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Castillo Evans McGonagall (MM: B 97458)


Syrius McGonagall
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Honor, Sangre y Gloria

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El sol se alzaba por el este dando inicio a un nuevo día, su luz dorada y calida comenzaba a estirarse sobre los terrenos de la Familia Evans McGonagall desapareciendo los últimos retazos de oscuridad que la noche anterior había dejado. La batalla que se repetía eternamente luz y oscuridad, calor y frío, vida y muerte un conflicto inmutable que representaba el equilibrio mismo de la existencia.

 

Y la familia ya había escogido un bando.

 

La luz del sol ya escalaba por las altas y amplias paredes blancas del antiguo castillo familiar alcanzando las múltiples torres, atalayas y techos que decoraban la parte superior de la edificación. Dentro sus habitantes comenzaban a levantarse de sus cómodas camas, listos para afrontar un nuevo día.

 

El castillo se alzaba imponente sobre un alto desfiladero rocoso cubierto de un frondoso bosque que se transforma sorprendentemente con el cambio de las estaciones. Desde su privilegiada posición se pueden apreciar los extensos terrenos de la familia, amplios campos suavemente ondulados que brillan bajo la luz de sol y en la periferia nuevamente salvajes bosques que ocultaban diversas criaturas.

 

Los visitantes, en otras palabras las personas que no son miembros oficiales de la familia para alcanzar el castillo deberán ascender por un amplio sendero que serpenteaba junco con el desfiladero regalándoles hermosas vistas del bosque y de los terrenos de la familia. El camino finaliza ante una barbacana flanqueada por torres laterales que da hacia el oeste, la barbacana destaca del resto del castillo porque sus muros son de un brillante color rojo y cuando el sol sale y se ocultaba destellos dorados bailan sobre la piedra.

 

La fachada de la barbacana esta rematada con un gablete escalonado que contiene grabado en la piedra un hermoso fénix que entre sus patas abrigaba una llama vivida. Sobre el dintel de la puerta de entrada aparece grabado del lema de la familia <<Honor, Sangre y Gloria>>

 

Del otro lado aguarda el patio interno del castillo que se encuentra dividido en dos niveles. El patio inferior solo cuenta con una bella fuente de piedra de la cual emergen suaves chorros de agua clara que producen un susurrante sonido muy relajante. El lado oeste del patio este delimitado obviamente por la barbacana, al norte por la base de la torre cuadrada, mientras que el lado sur de encuentra abierto dando espectaculares vistas de los terrenos.

 

Hay tres escaleras cortas talladas en la piedra misma que permiten al acceso al mucho más amplio patio superior. Este nivel cuenta con un variado y cuidado jardín con plantas de distintos puntos del mundo traídas por generaciones de Evans viajeros, en el centro mismo hay una amplia piscina donde la familia pasa los veranos la mayor parte del tiempo.

 

Pero a pesar del jardín y de la piscina el edificio que mas destaca es la “Torre Cuadrada” un edificación de 45 metros construida con la misma piedra caliza blanca que el resto del castillo que flanquea parte del limite norte del patio superior. Un halo de misterio envuelve dicha torre, no es muy común que tenga visitantes pero cualquier miembro de la familia o visitante con permiso puede adentrarse a ella cuando quiera, uno nunca sabe que puede encontrar en su interior. Separado por unos metros de la “Torre Cuadrada” se encuentra una edificación de tres pisos construida recientemente a mano (con un poco de magia también) por los Evans; los establos. Como numerosos son los miembros numeroso son también sus mascotas, este edificio este equipado con todas las comodidades que los animales necesiten. Enfrentado a los establos sirviendo como el limite al sur de los terrenos se encuentra una enorme construcción de vidrio; los viveros. Donde los fanáticos de la botánica pueden cuidar tranquilamente de sus preciadas plantas.

 

Y al este del patio superior se encuentra el castillo propiamente dicho donde la familia reside. El castillo es una colosal estructura de cinco plantas en la forma de dos ortoedros conectados en un ángulo plano y cubiertos con un alto techo a dos aguas. La forma del edificio sigue la forma de la cresta rocosa. En sus ángulos hay adjuntas dos torre-escaleras, de las cuales la norte alcanza 65 metros de altura y sobrepasa el techo del edificio por muchos pisos. Todo el edificio del palacio está decorado con múltiples chimeneas y torrecillas.

 

La puerta de entrada esta hecha en roble y tallados en la madera hay dos fénix enfrentados, representando una vez mas los ideales que la familia defiende. Al cruzar las puertas uno se encuentra frente a un amplio salón del que cuelgan elegantes arañas, una docena de muebles y un enorme aparado repleto de distintos objetos que los Evan recolectaron por años y les gusta exponer, en el centro mismo de aquella habitación una enorme chimenea donde siempre arde un hogareño fuego.

 

Un largo pasillo conecta ese salón con el resto de la casa, de un lado de ese apellido los retratos de los anteriores patriarcas charlan alegremente con los visitantes mientras que del otro un largo árbol genealógico muestro a cada miembro Evans McGongall desde los inicios mismo de la familia.

 

 

¡Bienvenido seas, al Castillo Evans McGonagall!

 

 

Links de Interes:

 

 

Si quieres unirte a la Familia: Topic de Registro

 

Club de Tres Escobas: Antro Evans McGonagall

 

Registro /// Topic de Compulseo


 

 

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Editado por Syrius McGonagall

 

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El pasillo, se encuentra siempre a la sombra pero a veces pueden oírse charlas, aunque no haya miembros de la familia presentes. En otras ocasiones, es tan sólo el sonido del viento o una opresión que no parece tener origen alguno. Mas ese día, no es uno de esos ya descritos. Hay una muchacha en el pasillo y en él se oye una charla amena y regular. Quien habla primero, es una mujer en un cuadro, una mujer con el cabello entremezclado en colores azules y grises. El cuadro no es muy grande y la mujer está cómodamente sentada en un sillón ante el fuego de la chimenea, con la túnica y botas oscuras; una capa sobre los hombros. Cuando alza los brazos para tomar una copa de contenido rojo oscuro o cuando sus ojos destellan de repente, puede notarse con mayor claridad la tonalidad rojo sangre del interior de su indumentaria: se trata del forro de terciopelo.

 

Hace un buen día allí afuera pero adentro la cosa no ha cambiado mucho. Así que es que dice primero.

 

―No ha pasado mucho tiempo, Lils ―explica la mujer en el cuadro, a la par que bebe de la copa con toda naturalidad―. Me alegra ver que te encuentras bien ¿qué ha sido de ti en este breve período?

 

Es normal que sus conteos no sean regulares. La cantidad de años vividos se cuenta mejor en decenas o centenares que en años individuales para ella. Sin embargo, su expresión no es del todo ligera, tal como ella cree. Sus ojos no parecen combinar con aquellos que tuvo la noche en que partió y se despidió de sus seres queridos para bien. Es como si la parte de su espíritu -el que se conservara- tuviese más de lo viejo, de aquello que fue, de aquello en lo que terminó por convertirse. Es Pandora pero no es la Pandora que murió con la forma de una chiquilla. Es una vampiro adulta, con ademanes prístinos y tono moderado. Una sombra, un recuerdo quizá ¿o no?

 

―Dilo todo, no te guardes nada ―insiste. Parece estar realmente deseosa de saber qué ha sucedido aunque desde luego, la última vez que se habían visto, ella vivía y ahora... un cuadro es un cuadro, después de todo.

 

No hay réplica en la tierra que pueda ocultar el hecho de que Pandora S. Evans McGonagall está muerta.

 

@@Lillian Potter Evans

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por cosas de mi profesion, siempre anadaba de pais en pais y de mision en mision. hacia tiempo que no tenia unos dias de libertad y esos dias queria estar con mi familia.. que eran los Evans Mcgonagall. asi que apenas sali de vacaciones me fui hasta alla.

 

al llegar toque en la entrada y al ver que la puerta principal estaba abierta, solo empuje y entre. era mi casa, era mi castillo tambien pero no se.. me sentia extrano aqui. hace mucho que no veia a mi madre, quien sabe a donde se habia ido.. nadie nunca me dijo a donde habia ido.

 

segui caminando y llegue a la cocina. simepre me gusto la cocina de este lugar, era bastante acojedora. recuerdo cuando antes venia a prepararme para mis examenes en hogwarts aqui.. lo hacia porque era un lugar donde habia mas silencio, donde habia cafe cada ratito y galletas, y donde mi madre venia a darme tips y cosas asi. estar alli me recordo eso.

 

fui a los anaqueles de siempre y alli "como siempre" habian aquellas hermosas y deliciosas galletas muggles de chocolate rellenas de crema blanca.. aquellas que se acompanan con leche..

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Edward

 

-Parece que los elfos se olvidaron de comprar leche – dijo el pelinegro desde el umbral de la puerta al ver como su primo se disponía a comer ciertas galletas que era mejor acompañas por leche.

 

La cocina era una habitación enorme y no para menos teniendo en cuenta la cantidad de Evans que habían, los elfos domésticos era los dueños indiscutibles de aquel lugar pero los magos y brujas podían usarla también para saciar un fugaz antojo.

 

-De seguro alguna ya nos abra escuchado y esta ahora ordeñando alguna vaca – se rió de su comentario mientras se acercaba hasta Albus para saludarlo. –Hace tiempo que no te veía por el castillo ¿Dónde estabas? – le preguntó mientras se alcanzaba un taburete de madera y se prestaba para acompañarlo junto a la gran mesada central

 

-Tampoco es que yo estuviera mucho en Inglaterra durante este invierno, pero me he pasado un “poco” mas por casa – volvió a sonreír el ojiazul mientras se servía una galleta

 

-Creo que he sentido a Lils por el pasillo, pero los demás ya deberan de estar por aparecer, comienza un nuevo día y hoy es Pascuas de seguro algo se nos ocurrirá, ¿te quedaras por un tiempo? – le preguntó a su primo.

 

@@Albus Severus Black

 

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me habian encontrado con las galletas en la boca! con las manos en la masa! -- eh, pues.. si.. con leche son increibles!-- le dije sonriendole al primo @@Syrius McGonagall . me acerque y lo salude con una sena de juegos de manos, ya saben.. cosas de muchachos.

 

-- pues he estado bastante ocupado en el trabajo primo, sabes como son las cosas en el ministerio.. y si, tengo pensado quedarme un buen tiempo aqui con ustedes mi familia.-- hable con el. me aleje y me sentre en la mesa de alli mismo y comenzamos a hablar.

 

-- todos han estado aqui o tambien han estado saliendo del castillo mucho como yo?, que se ha sabido de mi madre catherine? por fin a donde fue? -- pregunte al chico. hoy era pascua, no recuerdo si los evans hacian algo en pascua pero con los locos y dinamicos que eran, no era de extranarse que algo inventaran.

 

-- pascua! si es cierto, tienen planeado algo para hoy?--

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Patio Superior…

 

El sol recién comenzaba a extender su manto luminoso por el castillo Evans McGonagall por lo cual todavía había retazos de sombras que se mantenían desafiantes frente a la luz matinal. Y no había sombra que mas estoica se resistía que larga proyección oscura de la Torre Cuadrada, un negro intenso sin brillo que ocultaba todo lo que pudiera estar sucediendo bajo él.

 

Por eso jamás nadie notaría que la simple puerta de madera de la entrada se entreabrió y de allí algo escapó. Zigzagueante aquello recorrió el patio a una enorme velocidad, tan rápido que no se podía distinguir de qué se trataba. La veloz cosa logró colarse por la enorme puerta de roble con los dos fénix tallados y desapareció dentro del castillo.

 

 

Edward

 

-¿Catherine? Desde antes de las fiestas creo que no la veo, ha estado mas desparecida que tu – dijo con la sombra de una sonrisa en el rostro el pelinegro antes de terminarse la galleta que sostenía en su diestra

 

-He pensado quizás en tener un simple almuerzo, que nos juntemos todos los que nos encontremos en el castillo y que nos pongamos al día y seguramente los elfos nos tendrán mucho chocolate para el postre, nada mal para u….. – Edward cortó en seco lo que estaba diciendo.

 

Había visto algo en el corredor, algo que paso corriendo a una gran velocidad por delante de la puerta de la cocina que no pudo distinguir –Que demonios… ¿viste eso Albus? – preguntó a su primo mientras se levantaba y encaminaba sus pasos hacia el pasillo.

 

Desde el marco de la puerta observó de derecha a izquierda pero no había rastro alguno del velocista, todo en orden experto por un pequeño detalle. Al final del pasillo, antes de desembocar en otro corredor a los pies de un antiguo busto de piedra de un famoso mago loco de la antigüedad, un pequeño objeto dorado reposaba completamente fuera de lugar.

 

-¿Qué es eso? – se preguntó tanto como para el como para el venezolano, recorrió el pasillo hasta el final y con cada paso que daba mas comprendía de que se trataba, era un huevo, un huevo de una brillante y lisa cáscara dorada. Las luces de los candelabros y la del sol entrando por las ventanas lo hacia destellar haciéndolo lucir como de oro.

 

-Es un huevo dorado – comunicó antes de inclinarse para tomarlo, pero apenas uno de sus dedos rozo la fría superficie del huevo el mismo se convirtió en un río de canicas, de distintos tamaños, colores y diseños que cubrió el piso del pasillo cubriendo la antigua alfombra.

 

-¡No! – fue lo único que atinó a decir antes de realizar una humillante danza desesperado por mantener el equilibrio la cual resultó infructuosa y sus pies resbalaron sobre las miles de canicas y cayó sentando de una forma para nada suave sobre el suelo.

 

Maldijo una buena sarta de palabrotas mientras buscaba otra vez ponerse en pie que nuevamente no tubo un buen final, sus pies y manos resbalaban sobre las canicas y el pelinegro no entendía aún que acaba de pasar.

 

 

@@Albus Severus Black

 

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En la habitación

Ha sido un sueño reparador, de esos que no tenía desde hace mucho tiempo. En una rara conjunción provechosa, el viaje de Garry había coincidido con días libres de trabajo en el Ministerio, así que aprovechando la coincidencia había vuelto al Castillo Evans McGonagall.

 

No es que creyese las dramáticas palabras de P-ko de que "Los tenía abandonados", sino simplemente mi deseo de poder pasar un momento con la familia. Con suerte, de la misma forma que yo, otros Evans aprovecharían las fechas para volver al castillo.

 

Despeinada y soñolienta, me coloqué las babuchas y fui hacia el baño para tomarme un duchazo. Pero fue mientras lo hacía que la primera señal extraña acontenció, cuando de la parte baja del lavabo algo pareció escurrirse raudo.

 

¿Que podría ser?

 

Algo nerviosa terminé de bañarme y luego, saqué lo primero que vi en el closet, un vestido plisado de algodón de manda larga con escote en V, pero cuando había acabado de colocármelo, nuevamente algo salió a toda prisa de abajo de la cama, tan veloz que otra vez fue imposible distinguirlo. Me incliné entonces, ya bastante confundida e intrigada con el asunto, y asomé la cabeza levantando el edredón que caía a un lado de la cama. Grande fue mi sorpresa cuando descubrí un brillante huevo dorado, tan atrayente visualmente que me fue imposible reprimir las ganas de tocarlo.

 

Pero había sido una pésima idea hacerlo porque al instante la fina cáscara se quebró y del huevo empezó a manar un fétido y pegajoso líquido verde fosforescente que no tardó en embarrar por completo mis manos y la alfombra de la habitación, que se impregnó al instante de aquel nauseabundo olor.

 

- !P-ko! ¿Como un demonio, quién ha sido el gracioso que dejó esto aquí?

 

El grito pareció hacerse eco en cada una de las paredes y cuando mi elfina apareció con un sonoro crack sus ojos se abrieron como platos ante el suceso.

 

- To, todos están sufriendo bromas malas amita- contestó la pequeña mientras doblaba su delantal para superar los nervios- el amo Edward también acaba de tener una aparatosa caída en el patio superior.

 

¿Más de un suceso? Quedaba claro que alguien estaba detrás provocando todo, y no estaba dispuesta a acabar el día sin descubrirlo. Todavía con las manos babosas hice una señal a mi elfina, y ambas salimos de la habitación camino a vernos con mi hijo.

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Abrí la puerta del Castillo muy emocionada y pase de largo el salón principal ya que escuché unas voces provenientes del pasillo, era de tía Bel, sentí el cosquilleo en mi estómago y corrí para llegar cuanto antes hasta ella, se alejaba.

 

- ¡Al patio superior entonces!- grité y tomé un atajo. Desde abajo habían varias formas de llegar a todas partes y conocia el castillo así que apresuré mis pasos para llegar antes que ella, suponía que ella iría con toda calma, caminando con la elegancia que la caracterizaba, así que yo sonriente daba saltos de felicidad mientras me dirigía al punto de encuentro.

 

De pronto vi algo que brillaba en un pasillo lateral, me llamó tanto la atención que quise saber qué Era, cuando me quise acercar, éste pasó con gran velocidad entre mis piernas, era tan veloz que sólo vi su brillo como una ráfaga y obviamente grité del susto, el eco me devolvió el grito y con él apareció Brina, mi elfina.

 

-Brina, hay algo aquí, creo que es una criatura, ¡ahí esta!- grité cuando vi lo que era, un huevi dorado, hermoso, era un huevo de oro.

 

- Sólo no lo toque- escuché decir a Brina pero era tarde.

 

Apenas toqué el huevo éste se rompió y el pasillo se llenó de humo que se expandia rápidamente y con él empezó a soñar una música fuerte pero era buena, y el humo aunque casi no dejaba ver nada no parecía ser tóxica.

 

-¡Miércoles! ¿Brina, qué está pasando aquí ?- comencé a agitar mis brazos para disipar el humo y seguí mi camino hasta llegar donde Edward.

 

-¿Hola, que pasa?- dije alzando mi vozya que la musica era muy alta - !Cuidado!- ayudé al Evans a ponerse de pie.

 

@@Syrius McGonagall @

 

Off: me disculpo por no poner las negritas y demás, roleo desde el cel. Es por eso. Los quiero!

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A mitad de camino para llegar, vi pasar una alegre figura a toda velocidad. Apenas daba crédito a mis ojos ¡era Ania! Pese a la distancia que nos separaba había podido escuchar con claridad que se dirigía también al patio superior del castillo, así que seguí andando, feliz de verla de vuelta en la casa.

 

No siempre podía contar con tener a tanta familia en casa, dada nuestra naturaleza errante, así que cuando se podía ¿por qué no disfrutarlo al máximo?

 

Todavía intentaba con las soluciones de limpieza quitarme aquella baba asquerosa que había salido del huevo dorado de mi habitación. En mi mente, muchas conjeturas se hacían acerca de un posible culpable, pero no podía evitar reconocer que era hábil y sobretodo creativo para cada una de sus bromas.

 

- Y dime P-ko ¿los elfos también han caído en la broma?

 

P-ko asintió, enumerando enseguida quienes habían sido los pobres afectados. Prácticamente el único indemne había sido Mavado, aunque no estaba muy segura de creer las razones que mi elfina exponía con tanta pasión para explicar ese asunto, porque bien sabía que podía hacer poco parcial cuando se trataba del elfo de mi padre.

 

Cuando por fin distinguí a mi hijo, quien además tenía a Albus cerca de él, volví a abrir la boca de sorpresa al ver emerger a Ania de una densa humareda en medio de una música ruidosa. Negué pensando en que mi pobre sobrina pasaba a engrosar la lista de víctimas, aunque nuevamente el bromista hacía gala de un conocimiento muy profundo de la persona a la que hacía la broma.

 

- Estamos bajo un ataque muy inusual sobrina- le respondí mientras ella ayudaba a Edward a levantarse- trampas ocultas en la más coqueta y hermosa envoltura ¿también eran huevos dorados en su caso?

 

Estaba casi segura que su respuesta sería afirmativa.

 

- Es día de Pascua, así que supongo que eso podría tener que ver con la elección de esas formas particulares, pero lo interesante ahora es ¿tienen ustedes alguna idea de quién podría estar tras este asunto?

 

@@Ania Evans Weasley @@Syrius McGonagall @@Albus Severus Black

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Mel observa el interior del umbral sin estar segura de si está teniendo visiones o no. Con ella, sólo lleva un pequeño morral, donde guarda la varita y un panecillo dulce cuidadosamente envuelto. La puerta estaba abierta pero sabe que tiene que ser alguna clase de error. En ocasiones anteriores, no había pasado siquiera de la barbacana sin una invitación previa.

 

A su lado, Richard observa todo con cuidado, antes de señalar lo evidente.

 

―Pasemos de largo, no toques eso.

 

Hasta alguien como Mel sabe que se ve sospechoso, un huevo allí en mitad del pasillo. Sin embargo es tan grande, llegando casi hasta sus rodillas, tan atractivo de lo bien adornado que está que Mel no puede evitar aproximarse con los ojos brillantes. Antes de que Richard pueda detenerla, ha tocado ya su superficie. Había creído que quizá estaba hecho de algún material resistente pero por el contrario, el huevo parece deshacerse en miles de pétalos, sólo que no son pétalos. Éstos se arremolinan alrededor de ambos y antes de que Mel pueda saber qué está sucediendo, un montón de monos pequeños y chillones están rodeándolos.

 

―¿Pero qué...?

 

>>¡GYAAAAAAAH!<<.

 

Richard, vestido con sus llamativas ropas muggles al estilo de una estrella de rock, se había alejado dando un par de saltos. Realizó un movimiento muy extraño con los brazos extendidos, casi como si danzara, dando una vuelta entera. Los monos que habían ido a acosarlo a él, se deshicieron enseguida cortados por el viento fuerte que lo había rodeado, en una lluvia de pétalos muy similar a la primera que habían visto. Richard tomó uno de dichos pedazos con expresión satisfecha atrapándolo en medio del aire, antes de pasarse una mano por el pelo y murmurar: shikigami. Era tan sólo un trozo de papel, lo que significaba que eso eran exactamente esos monos, trozos de papel animados, fingiendo ser seres vivos mediante magia y sus cuerpos traslúcidos.

 

Y vaya que hacían bien su trabajo.

 

Mel estaba demasiado ocupada como para poder haberlo escuchado o haberle prestado atención. Los monos se habían hecho cargo ya de su bolso y se lanzaban entre ellos su varita de forma que la muchacha no sólo no podía alcanzarla si no que además se debatía entre los monos concentrada en mantener la ropa que traía. Los monos parecían tan empeñados en desnudarla que era totalmente cómico.

 

Richard soltó una sonora carcajada.

 

―¡Esto no es gracioso, Richard! ―se quejó antes de soltar ella misma un par de carcajadas. Al parecer, uno de los monos había decidido que hacerle cosquillas era una mejor idea y en su rostro se leía no sólo la risa incontrolable si no el pedido de auxilio, con los ojos brillantes, a punto de derramar un par de lágrimas que se confundían entre la risa y la indignación― ¡¿Quién diablos envió a estos monos pervertidos?! ¡OW! ―uno de ellos le había tirado del cabello y luego había empezado a jugar con el tirante de su sujetador. Richard se sostuvo la barriga intentando retener las lágrimas de la risa a la par que apoyaba un brazo en la pared en busca de apoyo, riendo sin poder detenerse― YA TE DIJE QUE ESTO NO ES GRACIO COF ¡¡¡JA JA JA!!!..

 

El escándalo era tal, que casi habría deseado que llegase un elfo para arreglarlo todo. O eso habría sido lo ideal, si no fuera porque el condenado mono ya había logrado desabrocharle el sujetador.

 

―¡TÚ...!

 

Era inútil. Una nueva oleada de risotadas e intentos desesperados mientras tres monos tiraban de su túnica hizo que Mel se concentrara únicamente en conservar la prenda principal mientras el primer animalejo había cortado ya las tiras de su sujetador, consiguiendo así arrebatarle la prenda y alejarse corriendo a toda velocidad agitando el sujetador como un estandarte, ante la impotencia de una Mel rendida en el suelo, sujetando con todas sus fuerzas su túnica para que no se la sacaran del cuerpo.

Editado por Melrose Moody

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