted "responder por ellos" quizá, quizá podría hacerlo- termina por decir, deseando en su interior que el marcado acento latino de su inglés no le haya jugado una mala pasada.

@ Hessenordwood Crouch

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5. Llamas,

Se encuentra al borde de la habitación, con un pie adentro y el otro casi afuera mientras examina el pasillo que ahora tiene por delante, no es el mismo que recorrió para llegar hasta aquí, sino uno más estrecho, casi vacío salvo por las puertas a los lados y el alto vitral del fondo que por lo que puede ver desde ahí, tras la lluvia, le muestra una perspectiva diferente del exterior de la casa. De algún modo ahora se encuentra en un segundo o tercer piso de esta. Pero ¿en qué momento si ni siquiera había subido escalones?. La tormenta de afuera estalla una vez más con un relámpago con el que ilumina brevemente el angosto corredor que muestra únicamente una sola dirección, cómo si esto; la casa, la tormenta afuera, la voz de Inkill cómo uno más de los sonidos al fondo, le estuviesen dirigiendo hacia donde todos ellos quisieran y no a donde ella quiere y necesita.

Debe ver, escuchar y resonar más allá de lo que este cuerpo pequeño y estrecho le permite, está pasando por alto algo importante, y comienza a pensar que quizá este hombre realmente no está aquí por mera casualidad. Debe pensar en ello, nada ha sido más fácil desde que despertó bajo esta forma, por lo que muy probablemente eso que busca podría estar escondiéndose frente a sus narices y ella simplemente no lo percibe todavía. Así que lo hace, explora esta casa, la tormenta de afuera, todo lo que ensordece y ciega a su alrededor desde que puso un pie dentro de esta casa y que ha ido empeorando tras perder su pista al encontrarse con Inkill en el despacho principal del palacio de los Ollivander.

¿Por qué continuaba él aquí de todas formas? Sin quererlo realmente ha escuchado todo lo que Inkill dice después de su nombre, pero no es tan importante ahora, y aunque en otras circunstancias hubiera incluso intentado entender aunque fuera un poco al hombre de particular acento, esta noche el músico era el menor de sus problemas. 

Los muros retumban nuevamente a su alrededor, pero Lasky reconoció que no fue la tormenta esta vez si no la casa entera, cómo si exhalara con escasa vida. —Ahí estás, bruja-, murmura para sí antes de continuar con su caza, su serio rostro se oscureció de nuevo y volvió a colocar la capucha y el sombrero sobre su cabeza, completamente dispuesta a perseguir furtivamente el rastro nuevo que ha encontrado.

Sin embargo, antes de volver a hundirse en la penumbra, a solo medio paso de estar completamente fuera del estudio, las palabras de Inkill finalmente llegan hasta ella (un poco a destiempo quizá) y terminan por congelarla en su sitio. 

Escucha entonces el primer latido. Pero para Lasky, su oído no es mejor que su vista. Asi que se detiene ahí, con ambos pies todavía dentro del estudio y se gira nuevamente, lo hace despacio otra vez y aun así el aleteo de su capa es perceptible, los ahora casi amoratados ojos de ella están de nuevo sobre el hombre elegante del otro lado de la habitación. Exhala largamente, lento, consiguiendo que su firme cuerpo tiemble por primera vez de frío, resintiendo al fin el agua de lluvia sobre sus ropas, el frío de Ottery, las heladas tierras de los Ollivander. Es solo un breve momento de sosiego entre ellos antes de que ella, ágil cómo un depredador, termine con largas y veloces zancadas la distancia que los separa, tomando al musico con fuerza del antebrazo, para acercarse a él todo lo que físicamente sea posible. 

Sus cuerpos no se tocan más allá del agarre firme del que ella se aferra a su brazo, pero aun es tan demasiado corto el espacio que los separa, que ahí puede sentir su calor, oler su desagradable colonia, escuchar su respiración y el pulso y finalmente puede verlo. No ve el agradable matiz de su piel, ni se detiene en la forma de sus cabellos, ni siquiera nota sus gestos con claridad y es que a esa distancia tan pequeña es difícil intentar enfocar su rostro completo, si no que mapea el universo que se esconde detrás de los surcos y amalgamas que conforman su mirada. Su cabeza todavía se inclina hacia adelante un poco más y se tuerse apenas, curiosa e intrusiva, para que el sombrero le de un mejor acceso. Es casi aterrador el modo en el que inspecciona esta vez, muy diferente a hacerlo a la distancia, pero después de algunos segundos, parece resultar mucho más efectivo.

No. Arrepientete de tus palabras justo ahora, Inkill el músico-, pide. —No pretendas ser alguien que no eres-, su voz era suave, Lasky, aun con ese porte firme y aparentemente violento, aun con esa demanda en sus palabras, más bien parecía que intentaba otorgar clemencia desesperada al hombre. —Lo veo justo ahí y lo siento aquí también-, apretó un poco más sobre su brazo. —No hay en ti ni una sola miga de Ollivander-, suavemente, lento, ella retrocedió y su rostro, antes iluminado por la curiosidad y el desconcierto por este hombre, se apagó casi con melancolía hasta volver al gesto estrictamente serio. —Así que toma tus cosas y sal de aquí antes de que esto te alcance. Vamos, te escoltaré a la salida-, era gentil, pero la sequedad de sus gestos, de su acento, la hace extraña.

Giró de nuevo sobre sus talones en dirección a la puerta, pero esta vez el aleteo de su capa le traicionó y ocultó hábilmente el zumbido del dardo que salió de la nada intentando impactar contra ella. Afortunadamente, las capas de ropa y arneses camuflan su forma y el arma no logra más que atravesar de lado a lado la empapada ala izquierda de su traje. Sin dejar de moverse por la habitación, cómo si de un ave atrapada se tratase, Lasky esquivó tres más de los ataques, empujando a Inkill hacia un lado en el proceso para hacerlo caer al suelo, no para evitar que un dardo le impactase si no para hacer que “su intento de escape” (si es que pretendia hacerlo) fuera algo más torpe y complicado.

¿Esperabas a alguien más?-, preguntó detrás del particular escudo cóncavo que aparece tras ondear su capa al aire frente a ella. —¿O a esto te referías con tener razones legítimas para estar aquí ahora?-, tan rápido cómo comenzó, el ataque cesó, la casa crujió nuevamente y de nuevo fueron solo ellos dos y la tormenta de afuera.

Quizá si se había equivocado, quizá ha hecho una lectura equivocada de él y este hombre realmente si sabría responder por un Ollivander con tal de quedarse en estas sucias tierras.

@ Rory Despard

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6. Ramo

La rapidez de los movimientos de Lasky lo deja perplejo. En sus 25 años de vida, Inkill puede jactarse de haber conocido a gente muy variada, pero lo que la bruja acaba de hacer es simplemente fabuloso. 

La admiración es tan grande, que bastante pronto se sobrepone a la pesadez e incluso el hincón de dolor que le ha provocado el agarre de ella en su antebrazo, generando una cercanía abrupta entre sus cuerpos.

El retumbar de su corazón es tan potente ante ese súbito contacto, que tiene que mirar hacia su pecho para comprobar que todo permanece en orden allí, apaciguarse lo suficiente. No necesita complicar más la situación que de por sí ya se ha tornado extraña. Necesita en cambio, que ella se convenza de lo serio que está siendo con sus palabras y su voluntad de permanecer allí al costo que sea.

No comprende que es lo que Lasky está buscando esta vez en él, pero nota como está olfateando en el aire, desplegando sus sentidos y su intuición para encontrarlo, sin dejar de sujetar con firmeza  su brazo, como si él fuese algo arrancado de otra parte que podría derrumbarse si lo deja ir. O un regalo colocado por alguien más ahí que ella intenta comprobar si es o no inofensivo. 

Casi se siente decepcionado que al final esté volviendo a insistirle en que se marche, peor aún, asumiendo cosas que no está en posición de juzgar a tan pocos minutos de haberlo conocido. 

Un músico vive de la pretensión, pues siendo lo que no es, es como consigue libertad suficiente para crear. Sean sonrisas y halagos para un mecenas o para un público, de ellos depende al final del día, el valor tuyo y de tu arte.

No puede evitar que su declaración se tiña de pesimismo. Su vida está llena de esa experiencia, de la frustración de la falta de reconocimiento, de sueños incumplidos y de muchas carencias y privaciones pese a sus muchos fuerzos por complacer a quienes al menos inicialmente, mostraron alguna clase de interés por sus composiciones. 

Hay preguntas, sospechas, que comienzan a burbujear en su interior. No tienen que ver con las razones de Lasky para estar allí, pues ella le dijo desde el principio que venía a proteger ese lugar ¿Pero de qué o quien es que va protegerlo? ¿Qué es lo que puede alcanzarlo si continúa empeñado en ser un Ollivander?

La respuesta llega, pero no de la boca de la bruja, sino de la magia que Inkill comprueba que ya no está más reverberando a través del suelo, el ambiente o el aire que envuelve su alta figura, sino que se ha replegado de allí, como si la presencia de la mujer le molestaste. 

Acostumbrado a fluir con la magia, con aquella identidad flotante suya que tan bien podía acoplarse al vaivén que le pusiesen, Inkill se anticipa al ataque pero los segundos no le alcanzan para hacérselo saber a Lasky, quien a todas luces es el blanco, por cómo los dardos no dejan de perseguir su trayecto a lo largo de la habitación.

Fuese por preocupación o solo para comprobar que solo es ella la atacada, no tiene tiempo de pensarlo allí tirado en el suelo a dónde ha ido parar por el empujón que recibe. 

No esperaba a nadie. Al contrario, me esperaban a mí para amenizar un evento de beneficencia del nuevo ministro de magia- está esforzándose por mantener un tono de voz calmado, pero ver su traje arruinado por el fango que ella trajo de fuera no está ayudando nada y las siguientes palabras salen en un indudable tono de reproche- hasta hoy, jamás me había sucedido algo como esto. Estos ataques, está perturbación en la magia. A usted no le agrada este lugar y la casa lo sabe- muy lentamente, pero una explicación estaba empezando a dar sentido a todo eso y tardó poco en decirla en voz alta- ¿A qué vino realmente, Lasky? ¿"Proteger" era un eufemismo para destruir? Porque si es así, me temo que no estoy dispuesto a permitirlo. 

En el bolsillo interno de su abrigo, se encontraba su varita, pero no hizo un movimiento por sacarla. Cómo raíces infinitas extendiéndose bajo sus pies, él podía sentir la energía antigua de la propiedad bullendo, aguardando como él por la respuesta de la joven. No iba ser echado de allí, de esa residencia que le mostraba a todas horas distintas habitaciones, y que no se había cansado con ese ejercicio, de recordarle que si de algo tenía que morir un día, prefería hacerlo rodeado de lujos en el lugar más siniestro de la tierra, que en un indigno recoveco en medio de la más lamentable indigencia.

@ Hessenordwood Crouch

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7. Viaje

Exhaló el frío de su cuerpo tras un jadeo suave y tembloroso, recuperando el aliento y su condición rápidamente en una nube de vaho helado que empaña su visión por unos segundos, algo en ella pareció cambiar brevemente mientras recuperaba su pasmada compostura luego del ataque una vez que solo se encontraba de nuevo a solas con Inkill, ahora un poco más inquisitivo de lo que lo ha sentido antes. De todas formas, se cerciora de que -éste- realmente sigue siendo un lugar seguro o si es que su caza ha terminado acorralandole por descuidarse con este hombre de palabras que no hacen más que confundirla nublando su vista, su juicio, cada vez que él abre la boca. 

Ya te lo dije-, su voz es suave mientras se incorpora cuidadosamente del suelo donde apenas ha podido aterrizar luego de esquivar el último proyectil, pero sin nunca dejar de ver hacia el rostro de Inkkil, cómo si estuviera de pronto ante otra versión de él que no hubiera sido notada antes. —Seré quien cuide de este lugar ahora, haré de él un hogar mejor-, de nuevo se mostraba tranquila, aunque era evidente, aun en lo plano de sus palabras, su convicción implacable.

Algo en el músico ha cambiado de pronto, existe algo ahora en él que no estaba antes, algo que se comienza a arraigar dentro y fuera de él, piensa ella, cuando vuelve a examinarlo ante esta nueva distancia, que Inkill, con todas esas inentendibles palabras, ha estado engañandole todo este tiempo. Debió sospechar de él, seguro que si, después de escuchar de su historia el rastro familiar de los Evans McGonagall. Pero es que observar es (o fue) lo mejor que ha tenido ella todo este tiempo, Hurón pensó que su vista no podría engañarla jamás, es su mejor sentido, el más entrenado, pero ahora no parece siquiera suficiente para entender qué es lo que aquí ha sucedido. ¿Era la magia de esta casa o era de Inkill? Pero Lasky no retrocedió aún cuando la duda y el desconcierto comienzan a empañar sus ideas. Está aquí con un propósito, una misión, y no va a detenerse solo para intentar entender.

Voy a terminar con la maldición de los Ollivander, para siempre-, no se escucha cómo una explicación, si no algo que lleva programado, una verdad absoluta. —Así me lleve todas mis vidas-, apenas visible en la oscuridad del cuarto por su cristalino color el gancho afilado cómo arma se equipó para atacar desde por debajo de sus mangas. —No espero que lo entiendas, Inkill, el músico, yo te lo advertí de todas formas-, suspiró posiblemente de agotamiento, quizá de congoja. —Pero la historia me ha enseñado antes que si quieres terminar con el problema…-, tanta quietud en su semblante no podría ser humano, escondiendo su rostro bajo todo ese ropaje tal vez él no era capaz de reconocer la angustia que no reflejan sus palabras. —...Debes acabar con él desde la raíz.

En el siguiente instante Hurón está moviéndose por la oscuridad de nuevo, rápidamente esta vez en dirección a Inkill, no está segura de cómo es que él ha conseguido engañar a sus ojos antes, para ocultar su alma de la furtiva intromisión que ella ha hecho, sin embargo, ahora que tanto la casa cómo su objetivo principal han sabido responderle a cambio, Lasky reconoce su desventaja ante este hombre, por lo que pronto se vuelve su primer objetivo a eliminar antes de continuar con su deber.

Él también debió preverlo, y ella debió haberlo pensado mejor aceptando su derrota esta vez al verse rodeada de esa forma, pues cuando Lasky lanza el primer gancho con el puño en contra del hombre, apenas es capaz de rasgar gravemente el abdomen del muchacho, cortando sus ropas y dejando solo sobre su piel un rasguño apenas venenoso, así que intenta por hacerlo caer de nuevo al suelo, apoyada con el mismo impulso de su golpe fallido, el giro sobre sus talones la empujan lo suficiente para alcanzar un golpe sobre el pecho del hombre tratando de tumbarlo de vuelta a la butaca donde lo encontró por primera vez. 

Estuvo tan cerca, y lo hubiera conseguido, golpear con el ángulo y la fuerza suficiente para acabar con él de una última y única estocada si ante su asalto final el suelo bajos sus pies no se hubiese movido mortalmente y la hubieran hecho tropezar de último, cayendo casi con torpeza a los pies del brujo. ¿Esta era la magia que protegía a los Ollivander? ¿o solo era Inkill, todo desesperado por pertenecer aquí? Lasky rodó por el suelo para tomar el impulso siguiente antes de que el hombre tuviera más tiempo de contraatacar, pero en lugar de lanzarse de nuevo sobre él, Hurón desplegó una espada afilada desde otro de los pliegues embrujados de su emplumada capa y viró en sentido contrario para clavarla con fuerza y casi saña en algún otro lado de la oscuridad que esperaba tras ella. 

La casa entera crujió ante la herida, ocultando un gemido exhalado. El corazón de Lasky corre a mil por hora, sus ojos se abren queriendo resonar, escanear, reconocer todo lo que ahí en esas tinieblas se esconde, sin embargo, las manos que sostienen con firmeza cada una de sus armas no titubean siquiera. No hay arrepentimiento alguno. Por un momento incluso parece olvidar siquiera que Inkill está ahí del otro lado de la habitación, también igual o más dispuesto a proteger este maldito lugar cómo cada uno de los que le habitan, pero a pesar de ello Lasky no se mueve más para enfrentarlo, no todavía, no hasta asegurarse de que esta vez no ha fallado.

¿Cómo era posible? Conseguir romper la calma de este lugar con tan solo una mirada. Ahí estaba, viéndole desde el otro extremo, ambarinos y pesados ojos brillaron en la oscuridad, del otro lado donde el filo de su espada ha cortado, pero no parecen heridos, ni afligidos o compungidos, si no todo lo contrario, le retan, se burlan, la desafían, y la fulminan todo al mismo tiempo con un solo parpadeo. 

Casi-, murmuró la áspera voz desde lo más oscuro del cuarto, Hurón intentó finalmente retroceder, pero la espada parecía haberse clavado con fuerza en algo más duro que un cuerpo humano. —Pero fallaste…de nuevo-, saliendo de la penumbra por primera vez se mostró frente a ella el rostro de Yanna Smith. —Perra-, y dos movimientos de la Ollivander son suficientes luego de eso para romperle el brazo a Hurón y derribarla con un último golpe de su pie en el pequeño rostro de la intrusa dejándolo inconsciente en el instante. —Así estás mejor, ¿no?-, ella rió, mostrando sus feos dientes, a pesar de que sabe que la niña no la ve ni la escucha más. 

La casa parecía respirar de alivio.

Yanna permaneció un poco más de tiempo ahí, quieta, observando a sus pies al cazador que ha estado causando problemas el último par de semanas, analizando en su calma toda esta molesta situación. Después de unos segundos más de contemplación, cuando parece que ninguno de sus pensamientos la lleva a algo convincente, dirige esta vez su interés al chico al fondo del salón.

¿Cómo hiciste eso?-, pregunta primero, pero luego niega con la cabeza, no hay forma de que él hubiera hecho algo así. Así que reformula su pregunta. —¿Quién eres tú?-, vuelve a atender inspeccionando el cuerpo de la mujer en el suelo, pero por el tono de su voz es igual de importante tener esa información de él pronto. Sin el mayor de los esfuerzos que el de resistir ante el dolor de una pierna gravemente herida, Yanna carga el bulto inconsciente que es Lasky ahora sobre sus hombros y, aun esperando su respuesta, le indica al niño con una seña de su cabeza que le siga fuera del estudio para que continúe sus explicaciones. —Hemos dormido todas esas noches juntos y aún no sé siquiera de dónde es que has salido, ¿te ha mandado Grelliam?-, ahora está dando la espalda al hombre, pero cualquiera podría escuchar la sonrisa en el rostro de la Smith. —Bueno, cómo sea, supongo que ahora que también te debo una, al menos puedo ser algo hospitalaria-, murmura esta vez con algo más de amargura.  

@ Rory Despard

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8. Juego

Reiterativa, sin aportar en el fondo, algo más de información. "Un hogar mejor" es lo que le ha respondido, e Inkill encuentra insuficiente la explicación porque le recuerda a la de los políticos de su país, que bajo frases de ese tipo podían justificar los peores atropellos o las más alucinantes ideas de "desarrollo". Pero incluso con tan feo dejavu, Lasky no luce ni interna ni externamente, como el tipo de persona que vive de engañar a otros. Inkill concluye entonces que quizá, en lo que sea que ella trabaja o se emplea, nunca es necesario ser demasiado detallado con otros sobre la labor que se realiza. Que este trabajo suyo por tanto puede ser una labor de lo más solitaria. 

Y es eso último lo que termina por conmoverlo. No porque la soledad pudiese ser mala (de hecho él se cuenta entre las personas que más disfrutan de ese tiempo en dónde puede hacer lo que más guste sin tener que soportar el peso de las expectativas de los demás), sino porque en su visión a veces un tanto extremista de las cosas, no concibe que alguien, quien fuese,no pueda ser reconocido, valorado y apreciado en el trabajo que hace, si lo hace bien.

¿Es acaso por la intensidad de esa idea, que se ha traducido hacia fuera, en un hondo observar a la bruja, que ella finalmente parece querer decirle algo más? La magia a su alrededor ya no quiere escucharla y únicamente le impele a atacar, pero él sin oponerse del todo, resiste unos segundos, los suficientes para conocer que está frente a nada más y nada menos que una rompedora de maldiciones. Y está seguro que fue a la elfina de la señora Evans a quien escuchó comentar algo respecto a los Ollivander en aquella fiesta, pero ahora es que lamenta no haber prestado un poco más de atención a lo que la criatura contaba enérgicamente a otro de su especie.

Sin embargo, aunque impactante, esa verdad no lo llega a sorprender porque es casi imprescindible para la sobrevivencia de una familia mágica de larga data recurrir a esa clase de acuerdos: maldiciones, posesiones, ruptura a conveniencia de la moralidad para los usos de la magia. La lista de recursos podía ser infinita, e Inkill experimenta una nueva curiosidad por saber cuál pudo ser a la que recurrieron los Ollivander para que su propiedad por sí misma tuviese poderes tan asombrosos de protección, y también cuántos fueron los miembros dispuestos a cargar con ello, y si acaso habrá existido uno antes que él, que sin poseer un lazo sanguíneo, estuviera dispuesto a sumarse a la protección de ese legado. 

Concentrado como ha estado en su figura, el movimiento de Lasky esta vez no lo toma por sorpresa. Mediante un hechizo no verbal de protección, consigue reducir el impacto del ataque de la bruja que ha ido directo hacia su abdomen. Sin ser mortal, el corte arruina su traje, y alcanza a hacerle una herida superficial, mas con un episkey la pequeña lastimadura se cura al instante y es ahí que la sórdida magia de la casa entra en acción para impedir que Lasky consiga siquiera tocarlo. 

Por una fracción de segundo, Inkill la contempla a sus pies, y le basta ese vistazo fugaz para entender que ella no está dispuesta a rendirse. Una verdadera pena, pues en ese lugar y contra lo que podía haber imaginado, son tres y no dos las fuerzas combinadas con las que está luchando en una batalla absolutamente desigual de la que no va salir victoriosa.

El sonido del brazo de Lasky quebrándose lo sacude, tanto más que la virulencia del ataque de esa mujer que ha salido de las entrañas mismas de la casa. Mentalmente, el muchacho se cuestiona si es que esto es "un verdadero Ollivander" en el sentido de las palabras de la rompedora de maldiciones, pero la atención y la pregunta que la mujer le dirige una vez ha terminado con la cazadora, son más urgentes.  

Yo puedo volverme un canalizador de la magia, la leo como si fuera una partitura y entonces..Me muevo a su ritmo.

Inkill apresura sus pasos para no perder de vista a la mujer que ha levantado con relativa facilidad a Lasky del suelo. Lo último que desea es acabar también con alguna extremidad rota, así que no se corta  en dar su nombre,  ni revelar de manera pormenorizada cómo es que ha llegado hasta allí. La mención de Bel Evans produce una serie de improperios,  alternados a carcajadas en la mujer de ojos ambarinos, y desembocan en una estrambótica historia que el muchacho no está seguro que pueda ser real, pero que no cuestiona pues están en mitad de un pasadizo que no ha visto antes, e Inkill ya no tiene certeza de cuánta "hospitalidad" vaya tener ella con él.

Así que le sigue la corriente y ríe también, aunque casi de inmediato su gesto se vuelve más serio al contemplar la herida en la pierna de ella.

— Es admirable que pudiera moverse con esa herida, pero necesita curarla ya. Y tenga este poco de poción también, ayudará a neutralizar el veneno- mas que temor es la preocupación la que lo mueve a ofrecer esa ayuda que igual y la mujer podía rechazar- el frasco lo obtuve de las estanterías de una de las habitaciones de la casa, así que no corre peligro.

Lasky aún no ha reaccionado y no es más que un bulto sobre el hombro de Smith.

¿Qué hará con ella? No va durarle mucho más el estado de inconsciencia. ¿No cree que haya una forma en que pueda hacerla desistir de sus intentos? ¿O de verdad va perseguirle hasta el último de sus días?

"O perseguirnos" piensa de repente, pues él ya ha tomado partido de un lado, justo el opuesto al de la muchachita. Una mala cosa pues lejos de causarle desagradado, encuentra que Lasky es como un puzzle complicado e incompleto, que le gustaría comprender mejor incluso si eso significara exponer su propia integridad.  

@ Hessenordwood Crouch

 

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9. Nido

Yanna reajustó el peso de la chica sobre su hombro con un empujón luego de tomar el remedio que Inkill le ofrece para su herida en la pierna, herida patrocinada por la misma niña ahora inconsciente sobre sus hombros, no le agradece a Inkill de todas formas, él ha dicho que ha tomado el ungüento de alguno de los estantes de la casa, por lo tanto también le pertenece a ella. Aun así, se abre paso por el pasillo para que el músico camine a su lado y no tras ellas, no porque Yanna le confíe algo más en él que otra persona, pero tampoco va a negar cualquier ayuda que le sea posible para detener a esta molesta pulga que le ha estado fastidiando la vida últimamente. Incluso la morena había tenido que esconderse en la casa y atraer a Lasky hasta aquí para obtener el apoyo del hogar de los Ollivander y ganar ventaja sobre la cazadora. Inkill desde luego facilitó aún más las cosas, claro que podía invitarle un trago de whisky de fuego antes de volver su campaña en su contra. 

Me temo que será lo segundo-, responde con un resoplido cansado, se escucha cómo si no fuera Lasky la primera de ellos con los que se ha enfrentado. —Estas cosas son algo más que persistentes, fueron creadas o inventadas para hacer, pues esto-, explicó, o intentó hacerlo. Un cruce de pasillos finalmente se les presenta con dos caminos, uno que lleva a unas escaleras hacia arriba y otro que da a una puerta pequeña, muy estrecha, por donde apenas cabe una persona a la vez. Yanna le indica al muchacho con otro movimiento de su cabeza para que vaya por la puerta, la abra y pase por delante. —¿Sabes siquiera lo que es ella?-, la sonrisa turbia y afilada volvió a su rostro, algo en el interés del chico por lo que haría ella con Lasky le pareció morbosamente divertido. 

El nuevo espacio al que ingresan era estrecho y largo a su vez, era un cuarto rectangular, una especie de cocina comedor para quien alguna vez debió ser el lugar donde la servidumbre tomaba sus desayunos y comidas, tiene una cocina equipada, vieja, pero funcional todavía, alacenas grises y una larga mesa que ocupa casi todo el espacio del centro, las pocas ventanas que hay sobre uno de los muros al final dan por supuesto a los patios traseros de la casa, esos donde comienzan las verjas que te dirigen a los diferentes ecosistemas que se han sembrado en la heredad de los Ollivander. Y cómo cualquier otro sitio de la casa; es oscuro y húmedo hasta que Yanna hace funcionar la luz antes de dejar caer ruidosamente el cuerpo aún inconsciente de Lasky sobre la mesa.

Yo no les llamaría “rompedores de maldiciones”-, ella continuó luego de escuchar la teoría de Inkill sobre lo poco o nada que hubo en la breve conversación entre Lasky y él antes de ser interrumpidos por su ataque. —Más bien ellos se encargan de hacer que las maldiciones se cumplan de acuerdo a lo establecido, al costo que fuera. Busca, ahí debe haber algo útil-, con otra seña distraída le muestra, mientras se masajea el hombro adolorido donde ha cargado el peso de la niña, la estufa con una tetera para que prepare algo de café.

Y mientras eso ocurre, Yanna comienza con brusquedad a desenvolver del cuerpo de Lasky, todas esas capas de prendas, arneses y petos con los que protegía su cuerpo. Sus ropas son una mezcla poco común del sur de Asia, reconoce las ligeras armaduras de metal y cuero y por debajo algunos nudos más sencillos cómo antiguos monjes guardianes de Kathmandu. No es que Yanna lo supiera solo porque sí, pero está segura que ha robado algo antes que le recuerda muy bien a esta chica que parece haber salido de otra época o quizá de otra realidad.

Son recolectores de penas, cobradores de almas. Tal vez te suene un poco más el nombre de “perros del infierno”. Si, creo que ese término se acerca lo suficiente-, la bruja pareció complacida cuando llegó al fin a la última capa de ropa, un delgado uniforme de lino a la medida, que deja ver con mucha más claridad la verdadera forma de Lasky. —Normalmente son invisibles, al menos hasta donde tenía entendido, solo aquellos que estaban maldecidos podían verlos. Son feroces, sanguinarios y brutales y no quieres estar en su camino cuando un condenado intenta “romper un contrato”-, entrecierra los ojos inspeccionando más de cerca el pequeño cuerpo de la niña. —Pero tal parece que hay otra clase de perros…-, continúa su explicación tras una larga exhalación. No lo hace para que Inkkil entienda lo que aquí está sucediendo, más bien parece estar exponiendo para sí misma los hechos, solo que, a diferencia de Garry, ella tiene que hacerlo en voz alta. —Una "raza pura"-, ella se burla tras recordar al último de ellos que encontró.

El chirrido de la madera en la mesa, seguido de un crujido es la señal de que ella ha activado alguna magia sobre la mesa que no tarda en hacer efecto envolviendo el cuerpo de Lasky en raíces de hierro y madera provenientes del mueble, cómo si nacieran desde ahí, encadenando a la muchachita sobre ella. 

Por experiencia sabemos que hay otro tipo más…físico-, se encogió de hombros, y por primera vez desde que llegaron a la cocina Yanna le dirige una mirada al muchacho, intentando decir con el gesto que no sabe cómo explicarle esto correctamente. —Así como tu amiga aquí-, señala el cuerpo de Lasky antes de dejarse caer sobre la silla más próxima y comenzar a curar sus heridas con las pociones de Inkill. —Parecen más blandos encerrados en esos cuerpos, pero no lo son. No tienen objetivos simples cómo ir por un alma condenada por un demonio de crucero, más bien ellos son sabuesos, persiguen cosas más grandes, son capaces de moverse por cualquier espacio y tiempo-, siseó de dolor, tal vez ha presionado un poco más la herida para recordarse que esto, tener un perro de este tipo tras ellos, ya no es para solo seguir ocultándose de los problemas de su familia por más tiempo, debe salir de su escondite. —Son cazadores-, termina con su explicación, parece mucho más exhausta ahora a pesar de que ha terminado de sanar su herida. 

Arrebata de las manos de Inkill la taza que le ofrece, ella no es de los mejores modales, pero le arroja a cambio un pequeño envase con licor “del bueno” en forma de agradecimiento antes de ella también verter uno igual en su vaso. Tras los primeros sorbos de la bebida caliente la morena parece de mejor ánimo. Aun así, por un largo rato no dice nada más, sus ojos aun paseando por el cuerpo bajo esas enredaderas, cómo si quisiera encontrar en Lasky alguna pieza que no hace juego en todo esto.  

Entonces Evans fue quien te mandó aquí ¿dices?-, Yanna se desparramó en su silla subiendo los pies sobre la mesa, exactamente aplastando el brazo roto de Lasky, lo cual le provocó un silencioso gesto aun en su inconsciencia. —Supongo que ella te dio el pase, pero ¿por qué volver?-, preguntaba, pero su rostro no parecía más interesada en saberlo, más bien era cómo si estuviera haciendo preguntas protocolarias para llegar sutilmente a algo más profundo. —Dime una cosa, ¿de donde es que vienes Inkill? Hay algo en ti que me resulta espantosamente familiar-, bebiendo largamente de su vaso la bruja escondió una sonrisa filosa en el borde. —Ah, y te recomiendo que no pretendas mentirme-, la casa de nuevo crujió bajo sus pies. 

@ Rory Despard

Editado por Hessenordwood Crouch

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10. Malhumorado

No, definitivamente no es él quien está errado al sentir ese cúmulo de sensaciones contradictorias ante la idea de ser un eterno perseguido de uno o más entes sobrenaturales. En la estrecha habitación a la que han ido a parar, el jovencito apenas puede concentrarse en la tarea de preparar café que le ha sido encomendada, atento a esas explicaciones que Smith está dando, mientras una a una, va despojando a Lasky de toda su indumentaria de ataque y protección hasta que el bastante más pequeño cuerpo de ella queda expuesto sobre la mesa, atada por gruesas y ásperas raíces que la muy hábil mujer ha conjurado para evitar que la cazadora escape.

No es mi amiga- murmura aproximándose con la bebida lista en cuanto ve que ella culmina su trabajo, y solo sus rápidos reflejos impiden que se queme con las salpicaduras del café por la enérgica manera en que Yanna toma la taza- pero sí no la hubiera visto en acción antes, me habría sido muy difícil imaginar que bajo esa apariencia pudiera tener tal clase de poderes. 

En las tierras de dónde proviene, todas esas historias de demonios viniendo a ajustar cuentas con humanos son usuales, aunque estrechamente ligadas a concepciones religiosas. Sin embargo, y como muy bien ha precisado la bruja, no son seres que se caractericen por su corporalidad. Así que en esto Lasky resulta también absolutamente excepcional, como también debía serlo el trato hecho por los Ollivander, para que tuvieran  que enviar a una cazadora de su nivel. E Inkill sigue todavía sabiendo tan poco (por no decir nada) de él...

Por simple sentido de sobrevivencia no va dejar de responder a las preguntas que la bruja está haciéndo, pero también siente imperiosa y creciente la necesidad de que ella le comparta algo más que un trago de cuestionable procedencia que se apresura a descorchar.

Ahh, vaya, esto si que es fuerte.

Apartando la nariz del envase, con el olfato resentido por el potente olor del licor, la queja de Inkill no halló respuesta en Smith, quien ya más repuesta por las pociones, no deja de observar el cuerpo de Lasky sobre la mesa. No queriendo perturbar dicha contemplación, el mago vuelve entonces a sus propias reflexiones y el mejor modo en que podría capitalizar toda esa nueva situación en la que se ha visto envuelto,  hasta que el "interrogotario" es retomado. 

Podría decirse que sí. Evans se compadeció de mí supongo. Mencionó algo de que ya había sido benefactora de otro muchacho antes - tras dar otro sorbo a su café, Inkill bufó con irritación por el enésimo recordatorio de la mujer de ojos ambarinos respecto a que no fuera a mentirle - pero a ella la verdad es que no la conocía de nada antes. Y si llegué a Inglaterra fue en realidad gracias a Richard Moody que de algún trato conocía a mi padrino, el brujo mas respetado de las comunidades quechuas al amparo del Apu tutelar Huamanrazu.

De un modo que no encontraba el modo de transmitir en palabras, recordar a su padrino le generaba siempre emociones ambivalentes, pues el hombre había sido su verdadero modelo a seguir de niño, hasta que al crecer, viendo lo insignificante que podía ser para otros el poder que tenía, había terminado aborreciendo la voluntad familiar de que fuese el próximo curandero del pueblo, cuando él se sabía hecho para cosas más importantes. 

 — No sé que pueda ser eso "espantosamente familiar" que está viendo en mí. Ya le dije que no tengo residencia ni parientes aquí, pues vine de Perú como parte de la banda de músicos contratados para una fiesta en el Castillo Evans Mcgonagall. Mi familia no proviene de un linaje mágico aunque...

Se detuvo ahí no muy seguro de comentar la particularidad de su origen. Pero su segundo de duda fue suficiente para alentar la desconfianza de Smith y que esta renovara su "oferta" de amenazas. Derrotado, Inkill se acomodó el cabello estropeado por el zarandeo propinado por la bruja y esta vez bebió de sopetón el contenido de la bebida.

Mi nacimiento conllevó un sacrificio de sangre que mi propia madre con ayuda de mi padrino llevó a cabo. Mi nombre es el mismo del lugar donde fue llevado a cabo el rito, un terreno en las faldas de la montaña que sin importar las estaciones, siempre está lleno de flores. Así que podría decirse que desde mi concepción, mi destino quedó ligado a las fuerzas más oscuras de la magia, y por eso fue en cierto modo "sencillo" compatibilizar con la magia de la Heredad. - envalentonado por el alcohol el muchacho dejó el frasco vacío sobre la alacena y se acercó a Smith hasta quedar a un palmo de su afilada mirada - pero yo he hablado mucho ya ¿No cree también que es momento de saber un poco más de usted, del señor Grelliam o de que clase de maldición es la que Lasky quiere cobrarles? Porque si voy a ser perseguido al menos me gustaría saber el por qué.

Tragó saliva, consciente del tono un tanto impertinente de su petición pero sin mostrar un ápice de arrepentimiento, porque no dejaba de ser un pedido justo. 

@ Hessenordwood Crouch

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11. Aguila

El café resultó mejor de lo que había pensado que sería, el calor de la bebida y el licor reconfortó su cuerpo agotado por la mala calidad de vida y poco descanso que ha tenido debido a las fervientes persecuciones de Lasky las últimas semanas. Sentada ahí, en medio de esa habitación mohosa, con el cuerpo inconsciente de su cazadora sobre la mesa, y este extraño chico que se ha colado a su casa, Yanna finalmente puede tomarse un respiro, un momento para intentar entender también que es lo que ahí pasa, que es eso a lo que su familia se enfrenta esta vez y, por el contrario, solo puede pensar en las primeras palabras que Lasky confesó a Inkill en su encuentro. 

Era extraño, si, siempre jugaba con la idea, pero escuchar de Lasky a Garry muerto era…inquietante.

No fue cómo si no lo hubiera visto al borde de la muerte antes, a él, a Evans, a Hannity o a cualquier idi*** que se acercara demasiado a Garry, tal cómo el pobre de Hessen y su séquito de imbéciles que trabajaban para el ex patriarca. Sin embargo, hay algo diferente esta vez, en el modo en cómo es que ha desaparecido, después de todo lo que ha hecho, todo lo que ha estado ocultando y sobre todo, con quién y para quien había estado trabajando los últimos años, que hace que la confesión de muerte de Lasky se sienta…real. ¿Y por qué es importante ahora? Yanna nunca fue para Grelliam la hermana ideal, no desde el incidente con el hombre lobo hace tantos años, sin embargo, aunque él nunca lo hubiera pedido, no puede evitar pensar, más bien sentir, el peso del rol cómo hermana mayor que nunca cumplió con él. 

Smith asintió apenas, comprensiva ante la historia que Inkill le soltaba de pronto sobre cómo es que había terminado en este horrendo y feo viejo continente. No puede culpar del todo al chico por querer quedarse de este lado del charco, para ella también resultó complicada la idea de volver a México luego de reencontrarse con Grelliam en Inglaterra. Fue más fácil quedarse, en estas ciudades tan grandes donde una ladrona cómo ella, de tan bajo perfil, podía fácilmente escabullirse por viejos callejones, robando y chantajeando personas. Por otro lado, basta ver la apariencia de Inkill, aun con el traje todavía arruinado, y escucharlo un poco más para saber que este niño no es solo un deshonroso cazarrecompensas cómo ella. 

Todo parece encajar bien con él hasta donde a Yanna le importa saber, sin embargo, hubiera sido un movimiento más acertado de Inkill no intentar encarar valientemente a la mayor de los Ollivander. No después de una noche cómo está. 

Así que Perú, ¿eh?-, dice luego de que el muchacho finalmente termina de hablar. La morena rescató esa única idea de toda su poca interesante historia. —Mi padre negoció con limeños durante la depresión económica en México en los ochenta, buena gente, algo suficiente confiable, pero los americanos siempre supieron cómo mantener a papá comiendo de la palma de sus manos-, la Smith rodó los ojos con fastidio. Ella ahora va en el número mil quinientos dos de su ejercicio mental para no intentar romper, golpear o destruir algo cercano, cómo el rostro de Inkill por ejemplo, que le hace frente cómo si realmente tuviera el derecho de hacerlo, de exigirle respuestas. Exhaló secamente, y fue esa la primera y única advertencia para el atrevido muchacho. —No, tienes razón, quizá solo fue ese horrible acento tuyo y tus extraños rasgos étnicos lo que me hizo pensar que te conocía de algún lado-, sin gracia dejó caer el vaso al suelo y bajo uno a uno los pies de la mesa.

En algún momento de todo eso ella ha perdido la cuenta, así que se pone de pie para encarar frente a frente al envalentonado niño.

¿Quieres saber por qué vas a ser perseguido? ¿Tu?-, le sonreía, pero la ira se escapaba en el cascabeleo de sus dientes afilados. —Bueno, seguramente tu vas a ser perseguido por simple estupidez humana-, Yanna responde, acalorada por el fastidio que el nuevo tono del niño le causa. —No creas que no escuché la conversación entre tu y tu amiga, Inkill el músico-, repitió el nombre tal cómo Lasky lo había dicho antes de lanzarle la última de sus advertencias sobre dejar Ollivanders. —!!Debiste quedarte en las malditas faldas de tu maldito pueblo cuando ella te lo ofreció!!, !!en lugar de venir a esconderte aquí con tu maldita cosa que mi gente ya no necesita!!-, le escupió todo eso sin culpas, si es que hubo en algún momento atisbo de comprensión en la historia del muchacho, eso ya no le importaba ahora.

No era culpa de Inkill tampoco, es que a Yanna no se le conoce por tener entre los Ollivanders el mejor de los temperamentos, y hasta ahora se había comportado lo más decentemente posible solo por el aporte del muchacho para atrapar al sabueso, ayuda que no pidió oficialmente pero que igual dio buenos resultados. 

Entérate, la regla número uno para ser un Ollivander niño…-, al menos un Ollivander en estas tierras-, terminó de decir solo para ella. —Esto no es algo que llevas en la sangre, no es un nombre que encuentras en tu ID, ni un título oficial estampado en un papel elegante firmado por la reina de Inglaterra. La casa NO te escoge tampoco, y su magia no “compatibiliza” contigo solo por estar maldito, no te sientas tan especial…-, ella se burló con un feo gesto. —Tú, aquí… eres un Ollivander porque…eliges serlo-, casi no puede terminar la oración, ahogada en las palabras que alguna vez Grelliam pronunció dentro de esa casa, para ella, para Hannity, incluso para el demonio. 

Yanna pareció entender que no valía la pena gastar más energía en un chico cómo Inkill, no por el resto de la noche, y no cuando aun tiene un juego más que jugar con Lasky. 

Así que, sorpresa niño, si esta perra ha considerado cazarte no es por que así lo ha querido, o porque alguno de nosotros haya hecho algo por ti-, ha recobrado algo de compostura, al menos el tono de su voz es tres decibeles más abajo nuevamente. —Es porque así lo elegiste tú-, sentenció antes de dar un golpe en el suelo que movió las maderas bajo los pies del muchacho empujándolo fuera de su vista. —Y si yo fuera tu, y pretendía quedarme aquí, cuidaría mejor ese tono, porque mientras Grelliam no esté aquí, YO soy la señora de la casa. 

El edificio entero vibró nuevamente, pero aunque encaja justo y dramáticamente con la declaración de Smith, pareció más bien un zumbido de advertencia. Naturalmente Yanna vuelve de prisa la vista hacia la muchachita sobre la mesa, Lasky sigue ahí, pequeña y más que maniatada, golpeada, pero finalmente despierta.

Lo siento, ¿te desperté?-, los claros ojos de la muchacha revelaban confusión, y era más de lo que su sobrio rostro podía mostrar. —Bien entonces, comencemos con el interrogatorio de una vez-, Yanna subió a la mesa, a horcajadas sobre el cuerpo de la muchacha, aplastando sus brazos rotos con el peso de sus rodillas y dejando caer sus manos amenazantemente sobre los costados del pequeño rostro de Lasky. —¿Por qué estás yendo sobre nosotros? ¿quién te ha mandado ha hacerlo? ¿fue Hess?

Eso podría, a su vez, responder a medias algo de la incógnita no resuelta con la que Inkkil presionó un nervio sensible en la Smith hace unos momentos, y es que aunque Yanna reconoce gran parte de lo que está pasando aquí, tal cómo lo ha demostrado en su explicación sobre la naturaleza de Lasky, lo cierto es que sabe más o menos nada de las razones por las que ahora los Ollivander estaban siendo perseguidos por esta entidad casi demoníaca. No había más oportunidad de investigar cuando en cada esquina estaba siendo acorralada por esta siniestra entidad.

Estoy aquí para terminar con su…-, apenas masculla, en un inglés complicado, pero Yanna le interrumpe dando un golpe en su rostro, seco, duro, letal para abrir un pómulo, mas no para conseguir de nuevo la inconsciencia. 

Si, ¿sabes que? eso ya lo dijiste, tendrás que hacer algo mejor esta vez-, la toma por el brazo herido y presiona con fuerza para causar un silencioso retorcijón a lo largo del cuerpo bajo la enredadera. La queja de Lasky parece más bien un llanto ahogado. —Dime ¿por qué nos persigues?

Este... hogar...es una…-, insistió ella, Yanna está de nuevo a nada de perder la poca o nada paciencia que le queda, pero sabe que necesita esa información, necesita saber dónde está Garry o que ha pasado con él, necesita encontrar una forma para detener todo esto. Así que esta vez detiene el parloteo memorizado de la niña golpeando su cabeza contra la mesa.

Lasky no va a decir nada, ella podría matarla aquí y seguramente otro de ellos volverá antes del fin de semana, al menos ahora conocía de cerca un poco más el nombre y rostro de su condenador.

Escúchame, dime ¿dónde está Garry?-, no pudo evitar el tono de urgencia y casi desesperación en su voz, su mirada era vibrante, desafiaba su mortalidad y se enfrentaba a los pasivos, pero igual de letales claros de ella. Se mantuvo así por un tiempo, en el silencio, atrapada ahí, en el espeso humo que conforma el color de la mirada del demonio, un foso profundo, con miles de almas atrapadas ahí para siempre. Eso tenía que ser el infierno y Yanna ya lo había visto antes en ojos tan cristalinos cómo los de ella. —¿Hessen?-, reconoció, pero aunque pudo sentir el cuerpo de la niña tensarse, solo le devolvió a cambio una mirada igual de confundida.

Me gustó lo que dijiste, todo eso sobre los perros cazadores-, la voz de Lasky era suave y aterradoramente tranquila para estar a merced de la Smith. —Pero te equivocaste en una cosa-, Yanna retrocedió, aunque no se bajó todavía de su cuerpo, Hurón pudo sentir su corazón latiendo acelerado sobre las enredaderas. —Los sabuesos solo son los acompañantes de los caballeros-, el silencio de la habitación es tan tenso que no es necesario que ella alce la voz más de un susurro agotado. —Fieles acompañantes. Y yo…yo soy un jinete, no un acompañante.

La tormenta de afuera estalló de nuevo cómo si cientos de aves cantaran al mismo tiempo, sin embargo, solo fue el estridente sonido de los relámpagos cayendo cómo agua de lluvia alrededor de los patios de la casa. Un alarido agudo sobresale del resto, causando que los vidrios estallen en mil pedazos y los oídos de los mortales sangren. Yanna tuvo que saltar hacia un lado para evitar ser acribillada por los afilados cristales que salieron en todas direcciones. Aquel mismo canto que debió durar el tiempo suficiente pareció también acabar con la trampa donde yacía Hurón atrapada, las raíces se quemaron cómo si hubiesen sido impactadas por uno de los rayos y tan rápido cómo el parpadeo de las centellas, Lasky quedó libre nuevamente. 

Aun sigue herida, pero en su calma, en toda esa paz que parece rodear su delgado cuerpo sus ojos destellan con obsesión, ella daría cada una de sus vidas para terminar con el sufrimiento de los Ollivander. Sin embargo, no tiene el tiempo suficiente en este cuerpo cómo para poder desatar toda su fuerza sobre ellos, o al menos no toda la que necesita para enfrentarse a ambos magos a la vez y su casa embrujada y, morir aquí, implicaría comenzar de nuevo en otro cuerpo desconocido, aprendiendo a cómo demonios ser una persona con “superpoderes” otra vez. Si, acabaría con dos de ellos, pero la lista por delante no llegaba ni a la mitad. 

Los -jinetes- cómo ella lo ha traducido para Yanna, eran seres naturalmente fuertes, pero necesitaban tiempo cómo todo, para aprender a moverse con toda su destreza. Es por eso que entre ellos no habitúan estas formas, pues no cualquiera tendría la paciencia de vivir una mundana vida humana con tal de conocer los alcances de su verdadero poder, mucho menos a sabiendas de que todo potencial que fueran capaces de lograr siempre se mantendría a raya, limitados por las mismas leyes de la naturaleza que les otorgaban dichos poderes.

Lentamente, de todo el escombro en el suelo, Lasky rescata la capa compuesta de largas plumas oscuras que monta tranquilamente sobre sus hombros, cómo si ahora tuviese todo el tiempo del mundo para continuar su enfrentamiento con Yanna e Inkkil. Y no es hasta que termina de equipársela cuando vuelve la mirada al par de hechiceros que siguen ahí también, pero que en todo este tiempo no han intentado nada tampoco. 

¿Qué?-, ladró Yanna, con la disimulada punta del pie en la trampilla mas próxima que le abre una escapada rápida a través de los pasadizos de la casa. Cualquier movimiento en falso que Lasky haga y la persecución volverá a cero nuevamente. 

Supongo que esto es a lo que llaman “quedar empatados”-, su mirada deja escapar apenas algo de abatimiento en ella a pesar de que sus palabras y su rostro se mantienen neutros, planos. —Que particular, se siente peor que perder-, ella desvía la mirada hacia el exterior de la casa, sus claros ojos contemplando el cielo que se ve a través de la ventana rota, ahora despejado, lleno de estrellas. El viento fresco se cuela y agita las plumas de su capa cómo el aleteo de las aves al despegar. —Se siente muy...mal-, murmuró suavemente, sus hombros apenas caídos en ese porte habitualmente rígido. 

El cielo destelló por última vez esta noche y Lasky desapareció de su vista.

Maldita sea-, se quejó Yanna, moviéndose en dirección a donde la muchacha había desaparecido, pero solo el olor a quemado y humedad le advirtieron que no encontraría nada. Una puerta más se manifestó de pronto en medio de la habitación, la bruja suspiró agotada, no había tiempo que perder, hasta la casa lo sabía. —Hay que avisar a los demás que el perro se ha escapado-, Yanna atraviesa la habitación hasta el otro lado dejando solo al niño en la cocina, pero igual la puerta detrás de ella se mantiene abierta.

No sabe qué tanto esté Inkill ahora involucrado con todo esto, si él se decidía por finalmente hacer caso a Lasky y tomar sus cosas para irse no lo detendría ni mucho menos le reclamará por ello, después de todo, era una cabeza menos por la cual preocuparse. Pero por una vez, por su hermano, que ella iba ahora a cuidar de la familia, y si el niño músico, con esas habilidades para canalizar magia, estaba de su lado, tampoco iba a negar la ayuda que pudiera aportar. Aun si eso implicaba repartir parte del botín. Pero ya habría tiempo para los detalles de eso después. 

@ Rory Despard

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