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Castillo Evans McGonagall (MM: B 97458)


Syrius McGonagall
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Bel Evans Ollivander

 

Desde fuera, la voz de P-ko contestando a Hannity alcanzaba a escucharse. ¿Me estaba llamando cabeza dura? Porsupuesto que tenía reparos, y muy bien fundamentados, para desconfiar del ministerio.

 

- Nadie murió o fue herido esta vez señorita Hannity- se apresuró a contestar a Hannity- la llevaré donde su madre, que también yo me siento preocupada respecto a que no informe a los aurores sobre ese sujeto. Quizá usted la haga entrar en razón con sus reticencias al Ministerio de Magia.

 

De cualquier modo, la caída del vaso me había hecho volverme al hombre y centrar mi atención en él, pues estaba volviendo a perder el control, exigiendo otra vez su varita, y acusándome que le había dado a beber sangre. Lo que confirmaba mis sospechas de que no solo la caída en sí lo tenía debilitado, sino uno o muchos más maleficios de confusión y percepción de las cosas.

 

- Podrá hacer todas las exigencias que quiera, cuando se encuentre bien de salud, porque claramente no lo está- con la mano hice un gesto para que Hannity se acercara- mi hija, una eximia sanadora de San Mungo, ha venido acudiendo a mi llamado, para poder ayudar con su diagnóstico, pues a usted lo han hechizado señor. No me incumben las circunstancias en que eso ha sucedido, pero sí considero que alejarse de aquí en esas condiciones solo lo va convertir en un blanco fácil ¿no lo cree?

 

Podía estar equivocándome frente al mejor actor enviado por las huestes mortífagas en mucho tiempo, pero no parecía que el mago realmente estuviese vinculado a dicho grupo, sino que en una inexplicable casualidad, había dado a parar a nuestro castillo en el momento equivocado. Como fuera, no mentía respecto a su salud, pues estando tan inestable, era un peligro para él mismo y los demás, que le entregáramos su varita.

 

- P-ko, tendrás que preparar algo especial para él, una vez tengamos un diagnóstico de Hannity.

 

Me volví a mi hija con dulzura, bastante segura de que ella desaprobaba en parte mi actitud, como P-ko, de mantener al hombre allí, sin tener información de él, en lugar de solo entregarlo con las autoridades. Pero no me era posible hacerlo, no solo por la desconfianza a la que mi elfina había hecho mención, sino porque también no era la primera persona que llegaba al castillo buscando ayuda y muchas veces huyendo de fuerzas superiores y más allá del alcance del gobierno, un gobierno que al presente, estaba en manos de gente de moral dudosa. Así que no pensaba entregarle, a menos que él así lo quisiese, pero necesitaba hacer presión para que dejase de mostrarse tan arisco.

 

- Necesito que coopere, o no me quedará más remedio como dijo mi elfina, que entregarlo a las autoridades ¿y no cree que desee eso verdad? Allí puede haber gente bastante menos compasiva y que no dudará en verlo como una fuente interesante de información para la guerra, siendo usted extranjero. Entonces ¿qué va decidir?- levántandome del mueble, le tendí la mano para invitarlo a que volviera a sentarse en la cama- Quizá, no fui adecuada con las formalidades, pero estoy a tiempo de corregirlo. Mi nombre es Bel Evans McGonagall, y soy la matriarca de este castillo ¿usted es?

 

@@Syrius McGonagall @@Hannity Ollivander Evans

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Sus ojos, grandes y de aspecto brilloso en la oscuridad, son observables cuando asoma la nariz fuera de la puerta, como un gato surgiendo de las sombras. Observa a la que, mencionan, es hija de Bel Evans. Su cuerpo, enfundado en unos pantalones y botas negras, no hacen el menor sonido al deslizarse fuera de la habitación y tampoco la camisa que lleva. Solo el pendiente en su oído derecho, dos finas líneas de plata labrada, se balancea suavemente.

 

El brujo se aproxima por el pasillo cuando tanto la elfina como la muchacha han traspuesto la puerta y la criatura servil la ha cerrado tras de sí. Está seguro de que Bel Evans McGonagall no sabe que los hechizos antiaparición lo consideran de la familia desde la muerte de Pandora y él supo aprovechar eso lo máximo posible. Detrás de él, la figura de Catherine también se aproxima en silencio. Lleva un vestido negro hasta poco más arriba de la rodilla y es todo cuanto hay por decir de su vestimenta. Su expresión es concentrada. Richard se pregunta si también la levantó la sed de sangre en el ambiente. No está seguro si su percepción como nigromante llega a emular lo que su cuerpo ha desarrollado con años de experiencia de huidas y como ladrón de cuerpos.

 

Cuando coloca una mano sobre su hombro, Catherine tiembla ante el contacto pero no lo aparta. Es siempre lo mismo desde que traspusiera el umbral de los muertos en su prueba con el tuerto. No lo ha puesto jamás en palabras pero está seguro de que ella es capaz de percibir algo que no le dice pero que está implícito entre ambos: el thánatos que él carga siempre consigo. Las muertes que ha causado y presenciado, la melodía de un corazón al que ya no le importa morir.

 

La bruja se vuelve y lo observa con unos ojos que son como pozos vacíos.

 

-Llámala.

 

Es un susurro muy bajo. Richard asiente, se aparta los rizos de la frente más por hábito que por otra cosa antes de que estos vuelvan a caerle sobre la frente y alza el espejo comunicador que tiene en su otra mano.

 

-Melrose... Melrose.

 

Al inicio no se ve nada y luego puede oír un pequeño eco. Apenas acababa de hacer un revuelo con la mano para devolver el espejo a la mesa de noche cuando la bruja aparece junto a ellos, rascándose los ojos y haciendo ruido. Es evidente que ha estado durmiendo: lleva pantaloncillos cortos y un polo bastante arrugados. Su frente se constriñe intentando mantener los ojos abiertos y su cabello parece el nido de un ave que ha tenido un episodio de violencia. Le parece un milagro que haya podido reaccionar así de rápido. Al parecer la ha entrenado bien para responder a sus llamados. Además, ahora Richard se acaba de enterar también que Melrose puede aparecer en los terrenos, lo que significa que también debe ser considerada parte de la familia "¿y eso cuándo sucedió?"

 

Una serie de imágenes de la mente de Melrose le permiten armar la historia y obtener la información que necesita.

 

-Richard, deja... deja... -Melrose ahoga un bostezo antes de continuar-. Deja de meterte en mi cabeza, lo prometiste.

 

El pelirrojo suelta un suspiro antes de acomodarle un poco el pelo a la muchacha, deslizando sus manos con toques suaves y delicados, aquí y allá. Catherine observa imperturbable. Richard recién cae en cuenta de que la bruja no lleva zapatos. Incluso Melrose lleva zapatillas.

 

-Alguien susurraba algo sobre una caída -es lo que contesta de forma automática.

 

Richard sonríe. Había estado intentando meterse en la cabeza de Catherine también pero no lo había logrado desde que ella acudiera con Sauda. La bruja le había contestado a la duda que había causado que Richard intentara indagar en su cabeza en primer lugar: era por eso que la bruja se había levantado. No había sido la alarma que su cuerpo le había transmitido, como una descarga de energía, que la alertaba de la sed de sangre cercana, en el ambiente, como le había pasado a él. Habían sido las palabras en ruso que escuchara. Eso significaba que la bruja no había estado durmiendo en primer lugar, de otro modo, Richard las habría oído también. Los Evans McGonagall no eran precisamente reservados en sus asuntos, hablaban fuerte y alto.

 

Los ojos de Melrose empiezan a abrirse hasta su habitual enormidad.

 

-¿Caída?

 

Su preocupación es casi tierna. Casi. Richard a veces de verdad siente ganas de golpearla cuando hace ese tipo de preguntas. Una bofetada no le vendría mal. La idea lo hace sonreír pero la sonrisa no refleja sus pensamientos si no que parece ser comprensiva. Tanto potencial desperdiciado... que él podría pulir solo con un poco de disciplina.

 

-Sí, algo sucedió.

 

El olor de la sangre inunda sus fosas nasales justo en el momento en que suelta esas palabras pero eso no puede ser, porque no cree que alguien haya salido herido allí dentro o ya habrían gritado o algo parecido. De por sí ya sentía que hablaban a los gritos habitualmente y también habían escuchado el estrépito del vaso romperse, momentos antes. Vuelve el rostro hacia la puerta, apartándolo de la línea de visión de Melrose y Catherine. Por un instante, se queda quieto. Después, amusga los ojos y por una fracción de segundo una sonrisa cruel deforma sus rasgos habitualmente bellos e impecables.

 

Catherine fue la que colocó una mano sobre su hombro en aquella oportunidad, adivinando, más que leyendo, los pensamientos y tentaciones que cruzaban por su cabeza.

 

-Solo abre la puerta, Richard. Seguro ya nos oyeron de todas formas.

 

@@Rory Despard @@Hannity Ollivander Evans @@Syrius McGonagall

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Demisit lacrimas dulcique adfatus amore est 

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despues de una larga temporada fuera del mundo mágico, volví a caminar por Ottery. aquellos lugares me recordaban tantos buenos momentos, risas, llanto, emoción.. era agradable volver estar. después de caminar un buen rato, pase por en frente del lugar que me vio aprender magia o mejor dicho, donde practique mucha magia, un lugar donde llenaron mi vida de alegría y donde siempre estara mi corazón sea a donde vaya.

 

me quede mirando al menos un minuto en imponente Castillo Evans.. pensé en que quiza tenia aún una habitación allí donde mis cosas de joven estudiante quizá estaban, donde probablemente este aquella secreta área que diseñe en mi habitación para hacer pociones y guardar cosas que sencillamente no queria que mi madre y los habitantes de aquel tiempo vieran. me anime y entre una vez más por aquellos jardines hasta que me presenté en la entrada principal del Castillo. toque y espere a ver quien abria.. seguro sería algún elfo de los muchos que habían allí. di la espalda a la puerta y contemple todo aquello.. recordando en verdad mejores momentos.

 

la puerta aún seguía cerrada, no habria nadie en el Castillo? se me hizo extraño porque losn elfos a donde irían? o será que ya no sería recibido por este lugar

?. respire profundamente y baje mi rostro. metí mis manos en los bolsillos de mi chaqueta y me dispuse a irme. cuándo di quizas unos tres o cuatro pasos, oi el rechinar de la puerta principal siendo abierta. me detuve, levante mi rostro y mire de medio lado a ver quien era.

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Elfina P-ko

 

No se convencía todavía sobre lo que estaba haciendo su ama, pero con una reverencia se retiró de la habitación, indicando que iría a alistar los ingredientes que pudieran necesitarse en la cocina. Al la presencia de la señorita Hannity en casa, y que estuviera junto a su amita, le permitía tomarse un respiro a sus preocupaciones respecto a que ella pudiese estar en peligro con ese extraño.

 

Eran tiempos de guerra y aceptar desconocidos así como así en el castillo estaba fuera de toda consideración, excepto claro, en la mente de Bel Evans que nunca había cerrado las puertas del castillo a alguien que pudiese estar en necesidad. En el pasado lo había hecho con la esperanza de que uno de esos tantos que llamaban a las puertas pudiera ser un hijo o hija suya, pero había pasado ya bastante del tiempo de aquella obsesión, y ahora simplemente (suponía) la elfina le había quedado la costumbre de ofrecer un refugio en tiempos de guerra.

 

Por ahora las jugadas le habían salido medianamente bien ¿pero sería así siempre?

 

Unos golpes en la puerta del castillo, la hicieron que se girase de repente, intrigada por saber de quién podía tratarse ahora, así que chasqueó los dedos, abriéndose paso por el gran salón y ya en la recepción del castillo, abrió los ojos enormemente al comprobar que se trataba del joven Albus.

 

- Joven albus ¡cuánto tiempo sin tener noticias suyas!- muchos Evans solían mandar tarjetas, mensajes y postales, pero no había sido ese el caso del muchacho, y P-ko se encontró sorprendida de verlo bastante bien de salud, y solo con señas de fatiga típicas de un largo viaje- pase por favor ¿desea que le aliste su habitación? ¿un poco de comida quizá?

 

No parecía la gran cosa, pero tener a otro familiar más en el castillo le estaba sentando estupendo al humor.

 

@@Albus Severus Black

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Leonid Yaxley

 

Bajó suavemente la mano que mantenía extendida en un intento inútil para que le devolvieran la varita, al menos le confirmaron que ellos la tenían y se encontraba al parecer en buen estado. Escuchó lo que la mujer le decía, estaba enfermo de eso no cabían dudas, no podría enfrentarse a nadie ni aunque la vida se le fuera en ello, si quería recuperar la varita tendría que hacer caso de lo que dijeran.

 

Podía sentir los latidos acelerados de su corazón por debajo de la fina camisa blanca pegada al cuerpo por el sudor de la fiebre ¿Que clase de maldición le habrían lanzando aquellos malditos ucranianos? Recordar cómo fue engañado, tal si fuera un simple novato le provocaba aún más rabia que la negación por parte de la bruja en devolverle su varita.

 

-Tiene razón - se obligó aceptar mientras pretendía demostrar firmeza en su postura pese a que sentía como la habitación daba vueltas a su alrededor, se recostó contra uno de los postes que mantenían el dosel de la cama y cerró los ojos por un momento mientras trataba de recuperar el control, al volver abrirlos la rotación del cuarto se detuvo.

 

-Si quieres preparar algo para que me sienta mejor, traeme algo fuerte - comentó a la elfina que llegó junto con la otra bruja - Escoces, Ron, vodka si tienen vodka mejor, pero nada de Ginebra, demasiado dulce - el ojiazul volvió a cerrar lo ojos y dejó escapar una maldición en ruso, estaba harto de aquella situación, no entendía cómo cayó en ella pero por el momento solo le bastaba con sortearla, pero con su varita.

 

-Cooperare - se forzó a decir pese a la exasperación, la voz de la bruja le perforaba la cabeza obnubilando todo, no estaba seguro si era la agudeza, la intensidad, las variaciones en la tonalidad o que simplemente ahora eran sus oídos los que estaban fallando, pero tendría que soportarlo, si la mujer llamaba las autoridades toda la misión se estropearía y lo que menos necesitaba el Kremlin era una crisis diplomática.

 

No estaba autorizado para operar en el Reino Unido, como tampoco sus compañeros. Tomó la mano de la bruja y se sentó en la cama nuevamente, junto a la mancha de humedad del agua que escupió, después de todo no era sangre. La mujer se presentó y no le quedó otra que hacerlo también.

-Sacha Kuznetsov - se apresuró a mentir sobre su nombre, no era la primera vez que lo hacía y le salía con tanta naturalidad que inclusive en su estado le resultó sencillo. Las presentaciones finalizaron cuando la puerta de la habitación se abrió nuevamente y tres figuras ingresaron por ella.

 

@@Richard Moody @@Rory Despard @@Hannity Ollivander Evans

 

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la figura pequeña de un elfo se dibujo en la entrada del lugar. voltee completamente y observé quien de tantos era.. mi familia solia tener algunos, unos más interesantes que otros pero todos con algo especial al igual que sus amos. me acerqué y mientras acaricie suavemente su cabeza le hablé --hola pKo me da gusto verte--. entrando al Castillo el elfo me preguntó de todo como ellos estaban casi programados de decir. yo personalmente no era alguien que me gustara ser atendidos por ellos porque no estaba de acuerdo de que se les viera como servidumbre pero si le acepté la propuesta de comer. --bueno pKo si tengo un poco de hambre, que hay sabroso en las cocinas del Castillo?-- le pregunté. también aproveche y pregunté donde estaban todos y quienes estaban aún viviendo en el Castillo y que había pasado en el tiempo que estuve fuera.

 

no pensé nunca sentirme apegado a algo y menos a algún lugar pero este en verdad me hacía sentir bien, feliz, tranquilo. era así sentirse "en casa" o era la sensación de llamar hogar a algun sitio?.

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  • 2 semanas más tarde...

Elfina P-ko con @@Albus Severus Black

 

El joven Albus siempre le había parecido diferente, entre los Evans, con esa capacidad de amabilidad y esas muestras de cariño naturales. El trayecto junto a él fue ameno, y las preguntas respecto a donde se encontraba el resto de miembros de la casa no se hizo esperar.

 

- La ama Bel se encuentra en la segunda planta, junto a su hija Hannity. En cuanto al resto de miembros no conozco su paradero exacto, ya saben como todos en esta familia son inquietos y nunca pueden permanecer mucho tiempo en casa.

 

En la cocina, el aroma de una tarta de carne invadía el lugar, y abría el apetito. P-ko la había horneado justo antes del ataque de los mortífafos, y había permanecido dentro del horno, calientita. Sacándola con cuidado de allí, la elfina la colocó con extremo cuidado sobre una bandeja y partió una generosa porción para Albus, colocando a su lado una jarra de zumo de calabaza.

 

- Tiene usted una estrella de la fortuna, joven Albus. Me temo que si llegaba unas horas antes, su vida podría haberse puesto en riesgo pues sufrimos un ataque por parte de la Marca Tenebrosa. No hubo víctimas que lamentar, pero si cuantiosos daños que felizmente conseguimos reparar.

 

Bel Evans Ollivander

(Con @@Syrius McGonagall, @@Hannity Ollivander Evans Ollivander y @@Richard Moody)

 

- Claro que los he oído, no podían haber sido más ruidosos.

 

No era del todo cierto, pues en estricto sentido, Richard había actuado con ese sigilo horrible que lo caracterizaba, pero Melrose había sido muy elocuente al entrar y encontrar toda aquella extraña escena en la habitación. Si ya venía siendo una noche extraña, la presencia de los tres Moody en la residencia era como la cereza del pastel.

 

¿También P-ko habría enviado un mensaje para ellos? A lo mejor para Melrose, pero estaba segura que el asunto no podía ser lo único que tuviera a alguien como Richard, tan despreocupado de los enfrentamientos entre bandos, en la casa. ¿Podía ser por ese extraño entonces? Catherine se había formado en Rusia, pero todavía era muy rebuscado que en la inmensidad de aquel país, ella tuviera lazos o conociese al desconocido que reposaba en la cama. Como fuera, el hombre por fin estaba más mesurado, y hasta se había presentado.

 

- Vodka será, en la familia es de nuestros licores predilectos- mencioné con una sonrisa, y del cajón de la mesita de noche, saqué una pequeña garrafa que tendí hacia el hombre, antes de verlo directamente a los ojos- Sacha Kuznetsov, un gusto conocerle aun si ha sido en infortunadas circunstancias, ¿siempre se llamó así?

 

Intencionadamente, al verlo directamente a los ojos mientras decía su nombre, había durante un fragmento de escasos segundos avistado hacia el interior del hombre, haciendo uso de la habilidad de legeremante aprendidas en Mahoutokoro meses atrás. Él ciertamente no mentía al decir que ese no era su nombre, pero era confuso ver que había otros nombres flotando alrededor, los que sin embargo, producto de una mente más que entrenada, no había podido dilucidar.

 

Esa clase de preparación, por supuesto, solo era otra pista sobre él, en ese complejo rompecabezas que era su presencia en el castillo.

 

- Antes que le genere inquietud la presencia de tantas personas señor Kuznetsov, permítame explicarle la razón. Hace unas horas, nuestro residencia sufrió un ataque por parte de un grupo extremista denominado La Marca Tenebrosa. Se hizo un llamado a los familiares para que acudieran aquí, y supongo, que esa es la razón por la que mis primos Moody están presentes ¿o me equivoco?

 

Una mirada, no exenta de cierto sarcasmo fue dirigida a Richard y compañía, antes de volverla hacia el ruso.

 

- ¿Si ha escuchado usted de la guerra de bandos?

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La sonrisa que Richard le devuelve a Evans está cargada de significado. No dice más, mientras Melrose observa alrededor. Parece estar oliendo algo desagradable pero lo que es, no lo dice.

 

Richard normalmente no suelta información gratuita pero no está seguro de cómo proceder a continuación. No tiene idea de quién es ese individuo pero huele a mentiroso y a otras cosas más desagradables. Catherine no parece percibir nada de eso en lo absoluto. Observa, con ojos vacíos, detrás de la figura de Melrose pero no se presenta ni agrega nada más que una breve inclinación de cabeza.

 

-Es una maldición bastante fea.

 

Melrose vuelve la cabeza hacia él de forma automática. Es raro que el se exprese así fuera de la residencia de los Moody. Que revele abiertamente sus conocimientos al respecto, sin esperar nada a cambio. Richard mismo sabe que no debería hacerlo pero siente curiosidad por la situación y, más que eso, necesita encontrarse en buenos términos con esa vieja familia debido al contexto en el que se va envolviendo el mundo mágico por culpa de las nuevas políticas de los últimos dos ministros.

 

-Esa que te echaron, quiero decir.

 

Melrose mientras tanto, recibe un poco de té y una galleta con chispas de chocolate, que Freya trae en un pequeño carrito. Hay también empanadas, bollos y jugo. La licántropo directamente instala una silla junto al carrito y se mantiene allí, mientras Catherine examina la habitación. Ninguno niega o afirma lo que dijera Bel al presentarlos pero dan a entender que lo avalan. Richard mientras tanto, se aproxima al paciente y a la propia Bel.

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Con lo que me había dicho P-ko sobre el recién llegado y la actitud de mi madre en confiar en él y la resistencia que ponía ante avisar al ministerio, tenía más motivos para ingresar de inmediato a la habitación. El individuo claramente estaba afectado por algo y como lo había dicho su madre, como sanadore, era su deber estar segura que el sujeto estuviera bien, por el bien de todos.

 

Se sonrojó al escuchar la forma en que Bel se expresaba de ella, pero debía empezar a realizar su trabajo, había algo que no le gustaba en el hombre, podía sentir magia muy poderosa y oscura, pero no algo que ella pudiera identificar, mientras tanto pasaba su varita por el individuo para hacer un diagnóstico, mientras tanto tres jóvenes , a los que ella no recuerda haber visto antes, entraron para reunirse con ellos.

 

-Antes de beber vodka señor Kuznetsov tendrá que beber un poco de Poción herbovitalizante, lo haré sentir mejor...- de su bolso sacó una especie de cartera de un material resistente con unos tubos de ensayo tapados con corcho, con pociones de muchos colores y le destapó una para que la bebiera.

 

Se volvió a su madre y escuchó la explicación que daba al joven de la razón de el grupo de personas que ahora estaban en la habitación y una vez que había terminado Bel ella dió un diagnóstico un tanto incompleto.

 

-El señor Kuznetsov sufrió de hechizos aturdidores en más de dos ocasiones, sin duda querían que estuviera realmente confundido, además de lanzarle un desmaius, lo que, con la guardia baja, por lo anterior hizo que literalmente nos cayera del cielo, aunque hay algo queaun no puedo identificar...

 

Escuchó lo que decía el joven recién llegado a la habitación, en ese momento lamentaba no haber terminado el curso de conocimiento de maldiciones de la profesora Moody y volteó hacia él, -¿Tú sabes de qué maldición pueda tratarse?

 

@@Rory Despard @@Syrius McGonagall McMcgonagall @@Richard Moody

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  • 3 semanas más tarde...

Sentir el viento en mis mejillas me hizo sonreir. Era una sensación nostálgica y familiar. Simplemente mirar el castillo hacía que mi corazón latiera con fuerza, tenía demasiadas memorias en ese lugar y demasiados recuerdos con mi familia, y aunque cada vez estuviera más ausente de aquel lugar nunca podría dejar de llamarlo hogar. Había sido llevada ahí por mi madre cuando apenas la conocí y había pasado demasiado tiempo desde entonces.

 

Me acerqué a la puerta principal preguntándome qué estaría pasando allí adentro, conociendo a los Evans podría ser cualquier cosa, desde un día tranquilo con todos en sus respectivas rutinas hasta un apocalipsis de hombres lobos como el que me encontré la última vez que visité el lugar. Si pudiera elegir, votaría por una tranquila fiesta de pisicna o jardín con toda la familia relajándose.

 

Abrí la puerta. El frescor y silencio del vestíbulo me hizo pensar que al menos no había una pelea encarnizada en el castillo. <<Al menos no en esa parte del castillo>> Tal vez efectivamente todos estarían en sus trabajos, en ese caso planeaba disfrutar el castillo silencioso hasta que regresara algún miembro de la familia.

- ¿Hay alguien en casa?

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