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Castillo Evans McGonagall (MM: B 97458)


Syrius McGonagall
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La bebida era por demás refrescante y además de eso que la Moody le hubiese seguido el juego ayudaban a que su sombrío humor mejorase, tomando en cuenta que su lado curioso estaba demasiado pendiente de las conversaciones en derredor para ver si a alguno de los otros fantasmas se les escapaba algo.

 

Sin embargo, la lejana voz aterciopelada de un fantasma con la camisa más ridícula del mundo captó su atención.

 

- ¿Encantador era uno de ustedes? -preguntó rascándose la nariz de forma distraída - De todas formas, es algo que ya nos incumbe, verdad Mel - musitó tomando un sorbo a su bebida. El clima se prestaba para seguir en aquel lugar de la casa por lo que optó por aparecer con un leve movimiento de varita unas tumbonas de playa, arrojándose a una y arrastrando consigo a Mel.

 

De reojo observó como Jonathan no apartaba la vista entre melancólica y casi con un dejo de enojo de ambas, por lo que sonrió satisfecha captando a su vez la última frase pronunciada por el tal Floor.

 

¿2002? Por la diosa, hacía de esa fecha 18 años lo cual era sorprendente y por demás intrigante.

 

- ¿Aún estaban vivos cuando esa invitación se produjo? - musitó, arrepintiéndose casi al instante de su imprudente pregunta. - Es decir, no estamos en Febrero y mucho menos en ese año - concluyó, esperando que algún otro de los presentes dijera algo.

 

De pronto, el aura de una bruja se hizo presente llamando su atención al verla aparecer en medio del jardín, lucía un tanto desorientada por lo que la sacerdotisa para salir de la incomoda situación en la que sola se había metido opto por ponerse en pie y dirigirse hacia la recién llegada.

 

- ¡Hola! - saludó sonriendo - Soy Lily hija de Pad ... ¿Tú eres? - inquirió extendiendo la nívea diestra en un gesto cortés.

 

 

 

 

 

 

@@Rory Despard @ @@Syrius McGonagall

Editado por Lillian Potter Evans

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Distraída debido a Lillian, Mel terminó enfrascada en la charla y tomando la bebida refrescante que ésta le había ofrecido en lugar de prestar atención a Jonathan, quien volvió al lado de Fucsia murmurando algo que Mel ni siquiera prestó la debida atención. Mientras tanto, uno de los fantasmas había revelado la fecha de la citación, lo que era bastante intrigante teniendo en cuenta que estaban bastante lejos de esas fechas...

 

—Eh, bueno...

 

Decir que no le incumbía lo que los fantasmas decían era un poco rudo y Mel no pudo evitar echar una mirada de soslayo hacia Jonathan y Fucsia que, a pesar de su naturaleza pacifista lucían un poco ofendidos. Sin embargo, no tuvo tiempo de decir nada más, antes de que Lillian la arrastrara a una de las mejores tumbonas que Mel había probado y lo cierto fue que, aún cuando hizo el esfuerzo de mantenerse enfocada en el asunto, su mente y su trasero agradecieron el cambio frente a la lozeta del borde la piscina. Fue de nuevo, la voz de Lillian la que la sacó de sus pensamientos mientras tomaba bebidas con una bonita sombrilla cuando preguntó respecto a la fecha que aquel fantasma llamado Floor había dicho (y con quien Mel no había tratado mucho).

 

—Lo siento, eso fue un poco rudo de nuestra parte —masculló, notando que la pregunta de si la cosa había pasado cuando todavía vivían había causado un fuerte impacto—. Ella se refiere a que la fecha de la invitación no parece cuadrar ya que estamos en el 2020...

 

Y lo cierto era que, si Mel no recordaba mal, los fantasmas sí que habían llegado un catorce de febrero. Se volvió hacia P-ko para confirmarlo, mientras Lillian recibía a otra muchacha a quien Mel reconoció y saludó agitando la mano acompañada de una sonrisa, antes de escuchar a P-ko.

 

—Ciertamente, esta pesadilla comenzó el catorce de febrero y se han quedado desde entonces...

 

Esas solas palabras parecieron suficientes como para sentirse impactada de nuevo pero Mel lanzó un encantamiento estimulante a la elfina para calmarla un poco. Después, bebida en mano, se volvió hacia los fantasmas pero el más divertido de los fenómenos había ocurrido: todos se habían congregado alrededor de Floor, que lucía alarmado:

 

—¡Lo anotaste mal, idi***! —gritaba uno, un anciano desdentado que entre todos los fantasmas, casi siempre había permanecido comodón y en silencio— ¡Tu y tu maldita dislexia!

 

>>¡Es obvio ahora por qué Encantador no está aquí para recibirnos!<<

 

Parecían estar a punto de hacer algo drástico, así que Mel decidió agitar su varita para aumentar las bebidas a los Evans presentes y separó un grupo de fresas para hacerlas pudrir y entregárselas. Los fantasmas se distrajeron un rato con el canasto que Mel había replicado a partir del primero. Le había dado pena hacer pudrir esas fresas aún cuando eran un producto replicado pero no había encontrado otra alternativa. Entonces ¿los fantasmas estaban allí porque había un disléxico en el grupo? Parecía demasiado inverosímil y sin embargo tampoco era como si Mel se le ocurriera otra explicación que la que los propios fantasmas habían dejado entrever. Dándole un sorbo a su bebida buscó ayuda con la mirada hacia los Evans presentes

 

¿Qué harían al respecto?

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El camino hacia el castillo era siempre la peor parte; la incertidumbre de quién se encontraba en el recinto y la ansiedad de tener que explicar por qué había tardado tanto en pasarse por ahí se mezclaban dejando un peso muy familiar en su estómago. Scavenger iba de prisa, pero a pie, su Nimbus 300 flotaba a lado de ella, cargando su maleta y un par de plantas que había conseguido en su último viaje en Islandia.

 

Esperaba encontrar gente en el castillo, pero al cruzar las rejas de la entrada escuchó voces y risas a montón. ¿Una fiesta? Vaya suerte la suya para aparecer siempre en los momentos más idóneos. Con un movimiento de su varita detuvo a su escoba y se colgó la maleta al hombro, no quería estorbar.

 

El camino de voces la llevó hasta a lado de la piscina, donde varios Evans estaban de pie rodeados de ¿fantasmas? Durante un segundo pensó en empuñar la varita, pero una mirada a los presentes le confirmó que no había peligro alguno. Melrose estaba de pie frente a los seres, bebiendo discretamente de un vaso, y aunque los demás lucían desconcertados ninguno presentaba señales de enojo.

 

- ¡Lo anotaste mal, idi***! ¡Tú y tu maldita dislexia! ¡Es obvio ahora por qué Encantador no está aquí para recibirnos!

 

Estaba a punto de preguntar qué demonios estaba pasando, pero un vaso se materializó frente a ella -Melrose, probablemente, tratando de tranquilizar a los más agitados fantasmas. Con su mano libre tomó la bebida y le dio un sorbo. Ah, vino. Ahora sí estaba en casa. Después de un par de minutos en silencio, se aclaró la garganta, esperando así llamar la atención de las personas presentes -y vivas.

 

- Esto me recuerda a una historia que escuché en Escocia. Aunque no parece que estos fantasmas sean particularmente violentos, lo mejor en estos casos es tratar de ayudarlos y esperar que así sigan su camino. Aunque -añadió en voz baja -siempre hay otros modos de librarse de ellos.

 

Dándole otro sorbo a su vino miró a su alrededor, aparte de Melrose, no había otra cara conocida. Una mujer que se acaba de presentar como Lily y una chica con una pinta aún más confundida que ella estaban a su derecha. Con una sonrisa, se presentó.

 

- Perdón por la intrusión, llevo tanto tiempo sin compañía que se me olvidan los pocos modales que tengo. Mi nombre es Scavenger, prima de la familia. Viajo mucho, pero siempre que estoy cerca los Evans son tan amables de dejarme quedar aquí. Gusto en conocerlos.

 

Girándose hacia los fantasmas por primera vez desde su llegada, habló con la voz más tranquila que pudo, para no causar más confusión de la que ya tenían los pobres.

 

- Lamento la confusión, pero ¿quién es el dichoso Encantador? ¿hay algo en lo que les podamos ayudar?

 

Con la maleta aún colgada en el hombro, esperó alguna respuesta.

 

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Me tomó por sorpresa el nombre la presentación de Lily, pero fue por unos breves segundos, estreché su mano agradecida de poder integrarme.

 

- Hola - respondí con una sonrisa - soy Helen, hija de Pandora.

 

A lo lejos distinguí que Mel (aún no descartaba que fuera Meg) me saludó con un gesto de la mano, al cual respondí con una sonrisa aún más amplia. De pronto mi atención se dirigió a los fantasmas de la pisicina, discutian acerca de la dilexia de uno de ellos y antes de que pudiera decir algo un vaso apareció delante mio, tomé un sorbo de aquel refrescante vino.

 

- Entonces... ¿Están aquí por un simple error de escritura? - comenté incrédula

 

Antes de que alguien pudiera responder otra bruja se presentó en la piscina, al parecer, no era la única Evans que nunca estaba en casa.

 

- Hola Scavenger, ¿puedo llamarte Scav? Yo soy Helen y pues, se supone que vivo aquí aunque en realidad casi nunca paro en casa

 

Tomé otro sorbo de vino y agregué en dirección de los fantasmas:

 

- Y, ¿Cuál es el motivo de su visita, por cierto? O bueno, ¿Cuál era el motivo por el que tenian que venir esa fecha?

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P-ko, elfina de Bel

 

Era el cambio de fecha más desafortunado de la historia pensó P-ko, al escuchar toda aquella confusión en los números. Los fantasmas habían llegado 18 años después, pero eso hizo que la mente de la elfina trabajase rápidamente en quienes podían haber estado habitando en ese entonces el castillo. El amo Boss, la ama Rina, quizá la ama Soamily, pues eran las dos hijas que habían sido criadas con él en el mundo mágico, a diferencia de su amita Bel que en ese entonces, estudiaba en Hogwarts, sin ni siquiera saber su verdadero linaje.

 

¿Quién en ese entonces podía haber tendido una invitación para ellos?

 

La llegada de Helen primero, y la de Scavenger después hizo que se distrajese brevemente de sus conjeturas. Sumamente animada por la presencia de los jóvenes, corrió hacia las cocinas para traer bocaditos, mientras veía como Melrose y Lils les tendían de las bebidas que habían materializado. Conocía suficiente a los miembros del Castillo, como para saber que esas bebidas cargaban alcohol, y al menos si no podía evitar que lo estuviesen consumiendo tan temprano, podía conformarse con llenar también sus estómagos de comida que evitase que se les subiera todo demasiado rápido a la cabeza.

 

Al volver con la bandeja de bollos de calabaza, le aplicó un hechizo levitador para que fuera de Evans en Evans (?) repartiendo su preciosa carga. Había aplicado además un hechizo extra para evitar que pudiesen tomarse más de dos en un lapso de 15 minutos (y es que también conocía bastante bien del sólido apetito de la joven Melrose). Tras asegurarse que Scavenger dejara en tierrasu maletín, y se despreocupase por él porque alistarían su dormitorio a la brevedad, y harían lo mismo con el de Helen, decidió explicar a ambas el embrollo de los fantasmas hippies.

 

Ellos dicen que los invitó un Evans al castillo, al san valentín del 2002, bueno ese dato del año apenas nos acabamos de enterar. Dicen que el hombre se llamaba Encantador Evans, y que su nariz era como la de la señorita Lillian— todos los datos juntos hacían un extraño resumen de las cosas pero era, en verdad, toda la información que habían podido recopilar esa mañana— en los registros familiares no figura nadie con ese nombre, y también pregunté a los cuadros del castillo por él, pero nadie supo darme razón, aunque... — de repente sus ojos se abrieron desmesurados, como si acabase de caer en cuenta de algo que hasta entonces había dejado pasar— ¡pero claro! Hubo alguien al que no consulté este asunto ¡el patriarca Mavado Evans!

 

Habían pasado tantos años de la incursión a la torre maldita del castillo, hogar del honorable Príncipe Godric, con la intención de romper la maldición que la ataba y saber el paradero del hombre (no habían conseguido ni lo uno ni lo otro), que ya no estaba segura de cuantos de los presentes habían sido partes de aquella aventura. Así que tras dar una larga exhalación, que provocó que su pecho se hinchase y contrayese de una manera muy curiosa, decidió también compartir esa historia con los presentes, quien era Mavado, y como se vinculaba con la maldición que pesaba sobre la familia.

 

Dos familias dieron origen a los Evans McGonagall. De un lado, un linaje "corrompido", los Evans Snape, y del otro, uno "puro", los McGonagall Bellucci. Tal unión se dio porque ambos compartían tradiciones mágicas druidas, que se potenciaron al unirse, en la sangre de sus descendientes. Pero para quien recuerde a Mavado Evans, si alguna vez fue un buen hombre, el poder luego lo corrompió de tal forma que persiguió a sus hijos y los maldijo, maldiciendo también el linaje venidero— su visión se había hecho un tanto sombría— que mi colega elfo al servicio del amo Boss, lleve precisamente su nombre, Mavado, es la viva prueba del inexistente cariño del señor por su padre. Pero nunca hemos sabido que hubo detrás de esa ruptura. La amita Bel no pudo averiguar mucho más de los tiempos en que su abuelo Mavado controlaba el castillo y el amo Boss nunca se lo contó ¿Creen que pudieron intencionalmente ocultar registros en ese entonces?

 

La historia había estado tan interesante, que incluso los fantasmas habían dejado de pelear por el cesto de fresas para escuchar atentamente. Pero que P-ko ahora comenzara a decir a las recién llegadas, que igual y todo era una mentira de ellos para quedarse, hizo que Fucsia diera una mirada a todos sus compañeros antes de decidirse a hablar.

 

— No mentimos con que ese hombre existió ¡si incluso presumía de su preciado relicario y lo mucho que costaba! Era sumamente materialista cuando le conocimos.

 

Todos los fantasmas asintieron, sintiéndose ganadores ante una P-ko que había enmudecido de repente. Y bajo el orden implantado por Jonathan, comenzaron a recoger en una alegre fila, más fresas podridas del cesto.

 

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- Hermana - musitó incrédula mientras su mirada se dirigía hacia el castillo, exactamente en la parte en la que descansaba el cuadre de la que fuese su madre. <Ya habrá tiempo> pensó devolviendole la sonrisa a Helen - Un gusto conocerte - terminó estrechándola en un efusivo abrazo,

 

A lo lejos pudo distinguir el saludo comedido que Mel le regresaba a la Evans por lo que apartándose de la chica, suspiró escuchando a lo lejos la conversación de Mel y los fantasmas hippies, que para acabar de colmar todo se habían equivocado por omisión de uno de ellos.

 

- ¡Vaya enredo! - musitó aún curiosa de lo que ahí pasaba. Con parsimonia tomo otro vaso con el agua mineral que para acabar de sorprenderla ahora contenía una refrescante bebida alcohólica incluida. Sin embargo, la llegada de otra familiar terminó por ser la cereza de aquel revuelto pastel.

 

- ¡Hola Scav! ¿Puedo llamarte así, verdad prima? - inquirió posando sus orbes zafiro sobre la bruja en cuestión - ¿Algo en que ayudar? Pues en eso estamos, aunque no han querido dar mucha información al respecto - completó señalando a un enfurruñado Jonathan en la alberca - Lo único que sabemos es que llegaron 18 años tarde el 14 de febrero y que además, mi nariz era el rasgo distintivo de la persona que los invitó.

 

La sacerdotisa sabía que eso no debía ser todo, sin embargo el arribo de los pastelillos típicos de P-ko la sacó de sus cavilaciones tomando dos al vuelo, recordando que desde su arribo al castillo solo el agua mineral era lo único en su estómago.

 

<Nota mental, tomar unos para Max> se dijo sonriendo para sí mientras terminaba de degustar a la par que la elfina de bel les comentaba la situación.

 

- Mavado Evans - aquello era una sorpresa ya que no tenía en claro quienes eran sus antepasados por el lado materno. Instintivamente sus manos se posaron en el relicario sobre su pecho, como si el contacto con el le regresara algo de la paz que el relato de P-ko estaba removiendo.

 

Un silencio pesó sobre los presentes solo roto por la risa de uno que otro de los fantasmas que aún seguían divirtiendose en la piscina, así como el sonido de la cesta arrastrándose por quienes se peleaban por el codiciado fruto.

 

- P-ko, no es sorpresa que todo esto sea nuevo para mí, creo que nunca me preocupe realmente por preguntarle nada de nuestro linaje a la tía Bel o a madre - musitó - Pero... ¿Evans Bellucci? es demasiada coincidencia como para que no tengamos algo que ver con ese tal encantador, aunque ni siquiera estoy segura que se llame así, además creo que su pecado debió ser grande si nadie lo recuerda e incluso si no tenemos ningún registro de él - completó estremeciéndose. Sabía de familias pura sangre que al menor desliz de alguno de sus miembros se encargaban de desaparecerlos, pero nunca hubiese pasado por su cabeza que aquel fuera el caso de su propia familia.

 

Un escalofrío recorrió su espalda y sus orbes se dirigieron a la ventana del ala en que sabía se encontraba el cuadro de Pad Evans, quizás su orgullo fuese grande en su última discusión pero aquel misterio no se quedaría sin resolver, por lo que si era necesario iría a hablar con ella para que le contase lo poco o mucho que tuviera que decir.

 

Sin embargo, el comentario apropiado de Fuscia la sacó de su cavilación.

 

- ¿Relicario? - repitió cual tonta sin quitar las manos de la joya en su níveo cuello.

 

<<Lo recordaba casi como si hubiese sido ayer cuando todo sucedió.

 

El atardecer le daba un toque romántico a la carpa color crema de la novia donde Lily se había ido a refugiar por un momento, dejando al novio con su tío Matt y un travieso Argentus.

 

- Toma - había musitado Pad haciéndole sobresaltar y girar con premura para quedar frente a frente. Era una sorpresa vera su madre allá, sobre todo al final del ajetreado día de la que había sido boda con el Marauder, y más aún sabiendo que la Evans desaprobaba la misma. No obstante, le agradecía con el corazón que se presentará.

 

En sus ahuecadas manos se encontraba un hermoso relicario de lapislázuli con una inscripción en latín al reverso Sum quod eris -soy lo que serás- se leía en el grabado. Dentro del mismo, una foto de su padre y en el otro extremo una runa encapsulada a la joya con magia antigua.

 

... Es una reliquia familiar que debes cuidar ... eran las palabras de Pad a su hija antes de besarle ambas mejillas y despedirse, desapareciendo>>

 

 

Lágrimas mojaban sus sonrojadas mejillas por el simple hecho de recordar, pero aún así optó por levantar la fina cadena que sostenía la alhaja y desprendiéndola de si, la sostuvo para que los demás pudieran verla.

 

- ¿Algo así? - inquirió con el corazón desbocado.

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- ¡Sal de mí, sal de mí, sal de mí!

 

Los gritos hacen que la leña puesta en su chimenea se encienda y suelte destellos de fuego morado, azul, blanco y negro. La pesadilla ha sido tan vívida que aún puede sentir la oscuridad perturbar su sangre. En un intento desesperado por liberarse, hace trizas su camisa de lana, se levanta de un brinco y la tira a las llamas, donde se consume inmediatamente. El ritmo de su respiración no pretende disminuir. De hecho, la habitación sigue iluminándose por el fuego multicolor, creando formas abstractas e interesantes pero de las que el hombre no tiene intenciones de interpretar. Esto es demasiado nuevo, difícil de definir, y necesita tiempo para asimilarlo.

 

Se decanta por salir de la habitación, descalzo y cubierto apenas por los pantaloncillos que usa para dormir. Cierra la puerta con magia para asegurarse de que ningún elfo entre a hacer la limpieza, pues se encontrarían con la cama levitando, las cortinas sacudiéndose permanentemente y un espectáculo ardiente que no tardarían en divulgar. Por suerte, la torre donde se hallan sus aposentos, aunque espaciosa y cómoda, se encuentra considerablemente alejada del resto, ya que es la única cuyo ventanal da hacia la parte menos vistosa del Castillo, esa que está menos provista de árboles o fuentes. Allí, al asomarse, solo permite clavar la vista sobre las colinas aledañas y un horizonte cargado de nostalgia, nada más. Y nada menos necesitaba él.

 

Es guiado por las voces de los presentes. A estas alturas no pone demasiada atención en los rostros; solo da por sentado que si están allí, es porque son bienvenidos. De cualquier forma, sangre o no, y pese a ser un concepto tan subjetivo, se siente a salvo. Llega hasta las escaleras justo a tiempo para escuchar completa la historia de P-ko. Sentado en uno de los escalones, se percata de la bandeja repleta de bollos que pasa flotando frente a su rostro. Solo alza el brazo para tomar uno y llevárselo de un solo bocado. Este nuevo ambiente, al menos, le ayuda a olvidarse parcialmente de lo sucedido.

 

Cuando se levanta a pedirle un poco de jugo a P-ko después de que acabase de hablar, de reojo llega a detectar el relicario que enseña Lillian.

 

- Es bonito - comenta. Por la forma en la que su hermana lo muestra supone que, para ella, también representa una parte de su vida. Se rasca la cabeza - ¿Por qué no le preguntamos a mi abuelo? Si es que no ha muerto, claro. Si este es el relicario de la historia ya tenemos muchos datos...

 

De repente, se siente parte de una nueva aventura.

 

- P-ko, ¿tienes jugo o algo? - carraspea -. Tengo la garganta sequísima. La cerveza también sirve.

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Apenas escuché el murmullo de Lillian ¿Me había llamado hermana? Bueno, aquello no podría sorprenderme ya que cuando llegué a la vida de Pandora, sabía perfectamente que habían demasiadas cosas que desconocía. Correspondí con sincera alegría y entusiasmo al cálido abrazo.

 

Decidí acercarme más a la piscina para escuchar mejor la historia que cada vez se tornaba más interesante y dejaba atrás el tono cómico que había tenido en un inicio. Agradecí infinitamente el gesto de P-ko sobre la comida, no recordaba hace cuantas horas había ingerido mi último alimento y por fin llenar el estómago era gratificante.

 

Un ligero escalofrío recorrió mi cuerpo, todas las veces que había intentado saber algo más de mi pasado las cosas no habían salido del todo bien. Pero no podía evitar sentirme ligeramente culpable por haber deseado saber más de mi familia paterna que de la materna. Y aún así, era a mi familia materna a dónde siempre volvía. Giré ligeramente la cabeza para fijar mi mirada en P-ko... la torre maldita del castillo, odiaba ese lugar, en mi memoria estaba intimamente ligada a la, digamos, enfermedad de mi madre y su posterior muerte.

 

Pero fue su pregunta sobre los registros la que me sacó de mis pensamientos.

 

- En la biblioteca.... alguna vez vi unos libros que eran prohibidos de tocar, supuestamente por mi propia seguridad.

 

¿Aquella advertencia me la había hecho mi madre? ¿O había sido alguno de los elfos?

Pero mientras la conversación seguía, mi vista se desvió hacía Jank que salía de la mansión en ese momento. Estaba diferente, pero aquello era algo obvio considerando todo el tiempo que había pasado desde la última vez que había visto a mi hermano. Pretendía acercarme a él, pero la pregunta de Lillian atrajo mi atención. Me quedé observando el relicario, era hermoso definitivamente... ¿Sería verdaderamente el de la historia?

Tomé una de las copas que aún reposaban en la bandeja y me dirigí hacía Jank. Tuve el impulso de abrazarlo, pero, sin saber bien el por qué, me contuve. Con una sonrisa en el rostro le respondí:

- ¿Vino también sirve? - Luego añadí con voz un poco más temblorosa - Preguntesmole a quien sea necesario... mientras no tengamos que entrar a la maldita torre.

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Apenas tuvo tiempo de sonreírles a Helen y a Lily y contestarles que, por su puesto, llamarla Scav estaba bien antes de que P-Ko explicara bien lo que estaba pasando. Según P-Ko los fantasmas estaban aquí buscando a un antepasado Evans del cual nadie había oído antes. Por supuesto.

 

Este era uno de los casos donde el poco conocimiento que tenía de su propia familia regresaba a morderle el trasero. No es que lo fuera a decir en voz alta, y menos a la mitad de lo que obviamente era una reunión familiar, pero cada vez que recordaba lo poco que estaba involucrada con su gente, con su propia casa, sentía una ola de vergüenza recorrerla completa.

 

Su único consuelo era que el destino estaba presentándole una oportunidad para corregir eso, para interactuar de manera directa con su pasado -con el pasado de todos los presentes, si la reacción de Lily ante la historia era alguna indicación.

 

— Según mi experiencia, — se atrevió a decir —Los fantasmas no se irán hasta que hallan resulto lo que sea que los trajo a esta época. Coincido en que lo primero debe ser intentar averiguar más información acerca de Mavado Evans. Eso debe darnos pistas para poder continuar.

 

Esto último lo dijo en dirección a Lily, que se veía claramente afectada por los sucesos. Puso atención especial al dije que su prima sostenía en sus manos, era precioso, y casi podía apostar, estaba ligado a recuerdos muy poderosos.

 

No pasó por alto la presencia de Jank, al que no había visto desde meses antes de que ella misma dejara Inglaterra. Ya se daría una oportunidad para ponerse al corriente con toda la gente a la que no había visto. En estos momentos, al menos, tenían un problema que resolver.

 

—Dudo que si Mavado fue tan malo como P-Ko dice, alguien haya dejado algún registro escondido de él ni en la biblioteca.— No lo dijo en voz alta, pero cómo deseaba que Bel estuviera presente, seguro que ella sabría que hacer. — Pero no perdemos nada con ir a buscar.

 

Llevándose el pulgar a los labios, en un gesto pensativo, añadió:

 

—Si no encontramos nada, tal vez tengamos que adentrarnos a la dichosa Torre. — Personalmente, no sabía mucho del lugar maldito que existía dentro del propio castillo, pero el prospecto de una excursión no le desagradaba del todo.

 

De cualquier modo, Scavenger llevaba menos de una hora de vuelta en el castillo, no se sentía con la autoridad moral de dar ordenes a los otros miembros de su familia. Después de exponer sus ideas, volvió a darle un sorbo a su vino, esperando a que los demás expusieran su caso.

 

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Por lo que había entendido, resultaba que no habían sacado mucho en limpio. Todavía daba sorbos cortos a su bebida cuando llegaron Scavenger y Helen y Lillian les ofreció bebidas a ellas también e inició una amena charla. Al parecer, Lils y Helen eran hermanas y no solo eso, si no que además eran primas de Scav. P-ko por su parte les contó una oscura anécdota de la que Mel nada sabía. Solo creía recordar una advertencia que Richard le había dado alguna vez: no te acerques a la torre derruida ¿de acuerdo? Ahórrate la molestia de involucrarte en esa historia. Se zampó una fresa mientras seguía por ese derrotero: intentaba pensar en qué relación podía tener eso con los Evans actuales cuando notó los pastelillos.

 

Fue un viaje sin retorno hasta que se hubo acabado dos y el tercer bollo le dio una descarga eléctrica cuando intentó tomarlo de la bandeja. Mel solo soltó un quedo "¡Ay!" antes de dejar de intentar ¿habían acaso restringido los bollos o era su imaginación? Nunca había oído de energía estática humano-bollo...

 

<<...además creo que su pecado debió ser grande si nadie lo recuerda e incluso si no tenemos ningún registro de él >>

 

Mel vuelve a la realidad de zopetón y se da cuenta que Lils parece atacada por un acceso emotivo repentino. No está segura de qué decir y una extraña idea viene a su mente, una de esas dudas incómodas que surgen cuando uno menos quiere "¿quién es la madre de Lils?" aquella que le dio ese relicario ¿quién es? Por alguna razón, tiene miedo de pensar que pueda ser esa mujer que le habló un día en el pasillo cuando esperaba a Bel por un encargo. De cabello plateado, de rostro bello y sin edad, que la convenció de hablar con Boss Elessar e intentar ser parte de la familia. Porque ese cuadro ya no existe y ella ha dejado la faz de la tierra de cualquier forma posible. Richard, se había asegurado de ello, con Madeleine y otros más como testigos... aunque quiénes fueron esos otros, Richard no lo había dicho, mencionando tan solo a la mujer que ella ya conocía: Madeleine Moody.

 

De alguna forma, mirar a la muchacha se vuelve difícil de pronto, así que Mel vuelve a probar e intentar con el bollo una vez más; la descarga llega tal cual hiciera la anterior y aparta la mano, no sin cierto resentimiento. Es allí cuando nota la presencia de Jank, al que hasta ese momento no había visto. Había tenido la oportunidad de tratarlo un poco más en la clase de maestría con escobas y por eso se sentía algo más a gusto. Está de acuerdo, cuando Helen habla, haciendo que le de su atención en lugar de mirar a Jank; no conoce la torre de cerca pero una perspectiva de exploración a la misma no suena muy halagüeña.

 

De todos modos, Mel se sentía un poco fuera de lugar. No era que ellos no fueran muy amables con ella, si no que simplemente no conocía sobre todas esas cosas que decían y no tenía sangre Evans en las venas, tan solo, un fuerte concepto de cariño y lealtad por ese espacio en donde era siempre bien recibida, aun si no podía darles ni un solo knut. Quizá Jonathan también lo notara, porque volvió a soplarle en la oreja mientras Mel seguía intentando llenar el vacío de no poder tomar bollos mordisqueando fresas. Decidió simplemente que se plegaría a la decisión del resto e intentaría ayudar.

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